Historia de España

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Historia de España
Siglo XIX
Curso 2009/2010
El desarrollo de la guerra continental, hizo que Napoleón pensara que la mejor
manera de vencer a Inglaterra, era someterla a un bloqueo comercial. Con este motivo,
se planteó apoderarse de Portugal, aliado de Inglaterra.
En esta época, la monarquía española deseaba conseguir la unidad Ibérica, por lo
que España también está interesada en Portugal.
Por ello, Francia y España deciden unirse, para atacar y apoderarse de Portugal.
Esta unión se oficializa en el Tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807).
Como consecuencia de este tratado, las tropas francesas del emperador Napoleón
I (compuestas por 24.000 hombres al mando del general Pierre-Antoine Dupont)
entraron en España como aliados, pero aquél decidió enseguida controlar militarmente
el país para, ante las desavenencias reales entre Carlos IV y su heredero Fernando VII,
desbancar a la Casa de Borbón y sustituirla por su propia familia, concretamente por su
hermano José.
Godoy, valido del rey Carlos IV, acabó
descubriendo, aunque tarde, las verdaderas
intenciones de Napoleón. La idea del valido, era
trasladar a la familia real hasta Sevilla, y quizá partir
desde allí hacia América, siguiendo el ejemplo de la
familia real portuguesa. El viaje se vio frenado por
un motín producido en la localidad de Aranjuez.
El Motín de Aranjuez fue una conjura aristocrática
manifestada en forma de movimientos populares
violentos que tuvieron lugar desde la noche del 17 al 19
de marzo de 1808 en el Real Sitio de Aranjuez (con
réplica en Madrid). Amparados en la situación
internacional, en el clima de inquietud provocado por la
invasión francesa, y alentados por los rumores que
aludían a la marcha de la corte a Andalucía (quizá a las
Indias), los conjurados asaltaron el palacio de Godoy, al
Motín de Aranjuez y
que se hacía responsable de todo, y a punto estuvieron detención de Manuel Godoy
de lincharle. Fraguado todo al calor del príncipe de
Asturias —el futuro rey Fernando VII—, impaciente por
reinar, el 19 de marzo Carlos IV tuvo que abdicar en su
beneficio. En toda España se celebró la caída de Godoy
y la exaltación del nuevo monarca.
La irregular forma en la que Fernando VII accedió al trono y el
entramado político existente, hizo que el nuevo rey no pudiera ejercer su
poder, sin la aprobación de Napoleón. El Emperador, por su parte,
para asegurarse la menor resistencia posible, mediante la argucia de
actuar de árbitro entre padre e hijo, consiguió que ambos se trasladasen
hasta la ciudad de Bayona (suroeste de Francia).
El objetivo era paralizar al Estado español. Ambos tuvieron que
abdicar a favor de Napoleón entre el 5 y el 6 de mayo de 1808. Éste, a
su vez, nombró rey de España a su hermano José Bonaparte. Para
completar el descabezamiento se pretendía trasladar a toda la familia
real hacia el cautiverio, incluido el infante don Antonio, que había
quedado al frente de una Junta de Gobierno.
Mientras, la hostilidad hacia el ejército invasor, iba en aumento, lo que provoca
el levantamiento popular del 2 de mayo en Madrid. A la vez, la noticia de los hechos de
Bayona desencadenó la insurrección en todo el territorio libre de franceses. Entre mayo
y junio toda España se había levantado en armas.
Los franceses contaban con unos 100 000 hombres en España y controlaban la
mitad norte de España, salvo Asturias y Galicia.
Desde junio hasta inicios de noviembre de 1808 tuvo lugar la primera fase de la
guerra. En junio se producen los primeros enfrentamientos armados con las tropas
francesas y el día 19 de julio se produce la batalla de Bailén, en la que tropas españolas,
al mando del general Francisco Javier Castaños, derrotan a las fuerzas francesas,
comandadas por el general Pierre-Antoine Dupont. La victoria española provoca que
José abandone Madrid, retirándose a Vitoria. A comienzos de agosto, los franceses
únicamente controlan el territorio entre el Ebro y los Pirineos.
El día 25 de septiembre, se crea en Aranjuez la Junta Central Suprema
Gubernativa del Reino, presidida por el conde de Floridablanca. En octubre, la Junta
Central estableció una nueva organización militar, creando cuatro grupos de ejércitos a
las órdenes de Blake, Castaños, Vives y Palafox.
Napoleón, sorprendido por la derrota decidió emplearse a fondo. Vino
personalmente a España al frente de un impresionante ejército de 150 000 hombres (4
de noviembre de 1808). Con la llegada de Napoleón a España se inicia la segunda fase
de la guerra. Resultó un periodo de dominio francés: Blake fue derrotado en Espinosa
de los Monteros (Burgos); el 9 de noviembre, se pierde en Gamonal (Burgos); el día 20
del mismo mes, se cae en Tudela y el día 30, las tropas francesas fuerzan el paso de
Somosierra y se establecen en Chamartín. Mientras, la Junta Central abandona Aranjuez
con destino a Extremadura, y posteriormente a Sevilla.
El día 4 de diciembre capitula Madrid.
Paralelamente, Saint-Cyr controla Cataluña, y Zaragoza es sitiada el 20 de
diciembre, capitulando, tras defensa heroica de Palafox, el 20 de febrero de 1809.
El general John Moore llega a Salamanca al mando de un ejército inglés de
20 000 hombres, pero se ve obligado a retirarse a Galicia. Mientras, Napoleón y Soult
llegan a Astorga, el 1 de enero de 1809. Allí son informados del desarrollo de la guerra
en Europa, y el Emperador se va a Valladolid, para partir desde allí a París el 17 de
enero. Soult continúa la persecución a los ingleses que han de reembarcar en La Coruña,
tras un enfrentamiento, en el que resulta muerto Moore.
A comienzos de 1809 se produce la entrada definitiva de Inglaterra en la
Peninsular War y aparece la guerrilla (Forma de enfrentamiento bélico basada en
acciones dispersas, orientadas a debilitar y desarticular al enemigo mediante una
determinada serie de operaciones militares llamada guerra de guerrillas. La guerra de
guerrillas son operaciones militares o paramilitares desarrolladas en territorio ocupado
por el enemigo, por fuerzas irregulares que, por lo general, están integradas por
naturales de ese mismo territorio).
