Santos Pablo Marcelo c/ Establecimiento Gráfico Impresores S.A.

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Santos Pablo Marcelo c/ Establecimiento Gráfico Impresores S.A.
Voces: CERTIFICADO DE TRABAJO - INDEMNIZACIÓN POR FALTA DE ENTREGA DE CERTIFICADO
Partes: Santos Pablo Marcelo c/ Establecimiento Gráfico Impresores S.A. s/ despido
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
Sala/Juzgado: VII
Fecha: 19-nov-2013
Cita: MJ-JU-M-83844-AR | MJJ83844 | MJJ83844
La "puesta a disposición" del certificado de trabajo es insuficiente a los efectos de tener por
cumplimentada la entrega exigida por el art. 80 LCT.
Fallo:
En la Ciudad de Buenos Aires, a los 19 días del mes de noviembre de 2013, para dictar sentencia
en estos autos: "SANTOS PABLO MARCELO C/ ESTABLECIMIENTO GRAFICO IMPRESORES S.A. S/
DESPIDO" se procede a votar en el siguiente orden:
LA DOCTORA BEATRIZ I. FONTANA DIJO:
La sentencia de primera instancia que hizo lugar a la demanda, llega apelada por la parte
demandada a tenor del memorial de fs. 816/825, que fue oportunamente contestado por la
contraparte a fs. 828/832.
Agravia a la demandada que la sentenciante haya tenido por acreditada la existencia de pagos
fuera de registro. Sostiene que no habrían sido valoradas las impugnaciones efectuadas a los
testimonios de Moyano, Magallanes y Basualdo.
En este punto, en mi opinión el recurso no podrá prosperar en tanto advierto que las críticas del
recurrente a la valoración de la prueba testimonial no exceden de meras discrepancias subjetivas
basadas en transcripciones sesgadas y puntuales de las declaraciones, que no son suficientes para
modificar la conclusión del sentenciante, quien por el contrario llevó a cabo una valoración global
de la prueba ateniéndose a los principios de la sana crítica.
Asimismo destaco que la prueba testimonial referenciada a la luz de lo normado por el art.386
CPCCN, se revela objetiva, concordante y con debida razón de sus dichos, siendo que los
deponentes han declarado sobre hechos que conocieron por haber trabajado con el actor en
condiciones similares, y dan cuenta que era una práctica habitual de la demandada abonar sumas
fuera de salario.
En tal sentido, advierto que los testigos citados se revelan conocedores de las circunstancias de
tiempo, modo y lugar sobre las que depusieron y no logran ser desvirtuados por el recurrente y el
hecho de que Moyano y Basualdo tengan juicio pendiente contra la demandada a mi juicio, no les
resta valor probatorio por si sólo si no se acredita además la sinrazón de las declaraciones.
Asimismo, respecto de las planillas horarias a las que hace referencia el apelante cabe señalar que
las mismas datan del año 2006, con lo cual no son conducentes a fin de demostrar sus
afirmaciones.
Por otro lado, no encuentro que las testimoniales citadas por la recurrente en apoyo de su postura
aporten elementos contundentes que permitan avalar la defensa intentada.
En consecuencia, propongo rechazar el agravio y confirmar lo resuelto en primera instancia.
Cuestiona asimismo la accionada que se haya hecho lugar a la aplicación de las multas previstas
por los art. 9º, 10º y 15º de la ley 24.013. Sostiene que la sentenciante no habría tenido en
consideración que al momento de la recepción de la intimación a fin de que se proceda al correcto
registro del contrato de trabajo, la relación laboral ya se encontraba extinguida.
Ante todo creo necesario señalar que el art. 11 Ley 24.013 establece que el dependiente debe
intimar por el debido registro, y fue la reglamentación la que introdujo el requisito de que dicha
intimación debe producirse estando vigente el contrato de trabajo, por lo que la interpretación
armónica de ambas normas debe llevarse a cabo con prudencia y en el marco de lo dispuesto por
el art.9 LCT.
Por otra parte, en tanto la norma se refiere a "intimar", ello se concreta con la imposición de la
misiva en la que se reclama el registro, sin que corresponda en este caso regirse por un criterio de
receptividad de la notificación que sí es aplicable para el caso del despido.
