decimo tercero pregon amargura-2

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DECIMO TERCERO PREGON AMARGURA-2.006.
Pedro L. López Basterrechea
Martos, Sábado 11 de Marzo de 2.006
Admonición de entrada...
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Con la voz temblorosa y el pulso alterado, Señor aquí me tienes.
Me dicen que debo pregonarte y exaltar a tu bendita Madre, que debo pregonar tu
pasión, tu muerte, que debo pregonar la amargura y el dolor de tu Madre y no me atrevo
Señor, no me atrevo,
¿porque, qué mejor pregón que el tuyo y qué mejor pregonero que Tú mismo?
Yo, no soy ni pregonero, ni poeta, ni siquiera, Señor, soy un buen cristiano. Tú
sabes de mis caídas, de mis flaquezas, de mis dudas, de mis pecados y sin embargo me
pides y me piden que hable de Ti, de tu Pasión según la forma de sentirla nuestro
pueblo, de la forma en que la siente, la vive y la expresa esta Cofradía, esta querida
Hermandad que recientemente ha cumplido sus veinticinco años de andadura pasional.
No he sabido, no he querido, después de haberlo meditado mucho, perder esta
oportunidad que me brindan y rehusar en esta ocasión a dar testimonio de mi Fe y
postrándome a tus pies y a los de María tu Madre, poner ante Tí, Cristo mío de la
ORACIÓN y ante Ti, Madre mía de la AMARGURA este pregón.
Y pedirte que me ayudes en este difícil caminar, fe para saber llevar tu mensaje,
fuerzas para cargar con tu cruz, luz para expresarme con claridad y humildad para saber
reconocer que este pregón no es obra mía sino Tuya. Señor con tu ayuda y la de tu
Madre AMARGURA espero conseguirlo.
Ahora Señor, vamos a caminar por las calles de Martos vistiendo nuestra túnica
nazarena, y quiero Señor que vengas conmigo, con nosotros, porque aquí está tu pueblo
y mi pueblo, nuestro pueblo, nuestro viejo y milenario Tucci, nuestro Martos. Abramos
las puertas de nuestras casas para dejar entrar la primavera de Tu amor, abramos
nuestros corazones para recibir Tu mensaje y abramos las puertas de la Iglesia, nuestra
parroquia y sede canónica de San Amador y Santa Ana, porque comienza nuestra
estación de penitencia.
Y la estación de penitencia no deja de ser ORACIÓN y quiero que este pregón
también lo sea y por eso lo comenzaré diciendo:
EN EL NOMBRE DEL PADRE
DEL HIJO
Y
DEL ESPÍRITU SANTO.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Salutación...
Reverendo Párroco de la Iglesia de San Amador y Santa Ana y Director
Espiritual de esta Cofradía.
Sr. Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Martos.
Sr. Presidente de la Unión de Cofradías de Semana Santa.
Hermano Mayor de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Oración de
Jesús en el Huerto y María Santísima de la Amargura.
Dignísimas autoridades.
Junta de Gobierno.
Hermanos Mayores y Cabildos de las Cofradías de Pasión y de Gloria de
Martos.
Costaleros, Camareras.
Hermanos /as cofrades.
Querida familia.
Amigos.
Señoras y Señores.
Introducción...
Justo es comenzar, pues nobleza obliga, agradeciendo muy sinceramente al
presentador de este acto, la cortesía hacia mi persona, por sus amables, elogiosas y
seguramente inmerecidas palabras. En su texto ha querido, entiendo yo, más con la
subjetividad del cariño que con la objetividad de la razón marcaros unas pautas sobre mi
persona, para general y público conocimiento. Es sabido de todos su cariño añejo hacia
nuestras tradiciones, su erudición y sus amplios conocimientos sobre nuestra Cofradía,
del mundo que rodea a nuestra Semana de Pasión y a la Semana Santa en general,
puestos de manifiesto en multitud de ocasiones. Gracias Francis.
Reconocer y agradecer, así mismo, a la Junta de Gobierno y a cuantos hayan
intervenido en mi elección, no sólo el detalle al designarme para este delicado menester,
sino igualmente, la confianza que me otorgaron para ocupar esta tribuna, fiándose de la
posible bondad de mi discurso y en la idoneidad de mis conocimientos. Gracias a todos.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Y agradecer, en fin, la presencia de todos ustedes esta hermosa tarde-noche de
exaltación a la Reina de las reinas, de clausura de aniversario, a este acto solemne,
antesala de nuestro Miércoles Santo y de nuestra Semana Grande. Gracias por venir.
Buenas noches...
Me presento esta tarde aquí ante ustedes, postrado a los pies de nuestras Imágenes
Titulares y con toda humildad, para declamar y pregonar a nuestra queridísima Madre,
la Virgen de la Amargura, en este año cofrade 2005-2006 tan señalado para la totalidad
de la comunidad cristiana, ya que, como saben, el sábado 2 de Abril del pasado año
fallece un gran Papa, Juan Pablo II. Que antes de morir clausuró el glorioso año Jubilar
y declaró el año 2.005 como Año de la Eucaristía y cuya celebración dio comienzo el
tercer domingo de Octubre de 2004. Tras su muerte, el Colegio Cardenalicio reunido en
Conclave procede a una nueva elección del Sumo Pontífice, de la que sale elegido,
como de todos es conocido, el actual Papa Benedicto XVI, quién la pasada festividad de
la Inmaculada Concepción, celebró una multitudinaria misa en la basílica de San Pedro
para conmemorar los 40 años de la clausura del Concilio Vaticano II, definido como “el
mayor evento eclesial del siglo XX”. Y el 25 de Enero del corriente año, publica su
primera Encíclica, en la que aborda el Amor y la Caridad. También hemos asistido, al
nombramiento de un nuevo Obispo para la Diócesis de Jaén. Pues bien, además de estos
importantes acontecimientos, para nosotros, hay uno, más entrañable y cercano, que
tiene una extremada relevancia y supone todo un logro para esta Comunidad, como es la
celebración, a lo largo de todo el pasado año, del vigésimo quinto aniversario de la
Refundación de esta Cofradía, la de la Oración de Jesús en el Huerto y María Santísima
de la Amargura.
Son ya, pues, más de cinco lustros de andadura pasional. Veinticinco años
cargados de ilusiones, de vivencias, de trabajo, de hermanamiento, de continuos
avatares, de multitud de experiencias, de muchos cambios, de objetivos cumplidos y
otros por cumplir, de constante evolución y mejoras en las estaciones de penitencia, de
sanas discrepancias y saludables controversias..., en definitiva, de una continua
búsqueda de la perfección, de ser mejores como personas y como cristianos y por
supuesto, del engrandecimiento y solemnidad de nuestra Cofradía y total servicio y
entrega para con nuestra comunidad cristiana. No dudo ni por un momento que el motor
que ha impulsado todo este engranaje complejo y maravilloso a lo largo de estos
veintiséis intensos y siempre esperados Miércoles Santos, ha sido el profundo amor que
le profesamos a nuestro Cristo y a nuestra Virgen.
Es la segunda vez que subo a esta tribuna para hablar de algún tema relacionado
con esta Hermandad. La primera, hace diez años, allá por el año 1.996 para realizar la
presentación del IV Pregón Amargura y del Pregonero que aquel año ocupó, tan
dignamente, el lugar en el que hoy estoy yo, y la segunda, esta tarde, este día tan
señalado, en el que me ha tocado el inesperado privilegio de ser el Pregonero oficial del
décimo-tercero Pregón Amargura. Este Pregón que constituye el colofón de la
conmemoración del 25 aniversario que dio comienzo con la presentación del cartel
anunciador y el precedente Pregón; pero, además, al clausurar los actos solemnes que
tuvieron lugar en el pasado curso cofrade, también representa el cierre de una etapa
fructífera y el comienzo de otra ilusionante; es como “alfa y omega”, el principio y el
fin, entendido éste como un cambio generacional y ha recaído en mi persona la
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
responsabilidad de hacer de puente simbólico entre ambas. Deseo, por tanto, como dije
al comienzo de mi intervención, responder a las expectativas puestas en mi, tanto por la
Junta de Gobierno como por todos ustedes aquí presentes. Espero no defraudarles.
Me siento, a la vez, muy honrado y orgulloso por lo que considero todo un honor y
un privilegio en este año tan significativo, como es, el de ser “el costalero de voces” de
nuestra Virgen.
No sabía entonces cuando desde esta atalaya literaria presenté a aquel magnífico
pregonero, las dificultades que entrañaba confeccionar un pregón, lo complejo que
resulta escribir en un papel, eternamente en blanco, los sentimientos, las emociones, los
pensamientos, las vivencias, las añoranzas, las creencias... Un pregón es, a mi juicio,
una declaración de amor en toda regla, es manifestar un sentimiento, profundo y
privado, en público, como una confesión medieval, en presencia de testigos, que a su
vez, estoy seguro, sienten, profesan y comparten esta veneración y profundo cariño a
nuestra amada Virgen.