Durante este año se instala un ejército inglés en Portugal, al mando de Arthur
Colley Wellesley, que daría un nuevo impulso a la guerra. Se enfrenta a tropas
francesas, al mando de Jourdan, en Talavera, el 28 de julio. El resultado igualado de la
batalla hace que el ejército inglés regrese a Portugal.
En 1810, los franceses llevaron a cabo un redoblado esfuerzo para acabar con la
contienda española. Las fuerzas desplazadas se aproximaron a los 270 000 hombres.
En enero, José y el general Soult emprenden la ocupación de Andalucía. Sevilla
cae en febrero, pero Cádiz se muestra inexpugnable. En Cataluña resisten Gerona, hasta
diciembre, y Tarragona, hasta 1811. En Valencia el ejército francés no pudo entrar hasta
1812.
En 1811, el gran problema para el ejército invasor es el ejército inglés de
Portugal. Junot y Soult fracasan en su intento de controlar Portugal y Napoleón envía a
André Masséna. Además, Napoleón se ve obligado a trasladar tropas al frente ruso,
aunque todavía quedan en España unos 200 000 efectivos.
En mayo, el ejército francés es derrotado por tropas inglesas, al mando de
William Carr, vizconde Beresford, y españolas, al mando del general Castaños, en
Albuela (Badajoz). En julio, Masséna fracasa en Torres Vedras (Portugal) y, poco
después, es derrotado por Wellesley en Fuentes de Oñoro (Salamanca). Masséna es
relevado por Marmont. Wellesley libera completamente Portugal. Por el contrario, los
franceses ocupan el reino de Valencia y pacifican Cataluña.
En el año 1812 comienza la tercera fase de la guerra. La iniciativa de la guerra
pasa al conglomerado de fuerzas formado por ingleses, españoles y portugueses. En
julio de 1812 se produce la victoria aliada en Arapiles (Salamanca). Tras la victoria
aliada, los franceses levantan el sitio de la ciudad de Cádiz y José abandona Madrid, con
destino a Valencia. Wellesley ocupa Valladolid, Burgos y entra en Madrid. A pesar de
todo, Wellesley aún no cree factible resistir a los franceses en el centro de la Península y
regresa a Portugal, por lo que José vuelve a Madrid en diciembre.
En la ciudad de Cádiz se reunió una asamblea constituyente desde 1810 a 1814.
La Junta Suprema Central ordenó la celebración de las cortes. Participaron en las
reuniones representantes de las provincias españolas y también de los territorios
americanos y de Filipinas. Existían tres grandes tendencias entre los delegados: los
absolutistas, que defendían el regreso de la monarquía y del reinado absoluto de los
Borbones; los jovellanistas, ilustrados y defensores de las reformas, pero no del carácter
revolucionario de éstas, y los liberales, que defendían la adopción de reformas
inspiradas en los principios de la Revolución Francesa.
La tarea de las Cortes de Cádiz fue crear un cuerpo legislativo de carácter liberal
sobre el que crear un nuevo orden social que acabara con la sociedad estamental que
había caracterizado a España hasta ese momento. El producto de esta labor fue la
Constitución de 1812. la Constitución fua promulgada el 19 de marzo.
Constitución de 1812
La Constitución de 1812 introdujo por primera vez la idea de que el poder no
podía ser absoluto, sino limitado, y debía responder a la voluntad general de la nación.
Se proponía como sistema de gobierno una monarquía constitucional, en la que las
Cortes representaban la voluntad de los ciudadanos y compartían el poder con el
monarca.
Los aspectos más relevantes de la Constitución de 1812 eran:
-
-
La soberanía nacional, es decir, el poder supremo y su ejercicio residen en la
nación y en el monarca.
La división de poderes supone el reparto de competencias del gobierno de la
nación entre el poder legislativo (Cortes con el rey), ejecutivo (Cortes con el
rey) y el judicial (tribunales establecidos por la ley), y la limitación del poder
del monarca.
El sufragio universal masculino reconoce el voto para todos los hombres.
El reconocimiento de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
El establecimiento de las libertades individuales y públicas (libertad de
imprenta, libertad civil, libertad de propiedad…)
Supresión del Tribunal de la Inquisición y sus propiedades.
Supresión de la unión entre el Estado y la Iglesia, aunque se proclama el
catolicismo como única religión y se prohíbe el ejercicio de cualquier otra.
Se aseguran garantías constitucionales (reunión anual de las Cortes,
Diputación de Cortes permanente y posibilidad de Cortes extraordinarias).
Sistema tributario proporcional y directo.
Eliminación de privilegios.
Pago de la deuda nacional.
Libertad de comercio y de precios (supresión de las aduanas interiores, los
gremios y los señoríos territoriales).
Libertad de trabajo.
La derrota de Napoleón en Rusia cambia completamente la situación. Al
tambalearse las bases del Imperio era imposible una resistencia indefinida en España.
Los franceses, no obstante, disponen aún en España de 100 000 hombres y dominan un
amplio territorio. Ante el continuo deterioro de la política francesa en Europa y la
actividad de Wellesley, José emprende la retirada definitiva el 17 de mayo de 1813.
Wellesley a la altura de Vitoria corta el paso a los franceses y José no tiene más remedio
que luchar. El día 21 de junio se produce la última gran batalla de la guerra, la de
Vitoria, en la que las fuerzas francesas pierden una importante cantidad de hombres y
material bélico.
Todavía fueron derrotados los franceses en San Marcial, cerca de San Sebastián,
tras lo cual es liberada Pamplona. Queda en manos francesas el este de España, pero
Suchet se retira de Valencia en julio.
En diciembre de 1813 Napoleón con el ejército español e inglés en sus fronteras,
firma el tratado de paz de Valençay con Fernando VII, sin contar con los ingleses. En el
año 1814 Fernando VII entra en España, siguiendo un itinerario que le habían mandado
las Cortes. En este contexto las Cortes se trasladan a Madrid, donde se convierten en
cortes ordinarias. En las elecciones celebradas a Cortes entró un gran número de
diputados de carácter conservador que apoyaban al rey y a la monarquía absoluta.
