LA GUERRA ILUSTRARÁ nitud del azote. Pero como la céiisüfa íio reza con los ciudadanos de los Estados Unidos, un corresponsal norteamericano comunica a la Tribuna de Chicago algunos datos que conviene reproducir para formarse cabal idea de los daños irreparables que produce esta bárbara lucha. Según el corresponsal han caído enfermos, desde que empezó la guerra, 470,000 franceses e ingleses, 230,000 de de eüos a causa de enfermedades infecciosas, habiendo perecido 82,000. De los alemanes y austro-húngaros no puede dar datos concretos; pero asegura que entre tifus, cólera, disentería, agotamiento nervioso y frío han muerto más de 100,000 hombres y quedado inútiles igual número. Solamente en la frontera rusa durante este invierno han perecido unos 40,000 soldados de frío. Si esto les ha ocurrido a los ejércitos mejor organizados, imagínese el desastre de los turcos y rusos, que jamás se han distinguido por la buena calidad de sus servicios administrativos y sanitarios. ¿No da vergüenza y horror que continúe esa contienda descomunal? ^í ndecidas. También le prestarán toda su ayuda a fm de ase«gurar su prosperidad comercial y económica.» «El barón Beyens respondió : ))E1 gobierno del rey agradece profundamente a los gobiernos por vosotros dignamente representados, la generosa iniciativa tomada que dio por resultado esta declaración. Por ella os doy las más expresivas gracias. Vuestras palabras haharán un eco simpático en el corazón de los belgas que combaten en los campos de batalla, o padecen los horrores de la invasión o doran en el extranjero la patria temporalmente perdida. Las nuevas seguridades que acabáis de darme confirmarán su convicción firmísima de que Bélgica renacerá de sus ruinas y será nuevamente libre. Tengo la seguridad de interpretar su pensamiento y su voluntad diciendo que podéis tener completa confianza en nosotros como la tenemos por nuestra parte en nuestros leales garantizadores, pues estamos resueltos a luchar enérgicamente a su lado hasta el triunfo del derecho, por cuya defensa nos sacrificamos sin la menor vacilación. LA INDEPENDENCIA DE BÉLGICA Hace días que se hablaba en los círculos diplomáticos de París y Londres de un acto importante que realizarían los representantes de las naciones aliadas y que tenía relación directa con Bélgica. Se supo después que el acto consistía en la entrega de un documento que confirma solemnemente el compromiso contraído en 1839 para garantizar a Bélgica su independencia. Ese documento, publicado por varios periódicos, dice asi: «El lunes, 14 de Febrero, los ministros de Francia, de la Gran Bretafía y de Rusia acreditados cerca de S. M. el rey de los belgas, se presentaron en el ministerio de Estado de Bélgica en Sainte Adresse. El príncipe de Kudachef, tomando la palabra en nombre de sus colegas, se dirigió en estos términos al ministro de Estado : »Excelencia: ))Las potencias aliadas signataria.s de los tratados que garantizan la independencia y la neutralidad de Bélgica, lian decidido renovar hoy, por un acto solemne, los compromisos que asumieron hacia vuestro país, heroicgmente fiel a sus obligaciones internacionales. ))En consecuencia, nosotros, ministros plenipotenciarios de Francia, Gran Bretaña y Rusia, debidamente autorizados por nuestros gobiernos respectivos, tenemos el honor de hacer la declaración siguiente: «Las potencias aliadas y garanti«zadoras declaran que, en el mo))mento oportuno, Bélgica será 11a«mada a participar en las negocioHCiones de paz, y que esas potencias ))no cesarán en sus hostilidades sin «que Bélgica obtenga el restableci))miento de su independencia polí))tica y económica y sea indemniza»da ampliamente de las pérdidas pa- Misa Ada Eoeve, famosa actriz inglesa, hablando con los soldados convalecientes del hospital instalado ^ ?1 colegio iiArmstrong» de Newoastle (Fot. Central News)