Yo declaro públicamente mi amor hacia Ella, pero a la vez manifiesto, que a lo
mejor no se declamarla y me invade la duda, por mis limitaciones literarias, de no
hacerlo bien, de no saber expresar y comunicar mis sentimientos, pues estoy seguro de
no reunir los requisitos, digamos convencionales y precisos, que todo buen pregonero
debe poseer para realizar esta importante tarea como es la exaltación de María, en este
caso en la advocación de Amargura.
Les aseguro que lo que dije en aquella presentación de que “ser pregonero es todo
un privilegio, pero que a la vez representa una alta responsabilidad y un arduo trabajo”,
fue toda una profecía y es rigurosamente cierto, tan verdad que en un primer momento y
tras la aceptación del reto, allá por el mes de Noviembre, no veía luz por ninguna parte,
no sabía por donde empezar, no concebía ni un atisbo de cómo podría ensalzar a la
Señora, estaba hundido a la espera de esas primeras líneas que se negaban a salir de la
nada, me encontraba perdido en la agonía de la concepción.
Es por estos días, que repasando, para documentarme, revistas, periódicos,
artículos, boletines, etc., relacionados con el mundo cofradiero y de la Semana Santa,
que leo en la Revista Nazareno-2004 en un artículo de nuestro Cronista oficial don
Miguel Calvo Morillo, unas frases que decían, y cito textualmente: “... No existen reglas
para el pregón, las normas las dicta el corazón del pregonero...”, el corazón del
pregonero, repito y me digo aquí está la clave, esta es la norma, este el camino, seguir
los dictámenes de mi corazón, así que tengo que decirles, que no esperen un pregón
poético, ya que, como manifesté en la admonición de entrada, no soy poeta, ni esperen
un pregón confeccionado en una prosa cargada de modismos, giros gramaticales e
hipérboles, ni una pieza oratoria ciceroniana clásica, plena de facundia elegante y
refinada, ni una demostración acentuada e intensa de profundos conocimientos literarios
y retóricos. Sólo esperen humildes palabras cargadas de cariño, de respeto, de
recuerdos, de fidelidad, de vivencias personales, de sinceridad, de inocencia, salidas del
corazón como saetas candentes hacia el alma de quién las quiera recoger, en definitiva
cargadas de amor a nuestra Virgen y a nuestro Cristo de la Oración.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
VIRGEN DE LA AMARGURA,
CRISTO DE LA ORACIÓN,
ME LIBRASTEIS DE LA FE OSCURA
POR VUESTRA ENTREGA Y PERDÓN.
Y AHORA MISMO MI SEÑORA,
NO ME MUEVO DE TU VERA
NI “PA” BEBER AGUA SIQUIERA,
PORQUE COMO SI FUERA UN LUCERO
AHORA QUIERO SER TU COSTALERO
Y A TUS PIES, EN MI TRABAJADERA,
SIN DESCANSO, MECERTE EN TU ALTAR
DE PALIO Y LUMINOSO CANDELERO,
BAMBALINAS, VARALES, AZAHAR,
CARGARTE SOBRE MIS HOMBROS
SIN PARAR.
QUIERO SER TU COSTALERO,
AMARGURA, MI VIRGEN, MI SEÑORA
Y SOÑAR EN LA TRABAJADERA QUE:
QUIERO SER EL OLOR DEL LIRIO,
QUIERO SER DEL NARANJO, EL AZAHAR,
QUIERO SER LA LUZ DEL ROJO CIRIO,
QUIERO SER TU MANTILLA, AL PASAR,
QUIERO SER POR ELLA, QUIÉN MUERA,
QUIERO SER LA VELA MARINERA,
QUE A BUEN PUERTO TE LLEVA.
VIRGEN DE LA AMARGURA,
CRISTO DE LA ORACIÓN,
CUIDAD DE MI, POR DIOS,
PARA QUE NO DEJE EL SENDERO.
NO ME DEJEIS DE ESCUCHAR.
QUIERO SER, AHORA, EL COSTALERO,
PUES YO, ANTES DE PERDER
VUESTRO SINCERO CAMINAR,
QUE VENGA UN ANGEL DEL CIELO
Y ME HAGA CRUCIFICAR.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Hagamos un poco de historia...
Hace años, escribió el poeta Luis Rosales que “para ser felices basta a veces, el
puro acierto de recordar”. Y ¡ojalá!, yo acertara esta tarde a recordarles lo que ya saben
para que fueran más felices en esta tierra nuestra, en este Martos laborioso, industrial,
comercial, festivo y festero, humanista y religioso, fiel a sus raíces y tradiciones y de
histórico pasado.
La noble función del pregonero, “heraldo de días santos y precursor de
esplendores”, conlleva el peso de las remembranzas, la evocación de los recuerdos
dormidos, la conversión de los olvidos en actualidad, la exaltación de las vivencias
colectivas y la posibilidad de anunciar algo tan entrañable para nosotros como es, la
historia de una cofradía, o lo que es lo mismo, de las personas que la forman o formaron
parte de ella, de lo que era, de lo que es y de lo que, si Dios quiere, será.
En el poco más del cuarto de siglo de vida de esta Cofradía, desde su refundación
y reorganización en Agosto de 1980, han sido doce los “costaleros de voces” que me
han precedido. Cofrades o no que, procedentes de muy diversos ámbitos, han tenido el
honor de inscribir su nombre en el listado de pregoneros de esta Hermandad. Año tras
año, cada una de estas personas ha ido añadiendo un eslabón más a la interminable
cadena que forma el Pregón, afrontando el desafío que supone realizar el mismo, con
orgullo, emoción y plena conciencia. La reflexión teológica, el relato de los propios
recuerdos, la experiencia personal fuertemente vivida y arraigada, la descripción de las
vivencias y momentos pasionales o la investigación histórico-artística, han sido los
pilares sobre los que, a través del tiempo, los distintos pregoneros han basado sus
intervenciones. Sirva, pues, mi discurso de hoy de sincero homenaje y público
reconocimiento a todos los que desde este atril me precedieron en el uso de la palabra.
Fue, como sabemos, un caluroso mes de Agosto de 1980, cuando un grupo de
amigos, tras conocer la existencia de una imagen de un Cristo Orante emparedado en
una hornacina de la Ermita de San Bartolomé, decidimos rescatarla y re-fundar la vieja
Cofradía de la Oración en el Huerto que procesionaba los Viernes Santos incluso antes
del año 1936 (su fundación se cree que se remonta al siglo XVIII), para dar culto al
Cristo y realizar estación de penitencia en la Semana Santa Marteña. Este primer
objetivo se cumplió el Miércoles Santo de 1981, siendo coadjutor en Santa Marta, D.
Esteban Tirado, sacerdote diocesano.
Aquel grupo de jóvenes amigos – el mayor no llegaba a los 25 años- que excuso
decir sus nombres, ya que me consta son conocidos por todos, plenos de ilusiones y con
escasez de recursos, llamaron, por aquel entonces, a muchas puertas y fueron de sitio en
lugar para que alguien les acogiera, por que la primera prioridad, antes de comenzar esta
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
osada aventura, era dar una morada digna al Cristo, donde quedara ubicado
definitivamente y a buen recaudo, para poder darle culto. Tarea harto ardua y que
resultó ser más complicada de lo que a primera vista podría parecer. Corrieron distintas
suertes y avatares, que sería largo relatarles, hasta que un sacerdote franciscano, el padre
Florencio Corres, tan buen sacerdote como persona, les dio albergue en la Parroquia de
San Amador y de Santa Ana, de la que este fraile, en aquella época, era el Sr. Cura
Párroco y el recordado Julio, q.e.p.d., el sacristán. Quedando así constituida esta
Cofradía con su sede canónica en la mencionada parroquia.
Con posterioridad, en años sucesivos, otros sacerdotes, como el padre Antonio
Fernández, el padre Mateo y el padre Florencio Minguez Niño, fueron nombrados por el
Sr. Obispo, párrocos de San Amador y ocuparon la precaria dirección espiritual de esta
joven Hermandad. Todos estos, buenos y recordados sacerdotes, pertenecían a la Orden
Franciscana Menor. Más tarde, en el año 1985, D. José Caballero Puyana, es destinado a
esta Parroquia, sustituyendo al anterior párroco. El padre Caballero, como
cariñosamente le conocemos, es quién, a mi juicio, se identificó más y mejor con la
idiosincrasia de esta Cofradía, probablemente sería, bien, por su afinidad con nuestras
costumbres, ya que, como todos ustedes saben es gaditano de nacimiento o bien, por su
contacto continuo y cotidiano con la gran mayoría de la juventud de entonces.
