30º ORD (B-4) (Traducción) ¡Quisiera ver! ¿Están hartos de oír o ver todos los comerciales para la política? Pues, ¡yo sí! También me pongo así cuando escucho cómo eran la gente de Jesús. Estaban tan ciegos como nosotros con la gente pobre. Hoy, tenemos a un candidato que hasta los nombra; “los 47%.” Dice que ellos forman culebras que chupan la sangre de la gente buena. ¡Qué imagen! A él y a muchos como él ellos son el problema de la economía. Y nosotros, nos tragamos sus acusaciones como si fueran verdaderas Bartiméo estaba afuera de la ciudad por fuerza. ¿Por qué? Porque gente ciega, o minusválida, o pobre fueron considerados en tiempos de Jesús como tratamos a los desamparados de hoy, como castigados por Dios por sus pecados, una falsa idea. Eran excomulgados por su pueblo como gente contaminada, como si tuvieran SIDA. Y a la gente culta, no les importaba ni saber de ellos. En ocasiones daban una moneda, pero más que nada pasaban sin verlo. Me hace recordar hoy día lo mismo. Bartiméo oye que Jesús viene. Había oído hablar de él, y está seguro que le podrá ayudar. Sus ojos de fe ya vieron a Jesúsm, el sanador y el consolador. Por eso grita, “Jesús, hijo de David, ten piedad de mi.” Sin tener ojos para ver, sí que vio quién era Jesús. El pueblo con Jesús, aun con ojos para ver, no ven como Bartiméo. . Jesús le llama. Con todos mirando, Jesús le regresa su dignidad aún antes de curarlo. Este hecho era un tabú. No le importa al preguntarle, “¿Qué quieres que te haga?” Es la misma pregunta que le planteó a Juan y a Santiago la semana pasada y nos pregunta también. Bartiméo contesta: “¡Quiero ver!” ¿Lo decimos nosotros? Jesús le regresa la vista para que viera con sus ojos lo que sus ojos de fe habían revelado: Jesús, el hijo de David, el que ha de venir, el que salva. Bartiméo se hace su discípulo. Discípulos son cumplidores de la Palabra en acción. 1 Jesús le pregunta a nosotros y a la iglesia: “¿Qué quieres que te haga?” ¿Hemos pensado qué decir? ¡Espero que sí! “Nosotros, la comunidad católica de la Santísima Trinidad, centrado en Jesucristo, declaramos que nuestra misión es: descubrir el amor de Dios por medio de la alabanza, oración, estudio y buenas obras.” Seguidores cumplen la palabra, no son fanáticos. ¿Tenemos ojos de fe como Bartiméo? El recibió su vista al contestar la pregunta dada. ¿Confiamos que nuestra respuesta nos quitará la ceguedad espiritual? ¿Cuántos estamos ciegos a la presencia de Cristo entre nosotros? ¿Cuántos estamos ciegos de la gente que Dios quiere que toquemos y sanemos? ¿Cuántos decimos que vemos, pero no? ¿Cuántos no vemos el bien que nos rodea, al cómo ama nuestros hijos, y al dolor del prójimo? Si no vemos esto, arriesgamos ser como el que nombró a los 47%. ¿No vemos el sufrimiento del emigrante? ¿No vemos cómo sufre el trabajado mal-pagado, que tiene que trabajar 2 y 3 trabajos para que su familia salga adelante? ¿Sabemos qué imposible es tratar de sostener a una familia con eso? ¿No vemos cómo sufren nuestros hijos al recibir una fatal educación formal por el racismo institucional? Dios está allí. El ojo es la ventana del alma. Nuestra alma necesita la luz de Cristo para ver. Sólo con fe se ve a Dios dónde otros no lo ven. El ojo necesita luz para ver. ¿Las ventanas de nuestra alma tienen cortinas o dejan entrar a la luz? Luego, ¿Seguimos la luz, o no? Pidamos por ojos de fe-que-hace-la-justicia. Esta fe regresa la dignidad al desnudado por la sociedad. No voten por candidatos que le guitan al individuo el imagen de Dios. No voten por medidas que se oponen al trabajador de sueldo mínimo. Al decir, “Lo veo,” decimos que vemos y que entendemos. Católicos votan con sus pies porque ven y entienden. ¡Qué bien el pie que trae la buena nueva! 2