EL TERCER MANDAMIENTO 41 "Del Hijo empero se dice así: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos" (Hebreos 1:8; Versión Moderna). Así que el trono, el oficio y el NOMBRE de Jesucristo deben ser respetados y reverenciados. Como en el caso del Padre, el nombre de Cristo representa su carácter y su gran oficio como nuestro Salvador, nuestro Cabeza y nuestro futuro Rey de reyes. Porque Dios el Padre le ha dado a Cristo un nombre "muy por encima de todo gobierno y autoridad y poder y señorío y sobre TODO NOMBRE que se nombra, no sólo en este siglo, sino en el venidero" (Efesios 1:21 Versión Moderna). Pero el hombre que profesa con sus labios honor a Dios el Padre y a Jesucristo su Hijo, y sin embargo niega la voluntad de Dios en su vida, comete un CRIMEN mucho más grande contra Dios que aquel que abiertamente blasfema y no hace profesión de honra a Dios. La más artificiosa y horrenda forma de quebrantar el tercer mandamiento es la de la HIPOCRESÍA religiosa. Hablando de los "religiosos" de sus días, que rehusaban obedecer en todos sus aspectos la voluntad de Dios, Jesús declaró: "Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón lejos está de mí. Mas en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres" (Marcos 7:6-7). De igual manera, muchos hoy en día profesan conocer a Dios con sus labios, pero su adoración es en VANO. "No todo el que me dice: ¡Señor! ¡Señor! entrará en el reino de los cielos; mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21). ¡Que Dios le conceda un ánimo pronto a OBEDECER la voluntad y la Ley de su Creador! Que aprenda a adorarle en Espíritu y en verdad. Que aprenda a honrar y reverenciar su gran NOMBRE porque representa su poder creativo, su sabiduría, su fidelidad, su amor, y bondad y paciencia e infinita misericordia. Representa el carácter y oficio y dignidad del gran DIOs que dirige y controla este vasto universo!