EPISTEMOLOGÍA Y OBJETOS DE CONOCIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA Jorge William Guerra Montoya1 Actualización noviembre de 2013 [email protected] Concepto, intereses y enfoques de la epistemología El término “epistemología” históricamente ha tenido diferentes conceptos y enfoques. En general puede entenderse como “estudio de una determinada ciencia”, entendida ésta en su doble aspecto: como producto de la actividad teórico-práctica sobre un objeto de conocimiento determinado (conocimiento “científico”) y como actividad de docencia, investigación o aplicación práctica de conocimientos específicos. Empecemos por reconocer que la “especie humana” se diferencia de otras por sus capacidades naturales de pensar, sentir y actuar; con las cuales construye “saberes” sobre lo real (lo que existe en forma natural o lo que “pone a existir” en forma ideal). Estos saberes, producto de la socialización y de la inter-subjetividad humana, se van convirtiendo en “conocimientos”, para lo cual las comunidades académicas y científicas que se dedican al estudio o investigación de un determinado objeto de conocimiento, tendrán que establecer “consensos para determinar su validez, pertinencia y utilidad”, frente a los problemas que necesitan comprender, explicar, intervenir o solucionar. En ese sentido, un epistemólogo estudia el conocimiento validado, su pertinencia y métodos utilizados por las comunidades académicas y científicas para comprender, explicar, intervenir, y dar solución a problemáticas específicas. Es decir que, un epistemólogo estudia lo que hacen los que construyen teorías “científicas”, las características especiales del lenguaje que usan y el cómo prueban sus postulados o hipótesis, a partir del o de los métodos que utilizan. La epistemología, de acuerdo con los intereses que persigue, quién a ella se dedica, puede ser: testimonial, explicativa y normativa. La primera muestra qué es la ciencia, qué métodos utiliza y cómo los utiliza; la segunda, intenta dar una explicación del por qué la ciencia es como es, de acuerdo con sus justificaciones y procedimientos; y la tercera, apunta a cómo debe ser la ciencia y en qué medida se ajusta a algún “modelo ideal de ciencia”, buscando la posibilidad de acercarla a dicho modelo. Además, los epistemólogos trabajan con orientaciones distintas: unos con orientaciones internalistas (desde la lógica intrínsica de las ciencias, sus métodos y técnicas específicas que utilizan); otros con orientaciones externalistas (desde el conjunto de causas o consecuencias que estén vinculados al quehacer científico: factores psicológicos, lingüísticos, sociales, culturales,…); otros con orientaciones historicistas (los que intentan explicar la ciencia a partir de su devenir); y otros con orientaciones no 1 Profesional Departamento de Gestión Humana. Funlam. 2013. historicistas (que estudian la ciencia tal como se presenta, sin importar sus raíces históricas). Es decir que la epistemología internalista estudia la ciencia en sí; la externalista estudia la ciencia desde su contexto; la historicista es construida sistemáticamente en forma sincrónica como las de Bachelard, Kuhn, Lakatos y Piaget; y la no historicista es construida en forma diacrónica, por momentos históricos como la del positivismo lógico. Tales orientaciones obedecen a las concepciones que se tienen sobre la ciencia. Al respecto Pablo Cazau (1995), expone las concepciones sobre la ciencia que tienen varios autores reconocidos como epistemólogos: Bachelard: concibe la ciencia como una progresiva superación de obstáculos epistemológicos, de manera que tal o cual teoría, de determinada época, se explican como superación de obstáculos anteriores, y al mismo tiempo, como prejuicio que deberá ser superado por la siguiente etapa histórica. Kuhn: explica la ciencia a partir de ciertos ciclos históricos donde se alternan momentos de crisis y momentos de ciencia normal, y donde periódicamente van apareciendo nuevos paradigmas que reemplazan total o parcialmente a los anteriores. Lakatos encara una tarea similar pero centrándose en la idea de 'programa de investigación', hasta cierto punto similar a la de 'paradigma' de Kuhn. Piaget: estudia la ciencia desde una 'epistemología genética', pero no a partir de su origen histórico sino fundamentalmente desde su génesis psicológica, vale decir, cómo el científico (y el no científico) van construyendo su conocimiento de la realidad desde la infancia en adelante. Se trata, según palabras del mismo Piaget, de una epistemología científica, es decir, construida sobre la base de métodos y técnicas propias de la ciencia como la observación, el experimento, etc., y en este caso de la psicología genética. También, es necesario tener en cuenta las concepciones