Nuestro Padre Celestial es un Dios bendecidor INTRODUCCIÓN: Al

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Nuestro Padre Celestial es un Dios
bendecidor
INTRODUCCIÓN: Al considerar a nuestro buen Dios como un Dios bendecidor, no
podemos dejar de considerar la mayor de las bendiciones que Dios ha provisto para la
humanidad, la entrega de Su Hijo Unigénito Jesucristo, para que a través de su obra
vicaria (tomando el lugar de otro) el hombre pidiese ser perdonado y justificado.
La Salvación maravillosa que Dios ha provisto para nosotros está llena de buenos
propósitos. El Señor está dispuesto a bendecirnos. Vamos a considerar en el siguiente
estudio algunas citas bíblicas importantes:
Salmo 68:19
Podemos concluir que este día está colmado de bendiciones para mí.
Salmo 104:24
Dios es en esencia bendecidor. Hace llover sobre justos e injustos.
Salmo 103:2
La Biblia nos insta a tener memoria, a no ser amnésicos. Dios nos dice:
“Recuerda…”; “Haz memoria…”. Es bueno aplicar esta receta bíblica
especialmente en momentos en que somos azotados por la
adversidad. Las circunstancias no deben gobernar nuestra manera de
vivir. Léase Habacuc 3:17-19.
Salmo 116:12
¿Podremos acaso nosotros compensar a Dios de alguna manera por
todos los beneficios que nos ha dado? La respuesta obvia es NO.
Jamás podríamos pagarle, siempre seremos deudores de Su inmensa
bondad. Mas bien, la correcta respuesta de nuestro corazón debiera
ser una actitud de gratitud. ¿Qué es lo que Dios pediría de nosotros a
cambio de todo el bien con que nos ha rodeado? La respuesta
encuéntrela en 1 Samuel 15:22.
El lenguaje de la gratitud es lo que hayamos en el relato de la
conversión de Zaqueo reseñada en el N.T. Cuando creyó en Jesús y
decidió seguirlo, decidió dar la mitad de sus posiciones a los pobres, y
retribuir cuadriplicado, el perjuicio ocasionado a cualquier persona. La
gratitud marcó de modo definido el corazón de Zaqueo tras abrazar
el cristianismo.
En los nombres que se da a Dios en el Antiguo Testamento, encontramos riquísimas
expresiones del carácter bendecidor del Señor. Observemos pues algunas de ellas:
DESARROLLO
JEHOVÁ / YAHVEH: “El que es; El Pre-existente”. Desde el siglo VI se definió el sonido para
el nombre de Dios como “JEHOVÁ”; mas la lingüística sugiere que el nombre del
Todopoderoso es Javeh (Se pronuncia “Yahvé”).
ADONAÍ
Señor
ELOHIM
Dios Grande
HASHEM
El Nombre
YAHVEH SEBAOTH: 1 Samuel 17:45; Jeremías 28:2. “El Señor de los ejércitos”. Dios
Poderoso, listo para venir en nuestra ayuda. Así llamó David al Señor momentos antes
de derrotar al gigante Goliat.
YAHVEH MELEK: Isaías 6:5. Jehová es Rey.
YAHVEH NISSI: Éxodo 17:15. Moisés edifico un altar al que llamo Jehová-nisi, tras la
victoria del pueblo de Dios sobre los amalecitas. El Señor es mi bandera (en la guerra).
Jehová es Nuestro Estandarte. Esto cobra sentido cuando sabemos que en tiempos
antiguos los mejores guerreros eran quienes iban al frente de la batalla portando la
bandera de su nación/tribu. Este iba abriendo el camino y el resto del pueblo solo podía
ver la bandera erguida como referencia de que iban avanzando y el enemigo
retrocediendo.
YAHVEH JIREH: Génesis 22:13-14. “El Señor proveerá”. Se lee “Yiré”. Abraham llama a Dios
de esta manera cuando le fue pedido su hijo Isaac para ser sacrificado a Jehová. Dios
desea proveer para que podamos cubrir nuestro presupuesto y tener todo lo necesario.
YAHVEH SHALOM: Jueces 6:24. Jehová es nuestra paz, Dios es nuestra paz. Léase lo que
Jesús expreso en Juan 14:27; 16:33. Jesús no ofrece la paz de alguien más, Jesús ofrece
Su paz, porque le pertenece a Él. Este tipo de paz no es circunstancial, es absoluta y
sobrepasa todo entendimiento.
YAHVEH TSIDQENU: Jeremías 23:6; 33:3. Jehová es nuestra Justicia. Quienes hemos creído
en Jesús hemos recibido la justificación que otorga Dios por depositar nuestra confianza
en Su Hijo Jesucristo. Léase Romanos 3:21-22; 8:33; 2 Co 5:21. Dios nos dice en otras
palabras “Yo te acepto”, “Yo te visto de Mi justicia”. “¿Quién podrá condenarte si Yo te
justifico?”.
YAHVEH RAFFA: Éxodo 15:26. Jehová sana. Esta es una promesa de Dios para quienes lo
escuchan y obedecen. La enfermedad es un intruso en nuestra vida. Haremos bien en
no llamarla “mi enfermedad”. Recuerde “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación” (Stg 1:17). De modo que, a menos que una enfermedad sobrevenga como
un juicio de Dios, por haber abandonado sus caminos o estar en pecado, las
enfermedades no son algo que Dios desea en la vida de sus hijos. En esencia el Señor es
un Dios sanador, Él desea sanarnos. Léase Marcos 5:25-34.
APLICACIÓN: Repita esta oración: “Este día está cargado de beneficios que Dios ha
preparado para mí y nadie me los va a quitar, son míos”. Oren al final de este estudio
apropiándose (tomando para sí) las promesas de Dios para determinadas
circunstancias en las vidas de los asistentes.
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