The Smashing Pumpkins: el fantasma del rock pasado

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LATERCERA Domingo 15 de marzo de 2015
Sociedad
Espectáculos
Lollapalooza 2015
The Smashing
Pumpkins: el
fantasma del
rock pasado
La electrónica nuevamente
acarreó masas
Ya con DJ Caso, a las 13 horas, el d-box VTR Stage se
llenó de los amantes de la
electrónica, al igual que ha
sucedido en años anteriores.
Para cuando tocó Carnage
(en la foto), a las 17:45, el público estaba encendido completamente, y saltó con un
show que además destacó
por su uso de tecnología y
pantallas.
R La banda que acompañó a Billy
Corgan ayer fue más consistente
que la de su visita hace cinco años.
La fuerza de
Molotov
La banda mexicana no fue
la primera en el escenario,
pero fue el primer estallido
de la tarde. Salieron a escena a las 15:30 y prendieron
al público presente, dando
el inicio oficial a la fiebre
Lolla.
Foster the people:
reyes de la juventud
Fue uno de los grupos más
convocantes ayer, y sigue
siendo la apuesta favorita
de los veinteañeros en el
festival. Antes de subir al
escenario, Marc Foster, contó a La Tercera: “Nos gustan
este tipo de conciertos, porque lo damos todo sobre el
escenario y sentimos que
en los festivales la gente
también nos da todo lo que
tienen”.
RR Billy Corgan. FOTO: LOTUS/CARLOS MULLER
M. Contreras
Hace 19 años aparecieron
en Los Simpsons en el clásico episodio Homeropalooza. Estaban en la cresta
de la ola gracias a Mellon
collie and the infinite
sadness (1995), el álbum
doble más vendido de los
90, y parecían sobrevivir a
la tragedia del grunge a pesar de su cancionero pesimista. Después vino el desastre. Billy Corgan lo ha
dicho, debió acabar con el
grupo en 1996. Pero insiste
en su creación, una banda
que amaba a The Cure en
los 80 y luego se convirtió
en un arma pesada de rock
pop sicodélico cuando se
sumó el excelente baterista Jimmy Chamberlin.
Lo que sobrevive de
Smashing Pumpkins, rearmados desde 2006, es un
fantasma que a veces ofrece mejores versiones, pero
siempre pálidas respecto del
original. La de ayer, cuando
el sol se iba del parque
O’Higgins, resulta mucho
más consistente que la desabrida alineación que hace
cinco años desilusionó en
el Movistar Arena acelerando los tiempos y abusando
del feedback, que tampoco
competía con un gran recuerdo, como fue su destemplado concierto debut
en la estación Mapocho en
1998. La clave es la presencia de Brad Wilk (Rage
against the machine) en batería, y en menor grado de
Mark Stoermer, el bajista
de The Killers. Wilk tiene
su sello para atacar parches
y platillos, una cadencia
metalizada que remece y tonifica con dureza las canciones del grupo, que completa el guitarrista Jeff Shroeder. Abrieron con Cherub
rock, el primer golpe de Sia-
mese dream (1993), su mejor disco, y de inmediato la
fuerza de Wilk se impuso,
aunque el sonido ahogaba el
desempeño de Stoermer.
Corgan, que sigue cantando
como un chico con pataleta, despachó impecable el
solo de guitarra tal cual figura en el álbum, descarga
espasmódica de distorsión y
cuerdas estiradas. Siguieron otros clásicos como Tonight, tonight, Ava adore y
1979, todos recubiertos de
dureza y ferocidad, mientras el sonido mejoraba su
consistencia.
La reacción del público
entre los éxitos de los 90 y
las canciones de este siglo
de The Smashing Pumpkins
oscilaba notoriamente entre el entusiasmo y la apatía. La masa parecía desconectarse cada vez que no
reconocía los acordes de los
últimos títulos del conjunto, etapa que se concentra
en la trilogía Oceania
(2012), Monuments to an
elegy (2014) y el inédito Day
for night, que debiera ser
publicado este año, álbumes que han intentado entre reenganchar con la garra de su periodo de gloria,
y un poco convincente coqueteo con el pop de sintetizadores.
Por cierto, nada de eso salió a relucir ayer, en un concierto de rock y guitarras
de un grupo que perdió su
mística en la medida que
sus integrantes originales
fueron reemplazados por
Billy Corgan. A pesar de los
refuerzos de músicos reconocidos, y que el líder sigue
siendo un extraordinario
guitarrista, algo se rompió
irremediablemente en The
Smashing pumpkins. Sólo
queda la cáscara de una
banda que hace mucho era
indispensable.b
Luke Pritchard
Vocalista de The Kooks
“Los británicos estamos muy orgullosos de nuestra música”
Matías de la Maza
“Es genial venir a Sudamérica, es
sabido que son unas de las mejores
audiencias del mundo, pero no sé
por qué tiene que estar tan jodidamente caluroso”, dice Luke Pritchard, vocalista de The Kooks, sonriendo de manera irónica. La banda
se encontraba a poco más de una
hora de subirse al escenario de Lollapalooza, cuando la sensación térmica superaba los 30 grados. La
agrupación británica sería el primer artista anglosajón en pisar un
escenario principal de la edición
2015 del festival en Santiago, y cuando lo hicieron, saludaron a su nuevo baterista, Alexis Nuñez, diciendo
que era chileno. Tienen programado además un sideshow para el lu-
nes en la Sala Omnium en Las Condes. “Hemos tocado varias veces en
esta región, pero es la primera vez
que lo haremos en un festival, y eso
es genial, la oportunidad de hacer
algo distinto”, dice Pritchard, conversando con La Tercera.
¿Se sienten más cómodos en el contexto de festivales?
Por supuesto. Ya llevamos haciendo
esto durante un tiempo, y nos ha tocado participar en muchos eventos
de este tipo. Y cuando nos presentamos en escenarios así es lo mejor, nos
permite hacer mejor nuestro trabajo. Hay más gente y se genera un
gran ambiente, pero la verdad, para
nosotros es normal, como un día
más en The Kooks (se ríe).
En su último disco, Listen, apostaron por temáticas más serias
“Si hubiera que resumir
Inglaterra en dos términos,
serían música y fútbol”.
Tratamos de tratar temas más profundos. Queríamos un toque distinto para nuestra música. Fue un
trabajo importante para nosotros,
los tratamos con mucha convicción. Pasamos por un momento de
mayor introspección al minuto de
crear la música. Creo que todas las
canciones del disco tienen un significado especial.
Las bandas británicas han llamado
mucho la atención de los festivales
de la última década. ¿Alguna razón
especial para que pase eso?
Creo que en Inglaterra siempre hemos tenido lo musical muy desarrollado. Tenemos una escena donde permanentemente salen cosas
nuevas, y algo que nos caracteriza a
los británicos es que estamos muy
orgullosos de nuestra música. Es
casi una parte fundamental de nuestra identidad como país. Si hubiera
que resumir Inglaterra en dos términos serían música y fútbol (se ríe).
¿Qué es lo que se puede ver cuando The Kooks se sube al escenario?
Lo principal es que lo pasamos bien
tocando. No nos tomamos demasiado enserio, nos dejamos llevar y
creo que a la audiencia siempre le ha
gustado eso, son de las que cantan
todas las canciones. También porque
hemos hecho nuestros temas para
que sean fáciles de corear (se ríe). Se
nota que hay una banda en el escenario, sin pistas pre grabadas o computadores. Y eso genera todo lo bueno y lo malo que lleva ver a un grupo de personas tocando en vivo.
Pero creo que la experiencia siempre resulta mejor cuando es así.b
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