En ese marco entonces es que debe valorarse la prueba producida, y ello me lleva adelantar que
no le asiste razón a la recurrente.
En efecto, del telegrama agregado a fs. 26 se deprende que el actor con fecha 05/05/2009, intimó
a su empleador en los términos de art. 11 ley 24.013, mientras que el despido se produjo por acta
notarial el día 06/05/2009, con lo cual resulta evidente que el trabajador remitió la intimación con
anterioridad al distracto tal como lo señaló la sentenciante.
Por todo lo expuesto, propongo confirmar la condena en los términos de la ley 24.013.
También cuestiona la demandada la extensión de la jornada que se tuvo por acreditada. En ese
sentido, se queja por la procedencia del reclamo por horas suplementarias y sostiene que al caso
resulta aplicable un régimen de excepción en atención al trabajo por equipos. Afirma que las
escasas horas extras laboradas habrían sido efectivamente pagadas al actor. Asimismo señala que
la sentenciante no valoró correctamente la prueba testimonial de autos a fin de tener por probado
que el actor prestaba tareas determinados domingos en el mes. También cuestiona que la
sentencia haya considerado que las circunstancias del caso no se ajustaban a la normativa de
jornada relativa al trabajo por equipos. Asimismo se queja porque se hizo lugar al reclamo en
relación al adicional por trabajo nocturno.
A mi juicio, el recurso no podrá prosperar en este punto.
La sentenciante sostuvo que, en la causa resultó acreditado que la demandada diagramó la
jornada del trabajo en tres turnos de ocho horas diarias y que la rotación de los equipos se
producía al cabo de cuatro semanas, por lo que el ciclo se cumplía íntegramente en un período de
doce semanas. Señaló asimismo que las rotaciones no fueron dispuestas de conformidad con lo
previsto en los arts. 200 LCT y 3º inc. b) de la ley 11.544 por lo que debía estarse a los límites
previsto por la convención colectiva aplicable en autos.
Los argumentos esgrimidos por la Sra. Jueza "a quo" no lucen controvertidos por la recurrente
quien se limita a reiterar a lo largo de su presentación que en autos se estaría frente a un supuesto
de excepción pero sin refutar las consideraciones de la sentenciante.
A todo evento y en relación a las horas extras denunciadas, cabe señalar que la accionada
reconoce que en el establecimiento se abonaba el trabajo en horas suplementarias, por lo que
estaba obligada a llevar el registro especial que estable el art. 6° ley 11.544, pero no surge de la
causa que lo haya exhibido por ello es que en el caso resulta aplicables la presunción del art.52 inc
g) y h) LCT.
Sólo a mayor abundamiento cabe señalar que la propia demandada, contradice sus afirmaciones,
por cuanto si bien en un principio reconoce el trabajo los días domingos en tanto sostiene que
"...cuando la rotación de determinados equipos comienza los días domingos, comienza a las 22 hs
de ese día..." (IV .- Cuarto agravio), más adelante sostiene que "... los domingos de rotación, el
turno noche no se trabaja..." (VII.- Séptimo agravio).
Por todo lo expuesto hasta aquí, y en tanto no encuentro motivos para apartarme de lo resulto en
origen en relación a la jornada acreditada, propongo su confirmación.
También agravia a la demandada la procedencia de la multa prevista por el art. 80 LCT y en mi
opinión le asiste razón en su planteo.
En ese sentido, advierto que el contrato de trabajo se rescindió por despido sin causa dispuesto
por la accionada mediante acta notarial el 06 de mayo de 2009.
La demandada mediante carta documento del 07 de mayo de 2013 puso a disposición de la actora
las certificaciones del art. 80 LCTen el plazo legal y en la comunicación del 13 de mayo de 2009
ratificó la puesta a disposición a partir del 15 de mayo.
Asimismo, al contestar demanda a fs. 53/57, acompañó el certificado de trabajo y la certificación
de servicios y remuneraciones, con fecha cierta producto de la certificación de firmas del 19 de
mayo de 2009, lo que revela que estuvieron confeccionadas dentro del plazo legal vigente.
