“El Orden Internacional después de la Guerra de Irak. Escenarios

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“Trabajo presentado al 6to Congreso Nacional de Ciencia Política de la
Sociedad Argentina de Análisis Político”
Del 5 al 8 de Noviembre de 2003
“El Orden Internacional después de la Guerra de Irak.
Escenarios inciertos en torno a Medio Oriente”.
Apellido y Nombre: Paredes Rodríguez, Rubén
D.N.I 23.926.831
E-mail/Teléfono: [email protected] (0341) 4818597
Entidad a la cual pertenece: Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales, Universidad Nacional de Rosario y Centro de Estudios en
Relaciones Internacionales de Rosario (CERIR).
Panel: 8. “El ordenamiento político internacional a partir de la Guerra de
Irak.”
1
El Orden Internacional después de la Guerra de Irak. Escenarios inciertos entorno
a Medio Oriente.
- Consideraciones iniciales
Muchos son los interrogantes acerca de cómo será el ordenamiento internacional a
partir de la Guerra de Irak, la actuación de los Estados Unidos en otras posibles
intervenciones preventivas, la participación de los países socios o aliados, la legalidad
internacional, la situación de los países considerados enemigos e integrantes del
denominado “eje del mal” y por sobretodo, la configuración del mapa en la región de
Medio Oriente. De esta manera, se está asistiendo a un proceso de confusión en donde los
interrogantes dan paso al escepticismo sobre las expectativas puestas en el devenir del Siglo
XXI.
En este sentido, se considera que la Guerra contra Irak acaecida en el mes de marzo
del 2003, se inserta bajo una lógica en donde se han cristalizado una serie de factores
políticos–estratégicos y económicos en una región convulsionada del mundo que lejos está
de hallar estabilidad. El escenario geopolítico en Medio Oriente una vez finalizada la guerra
es lo que más incertidumbres despierta, dado que va a requerir de una alta ingeniería
geoestratégica en un futuro considerado largo y problemático, no sólo vinculado a la
continuidad de las fronteras del actual Irak sino también a los intereses del mundo árabe e
islámico.
En este trabajo se pretende abordar la configuración del Orden Internacional
teniendo en cuenta un conjunto de acontecimientos acaecidos en el escenario internacional,
los precedentes de actuación por parte de la superpotencia y cómo se está realizando el
retorno a una visión realista de las relaciones internacionales – obviamente desde la
perspectiva norteamericana- a través de los denominados Think Tanks que influyen y
asesoran en temas de política internacional. Asimismo, se abordará la realidad de Medio
Oriente, la cual no se estaría condiciendo con el diseño del orden de posguerra y la
remodelación de la región según los intereses de seguridad norteamericanos. Finalmente, se
intentará arribar a algunas conclusiones, que a pesar de no ser exhaustivas, buscan aunar
dos aspectos, la configuración del Orden Internacional después de la Guerra de Irak y los
escenarios inciertos en torno a Medio Oriente.
2
- Cuánto de nuevo y cuánto de viejo en el Orden Internacional
La primera Guerra Preventiva de la administración norteamericana iniciada el 20 de
marzo de 2003 tuvo como epicentro para el desarrollo de las operaciones militares a Irak.
Empero, se está lejos de haber logrado todos los objetivos planteados, más aún cuando la
concepción tradicional de guerra ha cambiado en algunos aspectos. Una vez más, nos
encontramos frente a una situación en donde el enemigo se ha vuelto virtual. No sólo
desapareció físicamente Saddan Hussein del país violando los sofisticados sistemas
satelitales norteamericanos, sino que también ha desaparecido el régimen baasista, instalado
en el poder desde 1968, sin capitular.
Esto último no es nuevo, teniendo en cuenta que el antecedente lo constituyó
Afganistán en el 2001, en donde desapareció el régimen Talibán incluido el Mullah Omar y
con él, el líder de la organización terrorista Al-qaeda Osama Bin Laden, artífice de los
atentados del 11 de septiembre sobre las twin towers y el pentágono. Bajo la concepción
tradicional, la guerra incluía a dos partes enfrentadas ya sea dos estados o grupos de
estados, una declaración de guerra u hostilidades y un armisticio. Sin embargo, ha habido
un cambio en la lógica precedente y en la identificación del enemigo. Ahora el enemigo
desaparece, se volatiliza, se torna difuso generando la sensación que la guerra llega a su fin
sin la necesidad de capitular, lo cual deja abierta la posibilidad de que vuela en cualquier
momento. Así lo demuestran los últimos acontecimientos en Afganistán, más precisamente
en la región sur de Kandaghar, en donde continúan registrándose atentados perpetuados
por las milicias talibanes y los atentados a diario sobre posiciones americanas y británicas
en Irak.1
Ahora bien, a lo largo del desarrollo de las relaciones internacionales ha habido una
constante de identificar la configuración de un nuevo orden internacional luego de
finalizada una conflagración bélica, es decir, después de una guerra cuya magnitud pudo
haber generado una nueva situación internacional. Pero, surgen una serie de interrogantes
vinculados a lo anterior que se podrían formular de la siguiente manera: ¿cómo sería el
orden internacional después de la Guerra contra Irak cuando se ha alterado la legalidad y la
legitimidad internacional en el marco de lo dispuesto por la Carta de las Naciones Unidas?
1
Véase: www.lemonde.fr/ La guerre contre le terrorisme accumule les échecs.htm, consultado el 25 de agosto
de 2003.
3
¿Se puede hablar estrictamente de un nuevo orden o más bien de la cristalización de un
accionar unilateral que ha venido efectuando la única superpotencia como son los Estados
Unidos?
En lo que respecta a ésta penúltima guerra contra Irak -y decimos penúltima
siguiendo a Norberto Bobbio- porque aunque la guerra en todas sus formas generalmente
provoque horror, no podemos borrarla de la historia porque el cambio histórico, el paso
de una etapa a otra del desarrollo histórico, es en gran parte producto de las guerras
(Bobbio:1996:313) Por tal motivo, sería ilusorio suponer que no habrá otras cuando han
existido a lo largo de la historia, sin embargo, la pregunta que cabría hacerse es qué orden
es el que termina con la guerra contra Irak.