Durante los años que lleva al frente de la dirección apostólica, se han producido
numerosas modificaciones y cambios muy importantes en el seno de todas las
Asociaciones Católicas, por las profundas y serias remodelaciones a las que ha sido
sometida la organización interna de las Cofradías de Pasión y de Gloria, preconizada y
coordinada desde el Obispado a través de su Delegación Episcopal de Cofradías y
Asociaciones, por expreso mandato del anterior Obispo; como han sido: los nuevos
organigramas, la creación de las vocalías de cultos, caridad y formación, la aprobación
de los estatutos, convocatorias de elecciones cuatrienales para la elección y
nombramiento de los Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno, la declaración e
inventariado de enseres, inmuebles, propiedades, etc., además de los cambios en el
propio funcionamiento interno de las Cofradías. Pues bien, el asesoramiento del Padre
Caballero y sabio consejo, su talante moderado y dialogante, siempre nos ha sido de
suma importancia, perfectamente válido, preciso, enriquecedor y esclarecedor, para
hacer frente, como es debido, a todo lo que se nos indicaba y pedía desde el Episcopado
y para seguir adelante cumpliendo escrupulosamente las premisas dadas, como
cristianos y cofrades.
Este buen párroco y mejor persona, pertenece a la Orden Francisca Menor, es
también, pues, un fraile franciscano. Esta Orden, como es sabido, se instalaba por
primera vez en Martos en tiempos del Rey
Felipe II, ubicándose en un convento seráfico junto a una huerta cercana a la Fuente
Nueva. Al pasar el tiempo y producto de los rezos, el duro trabajo y el estudio y, por
supuesto, a la constancia unida al arte, pusieron los cimientos de lo que más tarde sería
el Convento de San Francisco, años después completado con un precioso Templo, en el
que resaltaba por su belleza y calidad artística, la luminosa fachada de estilo plateresco
y el retablo barroco del altar mayor, así como una completísima biblioteca, en cuyas
vitrinas y anaqueles se apilaban, además de textos sagrados, numerosos libros y códices
de las más variadas materias y disciplinas. Esta biblioteca, orgullo de los franciscanos
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de entonces, constituyó para los marteños de la época un verdadero bastión académico y
acerbo cultural.
La desamortización de Mendizábal (1825-1836), años más tarde, supuso y dio al
traste con la obra de estos frailes y, como sucedió en otros lugares, el hábito franciscano
abandonaba Martos muy a su pesar. Un siglo después, concretamente en el año 1949,
una señora piadosa y adinerada de la localidad, ofrece casa a la Orden y los franciscanos
regresan a nuestro pueblo. Crean un seminario de órdenes menores y más tarde fundan
un colegio de segunda enseñanza e internado, el Colegio de S. Antonio de Padua, en el
que hoy nos encontramos. De nuevo la labor silenciosa, constante y firme de estos
frailes se deja sentir en la formación cultural, humanista y religiosa de las gentes de
nuestro pueblo. ¿Cuántas generaciones hemos pasado por las aulas de este colegio? Y
cuántos pudimos acceder a la cultura, proyectarnos a la Universidad y crearnos un
futuro, labrándonos un porvenir muy distinto al que seguramente teníamos reservado,
gracias a las enseñanzas, disciplina, el bien-hacer académico que se respiraba en este
Colegio y a la educación recibida bajo su tutela y, por supuesto, al elenco de profesores
que lo hicieron posible y que a lo largo de los años pasaron por sus aulas e instalaciones
confiriéndole un importante prestigio del que aún goza en la actualidad.
Pues bien, el Padre Caballero formó parte de estos profesores que procedentes de
otras tierras nos aportaron sus experiencias, su sabiduría y que con su ejemplo y
enseñanza fueron moldeando nuestras almas y nuestras mentes. Fue mi profesor de
Historia del Arte en 6º curso de bachillerato, allá por el año 1970; desde entonces
guardo de él un entrañable recuerdo, como profesor, como sacerdote y como persona,
tanto es así, que en el año 1985 le pedí que celebrara mi matrimonio, a lo que accedió
amablemente. Por tanto, el Padre Caballero forma parte de mi historia personal así
como forma parte, y muy importante, de la historia de esta Cofradía, que lo quiere y lo
respeta. Siempre que lo hemos buscado lo hemos encontrado incondicionalmente, tanto
en los instantes felices como en los difíciles y aciagos, y sus consejos, reitero, su
experiencia y dirección apostólica y espiritual ha sido en todo momento, a lo largo de
estos veinticinco años, determinante y ajustada. Estoy seguro que esta Cofradía no sería
lo que es sin nuestro Párroco. Le ruego a Dios que nos dure muchos años.
Sí pregonar es promulgar algo que conviene recordar y dar a conocer una cosa que
debe ser conocida, tengo que decir honradamente, que no se más que ustedes de
aquellos primeros años en los que esta Hermandad comenzó, a duras penas, su
andadura. Seguramente entre los que forman hoy parte de nuestro público haya personas
que conozcan más detalles que yo. Aunque es justo decir que participé y estuve presente
en sus primeros pasos y asistí a su nacimiento y fundación. Los pregoneros que me
precedieron y en particular alguno de ellos, describieron, narraron y glosaron muy bien
y con acierto, tanto el proceso histórico como el teológico, así como también el artístico,
religioso y cofradiero de esta Hermandad. Por eso sería redundar e incidir en algo
archiconocido por todos nosotros e incluso rayar en el aburrimiento y desinterés por lo
manido del tema y que podría consultarse, en todo momento, en cualquiera de los
diecisiete “Getsemaní” que año tras año se han ido publicando desde 1989 en el que vio
la luz por primera vez y que son como el diario histórico de la Cofradía.
Por eso no narraré la consabida historia; sólo daré una pinceladas históricas o les
contaré algunas anécdotas desconocidas para la mayoría, que puedan tener un interés
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
desde el punto de vista de la curiosidad o jocosidad o, simplemente, para recordar algo
vivido sólo por algunos, siempre obviando detalles molestos y procurando dar
solamente los nombres imprescindibles, por aquello de que algunos pudieran quedar en
el tintero o en el olvido y, nunca más lejos de mi intención y objeto de este acto, el herir
sensibilidades.
Comentaré un hecho, tal vez no muy conocido, y que viene a colación para
resaltar otro acontecimiento que tuvo lugar en el mes de Enero del pasado año y que
más adelante daré cuenta de él. En el año 1993 existió un rumor, nunca he sabido sí fue
verdadero o falso, por el que se decía que un profesor de música, en aquellos momentos
director de la Banda Municipal de Música de Jaén, un tal D. Manuel Vilchez, había
compuesto una marcha procesional a nuestra Amargura, a la Virgen de la Amargura de
Martos, constituyendo esto todo un hito en la Semana Santa Marteña, ya que convertía a
esta Virgen en la primera que tenía una marcha procesional propia. Reitero mi
desconocimiento sobre la veracidad de esta noticia y sobre la intencionalidad de la
misma, les aseguro que me hubiera gustado que se hubiese cumplido y que nuestra
Amargura tuviese su propia marcha desde entonces, aunque tengo que decir que albergo
bastantes dudas de que hubiese sido así y bastante certeza de que el destino de esta
composición musical, sí es que existe, haya sido otro bien distinto.
Contarles esta anécdota no tiene otra intencionalidad que la de ilustrar lo que voy
a decir a continuación, y esto es, que por aquellos años corrían otros tiempos, tiempos
de cambios, de discrepancias, de renovación de ideas y de personas, de afianzamiento,
de muchos bulos, de pocas realidades, de escasísimos recursos..., ya que , a mi entender,
se carecía y no existía una base sólida aún, ni personas con suficiente experiencia, ni
fondos saneados, ni ideas claras de cómo tenía que ser una cofradía de pasión y casi sin
meditar, se daban prioridades y protagonismo a personas y a opiniones medianamente
sensatas u oportunistas, producto más de las prisas, de la improvisación, de la
ignorancia, y a veces, de intereses poco claros, que de la reflexión responsable y seria,
con miras al futuro, y del altruismo, caridad y desinterés que debe caracterizar a toda
asociación
cristiana.
Afortunadamente el tiempo nos pone y pone a cada uno y a cada cosa en su lugar y en el
lugar que le corresponde dentro o fuera de la organización, con afinidad o sin ella. Estos
períodos que, estoy seguro, toda asociación sufre en sus comienzos, pasaron y no sólo
eso, sino que de ello se tomó buena nota y las enseñanzas pertinentes, para que, en la
medida de lo posible, no se vuelvan a repetir. De los errores y de las equivocaciones
siempre se aprende y pasan a constituir y formar parte de la llamada experiencia
individual y colectiva.