Siendo ello así, y en tanto la parte actora no alegó ni probó haber estado impedida de concurrir a
retirarlas, o incluso de haberlo intentado y haberle sido negada la entrega de las mismas,
considero que corresponde hacer lugar al recurso de la demandada, y dejar sin efecto la condena
a abonar la multa.
En ese sentido, creo necesario destacar que el objeto tutelado por la norma del art.80 LCT es en
mi opinión, la garantía a futuro para el dependiente de poder acceder a los beneficios
previsionales para lo cuál deberá necesariamente acreditar la prestación de servicios con aportes
durante los plazos requeridos por la normativa aplicable.
Por esa razón es importante contar con la posibilidad de sancionar al empleador cuando es
renuente a la entrega de las certificaciones en cuestión, en tanto esa omisión es causa de futuros
perjuicios para quien no logre acreditar los años de servicio necesarios a los fines de obtener el
beneficio jubilatorio.
Por el contrario, cuando el empleador cumple en tiempo oportuno conforme la normativa
aplicable, con la puesta a disposición de dichas certificaciones, considero que la multa establecida
no puede proceder por cuanto de esa forma se estaría favoreciendo por un lado un
enriquecimiento sin causa para el dependiente -estando confeccionados los certificados no se
advierte perjuicio que justifique la reparación-, y por otro lado se podría fomentar la costumbre de
no concurrir a retirar las certificaciones a fin de poder reclamar dicha multa en juicio, lo que en mi
opinión atenta contra la cultura previsional que estimo es importante fomentar.
Como prueba de este último argumento, destaco que en estos actuados la certificación de
servicios y remuneraciones y el certificado de trabajo fueron agregados al contestar demanda en
el mes de noviembre del año 2009, y a la fecha del presente pronunciamiento -noviembre del año
2013- todavía no fueron retirados por la accionante, situación esta que se repite en la mayoría de
las causas del fuero.
Por lo expuesto, atendiendo a lo que considero debe ser el objeto tutelado por la norma del art.
80 LCT, y con base en las constancias de autos, reitero que he de proponer revocar en este
aspecto el decisorio apelado y dejar sin efecto la condena a abonar la multa allí prevista.
La condena en los términos del art.132 bis LCT, también motivó el agravio de la parte demandada,
el que, adelanto, deberá tener favorable acogida, ya que no obran en el expediente pruebas
tendientes a acreditar que al momento del despido existían aportes retenidos al actor y no
ingresados al sistema de seguridad social, requisitos estos indispensables para tornar procedente
la sanción contemplada en la norma. Es más, del informe de la AFIP agregado a fs. 328/335, surge
que la demandada en el período marzo2003/mayo2009 efectivamente depositó los importes
retenidos al actor.
En consecuencia, propongo modificar lo resuelto en primera instancia y dejar sin efecto la
condena dispuesta.
También agravia al recurrente la fecha de ingreso que consideró probada la sentenciante. Sostiene
que el actor no habría prestado tareas a su favor desde el 28-11-2002 sino que lo habría hecho
para COMPLEMENTOS EMPRESARIOS S.A.
En mi opinión, el recurso no puede prosperar en este punto en tanto dista de constituir una crítica
concreta y razonada de los fundamentos de la sentencia cuya revocatoria persigue (conf. art. 116
L.O.).
En ese sentido, destaco que la recurrente no tiene en cuenta ni refuta los fundamentos de la Sra.
Juez "a quo", que consideró que con los dichos de la tercera citada COMPLEMENTOS
EMPRESARIOS surgía probado que el actor desde el 28 de noviembre de 2002 trabajó en forma
continuada e ininterrumpida realizando las mismas tareas en Establecimiento Grafico Impresores
S.A., por lo que en el caso existió un manejo irregular de la contratación del actor, considerando
en ese sentido que hubo una intermediación de personas jurídicas que permitió a la demanda
fragmentar la antigüedad del trabajador y eludir las responsabilidades emergentes de la relación
laboral, lo cual configura fraude en los términos del art. 14 LCT.
Por lo expuesto, propongo rechazar el recurso en este punto en cuestión.
