2.1. Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba 2.2

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Historia de España
La Península Ibérica en la Edad Media. Al-Ándalus
2ºBachillerato
2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL-ÁNDALUS
2.1. Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba
Los musulmanes instalados en el norte de África a finales del siglo VII, llegan a la península Ibérica llamados
por los Witizanos (facción visigoda enfrentada al rey D. Rodrigo -> monarquía electiva, se sucedían las
conspiraciones y asesinatos). En abril del 711 Tárik desembarca en Gibraltar con 10.000 bereberes
(indígenas norteafricanos convertidos al Islam) y en el río Guadalete (Cádiz), vencen a los visigodos de D.
Rodrigo que huyen o son aniquilados. Desde allí se dirigen a Toledo, la capital del reino visigodo,
conquistándola. Al año siguiente desembarcó Muza con 20.000 soldados árabes y sirios y tomó Sevilla
llegando hasta Mérida. En poco tiempo, caen Zaragoza, valle del Ebro, Levante, Portugal. También la
Meseta Sur y Norte hasta el pie de la Cordillera Cantábrica, donde el año 718, son rechazados (escaramuza
de Covadonga) por los astures; éstos con los vascones y cántabros nunca fueron conquistados. Llegaron
hasta Poitiers, en el Centro de Francia, pero son rechazados por los francos (732). La conquista fue tan
rápida por su política de permisividad. Permitieron a los conquistados mantener su idioma, su religión e
incluso sus tierras, y la autoridad en algunos casos.
El dominio musulmán sobre la Península pasa por las siguientes etapas:
 Emirato dependiente de Damasco: 711-755. El máximo mandatario es un WALÍ (gobernador). Se
reparten las tierras entre los invasores. Su primera capital será Sevilla, pero enseguida pasará a
Córdoba. Los primeros walíes soportan sublevaciones y enfrentamientos entre bereberes y sirios o
sublevaciones constantes de los primeros.
 Emirato Independiente: 756-929. Destacan Abderrahmán I, que llega desde Damasco donde se libró de
la matanza que sufrió su familia a manos de los Abbasidas. Dividió Al Ándalus en 22 Coras (Provincias).
Después Hixem I y Alhakam I, que soportó dos grandes revueltas: la jornada del foso de Toledo y la
revuelta del arrabal de Córdoba con terribles castigos. Abderrahman II realiza la primera ampliación de
la mezquita de Córdoba.
 Califato de Córdoba: 929-1031. Tres son las figuras de este período:
o Abderrahman III: se separó completamente del Califato de Bagdad y estableció el califato de
Córdoba (Máxima autoridad religiosa y política). Pacificó a su pueblo y organizó 20 grandes
campañas contra los cristianos. Hizo de Córdoba la mayor ciudad de occidente
o Alhakam II, protegió las artes y la cultura y embelleció Córdoba. Su biblioteca llegó a tener 400.000
volúmenes. Fue la época de máximo esplendor, y destacó por su tolerancia religiosa.
o Hixem II: delegó su poder en Almanzor, su hachib (primer ministro), brillante militar que reorganizó
el ejército y organizó unas 50 expediciones contra los cristianos (Aceifas o razzias, en busca de
botín). Muere en Medinaceli (Soria) en 1002, al regreso de su última razzia. A su muerte empieza la
decadencia del califato, que se fragmentará en los reinos Taifas.
2.2. La Crisis del siglo XI: Los reinos de Taifas.
A la muerte de Almanzor (1002), se suceden una serie de califas con escaso poder. Las revueltas internas
van minando la hegemonía del califato. La falta de autoridad, el creciente poder del ejército, las tendencias
revolucionarias del pueblo común, las divisiones étnicas entre árabes, bereberes y otros, o la deficiente
integración territorial, etc., el caso es que la desaparición del Califato en 1031 lleva a la división de AlÁndalus en unos 26 reinos llamados de Taifas (Málaga, Badajoz, Zaragoza, Córdoba, Sevilla….), tras la caída
de Hixam III, último de los Omeya. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más
poderosos. La época de los reinos de Taifas fue un periodo de fuerte crisis política y militar, pero de gran
brillantez cultural.
