Apreciado Papa Francisco, Cristo está entre nosotros. Él está entre

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Apreciado Papa Francisco,
Cristo está entre nosotros. Él está entre nosotros ahora y siempre lo estará.
Sé que varios cientos de católicos y estadounidenses de buena voluntad le han hecho un
llamamiento por escrito, haciéndole una petición con respecto a su próxima visita a los
Estados Unidos en septiembre. Apelan a usted para denunciar al gobierno de los EE.UU.—
no a los estadounidenses—por las agresiones militares de la nación, su armamento nuclear
en curso, su uso de la tortura y el genocidio del pueblo árabe del medio oriente. Estos
estadounidenses conscientes son, con seguridad, representantes de decenas de millones de
otras personas de buena voluntad que están asqueados de la agonía que las élites
económicas, políticas y militares de los EE.UU. han ocasionado intencionalmente al pueblo
árabe. Muchos católicos estadounidenses han esperado cada sábado—por más de una
década—que su sacerdote u obispo diga algo para contrarrestar la cultura militarista sin
escrúpulos prevaleciente en los EE.UU., la mitología de guerra, el negocio de la guerra, la
viciosa moral maquiavélica, con sus robos a los pobres para poder financiar el asesinato de
los pobres, todo mientras ven a sus diócesis e iglesias locales transformarse en criaderos de
sentimentalismo nacionalista, fervor patriótico y glorificación de los militares. No es difícil
comprender por qué muchos católicos estadounidenses y otros más están mirando hacia
usted, Papa Francisco, para que finalmente, finalmente, diga algo sobre esta guerra
preventiva de pesadilla, a sangre fría y sus consecuencias aplastantes y despiadadas para el
pueblo del medio oriente.
Sin embargo, yo le escribo con un propósito diferente—pero de ninguna manera
contradictorio—porque, creo yo, que lo que necesitamos de usted es algo mucho más
importante, mucho más poderoso, mucho más redentor incluso que estas denuncias que se
necesitan con tanta urgencia.
La Verdad No Deseada, La Verdad Invisible
Algunos asuntos, a pesar de todo, no pueden ser presentados y entendidos a través de una
“frase pegajosa” o una simple declaración. Este es uno de ellos; no porque nosotros, los
septuagenarios, se supone que estemos en declive cognitivamente hablando y no porque lo
que se está presentando sea difícil de comprender, sino más bien porque su crianza, mi
crianza y la crianza de la mayoría de los católicos hacen que lo que se está presentando sea
de las enseñanzas más intelectual, emocional, psicológica, teológica y socialmente
desagradables de Jesús en los Evangelios, y por lo tanto , sea la verdad menos deseada de
los Evangelios. La verdad no deseada con frecuencia se convierte en una verdad
imperceptible, incluso si la verdad no deseada es objetivamente visible, como el sol, o
como el proverbial elefante en la habitación. La verdad no deseada es con frecuencia una
verdad que uno teme ver y el temor enceguece. Con ese prólogo y con la esperanza de que
usted tomará todo el tiempo que Dios considere que deba tomar para leer y considerar lo
que aquí se presenta, comencemos a pensar juntos.
Yo creo que no importará lo que usted les diga a los estadounidenses y a la gente de las
Naciones Unidas, mediante una denuncia racional de las guerras actuales o de todas las
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guerras, cuando venga aquí, esto no tendrá ninguna importancia. Sus condenas morales de
éste o aquel mal y sus elogios de éste o aquel bien serán aplaudidos y publicitados
vigorosamente. También serán tan ineficaces como todo lo demás que ha sido hablado,
escrito, insinuado, exhortado o implicado por los Papas que se han dirigido a la humanidad
o a un segmento nacionalista o étnico de la humanidad con respecto a la guerra, durante las
décadas asesinas del siglo veinte.
Tres Sombreros
Por lo tanto, le escribo para solicitarle algo mucho más básico que la denuncia púbica de
los males presentes y la expresión pública de admiración para el bien presente dentro de la
sociedad de los EE.UU. en particular y dentro de la humanidad en general. Reconozco
completamente que usted viene a los EE.UU. usando tres sombreros: jefe de estado, jefe de
gobierno y jefe terrenal de la Iglesia Católica. Le pido que, en algún momento mientras
usted esté aquí, deje de lado los dos sombreros políticos y gubernamentales y, como el
Vicario de Cristo en la tierra, se preocupe exclusivamente de aquellos que fueron elegidos y
han sido elegidos para vivir el misterio de sus existencias y de la existencia misma dentro
de un irrevocable compromiso con Jesús como se hace presente en la Fe Católica Cristiana.