En otras palabras, el orden que termina es el de Post Guerra Fría, en el cual se
debatió durante la década de los noventa, que momento prevalecería, es decir, el multipolar
que respondía entre otras cuestiones a una revitalización de las Naciones Unidas producto
de la Guerra del Golfo, aunada a la presencia de otros actores importantes y nuevos temas a
instancia de lo que se dio en llamar el proceso de globalización, o el unipolar en donde los
Estados Unidos se erigió como la potencia vencedora sin necesidad de haber recurrido a un
enfrentamiento armado, dada la desaparición de una de las superpotencias por causas
centrípetas al funcionamiento del entonces régimen soviético, y centrífugas hacia las áreas
de influencia en donde Unión Soviética ejercitaba su poder. Desde otra perspectiva, la
discusión en torno al binomio derecho y fuerza también estaba presente en el orden de Post
Guerra Fría, en donde la apuesta estaba cifrada en el primer término, dado que las
relaciones de fuerza habían presentado límites durante los años de la bipolaridad, la cual
descansaba en el equilibrio del terror de la mutua disuasión nuclear. En tal sentido, se
pensaba que el derecho podía ser la mejor opción y la fuente de legitimidad para futuras
acciones en temas internacionales, sin embargo, la fuerza volvió a ser la opción viable para
la superpotencia desde el momento en que la seguridad nacional e internacional son el
objetivo prioritario que requiere una respuesta de tipo militar, ofensiva y preventiva a
escala global.
La Guerra contra Irak se presenta como un corolario de los acontecimientos que
signaron la década de los noventa para el establecimiento de un orden que en nuestros días
estaría presentando un sesgo nítidamente unilateral e intervensionista. En relaciones
4
internacionales, los precedentes juegan un papel significativo porque demuestran o
establecen algunas pautas sobre posibles acciones futuras. En consecuencia, los noventa
han estado marcados por una serie de hechos –no estrictamente ligados con el aspecto
militar- que lejos estuvieron de plantear la preeminencia del multilateralismo por encima
del unilateralismo en el accionar de la única superpotencia militar. En términos del ex
canciller francés Hubert Vedrine, desde la caída de la URSS y su emergencia como única
superpotencia o como “hiperpotencia” Estados Unidos no quiere someterse a las
obligaciones multilaterales. Lo que desde 1992 era reticencia se ha convertido en rechazo
categórico en dos tiempos: la elección de George W. Bush, en otoño de 2000, y después de
la tragedia del 11-S, que ha servido de pretexto o legitimación (Vedrine:2003:33)
De allí, que los atentados del 11 de Septiembre hayan servido de catalizador para
confirmar una tendencia que estaba conduciendo lentamente a la configuración de un orden
internacional con una potencia hegemónica, con capacidad de obrar de forma unilateral a
nivel internacional, y de intervenir de forma preventiva en los asuntos internacionales y en
otros estados, siguiendo criterios relacionados –entre otros- con la defensa de la seguridad
nacional e internacional en torno a un único país. Los atentados del 11 de Septiembre
fueron el ejemplo más nítido de cómo la globalización del terror golpeó en el corazón de la
única superpotencia en el mundo, generando la sensación de que ya no se está seguro en
ninguna parte y de que nadie es invulnerable.
Pero, se ha generado una cuestión que conduce a grandes interrogantes y que es
cómo será ese Orden Internacional bajo el auspicio de la globalización en los años
venideros y en el actual contexto, en el cual se manifiesta la disposición expresa a
incursionar en la tentación unilateral.
Por obrar de forma unilateral estamos entendiendo la capacidad de los Estados
Unidos de actuar no necesariamente sólo, dado que en algunos acontecimientos ha contado
con la colaboración y el apoyo de otros países, en donde se prescinde de determinados
marcos legales, regímenes internacionales, instancias multilaterales que a pesar de haber
sido abrigadas en un determinado momento, resultan un obstáculo u obsoletas cuando
colisionan con la formulación de los intereses nacionales en la política exterior o limitan los
márgenes de libertad de acción.
5
Al respecto Robert Kagan, uno de los mentores del New American Century y de los
denominados Think Tanks de la administración del presidente George W. Bush, plantea
que no se debe buscar la legitimidad en los viejos lugares, obviamente haciendo clara
alusión al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a la hora de actuar en temas
internacionales, teniendo en cuenta que esa institución nunca ha tenido el éxito en
establecerse por si misma como la autoridad final de conceder legitimidad sobre una
acción militar y no está cerca hoy de hacerlo (Kagan:2003:71). En consecuencia, ante esta
situación los americanos no se verán obligados a repetir “trust us, we know what we’re
doing”.
Como correlato de la tendencia antes mencionada orientada hacia el unilateralismo,
la cual no nace post 11 de septiembre sino que se ha profundizando en los últimos años,
podemos traer a colación los siguientes acontecimientos:
-
La división de facto del territorio iraquí en 1991en tres áreas por parte de Estados
Unidos, Francia y Gran Bretaña, con las denominadas zonas de exclusión aérea en
el norte y sur respectivamente, con motivos de la utilización de armas químicas por
parte de Saddam Hussein con posterioridad a la Guerra del Golfo. Para estos tres
Estados, ello redundó el 7 de abril en la creación en el norte de Irak de una zona de
exclusión aérea de 10.000 Km. cuadrados en el paralelo 36º, a la cual se le sumaría
la del sur, en el paralelo 32º en diciembre de 1992. Ambas sumarían el 60% del
territorio iraquí y tuvieron como objetivo proteger el trabajo de las organizaciones
humanitarias y los derechos humanos de las poblaciones kurdas y shiítas. La
cuestión fue que el establecimiento de estas zonas se realizó sin el consentimiento
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, violando el capítulo VII de la
Carta en donde el Consejo es el encargado de establecer las medidas de uso de la
fuerza.
-
En 1994 la fallida intervención militar en Somalia.
-
A mediados de 1998, la decisión del gobierno de los Estados Unidos de atacar a las
organizaciones terroristas que actuaban en Sudán y Afganistán, alegando que estaba
haciendo uso del derecho a la legítima defensa, por la voladura de las embajadas en
Kenia y Tanzania en África. En este accionar fue claro el silencio de la comunidad
internacional desde el momento que se realizó sobre el territorio de dos Estados y
6
no sobre organizaciones terroristas, lo cual colisionaba con el Derecho internacional
vigente.