Las luchas entre ellos eran frecuentes así como las alianzas; los reyes cristianos a veces les ayudan a cambio
de recibir Parias (tributos), que supondrán una elevada afluencia de oro que beneficiaría el desarrollo de la
España cristiana.
Una vez rota su unidad, al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la
ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso
no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse.
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En estos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y los almohades.
 Imperio Almorávide (1.086 – 1.146). Los almorávides eran un pueblo bereber del norte de África que
estaba formando su imperio en el norte de África. Fueron llamados por los reyes Taifas,
desembarcaron en la Península en el 1086 y vencieron a Alfonso VI en Zallaca (Sagrajas, Badajoz).
La decadencia del imperio almorávide llegó pronto, al entrar en contacto su rigor religioso y su
austeridad con la sociedad andalusí y sus refinadas costumbres. La intolerancia religiosa hacia las
minorías judía y mozárabe y el abuso de los gobernadores almorávides propiciaron una revuelta
popular que desembocó en la disgregación del imperio y en la aparición de una segunda breve etapa de
reinos de taifas.
 Segundos reinos Taifas (1.146 –1.170). A la descomposición del imperio almorávide, favorecida por la
misma oposición de la población islámica, le sucedió un nuevo periodo taifa.
 Imperio Almohade (1.170 – 1.212). De nuevo en el norte de África se forma un imperio bereber que
toma el relevo a los almorávides y de nuevo acuden a la península llamados por los reinos Taifas en
peligro ante el empuje cristiano. Los almohades o “unitarios” pretendían restablecer los principios del
Islam de una forma rigorosa.
Tras las iniciales victorias (Alarcos 1195), fueron derrotados por una coalición de los reinos cristianos
(Castilla, Aragón y Navarra) en la batalla de las Navas de Tolosa (1.212), que supuso la apertura del
Valle del Guadalquivir a los cristianos y el principio del fin del Imperio Almohade.
 Terceros reinos Taifas (1212-1236). La pérdida de poder de los almohades supuso una nueva
fragmentación de Al-Andalus y la aparición de las terceras taifas, que fueron sucumbiendo ante el
avance cristiano, salvo el de Granada. La Giralda y la Torre del Oro de Sevilla son recuerdo de su paso
por Al-Andalus
 Reino Nazarí de Granada (1236-1492). Se formó tras el pago de una elevada paria por Mohammed I el
Alhamar (constructor de la Alhambra)
2.3. Al Ándalus: La organización económica y social
LA SOCIEDAD DE AL-ANDALUS.
En Al-Andalus se va a configurar una sociedad compleja, no sólo dividida entre dominadores y dominados,
sino que se van a mezclar componentes religiosos y de raza. Entre los 150.000 musulmanes que llegaron a
Al-Andalus aparece una clara división, pero también entre los cuatro millones de hispanovisigodos las
distintas posturas adoptadas frente a la ocupación islámica van a marcar una diferenciación:

Por clases:
 Árabes y sirios, son una minoría privilegiada que ocupan el más alto escalafón social, poseen las
mejores tierras y acceden a los más altos cargos políticos.
 Beréberes, procedentes del norte de África llegaron formando el grueso de soldados del ejército
invasor y ocuparon las tierras menos productivas. Su inferior condición social les llevó a frecuentes
enfrentamientos con los musulmanes de origen árabe.
 Por diferencias religiosas
 Muladíes es el nombre que reciben los cristianos que mayoritariamente abandonaron su religión
para acogerse a la musulmana a fin de evitar persecuciones y el pago de mayores impuestos.
 Mozárabes era el nombre con que se conocía a los cristianos que seguían viviendo en territorio
musulmán, permitiéndoseles conservar sus ritos a cambio de un pago de impuestos más elevados.