Cuando Fernando VII entra en España comienza a sondear a la nobleza, Iglesia y a
algunos generales realistas sobre la posibilidad de restaurar el absolutismo. Un grupo de
diputados de las Cortes publican un manifiesto (Manifiesto de los Persas) donde
rechazan la legislación de Cádiz y el pueblo aclama a Fernando allí por donde pasa.
La monarquía absoluta es una obra de la razón y la inteligencia, está subordinada a la ley
divina, a la justicia y a las reglas fundamentales del Estado: fue establecida por derecho de conquista o
por la sumisión voluntaria de los primeros hombres que eligieron a sus reyes. Así que el soberano
absoluto no tiene facultad de usar sin razón de su autoridad (derecho que no quiso tener el mismo Dios);
por esto ha sido necesario que el poder soberano fuera absoluto, para prescribir a los súbditos todo lo
que mira al bien común, y obligar a la obediencia a los que se niegan a ella. Pero los que reclaman
contra el poder monárquico, confunden el poder absoluto con el arbitrario; sin reflexionar que no hay
Estado (sin exceptuar las mismas repúblicas) conde con el constitutivo de la soberanía no se halle un
poder absoluto.
Los más sabios políticos han preferido esta Monarquía Absoluta a todo otro gobierno. El
hombre en aquélla no es menos libre que en una república; y la tiranía aún es menos libre en ésta que en
aquélla. España, entre otros reinos, se convenció de esta preferencia y de las muchas dificultades del
poder limitado, dependiente en muchos puntos de una potencia superior, o comprimido en otros por
parte de los mismos vasallos (...)
No pudiendo dejar de cerrar este respetuoso Manifiesto en cuanto permita el ámbito de nuestra
representación y nuestros votos particulares con la protesta de que se estime siempre sin valor esa
Constitución de Cádiz, y por no aprobada por V. M. ni por las provincias (...) porque estimamos las leyes
fundamentales que contiene de incalculables y trascendentales perjuicios que piden la previa celebración
de unas Cortes españolas legítimamente congregada en libertad y con arreglo en todos a las antiguas
leyes"
Manifiesto de los Persas. Madrid, 12 de abril de 1814
Al llegar a la ciudad de Valencia toma la decisión, junto al
general Elio, de dar un golpe de estado, y, por la fuerza, anula las
Cortes y restaura la monarquía absoluta.
Desde que la Divina Providencia, por medio de la renuncia espontánea y
solemne de mi Augusto Padre, me puso en el Trono de mis mayores, del cual ya
me tenía jurado sucesor el Reino por medio de sus Procuradores juntos en Cortes
(...).
Mis primeras manifestaciones se dirigieron a la restitución de varios Magistrados y otras
personas que arbitrariamente se había separado de sus destinos, pues la dura situación de las cosas y la
perfidia de Bonaparte, de cuyos crueles efectos quise, pasando a Bayona, preservar a mis pueblos,
apenas dieron lugar a más.
Reunida allí la Real Familia, se cometió en toda ella, y señaladamente en mi persona, un atroz
atentado (...), violentando en lo más alto el sagrado derecho de gentes, fui privado de mi libertad, y lo
fui, de hecho, del Gobierno, de mis Reinos, y trasladado a un palacio con mis muy amados hermanos y
tío, sirviéndonos de decorosa prisión, casi por espacio de seis años, aquélla estancia (...).
Con esto quedó todo a la disposición de las Cortes, las cuales en el mismo día de su instalación
(...) me despojaron de la soberanía (...) atribuyéndola a la Nación, para apropiársela así ellos mismos, y
dar a ésta (...) una Constitución que (...) ellos mismos sancionaron y publicaron en 1812.
Este primer atentado contra las prerrogativas del trono (...) fue como la base de los muchos que
a éste siguieron (...); se sancionaron, no leyes fundamentales de una Monarquía moderada, sino las de
un Gobierno popular (...).
De todo esto, luego que entré dichosamente en mi reinado, fui adquiriendo fiel noticia y
conocimiento (...). Yo os juro y prometo a vosotros, verdaderos y leales españoles que habéis sufrido, no
quedaréis defraudados en vuestros nobles empeños (...).
Por tanto, habiendo oído lo que (...) me han informado personas respetables por su celo y
conocimientos, y los que acerca de cuanto aquí se contiene me ha expuesto en representaciones que de
varias partes del Reino se me han dirigido, (...) declaro que mi Real ánimo es, no solamente no jurar ni
acceder a dicha Constitución, ni a decreto alguno de las Cortes generales y extraordinarias ni de las
ordinarias actualmente abiertas (...), sino el de declarar aquella Constitución y aquellos decretos nulos y
de ningún valor ni efecto, (...) como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio
del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquier clase y condición a cumplirlos y
guardarlos.
Dado en Valencia a 4 de Mayo 1814. - Yo el Rey.
Hasta abril de 1814 hubo fuerzas francesas en España, ocupando Cataluña,
donde aún se encontraban cuando regresa Fernando VII. Hostalrich y Figueras son las
últimas plazas evacuadas, no antes de junio de 1814.
Fernando VII anula toda la obra política, social y económica de Cádiz:
-
Restaura los mayorazgos.
Devuelve las tierras a la Iglesia.
Instituye, de nuevo, el tribunal de la Inquisición.
Se vuelve a los impuestos exclusivos, obligando a pagar en metálico, no en
especie.
-
Los impuestos directos aumentan, aunque el ministro de hacienda, Garay,
redujo el gasto de la administración.
Todas estas medidas provocan descontento en amplios sectores de la sociedad
española:
-
Los campesinos están descontentos por la subida de precios y porque tienen
que pagar en metálico los impuestos.
La burguesía porque no puede comerciar libremente con América.
Los liberales porque son perseguidos y tienen que exiliarse, apareciendo
grupos secretos (Masonería).
El ejército, pues durante la guerra contra los franceses se incorporaron
muchos liberales que habían ascendido a cargos militares por méritos de
guerra, y que ahora son perseguidos.
Por tanto, teniendo en cuenta la situación, desde 1815 se producen golpes
militares; el primero en Pamplona, el golpe de Espoz y Mina, y el último en 1820 donde
el general Riego, comandante de las tropas acuarteladas en Cádiz que iban a América
para recuperar los territorios independizados, se subleva. El rey se ve obligado a aceptar
la convocatoria de cortes. Se inicia el periodo liberal.