No pido que usted simplemente diga algo, de católico a católicos y de Papa a católicos de
los Estados Unidos y de todas las naciones; le pido que usted haga algo, algo específico,
algo esencial, algo monumental, algo que está completamente dentro de su poder hacer y
algo que tiene más poder para producir cambios que cualquier otra cosa que se pueda
imaginar. Apelo a usted para hacer algo por y a través de los 65 millones de católicos en los
Estados Unidos y los 1.4 billones de católicos en este planeta—y después dejar que las
ondas de la Verdad Divina salgan, mientras el Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad, las
dirige con Su Aliento.
“Solo su opinión”
El Papa habla públicamente con tanta frecuencia y dice tanto sobre temas tan diferentes que
una declaración papal más a todo el Pueblo de Dios sobre que “la guerra es mala”, tendría
poco peso en la mente de la mayoría de los católicos. La respuesta católica de los de la
derecha, del centro y la izquierda sería, “ésa es solo su opinión”. Sin embargo, una
declaración ex cathedra, infalible de que la participación católica cristiana en la guerra es
siempre y en todo lugar un mal intrínsecamente grave, es una declaración y una realidad
totalmente diferente. Es lo que es esencial en este caso para permitir que el Jesús de los
Evangelios trabaje a través de su Iglesia y de este modo empodere a la Iglesia para ser un
agente del cambio redentor y para ser el testigo redentor que Jesús pretendía que fuera para
toda la humanidad.
“War never again! Never again war!”, dicho a todas las personas en el mundo por el Papa
es una declaración que aquellos que están en el negocio de la guerra pueden ignorar y
neutralizar con poco esfuerzo. Sin embargo, la frase: “para los católicos es un mal grave e
intrínseco participar en la guerra”, proclamada infaliblemente por el Papa a los 65
millones de católicos en los EE.UU. y los 1.4 billones de católicos en el mundo precipitaría
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un movimiento tectónico dentro de la humanidad y temblores dentro de aquellos que están
en el negocio de la guerra, en hacer la guerra, la preparación de la guerra, justificación de la
guerra y glorificación de la guerra.
“Enséñalos a obedecer todo lo que yo os he mandado”.
Específicamente, lo que le estoy pidiendo que usted haga es ejercitar la autoridad única del
Ministerio Petrino en la Iglesia, la autoridad de las llaves y haga sustantivamente una
proclamación en conformidad con lo siguiente:
“Yo, Francisco, Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro, Sirviente de los Sirvientes de
Dios, infaliblemente proclamo desde la Cátedra de Pedro, ex cathedra, que Jesús, la
Palabra (logos) de Dios hecha carne, fue, es y será siempre, tanto en su naturaleza
humana como divina, una Persona de Amor Eterno No Violento por todos los seres
humanos en todas las circunstancias sin excepción. La crueldad y la violencia están
absoluta y eternamente ausentes en Él. Para los católicos, que han sido elegidos por
Jesucristo para recibir el regalo de la fe en Él, para ser bautizados en Él y para amar a
otros como Él los ama, la participación en la guerra es un mal gravemente intrínseco en el
que ningún católico tiene permitido participar moralmente bajo ninguna circunstancia. Tal
participación es objetivamente incapaz de nunca, bajo ninguna condición, estar en
conformidad con los mandamientos y enseñanzas, el Camino y el Espíritu Santo de Jesús.
Por lo tanto, cualquier justificación pasada, presente y futura para que los católicos
participen en una guerra se declara ahora y para siempre completa y totalmente nula y
absolutamente inválida.
Le suplico, Francisco, que alimente a las ovejas de Jesús, diciéndoles a aquellos para los
que sus enseñanzas ex cathedra son un mandato de consciencia, por ejemplo, los católicos,
la verdad del Evangelio sobre las enseñanzas explicitas de Jesús en relación con la
violencia y la enemistad, a saber, que él rechaza completamente la violencia y la enemistad
con la palabra y los hechos como opciones para Sí Mismo y para aquellos que Él elige para
ser Sus Discípulos.