Cuando se iniciaron las persecuciones a partir del siglo IX emigraron hacia los reinos cristianos del
norte peninsular.
 Judíos, que constituían una minoría económicamente muy activa que vivía en las ciudades
dedicados a actividades comerciales y artesanales.
La sociedad de Al-Andalus conoció un importante crecimiento demográfico, que se calcula en 7 millones
durante el califato. La población se asentaba mayoritariamente en ciudades, como Córdoba que en el siglo
X superó los 100.000 habitantes, y en las regiones agrícolas de más ricos regadíos.
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FLORECIMIENTO ECONÓMICO.
Frente al predominio del mundo rural del periodo visigodo y de la Europa cristiana contemporánea, AlAndalus conoció un florecimiento urbano y comercial que no se conocía desde el periodo romano del Alto
Imperio y que la convirtió en el estado más rico de la Europa del siglo X.
La agricultura, encaminada a su comercialización para abastecer a las ciudades, era la base del sistema
económico. Se introdujeron avances tecnológicos que aumentaron la productividad agrícola, como el
regadío, que, aunque era conocido desde la época romana, ahora va incrementar su importancia con un
completo sistema de acequias y norias. A los cultivos mediterráneas tradicionales (trigo, vid y olivo), se van
a unir nuevas especies como el arroz, la caña de azúcar, el algodón la naranja y otros frutales.
La explotación de la riqueza minera peninsular (mercurio, hierro, plomo, plata...), que venía haciéndose
desde tiempos prehistóricos, cobró renovada importancia.
En las ciudades se desarrolló una rica y variada actividad artesanal que iba desde los textiles hasta los
repujados en cuero pasando por el cristal, la orfebrería o la cerámica.
Parte de la producción era destinada al abastecimiento del sistema urbano de Al-Andalus, que seguía
utilizando las calzadas romanas como principal infraestructura viaria, pero otra parte se dedicaba a un
intenso comercio exterior a través del Mediterráneo con todos los puntos de la geografía islámica. Las
rutas de comercialización de productos artesanales se complementaron con las del oro procedente de
África y las europeas de los esclavos. En el auge comercial cobró gran importancia la unificación monetaria
en torno al dinar de oro y el dirhem de plata.
2.4. Al-Ándalus: El legado cultural
Gracias a su fuerte base económica y a los contactos con el mundo oriental, Al Andalus fue un estado
culturalmente brillante
El árabe era la lengua oficial y de prestigio del Islam, usándose tanto en las ceremonias religiosas como en
la administración estatal y en la transmisión de saberes, convirtiéndose en el nexo de unión cultural de
todos los espacios geográficos por donde se difundía la nueva religión. Muchas palabras de los actuales
idiomas peninsulares tienen su raíz en este idioma.
La cultura árabe es una mezcla de la helenística y la persa, e incluso podemos encontrar aportaciones de la
india y china, era muy superior a la hispanogoda. Por ejemplo la numeración árabe, que sustituyó a la
romana y que hoy seguimos utilizando, es de origen indio. Es muy destacable la labor de Al-Andalus como
intermediario cultural, recopilando y asimilando el saber grecorromano para luego difundirlo hacia Europa
occidental.
Córdoba, con su mezquita y su universidad, se convirtió en un activo centro intelectual. Prueba del alto nivel
cultural alcanzado en Al-Andalus durante el califato 0es la aparición de importantes figuras en todas las
ramas del saber, como los filósofos Averroes y Maimónides, el matemático Moslema o el médico Abulcasim.
En medicina realizaron operaciones complicadas como cesáreas o cataratas.
En teología-filosofía, destacan Ibn Tufail, Avempace , Ibn Hazan (personaje polifacético que cultivó la
política, el derecho, la filosofía y la literatura) y Averroes (también médico), este supo armonizar la religión
islámica y la filosofía de Aristóteles; también los filósofos judíos Avicebrón y Maimónides.