"El ejército nacional, al pronunciarse por la Constitución de la Monarquía Española,
promulgada en Cádiz por sus legítimos representantes no trata de ningún modo de atentar a los derechos
del legítimo monarca que ella reconoce: más convencido de que todas las operaciones de su Gobierno,
por una fatalidad tan funesta como incomprensible, sólo han contribuido a hacer desgraciada a una
Nación, que hizo tantos sacrificios para sancionarla, cree que sólo este pronunciamiento puede salvarla,
tanto a ella como a su Príncipe, del estado de nulidad en que se encuentra. No trata el ejército de atentar
a las propiedades ni a las personas; ni tampoco de hacer innovaciones que la equidad, la justicia y la
religión de nuestros padres nos autorizan; no es un espíritu de sedición; no son los movimientos de una
efervescencia efímera los resortes que le animan; el más puro patriotismo, los deseos más ardientes por
la felicidad de su país, le han dictado el juramento más solemne de derramar hasta la última gota de
sangre por verlos satisfechos....
"Pueblo español, en tu mano está el seguirle: en tu mano está el volver a tus pasadas glorias, o hundirte
para siempre en un abismo de ignominia. La alternativa no es dudosa; y la Europa entera, cuya atención
ocupas tanto, no perderá las esperanzas que tiene concebidas en la nación que hace seis años la sacó de
su letargo, y decidió entonces sus destinos".
La proclama fue publicada en el Correo Universal de Literatura y política, por M. M., núm
I, mes de abril, págs. 18 y 19, sin año, probablemente 1820.
El Trienio Liberal (1820-1823)
Tras la sublevación, Fernando VII convoca cortes liberales según las cortes de
Cádiz. En las Cortes de 1820 consiguen la mayoría los liberales, que restauran la
Constitución de 1812. En estas cortes se van a distinguir dos grupos:
-
Moderados. Se basan en Cádiz, pero no desean marginar al rey del poder y
tampoco quieren enajenar las tierras de la nobleza.
Exaltados. Partidarios de marginar al rey, quieren enajenar las propiedades
de la nobleza para realizar una reforma agraria.
Los dos primeros años gobiernan los moderados y el último gobiernan los
exaltados. Durante el gobierno de los moderados se realizan importantes reformas,
aunque sin enajenar a la nobleza:
-
-
Se anulan los mayorazgos.
Se desamortizan las tierras comunales, de propios, baldíos y tierras de
realengo. Una parte de estas tierras se vende y otra parte se reparte entre los
más necesitados.
Se desamortizan las tierras del clero, vendiéndose al mejor postor.
Expulsión de los jesuitas.
Se reformar y desamortizan los conventos con menos de 24 religiosos.
Los moderados se encuentran sin apoyos sociales, con fuerte oposición de la
Iglesia, la nobleza (A pesar de no ser enajenadas sus tierras, pierden poder en el nuevo
sistema) y los campesinos (Los moderados no hicieron una reforma agraria y no
disminuyen los impuestos).
En el año 1823, ante el
descontento señalado, se produce la
subida al poder de los exaltados pero,
paralelamente,
se
produce
una
oposición realista. Los exaltados
quieren marginar al rey del poder, y, a
su vez, el rey conspira contra los
exaltados. Un ejército francés, al mando
del duque de Angulema, mandado por
la Santa Alianza restaura la monarquía
absoluta.
La Década Ominosa (1823-1833)
Después de la restauración absolutista se produce la represión contra los
liberales. Fernando VII restaura el Antiguo Régimen, anula la desamortización de los
señoríos, mayorazgos, tierras de propios, baldíos, etc, anula la desamortización de la
Iglesia, anula la reforma eclesiástica y depura el ejército y la administración.
Durante este periodo (1827) aparece un grupo de realistas intransigentes
(Ultras o Apostólicos), que piden una mayor depuración en el ejército y
en la administración y que Fernando VII les incorpore a las tareas de
gobierno. Fernando VII no accede a estas peticiones, por lo que los
Apostólicos se acercan al hermano de Fernando VII, Carlos Maria
Isidro, que promete apoyarles cuando él llegue al poder.
En 1829 el rey contrae matrimonio con María Cristina de Nápoles, teniendo una
hija en 1830. En este momento se plantea el problema de la sucesión. En España se
había aprobado la ley Sálica en 1713, aunque dicha ley había sido derogada por Carlos
IV en 1789. Fernando VII descubre que la derogación de la ley Sálica estaba aprobada,
pero no se había promulgado, por lo que todavía estaba vigente dicha ley. Así, en 1830
decide publicar la Pragmática Sanción por la que su hija hereda el trono de España. En
1832 Fernando VII enferma de gravedad, produciéndose una serie de golpes en la Corte
para nombrar rey a Carlos María Isidro. En uno de estos golpes se restaura la ley Sálica,
pero Fernando VII se recupera, con lo que vuelve a anular dicha ley, y con el apoyo de
los moderados nombra a su mujer regente.
”Sorprendido mi real ánimo, en los momentos de agonía, a que me condujo la grave
enfermedad, de que me ha salvado prodigiosamente la divina misericordia, firmé un decreto derogando
la pragmática sanción de 29 de marzo de 1830, decretada por mi augusto padre a petición de las cortes
de 1789, para restablecer la sucesión regular en la corona de España. La turbación y congoja de un
estado en que por instantes se me iba acabando la vida, indicarían sobradamente la indeliberación de
aquel acto, si no lo manifestasen su naturaleza y sus efectos. Ni como rey pudiera Yo destruir las leyes
fundamentales del reino, cuyo restablecimiento había publicado, ni como padre pudiera con voluntad
libre de despojar de tan augustos y legítimos derechos a mi descendencia. Hombres desleales o ilusos
cercaron mi lecho, y abusando de mi amor y del de mi muy cara Esposa a los españoles, aumentaron su
aflicción y la amargura de mi estado, asegurando que el reino entero estaba contra la observancia de la
pragmática, y ponderando los torrentes de sangre y la desolación universal que habría de producir si no
quedaba derogada. Este anuncio atroz, hecho en las circunstancias en que es más debida la verdad por
las personas más obligadas a decírmela, y cuando no me era dado tiempo ni razón de justificar su
certeza, consternó mi fatigado espíritu, y absorbió lo que me restaba de inteligencia, para no pensar en
otra cosa que en la paz y conservación de mis pueblos, haciendo en cuanto pendía de Mí este gran
sacrificio, como dije en el mismo decreto, a la tranquilidad de la nación española.