También afirma el recurrente que le causa agravio la sentencia por cuanto no hace referencia a la
categoría laboral en la que se desempeñaba el actor.Sin embargo, el recurso tampoco podrá
prosperar en este punto en tanto no se encuentra discutida en autos la categoría que detentaba el
trabajador.
Finalmente cuestiona la accionada la procedencia del incremento indemnizatorio previsto por el
art. 2º ley 25.323. Sostiene que al actor le habría sido abonada la liquidación final y la
indemnización por despido.
A mi juicio, el recurso no podrá prosperar en este punto, en tanto si bien se desprende de autos
que el actor habría percibo la suma de $27.449, conforme surge del incidente de ejecución
agregado por cuerda, lo cierto es que no sólo quedó acreditado que la demandada fue la efectiva
empleadora durante toda la relación laboral, por lo cual no podía desconocer la real antigüedad
devengada por el trabajador al momento de abonar la liquidación final, sino que también se probó
que el actor percibía sumas fuera de registro.
En consecuencia, propongo confirmar la condena dispuesta en primera instancia.
Las costas de alzada propongo que sean soportadas por la demandada vencida en lo sustancial del
recurso, fijando los honorarios de los letrados intervinientes en el 25 % de lo que les corresponde
por su actuación en la instancia anterior (conf. art. 14 Ley 21.839).
En atención a lo expuesto y de prosperar mi voto, propongo: 1) Modificar parcialmente el fallo
apelado revocando en consecuencia la condena a abonar la multa del art. 80 LCT y la sanción del
art. 132 bis LCT, lo que deberá ser tenido en cuenta por el perito contador al practicar la
liquidación en oportunidad del art. 132 L.O. 2) Confirmar la sentencia en todo lo demás que decide
y fue materia de agravio. 3) Imponer las costas de alzada a la demandada y fijar los honorarios de
los letrados intervinientes en el 25% de lo que les fuera regulado por su desempeño en la instancia
anterior. 5) Oportunamente, cúmplase con lo dispuesto en el art.1º de la ley 26.856 y con la
Acordada de la CSJN Nº 15/2013.
LA DOCTORA ESTELA MILAGROS FERREIRÓS DIJO:
Por compartir sus fundamentos adhiero al voto que antecede a excepción de lo propuesto en
cuanto a la multa por la falta de entrega en tiempo y forma de las certificaciones de trabajo.- En
efecto, el art. 45 de la ley 25.345 agregó como último párrafo al 80 de la L.C.T. el siguiente texto:
".si el empleador no hiciera entrega de la constancia o del certificado previstos. dentro de los dos
(2) días hábiles computados a partir del día siguiente al de la recepción del requerimiento que a tal
efecto le formulare el trabajador de modo fehaciente, será sancionado con una indemnización a
favor de este último.". A su vez el Decreto Reglamentario 146/2001 en su art. 3º dispuso que ".el
trabajador quedará habilitado para remitir el requerimiento fehaciente al que hace alusión el
artículo que se reglamenta, cuando el empleador no hubiere hecho entrega de las constancias o
del certificado previstos. dentro de los 30 (treinta) días corridos de extinguido, por cualquier causa
el contrato de trabajo".- Ya en numerosas oportunidades me he expedido declarando la
inconstitucionalidad del decreto 146/10 en su art. 3º -incluso de oficio- con fundamento en que la
requisitoria que este decreto le impone al trabajador constituye un claro exceso reglamentario, en
relación a la norma superior que reglamenta (art. 45 antes citado)-ver sent. 58.335 del 6/06/05,
del registro de la Sala VI; ver también de esta Sala VII "Bretaña, Juan Antonio C/ Escuela Superior
de Hotelería"; "Rios Anibal J. c/ Cuerex S.A. S/despido", sent.44.898 del 30-11-12, entre muchos