Presentación de Valores y Prácticas en la Iglesia
Una cosa es actualizar por orden legal el sistema bancario de un Estado, por ejemplo, el del
Estado de la Ciudad del Vaticano, y ponerlo en línea con los valores y prácticas deseadas
por aquellos que controlan los sistemas bancarios de Europa y de los EE.UU. Otro asunto
completamente distinto es poner en línea a la Iglesia Católica con los valores y prácticas
explícitamente deseadas por el Jesús de los Evangelios. Cualquiera que sea la importancia
que lo primero pueda o no tener, es infinitamente eclipsado por la importancia de lo
segundo. Pero, por razones aparentes, los medios masivos alabarían lo primero y
agasajarían al jefe ejecutivo de un Estado, por ejemplo, a un Papa que llevara a cabo esto. Y
por razones que son igualmente aparentes, los medios masivos vilipendiarían a un Papa que
trate de llevar la fidelidad a la Comunidad Católica del Jesús no Violento de los Evangelios
y su Camino de Amor no Violento a amigos y enemigos.
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Los Asesores
La mayoría, quizá todos, sus asesores le dirán, le advertirán, que se apegue a las reformas
administrativas institucionales, por ejemplo, la curia y que pronuncie discursos espirituales
edificantes a todo el pueblo de Dios, alabando el bien y condenando el pecado. Le dirán que
hablar como el Vicario de Cristo, ex cathedra, sobre la verdad del Jesús no Violento de los
Evangelios y su Camino de Amor Eterno no Violento para todos bajo todas las
circunstancias, a los discípulos católicos de Jesús en los EE.UU. y alrededor del mundo y
relacionarlo directamente al mal intrínsecamente grave de participar en la matanza humana
y el derramamiento de sangre en la guerra, sería un disparate de las proporciones de la
‘limpieza del Templo’ con consecuencias como las de la ‘limpieza del Templo’ para usted
y para la Iglesia Católica. Pero como bien lo sabe como Vicario de Cristo en la tierra, su
negocio, como el negocio de Cristo cuando Él caminó por la tierra, no es el éxito, sino la
fidelidad. El negocio del Padre es el éxito.
El Vicario
“Vicario” se deriva del latín vicarius, que se traduce como “sustituir” o “vicario”. El Papa,
en una manera y ministerio eclesiástico único, es un sustituto de Cristo en la tierra como
nadie más lo puede ser. En el Ministerio Petrino, él es un Vicario de Cristo. Que un Papa
cumpla con las obligaciones de su ministerio hablando y actuando en nombre de Jesús
como Jesús hablaría y actuaría es un asunto de elección personal. El Papa Julio II, que guió
al ejército Papal en batallas homicidas a lomo de su gran caballo blanco, llevando una
armadura plateada y blandiendo una espada, no podría ser razonablemente visto como
alguien que habla y actúa de una manera lógicamente consistente con el Jesús de los
Evangelios. Dudo que cualquiera que haya visto al Papa Julio II ir contra ellos—para
pisotearlos y asesinarlos – hubiera pensado, “aquí viene Jesucristo”.
Lo mismo debe decirse de otros Papas quienes, aunque fueron demasiado tímidos y
pusilánimes para guiar a sus guerreros católicos en la guerra, no obstante, justificaron
elocuentemente, de hecho bendijeron, a otros católicos que iban a la guerra para matar y
mutilar y para ser asesinados y mutilados. No es más lógico o teológico sugerir que esto es
lo que Jesús hubiera hecho y bendecido, que sugerir que lo que el Papa Julio II hizo es lo
que Jesús hubiera hecho. En ambas instancias, el Papa ha fallado en su Ministerio Petrino
de ser el Vicario de Cristo, el vicario de Jesucristo en la tierra.
“Alimenta a mis ovejas”
Francisco, usted estará haciendo una inmensa contribución a una auténtica paz, a la
reconciliación entre las personas y a la reconciliación entre ellas y Dios, a la salvación de
las almas, a la salvación eterna de toda la humanidad y a “la mayor gloria de Dios, si usted
alimenta a las ovejas de Jesús con la verdad de Jesús, que es inseparable de su persona y
sus palabras. También estará haciendo lo que Cristo eligió que usted haga como el sucesor
de Pedro, “alimenta a mis ovejas” (Jn 21:15). Es una verdad histórica, espiritual y moral
dura pero verificable que cuando un sucesor de Pedro alimenta a las ovejas de Jesús con lo
opuesto a la verdad de la Persona, a las palabras y obras de Jesús o mediante el silencio
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permite a otros dentro de su cuidado espiritual que alimenten con eso a las ovejas de Jesús,
esa persona no está amando a Jesús y no está alimentando a sus ovejas. Las está
envenenando.
