rante mis estudios universitarios encontré los textos que necesitaba. De mis buenos recuerdos Marta B. Armenteros Editora de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí Comencé a trabajar como insertada en 1977, mientras estudiaba Filología en la Universidad de La Habana, en la Biblioteca Nacional José Martí. El primer día me pusieron en la Sala General, prestando servicios al público. No sé si por mi carácter tímido o mi temperamento, pero no pude soportar esa labor, y hablé con la doctora Marina Atía, jefa del Departamento para que me cambiara, y así lo hizo. Por suerte, pasé a trabajar en la sección dedicada a los documentos de Naciones Unidas, en el piso once, digo por suerte, porque la encargada de realizar esa labor era Isora Rodríguez, hoy una de mis mejores amigas y jefa del Departamento de Adquisición. A pesar de sentirme bien trabajando allí, le tenía miedo al elevador y a los ruidos que se sentían, sobre todo de noche. Gracias a ese miedo comenzó mi amistad con un trabajador intachable: Ángel Masó, desgraciadamente ya fallecido. El trabajo como insertada fue mi primer acercamiento a la Biblioteca Nacional, pues nunca antes la había visitado, ya que desde niña utilizaba los servicios de la biblioteca pública ubicada en el parque Santos Suárez, biblioteca que por abandono se destruyó, y en la que du- Ya en marzo de 1981 comencé mi vida laboral en esta institución, al principio como ayudante de Fernando Guerrero, encargado de la promoción, pero ese trabajo, encerrada en una pequeña oficina y recogiendo recados, me hacía sentir mal. Al comentárselo a Isora, esta me dijo que en el Departamento de Información para la Cultura y el Arte había plazas vacantes. El jefe era Rubén Suárez con quien tuve muy buenas relaciones de trabajo. Logré entrar en el Departamento, el cual fue para mí una gran escuela, y donde tuve la suerte de que me enseñara la labor que allí se hacía Martha Haya, Martica, una de las personas más maravillosas que he conocido. Allí se confeccionaban fichas bibliográficas, factográficas y resúmenes de artículos de publicaciones seriadas sobre arte y literatura de Cuba y el mundo, y ello me ayudó a ampliar mi horizonte cultural. Información para la Cultura fue el iniciador en la Biblioteca de la automatización del trabajo que se producía. Esta labor comenzó a realizarla Concepción Jaén, Conchita, con quien trabajé mucho, y a quien debo mis primeros conocimientos sobre las bases de datos y los procesadores de textos y que continúa dicha actividad en el Departamento de Automatización. Tanto Conchita como Martha Haya se convirtieron en verdaderas amigas mías. El Departamento era sui géneris dentro de la Biblioteca: en él casi todos los que trabajábamos éramos graduados de lengua extranjera, arte o literatura, sólo 142 Junto al diseñador Luis Garzón en el Dpto. de Ediciones dos, Conchita y Elisa Brutau, eran de Información Científico-Técnica y Bibliotecología, y posteriormente Margarita León cuando asumió la jefatura. Allí existieron “personajes” recordados por los trabajadores más antiguos, como María Caridad García, Masha; Mayda Abreu (ya fallecida); Hugo Recio; María Antonia Wong, la China; y otros que recuerdo con cariño, pues hicieron que ese período sea inolvidable . Por problemas internos y externos, el Departamento es desintegrado en 1991, entonces paso un período en el Departamento de Investigaciones, y posteriormente, ese mismo año, a la redacción de la Revista de la Biblioteca Nacional, cuyo jefe de redacción era Rafael Acosta de Arriba, un gran luchador porque la Revista se mantuviera y no desapareciera como sucedió durante varios años. En 1997 comienza una nueva dirección en la Biblioteca con Eliades Acosta Matos, quien entre otros objetivos, lo- gra revitalizar la Revista, la cual con su altas y bajas, ha salido con un nuevo formato y nuevos bríos. La publicación es atendida y apoyada por la subdirectora de Promoción y Desarrollo, Marcia Medina, quien pone sus energías al servicio de que salga con la mejor calidad posible. Trabajar en la Revista en su nueva época con Araceli García Carranza como jefa de redacción, ha sido una experiencia maravillosa, pues ella, un personaje dentro de las investigaciones bibliográficas, es un ser lleno de dulzura, comprensión y conocimientos que emana a todos. En esta etapa ha sido insustituible el apoyo recibido por Ana Cairo, la profesora de la Facultad de Letras a quien casi todos los alumnos tenían miedo, en la búsqueda de buenos textos para ser publicados. Desde que empecé a laborar en el Departamento de Ediciones he tenido varios jefes, y trabajar con Rafael Acosta, Magaly Silva, José Antonio García y 143 Eddy Rodríguez ha constituido un placer para mí, y también hacerlo con las mecacopistas Célida (la Ñeñe), María Luisa, Sonia y Rosario Gutiérrez, quienes realizaban un trabajo excelente y muy profesional. En el Departamento tuve el honor de trabajar con el editor Esteban Llorach en los dos primeros libros del Concurso Leer a Martí. Llorach, quisquilloso como buen editor, siempre me ha prestado gran ayuda y me ha enseñado algunas de sus experiencias, lo que siempre le agradeceré. Actualmente agradezco mucho las enseñanzas y el apoyo recibido por Luis Juan Garzón, diseñador y especialista del complejo de galerías “El reino de este mundo”, sin cuya ayuda muchos de los trabajos que se han asumido como el libro del concurso Leer a Martí, y la Revista misma, no hubieran podido publicarse. No quisiera terminar estas palabras sin recordar a algunos de los que me han permitido sentirme unas veces bien y otras mal en la institución, pero a quienes quiero y recuerdo con cariño y que hicieron y hacen que la Biblioteca continúe siendo un valuarte de la cultura cubana: Elena Giraldez, Cleva Solís, Obdulia Castillo (Yuya), Alberto Muguercia, Roberto Friol, Walterio Carbonell, quien sigue siendo un personaje dentro de la institución, Israel Echevarría, Zoila Lapique, Tomás Fernández Robaina, Emilio Setién, Miriam Martínez, Elena Graupera, Tomás Fernández Robaina, Gloria Jovel (la salvadoreña), Máximo Díaz, Miguel Garrido (Miguelito) y tantos otros a quienes les doy las gracias. 144