-
En diciembre de 1998, con motivos de las acusaciones de espionaje por parte de la
UNSCOM en Irak, éste sostenía que el organismo de las Naciones Unidas había
recibido datos del los servicios secretos de Israel (MOSSAD), a lo cual Saddan
Hussein aducía que se violaba la soberanía de Irak por la forma en que se realizaban
las inspecciones (reconocido esto por Rolf Ekeus jefe de la UNSCOM entre 1991y
1997) lo que se terminó de agravar con el nombramiento de Richard Buttler,
acusado también de infiltrar agentes de la CIA entre los inspectores. En
consecuencia, ante la negativa a permitir el acceso a los palacios presidenciales, y
las diferencias diplomáticas, el 16 de diciembre Estados Unidos decidió atacar bajo
la Operación Zorro del Desierto alegando que los informes de la UNSCOM decían
que había una falta de cooperación por parte de Bagdad para el ingreso de los
inspectores a los sitios presidenciales, coincidiendo en los Estados Unidos con un
proceso interno complicado, en donde se buscó desviar la opinión pública por el
denominado affairs Lewinsky. La escalada aérea americano-británica fue superior a
la de la Guerra del Golfo, ya que se lanzaron 415 misiles cruceros contra 291 en
sólo 4 días, sobre instalaciones militares en donde podía haber armas de destrucción
masivas.
-
La decisión de emprender acciones militares en Kosovo junto a la Unión Europea
en marzo de 1999, aparándose en un organismo de defensa regional como la
Organización del Atlántico Norte (OTAN), por encima y sin la anuencia del
Consejo de Seguridad, dada la posibilidad del inminente veto ruso.
-
El rechazo a participar en la Corte Penal Internacional, en el Protocolo de Kyoto
sobre Medio Ambiente y a la prohibición de realizar nuevos ensayos nucleares.
-
La intervención en Afganistán en el 2001, la cual a pesar de tener un marco
multilateral porque fue apoyada en Naciones Unidas, se desarrolló con una
actuación unilateral sin la participación de otros Estados, con nula cobertura de los
medios de comunicación tradicionales y con muy pocas organizaciones
humanitarias y organizaciones no gubernamentales.
7
Cabe mencionar, que todo este conjunto de hechos se vieron precipitados por los
acontecimientos del 11 de septiembre del 2001, donde la administración americana un año
después, y en conmemoración de los atentados, lanzó la The National Security Strategy of
the United State of America más conocida como Doctrina Preventiva de la Seguridad
Nacional 2. En la misma se plantea atacar primero antes de ser atacado, eliminando
enemigos o futuras amenazas, o decidir iniciar una guerra bajo la prerrogativa de lo que
George W. Bush dijo “la autoridad soberana de los Estados Unidos”. Ello ha implicado
dejar un presupuesto característico en la política exterior americana a lo largo de la Guerra
Fría, el cual ha sido la contención del enemigo por la prevención activa en cualquier parte
del mundo donde los intereses de la seguridad norteamericana se vean afectados o
menoscabados.
Empero, no deja de ser llamativo el panorama antes mencionados y la
fundamentación que se daría, cuando en la actualidad confluyen varios aspectos: la
presencia de los denominados Halcones o línea dura –conocidos como War Party o
partidarios de la guerra permanente y preventiva- en la administración de George W. Bush
y la lectura particular que hacen del sistema internacional; la predisposición a actuar de
forma unilateral relegando el multilateralismo a una instancia marginal en temas de
seguridad; la concepción maniquea de la política internacional entendida como una lucha
entre el bien y el mal, o sea se está con ellos o con nosotros que encuentra basamento en un
moralismo absolutista impregnado de un misticismo religioso; y el retorno a la
preponderancia de lo militar en la agenda internacional en la lucha contra el terrorismo
internacional, el cual se ha constituido en uno de los enemigos en la Cuarta Guerra
Mundial según la terminología de los neoconservadores.
En este sentido, resulta interesante lo que Stanley Hoffman plantea en el Choque de
Globalizaciones, cuando sostiene lo negativo que resulta por parte de los Estados Unidos la
combinación de una retórica de superioridad con diseños mal definidos, aunado al peligro
de caer en una tentación unilateral, prescindiendo de los acuerdos y organizaciones
internacionales e imponiendo los valores y el poder norteamericano como todo lo que se
necesita para el orden mundial.3 De forma inexorable, esto ha quedado plasmado –como ya
2
Para acceder a este documento oficial se recomienda: www.whitehouse.org
Véase: www.foreignaffairs.com/ Clash of Globalizations.htm, vol. 81, Nº 4, Juy/August, consultado el 7 de
septiembre de 2003.
3
8
se mencionó- en la lucha contra el terrorismo internacional que se evidenció en la
intervención en Afganistán en contra del régimen Talibán y de la organización terrorista
Al-Qaeda en el 2001 y luego en la guerra contra Irak hace a penas unos meses.
En esta última guerra, ha sido notoria la violación de la legalidad internacional, en
cuanto no se respetó la Carta de las Naciones Unidas ni los mecanismos establecidos que
coadyuvan como objetivo principal al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales.
La elaboración de respuestas a la altura de los envites del mundo globalizado hubiera
requerido una acción internacional unísona, lo que en términos del canciller francés
Dominique de Villepin implicaría que la eficacia de la comunidad internacional nunca es
mayor que cuando está unida y que la comunidad internacional sólo es plenamente
legítima si asume todas sus responsabilidades (De Villepin:2003:23). Por tal motivo, no
hay fundamentos que hayan permitido defender la legalidad del uso de la fuerza contra Irak
según el Derecho Internacional vigente, sólo el Consejo de Seguridad debía autorizar el uso
de la fuerza, cuando hay una "amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de
agresión" y en ese caso, se podrían haber tomados medidas "de conformidad con los
Artículos 41 y 42 para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales" (art.
39). En este sentido, hay que mencionar que la Res 1441 del 2/11/02 no autorizó el uso de
la fuerza, por más que Irak haya cumplido de forma parcial con las 17 resoluciones
emanadas del Consejo. Inclusive, los argumentos esgrimidos no son válidos para apelar a la
legitima defensa “preventiva” desde la perspectiva norteamericana. En consecuencia, no se
pudo ni siquiera invocar la misma de manera individual o colectiva según el art. 51 de la
carta, porque sólo se aplica en condiciones estrictamente claras, es decir frente a un ataque
armado.
Ahora bien, el obrar de forma unilateral está planteando lo que para la licenciada
Miryan Colacrai sería la vuelta de la fungibilidad del poder militar en las relaciones
internacionales. En este sentido, estaríamos ante la percepción renaciente de la fungibilidad
del poder militar para el logro de una variedad de fines (¿quién podría evitar que éstos
hasta puedan ser discrecionales? ) y acorde con la manera en que la Potencia Imperial sea
capaz de estructurar la definición de sus intereses vitales y de convertirlos en “intereses
vitales de la humanidad en su conjunto” se convierte en el sustento ideológico necesario
9
para poner en marcha una era que podría caracterizarse como la de un “mundo
vigilado”.4
A simple vista, pareciera que en el tiempo quedaron los presupuestos planteados por
la teoría de la interdependencia compleja, en donde el poder militar era considerado como
un recurso que había perdido fungibilidad en la política internacional. Sin embargo, en la
actualidad las condiciones internacionales para la superpotencia conducen a la vuelta del
mismo, para actuar de manera unilateral cuando sea y como sea según el contexto
internacional con la presencia de enemigos difusos en una lectura del mundo hecha en clave
realista. Ello ha implicado dar una mayor prioridad al ejercicio de la fuerza militar en
detrimento de otros recursos de poder, como la influencia y la diplomacia ejercidas en
instancias multilaterales, en consonancia a la auto-percepción de que ningún otro país
puede rivalizar con él.