La perfidia consumó la horrible trama que había principiado la seducción: y en aquel día se extendieron
certificaciones de lo actuado, con inserción del decreto, quebrantando alevosamente el sigilo que en el
mismo y de palabra, mandé que se guardase sobre el asunto hasta después de mi fallecimiento.
Instruido ahora de la falsedad con que se calumnió la lealtad de mis amados españoles, fieles siempre a
la descendencia de sus REYES; bien persuadido de que no está en mi poder; ni en mis deseos, derogar la
inmemorial costumbre de la sucesión, establecida por los siglos, sancionada por la ley; afianzada por las
ilustres heroínas que me precedieron en el trono, y solicitada por el voto unánime de los reinos; y libre
en este día de la influencia y coacción de aquellas funestas circunstancias; DECLARO solemnemente de
plena voluntad y propio movimiento, que el decreto firmado en las angustias de mi enfermedad fue
arrancado de Mí por sorpresa: que fue un efecto de los falsos terrores con que sobrecogieron mi ánimo;
y que es nulo y de ningún valor siendo opuesto a las leyes fundamentales de la Monarquía, ya las
obligaciones que, como REY y como Padre, debo a mi augusta descendencia. En mi Palacio de Madrid, a
31 días de diciembre de 1832”.
Gaceta de Madrid, 1 de enero de 1833
El 29 de septiembre de 1833 muere Fernando VII, por lo que su
mujer asciende a la regencia (Así se consigna en el testamento de
Fernando VII, publicado el día 3 de octubre de 1833). Frente a los
seguidores de María Cristina se encuentran los partidarios de Carlos
María Isidro (Carlistas), que reivindican el trono español para el
hermano de Fernando VII. El enfrentamiento político cristaliza en un
enfrentamiento civil: la guerra Carlista.
María Cristina necesita apoyos para gobernar. Ante esta
situación, el ministro Cea Bermúdez publica un manifiesto en el
que, sin renunciar al absolutismo, promete importantes reformas
sociales, políticas y económicas (Conservación de la religión y de la
monarquía pura, promesa de reformas administrativas, fomento de la
riqueza, seguridad de personas y bienes, disminución de las cargas
tributarias…). Las reformas prometidas por Cea Bermúdez no gustan a los liberales y
María Cristina decide apoyarse en los liberales moderados, no sólo en los realistas
moderados. María Cristina nombra primer ministro a un liberal que había participado en
el gobierno durante el Trienio Liberal: Martínez de la Rosa. El primer ministro para
atraerse a los liberales realiza una serie de reformas, que abriría una vía definitiva,
aunque moderada, a las aspiraciones de progreso y libertad: convocatoria de Cortes y
restablecimiento del régimen constitucional.
A finales de enero de 1834 se inició la preparación de un nuevo código político,
en el que pueden diferenciarse tres momentos:
-
El Ministerio redactó un proyecto de Estatuto Real. Intervinieron Martínez
de la Rosa y los ministros Garelly y Javier de Burgos.
El proyecto del Ministerio pasó al Consejo de Gobierno, que sugirió
modificaciones.
El Ministerio estudió las sugerencias y preparó el texto definitivo del
Estatuto Real.
El Estatuto Real, una carta otorgada, fue aprobado el 10 de abril de 1834. El
Estatuto no contenta ni a los absolutistas, con lo que se recrudece la guerra, ni a los
liberales, que presentan numerosas peticiones a la Corona (A través de la Cámara de
Procuradores).
Ante la falta de reformas, los liberales van a la prensa a presionar, y Martínez de
la Rosa dimite. María Cristina nombra Primer Ministro al conde de Toreno, un
reformista ilustrado, por lo que se producen levantamientos liberales
por todo el país, formándose Juntas Provinciales. Ante esta
inestabilidad, María Cristina sustituye al conde de Toreno por
Mendizábal, liberal progresista. Mendizábal pretende realizar
reformas políticas en materia de derechos y libertades, reformas en la
hacienda (Desamortización eclesiástica), reforma de las órdenes
religiosas y creación de un ejército en forma de milicia nacional,
para luchar contra los carlistas. Mendizábal presenta estas reformas
en las Cortes, pero ni las Cortes ni la Corona las apoyan, con lo que
tiene que dimitir. La Regente nombró como nuevo Primer Ministro a Istúriz. El nuevo
Primer Ministro era un liberal moderado que sube al poder sin el apoyo de los liberales
progresistas, que deciden acudir a la prensa para pedir mayor representatividad en las
Cortes, un nuevo sistema electoral y la restauración de la Constitución de Cádiz. Ante
esta situación, vuelven las revueltas a todas las provincias y muchos militares se
sublevan. Cuando una delegación de progresistas se dirige a La Granja (Segovia) para
entrevistarse con la Regente y son detenidos, se levanta todo el país y los sargentos de la
guardia de la reina obligan a la Regente a proclamar la Constitución de Cádiz (La
Sargentada).
La oposición al sistema liberal: las Guerras Carlistas. La cuestión foral
El problema sucesorio
En los últimos años de la vida de Fernando VII, en
octubre 1830, nació Isabel de Borbón. Finalmente el rey
había conseguido tener descendencia con su cuarta
esposa, María Cristina de Borbón. Unos meses antes del
parto, en previsión de que el recién nacido no fuera
varón, el rey aprobó la Pragmática Sanción por la que se
abolía la Ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las
mujeres. Carlos Mª Isidro, hermano del rey y hasta ese
momento su sucesor, vio cerrado su camino al trono.
Carlos no aceptó los derechos de su sobrina al trono.
La guerra civil (1833-1839)
Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de
1833, se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Comenzaba
una larga guerra civil que iba a durar siete años.
El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y socialmente
al país.
En el bando isabelino se agruparon las altas jerarquías del ejército, la Iglesia y el
estado, y a ellos se unieron los liberales, que vieron en la defensa de los derechos
dinásticos de la niña Isabel la posibilidad del triunfo de sus ideales.
