Los comuneros de Castilla Por aquel año de 1520 Castilla estaba alterada ante el rumbo que iniciaba el gobierno del joven rey de España, Carlos I. En las principales ciudades se conspiraba en secreto.El motivo que levantó la llamarada fue el escandaloso desarrollo de las Cortes reunidas por Carlos I enLa Coruña. Elrey, con grave desconocimiento de la sensibilidad popular, propuso tres proyectos difícilmente aceptables: el de ausentarse por cierto tiempo de España para recibir en Alemania la corona imperial y atender a sus intereses en Europa; el de dejar, mientras tanto, al frente de los asuntos de Estado a un extranjero, Adriano de Utrecht, y el de obtener un impuesto extraordinario con el que sufragar los gastos de sus empresas europeas. Como era de suponer, cada una de las proposiciones chocó con la resistencia de los representantes de los municipios castellanos. Aquella respuesta disgustó a Carlos I y se sirvió de la astucia de sus consejeros para forzar la aceptación de sus planes. Rápidamente, el conocimiento de estos hechos llegó a las ciudades castellanas descontentas y la resistencia fue tomando forma. La ciudad de Toledo tomó el liderazgo. Le siguieron Segovia y Salamanca. Tres hombres valientes acaudillaban a los rebeldes: el toledano Juan Padilla, el segoviano Juan Bravo y el salmantino Francisco Maldonado. A las primeras ciudades se unieron otras que formaron su respectiva «comunidad». Todas las ciudades sublevadas juraron un pacto de hermandad por el que se comprometían a acudir juntas en socorro de cualquiera de ellas que lo requiriese. El primer enfrentamiento entre las tropas comuneras y el ejército real se produjo en Segovia, pero los segovianos, con la ayuda del ejército comunero, rechazaron el ataque. Poco después, Antonio de Fonseca dio la orden de que prendiesen fuego a la rica ciudad de Medina del Campo por no haber querido prestar su artillería al ejército real. La brutalidad de Fonseca indignó a los castellanos, que se pusieron en pie de guerra. En Villalar, las fuerzas comuneras se encontraron de nuevo con las del rey. Era el 23 de abril de 1521. El ejército comunero, al mando de Juan Padilla, no estaba preparado para la batalla y se retiraba a la espera de recibir ayuda. Pero la tropa, ante la ofensiva del ejército real, empezó a desmoralizarse. Sabían que iban a enfrentarse con ejércitos más experimentados, mejor armados y más numerosos. Una parte del ejército comunero corrió a refugiarse dentro de los muros de la villa de Villalar, donde Bravo y Maldonado se esforzaron en vano por organizarlo de nuevo. Mientras, Padilla, a pesar de verse abandonado, cargó con los suyos contra la caballería real. En realidad, casi no hubo batalla. La infantería comunera apenas si opuso resistencia al ataque, huyendo en desbandada. Padilla, Bravo y Maldonado no tuvieron más remedio que rendirse. Se dice que murieron unos quinientos comuneros y que un millar cayeron prisioneros. Los jefes comuneros fueron condenados a muerte y ejecutados a la mañana siguiente en la plaza de Villalar. Para saber más