Las Siete Mártires de China

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Las 7 Mártires de China
¿Quiénes eran?
O
s presentamos la vida de siete Franciscanas Misioneras de María, que murieron por su fe
en Cristo junto a varios obispos, sacerdotes, seminaristas y laicos, en la lejana China, el 9
de julio de 1900 en Taiyuan-fou.
¿Por qué os hablamos de ellas hoy?
Porque son mártires, testigos que han dado su
vida por Jesús y el Evangelio. Hoy como ayer, la
savia que nutría y unía a los mártires de otros
tiempos y a los de hoy, es la misma: la vida de
Jesús, testigo del amor del Padre, y su mensaje
de fraternidad sin fronteras, fraternidad
construida en la justicia y la misericordia,
fraternidad que construye la paz. Estos hombres
y mujeres - testigos de ayer y de hoy - tienen las
mismas actitudes fundamentales: apertura a
Dios, disponibilidad al Espíritu, compromiso
cotidiano al servicio de los demás, amor
verdadero.
Conocer las vidas de siete misioneras - siete
Franciscanas Misioneras de María -, puede
ayudarnos a comprender mejor el camino de
Dios en nuestras vidas, y suscitar y afianzar en
nosotros un compromiso - sencillo pero real - con el Evangelio.
Una pincelada histórica
En 1898, monseñor Francisco Fogolla, obispo coadjutor en Chan-Sí (China), viene a Roma.
Desea llevar una comunidad de religiosas misioneras a su lejana misión de ese inmenso país de
Asia, en donde crece un pequeño núcleo de nuevos cristianos. Hace falta la presencia de la mujer
para expresar, de alguna forma, el misterio del Amor del Dios revelado en y por Jesús,
desconocido aún para ese pueblo numeroso, el más numeroso de nuestro planeta.
Encuentra a María de la Pasión, Superiora general y fundadora de una Congregación nueva y que
se dice específicamente misionera, es decir, que su razón de ser es llevar a los lugares más
lejanos y difíciles la Buena Noticia de la salvación.
El obispo misionero expone las necesidades: organizar un pequeño hospital para los
enfermos, que son tantos...; hacer del orfanato, que ya recoge varios centenares de
niños, un espacio educativo más válido; enseñar y promover a las mujeres en lo
referente al hogar, la higiene, la alimentación, la dignidad del trabajo... y, desde
luego, la catequesis, la oración, el canto. Tantas cosas muy concretas,
urgentes e importantes. Habrá que aprender bien el chino para que la
comunicación pueda darse normalmente, las costumbres del pueblo... Esto no
será fácil; el camino para llegar al Chan-Sí es largo, peligroso, toda una
aventura.
María de la Pasión escucha, siente que Dios está deseando enviar allá a sus hermanas.
Y después de reflexionarlo largamente, su respuesta es afirmativa: acepta el desafío.
Busca entre sus hermanas y propone, a algunas, la nueva misión. Poco a poco, se va
formando el “rostro” del grupo, el cual, como siempre que es posible en el Instituto de las
Franciscanas Misioneras de María, se verá constituido por hermanas de diferentes
nacionalidades.
Después de un largo viaje vivido con valentía, admiración y mucho humor franciscano, a pesar de
los riesgos y sufrimientos, las siete FMM llegan a Taiyuan-fou el 4 de mayo de 1899. Desde el día
de su llegada, se dedican al cuidado de unas 200 niñas huérfanas, un grupo de laicos
consagrados y el servicio del dispensario, en espera que se realice el proyecto de la construcción
del hospital. Con tacto, paciencia y creatividad, entran poco a poco en ese universo nuevo y
complejo, y se dedican con amor y tenacidad a mejorar la calidad de vida de todos. Un año
después de su llegada, el 4 de mayo 1900, la misión está floreciente.
Sin embargo, desde hace algunos meses, una ola de violencia amenaza al país. Las causas son
numerosas, complejas y a veces contradictorias, que se manifiestan de distintas maneras, pero
principalmente van contra las comunidades cristianas y los misioneros. Las amenazas son
cada vez más evidentes. Los actos de violencia se multiplican en la región.
El 27 de junio, los acontecimientos se precipitan. Los Obispos temen por las
Religiosas y les piden que se vistan con trajes chinos e intenten salvarse. María
Herminia, en nombre de todas, responde:
«! Por amor de Dios,
no nos impidan morir con ustedes! Si
nuestro valor es demasiado débil para
resistir, dios – que permite la prueba –
nos dará la fuerza necesaria para salir
victoriosas. No tememos la muerte y la
tortura, vinimos para amar y,
si es necesario, para
dar la vida por amor de Cristo.»
El 5 de julio, son encarcelados obispos,
religiosos/as, seminaristas, laicos y
nuestras siete jóvenes hermanas.
Saben que la muerte esta cerca, y la
esperan en paz: ¿No han vivido con el
deseo de transformar la vida en don?
Finalmente, el 9 de julio, hacia las 4 de
la tarde, son arrastradas por las calles de la ciudad hasta el tribunal, donde serán martirizadas
por orden del gobernador.
Las FMM fueron las últimas; se abrazaron y entonando el Te Deum, canto de alabanza,
presentaron la cabeza a los soldados.
«Puedo decir con Francisco:
ahora tengo siete verdaderas Franciscanas Misioneras de María»
María de la Pasión, el 22 de septiembre 1900
(cuando recibió la noticia)
Fueron beatificadas el 24 de noviembre de 1946 en Roma por el Papa Pío XII y canonizadas el 1º
de octubre 2000 en Roma por el Papa Juan Pablo II.
¿Quiénes eran?
y Siete mujeres, de carne y hueso como nosotros, que salieron de países diferentes, enviadas a
China, al servicio de sus hermanos, por los cuales dieron sus vidas.
y Siete religiosas con deseos de servir a Dios, a la Iglesia, a la misión... con sus dones, sus
límites, su temperamento, su historia.
y Siete Franciscanas Misioneras de María que tenían una característica común: el
inmenso deseo de abrir sus vidas al Espíritu para responder, hasta el final, a la
llamada de Dios.
Siete rostros de Mujeres, siete trayectos de vida:
Marie-Hermine de Jésus, francesa, 34 años, responsable de la comunidad
Maria della Pace, italiana, 25 años, la más joven
Maria Chiara, italiana, 28 años
Marie de Sainte Nathalie, francesa, 36 años
Marie de Saint Just, francesa, 34 años
Marie Adolphine, holandesa, 34 años
Maria Amandina, belga, 28 años
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