De todos es conocido y de lo cual, no me cabe ni la menor duda, de que todos nos
congratulamos y mostramos nuestra más sincera gratitud y consideración a los que
hicieron realidad el hecho, de que hoy por hoy la Virgen de la Amargura ya posea una
marcha propia, de que esta Hermandad, en sus “bodas de plata”, en su “puesta de largo”
en la Semana Santa Marteña, tenga su propia marcha musical, marcha que la identifica,
la engrandece y a la vez, constituye el himno conmemorativo de su XXV Aniversario.
Ha sido compuesta por el profesor Don Francisco Javier González Ríos, director
musical de la prestigiosa Banda de cornetas y tambores de “Las Cigarreras” de Sevilla,
inspirado, con toda seguridad, en su preciosa Virgen de la Victoria y que lleva por título
“Fandango en Oración Marteña”. La partitura fue presentada en el acto de apertura del
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
XXV Aniversario en el Salón Cultural de S. Juan de Dios el 15 de Enero del pasado año
y en la actualidad se encuentra en la fase de montaje y adaptación por nuestra querida y
admirada Banda de cornetas y tambores del Cristo de la Fe y del Consuelo en la persona
de su director Don Juan Antonio Martos Martínez.
Muchos de ustedes desconocerán y lo digo con toda humildad, que el autor y
diseñador del primer estandarte e insignia o emblema de esta Cofradía, así como del
diseño del “traje de estatutos” y la combinación de colores que luce, fue este pregonero
que les habla. Y quiero hoy hacerlo público, no por vanagloriarme y darme la
importancia que no tengo, sino, por una parte, para reivindicar la autoría y dejar
constancia de un hecho real que nunca apareció en las crónicas históricas de los
primeros momentos de esta Hermandad, posiblemente por mi culpa, ya que siempre he
huido de los protagonismos, y por otra, para decir con toda seriedad que la combinación
de los colores que portan nuestros nazarenos de luz no son el producto de un capricho,
ni de la moda, ni de gustos personales, ni de una idea estética, más o menos acertada, ni
siquiera de la inexistencia de los mismos en las diferentes túnicas de los desfiles
procesionales de nuestra semana santa, sino que tienen un profundo significado
litúrgico, a diferencia del que se les viene atribuyendo de carácter más profano y que
paso a explicarles muy brevemente: Los colores estatutarios, según se lee en el Capítulo
I, artículo 5º de nuestros Estatutos aprobados el 15 de Junio de 1995 por el anterior
Obispo de Jaén, son el blanco, el rojo granate y el negro. El blanco es símbolo de gloria
celestial de los bienaventurados así como de la vida santa y pura de los justos, además
de significar pureza, virginidad, inocencia, vigilancia, firmeza y elocuencia. El rojo, a su
vez, representa, el fuego, el amor ardoroso, el valor, la intrepidez, la victoria, el socorro
y la sangre derramada por los mártires. El color negro, que significa ausencia de luz,
implica también la privación de la vida, que es, así mismo, luz; tiene el significado
también de tristeza, la ciencia, la obediencia y la honestidad.
Así, el blanco de la pureza, firmeza y vigilancia, esta basado en el pasaje
evangélico descrito por San Marcos 14,38 en el que el Señor dice a sus discípulos:
“Velad y orad para que no entréis en tentación...”. El rojo-granate del amor y de la
victoria, se sustenta en el evangelio de S. Mateo 5,44: “Amad a vuestros enemigos y
rogad por los que os persiguen”; y en la victoria total sobre la muerte por medio de la
Resurrección. Y, por fin, el negro de tristeza, luto, muerte y obediencia, en: “Abba,
Padre, todo te es posible; aleja de mí este cáliz; más no sea lo que yo quiero, sino lo que
Tú quieres” (Mc. 14,36).
Estos son los tres colores de nuestra amada Cofradía, que la entroncan con la
simbología litúrgica y la tradición, además de darle una identidad propia, que la
diferencia de todas las cofradías que representan el momento de la Oración en el Huerto
de los Olivos, que yo tenga conocimiento o de nuestro entorno más cercano y que llevan
inexorablemente el color verde en sus túnicas, escudos o insignias. Habrán observado
que este color no aparece como componente de nuestro “traje de estatutos tricolor” ya
que no tiene significado litúrgico alguno con respecto al momento de la Pasión de
Cristo que representamos en la agonía de Getsemaní, salvo como no sea en
representación del color de los olivos o la esperanza en la Resurrección.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Oración...
Homero llamaba kerix, pregonero, a aquel que anunciaba en voz alta las grandes
noticias del Rey a todo el pueblo. En la Biblia pregonero es el mensajero de la paz, la
mejor noticia, porque la paz bíblica es siempre la salvación de Dios. ¡ Qué hermosos
son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, -dice el profeta Isaíasque trae la buena noticia, que pregona la victoria! Que dice a Sión: “Tu Dios es Rey”
(Is. 52,7). Y en el Nuevo Testamento el pregón fundamental, el kerigma, consiste en
anunciar que Cristo vive, que el Jesús que vieron muerto ha resucitado y ahora está vivo
para siempre. Este anuncio recorre como un calambre las conciencias de los que habían
huido, de los que se resistían a creer, de los que escuchan por primera vez e
inmediatamente se apresuran en el seguimiento de quién se presenta así como Salvador
del hombre, como faro luminoso de los pueblos, como Señor de la historia.
Cristo muere y resucita, esta es la paradoja salvadora, la buena nueva que os trae
el pregonero, la noticia feliz cargada de esperanza y de futuro en este presente tan
controvertido, en este momento tremendo y magnífico a la vez.
Los medios de comunicación nos han convertido en ciudadanos del mundo, en
ciudadanos de la misma aldea y nada de lo que ocurre puede sernos ajeno en este
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
momento en que, paradójicamente, la solidaridad se siente como nunca y el dolor de los
hombres desestabiliza nuestra tranquilidad y no nos deja comer en paz.
En este momento también terrible, de rivalidades feroces, de competencias
desmesuradas, de la globalización, de guerras encarnizadas sin treguas ni final, cuando
el hambre, la inexistencia del reparto justo y equitativo de la riqueza, la crisis del
modelo de familia, la violencia fratricida y de género, la inmigración masiva e ilegal, el
terrorismo..., tantos y tantos problemas aún no resueltos que martillean nu estra
conciencia.
En este momento en que incluso la misma naturaleza parece desparramarse por los
suelos y como empeñada en sernos incomprensiblemente hostil y cebarse con los más
pobres y necesitados, que de un zarpazo siega miles de vidas y deja sin hogar, sin
enseres y sin futuro a otros cientos de miles y convierte lo que en un instante antes era
un paraíso en un cementerio, en un infierno... En este momento de incertidumbres en
que el horizonte difumina sus contornos y las nuevas generaciones no aciertan a ver
claro el futuro, en este momento que podría parecer abocado al pesimismo, al
desasosiego y a la falta de Fe, la noticia sigue siendo que la muerte ha sido
definitivamente vencida y siempre, absolutamente siempre, estaremos llamados a la
vida y a un futuro de esperanza que redime el tiempo y lo convierte en el ámbito
magnífico del encuentro con Dios y con los hombres.
Este, amigos, es el pregón fundamental, la realidad que a lo largo de los siglos
venimos celebrando y representando por las calles en la Semana Mayor, en la Semana
Santa de nuestro pueblo, que aúna tradición y arte como vehículo estremecido y
maravillado de nuestra Fe. Así convertimos la representación en nuestros tronos del
misterio de Getsemaní en expresión plástica, visible y audible, de un misterio de amor
más antiguo que el mundo: Dios que ama al hombre sigue presente entre nosotros.
Todos los Miércoles Santos, y van veintiséis, el Señor de la Oración en el Huerto
le dice a su pueblo que lo ama, nos dice que nos ama. “Tanto amo Dios al mundo que
entregó a su único Hijo”, leemos en el evangelio de S. Juan. Y el drama continua, la
obscura fuerza del mal está ahí con su ley de crueldad y de muerte para que, según el
proyecto divino, llegue el amor a su punto más álgido. “Nadie tiene amor más grande
que el que da la vida por los amigos”sigue diciéndonos S. Juan (15,13). El de
Getsemaní, se hace representación palpable y notoria de este amor que en la cruz llega a
su plenitud.
El arte y la fe, tradición y belleza se unen para entrar dentro del alma y provocar
una respuesta que es ORACIÓN hecha asombro, estremecimiento, emoción, incluso
llanto que mueven a una forma de vida más religiosa, más convertida, más próxima a
Dios.
Se comprende fácilmente esta realidad profunda porque se ve y se siente en la
proximidad de nuestra procesión: las túnicas, los trajes, las mantillas, la llama de las
velas, las lágrimas de cera ensangrentada que brotan de los cirios y sollozan, la música,
los olores, el paso lento y solemne del trono del Cristo que parece ir meditando
lentamente, dejando tiempo a que aquel misterio desgarrador entre hasta los tuétanos de
nuestra alma y nos conmueva y poco a poco vaya arraigando en nuestro interior y en el
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Pedro Luis López Basterrechea
alma del pueblo, cargándose de simbolismo, se hace devoción popular y catequesis
viviente que habla al corazón del hombre y disipa sus miedos a la muerte y lo atrae
hacia Dios.