En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal:
pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos de determinadas
zonas del país, muy influenciados por los sermones de sus párrocos y para los que el
liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos. Todos estos grupos
identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de Carlos y los ideales
que el pretendiente defendía, el absolutismo y el inmovilismo absoluto. Ya durante el
reinado de Fernando VII, en torno a Carlos se había agrupado los denominados
"apostólicos", núcleo del absolutismo más intransigente.
El carlismo, como pronto se empezó a
llamar al movimiento que apoyaba los
derechos de Carlos de Borbón, tuvo fuerte
influencia en Navarra, País Vasco, zona al
norte del Ebro, y el Maestrazgo, en las
provincias de Castellón y Teruel. Esta
distribución geográfica debe de contemplarse
en el contexto de un conflicto campo-ciudad.
En la zona vasco-navarra, Bilbao, Pamplona o San Sebastián fueron liberales a lo largo
de todo el conflicto.
El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios,
Patria, Fueros, Rey”. Estos son los principales elementos de su programa político:
Oposición radical a las reformas liberales. Inmovilismo
Defensa de la monarquía absoluta
Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia
Defensa de los fueros vasco-navarros, amenazados por las reformas igualitarias
y centralistas de los liberales:
o Instituciones propias de autogobierno y justicia
o Exenciones fiscales
o Exenciones de quintas
La guerra en el terreno bélico tuvo dos grandes personajes: el
carlista Zumalacárregui, muerto en el sitio de Bilbao en 1835, y el
liberal Espartero. Tras unos primeros años de incierto resultado, a
partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos
terminó huyendo a Francia.
La guerra concluyó con el denominado Convenio
o Abrazo de Vergara (1839). Acuerdo firmado por
Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la
muerte de Zumalacárregui. En el acuerdo se
reconocieron los grados militares de los que habían
luchado en el ejército carlista y se hizo una ambigua
promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. En
realidad, se mantuvieron algunos de los privilegios
forales y se eliminaron otros.
Estatuto Real - 1834
La Monarquía, con la promulgación del Estatuto, dejó de ser absoluta
para quedar sujeta a las limitaciones que en el mismo Estatuto se
establecían.
- La Monarquía dejó de identificarse con el Estado en su
plenitud y de concentrar todos los poderes del mismo.
- Junto a la Corona se situaba el Consejo de Ministros.
- Junto a la Corona, resurgieron las Cortes, con facultades
legislativas, financieras, vigilancia y control.
Potestad
Real
El Rey era inviolable.
El Rey intervenía en el funcionamiento de las Cortes de tres modos
diferentes:
- El Rey tenía la facultad exclusiva de convocar las Cortes.
- El Rey tenía la facultad de cerrar las Cortes.
- El Rey tenía derecho a disolver las Cortes.
El Rey tenía la iniciativa exclusiva a nivel legislativo y las Cortes
tenían reservada la facultad de elevar peticiones al Rey.
La Corona tenía la sanción de las leyes. Autorizaba a pensar que en el
Rey quedaba recogido el veto absoluto.
-
Cámaras
Se introduce el bicameralismo en España.
Las Cortes no pueden deliberar sobre asuntos que no haya
examinado el Rey.
- Las Cortes elevan peticiones al Rey.
- Para la elaboración de las leyes se requiere la aprobación de
los dos estamentos y la sanción del Rey.
Estamento de Próceres:
- Poder intermedio entre la realeza y el estamento popular que
evitase enfrentamientos directos entre aquélla y ésta.
- Confiere consistencia representativa a todas las clases y a
todos los intereses legítimos de la sociedad.
- Tenía tres características esenciales.
- Integrado por dos clases de próceres:
a) Los grandes de España que reuniesen determinados
requisitos de capacidad moral y económica eran miembros
natos y hereditarios del Estamento.
b) El resto eran por nombramiento real y condición vitalicia.
- El Estatuto confiaba al Estamento la defensa del patrimonio
espiritual de la nación.
- Exigía a sus miembros una sólida posición material: para
pertenecer al Estamento era necesario- exceptuando a los
prelados y la aristocracia administrativa- la posesión de
rentas variables, pero siempre elevadas.
Estamento de Procuradores:
- Era enteramente electivo y pretendía representar los
intereses materiales y populares de la nación.
-
Soberanía
Para ser elegido debían ser españoles, una edad mínima (30
años), tener arraigo en la provincia de elección y estar en
posesión de una renta anual propia de 12 000 reales.
- El mandato era por tres años y podían ser reelegidos.
- Eran designados con arreglo al sistema fijado por la Ley:
a) En un Decreto de 20 de mayo de 1834 por sistema electoral
indirecto con un Cuerpo electoral de 16 000 ciudadanos. Se
elegían 188 Procuradores.
b) En un Decreto de 24 de mayo de 1836 se realiza por
elección directa y un Cuerpo electoral de 65 000
ciudadanos. Se elegían 258 Procuradores.
- Estaba integrado casi de manera total por diputados que
pertenecían a la clase media.
No trata concretamente de la Soberanía, pero se aprecia un repudio
tácito a la Soberanía Nacional.
Por el golpe de La Granja la regente se ve obligada a abolir el Estatuto Real y a
nombrar a Calatrava, liberal progresista, como primer ministro.
Calatrava nombra ministro de Hacienda a Mendizábal, que
en 1936 propone desamortizar los bienes del clero secular y
reformar los conventos. Todos los bienes que no se utilizan para el
culto, se desamortizaron y nacionalizaron, aunque luego se
subastan. Los objetivos de la desamortización eran: sanear la
hacienda pública, costear los gastos de la guerra Carlista y crear un
grupo de propietarios agrícolas para desarrollar la agricultura.
Atendiendo a la necesidad y conveniencia de disminuir la deuda pública consolidada, y de
entregar al interés individual la masa de bienes raíces, que han venido a ser propiedad de la
Nación, a fin de que la agricultura y el comercio saquen de ellos las ventajas que no podrían
conseguirse por entero en su actual estado (?) conformándome con lo propuesto por el Consejo de
Ministros, en nombre de mi excelsa hija la reina doña Isabel II, he venido en decretar lo siguiente:
Artículo 1º. Quedan declarados en venta desde ahora todos los bienes raíces de cualquier clase
que hubiesen pertenecido a las comunidades y corporaciones religiosas extinguidas y los demás
que hayan sido adjudicados a la Nación por cualquier título o motivo? Artículo 2º. Se exceptúan de
esta medida general los edificios que el gobierno destine para el servicio público o para conservar
monumentos de las artes, o para honrar la memoria de hazañas nacionales. El mismo gobierno
publicará la lista de los edificios que con este objeto deben quedar excluidos de la venta pública.