Así, los Estados Unidos se encuentran imbuido en una lógica de intentar resolver
los problemas de forma militar, previo análisis y formulación de estrategias, como si los
mismos fueran el resultado de una concepción organicista de extirpar los males del cuerpo
para solucionarlos. Resulta paradójico que bajo los auspicios de la globalización, el recurso
al poder militar no es ni ha sido lo suficientemente idóneo para terminar con los problemas
globales, como el terrorismo internacional en su vertiente islámica y la proliferación de
armas de destrucción masivas. Sino que por el contrario, ha generado cismas difíciles de
superar, por ejemplo en las relaciones transatlánticas entre Estados Unidos y algunos países
de la Unión Europea, como Francia y Alemania que perciben el mundo bajo una
perspectiva de preservar la legalidad y legitimidad internacional y un mundo en términos de
participación multilateral. Asimismo, otro cisma se planteó al interior del Consejo de
Seguridad desde el momento que se prescindió de su actuación en las negociaciones
durante la preguerra como así también en la OTAN, organismo de defensa regional que no
se pudo activar por posiciones encontradas en torno a la legalidad de su posible accionar como se manifestó en la sede de Bruselas- para salir en defensa de Turquía en caso de
haber sido atacada por el régimen de Saddan Hussein.
Las guerras a las que se deberá hacer frente –siguiendo a Robert Kaplan- serán
diferentes por los medios que empleará, estas no serán en contra de un enemigo grande
4
Véase: www.ilea.ufrgs.br/nerint.htm consultado en marzo de 2003.
10
como Hitler en la Alemania del Tercer Reich ni un bloque como lo fue la URSS con su área
de influencia durante la Guerra Fría. Por el contrario, las guerras serán sucias, y en rincones
anárquicos del globo que tendrán como epicentro el medio urbano. No sólo porque
golpeará en lugares neurálgicos valiéndose de la más sofisticada tecnología (Internet,
telefonía celular móvil, medios de transportes modernos etc) sino porque será producto de
fuerzas internas complejas que la desatarán. Las condiciones sociales en algunos lugares
serán el laboratorio en donde se incuben esas fuerzas que intentarán contestar a los
descalabros producidos, entre otros factores, por la tan mentada globalización. Por eso las
crisis futuras serán de signo hobbesiano y malthusiano. La primera, por el desorden o
debilidad institucional en muchos países del tercer mundo, lo cual requerirá de una vuelta al
orden (léase esto como intervenciones humanitarias o preventivas) y la segunda, por los
desequilibrios demográficos producto del aumento de población joven sin esperanzas a un
futuro mejor.
El terrorismo internacional no atacará siguiendo los presupuestos tradicionales de
una guerra, sus operaciones serán sencillas, rápidas y despiadadas y contarán con una
ventaja, el no dejar huellas. En consecuencia, la respuesta deberá ser otra, para Kaplan
implicaría una vuelta de los antiguos guerreros, es decir, a inmiscuirse en el terreno que le
da abrigo -Estados Malévolos como los denomina- así haya que dejar algunas estrategias
militares que caracterizaron a las intervenciones norteamericanas. Si los soldados
norteamericanos no saben luchar y matar de cerca, la condición de superpotencia de
Estados Unidos queda entre dicho (Kaplan:2002:37).
Claramente, esto implica desembarazarse del denominado Síndrome de Vietnam, en
donde se buscaba limitar el número de bajas americanas y poner el acento en la
superioridad de la tecnología bélica a través de ataques aéreos quirúrgicos sin comprometer
hombres en el terreno. La guerra contra Irak a principios de año demostró que ya no
bastaban los raid aéreos sino que era importante introducir tropas en el terreno, lo
paradójico es que han muerto más hombres “finalizada” la guerra y no durante la misma.
No caben dudas acerca de la superioridad militar de los Estados Unidos, más aún
teniendo en cuenta que su presupuesto de defensa es el más grande en relación al resto de
los países, lo cual deja a las claras la patente unipolaridad militar (esto no debería redundar
en actuar de forma unilateral), sin embargo, no escapa a la realidad actual del mundo
11
globalizado que en definitiva afecta el carácter y alcance de su supremacía. En términos de
Jaime Ojeda, el mundo globalizado es unipolar en lo militar, pues (EEUU) es el único país
que puede desplegar por todo el mundo fuerzas nucleares y convencionales en
superioridad numérica y tecnológica invencible. Pero el mundo tiene una estructura
multipolar, para empezar en lo económico (Ojeda:2003:123). Esto se traduce en la
presencia de otras economías industrializadas importantes como la de la Unión Europea y
Japón, junto a la americana, en donde se produce una imbricada red de intereses públicos y
privados con la participación de actores no estatales y muchos centros de decisión. A los
que de forma adicional se agrega el resto del mundo en desarrollo y dos países cada vez
más importantes gracias a su proceso de industrialización como son China y la India.
En este sentido, se puede decir que la economía internacional no depende
exclusivamente de los Estados Unidos, y que los límites a la tentación unilateral se
encontrarían entre otros aspectos en el funcionamiento del sistema económico
internacional. Precisamente decimos “entre otros aspectos” porque la campaña electoral
presidencial para el 2004 puede ser un motivo de cambio en el rumbo de los asuntos
internacionales norteamericanos. La difícil empresa de realizar la guerra contra Irak –en
términos económicos- todavía hoy no tiene un costo fijo a diferencia de la Guerra del
Golfo, en donde otros países participaron aportando dinero, éste estaría calculado en unos
70 billones de dólares. Por tal motivo, es ingenuo suponer una prolongación de un accionar
de tipo unilateral en el tiempo, debido a que ningún imperio o potencia hegemónica ha
podido sostenerse exclusivamente en el poder militar. No es casual, entonces que los costos
de la Guerra contra Irak hoy sean un motivo de preocupación, lo cual conduciría a una
mayor participación de las Naciones Unidas en la reconstrucción del país, de acuerdo con
las últimas declaraciones oficiales. Precisamente se necesitan sólo 40 billones de dólares
para que Irak aumente la producción de petróleo de 2 millones de barriles diarios a 6 en los
próximos 10 años y así poder desarrollar su economía, pero sin tener en cuenta lo que
implica la reconstrucción y saneamiento de todo el país.