Diré que esta Cofradía en la calle es una simbiosis de arte y tradición, perfecto
hermanamiento de fe, devoción popular y catequesis viva y ha ido creciendo en el
tiempo; se han enriquecido los pasos, los gestos, revitalizado la tradición, en definitiva
tiene una renovada belleza exterior y una vitalidad nueva y pujante que le deseo para
siempre.
Un hermoso pedestal de barroquísimas líneas dieciochescas grabadas en la
madera, sustenta el misterio moderno de la Oración en el Huerto de Nuestro Señor,
heredero de aquel otro de marquetería tallada, sin estilo definido con el que antaño
procesionaba la imagen actual y procesionó el llamado Cristo antiguo, el Cristo
Fundador de esta Cofradía, el rescatado de su emparedado altar y realizado, al parecer,
por el alfarero y autodidacta escultor marteño Alfredo Pérez Baeza alrededor de los
años cuarenta y al que cincuenta años después, nuestro amigo, José Barranco Santiago
le esculpe un cuerpo en madera de pino con los miembros superiores articulados a los
que se le adaptan unas manos talladas en madera policromada por el escultor imaginero
toxiriano, ya fallecido, D. José López Arjona. Pero es la misma escena, el mismo pasaje
evangélico, Jesús cae de rodillas en doloroso trance, puesto de manifiesto por la agonía
y la hematohidrosis, y constituye el hecho más inimaginable de todo el Nuevo
testamento. Merecería la pena que todos los cofrades profundizáramos en el Misterio de
la Oración en el Huerto, ya que el mensaje teológico que encierra es profundo,
desgarrador pero a la vez tranquilizador y reconfortante.
Tengo que confesarles que a este pobre Pregonero, lo que siempre le ha llamado
poderosamente la atención de esta escena representada sobre este trono de oro bruñido,
no ha sido ni la belleza asexuada del Ángel que acude a confortar a Jesús, ni el buen
hacer escultórico de la valenciana Josefina Cuesta, autora de la imagen del Cristo, ni
siquiera el realismo naturalista de ese imponente olivo, representante del olivar marteño,
que cada año, recién arrancado de la faz de la tierra, se instala sobre el paso y que por sí
mismo constituye todo un anecdotario del que pueden dar fe, mejor que yo, algunos de
los presentes. No, a mí, y permitidme ahora que hable en primera persona, lo que
siempre me ha conmovido es el gesto dulcísimo del rostro del Señor, que a pesar de su
agónico momento, refleja sólo amor y entrega.
Contemplar el bendito Rostro de nuestro Señor Orante, proporciona una paz
interior que nos hace mejores para con nosotros mismos y para con los demás.
Por que “Contemplar”, como dice el poeta, es:
Un conocer sin pensar,
Un saber sin razonar,
Un poder sin ser capaz,
Únicamente mirar.
Contemplar es, además,
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Intuir y frecuentar,
Percibir y adivinar,
Tratar, dar y ... enamorar,
Todo con sólo mirar.
Contemplar pues, es, al fin,
Que sin moverse hacia Ti,
En Ti descansar.
Amargura...
Ha sido la Virgen de la Amargura la que esta tarde, en esta tradicional jornada, nos
ha reunido aquí, en este marco incomparable y con este escenario tan singular, para
cantar, glosar, enaltecer, recordar, vivir en definitiva nuestro mutuo amor por Ella. Por
eso ahora les pido que hagan un ejercicio mental y tras la evocación del pensamiento de
los hechos vividos, nos situemos en la incipiente primavera marteña, en un Miércoles
Santo luminoso, en el que ya aparecen tímidamente los brotes vigorosos de los verdes
por venir, en el que comienzan a percibirse los olores a flores tempranas, lilas, celindas,
lirios, azahares, geráneos variopintos a punto de florecer y riadas de amor y candor en el
ambiente; transportémonos imaginativamente por unos instantes a esta tarde-noche tan
vivida y no obstante tan esperada.
Tarde de Miércoles Santo, Placeta de S. Amador, bullicio, expectación,
murmullos, acordes musicales y ajustes instrumentales, chiquillería, miradas atentas al
reloj, nerviosismo contenido, multitud de comentarios, colorido... Momento mágico, las
puertas del Templo parroquial comienzan a abrirse, el silencio se va haciendo cada vez
más espeso, curiosidad máxima y como por ensalmo, la Cruz de Guía de la Cofradía de
la Oración en el Huerto y María Santísima de la Amargura ya está en la calle, cruz de
madera desnuda, sin imagen, cruz símbolo del cristiano, que con los brazos abiertos
quiere en este preciso momento abrazar a todo el pueblo de Martos. Cruz de Guía, de
guía cristiana por las calles y plazas de mi pueblo, por donde Jesús, el Hijo de Dios
vivo, Jesús el que nació en Belén, el Hijo de María, va a caminar en su Pasión y por
donde María lo va a acompañar en su dolor y amargura, con la angustia de ver y saber
que su Hijo muere, pero también en la esperanza de la Resurrección.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Filas de penitentes de luz, ataviados con sus túnicas estatutarias y provistos de un
cirio rojo, que representa el sufrimiento y agonía que se avecina, van formando
paulatina y ordenadamente las orillas de lo que será el inminente desfile procesional.
Asoma el primer estandarte. Dentro del Templo y tras la oración y bendición de nuestro
párroco, la primera “llamá” y “levantá”, el trono del Señor comienza a moverse y
pautadamente va girándose sobre sí mismo, encaminándose hacia las puertas de la
Iglesia. En este tan añorado momento para el que les habla, se palpa la emoción
contenida y sólo se oye la voz del capataz, trasmitiendo ordenes precisas, y el rítmico
roce de las esparteñas costaleras contra el suelo marmóreo del Templo y con ese
majestuoso y carente caminar, que lo caracteriza, unos instantes después, en un pispas,
como sin darnos cuenta, atraviesa con una precisión, que se nos antoja perfecta, el
pórtico de la Iglesia y ya tenemos a nuestro Cristo en la placeta de S. Amador al son de
los acordes de la composición musical, “Bulería de San Román”. Ya está el Señor en su
Huerto de los Olivos, en su Getsemaní particular, en su barrio, entre su gente.
Ha entrado en Martos, en el Olivette marteño, donde Jesús nos llamará para que le
acompañemos en esos momentos terribles de intensa agonía y nos llamará a los cofrades
de Martos, a los de su “lagar tuccitano”, al igual que hizo con Pedro, Santiago y Juan, y
nos dirá: “levantaos y orad conmigo, levantaos y mostrad al pueblo como el Rey del
mundo reza y sufre”.
Ha sido larga e intensa la “chicotá” hasta situarlo prácticamente en el centro de su
barrio, en la algarabía de la bulla, para dar comienzo, un año más, a su calvario. “Padre,
si quieres aleja de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya”.
Todavía no nos hemos recuperado de esta emoción, con los ojos aún humedecidos,
los vellos erizados y un nudo en la garganta, cuando empieza a vislumbrarse allá al
fondo, dentro de la Iglesia, el trono paliado de la Señora, con el candelero perfectamente
iluminado y el exorno floral preciso y precioso que luce y que después de su primera
“levantá”al cielo, se dirige, cadenciosa e imponente, hacia las puertas de su Templo, allí
hace una parada en el mismo pórtico, en este instante es cuando sus mantillas, esas
abnegadas penitentes de encaje y concha, de riguroso luto, comienzan ordenadamente a
salir a la calle, caminando erguidas, respetuosas, orgullosas por acompañar a su Virgen
y perfectamente ataviadas, formando un tronco, en filas de tres en tres, el llamado
“tercio de mantillas”. Mientras, sus costaleros postrados a sus benditos pies, se preparan
para sacarla de rodillas. En unos instantes y tras los preparativos de rigor, se oye la voz
del capataz y con un “a esta es”, al golpe del llamador, sus portadores la izan a pulso y
comienzan a progresar con su característico vaivén y ruido de bambalinas, van
avanzando lentamente entre la admiración de la gente privilegiada que se encuentra
apelotonada aquí, en los mismos aledaños de la puerta, y pasados unos instantes
intensos, interminables, de profunda expectación y emoción, la Amargura se asoma a
las puertas de esta vieja Iglesia y sin rozar un ápice el dintel de las mismas, se planta
majestuosa en la plaza, con una fornida, emocionante e imponente “levantá” al cielo de
Martos.