Al revés
Por más de un milenio los líderes terrenales espirituales y morales de los católicos
cristianos han puesto de cabeza la verdad del Jesús no Violento y su Camino de Amor no
Violento para todos bajo todas las circunstancias. Este es un hecho histórico irrefutable, no
una opinión. Como dijo Gandhi, “las únicas personas que no ven a Jesús como no Violento
son los cristianos”. Francisco, usted y todos los teólogos católicos saben que la teoría de la
guerra católica justa no es la enseñanza de Jesús y que no es una extensión lógica o
aplicación de las enseñanzas de Jesús. La teoría de la guerra católica justa es una inversión
autoevidente de 180 grados de la verdad de Jesús en la teoría y en la práctica. Pone al revés
las enseñanzas de Jesús. La teoría de la guerra católica justa es el principal ejemplo en la
historia de la iglesia del fracaso al entender la severa advertencia de Jesús a los fariseos:
“Ustedes ignoran los mandamientos de Dios pero se aferran a las tradiciones humanas.
Qué bien han dejado de lado los mandamientos de Dios para defender sus tradiciones”
(Mc 7: 7-9). Pero, está completamente dentro de su autoridad, y su autoridad únicamente,
detener este motín, corregir esta inversión, ciertamente, esta anulación de las enseñanzas de
Jesús en la Comunidad Católica en los Estados Unidos y en las Comunidades Católicas en
todo el mundo—y de este modo “voltear el mundo al revés” (Hechos 17:6)
Bendito Óscar
Francisco, como Vicario de Cristo, alimentar a las ovejas de Jesús como Jesús las alimentó,
amarlas como Jesús las amó, enseñarles lo que Jesús les enseñó puede ser a menudo una
elección espantosa. Posiblemente puede tener un gran costo y puede incluso—como
sucedió con el Bendito Óscar Romero—poner a un Papa en la cruz por el resto de su vida
terrenal en lugar de en la portada de la REVISTA TIME por una semana. Pero, como se le
dijo cuando fue elegido Papa, “Pater sancte, sic transit gloria mundi”. El amor en la
imitación de Cristo es eterno; todo lo demás en el tiempo es efímero, totalmente
perecedero. La teoría de la guerra católica justa no es amor en imitación de Jesús. No es
amor en conformidad con el nuevo mandamiento de Jesús, “como yo los he amado”. Es
efímero.
Non Serviam, Non Credo
Francisco, para que los obispos, incluyendo el Obispo de Roma, y los sacerdotes sigan de
pie y enseñen una filosofía de una teorética guerra católica justa—de acuerdo con la cual un
seguidor de Jesús puede asesinar a otros seres humanos salvajemente—como un sustituto
moralmente aceptable a los ojos de Jesús de seguir Su ejemplo, Sus enseñanzas y Su
Camino de Amor no Violento a todos según se proclamó, vivió y ordenó en los Evangelios,
es una elección asombrosamente irracional, ciertamente terrible—si uno cree que Jesús es
Dios encarnado. En un acto non serviam descarado. O de lo contrario y más probablemente,
es un non credo con respecto al mesianismo y/o divinidad de Jesús.
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Tales obispos y sacerdotes se comportan como un padre cristiano quien, después de leerle a
su hijo historias de los Evangelios sobre Jesús, diciéndole que Jesús ama a todas las
personas, incluso a aquellas que lo crucificaron, le da al pequeño un arma de juguete como
regalo de navidad para que éste pretenda matar a sus enemigos. Este regalo crea un lente
que distorsiona la percepción en la mente de un niño que invierte la imagen de Jesús en los
Evangelios. Seguir permitiendo que la carnicería de la guerra sea comprendida como si
estuviera moralmente validada por la Palabra (logos) de Dios Encarnado, el Jesús de los
Evangelios, no es alimentar a las ovejas de Jesús. Es darles a los niños una serpiente cuando
ellos piden un pez (Lc 11:11; Mt 7:10; Jn 21:17). Eso no es lo que Jesús quiso para usted
cuando le dio la orden, “alimenta a mis ovejas”—y la dio como una definición de lo que Su
amor verdadero significa para Pedro y sus legítimos sucesores.