Si la Guerra contra Irak se enmarca en la Guerra contra el Terrorismo Internacional,
los costos económicos serán un factor a sopesar frente a posibles situaciones análogas
debido a que implicará dejar abierto muchos frentes tanto en lo militar como en lo
económico. La pretensión de establecer un orden internacional combinando la dimensión
12
unipolar que se desprende de la supremacía militar junto al accionar de tipo unilateral, es
una tarea difícil de sostener, en donde los errores pueden ser enormes, dado que a mayor
hegemonía mayor vulnerabilidad en todos los aspectos.
Por eso, para Joseph Nye, una adecuada combinación de poder duro –hard power- y
de poder blando –soft power-, entendido este último como la habilidad de asegurar los
resultados a través de la atracción en lugar de la coerción (...) que se encuentra en la
cultura, ideales políticos y políticas (Nye:2003:74) resulta imprescindible en el mundo de
hoy. De esta forma, se podrían mitigar los efectos del poder duro que impera en la
administración Bush, dado que en la esencia del poder blando están la legitimidad y
credibilidad tan necesaria para la política internacional de los Estados Unidos, sobretodo
hacia la región Medio Oriente.
- Cuando los escenarios son inciertos en torno a Medio Oriente
Cabe mencionar, que desde mediados de los noventa han sido numerosos los
trabajos escritos que apelaban a la elección nuevamente de Irak como blanco en la política
exterior norteamericana, respondiendo al diseño formulado por los denominados halcones –
línea dura y conservadora- en la actual administración, los cuales planteaban la necesidad
de seguir las acciones en contra del régimen de Bagdad, sin éxito durante el gobierno del
Bill Clinton, pero con influencia en el gobierno de George W. Bush. Esto se puede
corroborar haciendo una lectura de los artículos en The Heritage Foundation, Carnegie
Endowment y The Atlantic entre otros. De los mismos, se puede divisar un denominador
común en torno a la necesidad de incorporar a Medio Oriente dentro de la democracia con
el objeto de traer estabilidad a la región empezando por Irak, el cual ejercería una suerte de
efecto demostración. Irak, debía convertirse en la base de Estados Unidos en Medio Oriente
para el siglo XXI, debido a que la posición norteamericana necesitaba una relocalización en
la región, ya no centrándose en Arabia Saudita con el despliegue de tropas –sobre los
denominados lugares Santos del Islam y el impacto que puede generar- ni en Israel con el
problema interno con los palestinos. En tal sentido, mover las fichas en el tablero
13
deslizándose hacia Irak permitiría a Estados Unidos reposicionarse y enfrentar los
conflictos en la región, inclusive en la lucha contra el terrorismo internacional.
Empero, los resultados no han sido los mejores hasta el momento. Aunque por
primera vez, en la región de Medio Oriente están involucradas tropas americanas realizando
una verdadera ocupación –y ya no un ataque desde un país vecino- lejos se está de haber
logrado la pacificación de Irak, sino que por el contrario está despertando nuevos desafíos y
sombras en el futuro. La pretensión de actuar de manera unilateral se ha centrado en Medio
Oriente en donde la posguerra está demostrando algunos límites que provienen de la
topografía del terreno en donde impera un equilibrio frágil difícil de manejar. Los planes de
atacar a Irak tuvieron más de un año de elaboración –como según se ha expresado de forma
oficial desde el Departamento de Estado norteamericano- pero no han tenido una verdadera
comprensión de la situación interna y lo difícil que puede resultar extrapolar modelos a
realidades imbuidas en una mayor complejidad.
Los motivos que llevaron a atacar a Irak según la administración norteamericana
fueron tres: que Saddam Hussein era un dictador y que en Irak no se respetaban los
derechos humanos; que poseía armas de destrucción masivas, tanto químicas como
bacteriológicas, aunado a la reactivación de los planes de obtención de uranio enriquecido –
yellow cake con 235 isótopos- plausibles de ser empleados con fines bélicos nucleares; y
por poseer contacto con la red terrorista de Al-qaeda.
Sin embargo, estos argumentos se fueron cayendo uno a uno con el paso del tiempo.
Primero, porque el hecho que Saddam Hussein haya sido un dictador no sorprendió a nadie
en la región y en el mundo, y menos las acusaciones de violar los derechos humanos que no
se respetan en el conjunto de Medio Oriente. Segundo, los informes de la Agencia
Internacional de Energía Atómica (AIEA) y del Comité de Monitoreo y Control de las
Naciones Unidas (UNMOVIC) fueron fidedignos, no sólo porque no se encontraron las
mencionadas armas in situ, sino que el gobierno norteamericano declaró oficialmente que
éstas habían sido un “pretexto” para intervenir. Tercero, no se pudieron comprobar los
contactos entre el régimen baasista de Saddam Hussein y Al-qaeda porque los fines
políticos tanto de uno como del otro son antagónicos. El primero es un régimen laico,
nacionalista e impregnado de una concepción socialista que sólo se ha valido por cuestiones
pragmáticas de la religión, mientras que la segunda plantea como fundamento del orden
14
político a la religión islámica, la unidad del mundo árabe musulmán en una comunidad
islámica no atada a bases nacionales, además de haber nacido como una organización anticomunista como consecuencia de la invasión de la ex URSS a fines de los setenta. Lo
paradójico de esto último, es que Al –qaeda ha estado en el área autónoma del norte
protegido por el patrullaje aéreo de los Estados Unidos fuera del control baasista
(Cannistraro:2003:69)
Pese a ello, los Estados Unidos han declarado la necesidad de hacer de Irak un país
“estable y democrático” una vez cumplidas una serie de etapas en las que se establecería
primero una administración militar no inferior a dos años durante el denominado proceso
de estabilización, seguida por una etapa de transición del poder a los iraquíes que
culminaría en una tercera etapa de transformación en la que se delegaría la soberanía del
país al pueblo iraquí. Sin embargo, es una ingenuidad suponer que el cambio de régimen
político signifique hacer tabula rasa en Irak, un país que tiene varias líneas de fractura.
Desde el punto de vista étnico entre kurdos y árabes, y desde el punto de vista
religioso entre sunnitas y shiítas, lo cual genera una compleja red de intereses difíciles de
manejar, de allí que se hable de una “caoscracia”, en lugar de una verdadera democracia.