Se oye en esos instantes la Marcha Real y la multitud, allí congregada, rompe en
sonoros aplausos y piropos, que no son más que el reconocimiento al trabajo y duro
esfuerzo de sus costaleros y como válvula de escape a tanta emoción contenida y nudos
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
en las gargantas. ¡Guapa! ¡Guapa!... Ya está la Madre entre nosotros un Miércoles Santo
más, esa Virgen que nos trajeron los Ángeles un día de Febrero de 1990 a este nuestro
pueblo y a esta nuestra casa, el barrio de S. Amador, a la Cornacha, para acompañar a su
Hijo en su estación de penitencia y para decirnos que, no estamos solos, ni los cofrades,
ni los marteños, que María, la Virgen de la Amargura, está con todos y vela por
nosotros. Te pedimos, Madre, fuerzas para seguir adelante, salud para nuestras familias,
trabajo y paz.
La Oración por delante, Agonía, Sudor y Sangre, continua caminando
inexorablemente hacia su profetizado destino por el suelo empedrado de las calles de
nuestro pueblo, detrás la Amargura que se levantará y seguirá su camino en pos de su
Hijo, sumida en un valle de llanto y sereno dolor. Dolor y llanto al igual que el nuestro
al ver los ojos llenos de lágrimas de una Virgen que marca estilo, una Virgen que no
tiene palabras para reclamar para ella el sufrimiento de su Hijo.
¿Dónde, en qué abismos termina el sufrimiento de esta Madre que va a perder a su
Hijo? El sufrimiento de esta Virgen, todo dolor, trastorna el orden del mundo, desafía la
fe, ofende la esperanza y, sin embargo, es fortaleza, toda ella delicadeza y profundidad,
amor genuino.
Hay que ver con los ojos del alma y profesar ese sentimiento íntimo de lo
indecible, de lo inenarrable y grandioso, esa emoción profunda, que como turbación
penetrante y aguda deja decir a los labios muy poco de mucho y permite pronunciar
pocas palabras de incontables, grandes e importantes cosas. Mirad ese rostro
compungido por la amargura contenida a duras penas, los ojos llorosos como expresión
de tristeza, sus labios contraídos por la sensación de impotencia ante la tragedia
anunciada e inevitable. Mirad esa serena belleza dolorida.
El rostro de María es todo un poema de sufrida ternura, una expresión de
intensísimo y lacerante dolor con los ojos entornados, como si en un inconsciente
esfuerzo quisiera negarse a ver lo que íntimamente sabía que iba a ocurrir, desde aquella
fría noche de Belén de Judá cuando todo eran cantos de gloria.
Dicen, y creo que es cierto, que las Vírgenes Andaluzas son exactamente el
símbolo de las mujeres de nuestros pueblos: ternura, vivacidad, expresividad, dulzura,
entrega, misterio, ..., imposible de ocultar su belleza pese al velo de la aflicción, la
pesadumbre o el sufrimiento. Así efectivamente son; por eso en la devoción popular hay
una mezcla de admiración y de fervor y por eso se les grita: ¡Guapa, Guapa, Guapa! en
plena calle y por eso aquel hombre rudo y nada practicante de la religión, con el
concepto elemental de las no menos elementales cuatro ideas básicas, dijo una vez,
viendo un paso de palio muy de cerca, un elocuente: ¡Dios mío!, sí Esta es así, ¿cómo
será la del Cielo?
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
PASO DE PALIO,
VARALES DE PLATA
Y MANTO BORDADO;
OJOS QUE SE CLAVAN
EN LA INMENSIDAD;
EXPRESIÓN DE DULZURA
EN LA FORMA DE MIRAR.
MI VIRGEN DE LA AMARGURA,
AL PASAR.
ELLA ES AMOR Y ESPERANZA,
ES CONSUELO Y CARIDAD,
PERDÓN A ULTRANZA,
BELLEZA Y BONDAD.
HERMOSA CRIATURA,
FLOR DE AZAHAR.
MI VIRGEN DE LA AMARGURA,
AL PASAR.
Aunque les parezca mentira y aunque les pueda parecer, a estas alturas del pregón,
un contrasentido, pues en este punto nos situamos en la alegría de la bulla, en la
algarabía y gentío presente y hacinado en la Placeta de S. Amador y sus aledaños y
miramos a nuestro Cristo y a nuestra Virgen con emoción, devoción y profundo
agradecimiento y felicidad por verlos un año más en la calle, debo decir que el
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Miércoles Santo es día de silencios, porque sabemos lo que va a venir a acontecer en
días sucesivos, esto no ha hecho más que empezar y comienza en la agonía de
Getsemaní, donde contemplamos el misterio del dolor y del amor.
Ya no hay nada que decir, es mejor callar, el silencio más elocuente que mil
palabras, recorre como un calambre las calles y los corazones de lo hermanos y
hermanas y nos conmueve hasta el vuelo salado de las lágrimas. Callar para contemplar
tanto dolor, para sentir con Él su agonía, para orad con Él, para purificar nuestra
conciencia y poder mirarlo cara a cara. Más tarde, pasados esos momentos agónicos en
los que, incluso sudó sangre, se entrega en manos de Dios como un niño se duerme en
los brazos de su padre y nos llena el alma de una serenidad y una ternura que sólo en
silencio se puede disfrutar. Si, definitivamente es mejor callar y escuchar el corazón
para comprender mejor, sentir mejor, llorar mejor, amar mejor y conmovernos en una
vida totalmente mejorada.
Comienza el desfile procesional cuesta arriba, como subiendo a un nuevo Gólgota,
con el dolor del mundo a la espalda. Ahora coinciden, a distinta altura, la Madre y el
Hijo, no dicen una palabra, sólo se cruzan las miradas: la de la Pasión que asciende
hacia su inexorable cumplimiento, y la de la Compasión y Amargura que invade los
cielos.
El caminar de esta Cofradía, a lo largo de su extenso recorrido, de su itinerario por
las calles de Martos, es como una plegaria entre olivos. Sólo ver “caminar” al Cristo
constituye todo un cúmulo de sensaciones muy difíciles de explicar con simples
palabras. Ver andar a la Amargura, produce una paradójica alegría y una enervación,
que nos hace olvidar lo cotidiano y sumirnos en lo divino. Nos conmueve el cadencioso
movimiento de las filigranas del palio de su trono perfumado, el tintineo de las
bambalinas y los inquietantes “crujios”.
La Madre, como una reina entristecida, nos contempla desde su paso paliado, con
la cara iluminada por la luz que desprenden el casi centenar de velas de cera que
componen su candelero, llama a nuestras conciencias, reclama nuestra total atención,
para decirnos que debemos recurrir a la plegaria para buscar el perdón, a la oración
íntima que nos ponga en contacto directo con ese Dios al que buscamos
desesperadamente, a veces sin darnos cuenta que lo llevamos dentro y lo llevan también
dentro, cuantos están a nuestro alrededor, los mismos que sufren con nuestras acciones.
Y, cuando eso ocurre, cuando nos encontramos perdidos y no encontramos la
senda a seguir, ahí está Ella, María Santísima de la Amargura, nuestra Reina triste,
dispuesta siempre a interceder por nosotros, a ser esperanza y abogada nuestra, a calmar
nuestra inquietud, a resolver nuestras dudas, a darnos el consuelo necesario, como
Madre Amantísima que es, generosa y dulce, capaz de iluminar el verdadero camino y
ofrecernos una esperanza de vida mejor a través de la Redención.
El paradigma del barrio cofrade, de los marteños cofrades, se congrega
puntualmente en cada lugar de su itinerario, para empaparse de cada momento, de cada
vivencia irrepetible in situ, de cada fragancia igual siempre y distinta cada vez, para, por
enésima vez, ver pasar a la Amargura, con su desfilar que se convierte en música, en
promesas de largo caminar y devotos rezos, llevada con primor por zapatillas costaleras
XII Pregón Amargura
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que van surcando su recorrido largo y dilatado, meciéndola en el regazo de la Fe de una
Cofradía que, año tras año, de estos últimos veintiséis años, y durante todos los días de
cada año, da lecciones de piedad y devoción popular.
Definitivamente, es noche de emociones la del Miércoles Santo marteño. En sus
calles, un Cristo Orante y una Virgen desconsolada, Oración y Amargura, dos nombres
que suenan rotundos, profundos y cofrades, cristianos y marianos, capaces de levantar
pasiones, desatar llamas de amor y despertarnos los sentidos más íntimos, las
sensaciones más excitantes, los “quejíos” más hirientes de una saeta por seguidillas
lanzados al fresco aliento de la noche del Miércoles Santo.
