folleto de presentación de la Embajada

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Es con un inmenso placer que abrimos de nuevo al público las puertas
del Palacio Ortiz Basualdo, célebre joya del patrimonio arquitectural
franco-argentino.
Esta apertura ocurre en la ocasión de la 32º edición de las Jornadas
europeas del patrimonio, evento consagrado al descubrimiento de los
más bellos monumentos públicos y privados, que tiene lugar, al mismo
tiempo, en 50 países de la gran Europa, sobre una idea inicialmente
concebida en Francia. En esta ocasión, miles de visitantes podrán
descubrir, durante dos días, los tesoros de la Embajada de Francia en
Argentina, cuyas fachadas y espacios interiores fueron cuidadosamente
renovados a lo largo de 2013 y 2014.
Conscientes de la necesidad de inscribir la belleza de semejante edificio en el tiempo, y de beneficiar a
las generaciones futuras, Francia decidió, efectivamente, restaurar en profundidad el Palacio. Esta vasta
operación, en la que participaron, durante meses, los mejores arquitectos, artesanos y obreros,
argentinos y franceses, seleccionados por la excelencia en su especialidad, es ejemplar (e integralmente
financiada gracias a la venta de la antigua residencia, en Martínez).
El Palacio Ortiz Basualdo aparece hoy en día con todo su esplendor. Su historia, contada por los guías de
la Ciudad de Buenos Aires que lo acompañarán a lo largo de todo su recorrido, da testimonio de la
riqueza de esta maravilla de la arquitectura porteña. Es la ilustración de la vitalidad del diálogo y de la
amistad entre Argentina y Francia, y la marca visible de esta confianza y del lazo concreto entre nuestras
dos culturas y nuestros dos pueblos.
De forma más general, este palacio lleva la marca de una historia de amistad, antigua y profunda, entre
Europa y Argentina, que nos regocijamos de hacerla descubrir hoy.
Jean-Michel Casa,
Embajador de Francia en Argentina
Una restauración ejemplar y de gran envergadura
El Palacio
Ortiz Basualdo
En marzo de 2013, comenzaron importantes trabajos de restauración y de acondicionamiento en la
sede principal de la Embajada de Francia en Buenos Aires, el Palacio Ortiz Basualdo, que duraron
alrededor de 2 años. Fruto de reflexiones realizadas por el Estado francés desde el año 2009, esta gran
empresa se inscribió en una gestión de racionalización de los activos inmobiliarios franceses en el
exterior, lo que incluyó la venta de la antigua residencia de Francia en Martínez, y la compra de una
nueva residencia, en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Totalmente financiados por esta
operación, los trabajos realizados permitieron, a la vez, preservar y poner en valor un chef d’oeuvre de la
arquitectura porteña, y modernizar y mejorar la funcionalidad de la representación diplomática
francesa en Argentina. Esta restauración, que no le costó nada al contribuyente, es la más completa y la
más acabada que se haya realizado en un siglo, desde la construcción del edificio. Con el cuidado de
encontrar el espíritu original del Palacio Ortiz Basualdo, un equipo de arquitectos franceses y
argentinos ha establecido un vasto programa de restauración de los espacios exteriores e interiores.
Se realizó un trabajo cuidado en las fachadas, con el fin de restaurar el revestimiento en «símil-piedra»
(enduido que imita la piedra parisina) y de reintegrar ciertos elementos de decoración, teniendo en
cuenta que el 80% de ellos habían desaparecido con el correr del tiempo. Paralelamente, el conjunto
de los seis salones de recepción, las dos rotondas, las escaleras y los pasillos fueron objeto de
intervenciones mayores, que apuntaron especialmente a preservar los parquets, los mármoles, las
boiseries, los dorados a la hoja y las molduras. Los salones de recepción volvieron a tener sus colores de
época y una parte del mobiliario original, conservado, fue rehabilitado. Por otra parte, importantes
trabajos de reformas permitieron instalar una cocina profesional en la planta baja y reforzar la
funcionalidad, la accesibilidad y la seguridad del edificio. Finalmente, la decoración de la Embajada
fue repensada, afín de poner en valor las restauraciones emprendidas y de aportar toques de
modernidad a los espacios de recepción.
