comisión episcopal de pastoral social

Anuncio
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL
DIMENSIÓN EPISCOPAL DE LA PASTORAL DE MOVILIDAD HUMANA
¡NO A LA INDIFERENCIA ANTE EL DRAMA DE LA MIGRACIÓN!
Convocados por la Dimensión Episcopal de la Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado
Mexicano, para buscar caminos de acompañamiento a los miles de hermanos que diariamente
están en tránsito o buscan albergue y apoyo, los Obispos de la Frontera Sur de México, junto con
los agentes de la Pastoral de Migrantes, reconocemos que migrar para mejorar la vida es un
derecho humano necesario para la búsqueda de condiciones que permitan superar o proteger las
necesidades básicas de la vida: salud, alimentación, trabajo, educación, familia.
Ese derecho debe ser protegido por todos; particularmente cuando es desconocido de una
manera dolorosa, en los más débiles, por el egoísmo y la ambición de personas y grupos, como lo
constatamos a diario en cientos de hermanos centroamericanos que extorsionados y agredidos de
múltiples formas ponen en riesgo la vida misma en su paso por estas tierras del Sur. Estos hechos
no pueden ser motivo de indiferencia, sino de dolor y vergüenza.
Lamentablemente parece que el calvario que también padecen en el Norte los mexicanos, en su
búsqueda de un trabajo mejor remunerado, no ha servido para tomar conciencia en el Sur del
sufrimiento de los hermanos centroamericanos que, ante el drama de la pobreza y la violencia,
tienen que abandonar su Patria buscando mejores horizontes para su vida. De igual manera son
aquí presa de personas sin escrúpulos o experimentan el rechazo y aún, como en el norte, les
buscan cazar como si fueran animales y no seres humanos.
La Iglesia no es indiferente a este drama. Los constantes llamados del Papa y los Obispos ante
esta realidad son una voz a la conciencia de los cristianos y de aquellos que deben ofrecer
respuestas eficaces a la sociedad ante esta situación. Una voz lamentablemente no escuchada,
sobre todo, por quienes con sus prácticas criminales hacen más doloroso cada día el paso, de por
si inseguro, de tantas y tantos hermanos centroamericanos.
Ciertamente son múltiples las respuestas inmediatas y generosas de cristianos católicos y de
mucha gente de buena voluntad que dan asistencia a quienes pasan cargando su esperanza o sus
heridas físicas y emocionales: Casas de Migrantes; laicas y laicos voluntarios que ponen su vida, su
tiempo, sin más salario que la satisfacción de ofrecer reposo y levantar el ánimo del hermano
migrante; religiosas, religiosos, sacerdotes desconocidos que ofrecen apoyo sin esperar
reconocimientos sociales; parroquias y humildes capillas que comparten el techo y el alimento
que la misma comunidad ofrece, sin recibir subsidios gubernamentales. Todo eso es un signo
evangélico de lo que la Iglesia, comunidad de creyentes, se siente urgida a hacer para responder a
la palabra de Jesús: “era forastero y me diste hospedaje”. No podemos menos que reconocer y
agradecer a tantas personas que solidarias ven en el migrante al hermano ofreciéndoles empleo
con salario justo, dándoles el servicio de salud, o buscando los cambios jurídicos necesarios para
darles mayores garantías.
1
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL
DIMENSIÓN EPISCOPAL DE LA PASTORAL DE MOVILIDAD HUMANA
Sin embargo, reconocemos que estas respuestas inmediatas, necesarias, son aún insuficientes
ante el fenómeno de la migración; pues la migración, siendo un valor, aparece como uno de los
dolorosos síntomas de la enfermedad social y económica que también padecen nuestros vecinos
centroamericanos. Enfermedad agravada más ahora por la presencia del crimen organizado, que
le pone precio a la vida de cada ser humano. Sin ser expertos en análisis socioeconómicos vemos
la gran contradicción entre el avance tecnológico del mundo occidental y el enorme atraso de
muchas comunidades, particularmente en las zonas rurales e indígenas, en el campo de la salud,
del trabajo, de la educación. Vemos la contradicción entre la globalización, el libre tránsito de las
comunicaciones, del comercio, del dinero, y las dificultades de todo tipo que tienen que sortear
los que buscan migrar para mejorar. Vemos la contradicción entre las promesas de los gobiernos y
de quienes aspiran a cargos públicos en nuestros pueblos, ante la realidad hecha miseria y
desaliento sobre todo para las jóvenes generaciones.
Por todo esto, nuestra voz seguirá siendo la del Evangelio que nos pide a todos un cambio de
actitudes; es decir, pasar del egoísmo a la solidaridad; de la búsqueda de las ventajas individuales
a sentirnos hermanos del más necesitado. Las diócesis y las parroquias deben promover una
evangelización integral que partiendo del reconocimiento de la dignidad de todas las personas,
atienda con especial cariño a los más débiles. Ellos son el rostro de Cristo. Cualquier migrante
debe ver en nuestras comunidades católicas “una Iglesia sin fronteras, madre de todos” donde
ninguna persona se siente excluida sólo por el hecho de venir de otro país. Para el cristiano no
existen extranjeros, pues nuestra fe nos llama a reconocernos hermanos.
A las autoridades les seguiremos recordando su deber de asumir con mayor seriedad el tema de la
migración en todos los aspectos; sobre todo, trabajando con decisión en la promoción de fuentes
de trabajo digno, único camino claro para erradicar la pobreza, factor fundamental de este drama
humano. Es urgente además que se busque y se garantice la seguridad física y legal de quienes
transitan por nuestro territorio. La hospitalidad y los valores humanos de los mexicanos no pueden
seguirse deteriorando por presiones o intereses políticos externos. La política en este campo debe
definirse por los valores y principios de solidaridad y respeto a la vida y a la dignidad humana,
consagrados por la Constitución.
A los hermanos de otros países que atraviesan nuestro territorio les pedimos que su actitud, su
presencia nos ayude a descubrir la riqueza de sus valores, de su cultura y de su ánimo para
mejorar su vida y la de su familia. Su paso entre nosotros nos ayuda a reconocer que todos
estamos de paso en esta vida. Ponemos nuestros trabajos pastorales a favor de los migrantes en
manos de la Familia Sagrada de Jesús, María y José que pasaron la prueba de la migración y el
exilio en búsqueda de la seguridad necesaria para que Cristo pudiera vivir, crecer y cumplir la
misión que el Padre le confió. Con ellos, “Caminemos con Cristo migrante en el mundo”
2
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL
DIMENSIÓN EPISCOPAL DE LA PASTORAL DE MOVILIDAD HUMANA
Tapachula, Chis. 30 de Enero de 2015
S.E Mons. Guillermo Ortiz Mondragón
Obispo de Cuautitlán
Responsable de la DEPMH
S.E Mons. Gerardo de Jesús Rojas López
Obispo de Tabasco
S.E Mons. Emilio C. Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán
S.E. Mons. Leopoldo González González
Obispo de Tapachula
S.E. Mons. Luis Felipe Gallardo Martín
Obispo de Veracruz
S.E. Mons. Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de las Casas
S.E. Mons. Oscar Armando Campos Contreras
Obispo de Tehuantepec
S.E. Mons. Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas
S.E. Mons. Francisco González González
Obispo de Campeche
3
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL
DIMENSIÓN EPISCOPAL DE LA PASTORAL DE MOVILIDAD HUMANA
4
Descargar