Llega la Señora a la Fuente Nueva, centro neurálgico de la población, ecuador
simbólico de la estación de penitencia, un océano de fieles la espera y la arropa, los
doce varales de plata que soportan el techo de palio, se balancean acompasadamente
mientras la magnífica banda que la acompaña, entona la marcha cofrade compuesta en
1918 por D. Manuel Font de Anta, a la que llamó “Amargura”, instante mágico,
emocionante, intenso, vibrante... Martos, sin palabras, contempla esta hermosura. Tras
la “chicota” de presentación a su pueblo, un efímero descanso para que la podamos
admirar en silencio y en quietud. Después, una vez repuestas las fuerzas, sus costaleros,
a la orden precisa de su vocinglero capataz, la levantan al cielo marteño, ¡hasta las
estrellas con Ella!. Avanza la Virgen en su trono barroco cincelado en plata al estilo
isabelino, palio inmaculado y manto “colorao”con parcos bordados. Y todos pueden
comprobar que, el crepitar cristalino de sus bambalinas no consigue alterar su duelo, ni
su angustia, ni tampoco las lágrimas que se derraman por su carita de pena.
¡ Cuánto sufrimiento el de María !.
Que especial emoción produce el paso de esta Virgen, tan reverenciada por sus
cofrades y tan mimada por sus costaleros, el gesto de sus manos, tan bella en sus
facciones, tan recogida en su expresión, tan aliñada en su ajuar, tan primorosa y
auténtica en sus rostrillos, tan modelo de entrega a Dios, tan digna de veneración, que se
me antojan escasas las letanías lauretanas para poder piropearte y hasta el mismo cielo
de Martos me parecería pobre palio con el que cubrirte.
Continua con su agudo y, cadenciosamente acompasado son, de un ritmo lento,
muy lento, dejando tras de sí una estela de sensaciones inexplicables y una mezcolanza
de fragancias que embriagan los sentidos de cuantos la han contemplado en su desfilar y
como absortos e inmóviles, trascurrido el tiempo, aún permanecen en el mismo lugar
que la vieron pasar.
Ahora, una vez pasado el fielato de esta carismática Plaza, se dirige majestuosa y
siempre detrás de su amado Hijo, a su morada y a su barrio.
Mientras, pensativo y ensimismado, a este pregonero le duele el alma, de no
acertar a definirte: Dolores, Angustias, de la Cabeza, Soledad, Nazareth, Esperanza,
Villa, Victoria, Amargura, Trinidad... y no se cuantas advocaciones más, de palios
blancos, celestes, rojos, verdes, negros... caritas de pena, y no sólo porque seas la
misma, sino que cada una sois lo mismo de bellas y todos somos hijos de una misma
Madre que invocamos con todos estos nombres. ¡Vírgenes de Martos, quinta esencia de
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
la feminidad más pura!. Verdadero devocionario para la más Hermosa y Pura. Que ella
sea para todos la dulce escala para llegar a Dios.
El Señor, más adelantado que Ella, prosigue su firme caminar cuesta arriba,
¡cuesta arriba como la vida misma!, cuesta más suave que a su salida del Templo, pero
cuesta al fin, siempre hacia el Gólgota, hacia su destino, incesantemente,
incansablemente, cadenciosamente y siempre mirando al cielo de Martos, contemplando
la luna llena de Nisán, que esta noche parece brillar de otra manera, con un resplandor
peculiar. ¡Cuántas veces he observado este Paso de Misterio!, admiro la sencillez en su
composición pero al mismo tiempo, me estremece sobremanera, la conturbación de
Jesús de rodillas, postrado en oración, y ante el Ángel que le presenta el cáliz de la
pasión y del sufrimiento y que le recuerda que ha llegado su hora, con los brazos
abiertos y las manos hacia arriba, en actitud suplicante, dirigiéndose al Padre.
En la recién estrenada madrugada del Jueves Santo, llega el Cristo a la placeta de
S. Amador, que a pesar de las horas intempestivas se encuentra abarrotada de gente,
fieles que le esperan, devotos que aguardan su llegada, marteños que lo quieren
contemplar una vez más.
Jesús, un año más, ha vivido esta noche de insomnio, de angustia, de dolor y de
amor, ante los olivos, el mar de olivos marteños, testigos mudos y sorprendidos por el
dolor inmenso que han presenciado. Jesús tiene el alma triste, ha pasado por momentos
de turbación, de rebeldía, de miedo, de angustia, un sudor frío de agua y sangre ha
recorrido su cuerpo, pero lo ha superado y aceptado. Una profunda resignación le
invade tras las palabras dirigidas en oración al Padre. Esta noche, el Dolor y el Amor se
hermanan. Ahora es cuando todo empieza, dentro de unas horas comienza, hemos
representado el preludio de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, en los olivos
retorcidos de Getsemaní, los olivos milenarios de Martos.
ALERTAN LOS OLIVOS LA AGONÍA.
VIGILAN, CONMOVIDOS, LOS TERRORES,
LAS SÚPLICAS Y LÁGRIMAS, TEMBLORES
DEL HIJO BIENAMADO, DEL MESÍAS.
¡QUÉ NOCHE TAN CERRADA!, ¡QUÉ PORFÍA
ENTRE EL QUIERO Y NO QUIERO! ¡QUÉ SUDORES!
PARA BEBER EL CÁLIZ DE DOLORES
QUE SU PADRE, LLORANDO, LE OFRECÍA.
Y DUERMEN LOS DISCÍPULOS ¡DIOS MÍO!
NO HAN SIDO CAPACES DE VELAR NI UNA HORA,
NO SE ENTERAN DE NADA, MÁS DISTANTES
QUE LOS PROPIOS OLIVOS, COMO AHORA.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
EL HIJO DICE: “SI, QUIERO Y CONFÍO
Y YA POR SIEMPRE Y DESDE AHORA
MI VIDA PARA TI” Y EN ESOS INSTANTES
EL RELOJ DE LA GRACIA MARCÓ SU HORA.
La noche del Miércoles Santo es rojo oscuro, de sangre y amor. Un aroma de
nardos invade nuestros sentidos, olor a incienso por doquier. La amargura se acerca,
entre la devoción de sus cofrades, la luz de las velas y su parsimonioso caminar
marcado por esas entrañables marchas creadas ex profeso para el desfilar de los pasos
de palio, para que anden las Vírgenes andaluzas. ¡Qué trágica belleza escultural!, no
puedo por menos de ensalzar el mérito de su autor imaginero, D. Antonio Aparicio
Mota, que ha sabido, con sus manos, modelar y plasmar en su joven rostro el inmenso
dolor, a la vez que sereno, el sufrimiento contenido y resignado de una Madre que sabe
lo irremediable. Imagen llena de ternura y amargura a la vez. No es de extrañar la
devoción de sus cofrades y marteños en general.
Pasito a paso va a reunirse con su Hijo, que paciente la espera. La placeta a
rebosar. Ya cerca, El Cristo la mira por segunda vez en todo el recorrido, Ella vuelca en
su mirada todo su amor sin decir palabra. Sí observamos esta escena con los ojos del
alma podremos interpretar sus pensamientos. Jesús a María: “Madre mía, Tú me
comprendes y Yo te comprendo... Tú sabes bien el motivo de mi venida a este mundo”.
María no pestañea. Con el corazón hecho trizas, transida de pena, amargura y dolor, con
el alma fuera de lugar, le mira con los ojos anegados en lágrimas que casi le impiden
verlo y quisiera ocultar su llanto entre sollozos, quisiera darle palabras de consuelo,
pero borbotones de suspiros no le permiten articular palabra, tan sólo parpadear para
que Jesús no vea el sufrimiento que le atenaza y embarga todos sus sentidos.
Desde el año 1980, también es verde oliva el Miércoles Santo marteño, más de
cinco lustros de esfuerzo, incertidumbre e ilusión para llevar a Cristo de rodillas, en
majestad, sereno pero asustado de su humanidad, de nuestra pequeñez y acompañándolo
en su agonía y amargura, por nuestras calles y plazas, una Virgen Dolorosa bellísima, a
pesar del rictus doliente de su rostro, que no sabe que hacer con sus manos, sí coger el
pañuelo o el rosario. Virgen Coronada, Madre rejuvenecida y por fin, obra acabada por
su creador, porque como mujer, que eres, sabes de paciencia y de amor. Imagen, que a
mis inexpertos ojos, me parece llena de ternura; hay momentos que parece que suspira,
transmite un íntimo recogimiento y oración y el dolor que se manifiesta en sus ojos
humedecidos, que a la vez humedece los nuestros, hace que nuestros corazones palpiten
a un ritmo inusitado y se abran a la llamada permanente de Dios, llamada incesante de
amor.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Por fin los dos frente a frente, Madre e Hijo, Hijo y Madre, rodeados por su
pueblo, nuevamente en su barrio entre los suyos, el Nazareno Orante la mira y su
mirada es tan penetrante que taladra nuestras almas de pecadores y nos hace decir:
“Dios mío, Dios mío perdónanos”. En este preciso instante es cuando se oye la voz del
capataz del paso del Cristo instando a sus costaleros, a golpe de llamador, a subirlo
hasta el cielo de Martos. Y tras la fornida “levantá” comienza a moverse,
encaminándose a su casa, el final de su peregrinaje, al ritmo de esos sonidos y silencios
con los que el pueblo vibra como siempre y como siempre, años tras año, corre, se
atropella y se afana para estar lo más cerca posible de su Cristo, para ocupar los mejores
sitios, para contemplar esta maravilla de representación del momento histórico, sin
duda, más misterioso de la vida del Señor.
