62 LATERCERA Domingo 15 de marzo de 2015 Sociedad Espectáculos Lollapalooza 2015 The Smashing Pumpkins: el fantasma del rock pasado La electrónica nuevamente acarreó masas Ya con DJ Caso, a las 13 horas, el d-box VTR Stage se llenó de los amantes de la electrónica, al igual que ha sucedido en años anteriores. Para cuando tocó Carnage (en la foto), a las 17:45, el público estaba encendido completamente, y saltó con un show que además destacó por su uso de tecnología y pantallas. R La banda que acompañó a Billy Corgan ayer fue más consistente que la de su visita hace cinco años. La fuerza de Molotov La banda mexicana no fue la primera en el escenario, pero fue el primer estallido de la tarde. Salieron a escena a las 15:30 y prendieron al público presente, dando el inicio oficial a la fiebre Lolla. Foster the people: reyes de la juventud Fue uno de los grupos más convocantes ayer, y sigue siendo la apuesta favorita de los veinteañeros en el festival. Antes de subir al escenario, Marc Foster, contó a La Tercera: “Nos gustan este tipo de conciertos, porque lo damos todo sobre el escenario y sentimos que en los festivales la gente también nos da todo lo que tienen”. RR Billy Corgan. FOTO: LOTUS/CARLOS MULLER M. Contreras Hace 19 años aparecieron en Los Simpsons en el clásico episodio Homeropalooza. Estaban en la cresta de la ola gracias a Mellon collie and the infinite sadness (1995), el álbum doble más vendido de los 90, y parecían sobrevivir a la tragedia del grunge a pesar de su cancionero pesimista. Después vino el desastre. Billy Corgan lo ha dicho, debió acabar con el grupo en 1996. Pero insiste en su creación, una banda que amaba a The Cure en los 80 y luego se convirtió en un arma pesada de rock pop sicodélico cuando se sumó el excelente baterista Jimmy Chamberlin. Lo que sobrevive de Smashing Pumpkins, rearmados desde 2006, es un fantasma que a veces ofrece mejores versiones, pero siempre pálidas respecto del original. La de ayer, cuando el sol se iba del parque O’Higgins, resulta mucho más consistente que la desabrida alineación que hace cinco años desilusionó en el Movistar Arena acelerando los tiempos y abusando del feedback, que tampoco competía con un gran recuerdo, como fue su destemplado concierto debut en la estación Mapocho en 1998. La clave es la presencia de Brad Wilk (Rage against the machine) en batería, y en menor grado de Mark Stoermer, el bajista de The Killers. Wilk tiene su sello para atacar parches y platillos, una cadencia metalizada que remece y tonifica con dureza las canciones del grupo, que completa el guitarrista Jeff Shroeder. Abrieron con Cherub rock, el primer golpe de Sia- mese dream (1993), su mejor disco, y de inmediato la fuerza de Wilk se impuso, aunque el sonido ahogaba el desempeño de Stoermer. Corgan, que sigue cantando como un chico con pataleta, despachó impecable el solo de guitarra tal cual figura en el álbum, descarga espasmódica de distorsión y cuerdas estiradas. Siguieron otros clásicos como Tonight, tonight, Ava adore y 1979, todos recubiertos de dureza y ferocidad, mientras el sonido mejoraba su consistencia. La reacción del público entre los éxitos de los 90 y las canciones de este siglo de The Smashing Pumpkins oscilaba notoriamente entre el entusiasmo y la apatía. La masa parecía desconectarse cada vez que no reconocía los acordes de los últimos títulos del conjunto, etapa que se concentra en la trilogía Oceania (2012), Monuments to an elegy (2014) y el inédito Day for night, que debiera ser publicado este año, álbumes que han intentado entre reenganchar con la garra de su periodo de gloria, y un poco convincente coqueteo con el pop de sintetizadores. Por cierto, nada de eso salió a relucir ayer, en un concierto de rock y guitarras de un grupo que perdió su mística en la medida que sus integrantes originales fueron reemplazados por Billy Corgan. A pesar de los refuerzos de músicos reconocidos, y que el líder sigue siendo un extraordinario guitarrista, algo se rompió irremediablemente en The Smashing pumpkins. Sólo queda la cáscara de una banda que hace mucho era indispensable.b Luke Pritchard Vocalista de The Kooks “Los británicos estamos muy orgullosos de nuestra música” Matías de la Maza “Es genial venir a Sudamérica, es sabido que son unas de las mejores audiencias del mundo, pero no sé por qué tiene que estar tan jodidamente caluroso”, dice Luke Pritchard, vocalista de The Kooks, sonriendo de manera irónica. La banda se encontraba a poco más de una hora de subirse al escenario de Lollapalooza, cuando la sensación térmica superaba los 30 grados. La agrupación británica sería el primer artista anglosajón en pisar un escenario principal de la edición 2015 del festival en Santiago, y cuando lo hicieron, saludaron a su nuevo baterista, Alexis Nuñez, diciendo que era chileno. Tienen programado además un sideshow para el lu- nes en la Sala Omnium en Las Condes. “Hemos tocado varias veces en esta región, pero es la primera vez que lo haremos en un festival, y eso es genial, la oportunidad de hacer algo distinto”, dice Pritchard, conversando con La Tercera. ¿Se sienten más cómodos en el contexto de festivales? Por supuesto. Ya llevamos haciendo esto durante un tiempo, y nos ha tocado participar en muchos eventos de este tipo. Y cuando nos presentamos en escenarios así es lo mejor, nos permite hacer mejor nuestro trabajo. Hay más gente y se genera un gran ambiente, pero la verdad, para nosotros es normal, como un día más en The Kooks (se ríe). En su último disco, Listen, apostaron por temáticas más serias “Si hubiera que resumir Inglaterra en dos términos, serían música y fútbol”. Tratamos de tratar temas más profundos. Queríamos un toque distinto para nuestra música. Fue un trabajo importante para nosotros, los tratamos con mucha convicción. Pasamos por un momento de mayor introspección al minuto de crear la música. Creo que todas las canciones del disco tienen un significado especial. Las bandas británicas han llamado mucho la atención de los festivales de la última década. ¿Alguna razón especial para que pase eso? Creo que en Inglaterra siempre hemos tenido lo musical muy desarrollado. Tenemos una escena donde permanentemente salen cosas nuevas, y algo que nos caracteriza a los británicos es que estamos muy orgullosos de nuestra música. Es casi una parte fundamental de nuestra identidad como país. Si hubiera que resumir Inglaterra en dos términos serían música y fútbol (se ríe). ¿Qué es lo que se puede ver cuando The Kooks se sube al escenario? Lo principal es que lo pasamos bien tocando. No nos tomamos demasiado enserio, nos dejamos llevar y creo que a la audiencia siempre le ha gustado eso, son de las que cantan todas las canciones. También porque hemos hecho nuestros temas para que sean fáciles de corear (se ríe). Se nota que hay una banda en el escenario, sin pistas pre grabadas o computadores. Y eso genera todo lo bueno y lo malo que lleva ver a un grupo de personas tocando en vivo. Pero creo que la experiencia siempre resulta mejor cuando es así.b