DIOCESIS DE SONSON – RIONEGRO PLAN DE PASTORAL 2011-2015 Objetivo Propiciar una experiencia discipular de Jesucristo capaz de transformar la vida, para anunciar y construir el Reino de Dios en espíritu de comunión, mediante eficientes procesos de evangelización en continuidad con los planes de pastoral anteriores. Experiencia discipular de Jesucristo Una experiencia discipular de Cristo es fundamental en la vida cristiana y así lo ha ratificado con frecuencia el Papa Benedicto XVI y lo ha dejado claro la Conferencia de Aparecida. El cristianismo no es una ideología o corriente política que se asume por imposición, conveniencia o tradición; el cristianismo es una persona a quien se busca, se conoce y se sigue: Jesucristo. Búsqueda y encuentro: Todo ser humano busca, de alguna manera, a Dios. Esa búsqueda responde a un deseo que está presente en el corazón de cada persona, como lo atestigua san Agustín y lo confirma el catecismo de la Iglesia. Pero en la vida cristiana, esta búsqueda responde a un llamado de Dios. De esta manera, la fe es siempre búsqueda y encuentro. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (Cf. Jn 1, 38), pero es el Señor quien los llama: “Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de descubrir el sentido más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana, (Aparecida, 278) Conocimiento y conversión: Una vez que se da el encuentro del hombre con Dios y de Dios con el hombre, se inicia una etapa de conocimiento y conversión. Nadie ama ni sigue a quien no conoce. Conocer a Dios es fundamental en la vida cristiana; pero este conocimiento no es el resultado de un ejercicio mental de tipo racional o científico, sino consecuencia de una experiencia vital de orden espiritual que implica conversión. Sólo puede conocer a Cristo aquel que ha tenido un encuentro personal con él a través de la oración, los sacramentos, la palabra de Dios. Pero surgen inmediatamente otras preguntas: ¿Quién conoce a Dios? ¿Cómo podemos conocerlo? No podemos entrar aquí en un complejo debate sobre esta cuestión fundamental. Para el cristiano el núcleo de la respuesta es simple: sólo Dios conoce a Dios, sólo su Hijo que es Dios de Dios, Dios verdadero, lo conoce. Y Él, “que está en el seno del Padre, lo ha contado” (Jn 1, 18). De aquí la importancia única e insustituible de Cristo para nosotros, para la humanidad. Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad, (Benedicto XVI, Discurso Inaugural de Aparecida) Discipulado: Viene luego el discipulado. Una vez que se conoce a Cristo, es imposible negarse a seguirlo. Quien ha conocido verdaderamente a Dios, no desea otra cosa distinta fuera de Él. El discipulado es, por tanto, consecuencia inevitable de esta búsqueda que palpita en el corazón humano de Dios y de su conocimiento a través de Cristo. La primera invitación que Jesús hace a toda persona que ha vivido el encuentro con Él, es la de ser su discípulo, para poner sus pasos en sus huellas y formar parte de su comunidad. ¡Nuestra mayor alegría es ser discípulos suyos! Él nos llama a cada uno por nuestro nombre, conociendo a fondo nuestra historia (Cf. Jn 10,3), para convivir con Él y enviarnos a continuar su misión (Cf. Mc 3,14-15). (Benedicto XVI, Mensaje final de Aparecida). Comunión: No se puede vivir el discipulado de manera solitaria y aislada. El discípulo de Cristo vive, crece y madura su fe en comunidad. La Iglesia juega un papel fundamental en la vida cristiana a tal punto que nadie puede decir que conoce, ama y sigue a Cristo, fuera de la Iglesia. Es un error la actitud de aquellos que afirman que Cristo sí, Iglesia no. Esta actitud indica que aún no conocen a Cristo. No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu, (Aparecida, 278) Misión: Finalmente, quien conoce y ama a Cristo siente inevitablemente la necesidad de anunciarlo a los demás. El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona, (Aparecida, 278) Estos cinco momentos: búsqueda y encuentro, conocimiento y conversión, discipulado, comunión y misión forman parte de un mismo proceso en el horizonte de la evangelización y del trabajo pastoral. Es necesario, por tanto, tener en cuenta que: Dado que la búsqueda de Dios se puede menguar, opacar o tergiversar, es necesaria una acción pastoral que despierte, aumente y oriente esta búsqueda sin concesiones ni dilaciones. Se deben, simultáneamente, propiciar los lugares y espacios (proféticos, litúrgicos y caritativos) para favorecer una experiencia más profunda y vital de Cristo que lleve a la conversión. Se debe propiciar el seguimiento de Cristo mediante el testimonio y el ejemplo de tantos que viven con alegría y autenticidad su fe. Hay que fortalecer el