En este sentido, entendemos por caoscracia una situación de inestabilidad severa producto
de la presencia de una serie de círculos de poder en donde se imbrican cuestiones tribales,
étnicas y religiosas en el que cada uno de los de los grupos internos no logra imponerse por
encima de los otros.
La manifestación más clara es la violencia generalizada que se hizo evidente una
vez terminada la guerra y con el transcurso del tiempo, en donde la pacificación y control
del país no se lograron, sino que por el contrario la ola de atentados sobre las tropas
británicos-americanas se exacerbó causando más victimas en “tiempos de paz” que durante
la misma guerra.
La violencia se refleja a diario y de forma adicional en la actitud de los grupos
internos frente a la ocupación británico americana, y también entre sí, en donde el sector
sunnita de la población que gobernó durante los años del régimen de Saddam Hussein, hoy
busca impedir que los shiítas (los cuales son mayoría constituyendo el 60 %de la población)
gobiernen. El atentado en contra del Ayatollah Mohammed Bakr Al-Hakim en la mezquita
de Najaf, representante del Consejo Supremo de la Revolución Islámica, ha sido un golpe
15
duro para los proyectos tendientes a lograr la pacificación del país.6 El mismo se había
convertido en un ficha clave dada la predisposición a cooperar con la administración
interina, a pesar de mantener contactos con Irán –país enemigo e integrante del eje del malpor haber estado exiliado allí durante 20 años cuando se encontraba el régimen de Saddan
Hussein en Irak. La muerte de Al- Hakin generó una sensación de vacío de poder y de
ausencia de un líder legítimo que en definitiva no hizo más que agravar la situación interna
porque se perdió el referente al cual entregar la administración interina encabezada por Paul
Bremer.
Los últimos acontecimientos demuestran que entre las acciones políticas y los
hechos no necesariamente existe una coincidencia. Más aún, cuando en los planes previos a
atacar, no se contempló con precisión lo que implicaba una reconstrucción de un país que
por años estuvo gobernado por regímenes dictatoriales ligados a intereses étnicos y
religiosos y que han conducido a forjar estereotipos en torno a la autoridad política alejados
de lo que sería una sociedad democrática, con una pobreza estructural que se ha ido
profundizando degradando la estructura social, con índices de mortalidad en los últimos
años de casi un 100 % -de acuerdo a estimaciones de UNICEF-, con una infraestructura
económica y de servicios del país destruidas no sólo por el sistema de sanciones
internacionales (que lamentablemente afectaron a la población civil) sino también por las
raid aéreos de los últimos años y la guerra de este año.
La democracia como régimen político al estilo occidental, no puede imponerse
desde el exterior cuando se carece de historia, tradición y valores in situ a la misma,
además, en el caso de llamar a elecciones libres, es probable que el gobierno que surja se
convierta en una amenaza para los países árabes e islámicos de la región –inclusive para el
propio Estados Unidos-que verían con desagrado un gobierno pro iraní dado que el 60 %
de la población iraquí -como se mencionó antes- profesa la religión islámica en la vertiente
shiíta.
Lo notable, es que Irak, de ser un paria internacional durante la década de los
noventa, se ha convertido en país clave para el suministro de petróleo según las
proyecciones de los Estados Unidos. La política petrolera de Estados Unidos está basada en
6
Veáse: www.lemonde.fr/Le pouvoir religieux chiite d’Irak touché par un atentat meurtrier.htm, consultado
el 29 de agosto de 2003.
16
una estrategia de consumo de crudo a bajo precio a nivel internacional y de diversificación
del abastecimiento de otras regiones y países además de Medio Oriente, como ser en el Mar
Caspio, Nigeria, Chad, Angola, Venezuela, Canadá y México. Sin embargo, Medio Oriente
sigue siendo la región más importante porque concentra el 30% de la producción global de
crudo y más del 40% de las exportaciones mundiales, a lo que se agrega, como dato no
menor, que posee el 65% de las reservas conocidas del planeta. A ello se suma, de acuerdo
con las estimaciones para el 2020, que la producción nacional en los Estados Unidos caerá,
lo cual aumentará la dependencia externa del suministro.
En este sentido, Irak es un eje importante en la estrategia de suministro de crudo a
bajo precio porque: Irak es el segundo país con reservas mundiales comprobadas, lo cual lo
convierte en un gran productor de petróleo en potencia, que en el caso de aumentar su
producción para el 2010 representaría el 5% de la producción mundial y para el 2020 el
10%. Esto equivaldría a equiparar a Arabia Saudita e incluso desalojarlo del primer puesto
de productor para el mencionado año. A ello se debe agregar que asegurar el mercado
iraquí con un control más directo permitirá hacer frente a un desafío planteado en un
escenario proyectado hacia el 2035, en donde China –que viene creciendo entre un 8 y 10%
anual desde 1979 y que además viene realizando un proceso de transformación industrial
reemplazando el carbón por el petróleo como insumo básico para la industria- se convertiría
en una potencia económica rival a la hora de encontrar suministro de petróleo en Medio
Oriente. Las reservas de petróleo de Irak son la segunda más grande del mundo, con un
valor de 3400 billones de dólares (calculadas en 25 dólares el barril). Hoy produce 2
millones de barriles diarios y con una inversión de por medio llegaría a 4.2 o 6 millones.
Estos no son datos menores. Por tal motivo, se puede pensar que lo que ha sido una Guerra
Preventiva para los Estados Unidos no es más que la búsqueda de una Paz lucrativa
pensada en estos términos.5
La presencia británico- norteamericana en Irak no ha sido vista como una fuerza
liberadora sino que por el contrario es una ocupación – pese a las promesas de Washington
de abandonar el país tan pronto como sea posible un gobierno electo- que atenta contra los
principios y derechos de todo el mundo árabe e islámico. Pero por sobretodo, se critica
5
Véase el informe del Deutch Bank en: www.equities.research.db.com/DB_reportIrak.pdf consultado el 13 de
abril de 2003.
17
haber iniciado la guerra de forma tan planificada, creando la Agencia para el Desarrollo
Internacional de los Estados Unidos, encargada de establecer las tareas durante la
administración interina, desconociendo la realidad del terreno. Este inconveniente, para
nada menor, ha conducido a un cambio de postura buscando el paraguas de Naciones
Unidas como la organización lo suficientemente capaz de realizar la tarea de controlar y
pacificar verdaderamente el país, revelando así la existencia de dos planes en un solo país.
Sin embargo, ello requerirá construir los consensos y las relaciones transatlánticas para
arribar a un compromiso, el cual hasta el momento dista bastante de haberse logrado.