Artículo 4º. Que todos los medios rústicos susceptibles de división, sin menoscabo de su valor, o
sin graves dificultades para su propia venta, se distribuyan en el mayor número de partes o
suertes que se pudiere. Artículo 5º. Que estas suertes se pongan en venta con total separación,
como si cada una hubiese compuesto una propiedad aislada.
En el Pardo a 19 de febrero de 1836. D. Juan Álvarez Mendizábal Gazeta de
Madrid, 21 de febrero de 1836.
Ante las dificultades de revisar y adaptar la Constitución de 1812, el nuevo
gobierno promulga una nueva Constitución (Constitución de 1837 – VER
CARÁCTERÍSTICAS EN EL CUADRO). Además, se aprueba una nueva ley
electoral el 20 de julio de 1837:
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Creación de un cuerpo electoral, de base censitaria, amplio en número y
variedad de electores.
Concesión del voto a los contribuyentes, propietarios, capacidades,
labradores, colonos e inquilinos, siempre que reuniesen garantías
económicas.
La elaboración correspondía a las Diputaciones provinciales, escuchando
a los Ayuntamientos y valiéndose de cuantos elementos estimasen
oportunos.
Las Diputaciones provinciales dividen sus respectivas provincias en
distritos electorales.
En 1837 se produce un pronunciamiento militar, pues, a pesar de las medidas
tomadas, la guerra está en un momento delicado. El golpe dio paso a un periodo de tres
años de gobiernos moderados.
En 1839, con el fin de la guerra Carlista, se convocan
elecciones, que son ganadas por los moderados. El gobierno
moderado, con el apoyo de las Cortes, pretende limitar los
derechos, reformar la Constitución, pues consideraba que era
demasiado progresista, y acabar con la Milicia Nacional. Los
progresistas, que habían ganado terreno en las grandes ciudades,
en el ejército y controlaban la Milicia Nacional, se aglutinan
alrededor del general Espartero. El gobierno moderado, a pesar de
lo dicho, promulga una serie de leyes que reducen las libertades,
pretenden reducir el sufragio y aprueban la ley de Ayuntamientos
(Los ayuntamientos pasarían a ser nombrados por el Rey). Los
progresistas piden la intervención de Espartero, que manda una
carta a la Regente pidiendo la anulación de la ley de
Ayuntamientos y que se convoquen elecciones. La regente
nombra un nuevo gobierno progresista, pero ante la negativa a
derogar la ley de Ayuntamientos, el nuevo gobierno dimite. Ante
esta situación, se produce el levantamiento de Juntas en las
principales provincias
españolas. La Regente pide a Espartero que pacifique el país, pero éste se niega a
intervenir. La Regente decide nombrar primer ministro y regente a Espartero. María
Cristina, tras su abdicación, decide abandonar España.
Regencia de Espartero (1840-1843)
Las características de este periodo son:
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Profundización en el fin del Antiguo Régimen.
Fomento de derechos.
Afianzamiento de la Milicia Nacional.
Anulación de la ley de Ayuntamientos.
Medidas librecambistas en economía.
Pero a pesar de todas estas medidas, Espartero se encuentra con diversos
problemas:
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Pretende centralizar la política del país, enfrentándose con la oposición
de las regiones que tienen legislación propia.
Se producen disidencias en el ejército.
La adopción de las medidas en economía.
Espartero decide bombardear Barcelona, tras lo cual, se
produce un levantamiento general contra el gobierno de
Espartero. El general Narváez derrota a Espartero y se hace
con el poder.
La década moderada (1843-1854)
En 1845 se promulga una nueva Constitución (Constitución de 1845 – VER
CARACTERÍSTICAS EN EL CUADRO), aunque el verdadero poder residió en las
camarillas.
Las camarillas eran grupos de políticos cercanos a la corte, que actuaban de
manera informal y semisecreta al margen de las vías institucionales, para defender sus
intereses conservadores.
Dentro de cada partido se produjeron disidencias. Un grupo de progresistas más
radicales formaron, en 1849, el Partido Demócrata, que propugnaba la democratización
del sistema político basado en la ampliación del derecho al voto. Por otro lado, del
partido moderado surgió, en 1854, la Unión Liberal, que intentaba ser el punto de
confluencia de los intereses moderados y progresistas.
Las realizaciones más destacadas de esta época son:
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La organización territorial es muy centralista. Desde el gobierno central
se nombra en cada provincia un Gobernador Civil.
La instrucción pública es regulada por la Ley Vidal (1845). Esta ley deba
el control del sistema educativo al Estado. Implantó planes de estudio
iguales en todo el país y estableció la distinción entre escuela primaria y
secundaria.
Intento de reforma de la administración pública, creando un cuerpo
profesional de funcionarios.
Se intenta sanear la hacienda mediante una reforma fiscal, que establece
nuevos impuestos, determina un plan para asegurar el cobro y vuelve
mucho más rigurosa la contabilidad.
Entre 1846 y 1849 se produjo la Segunda Guerra Carlista.
Se crea un nuevo Código Penal (1848) y se crea la Guardia Civil.
Se reparan antiguos caminos, se publica una ley de ferrocarriles y otra
ley de puertos, y se emprenden proyectos hidráulicos centrados en la
construcción de canales para regadío.
En 1849 en el partido Progresista se producen disidencias, que conllevan
que progresistas radicales formen el Partido Demócrata.
Se firma el Concordato de 1851 con la Santa Sede.
El moderantismo entró en crisis debido a la crisis económica de 1851,
aumentando el descontento social. El gobierno utilizó una fuerte represión para acabar
con las protestas. Tanto la crisis económica como la represión hicieron que la oposición
se radicalizara.