espíritu de comunión en nuestras comunidades eclesiales. Los cristianos se deben sentir Iglesia y amar a la Iglesia a través de una vinculación estrecha con la parroquia. Es necesario que los discípulos de Cristo sean realmente testigos de su fe en la familia, la parroquia, en sus lugares de trabajo y, de ser posible, en otros horizontes más allá de su comunidad parroquial. Reflexión Primer paso: Búsqueda La vida es una búsqueda permanente. - Podríamos afirmar que vivir es buscar. - Nos buscamos a nosotros mismos. - Buscamos personas para recibir cariño, afecto, ayuda, etc. - Buscamos cosas: dinero, bienes, - Buscamos lugares y momentos especiales. - Buscamos conocimientos. - Buscamos la felicidad. - Podríamos decir que todo en la vida es fruto de una búsqueda. - Cuando una persona deja de buscar, su vida empieza a perder sentido. - Toda búsqueda en la vida está animada por la esperanza. La búsqueda de Dios - La búsqueda de Dios responde a una necesidad vital del ser humano: todo ser humano siente la necesidad de buscar a Dios. - La búsqueda de lo trascendente y divino viene desde los orígenes mismos de la humanidad: el hombre ha buscado desde siempre a Dios. - La búsqueda de Dios ha tenido y tendrá siempre diversas motivaciones: miedo, curiosidad, perplejidad, etc. - A veces no buscamos a Dios con la misma intensidad con que buscamos otras cosas en la vida. “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y por fuera te buscaba, y me lanzaba sobre las cosas hermosas creadas por Ti. Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo. Me retenían lejos de Ti todas las cosas, aunque, si no estuviesen en Ti, nada serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera. Brillaste y resplandeciste y pusiste en fuga mi ceguera. Exhalaste tu perfume y respiré y suspiro por Ti. Gusté de Ti y siento hambre y sed. Me tocaste y me abraso en tu paz”. San Agustín Segundo paso: Encuentro con Dios Encontrar a Dios es el primer objetivo de nuestra búsqueda. - Dice Jesús en el Evangelio que quien busca, encuentra. - Buscar y no encontrar suscita diversos estados de ánimo: ansiedad, angustia, desesperación, negación, etc. - Mucha gente cree que aún no ha encontrado a Dios. - El ateísmo es fruto, generalmente, de la frustración que surge de no encontrar a Dios. Mucha gente busca a Dios donde difícilmente podrá encontrarlo. - Hay mucha clase de encuentros: Encuentros físicos, encuentros virtuales, encuentros paranormales y encuentros espirituales. - A Dios lo podemos encontrar a través de la naturaleza, a través de los otros y a través de acontecimientos. - Dios no está lejos de nosotros: está dentro de nosotros mismos. A Dios lo encontramos porque él nos busca también a nosotros. - Dios está buscando al hombre desde el momento mismo de la creación. - Nos creó para buscarnos. - Toda la historia de la salvación expresa la búsqueda divina del hombre - La Encarnación del hijo de Dios es la máxima manifestación de la búsqueda divina de la humanidad. - El encuentro del hombre con Dios y de Dios con el hombre siempre se da, el problema es que no siempre lo percibimos, generalmente porque el mundo nos ha absorbido. Tercer paso: Conocimiento de Dios Consecuencias del encuentro con Dios - El principal fruto del encuentro del hombre con Dios y de Dios con el hombre es la fe. - Y por la fe surge en el hombre el deseo de conocer a Dios. - A partir de este momento comienza la etapa del conocimiento de Dios. Tipos de conocimiento. Podemos tener de Dios: - Un conocimiento intelectual o conceptual. - Un conocimiento experiencial o interior. - Un conocimiento místico. Es una gracia especial. Medios. Conocemos a Dios a través de: - Su Palabra: La Sagrada Escritura - Los sacramentos - La oración - La caridad Estate. Señor, conmigo siempre, sin jamás partirte, y cuando decidas irte, llévame, Señor, contigo; porque el pensar que te irás me causa un terrible miedo de si yo sin ti me quedo, de si tú sin mí te vas. Llévame en tu compañía, donde tú vayas, Jesús, porque bien sé que eres tú la vida del alma mía, si tu vida no me das, yo sé que vivir no puedo, ni si yo sin ti me quedo, ni si tú sin mí te vas. Por eso, más que a la muerte temo, Señor, tu partida, y quiero perder la vida mil veces más que perderte; pues la inmortal que tú das, sé que alcanzarla no puedo, cuando yo sin ti me quedo, cuando tú sin mí te vas. Amén. Cuarto paso:Conversión Toda conversión nace a partir de una crisis y genera crisis - Una vez que se produce el encuentro de Dios con el hombre (la oveja perdida) y del hombre con Dios y se da un cierto conocimiento, - Cuando una persona está bien no siente la necesidad de cambiar. - El nuevo estilo de vida que adopta quien ha