Con motivo de celebrarse la 58 reunión de la Asamblea General el 23 de
septiembre, las consultas diplomáticas previas presentaron dos posturas antitéticas e
irreconciliables.7 Por un lado la francesa, en donde el Presidente Jacques Chirac y el
canciller Dominique de Villepin expresaron que la posición de ese país es de devolver la
soberanía a los iraquíes, no de forma simbólica, sino real a través de elecciones
supervisadas internacionalmente y con una participación activa y no nominal de las
Naciones Unidas, como ocurre hasta el momento. Ello se debería traducir en un inmediato
fin de la ocupación americana y un manejo de la gestión en manos del Consejo de
Seguridad, de lo contrario Francia no ayudaría Por el otro, se encuentra la posición de
George W. Bush, quien plantea la participación de Naciones Unidas en la administración de
Irak en lo que hace sólo al control y pacificación –y obviamente una distribución de los
costos de la reconstrucción-, no así a la cesión del país a manos iraquíes.
La disyuntiva generada en relación a como seguir es motivo de preocupación,
teniendo en cuenta que los escenarios en la región de Medio Oriente son inciertos y
movedizos como las arenas que se encuentran en la geografía del lugar. En consecuencia, la
aplicación de una alta ingeniería geoestratégica deberá contemplar las conflictos no
resueltos en la región con una visión sensata de los hechos, las rivalidades internas de cada
país, la efervescencia de los grupos islamistas quienes encuentran suficiente asidero para su
accionar después de la guerra con motivos de la ocupación, los intereses en torno a la
configuración de un nuevo mapa y los equilibrios frágiles existentes que pueden dar lugar a
una desestabilización difícil de manejar.
7
Vease: www.lemonde.fr/ MM Chirac et Bush réaffirment leur désaccord sur L’Irak.htm, consultado el 22 de
septiembre de 2003.
18
El temor a que en Irak se instituya una democracia genera alarma en los países de la
región, quienes temen la presencia de otro Estado chiíta, por el peso de la composición
demográfica del país, lo cual provocaría una reversión de la supremacía sunnita en la
región. En tal sentido, ha sido motivo de atención la actuación norteamericana en el mundo
árabe e islámico al derrocar un régimen que en definitiva era nacionalista, aunque había
virado en los últimos años a apelar al recurso de la religión para obtener legitimidad
interna, como lo era el de Saddan Hussein.
A simple vista, la República Islámica de Irán sería el país más beneficiado en caso
de ocurrir esto, pero creemos necesario plantear una serie de cuestiones que permiten
entender la “relativa pasividad” durante y después de la Guerra de este país. Si bien la
densidad de población chiíta constituye una mayoría frente a la sunnita en Irak, esta no se
identifica con la jerarquía de los Ayatollahs de Irán, inclusive actuaron en contra de Irán –
apoyando a Saddan Hussein- en la Guerra entre 1980 y 1988. Por tal motivo, los vínculos
de hermandad se pierden en las relaciones de parentesco lejanas no fáciles de manejar.
La presencia de un Estado democrático chiíta exitoso en Irak puede convertirse en
una amenaza para Irán, teniendo en cuenta que estaría cercado en el este por Afganistán,
hoy bajo la autoridad de Hamid Karzai -y apoyado por Estados Unidos- el cual no ha dado
cabida a las demandas de la población chiíta en el país, y en el Oeste por un gobierno proamericano en caso de seguir la actual administración a cargo de Paul Bremer o de respetar
la voluntad pueblo iraquí vía elecciones democráticas al estilo occidental. Un dato no
menor resulta de este cerco, debido a las presiones internas que debe enfrentar el régimen
de Teherán, no sólo entre reformistas y conservadores, sino también por la disconformidad
de la población iraní que ha demostrado ser en este último tiempo la más pro americana de
la región.
Después del derrocamiento de Saddan Hussein, Irán ha vuelto a ocupar el status de
potencia regional del Golfo Pérsico, status difícil de ejercitar por las presiones
norteamericanas en torno a los vínculos con el terrorismo internacional y a la posesión de
armas de destrucción masiva, químicas y biológicas -que empleó en su momento contra
Irak en la guerra de hace dos décadas- y eventualmente nucleares según las investigaciones
realizadas por la AIEA.
19
Arabia Saudita es uno de los países que más teme la presencia de un gobierno chiíta
en Irak y por sobretodo democrático. Esto deviene de la cerrazón del sistema político
manejado por la dinastía Saud que se encuentra en el poder y que ha evitado todo tipo de
demandas en pos de una mayor apertura pese a las promesas de querer realizarlas, en donde
debería reconocer la existencia de la población chiíta en el país. Sin embargo, la expectante
previsión es lo que ha rodeado en torno a Arabia Saudita, no sólo por ser el principal
exportador de petróleo del mundo sino también por albergar en su territorio los
denominados Lugares Santos del Islam, la Meca y Medina. En donde se ha intentado –por
parte de los Estados Unidos- no romper las relaciones de privilegio que datan desde 1945, a
pesar de haber estado financiando redes terroristas, incluidas Al-qaeda (de los 19
secuestradores de las aviones que se emplearon en los atentados del 11 de septiembre, 15
eran sauditas y ninguno era iraquí).
Uno de los mayores temores es que el reino saudí pueda caer en manos de los
movimientos islamistas (los cuales prescinden de connotaciones nacionales para abrigar los
presupuestos religiosos que den identidad y sentido) y así controlar los lugares santos
ejerciendo un dominio inusitado en el mundo islámico. Por eso, la pretensión de realizar el
enlargement de la democracia no está pensado para todo Medio Oriente, lo cual no sería
una novedad frente el double standart en la política exterior norteamericana hacia la región.
Las presiones para una liberalización política del régimen waabita, tomando como modelo
el experimento democrático de Irak, se pueden ver frenadas. Si prevalecen los radicales
chiítas de Irak, es difícil imaginar una reforma política en Arabia Saudita
(Brumberg:2003:63).
En otros países de la región el reconocimiento de la población chiíta y de un
régimen democrático puede afectar el orden de cosas interno. En Bahrein, en los últimos
años, y pese a la reforma política realizada en pos de una democratización del régimen, los
chiítas no han sido incluidos en el gobierno y se teme que el efecto de demostración de Irak
–en caso de funcionar- afecte la estabilidad del país. Una situación análoga ocurriría en el
Líbano, en donde el Partido Hezbollah, pro iraní e integrado por árabes chiítas, esperan
lograr apoyo de Irak para presionar al actual gobierno y así realizar un cambio político.
También en Siria, el actual presidente Bashar el Assad se ha mostrado dispuesto a
20
emprender una reforma del régimen político, sin por ello menoscabar la preponderancia
aluí (que es una escisión del chiísmo).