Revolvere
Como usted sabe, la palabra “revolución” se deriva etimológicamente de revolveré, “girar”,
“regresar”. Me doy cuenta de que le estoy pidiendo que se convierta en el iniciador y líder
de una revolución, una revolución no violenta, para el bienestar temporal y eterno de todos.
Estoy aquí pidiéndole que haga lo que Jesús hizo con el apoyo omnipresente y omnipotente
del Padre, eso es, que haga lo que se percibe imposible. Una revolución así necesita
primero ocurrir, no en el mundo, sino en la Iglesia. Nosotros los católicos necesitamos dar
la vuelta, regresar a nuestro Fundador y Dios y su autoridad omnisciente: necesitamos
reestablecer una ética católica que tenga sus raíces lógica y encarnacionalmente en el Jesús
no Violento de los Evangelios, quien es la omnipresente, omnipotente y omnisciente
Palabra (logos) de Dios “hecha carne” y su Camino de Amor no Violento a amigos y
enemigos, incluso a los enemigos letales. Pero, ¿por qué esta revolución, esta metanoia, en
la iglesia católica debe comenzar con usted? Porque, como el teólogo moral preeminente en
la Iglesia Católica en el siglo veinte, el Reverendo Bernard Haring, señaló, hay una
“obstinada resistencia de la clase dominante religiosa en la Iglesia al mensaje de Cristo y
testimonio de la no violencia. Sin embargo no es posible hablar del sacrificio de Cristo
mientras se ignora el rol de la no violencia. Jesús es la no violencia encarnada”.
La ‘gran mentira’
La ‘gran mentira’ es una mentira tan colosal que nadie creería que alguien podría tener el
descaro de distorsionar así la verdad. Pedro es el único que puede romper el abrazo de la
muerte de la ‘gran mentira’ que la teoría de la guerra católica justa tiene en el liderazgo de
la iglesia, que controla prácticamente todos los medios de comunicación dentro de la
Comunidad Católica. En un plano racional y erudito, como el principal estudioso de la
Biblia Católica de mediados del siglo veinte, el reverendo John L. McKenzie dice:
Jesús enseñaba que la violencia pertenece al reino de satanás y los hombres deben
expulsar la violencia si desean liberarse a sí mismos del reino de satanás. Si Jesús no
rechazó cualquier tipo de violencia por cualquier propósito entonces no sabemos nada de
Él. Él no acepta de ninguna manera la violencia como un medio para controlar la
violencia. Hemos tratado de producir una forma de Cristianismo que será tolerante con
aquellos que creen que la mejor manera de lidiar con los enemigos es vencerlos. Y hemos
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hecho esto. Hemos producido la ética de una guerra justa. Esto no está en el Nuevo
Testamento y todos los teólogos lo saben. Jesús presenta en sus palabras y vida no solo
una buena manera de hacer las cosas, no solo un ideal a ser ejecutado cuando sea
conveniente, sino la única manera de hacer lo que Él hizo. La guerra cristiana justa es una
pieza de falsa moralidad cristiana.
Pero, por siglos de siglos hasta ahora, la clase religiosa dominante en la Iglesia, vía las
“filosofías basadas en el principio de este mundo”, ha estado intencionalmente
desdibujando y nublando la verdad concerniente al total rechazo de la violencia y
enemistad del Jesús de los Evangelios, enviando mensajes contradictorios, teniendo como
base la enseñanza de filosofía a los fieles. No hay mensajes contradictorios en la enseñanza
de Jesús con respecto al rechazo de la violencia y enemistad. Al enseñar durante siglos una
evasión filosófica, asesina, humanamente artificial llamada la teoría de la guerra católica
justa, que no debe nada a cualquier cosa que Jesús haya hecho o dicho jamás, como algo
consistente moralmente con la verdad presentada por el Jesús no Violento de los
Evangelios, la clase religiosa dominante en la Iglesia se ha convencido y engañado a sí
misma y a la Comunidad Católica a través de la ‘gran mentira’ de que la teoría de la guerra
católica justa y no el Sermón de la Montaña es el estándar moral al que debemos acudir
cuando las elites locales políticas, económicas, militares y de los medios aúllan y chillan:
“¡guerra!”.
