Manejando las burlas que sufren los alumnos

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Manejando las burlas que sufren los alumnos
Domingo 24 de Marzo de 2002 00:00
A pedido de muchos lectores les traigo esta vez las propuestas de Judy S. Freedman (ERIC
Digest ED438927, febrero 2000) sobre cómo ayudar a los hijos a manejar las burlas escolares
de las que pueden ser objeto en la clase o durante él recreo o en cualquier otra parte, lo que
enfada mucho a los niños al punto que algunos no quieren ir más al colegio. Se les puede
enseñar estrategias útiles para manejar estas situaciones.
Primero hay que diferenciar las burlas juguetonas o humorísticas, que pueden ser divertidas de
las burlas que causan daño, cuando ridiculizan, usan apodos ofensivos, insultan, etc. Las
cuales hacen sentir muy tristes y heridas a las víctimas.
Luego hay que tratar de entender el origen de las burlas. Puede ser que alguien quiere llamar
la atención aunque sea por la vía negativa, puede estar reproduciendo burlas que el mismo
sufre por parte de sus padres o hermanos, puede ser que quiere congraciarse con los chicos
más populares, para sentirse aceptados. Pueden estar reproduciendo modelos que aprenden
de los medios de comunicación.
Para tratar el tema con los hijos es importante verlo desde el punto de vista del niño, sentarse
con él y escucharlo atentamente sin juzgarlo. Pedirle al hijo que describa cómo lo están
molestando, dónde ocurre y quién lo esta molestando. Es fundamental entender y validar los
sentimientos del niño. Podría ser de ayuda relatar su experiencia con las burlas cuando era
niño.
Hay varias estrategias que podrían ayudar. Para empezar, revisar el propio comportamiento de
los padres, no vaya a ser que también allí se producen burlas que sensibilizan al niño. A su
vez, no reaccionar exageradamente evitando que el niño lo haga. Es importante trasmitirle el
mensaje "tu puedes manejarlo", alentando al niño a que se junte con quienes lo hacen sentirse
bien y evitar a los burlones.
Los niños no pueden controlar lo que otros dicen, pero si pueden aprender a controlar sus
propias reacciones evitando sentirse impotentes. Ayuda mucho hablar mentalmente consigo
mismo. Un niño puede decirse a sí mismo, "Aunque no me guste esta burla, yo puedo
manejarla". Un niño debe preguntarse a sí mismo, "Es verdadera esta burla?". Frecuentemente
no lo es. Otra pregunta importante es, "La opinión de quien es más importante... del que esta
molestándome o la mía?". A algunos niños les ayuda imaginarse a sí mismos con un escudo
protector, o a la burla como una pelota que rebota.
Otra estrategia es la de ignorar la burla. Reacciones de mal genio o llanto frecuentemente
invitan a continuar las burlas. También es bueno expresar sus sentimientos, en aquellas
situaciones de clase donde existe el apoyo del profesor. Por ejemplo, un niño podría decir, "me
siento enojado cuando te burlas de mis anteojos. Me gustaría que no lo volvieras a hacer". Esto
se hace con contacto visual, hablando claramente y utilizando un tono de voz cortés.
Otra estrategia que funciona es descolocar al burlador. Por ejemplo si le dice “cuatro ojos” se le
puede contestar “gracias, no me había dado cuenta”, o se puede estar de acuerdo con la burla.
Si el que se burla dice, "Tienes muchas pecas", el niño molestado puede responder,
"Efectivamente, yo tengo muchísimas pecas". Estar de acuerdo con los hechos generalmente
elimina el deseo de esconder las pecas.
Otra manera es responde “¿y?” mostrando indiferencia al que se burla, con lo que se le resta
importancia.
Una estrategia de alto calibre es responder al que se burla con un elogio. Por ejemplo, si un
niño es molestado sobre la forma en que corre, el puede responder, "Tu sí que eres un
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Domingo 24 de Marzo de 2002 00:00
corredor veloz". También usar el humor ayuda porque muestra que se le ha dado poca
importancia a la humillación o a los malos comentarios. La risa frecuentemente puede convertir
una situación hiriente en una situación cómica.
De todos modos hay que tomar en cuenta que muchos tipos de burlas pueden ser tratadas
efectivamente por los propios niños involucrados, pero otras veces necesitarán la asistencia de
los padres, profesores o consejeros. Cuando las burlas se convierten en acoso, si estas son
repetidas o prolongadas, si contienen amenazas o si involucran contacto físico inapropiado,
deben ser denunciadas y los niños deben ser alentados para hacerlo. Los adultos deben estar
alerta a la posibilidad de acoso e intervenir cuando sea necesario si se sospecha o anticipa un
acoso. De eso modo se podrá fijar el mejor rumbo de acción.
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