En términos generales, la búsqueda de la democracia en Medio Oriente es un
experimento cuyo resultado hasta la fecha es incierto, en donde la participación electoral de
los ciudadanos se complica a instancias de las presiones demográficas matizadas por el
factor religioso.
Esto también ha quedado demostrado en el compromiso de los Estados Unidos y de
los tres integrantes del Cuarteto (la Unión Europea, la Federación Rusa, y Naciones
Unidas) que no sólo plantearon en la denominada Hoja de Ruta entre palestinos e israelíes
la creación del Estado de Palestina para el 2005, sino también el carácter democrático de
sus futuras instituciones. Cabe mencionar que la denominada Hoja de Ruta surgió
finalizada la Guerra contra Irak en un intento de terminar con la escalada de violencia
desatada en el año 2000, con la denominada Intifada de Al –Aqsa. Empero, el proceso de
paz dista mucho de haber seguido la ruta planteada frente a los obstáculos que han ido
apareciendo en su recorrido.
En la actualidad, se estaría –supuestamente- asistiendo a la segunda fase de la Hoja,
en donde la violencia de los grupos armados debería haber cesado, Israel debería haberse
retirado de los asentamientos creados con posterioridad a septiembre de 2000 y la
Autoridad Nacional Palestina tendría que haber redactado una nueva constitución
democrática para el funcionamiento de sus instituciones y de elección de sus gobernantes.
Pero, nada estaría más lejos de la realidad. La pretensión norteamericana de lanzar el
proceso de paz, buscando recomponer la imagen en el mundo árabe e islámico por la
Guerra contra Irak, no ha dado los resultados esperados, pese al sano consejo de los demás
integrantes del cuarteto, de esperar el momento oportuno a la hora de actuar.
En este sentido, la pretensión de actuar de manera unilateral plantea límites, pero
también deja abierto varios frentes en los escenarios inciertos que se pueden divisar en
torno a la región de Medio Oriente. La cuestión estriba en saber entender la magnitud de lo
que un solo país pudo generar con su accionar, después de la Guerra de Irak, lo cual no ha
hecho más que abrir una Caja de Pandora.
21
-Conclusiones
En consonancia con el tema que se ha abordado en este trabajo, El Orden
Internacional después de la Guerra de Irak. Escenarios inciertos entorno a Medio Oriente,
creemos oportuno realizar las siguientes conclusiones, las cuales si bien no intentan cerrar
una discusión que dista mucho de haber finalizado, buscan arrojar luz a un tema de gran
actualidad:
-
Después de la Guerra de Irak, podemos decir que lo que ha terminado es el Orden
de post Guerra Fría, en torno al cual ha habido un gran debate sobre el accionar del
único país con status de superpotencia militar en el mundo.
-
A lo largo de la década que abarcó el denominado Orden de Post Guerra Fría,
existieron una serie de factores, hechos y acciones que coadyuvaron a los Estados
Unidos a actuar de manera unilateral, prescindiendo de instancias y marcos
multilaterales. En consecuencia, lo que pudieron ser antecedentes aislados y
anómalos en la actuación de tipo unilateral, en nuestros días, se presentarían como
la regla, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos acaecidos.
-
En este sentido, los atentados del 11 de Septiembre han servido de catalizador para
confirmar una tendencia que estaba conduciendo lentamente a la configuración de
un orden internacional con una potencia hegemónica, con capacidad de obrar de
forma unilateral a nivel internacional, y de intervenir de forma preventiva en los
asuntos internacionales. Pero también han servido para demostrar lo paradójico que
resulta la globalización como proceso, en tanto que ha permitido que los adelantos
tecnológicos sean utilizados para asestar un golpe –con consecuencias psicológicas
difíciles de manejar por parte de los Estados Unidos- con la globalización del
terrorismo internacional en su vertiente islámica.
-
Si bien la lucha internacional contra el terrorismo y su condena ha contado con el
apoyo de la comunidad internacional prácticamente en su totalidad, no ha apoyado
el accionar de tipo unilateral norteamericano por fuera de la legalidad y legitimidad
internacionales, amparándose en los valores morales de un único país que ha
buscado hacerlos extensivos a todos los confines del mundo. La tentación a la
unilateralidad puesta de manifiesto en la guerra contra Irak, hizo notorio el cisma
22
generado en los organismos internacionales y en la política internacional en lo que
hace a la forma de actuar en asuntos internacionales.
-
El Orden Internacional estaría mostrando un sesgo nítidamente unilateral en el
aspecto militar sobretodo en lo que hace a su accionar, dado que los Estados Unidos
son la única superpotencia con la capacidad de actuar en cualquier parte del mundo
desplegando armamento de tipo convencional y no convencional, sin embargo, la
estructura del orden actual es multilateral en otros aspectos. Precisamente es el
aspecto económico el que permite que una potencia realice un despliegue de las
características antes mencionadas, pero éste no puede mantenerse in eternum,
porque a mayor hegemonía mayores son las vulnerabilidades (no sólo las
estratégicas sino también las económicas). Hoy la economía norteamericana está en
un proceso de ralentización que preocupa y compromete su desempeño en el corto
plazo, más aún en caso que existan nuevas guerras preventivas.
-
La tentación de actuar de manera unilateral se vio reflejada en la Guerra contra Irak,
con un proyecto estratégico que si bien dio los resultados esperados teniendo en
cuenta la duración de la guerra en sí, no contempló las consecuencias en un país
atravesado por diferentes líneas de fracturas. Esto ha conducido a un cambio de
planes sobre la marcha tendientes a encontrar una pronta solución, por ejemplo,
cediendo a las Naciones Unidas el control y pacificación del país. Empero, el cisma
generado en las relaciones transatlánticas y en el seno del Consejo de Seguridad han
tornado infructuosa la reciente disposición a resolver la situación en Irak.
-
La situación de caoscracia en la que se encuentra Irak ha revelado que el accionar
unilateral es posible, pero a costas de generar mayor inestabilidad en la región. Los
escenarios que se vislumbran en los países de Medio Oriente son inciertos y
despiertan incertidumbres en relación al futuro del estado iraquí, así como también
en el resto de los países de la región.
-
No caben dudas que los guerra ha sido incierta, las condiciones internacionales son
diferentes, y que las consecuencias hasta el momento son incalculables en término
de vidas humanas e indicadores económicos, lo cierto es el gran poderío bélico de la
única superpotencia mundial que pudo actuar de manera unilateral. Sin embargo, un
23
solo país en este caso pudo ganar la guerra, pero la paz en el mundo que viene por sí
solo no la puede construir...
24
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