INTERVENCIÓN DE RAFAEL ARGULLOL 20-3-2014 MESA REDONDA “LA PRIVACIDAD EN LA ERA DE INTERNET. A PROPÓSITO DEL CASO SNOWDEN” Rafael Argullol comenzó su intervención diciendo que estamos ante un problema muy sustancial, que afecta a la política, al Derecho y al campo espiritual, a lo más íntimo de la persona. El Big Data es más perverso aún que el Big Brother. Podríamos decir hoy, al hilo de Hobbes, que el hombre es un espía para el hombre. Estamos ante el autoespionaje, cedemos nuestros datos a los que nos espían. “La vida de los otros” es un juego de niños al lado de lo que aquí se ha expuesto. Todo esto nos pilla muy desprevenidos. Las utopías de la Literatura y el Cine no preveían lo más sustancial de lo que nos está sucediendo. Ni 1984, de Orwell, ni Un mundo feliz, de Huxley, en el campo de la Literatura, ni Blade Runner, ni Metropoli, en el del Cine. La cultura europea (Heidegger y otros) se ha ocupado de la Tecnología a principios del siglo XX, pero eran ingenuos. Los cambios tan acelerados que se han producido en los últimos años nos han llevado a una situación de desamparo, pasividad, a una actitud acrítica. Las personas que crean esos algoritmos que permiten el análisis de un ingente volumen de datos, ¿tienen algún problema de conciencia? En los años 20 y 30 del pasado siglo los físicos se planteaban el problema de la Conciencia de la Ciencia, de las consecuencias de nuestros hallazgos, pero hoy se ha impuesto un modelo pragmático. Debería haber muchos Snowden en la Universidad y en los centros tecnologícos, que plantearan estos problemas en las investigaciones que llevan a cabo. Tras la caída del Muro de Berlín se pensó que se abría un horizonte de libertad y de paz perpetua. Esto no se ha cumplido. Las nuevas tecnologías, que tienen aspectos fantásticos y emancipadores, son un arma de doble filo. Cayeron el mundo comunista y el capitalismo tradicional, pero se ha impuesto el Capitalismo de casino, especulativo. Soy pesimista porque estas cuestiones desbordan las capacidades de una legislación nacional estatal e incluso europea. Es muy difícil poner coto a esto. Hablamos y consumimos microtecnologías, pero somos ignorantes de la Ciencia que está a la base de estas nuevas tecnologías. Estamos ante un gigante cojo, con una pata muy larga (las nuevas tecnologías) y otra muy corta (las escasas posibilidades de defensa desde el punto de vista jurídico y ético). El problema de fondo es espiritual, antropológico, tiene que ver con el tipo de Hombre y de Humanidad que estamos afrontando. Ha variado mucho el sentido de la libertad y del totalitarismo. Antes se trataba de un Ojo externo que controlaba y dominaba las conductas. Ahora ese Ojo externo lo llevamos incorporado en el bolsillo, en la pulsera del reloj, quizá en el bolígrafo. Antes una generación duraba 33 años, mientras que desde hace unos años una generación dura un año y va de Congreso mundial de móviles al siguiente Congreso mundial de móviles. Los jóvenes de 22 años creen que los de 18 ceden su intimidad de una manera obscena. Viven una sobresaturación que les lleva al exhibicionismo y la ‘extimidad’, es decir, la externalización total de nuestra conducta y comportamientos. Vamos por el camino de ser unos monos hipertecnológicos para quienes la intimidad no cuenta. Hay una pérdida progresiva de la intimidad como valor y se considera normal la exhibición franca, espontánea y maravillosa de la intimidad. Este puede ser el mundo feliz de Huxley. Si la intimidad es piedra angular del espíritu, entonces el problema es serio. ¿Cuándo debió ser relevante para el hombre conquistar cuotas importantes de intimidad? Cuando se planteó la libertad, la conciencia del paso del tiempo,… La intimidad está vinculada a nuestra capacidad de elegir libremente. Nos enfrentamos, pues, a un problema nuevo que el Pensamiento y la Literatura predijeron escasamente. El hombre del Renacimiento vivió cambios más profundos que los que vivimos hoy: los descubrimientos geográficos, el descubrimiento del interior del cuerpo humano, el cambio en la visión del mundo, etc. Hoy el desafío fundamental es un problema de libertad del hombre, tiene que ver con un problema filosófico: nuestra concepción del hombre. Las exposiciones que me han precedido me han aportado mucho, pues nos hacen conscientes de la dimensión de este tema y de las armas con las que contamos. Esta época se caracteriza por una nueva conciencia en la que el nuevo capitalismo ha roto con las reglas éticas del propio capitalismo. Podemos ver en Wall Street a chicos de 25 a 30 años hablando de beneficios y cuentas de resultados sin otro horizonte. Los datos de los que aquí hemos hablado se subordinan a las ganancias y las pérdidas, más allá del concepto de empresa tradicional, como si estuviera ante un juego en que se gana y se pierde. Soy muy escéptico respecto al autocontrol ético de las propias empresas tecnológicas, así como respecto de la actuación del Gobierno de EE.UU. o de cualquier otro Gobierno. Si tampoco los investigadores se plantean la Conciencia de la Ciencia, el autocontrol no va a surgir espontáneamente, tiene que surgir de la sociedad. Tiene que movilizarse el hombre, consciente de lo que está en juego, para poner coto a todo esto. Debería haber miles de Snowden. Con estas palabras terminó Argullol su intervención, que nos incita a pensar y a no permanecer pasivos ante estas nuevas realidades. Reseña elaborada por Carlos Carrera Ortiz