Campaña Manos Unidas 2016

Anuncio
El Obispo de Cádiz y Ceuta
MENSAJE DEL OBISPO DE CÁDIZ Y CEUTA
Campaña de Manos Unidas: Plántale cara al hambre: Siembra
14 de febrero de 2016
Misericordia para combatir el hambre
Me gusta la Campaña de Manos Unidas de este año: “Plántale cara al
hambre: Siembra”. Eso de sembrar está bien: deja claro que se siembra para
cosechar, y para poder comer hacen falta ambas cosas. Lo que sucede es que
aquí se trata, como sabe muy bien Manos Unidas, de sembrar también en el
corazón. Son ellos los que impulsan la decisión de ayudar a los demás, y del
corazón salen los buenos propósitos y el amor que se concreta en obras, en
ayuda activa y eficaz. Como sabemos, el hambre no solo se combate con
comida. Esta siembra implica ideas, buenos proyectos, responsabilidad y
cooperación, en suma, una gran labranza de solidaridad. Mejor aún:
sembremos misericordia. Quien mantenga en su memoria la llamada del Santo
Padre al Jubileo de la Misericordia verá una vía excelente de realización del
amor de Dios a los hombres en el mundo. Por otra parte, sintoniza de lleno con
la encíclica Laudato Si`. La fe cristiana afirma que todo lo creado proviene del
amor de Dios. Toda la realidad es un don dirigido al hombre, que debe
custodiar. El mundo es ordenado y bueno, porque tiene su origen en el amor
infinito de Dios. Es incomprensible, pues, el desorden del hambre, las
profundas desigualdades, las radicales carencias y exclusiones del alimento
necesario y de los demás bienes.
Es necesario que toda la sociedad se involucre para que la capacidad
generadora de vida y alimento de la tierra, que es don de Dios a nuestro
servicio, llegue con sus recursos a todos los hombres. Manos Unidas quiere
terminar con todas esas hambres que mantienen en la pobreza a más de mil
millones de personas en el mundo. Con tal fin apoya programas, planes y
proyectos de desarrollo integral promovidos siempre por las personas de los
países más necesitados de América, Asia, África y Oceanía. Desde 1960 en
más de 60 países conocen su intervención.
Cuando Manos Unidas pide nuestra colaboración pretende continuar con
un trabajo que, desde hace ya 56 años, promueve la lucha contra el hambre.
Ellos saben que en esta batalla no se trata solo de dar de comer, sino que
conlleva un esfuerzo mucho mayor para acabar con una lacra que afecta a casi
800 millones de personas y en la que se mezclan múltiples factores que
necesitan atención. Por todo ello Manos Unidas combate la pobreza a través
de programas de formación que permiten mejorar la educación –tanto escolar
como profesional– de aquellos que más lo necesitan pero también a través de
la construcción y rehabilitación de infraestructuras como escuelas, hospitales y
pozos; y programas sociales que permitan fortalecer el papel de la mujer.
Intentan y consiguen, por consiguiente, abrir caminos y tender puentes de
ayuda para mejorar las condiciones de vida del mayor número de personas. Se
trata de llegar a todos, hasta en los lugares más remotos. Ahora bien, debemos
comenzar por vivir en nuestra sociedad desarrollada con un estilo de vida
austero, consumiendo lo que se necesita, sin derrochar; y, sobre todo, vivir con
entrañas de misericordia, siendo generosos, con capacidad para compartir,
especialmente con los que tenemos cerca, preocupándonos también por los
que están más lejos.
Existen muchas formas de colaborar. La llamada apremiante que hace
Manos Unidas --“Une tu mano a las nuestras”—para “plantar cara al hambre y
sembrar” es fácil responder como socios, o con donativos, o haciendo
voluntariado. Hace falta llegar a todos porque acabar con el hambre es cosa
de todos, pero uniendo nuestras manos para acabar con la desigualdad y la
pobreza. La misericordia cristiana es siempre evangelizadora y el encuentro
con Cristo y con el Evangelio es siempre camino de misericordia, es decir, la
medicina que nuestra cultura paganizada necesita para encontrar su sentido y
ordenar la convivencia de la sociedad. He aquí un camino de comunión y
servicio ejemplar para nuestra sociedad. La abundante siembra de misericordia
augura, con la ayuda de Dios, una copiosa cosecha que nos enriquece a todos.
Gracias, queridos amigos de Manos Unidas por vuestro trabajo
constante y abnegado, que este año acerca más la misericordia de Dios al
mundo. Sois un ejemplo de cómo sembrar y plantarle cara al hambre.
+Rafael Zornoza Boy,
Obispo de Cádiz y Ceuta
Descargar