Astrid Klein Mayo – Julio, 2012 La galería Heinrich Ehrhardt presenta la primera muestra individual en España de la artista alemana Astrid Klein. Cercana a un cierto grupo de artistas cuya generación jugó un papel realmente significativo en el desarrollo del arte europeo de las últimas décadas, los primeros trabajos de Klein se enmarcan en un momento y un lugar en el que tanto ella como otras figuras tales como Martin Kippenberger o Georg Herold descubrían algunos de los pliegues a través de los cuales se desarrollaría el nuevo arte alemán. Para esta exposición se ha llevado a cabo una selección de obras - diversos collages intervenidos con fragmentos de textos, una escultura realizada con espejos rotos y una composición escultórica de neones - que se inician con piezas de finales de la década de los setenta y concluyen con otras absolutamente recientes. Lo que no quiere decir que exista un punto de vista retrospectivo frente a la obra expuesta, sino que la propia producción de Klein supone una constante revisión y reformulación de elementos y conceptos perennes en su obra. Muchas de la piezas están realizadas, y por tanto fechadas, a lo largo de varios años, lo que demuestra esa intención incisiva y argumental, casi narrativa, sobre diversos asuntos que atañen de forma directa a sus composiciones: la obra como caldo de cultivo de múltiples reflexiones, como lugar donde se depositan los puntos de vista cambiantes a lo largo del tiempo y como espacio histórico irremediablemente incompleto que recibe paulatinamente nuevas interpretaciones terminando por configurar un extenso significado temporal de cada una de las piezas. A través de textos e impresiones sobre papeles fabricados a mano, Astrid Klein ha conjugado desde principios de los setenta dos lenguajes paralelos que posibilitan la apertura de un discurso hermético y estéril hacia terrenos más complejos y multidisciplinares convirtiendo y enriqueciendo las imágenes escogidas en reflexiones y análisis filosóficos, literarios o políticos, donde el texto formula nuevas vías respecto al discurso preestablecido de las propias imágenes. Los textos, lejos de ser una explicación redundante del imaginario de Klein, suponen una forma de trasgresión frente a la hegemonía de lo dominante donde sólo una única interpretación de imágenes claves de nuestra cultura visual parece viable. En este sentido los textos, su tipografía y su visibilidad en el marco de la imagen, constituyen en sí mismos una forma estética que cuestiona los valores establecidos de los distintos lenguajes y su verdadera función en el campo de lo artístico. Pero no sólo los collages y los textos muestran esas paradojas de lo visible, lo impuesto y lo expuesto, sino que los neones y las piezas de espejos rotos inciden también sobre esos mismos temas abriendo interrogantes acerca del papel de la identidad y del sujeto, utilizando el espejo, tal y como sostenía Jacques Lacan, como formador de la función del yo. Así, Klein genera imágenes fragmentadas a veces parcial y otras totalmente, reflejando en sus diversas tipologías de obras una realidad quebrada por la sucesión de experiencias que hablan de rupturas, desdoblamientos, poder, autoridad, hegemonía e historia en base a un reflejo que cuestiona al sujeto. Bien revisitando lugares comunes de la cultura visual como pueden ser algunos fotogramas emblemáticos de la historia del cine, o bien mediante la incorporación de elementos singulares en sus piezas, Klein discurre sobre el vouyerismo, el fetichismo, el objeto de deseo o el sistema patriarcal en la relación entre autor y espectador. Como afirmó Laura Mulvey, célebre teórica feminista del cine en su ensayo Visual Pleasure and Narrative Cinema, los espectadores son conducidos a identificarse con los protagonistas de las películas, los hombres, mientras que los caracteres femeninos hollywoodienses son codificados para sólo ser mirados. Y son precisamente esos dos modos de mirada masculina que analiza Mulvey, el vouyerístico y el fetichista, los que transgrede Klein con sus subversivos mecanismos.