sobre la epistemología, al respecto, Alicia Gianella (1986) plantea que: Tradicionalmente la epistemología ha sido considerada una disciplina filosófica, encargada de analizar y evaluar críticamente los productos de la actividad científica. Se la ha considerado una teoría de segundo nivel, o metateoría, porque su objeto de estudio está constituido por teorías científicas, es decir, teorías que pertenecen a un primer nivel porque refieren a un cierto dominio ontológico. Esta caracterización coloca a la epistemología por encima del nivel de la ciencia, ocupada en analizar lo que se produce en el seno de aquella. En las últimas décadas esta posición se ha visto enfrentada, explícita o implícitamente, con concepciones provenientes de las ciencias sociales, principalmente de la psicología y la sociología. Por ello se ha intentado interpretar al conocimiento científico desde otras teorías, disputando así el terreno ocupado tradicionalmente por los “filósofos” de la ciencia. Los desarrollos más importantes han provenido del marxismo, el psicoanálisis y la psicología genética; teorías que, por su amplio poder explicativo, han logrado incluir, dentro de su alcance, al conocimiento científico mismo. Y luego plantea cuatro enfoques de la epistemología, así: Epistemología filosófica. Sostiene que la epistemología es una disciplina filosófica encargada de analizar y evaluar críticamente los productos de la actividad científica. Este enfoque analiza los criterios que dan cuenta de la validez y aprobación de las reglas de rigurosidad empleadas en la construcción del conocimiento, tales como: la construcción lógica, la eticidad, la coherencia y legitimidad científica, la deducción y la racionalidad empleada. A este enfoque ligado a la filosofía de la ciencia se le han hecho múltiples críticas, una de ellas está en referencia con la consideración del sujeto. Alicia Gianella (1986) expresa que: “una de las formas más difundidas de eliminar la consideración del sujeto del campo de la epistemología ha sido a través de la división de los contextos de descubrimiento y el de justificación presentada por Reichenbach en su obra “Experiencie and Predictión”, para él, el conocimiento científico es en primera instancia una realidad sociológica que comprende el modo e n que distintas generaciones de investigadores construyen el conocimiento de manera racional, excluyendo aspectos sicológicos, sociales, culturales e históricos que pertenecen al contexto de descubrimiento, excluidos de la epistemología. Sólo le será de interés la ciencia entendida como producto, separada del proceso que le dio origen. La división de los contextos de descubrimiento y de justificación ha recibido varias críticas: por un lado, se ha señalado que tal división no permite analizar los modos reales mediante los cuales se evalúa una teoría y que exceden, en general, los criterios planteados desde el contexto de justificación. Por otro lado, se ha señalado que aun aceptando tal división, no está claro por qué deba excluirse de la reflexión epistemológica todo aquello que pertenece al contexto de descubrimiento. Una versión posterior, que también pretende eliminar las consideraciones acerca del sujeto del campo específico de la epistemología, es la teoría de los tres mundos de Popper (1972). Para él, el primer mundo, es el de los objetos físicos; el segundo, corresponde a los fenómenos mentales subjetivos; y el tercero, al de las realizaciones humanas tal como se objetivan en sistemas teóricos, argumentos y situaciones problemáticas (son los contenidos de libros, artículos y revistas). El tema de estudio de la epistemología, según esta versión, es el tercer mundo. Lakatos comparte con Popper la idea de que el mundo articulado de los conocimientos es independiente en los sujetos cognoscentes; aunque termina reconociendo que no puede entenderse la historia de la ciencia sin tomar en cuenta la interacción de los tres mundos. Gianella reconoce que las anteriores críticas despiertan en los seguidores de la epistemología científica una serie de interrogantes: ¿Puede la epistemología filosófica transgredir los niveles teóricos y metodológicos de las ciencias?, ¿Qué consecuencias generaría la trasgresión?, ¿Se produce circularidad?, ¿Se establece una subordinación de la epistemología respecto a una teoría determinada?, ¿No se cae en ese caso en un reduccionismo? Pasemos ahora al segundo enfoque. Epistemología científica. En las últimas décadas la posición epistemológica desde lo filosófico, para dar cuenta de la estructuración de la teoría científica, se ha visto enfrentada, como ya se dijo antes, con concepciones provenientes de las Ciencias Sociales, principalmente de la Psicología y la Sociología. El enfoque científico de la epistemología