La ley de Dios escrita en el corazón
Ni la Iglesia ni usted, Francisco, tienen una comisión de Jesús para enseñar filosofía, ni
mucho menos de sustituir sus enseñanzas sin ambigüedad con presunciones y
especulaciones filosóficas, por ejemplo, la protección de la vida terrenal a causa de un
enemigo letal otorga un derecho inalienable a la persona amenazada de ejercer violencia
homicida en contra del enemigo. Las filosofías pueden contener innumerables valores de
alta prioridad, incluyendo la primacía del valor de sobrevivencia terrenal justo por encima
de todo; por ejemplo, una persona, una nación, un grupo étnico, un sistema económico, un
estándar de comodidad, un sistema de clases, mi dinero, mi trozo de tierra, mi casa, mi lo
que sea, etc. La filosofía particular después determina que este o aquel valor importante
debe ser protegido y mantenido mediante violencia homicida individual o colectiva porque
la necesidad de defenderla sobrepasa todas las demás consideraciones, incluyendo, para los
cristianos, ser fieles a las enseñanzas explicitas de Jesús. Uno buscará en vano en las
enseñanzas de Jesús y no encontrará tal entendimiento o excepción. Lo que tiene el valor
absoluto en los ojos de Dios y en los ojos de la Palabra (logos) de Dios Encarnada, Jesús, es
la fidelidad a la revelación de la voluntad del Padre como Jesús la reveló en su persona,
palabras y hechos. La cruz—en la que Jesús vivió hasta la muerte su Camino de Amor no
Violento a sus enemigos—no es el símbolo ni la realidad de la supervivencia terrenal. Es,
sin embargo, el símbolo y la realidad de la supervivencia eterna en comunión con Dios—
resurrección.
Francisco, cualquiera que sea “la ley de Dios escrita en el corazón” de cada persona por la
Palabra (logos) de Dios (Rm 2:14-15), ésta no se conoce ni se entiende a través de los
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sistemas filosóficos o especulaciones que contradicen la ley que fue colocada en el corazón
humano por la Palabra de Dios encarnada en su Sermón de la Montaña. Si un sistema
filosófico en sus premisas y/o en sus conclusiones llega a una interpretación de “la ley
escrita en el corazón humano”, algunas veces conocida como ley natural, que va en contra
de las enseñanzas de Jesús y ésta es presentada a los cristianos como un sustituto de las
enseñanzas de Jesús, la única conclusión racional a la que un cristiano puede llegar es que
dicha interpretación de “la ley escrita en el corazón humano” es errónea. La ley de Dios
está inscrita en el ser de cada ser humano por la Palabra de Dios. Pero, cualquier
interpretación de ella que diga que, incluso si implica a un cristiano, lo que la Palabra
(logos) de Dios Encarnada enseña como la “ley de Dios”—ciertamente, lo que Él “ordena”
debe “obedecerse” porque es la ley de Dios (Mt 28:19)—puede ser contravenido, es una
mala interpretación de la “ley escrita en el corazón humano”. La Palabra (logos) de Dios
no enseña y no puede enseñar que “A” es malo y por lo tanto, contrario a la voluntad de
Dios, el lunes y, después el martes, enseñar que “A” es bueno y consistente con la voluntad
de Dios.
La ley de Dios es su Palabra, la Palabra (logos) de Dios—quien se comunica con los seres
humanos desde el cielo y en la tierra la voluntad de Dios que se hace en el cielo como debe
hacerse en la tierra—no es auto-contradictoria. Es la misma Palabra (logos) de Dios que
creó el universo, que entregó el Sermón de la Montaña; es la misma Palabra (logos) de Dios
quien escribió la “ley de Dios en los corazones” de los seres humanos, quien ordenó,
“amad a sus enemigos”, y “amaos los unos a los otros como yo los he amado”. Si en
algún momento hay una contradicción entre lo que Jesús enseñó como la voluntad moral de
Dios y lo que una o muchas mentes humanas, finitas y llenas de concupiscencia, interpretan
como el significado de “la ley de Dios escrita en el corazón”, la razón dicta que una
interpretación que se opone a lo que la Palabra (logos) de Dios Encarnada enseñó, lo que el
autor de “la ley de Dios escrita en el corazón humano” enseñó, es radicalmente defectuosa.
Francisco, ¿no es tiempo ya de que Pedro ponga fin a esta absurda falsa filosófica-teológica
apodada la teoría de la guerra cristiana justa, la cual solo sirve para minar la credibilidad de
Jesús, para introducir desconfianza de Jesús en la psique de un cristiano, para camuflar el
mal como bien y para de este modo continuamente ayudar, instigar y fomentar el remolino
espiritual y moral del mal etiquetado como guerra, lo que luego cataliza todos los demás
males conocidos por la humanidad?