En Vicálvaro se produjo un pronunciamiento (La Vicalvarada)
liderado por los generales O´Donnell, Durce y Ros de Olano. A raíz de esto
se redacta el manifiesto de Manzanares. En este manifiesto se reconocen las
principales reivindicaciones del progresismo.
levantamientos populares en las ciudades.
Después
se
van
produciendo
Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos del
Ejército liberal; el esfuerzo de los soldados que le componen, tan heroicamente
mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes ha sido
recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de
la libertad y de las leyes que hemos jurado defender.
Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrán sacudido el yugo de los
tiranos; el Ejército entero habrá venido a ponerse bajo nuestras banderas, que son las
leales; la nación disfrutará los beneficios del régimen representativo, por el cual ha
derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha soportado tan costosos sacrificios. Día
es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la victoria.
Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre;
queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la
electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una
estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la
antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que
los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten
sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo
sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos
francamente, sin imponerlos por eso a la nación.
Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres; las
Cortes generales que luego se reúnan; la misma nación, en fin, fijará las bases
definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos consagradas
a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté
cumplida.
Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854.- El general en jefe del
Ejército constitucional, Leopoldo O'Donnell, conde de Lucena.
Por último, la reina cede y nombra un gobierno progresista (Bienio
Progresista):
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Restablecimiento de la Constitución de 1837, mientras se redacta una
nueva. La nueva constitución (1856) nunca fue aprobada.
Elaboración de una nueva ley municipal, por la que los ayuntamientos
serían elegidos por los vecinos, siendo el número de votantes mayor.
Desamortización de Pascual Madoz
Publicación de una nueva ley de ferrocarriles.
En 1854 del partido moderado surge la Unión Liberal, partido que intenta
ser el punto de confluencia de los intereses moderados y progresistas.
El desacuerdo entre los partidarios de la Unión Liberal y los progresistas
desembocó en el restablecimiento del régimen moderado (1856-1868), durante el
cual, la Unión Liberal y el Partido Moderado se alternaron en el poder:
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Intento de dar una imagen de honestidad política. Se depuran los errores
en las listas electorales y se procesa a los políticos corruptos.
Intento de sacar a España del aislamiento a nivel internacional existente
desde el fin de la Guerra de la Independencia. Para ello se participó en
diversas guerras de prestigio. Esta política exterior generó muchos gastos
y pocas compensaciones.
Las condiciones de vida fueron malas, lo que causó rebeliones,
especialmente en Andalucía.
La larga permanencia en el poder de los moderados hizo que los
progresistas se radicalizaran
Debido a los continuos cambios y a los escándalos de la reina el sistema
se agotó.
Cuando en 1866 estalla una grave crisis económica, tanto financiera como
agraria, la situación estalla y los progresistas firman con los demócratas el pacto de
Ostende para acabar con la monarquía de Isabel y con el régimen moderado. Así, en
septiembre de 1868 se produjo un golpe de Estado militar, la Revolución de
Septiembre, que provocó la dimisión del gobierno moderado y obligó a exiliarse a
Isabel II. La sublevación fue apoyada por juntas revolucionarias, formadas por sectores
políticos marginados hasta entonces del poder: progresistas, unionistas, republicanos y
demócratas.
El primer paso fue la celebración de elecciones a Cortes por sufragio universal
directo. Las Cortes constituyentes, asamblea de representantes elegidos directamente
por el pueblo para elaborar y aprobar una Constitución, aprobaron la Constitución de
1869 (Constitución de 1869 – VER CARACTERÍSTICAS EN EL CUADRO). se
estableció una monarquía democrática.
Las Cortes eligieron a Amadeo de Saboya como nuevo
rey de España. El reinado de Amadeo I (1870-1873) fue muy
breve y, sin el apoyo necesario, se vio obligado a abdicar. Ante el
vacío de poder, las Cortes proclamaron la Primera República
(1873-1874). Se proyectó una nueva Constitución para convertir a
España en un Estado federal, pero la desunión existente entre los
republicanos no lo hizo posible. La experiencia republicana fue
muy corta e inestable, en un año se sucedieron cuatro presidentes:
Figueras, elegido el 11 de febrero de 1873, Pi i Margall,
presidente entre junio y julio de 1873, Salmerón, elegido en julio
de 1873, y Castelar.
Además, el 12 de julio de 1873 se produjo la insurrección cantonalista. El
objetivo del movimiento cantonal era implantar la República Federal por la vía
revolucionaria. Se inició en la ciudad de Cartagena (Murcia). Sus focos más importantes
fueron: Valencia, sólo duró unos días, Andalucía, sólo Málaga se mantuvo unos dos
meses, y Murcia, donde continuó hasta el 12 de enero de 1874. el movimiento cantonal
defendía:
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Autonomía frente al modelo centralista.
Primacía del poder civil.
Secularización.
Moralización de la vida pública.
Instrucción.
El ejército sofocó las sublevaciones. El movimiento cantonal asustó y empujó a
la República hacia la derecha. Al acceder Cautelar a la presidencia, se suspendieron las
sesiones parlamentarias y, finalmente, un golpe militar, en enero de 1874, provocó la
formación de un nuevo gobierno conservador que desembocó, meses más tarde, en la
restauración de la monarquía.
El retorno de la monarquía borbónica (Restauración), en la figura
de Alfonso XII, supuso el establecimiento de un nuevo sistema político
restringido a dos únicos partidos:
-
El Partido Conservador, dirigido por Cánovas del Castillo y
surgido de la unión entre moderados y progresistas.
El Partido Liberal, formado por demócratas y algunos republicanos y
dirigido por Mateo Sagasta.
Estos dos partidos monárquicos pactaron un turno pacífico y se alternaron en el
gobierno durante más de cuarenta años. Este sistema se conoce como bipartidismo.
Asimismo, la nueva Constitución de 1876 otorgó un gran poder a la corona y limitó al
máximo el funcionamiento democrático.
Durante la Restauración, se configuró el sistema del caciquismo, que permitía
asegurar el resultado de las elecciones. El caciquismo fue un sistema de relaciones
basado en prácticas ilegales, como falsear las elecciones y realizar tratos de favor y
coacciones. De esta forma, se aseguraba la victoria de los candidatos propuestos por el
Ministerio de la Gobernación y se impedía el triunfo de otras fuerzas políticas que no
fuesen el partido conservador o liberal.
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