JI Gracia Noriega nos deleita en este libro, Don Pelayo, el rey de las

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J. I. Gracia Noriega nos deleita en este libro, Don Pelayo, el rey de las Montañas, acercándonos
con ese fuerte sabor literario e imaginación descriptiva a la que nos tiene acostumbrados su
pluma, a una visión de la, sin género de dudas, etapa histórica más interesante y trascendente de
nuestra Historia de Asturias por el protagonismo que ella tiene en el contexto general de la
Historia de España; me refiero, claro está, a la monarquía asturiana. En efecto, fue aquí donde se
inició la Reconquista frente al islam, un proceso que duraría ocho siglos, y que conforma uno de
los componentes específicos que definen, desde el punto de vista histórico,nuestra identidad
como Nación Española, al tiempo que permitió al resto de Europa desarrollar durante la Edad
Media una civilización en la que los fundamentos del mundo clásico fueron digeridos a partir del
espíritu cristiano que presidió toda la filosofía de aquella época.
A lo largo de las más de trescientas páginas que configuran el libro, el autor analiza esta etapa de
nuestra historia que va desde el caudillo don Pelayo hasta el traslado de la corte a León por
Alfonso III, a partir de los criterios,descripciones e interpretaciones que sobre ella han vertido los
numerosísimos y distintos autores, una nómina que él agota y que va desde las crónicas
cristianas y musulmanas hasta los historiadores contemporáneos, sin olvidar las referencias a
alguna que otra obra literaria que ha bebido de un mundo histórico en el que la leyenda, dada la
escasez de documentos y lo lacónico y tardío de las crónicas, preside muchos de los
acontecimientos que sobre su devenir se escribieron.Y en un alarde de generosidad y
conocimiento de causa, transcribe literalmente los párrafos más interesantes que dichos autores
dedican a la interpretación de algunos de los hechos históricos más relevantes de aquella etapa,
exponiendo a su vez sus propios criterios, todo ello en un contexto en el que la narrativa literaria
apunta hacia ese género tan en boga que conforma la Novela Histórica. Buen conocedor de la
geografía de Asturias, Gracia Noriega es consciente de la importancia que en la historia de
nuestra región tienen nuestras montañas; el título de la obra es bien expresivo: Don Pelayo, el rey
de las Montañas; y es que los momentos históricos en los que Asturias alcanza un cierto
protagonismo en el contexto general de la Historia de España, están vinculados precisamente a
ese aislamiento con el resto de la Península que determinan nuestras montañas.Y así Pelayo
triunfa en Convadonga, precisamente en un área de nuestra geografía donde el relieve alcanza la
altitud máxima y presenta los mayores desniveles, y la formación del reino de Asturias frente al
islam fue posible gracias a ese aislamiento; cántabros y astures, encerrados en sus montañas,
serían los últimos en ceder frente al dominio romano en la Península, y su resistencia llegó hasta
el extremo de forzar la presencia del propio emperador Augusto para dirigir las operaciones
frente a aquellos rebeldes; en fin, a finales del siglo XIV, el peligro que para la continuidad en el
trono de Castilla de la recién estrenada dinastía Trastámara supusieron las rebeliones
protagonizadas por el conde de Noreña Alfonso Enríquez, hijo bastardo de Enrique II de
Trastámara, contra el monarca Juan I, su hermano,amparándose precisamente en sus dominios de
Asturias, fue el principal motivo que indujo a este monarca, tras confiscar aquellas tierras al
conde y reducirlo a prisión, a crear el Principado de Asturias como un señorío vinculado
directamente a la corona en manos del príncipe heredero de la misma, tratando de acabar con
aquel peligro, al tiempo que reforzaba la continuidad de su dinastía en la posesión del trono de
Castilla.
Gracia Noriega nos introduce primeramente en las tierras que van a ser el escenario del devenir
histórico de aquellos doscientos años, unas tierras que él define como 'El reino encantado de las
águilas y de los rebecos'; y lo hace, ¿cómo no?, acudiendo a descripciones con profundo sabor
poético al referirse a un paisaje en el que las nubes y la niebla, unidas a los fondos de montaña
cuando ésta lo permite, son elementos indispensables por los cambios de luz que pueden
producir a lo largo del día o en las diferentes estaciones. Los Picos de Europa son las primicias
de este «reino encantado»;luego, los reales lugares:Covadonga, Cangas de Onís, Abamia, san
Martín del Rey Aurelio, Pravia, Oviedo, el Naranco y Valdediós, ocupan descripciones de
preferencia ligadas a los respectivos protagonismos que juegan en la monarquía asturiana.Y
concluye este primer capítulo de la obra refiriéndose a la cultura del Reino de Asturias y en
particular al arte arquitectónico.
El segundo capítulo está dedicado íntegramente a Don Pelayo. Él es el verdadero 'Rey de las
Montañas', y sus orígenes genealógicos, sus primeras estancias en Asturias y relaciones con
Muza, gobernador de Gijón, y sobre todo la batalla de Covadonga, son analizados con
profundidad por el autor a partir de las hipótesis, las más de las veces encontradas y opuestas,
que han vertido los historiadores que se han acercado a la figura del primer rey de la monarquía
asturiana; una figura envuelta en el mito y en la leyenda, como era de esperar, tratándose como
se trata de un personaje que es todo un símbolo en la Historia de España, al iniciarse con él ese
proceso histórico denominador común a todos los reinos hispánicos y hecho diferencial que nos
define frente al resto de Europa, como lo fue la Reconquista.
Los 'Reyes Caudillos' que suceden a Pelayo, desde Favila hasta el traslado de la corte a León por
Alfonso III el Magno,e incluso extendiéndose a los hijos de este último monarca, constituyen el
tercero y último capítulo de la obra, en el que también se dedican algunas páginas a las reinas
asturianas; una obra impregnada de cierto sabor literario y poético que proporcionan al lector un
acercamiento entrañable, cálido y ameno a un proceso histórico en el que la leyenda y el mito
juegan un papel de primer orden. Sin género de dudas, se trata de la etapa más sobresaliente del
pasado de nuestra región, hasta el extremo de que a partir de ella, de su interpretación, se divulgó
ese dicho 'España es Asturias y lo demás, terreno conquistado a los moros' que tan bien define el
'grandonismo' del carácter de los asturianos.
(Juan Uría Maqua).
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