considera los conocimientos al interior de cada ciencia, por ello se pregunta por: ¿Qué es lo que se estudia? ¿Qué métodos le competen al objeto definido? y ¿Cuál es el interés o significado de los resultados obtenidos para el campo científico considerado? (Vargas G. 1997, p. 72). Esto es, la declaración de pertinencia con relación al objeto de lo que se investiga, sin dejar de lado sus relaciones con otras ciencias o disciplinas. Este enfoque interroga a cada ciencia por la legitimidad de su estudio, por lo que estudia, por los métodos con los que trabaja, por el interés y la pertinencia de su objeto. Esta manera de encuadrar la cuestión del conocimiento ha permitido conceptualizar y analizar la producción científica de una manera muy distinta a los análisis característicos de la epistemología enraizada en las cuestiones filosóficas. Sin embargo, este enfoque exige la existencia de comunidades científicas que den cuenta de las problemáticas que estudian, del objeto de conocimiento que trabajan, los métodos más adecuados que utilizan y la pertinencia de sus resultados. Con respecto a la consideración de la epistemología de la pedagogía, este enfoque exige dar cuenta de dichos aspectos. Sin embargo, el análisis de este enfoque desde otras perspectivas arroja consideraciones a tener en cuenta en un análisis epistem ológico de las ciencias. La perspectiva marxista se basa en reconocer que el conocimiento puede ser considerado como una superestructura cuyas raíces hay que buscarlas en los sistemas de producción y que los conceptos de ideología y de falsa conciencia alcanzan también al pensamiento científico. La primera reflexión en este sentido está dirigida a las teorías económicas, para ser luego generalizadas a otros campos de la ciencia. El historiador del pensamiento económico, Ferdinand Zweig (1954, p. 19), dice lo siguiente: “... al atacar la política económica de su tiempo, Marx la señaló como una racionalización de los intereses de las clases dirigentes, y luego generalizó este postulado a su declaración de que las ideas, los conocimientos, el arte, la literatura y la religión son superestructuras sobre la base de las estructuras productivas...”. Marx aplicó primero su pensamiento a la conciencia pública y científica, lo que Freud aplicó más tarde a la conciencia individual. Otros autores como Habermas (1968, p.47), en el texto “Técnica y Ciencia como Ideología”, desarrolla la idea anterior, sosteniendo que “la ciencia como fuerza productora debe ir acompañada de la ciencia como fuerza emancipadora”. La función de la epistemología, desde la perspectiva explicativa del marxismo, consiste en desenmascarar las formas encubridoras de la ciencia comprometidas con ideologías que reflejan los intereses de clase. En forma análoga, el psicoanálisis intenta desenmascarar la racionalidad y sus productos, al poner de manifiesto que “el verdadero motor de las acciones humanas no es la razón o la inteligencia, sino los impulsos inconscientes; y que aquella presta su colaboración para satisfacer esos deseos inconscientes”. Desde esta perspectiva, es posible analizar los productos de la ciencia como representaciones simbólicas, como sublimaciones y como racionalizaciones de esas fuerzas. La función de la epistemología, desde la perspectiva del psicoanálisis, será la de “una acción develadora”. En ese sentido, la metapsicología de Freud es en realidad una epistemología; es decir, un análisis de lo que el inconsciente proyecta fuera de sí; en particular, las teorías científicas. Estas epistemologías, desde la perspectiva marxista y la del psicoanálisis, analizan la ciencia no por lo que las teorías expresan a través de sus enunciados, sino por lo que encubren; en ese sentido las reflexiones metateóricas van encaminadas a develar ese ocultamiento. Jean Piaget (1971, p.166), va en otra dirección, aunque tiene en común con las posiciones anteriores la intención de construir una epistemología desde la ciencia. Parafraseando sus aportes al respecto, sus planteamientos son: él sostiene que “la epistemología debe dejar de ser una disciplina filosófica y constituirse como disciplina científica, como ha ocurrido en muchos casos y en épocas recientes con la lógica”. Afirma también que “las herramientas que deberá tener esta nueva ciencia son: por un lado, la lógica y, por otro lado, la teoría sicogenética y sociogenética”; es decir, que plantea una teoría acerca de la génesis y desarrollo de la inteligencia a través de una sucesión de estructuras. En su obra “Psicología y Epistemología”, sostiene que: “todas las ciencias humanas y sociales po seen en sí mismas su propia epistemología,...y si bien la matemática y la física no corresponden a las ciencias humanas, su epistemología y toda epistemología científica, entra