El Costo de Etiquetar a lo Malo como “Bueno”
Francisco, las Escrituras hebreas y cristianas están de acuerdo: un mal sin nombre se
propagará incesantemente y con intensidad creciente. El mal designado como bueno en
virtud de los adornos y atavíos de lo “santo” es generacionalmente catastrófico. La atroz
monstruosidad entre 1914 y 1918—ratificada por los líderes de la iglesia en la mayoría de
las naciones (aunque no por el Papa Benedicto XV) como algo conforme a la voluntad de
Dios según la reveló Jesús—hizo metástasis en el cataclismo infernal endosado por la
iglesia de 1939 a 1945. La “sagrada” presencia de las ilusorias garantías de “seguridad”
moral y espiritual de la teoría de la guerra católica justa en la consciencia de los católicos
promovió, ayudó e instigó esta pandemia de mal homicida, como lo ha hecho en decenas de
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miles de otros ejercicios similares, si bien de menor escala, en masacres humanas en los
últimos 1700 años. ¿No debe tenerse en cuenta el hecho de que solo haya habido un
católico laico que fue un concienzudo objetor de ir a la guerra en nombre de Alemania en la
Segunda Guerra Mundial, el bendito Franz Jägerstätter, quien clamó a los líderes de la
Iglesia que un mal sin nombre se había propagado con el entusiasmo de la Iglesia Católica
institucional y con abrumador apoyo de la clase eclesiástica dominante de la Iglesia?
Brincar como el Camino de Jesús
El Profeta Elías confrontado por los israelitas que caían en la ‘gran mentira’ hace 2800 años
demandó que no trataran de vivir brincando entre dos pensamientos sacando ventaja
espiritualmente: ¿por cuánto tiempo pretenden brincar, primero con una pierna y después
con la otra? Si Yahvé es Dios, síganlo; si Baal lo es, síganlo“. La misma pregunta enfrenta
ahora la Iglesia Católica y específicamente a usted, el Vicario de Cristo. Específicamente
usted, Francisco, porque usted tiene una autoridad única en la Iglesia Católica para detener
el brincoteo entre dos opciones morales contradictorias enseñando infaliblemente lo que
Jesús infaliblemente enseñó. Usted tiene la autoridad y la capacidad de desatar los
enredados nudos de la lógica, propaganda e ilusión al servicio del engaño asesino, que la
teoría de la guerra católica justa y sus defensores en la clase dominante han atado alrededor
del corazón de la Iglesia Institucional y de los corazones de sus miembros. Simplemente
proclame, ex cathedra, “Jesús es Dios, síganlo”.
Jesús, en Ti confío.
Cómo pueden decir los católicos, “Jesús, en Ti confío”, si los líderes de su Iglesia les dicen
que hay otro camino que seguir—un camino que es la antítesis de lo que Jesús enseñó—que
se puede substituir por el Camino de Jesús, ¿debido a que su camino no es realista?
Seguramente, si creemos en Jesús como Señor, Dios y Salvador, si de verdad creemos,
entonces sabemos que la Iglesia y cada Papa, Obispo, Sacerdote y persona laica no debería
nunca pensar que necesita separarse una sola pulgada del Camino de Jesús para completar,
ellos y la Iglesia, la misión que Jesús les asignó. Enseñar de forma diferente, orgánicamente
siembra las semillas de desconfianza en lo divino y después el zorro del miedo entra al
gallinero. La teoría de la guerra católica justa comunica de forma alta y clara a los católicos
y a toda la humanidad, “Jesús, no confío en ti. No confío en que sepas de qué estás
hablando. Así que no seguiré tu camino porque tengo miedo de hacerlo.” Elegir el camino
de la teoría de la guerra católica justa es elegir desechar el Camino de Jesús, porque no
confío en que Él me esté diciendo toda la verdad y nada más que la verdad.
Este miedo de confiar en Jesús es la raíz de la aceptación de la teoría de la guerra católica
justa por parte de los Obispos, Sacerdotes y laicado. Debido a este miedo básico a confiar
en el Jesús no Violento de los Evangelios y su Camino de Amor no Violento a todos, la
puerta se abre para una legión de otros miedos que entran en las mentes y corazones de los
líderes de la Iglesia. Los Obispos y Sacerdotes y por extensión natural, las Comunidades
Católicas que ellos guían, son entonces impulsados por estos miedos siempre
multiplicándose, enseñando—no lo que Jesús enseñó—sino lo que Jesús nunca enseño.