otros).- Así entonces sostengo la inconstitucionalidad de dicha norma y por ende válida la
intimación practicada por el trabajador pocos días después del distracto.- No modifica esta
conclusión la circunstancia de que los certificados hubieran estado a disposición de la Sra. Juarez.En efecto, he señalado reiteradamente que, en rigor de verdad, el cumplimiento de esta
imposición legal, encierra, nada menos que un pago y que el instituto del pago, debe cumplir con
los requisitos del mismo, expuestos en el Código Civil (arts. 724 y sgtes.).- En el caso, el pago se
produce con la entrega de la cosa, ya que de lo contrario, la deuda de un salario quedaría saldada
"poniendo a disposición", mientras se encuentra en la cuenta bancaria del deudor.- La
cancelación, requiere, en autos, la entrega de los certificados, ya que lo que la ley quiere es que el
trabajador tenga el objeto debido.- La "puesta a disposición", es sólo, a mi modo de ver, una
expresión y no un instituto jurídico. Valga recordar a Borda cuando enseñaba: "lo que está en el
cajón de mi escritorio, no pudo haber cancelado la obligación de pago".- El art. 80 de la L.C.T. no
sólo protege al trabajador, sino que sanciona al empleador incumpliente de un deber tan delicado
como el de observar las obligaciones frente a los organismos sindicales y de la seguridad social, y
en el cuarto apartado, recalca, "si el empleador no hiciera entrega" (el subrayado es mío).- Por
consecuencia, cabe sin más la confirmación del fallo de primera instancia en este ítem.- En todo lo
demás, incluso lo propuesto en cuanto a costas y honorarios, adhiero al voto de mi distinguida
colega preopinante.
EL DOCTOR NÉSTOR MIGUEL RODRIGUEZ BRUNENGO DIJO:
Respecto de la cuestión que ha suscitado discrepancia entre mis distinguidas colegas, por
compartir sus fundamentos adhiero al voto de la Dra.Estela Milagros Ferreirós y agrego que:
La redacción del artículo 80 LCT es clara y no autoriza a apartarse de su interpretación literal.
Todos sus incisos constituyen al empleador como obligado a entregar al trabajador las
certificaciones allí determinadas.
Si admitiéramos como válida la excusa del empleador de "que puso a disposición" del dependiente
las certificaciones, y este último no concurrió a buscarlas, caería en el absurdo de transferirle a
éste la carga de la prueba, obligándolo a demostrar que se presentó a recibirlas y le fueron
negadas, para efectivizar la sanción, lo que constituye un absurdo. Este argumento lo hemos
reiterado hasta el cansancio.
Entonces no resulta suficiente el argumento esgrimido por la demandada relativo a que habría
puesto a disposición el certificado de trabajo, ya que no basta para demostrar cumplida la
obligación prevista en el art. 80 de la Ley de Contrato de Trabajo, a lo que hay que agregar que al
momento de acompañar la documentación en cuestión (24 de noviembre de 2.009), se
encontraba vencido el plazo de 48 hs. conferido en la norma para su entrega a contar a partir de la
recepción del requerimiento que le cursara el actor. (art. 80 cit.).
En lo que respecta a la aplicabilidad del decreto reglamentario 146/2001, como ya he dicho
reiteradamente, la estimo producto de un exceso en el ejercicio del poder reglamentario, acuden
a mi memoria por una parte, el antiguo aforismo latino: "rara est in
dominosiustalicentia"(traduzco: "es raro que el que está en una posición dominante, ejerza el
poder dentro de sus estrictos límites"), y por otra, la tesis general del clásico libro de Juan Carlos
Rébora: "El Estado de Sitio y la Ley Histórica del Desborde Institucional", señalando lo difícil que le
resulta a quien ejerce el poder una autolimitación que no traspase sus ceñidas facultades.