en el dominio de las ciencias sociales, puesto que “la formación, el desarrollo y el alcance epistémico de toda ciencia constituyen manifestaciones esenciales de la actividad del hombre y mantienen de hecho muchas relaciones con otras ciencias sociales particulares”. Por ello, la epistemología pasa a constituirse, según esta versión, en una ciencia cognitiva. Estos consideraciones han generado una serie de interrogantes: ¿Sé transgreden los niveles teórico y metateórico antes señalados?, y sí la respuesta fuera afirmativa, ¿qué consecuencias acarrea esta situación?, ¿Se produce circularidad?, ¿La auto-referencia genera paradoja?..., ¿No se establece una subordinación de la epistemología respecto de una teoría determinada?, ¿No se cae en ese caso en un reduccionismo? Este conflicto se origina en el hecho de que para analizar y evaluar el conocimiento científico es preciso tener en cuenta al sujeto cognoscente, y puesto que varias teorías científicas se ocupan del sujeto, si son lo suficientemente amplias, tendrán algo que decir sobre el “sujeto de conocimiento de la ciencia”. Las teorías del psiquismo en general, como el psicoanálisis de Freud y Lacan, las teorías cognitivas, la sicología genética, así como las teorías que analizan al sujeto, en tanto ser histórico social, que hemos mencionado antes, pueden derivar de sus hipótesis afirmaciones epistemológicas. De ahí que el desarrollo de las ciencias sociales, la consolidación de sus teorías y la ampliación de su campo explicativo, han acercado muchas teorías al campo tradicionalmente reservado a la filosofía de la ciencia, al punto de dar origen, dentro de esas teorías, a la propuesta de una epistemología interna de las ciencias. Esta manera de encuadrar la cuestión del conocimiento ha permitido conceptualizar y analizar la producción científica de una manera muy distinta a los análisis característicos de la epistemología enraizada en las cuestiones filosóficas y ha generado una nueva posibilidad de explicación de la actividad y producción científica desde el marco de las hipótesis de una teoría determinada. En esa dirección se han mencionado los aportes del marxismo, el psicoanálisis y la psicología genética. Sin embargo, no hay que confundir el interés que persiguen las distintas comunidades científicas a l estructurar una ciencia y el interés que persigue el epistemólogo de una determinada ciencia. Las comunidades científicas también pueden, después de estructurar la ciencia, analizar y evaluar críticamente los productos de su propia actividad científica; es decir, revisar la estructura de su propia ciencia para dar cuenta de la naturaleza, recorrido histórico y desarrollo de sus estructuras conceptuales. Veamos los juicios o los aportes de las ciencias sociales al análisis epistemológico de una determinada ciencia. Epistemología con elementos de juicio de las ciencias sociales. Este enfoque tiene influencia de la psicología y otras ciencias sociales; sin embargo, se reconoce que dichos juicios necesitan mayor argumentación porque sus planteamientos generan dudas. Por ejemplo, Hanson (1985) ha tomado elementos de la teoría de la Gestalt para cuestionar una filosofía de la ciencia que presuponía una concepción atomista y especular de la percepción. Su argumentación va dirigida a mostrar que la percepción no es una colección de datos puros y elementales a partir de los cuales se construye el conocimiento científico, sino que tiene “carga teórica”. Se dice que, si bien la tesis de Hanson constituye un avance respecto de la psicología atomista y elementalista (propuesta por el empirismo), dicha tesis no constituye una posición bien fundamentada porque recurre a consideraciones esquemáticas y elementales tomadas de la psicología, y no a un empleo cuidadoso de teorías que, por su riqueza y complejidad, estarían en condiciones de brindar un apoyo más consistente a una teoría del conocimiento científico. En un artículo de Oscar Nudler (1976), publicado en la Revista Crítica No 24, se sostiene que: …la apelación a la teoría de la Gestalt no es suficiente para fundamentar la tesis de que la percepción tiene carga teórica. Y aún sosteniendo, como lo hace Hanson, que en la percepción está presente el lenguaje, eso no prueba que sea el lenguaje teórico el que actúa en la percepción. Tanto en el caso de las leyes gestálticas como en el de la presencia del lenguaje en la percepción son afirmaciones demasiado generales e imprecisas para sostener la tesis de la “carga teórica” que pretende sustentar Hanson. Del mismo modo, puede reprochársele a Kuhn, dice Gianella, el no haber dado una explicación bien fundada del papel que juega la percepción dentro de un paradigma, y en la relación con el reconocimiento de las anomalías. Así mismo, Feyerabend