Ciertamente, la lógica opuesta, es decir, las teorías justificadas de violencia homicida de lo
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que Jesús enseñó por palabra y obra—“enseñando como doctrinas los preceptos del
hombre” (Mt 15:8; Is 29:13). “Asegúrense”, escribe San Pablo, “Que nadie los atrape y
prive de su libertad por una filosofía de segunda mano, vacía, racional con base en los
principios de este mundo en lugar de tener como base a Cristo” (Col 2:8). ¿Puede ser
exactamente eso lo que la Iglesia Católica Institucional está haciéndole a sus miembros con
su propagación de las teorías de la guerra católica justa?
Las Llaves
Jesús le dijo a Pedro: “te daré las llaves del Reino de los Cielos”. Pero las llaves se pueden
usar tanto para cerrar como para abrir. ¿No es cerrar y abrir exactamente lo que la iglesia
institucional ha estado haciendo por mucho tiempo, esto es, dejando afuera las enseñanzas
de Jesús sobre el Amor no Violento de amigos y enemigos para los católicos mientras dejan
pasar adentro la teoría de la guerra católica justa como un sustituto moralmente aceptable
de sus enseñanzas para los católicos—sino una enseñanza moralmente superior a sus
enseñanzas? Francisco, no permita que su momento como el Ministro Petrino en la Iglesia
sea testigo del miedo conquistando a la fidelidad. Deje que perdure en el tiempo y memoria
como testigo del amor y la fidelidad al amor—“si me amas cumplirás mis
mandamientos”—y la conquista del miedo. La clase religiosa dominante en la Iglesia y los
católicos en general debido a esto, están atados a lazos temerosos, temibles e ilógicos,
emocional, psicológica, teológica, moral y espiritualmente de la teoría de la guerra católica
justa. Deshaga sus nudos, libérelos de sus ataduras, deshaga los nudos del miedo que los
atan al homicidio y al odio, libérelos para que “amen a sus enemigos”, “para amar como
Jesús ama”. Libérelos mediante sus infalibles enseñanzas desde la Cátedra de Pedro y
mediante su ejemplo de confianza en Jesús superando el miedo.
La Iglesia Católica institucional y usted, Francisco, por su ministerio único dentro de ella,
enfrentan una elección. ¿Elegirán ambos el Camino del Amor no Violento a amigos y
enemigos del Jesús no Violento de los Evangelios? O, continuarán ambos por el camino
impío, humanamente destructivo de seguir las ideas sobre Dios y su Voluntad creadas “por
alguna filosofía de segunda mano, vacía, racional con base en los principios de este mundo
en lugar de tener como base a Cristo” que promueve el miedo y la desconfianza en Jesús,
una extensión evidentemente ilógica de las enseñanzas de Jesús, así como la guerra y un
caldero de males generacionales. Elegir un camino es renunciar al otro. Hay un dicho: no
importa que tanto hayas avanzado por el camino equivocado; regresa cuando te des cuenta.
Y por supuesto, el silencio de haber estado en el camino equivocado solo sirve al status
quo, sirve solo al proceso de continuar por el camino equivocado—que en caso de la teoría
de la guerra católica justa es el camino de la participación en las orgias del mal llamadas
guerra, bajo los supuestos auspicios de Jesucristo.
EL INFALIBLE
Francisco, el Jesús no Violento de los Evangelios y su Camino de Amor no Violento es su
única opción verdadera como el Vicario de Cristo. El silencio no es una opción bajo la
gravedad de lo que está en juego espiritualmente. Usted puede, con certeza moral,
infaliblemente declararlo para todos los católicos como una verdad ex cathedra de la Iglesia
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Católica porque Jesús, el INFALIBLE, lo enseñó como la verdad, camino y voluntad de
Dios para aquellos que Él eligió como sus discípulos. Francisco, usted no debe temer
enseñar clara e infaliblemente lo que Jesús el INFALIBLE enseñó clara e infaliblemente,
cuando Él caminó en la tierra y cuando Él caminó sobre el agua. De hecho y en verdad, es
todo lo que usted tiene la autoridad de enseñar como el Vicario de Cristo y sucesor de
Pedro.
María, desatadora de nudos, ruega por nosotros.
En Cristo-Dios,
EMMANUEL CHARLES MCCARTHY
Sacerdote y pecador
49 Burkeside Ave, Brockton, MA 02301, USA
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