La Virgen a su vez, tras la espera obligada, comienza a caminar en su desamparo y
terrible amargura. Privilegiada mujer, libre de pecado, la “sine labe concepta”, destinada
para ser la Madre del Salvador de los hombres, que ha contemplado la agonía de su
Hijo, lo va a ver sufrir y morir en la más afrentosa y despiadada de las muertes, la
muerte por crucifixión. Ya se encamina a las puertas de su vetusto y antiguo Templo,
las escenas que se produjeron a su salida, se repiten, el gentío se arremolina en el mismo
pórtico mientras sus costaleros se preparan para encerrarla de rodillas.
La multitud allí congregada irrumpe en un fuerte e improvisado aplauso, cuando el
trono paliado de la Señora, con su mecida característica, comienza a cruzar el dintel de
las viejas puertas de su sede canónica, entre vivas, lágrimas, piropos, nervios, mucho
esfuerzo de sus costaleros, órdenes precisas de su capataz, peticiones íntimas y deseos
por cumplir, anhelos, suspiros, devoción, admiración, algarabía, expectación,
nostalgia...
¡Ea!. Ya pasó todo. Un año más hemos cumplido. ¡Ahí quedó!. Un año más hemos
procesionado a nuestras queridas Imágenes Titulares por las calles de Martos. Nos
hemos hecho presentes y hemos ocupado nuestro lugar en la Semana Santa Marteña.
Ahora las contemplamos con profundo respeto y nos embarga una extraña tristeza,
parece como sí todo estuviera concluido, todo acabado nuevamente, cansados y con el
regusto de lo bien hecho y la tranquilidad de que así ha sido. Ahí quedaron, cada paso
colocado en su sitio, mirando hacia el altar mayor, El a la izquierda, Ella a la derecha,
con la candelería casi apagada, imprimiéndole la penumbra, una intimidad y un
recogimiento que no sabría explicar.
Un año más que ha pasado, un año más viejos todos. Pero la vida sigue y sigue en
su rodar incesante e inexorable, como el agua que se recoge en los cangilones de una
noria, la misma pero siempre diferente, las cosas se repiten y Dios sigue presente en
nuestras vidas.
La vida de un cofrade es romería, es marcha y procesión y, en el camino, la luz, el
aire, el cansancio, la flor, el árbol, el silencio, los sonidos, la belleza y el amor. Es la
alegría de volver, de comenzar por el principio de nuevo. Mañana tenemos que seguir,
nosotros o las generaciones venideras, porque la vida sigue rodando sin detenerse
nunca.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
La vida es a veces una pesada cruz y nuestro particular vía crucis no es
precisamente un camino de rosas, lleno de dificultades, problemas, enfermedades,
imprevistos, etc., pero el Cristo de la Oración y la Virgen de la Amargura nos han
enseñado a meter los hombros y marcar el paso para llevarlos, nos han enseñado a
afrontarlos con valentía, optimismo, esfuerzo y fe. Ante la adversidad, nos dicen,
exclamad siempre: “Per áspera ad astra”, es decir, por la dificultad hacia las estrellas.
Estos veintiséis años que han pasado, sirven para entroncar y afianzar esta
Cofradía en la historia de la Semana Santa de Martos, tened la completa seguridad y no
os quepa la más mínima duda, de que ya hemos hecho historia, porque la historia,
amigos, se hace, se recorre, se repite, es camino, procesión por la ciudad. Muchas de las
calles, rincones o plazas, por las que pasamos indiferentes cada día, no adquieren
auténtico sentido hasta que por ellas pasan y contemplan nuestras imágenes en silencio
y procesión. La Semana Santa nació, como una prolongación en la calle de la liturgia
celebrada en el Templo, no para suplantarla sino para completarla. La Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesucristo se actualiza en la liturgia y se recuerda en la calle.
QUISIERA QUE TU PECHO DOLORIDO
POR EL TRATO DE AMOR QUE NOS OFRECES,
MIS LÁGRIMAS TE SIRVIERAN COMO PRECES
QUE ELEVA A DIOS, EL QUE ES AGRADECIDO.
NO QUIERO VER TU ÁNIMO ABATIDO,
SOBREPONTE A LA ANGUSTIA QUE PADECES,
POR SER MADRE Y SER SANTA, TÚ MERECES
EL CARIÑO Y EL AMOR MÁS ENCENDIDO.
EN ESTE MIÉRCOLES SANTO DOLOROSO
SIENTES TU CORAZÓN YA TRASPASADO
POR EL DOLOR INMENSO DE LA VIDA.
LAS LÁGRIMAS DE TU LLANTO PIADOSO
QUISIERA YO ENJUGAR CON MI PASADO
Y SENTIR MI PENA A TU PENA UNIDA.
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
Epílogo y final...
Está todo dicho y, sin embargo, queda todo por decir. Un lamento, un aullido
musical arrestado, grave, sentimental y, tal vez, de lenguaje incomprensible, ha
recorrido las calles y los aires de mi pueblo, mi garganta y su entendimiento. Ha estado
presente esta noche aquí.
Hoy me ha tocado hablar a mí, os he robado vuestra voz, o más exactamente la he
tomado prestada, tratando de decir lo que sentís, lo que sentimos y para ello, os lo
aseguro, he tenido previamente que escuchar, escuchar con la mente y con el corazón en
silencio, para plasmar en unos cuantos folios sentimientos ajenos a la vez que
compartidos. Cuando hace un rato comencé mi proclama de exaltación a María, nací a
la palabra, ahora me queda poco ya para regresar al silencio, del que, tal vez, nunca debí
salir, y retornar al anonimato.
El año que viene, sí Dios quiere, otro “costalero de voces” ocupará mi lugar, y
seguramente dirá lo que a mí me quedó por decir, irá hilvanando sentimientos de ayer y
de hoy y confeccionará la madeja de un nuevo pregón, un eslabón más de esta cadena
interminable y maravillosa.
Siempre queda algo en el tintero pero, honradamente pienso que, todo cuanto
quería decir, ya está dicho y, además, lo dije como quería decirlo. He desnudado mi
alma ante ustedes y la he puesto a los benditos pies de María, la Madre, la Virgen, la
Amargura y ¡qué contradicción!, ahora que mi voz ya no está quebrada por la emoción,
ahora que mis piernas ya no tiemblan sobre este escenario, ahora es, cuando debo
terminar.
Sabed que nuestra amada Cofradía, no es mejor ni peor que otras; sencillamente es
“nuestra Cofradía”, “la Nuestra”, sin falsas vanidades ni complejos de inferioridad. Es
nuestra, y por eso nos exige fidelidad, nos reclama una dedicación exclusiva. Han
pasado los años, han pasado veintiséis años de vida y de servicio y hoy se abre una
puerta ilusionante y retadora al futuro y sí hemos celebrado esta efeméride es porque
Jesús y María siguen guiando nuestros pasos.
Vaya para todos mi más sincera felicitación de cumpleaños, de los veinticinco
años que ya ha cumplido esta entrañable Cofradía, con el deseo más ferviente de que
continúe su andadura firme, sin fisuras, con el buen hacer cristiano y semanasantero que
hasta ahora le ha caracterizado.
Ya al pregonero, señores, se le agota la voz y el tiempo que, con tanto cariño y
generosidad ustedes me han otorgado. Ha llegado el momento solemne de terminar y
deseo hacerlo manifestándoles que estoy profundamente orgulloso de sentirme cofrade
y marteño, que he ido poniendo una a una detrás de todas las otras, las palabras de este
Pregón con el esmero y el respeto que me merece este acto irrepetible, de declamación
XII Pregón Amargura
Pedro Luis López Basterrechea
mariana y colofón de aniversario, y que, verdaderamente, quién les habla, sólo espera y
aspira hablar con Dios un día.
Por estas buenas razones, y por algunas más, que me van a permitir que silencie,
quiero que este último pensamiento, rescatado del rincón más escondido de mi corazón,
sea para dedicarle este Pregón a toda mi familia y agradecerle a mi Cristo de la Oración
y a mi Virgen de la Amargura, el que me hayan permitido en esta noche de esencias,
sentimientos y exaltación mariana, asomarme a esta ventana, de barro y piedra, en este
marco incomparable, para anunciarles desde esta tribuna, en voz alta, que en Martos, a
partir de mañana, la nostalgia volverá a renacer.
AMÉN.
HE DICHO.
Pedro L. López Basterrechea.
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