- La escalera de Garib Aasali Tamang - Fortunas pasajeras No te rindas.... porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás sola, porque yo te quiero. Mario Benedetti Nací en Kavre Shympat, nos dice Aasali. En mi familia éramos ocho personas, Padre, Madre y seis hermanos. Tres eran niños y tres éramos niñas. En Kavre mifamilia tenía tierras de propiedad, no eran muchas, pero suficientes para cultivar maíz y vegetales, y como que en esta zona había agua abundante no teníamos problemas para nuestros cultivos, y además podíamos vender los excedentes de las cosechas en el mercado local y ganar dinero, y con este dinero podíamos comprar arroz, ropa o lo que necesitásemos en la casa. En Nepal, hace cuarenta años, las niñas no íbamos a escuela. Nos quedábamos en casa para ayudar en los trabajos del campo y del hogar hasta que llegase el día de casarnos. En nuestra tradición Tamang, la mujer tenía que aprender a obedecer a sus padres para luego poder obedecer a su esposo, aunque ahora y en la capital, estas cosas están cambiando. Mi padre me casó a los 13 años. Mis padres eran muy conservadores y en mi casa se guardaban mucho las tradiciones y las fiestas, y en nuestra tradición cuando una niña ya podía empezar a tener hijos era la señal para buscarle un esposo. En nuestra tradición es muy importante que los padres hayan casado a sus hijos antes de morir, porque así su alma podrá descansar en paz y podrán entrar en el cielo. Bhakta Bahadur tenía 20 años cuando nos casamos. La familia de mi esposo también era muy tradicional y amigos de mis padres. Cuando me casé me trasladé a vivir a casa de mi esposo, donde vivían sus padres y sus hermanos con sus esposas y sus hijos. También tenían tierras, y también podíamos vender los sobrantes para comparar otras cosas que nosotros no producíamos. Yo conocía muy bien le trabajo del campo porque ya de pequeña trabajaba con las verduras y con el maíz. A mi esposo le ofrecieron un buen trabajo en Kathmandu. Era en la construcción y como que era un buen trabajador ganaba bastante dinero. De vez en cuando venía a vernos al pueblo, nos traía cosas de la ciudad y en una de estas visitas yo quedé embaraza. Entonces me vine con él a vivir a Kathmandu, y pasados unos meses nació Sushila, nuestra primera hija. Más tarde nació Sahanshila, nuestra segunda hija, y luego nació otra niña Sanju, pero no teníamos hijos varones y en nuestra tradición tener hijos varones es muy importante, porque el hijo con su esposa han de cuidar de los padres cuando se hacen mayores, porque las hijas, cuando se casen, se irán de la casa de sus padres. Mi esposo llegó a ser capataz de obras y con el dinero que ganaba y las comisiones podíamos vivir muy bien y ahorrar, y con estos ahorros en tres años pudimos comprar un taxi. Mis hijas ya se hacían mayores y yo abrí un puesto de té en el barrio donde vivíamos. Así podía atender a mis hijas y servir té a los trabajadores de la zona y ganar un poco más. Pasados unos años quedé embarazada de Sarmila, otra niña, y aunque mi esposo quería un niño no venían niños. Un día, en el puesto de venta de té, conocí a una mujer que me dijo que una amiga suya había quedado embarazada y su “esposo” la había abandonado por otra mujer. Esta amiga suya había tenido un niño varón, pero no podía atenderlo ni criarlo. Entonces yo le dije que nosotros estábamos buscando un niño, y que si esta amiga suya aceptaba, nosotros nos lo podíamos quedar y entonces ella podría encontrar a otro esposo que no sabría que había tenido un hijo. Y así lo hicimos, llegó el niño muy pequeño y le pusimos por nombre Sarmil, y así todos los nombres de nuestros hijos empezaban por la letra S. Eran tiempos muy felices. no nos faltaba de nada y hasta podíamos ahorrar pensando en tener una casa de propiedad. Pero ocurrió algo inesperado... Nuestra vida seguía bien, sin demasiados problemas porque los dos trabajábamos. Yo en el puesto té y él con el taxi. Los niños iban a la escuela y no teníamos necesidades. Una noche mi esposo no llegaba, se hacía tarde, y tampoco contestaba al teléfono... Esperamos toda la noche y pensábamos que quizás había tenido un accidente y estaba hospitalizado, pero nos hubiesen llamado del hospital para pagar la admisión. Pasaron dos días y empezamos a visitar hospitales y a preguntar pero nadie sabía nada. Paso una semana, y hasta quince días cuando nos visitó la policía y nos dijeron que habían encontrado su cuerpo en el río, cerca de casa, y que alguien la había asesinado. Todo esto era muy extraño. Por qué no le habían encontrado antes? Por qué si le habían matado cerca de casa habían tardado tanto en encontrarle? La familia de mi esposo me acusó de que había sido yo la que le había matado y de este modo, si yo era la culpable, podrían quedarse con las tierras y propiedades que me corresponderían a mí y a mis hijos. Me acusaron de haberle matado y me metieron en la cárcel hasta pagar la fianza. Y la pude pagar pronto porque teníamos dinero ahorrado y también me vendí todas las joyas de casada y todo lo que tenía y así puede salir de la cárcel, pero la relación con la familia de mi esposo se rompió para siempre. Ellos siguen pensando que yo le maté. Entonces empezaron muchos problemas porque yo tenía que ir a la policía cuando me llamaban, me hacían muchas preguntas, tenía que esperar horas y así no podía tener un buen trabajo. Además era viuda y acusada de asesinar a mi esposo. Los niños eran pequeños y necesitaban comer. Ir a la escuela era impensable. Y en poco tiempo nuestras vidas habían cambiado tanto que parecían la vida de otra familia. Nada que ver la lo anterior.... Me cambié de barrio porque en el que vivíamos antes toda la gente nos señalaba. Hablaban mal de nosotros y me fui, y así llegué al barrio 18 donde nadie nos conocía. Una vecina me habló de la fundación y vine para preguntar si podían ayudar a mis hijos. Y los niños fueron escolarizados y empezamos a recibir ayuda en comida y cosas para la casa. Sarmila, la más pequeña, ahora vive en Kumari House. Un taller me da trabajo que puedo hacer en casa y así no tengo que dar explicaciones, pero es un trabajo temporal para los acabados de las mantas. Me pagan por unidades y aunque este trabajo puede terminar en cualquier momento tengo confianza en que iremos mejorando, de que en poco tiempo todo se aclarará y podremos tener una vida normal. La vida de Aasali no es fácil, pero es buena trabajadora y una mujer valiente, y está muy agradecida por las ayudas que recibe, por ser viuda y por la escolarización de las niñas. Realmente no sabemos que que puedo pasar y es la primera vez que nos encontramos con una historia así, pero fuese lo que fuese pensamos que las niñas han de seguir adelante. Las ayudas directas que reciben actualmente son: Escolarización de Sarmila, por parte de Grupo Tencarola de Italia. Escolarización de Sanju por Mónica Subirana Escolarización de Sahashila por Manuela Vioqué. Los costes de acogida en Kumari House por parte de Baithaka. También reciben ayudas en alimentos y cosas para la casa por pertenecer al proyecto de “La casa de las viudas” que apoyan Namaskar y Pizzería la Cúpula, de Madrid. Muchas gracias a todos lo que hacéis posible que esta familia pueda remontar y subir las escaleras que bajaron hace poco tiempo..., inesperadamente. Nirika y Toni.