encontrado a Dios genera controversia, genera crisis. Consecuencias de la conversión - Se da un cambio de personalidad: hay una especie de segundo nacimiento. - Se crea un nuevo estilo de vida: tras la conversión hay un cambio en la forma de vivir. - Se da una nueva cosmovisión: quien se convierte interpreta de manera distinta todo lo que sucede a su alrededor. - Hay una ruptura de relaciones. - Se siente el deseo de convertir a otros. La conversión en el contexto bíblico - La conversión se define fundamentalmente como un retorno a Dios, a la casa del Padre. - La conversión es condición indispensable para el discipulado y la misión. - La conversión es un paso de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz. La conversión es obra divina - Sin la gracia de Dios es imposible cambiar. - La conversión es obra de Dios en nosotros. Como el escultor sobre el mármol. - A nosotros sólo nos toca dejarnos transformar por Cristo. Dinámica de la conversión - La conversión nos tiene que llevar a una sincera renuncia al pecado y debe introducirnos en el misterio de Dios. - La conversión es un proceso dinámico de enamoramiento espiritual en respuesta al amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Cf. Romanos 5, 5) - La conversión es gradual y continua. Dura toda la vida. Quinto paso:Discipulado De la conversión al discipulado. - Es discípulo el que sigue a Jesús después de haber tenido un encuentro personal con Él y, por su puesto, haber iniciado un proceso de conversión. - La conversión lleva al discipulado. Nadie puede ser verdadero discípulo de Cristo si no vive un proceso de conversión sincera. - El discipulado es un proceso, no un curso o un evento. - No hay reto más grande que seguir a Jesús. Ser cristiano es ser discípulo. "Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1a Pedro 2:21). El discípulo en la época de Jesús - El discípulo pasaba el mayor tiempo posible con su maestro y a menudo vivía con él en la misma casa. Se esperaba que los discípulos no sólo estudiaran la ley y todas sus ramificaciones, sino también que se familiarizaran con un tipo específico de vida, lo que sólo podía realizarse estando constantemente pendientes de su maestro. - Los alumnos trataban a sus maestros con la mayor deferencia y respeto. "Seguir" a un maestre significaba aceptar su enseñanza, pero cuando lo acompañaban, se suponía que los discípulos caminaban literalmente detrás de él. - El maestro trataba de criar a sus discípulos como hijos: los cuidaba, proveía para ellos (generalmente el rabino costeaba esta educación) y alababa o amonestaba a sus discípulos según su parecer. Diferencias entre creyente y discípulo - El discípulo vive con Cristo: los llamó para estar con él. El creyente sólo lo busca cuando lo necesita. - El discípulo sigue al maestro a donde sea. Esta dispuesto a todo; el creyente no. - El discípulo no desea otra cosa distinta que estar con el maestro. El creyente tiene otros intereses antepuestos. - El discípulo vive en una permanente novedad su fe; el creyente se rutiniza. - El discípulo ama a su maestro; el creyente sólo quiere ser amado. Sexto paso: Misión Discipulado y misión - Discipulado y misión son dos caras de una misma moneda: todo discípulo debe ser misionero y para ser misionero tiene que ser discípulo. - El discípulo es por naturaleza misionero. Siente la necesidad de anunciar a Dios. - Desde el primero de los obispos hasta el último de los fieles somos en la Iglesia discípulos y nada menos ni nada más que discípulos. Y también misioneros. Objetivos de la misión - Hacer discípulos de Cristo: id y haced discípulos. - Ser sal y luz del mundo. Iluminar el mundo con la luz del Evangelio. Características de la misión - Debe ser permanente. El discípulo no puede dejar en ningún momento de anunciar a su maestro, a tiempo y a destiempo. - Debe ser universal: siempre y en todas partes. A todos los hombres. - No puede ser “light”, es decir, sin sacrificio. La misión implica siempre sacrificio y renuncia para cargar la cruz. - Deber ser creativa e innovadora para responder a los signos de los tiempos. - Debe estar animada por la fuerza del Espíritu Santo que es quien da los dones y carismas necesarios para la misión. Los caminos de la misión - El testimonio de vida. El mundo necesita más testigos que maestros. La misión consiste en trasmitir a los demás la experiencia de Cristo, en contagiarles a Cristo, en dar testimonio que Cristo nos ha cambiado la vida y en hacerlo persona a persona. - La palabra profética: hay que “hablar” también de Jesucristo sin pena ni temor. - Acciones concretas de evangelización y caridad. Estos seis pasos se deben vivir a nivel personal y comunitario al mismo tiempo.