Historiadores como Ibn Jaldún, sevillano (en su libro “Historia Universal” escribe admirables reflexiones
sobre la civilización humana) y Al-Razí.
En el campo científico, destacaron el astrónomo Azarquiel (perfeccionó el astrolabio) y Maslama de Madrid.
En cuanto a Literatura, se escribe en árabe clásico y vulgar. En el clásico, Ben Hazam: “El collar de la
paloma”; los propios emires Abderrahman I y II, presumían de poetas. El rey Mutamid de Sevilla también. En
árabe vulgar o popular, Ben Muafa, que inventó la moaxaca, poema cortesano de 5 estrofas y con un
estribillo o jarcha, y Aben Guzmán, que llevó a su máximo desarrollo el zéjel, poema siempre en lengua
vulgar.
Al Andalus fue crisol de culturas y el trampolín hacia Europa de todo el saber musulmán. La Escuela de
Traductores de Toledo, fue el lugar donde se tradujeron a los tres idiomas (latín, árabe y hebreo) el
pensamiento y el saber de la época.
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2.5. La Mezquita y el Palacio en el arte hispano-musulmán.
El arte islámico radica en recoger múltiples influencias de culturas anteriores (romanas, bizantinas,
persas...) hasta lograr una síntesis que inequívocamente identificamos como arte islámico.
La decoración cobra especial relevancia para recubrir unos muros que con frecuencia se hacían con
materiales baratos y poco vistosos como el ladrillo. La prohibición coránica de representar figuras humanas
o animales en los edificios religiosos orienta la decoración hacia los temas vegetales, geométricos o
epigráficos (escritura cúfica).
La mezquita es la manifestación arquitectónica más importante. Consta de dos partes fundamentales: el
patio, con una fuente donde hacer las abluciones rituales y la torre o alminar desde donde el muecín llama a
la oración, y la sala de oración (haram), formada por diversas naves donde los creyentes oran mirando al
muro final (quibla) orientado hacia la ciudad santa de La Meca. En el muro de la quibla se abre el mihrab,
pequeña habitación donde se guarda el libro sagrado de su religión, el Corán.
La mezquita de Córdoba es el máximo exponente del arte califal. Se inició su construcción en el mismo siglo
VIII por Abderramán II, viéndose ampliada en tres ocasiones sucesivas hasta el siglo X para poder albergar a
los fieles de la ciudad en crecimiento.
En lo referente a los palacios, no se sigue un modelo establecido como en las mezquitas. La parte exterior
tiene aspecto de fortaleza o castillo, dando mayor importancia al interior, sobre el que volcaban el lujo y la
decoración.
En todo palacio se encuentran dos zonas: zona oficial (salón del trono, salón de embajadores, mezquita...)
donde se desarrollaba la vida pública de la corte y zona privada (baños, harén...) donde se desarrollaba la
vida privada del emir o califa.
En España se conservan restos de palacios del periodo califal, como el de Medina Azahara, en las afueras de
Córdoba, y del periodo taifa, como la Aljafería de Zaragoza; pero el palacio más importante y mejor
conservado es la Alambra de Granada.
El arte nazarí es el mejor exponente de la riqueza económica y refinada cultura del reino de Granada. La
Alhambra de Granada, palacio donde residieron los reyes de la dinastía nazarí, basa su belleza en la gran
riqueza decorativa realizada con materiales poco costosos, como yeserías o azulejerías. El arte
hispanomusulmán alcanza aquí sus más altas cotas lo imaginación y suntuosidad.
El palacio de la Alambra no presenta un plano regular, en realidad fue un palacio que se fue ampliando
durante los siglos XIV y XV, en el que cada nuevo rey de la dinastía nazarí ampliaba incorporando nuevos
espacios. Destaca que los diversos espacios del palacio se estructuran en torno a patios, así la vida pública lo
hacía en torno al patio de los arrayanes que daba entrada al salón del trono y la vida privada en torno al
patio de los leones.
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