Apertura excepcional al público, en el marco de las Jornadas europeas del Patrimonio
Sábado 19 y domingo 20 de septiembre de 2015
Embajada de Francia en Argentina
Historia del Palacio
La construcción del Palacio Ortiz Basualdo, diseñado en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater (1879-1966), a quien
debemos también, particularmente, el magnífico edificio que aloja en la actualidad al Museo de Arte de Tigre, fue
finalizada en 1918. Construido para la familia argentina Ortiz Basualdo, este palacio fue utilizado, en 1925, como
residencia oficial del príncipe de Gales, Edward de Windsor, quien manifestó su admiración por el refinado confort y la
grandiosidad del edificio. Francia se convierte en propietaria del Palacio en 1939, e instala allí, desde ese momento, la
sede de su Embajada en Argentina. En los años 70, en la época de la dictadura, el edificio estuvo a punto de ser
demolido, con motivo de los trabajos de ampliación de la Avenida 9 de Julio. Finalmente, pudo ser preservado gracias
al esfuerzo conjunto de los ciudadanos de Buenos Aires y del gobierno francés.
Visita al Palacio
El Palacio Ortiz Basualdo es un destacado ejemplo de la influencia francesa – particularmente de la Escuela de Bellas
Artes de París- en la arquitectura argentina. Se inspira al mismo tiempo del hôtel particulier parisino y de la mansión
“grand siècle”, el edificio alía monumentalidad y modernidad urbana, y se distingue por la simetría de su composición
arquitectural y sus imponentes fachadas que dan a la calle. Uno de los elementos más originales del palacio es el torreón
cilíndrico en el ángulo del edificio, coronado por una cúpula revestida de pizarra. A nivel estilístico, la unidad exterior,
muy parisina, contrasta con el eclecticismo del interior, donde se confunden influencias francesas, inglesas y hasta
escandinavas, conforme a los gustos de la élite argentina cosmopolita de la época. La decoración interior del palacio fue
confiada, en su momento, a dos afamadas casas de decoración con sucursales en Buenos Aires: Jansen, de París, y Waring
& Gillow, de Londres. El edificio responde a las normas sociales de principios del siglo xx, con accesos y espacios de vida
diferenciados: el primer piso estaba originalmente destinado íntegramente a los invitados (salones de recepción), el
segundo a la familia (habitaciones particulares) y el tercero a los servicios y al personal de la casa.
La entrada principal y el vestíbulo
La entrada principal se ubica en el sector inferior del torreón de esquina. Un
porche circular, abierto por dos grandes puertas y una ventana en hierro
forjado, luego por una magnífica puerta de bronce vidriada, permitía descender
de los vehículos al abrigo de la intemperie. Posteriormente, se puede acceder
por la puerta de bronce, al vestíbulo, igualmente circular, cuya decoración se
basa en un rico despliegue de mármoles policromos del piso, rodeado de
paredes revestidas en madera tallada y decorado con pilastras corintias.
La escalera de honor y los salones del primer piso
El estilo inglés se repite en la decoración de la escalera de honor y el hall circular
del primer piso, donde aparecen motivos de los siglos xvii y xviii, como la gran
ventana neo-paladina que ilumina la escalera, las barandas de línea
“Chippendale”, los vanos aporticados de inspiración “Reine Anne”. Obras de
arte representativas de los años 1960 a 1990 y de los movimientos parisinos de
la “abstracción lírica” y de la “abstracción geométrica” –entre ellas el tapiz Piège
de lumière de Mathieu Matégot (realizado por la Manufacture d’Aubusson),
litografías de Emile Gilioli y un cuadro de Claudie Laks– fueron instaladas en el
gran hall circular del primer piso, durante las recientes restauraciones,
agregando un toque de modernidad y de color al clasicismo del edificio. El
visitante podrá también apreciar la composición de los espacios, reflejo del
esquema general del edificio, desde la rotonda superior que lleva a la serie de
salas de ceremonia, todas de excelentes proporciones y armoniosamente
decoradas.
