Mineros víctimas de la codicia

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El Clarí-n de Chile
Mineros víctimas de la codicia
autor Ricardo Candia Cares
2010-08-10 16:35:30
El drama de los mineros de Copiapó no es distinto al de todos los trabajadores. ¿Cuántos viejos de la construcción
mueren o quedan gravemente heridos en sus faenas? ¿Cuántos trabajadores se accidentan en forma grave sin que se
conozca su drama? Cuando se quiera saber qué es el neoliberalismo salvaje que impera en nuestro paÃ-s, la mejor
manera es mediante estas desgracias.
Mientras se hacen esfuerzos sobrehumanos para desenterrar a los trabajadores, arrecian las culpas y las acusaciones.
El presidente acorta su gira, los ministros y sus chaquetas rojas informan acerca de las tareas de perforación, se hacen
cálculos y proyecciones.
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Mientras tanto, cerca de ahÃ-, los constructores del paraÃ-so llamado Chile, guardan un silencio culpable. A lo sumo, el
diputado Tarud propone buscar ayuda en paÃ-ses con mayor desarrollo en este tipo de accidentes. Pero nada dice de
una legislación laboral que el mismo ha ayudado a crear, que permite el abuso a los que son sometidos los
trabajadores, no sólo de las minas.
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Creer que esta situación es producto de lo meado de gato que es Piñera, el que trajo consigo terremotos, tsunamis y
desgracias al por mayor, es reducir una historia de veinte años a la suerte de un paÃ-s maldito.
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Los trabajadores han quedado al arbitrio de su suerte. Todo lo que haya sido beneficios, derechos y condiciones de
trabajo, han quedado en manos del mercado, es decir, en manos de los que mandan.
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Las leyes laborales son cada dÃ-a más lesivas para los intereses del sector más desprotegido de este paraÃ-so del
laissez faire. Por estos dÃ-as se denuncia, ya era hora, que Arturo MartÃ-nez, miembro del Comité Central del Partido
Socialista y autodenominado presidente de la CUT, negocia en secreto flexibilizar el empleo de jóvenes y mujeres.
Como si no fuera suficiente el desamparo en que deben laborar los trabajadores, como si fuera poca la flexibilización
que ya tiene el Código Laboral.
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Se ha dicho de las condiciones paupérrimas de los servicios que deben fiscalizar las condiciones en que las minas
operan. Del mismo modo, se ha denunciado las veces que los mineros de esas faenas han sufrido accidentes y las
condiciones de la mina en la que deben trabajar. Y de lo sueldos miserables que los empresarios pagan en esos
verdaderos chiflones de la muerte. De lo que no se habla, es de las veces en que no han sido escuchados. Los
reclamos de los trabajadores han caÃ-do en la sordera de los administradores de turno y en el desprecio de los nuevos
esclavistas que sólo les interesa hartase de dinero, sin que les importe para nada la situación de los trabajadores.
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Convencidos que la mano de obra es algo que se encuentra afecta a la ley de oferta y la demanda, los empresarios y
los polÃ-ticos consideran a los obreros como productos desechables, seres que en la cadena alimentaria de estos
grandes depredadores de todo, están en el final de la escala.
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Hoy hace noticia la desgracia de los mineros de la mina San José. ¿Pero cuántos trabajadores mueren a diario
producto de las condiciones inhumanas en que los empresarios mantienen sus faenas? ¿Se sabe de las mujeres
afectadas por los venenos usados en la fruta que deben cosechar las temporeras? ¿Alguien lleva un registro de los
pescadores muertos por salir a pescar en mares depredados por las grandes empresas transnacionales a quienes los
legisladores chilenos regalaron el mar?
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Esperemos que los viejos atrapados hayan resistido y salgan sanos y salvo de esa mina castigadora. Y que puedan
abrazar a sus familiares. Y también esperemos que haya justicia para su sufrimiento y el de sus familias. Que la cadena
de irresponsabilidades e intereses inhumanos se despeje y los que cometieron delitos, paguen con cárcel. Y que el
poder polÃ-tico y el del dinero no sean obstáculos para encontrar la justicia debida.
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El presidente Piñera encarga la suerte de los mineros atrapados en ese hoyo maldito a Dios. Si Dios estuviera en
condiciones de hacer justicia y evitar las tragedias que a diario viven los trabajadores y la gente humilde de este paÃ-s,
seguro que muchos polÃ-ticos, partiendo por él mismo, estarÃ-an condenados al fuego eterno por cometer el pecado de
la explotación humana. Y el de la estupidez irracional de juntar riqueza hasta no saber qué hacer con tanto.
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_PDF_GENERATED 20 November, 2016, 16:11
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