La cuestión se ha planteado no solo en nuestro derecho, sino también en democracias más
antiguas y consolidadas, como Francia.Georges Ripert nos informa así, que a partir de la
Revolución, "Rousseau neditpas: les lois, ildit: la loi, et pour lui la loiestsouveraine, car elle est l´
expression de la volontégénérale". "Iln´y a plus qu´uneseuleautorité: l ´assembléechargée de faire
les lois. Elledétient la puissancelégislativedans son absolutisme" (traduzco: "Rousseau no dice: las
leyes, el dice: la ley, para él la ley es soberana, ya que es la expresión de la voluntad general"..."no
hay más que una sola autoridad: la asamblea encargada de hacer las leyes. Ella detenta el poder
legislativo absoluto"). El gobierno de Vichy, a comienzos de la década del 40, bajo la sombra de la
ocupación alemana dictó decretos-leyes y modificó leyes anteriores directamente por decretos,
actos que luego fueron anulados, como se ve en : M. Gëny: "De l´ inconstitutionnalité des lois et
des autresactes de l´autorité publique et des santionsqu´elle comporte dans le droitnouveau de la
Quatrième Republique (Jurisclasseurpériodique, 1947, I, 613) (traduzco: "de la
inconstitucionalidad de las leyes y de otros actos de la autoridad pública y de las sanciones que
ella implica en el nuevo derecho de la Cuarta República" (periódico jurídico, 1947, 1, 613)) y em M.
Pelloux, "dontilsuggèred´atteindre par le recourspourexcès de pouvoir les
actesadministrativesquiseraientcontraires a ces dispositions" en "Le Déclin du Droit", París,
Librairie Générale deDroit et de Jurisprudence, 1949 (traduzco: "donde sugiere utilizar el recurso
por exceso de poder respecto de los actos administrativos que fueran contrarios a estas
disposiciones" en "La decadencia del Derecho, París, Librería general del Derecho y Jurisprudencia
1949").
Entre nosotros, como explica María Angélica Gelli: "La Corte Suprema trazó, por primera vez, los
límites de la competencia reglamentaria del Poder Ejecutivo en el caso "Delfino y Cía.". Con
mención expresa del anterior art. 86, inc.2º, el Tribunal sostuvo que "existe una distinción
fundamental entre la delegación de poder para hacer la ley y la de conferir cierta autoridad al
Poder Ejecutivo o a un cuerpo administrativo a fin de reglar los pormenores y detalles necesarios
para la ejecución de aquélla.". Ahora bien, encontrar la línea divisoria entre una y otra constituye
una cuestión problemática y, al decir de la Corte Suprema, una cuestión de hecho. ("Delfino y Cía"
Fallos: 148:430, año 1927).
En el caso de autos, estimo que esa línea divisoria ha sido traspasada y se ha configurado una
desviación de poder que fundamenta la declaración de inconstitucionalidad del decreto 146/2001,
y así lo voto.
En lo que concierne a la declaración de inconstitucionalidad de oficio, quiero poner de relieve que
la Ley Cimera constituye el arquitrabe de nuestro sistema jurídico, desde adentro y no desde
afuera del mismo, por lo que es obligación de los jueces -la primera- comparar la ley a aplicar en el
caso concreto con lo imperado por aquélla, para asegurar la supremacía de los derechos
fundamentales de los justiciables de manera eficaz, y hacer ceder la normativa que no se ajusta a
la Constitución, para asegurar la prevalencia de ésta. Lo contrario sería hacer prevalecer la mera
voluntad de las partes, de cuya expresión dependería la aplicabilidad de aquella, como si se tratara
de una ley extranjera.
Así la inveterada máxima que se expresa en el brocárdico "Iuranovit curia" sería objeto de un corte
vertical: aplicable a las leyes comunes y otras normas inferiores a éstas, pero omitida respecto de
la Constitución, salvo que alguna de las partes pidiera su aplicación. Estas consideraciones me
inclinan a pronunciarme por la declaración de inconstitucionalidad del ya mencionado decreto
146/2001 de oficio, y así doy mi voto.
En atención al resultado del presente acuerdo, EL TRIBUNAL RESUELVE: 1) Modificar parcialmente
el fallo apelado revocando en consecuencia la sanción del art. 132 bis LCT, lo que deberá ser
tenido en cuenta por el perito contador al practicar la liquidación en oportunidad del art. 132 L.O.
2) Confirmar la sentencia en todo lo demás que decide y fue materia de agravio.
3) Imponer las costas de alzada a la demandada y fijar los honorarios de los letrados intervinientes
en el 25% (veinticinco por ciento) de lo que les fuera regulado por su desempeño en la instancia
anterior. 5) Oportunamente, cúmplase con lo dispuesto en el art. 1º de la ley 26.856 y con la
Acordada de la CSJN Nº 15/2013.
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