El comedor. Es la sala que más refleja el “gusto inglés” en el Palacio Ortiz Basualdo. Emulando el comedor del Palacio
Real de Oslo, conservó la integralidad de su decoración y de su mobiliario, inspirado del barroco inglés (siglos xvii y
xviii). La gran mesa permite recibir a 24 comensales, para los almuerzos y cenas oficiales de la Embajada de Francia. Un
tapiz de la Manufacture des Gobelins, un « portière » de armas de los antiguos Reyes de Francia está suspendido en el panel
central. Dos tapices de Alicia Peñalba, escultora argentina instalada en Francia desde 1948 hasta su fallecimiento, en
1982, fueron dispuestos de un lado y del otro de la puerta que conduce al salón de música: titulados Machadito y
Samouraï, fueron realizados en los talleres de Aubusson sobre cartón-collage en 1973, y se inspiran en motivos
amerindios y asiáticos. En la parte opuesta de la sala, los dos nichos albergan bustos de los reyes Enrique iv y Luis xvi.
El jardín de invierno. En el extremo del Palacio, se encuentra un amplio salón
con boiseries de estilo compuesto, mezcla de estilos Tudor y gótico (Edad Media
francesa – siglos xiv/xv). Este salón fue diseñado para ser utilizado como jardín de
invierno: su luminosidad y su piso damero de mármol blanco y negro permitían
exponer allí vegetación de invernadero. Se conservó el espíritu original con la
presencia de plantas y la puesta en valor de los grandes ventanales, importante
fuente de luz. Utilizado para entrevistas y reuniones, el salón se distingue por su
mobiliario contemporáneo y funcional, proveniente de la casa Pierre Frey y
dominado por un cuadro contemporáneo: La Dordogne, de Olivier Masmonteil.
El “salón chino” o salón de música es una brillante reproducción de
una forma del estilo Luis xv, con motivos chinescos, « les chinoiseries », que
se utilizaron en la decoración de numerosos palacios y castillos franceses
a mediados del siglo xviii. Este salón, epicentro del edificio y punto de
vista privilegiado tanto hacia el exterior como hacia el interior, está
organizado alrededor de tres ejes: el primero, hacia el pequeño palier
cuadrado, el hall circular y la escalera de honor; el segundo, hacia el
salón de baile, la sala de billar y la biblioteca; y el tercero, hacia el
comedor y el jardín de invierno. En el piso, se observa una alfombra
redonda, que reproduce un motivo original de los archivos de la casa
Braquenié, tejido a mano, según la moda de Aubusson.
La magnífica sala de baile, también llamada salón de honor o “salón dorado”, es una interpretación del
estilo Luis xv bastante tardío, ya en transición hacia el retorno al clasicismo. La chimenea de mármol blanco, realzada
con hermosos bronces cincelados, el gran panel central adornado por una pintura alegórica (Le Triomphe de Flore,
reproducción ampliada de un cuadro que figura en las colecciones del Museo del Louvre, firmado por
Antoine-François Callet, retratista de Louis xvi), así como el detalle de los dos medallones dorados, adornados con
figuras mitológicas, en el techo, merecen igualmente una mención especial. Se destacan, también, las “boiseries”
doradas decoradas con instrumentos musicales, las arañas y los detalles de hierro forjado de las puertas y ventanas:
constituyen importantes ejemplos de la calidad de los artesanos parisinos de comienzos del siglo xx, siendo todos
estos elementos importados de París en su estilo siglo xviii francés.
La sala de billar o salon fumador, combina revestimientos
de madera y cielo rasos de estilo Tudor, con una gran
chimenea de mármol policromo inspirada en el Renacimiento
francés. Una nueva composición luminosa contemporánea y
un mobiliario de estilo depurado vienen a embellecer este
recinto utilizado como sala de reunión.
La biblioteca, con su apertura sobre la gran Avenida 9 de
Julio, es de estilo gótico inglés. Su chimenea está adornada
con motivos del «primer Renacimiento». Podemos
contemplar, en la pared, el cuadro contemporáneo Grand
Champ Jaune, de Isabel Duperray. Los muebles se inspiran en
las creaciones de uno de los más grandes decoradores
parisinos del período “Art déco”, Jean-Michel Frank
(1895-1941), quien vivió, además, algunos años de exilio en
Buenos Aires, luego de la ocupación de Francia por los nazis.
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