omite la utilización de teorías acerca del lenguaje para fundamentar su afirmación del carácter intrateórico de los significados de los términos teóricos. Por ello se dice que, muchas argumentaciones acerca de la naturaleza del conocimiento científico, descansan frecuentemente en concepciones psicológicas o de otras ciencias sociales ya superadas, lo cual implica que la epistemología debe ocuparse de la estructura y validación de dichas teorías, así como del análisis de los procesos que llevan a la formulación y el abandono de ellas. Es decir, que es necesario encarar un análisis cuidadoso de cuáles son las cuestiones que pueden ser aportes para la epistemología científica. Y por último, veamos el enfoque de la epistemología con aportes de otras ciencias. Epistemología con aportes de otras ciencias. Este enfoque da cuenta de las cuestiones que pueden ser aportes valiosos para la epistemología científica. Primero, una teoría lógica desde la cual se pueda analizar los distintos aspectos formales que interesa distinguir en el análisis del conocimiento científico. Hay sin duda consenso respecto de que todo discurso racional requiere de la lógica, pero no es tan evidente cuál es la lógica que presta mejores servicios a la epistemología. Al respecto, Gianela AE, (1986, p 261-266) refiriéndose a Brown, H. ha señalado que “ciertos supuestos lógicos han influido marcadamente en las discusiones filosóficas: por ejemplo, la discusión en torno de la caracterización de las leyes científicas y las dificultades que presentaban las definiciones de los términos disposicionales”. Segundo, una teoría del lenguaje que permita, entre otras cosas, un análisis adecuado del problema de los significados de los términos teóricos ligados a la concepción del lenguaje natural. H. Putnam (1996) puede considerarse un epistemólogo que trabaja en esa dirección al pretender demostrar que no existe una interpretación privilegiada o estándar del lenguaje natural ya que hay infinitas interpretaciones que poseen un mismo nivel o rango y todas conservan el valor de verdad de las proposiciones que éstos (los términos del lenguaje natural) conforman. Tercero, diversas teorías psicológicas. Por ejemplo, una teoría de la percepción, una teoría de la inteligencia y de la racionalidad, una teoría del psiquismo inconsciente que permita explicar los fenómenos de invención y descubrimiento que no se desarrollan plenamente en los estados de conciencia del investigador y una teoría cognitiva como la desarrollada por Piaget, que da cuenta de las formas de categorizar y estructurar el conocimiento. Cuarto, una teoría acerca del desarrollo histórico y de las formas de categorizar los cambios en la historia de la ciencia. Quinto, una teoría social que permita encuadrar en ella a las instituciones científicas y su relación con los cambios sociales. Lo anterior equivale a decir que, la epistemología filosófica o científica, puede y debe recibir aportes de aquellas disciplinas que ellas mismas se proponen analizar. En síntesis, Gianella (1986, p.3) plantea que la epistemología está siendo considerada desde cuatro enfoques: El primero sostiene que la epistemología es una disciplina filosófica; el segundo defiende una epistemología interna a la ciencia construida a partir de las teorías científicas y los requerimientos que ellas establezcan; el tercero, sostenido por algunos filósofos de la ciencia que aceptan la utilización de elementos de juicio parciales provenientes de algunas de las teorías de las ciencias sociales pero de modo acrítico y el cuarto pretende sostener el carácter filosófico y metateórico de la epistemología, requiriendo la incorporación crítica y sistemática de teorías provenientes de ciertas disciplinas científicas. Epistemología de la pedagogía Los enfoques epistemológicos, antes nombrados, aplicados a la epistemología de la pedagogía hay que asumirlos con mucho cuidado: primero, por la relación entre la filosofía y la pedagogía; segundo, por la multiplicidad de concepciones sobre la educación y los procesos educativos, que han determinado diversos objetos de conocimiento para la pedagogía; tercero, por las relaciones entre la pedagogía y las ciencias de la educación; y cuarto, por la escasa dedicación que históricamente han tenido las instituciones dedicadas a la formación de educadores, y la de los mismos educadores, a la reflexión crítica y sistemática sobre el saber fundante de su profesión y la de sus prácticas. El enf oque filosófico de la epistemología, aplicado a la pedagogía, implica aceptar que la pedagogía debe ser reconocida como una “ciencia” que se construye mediante la actividad científica y que los productos de dicha actividad científica pueden ser analizados y criticados, situación que está en cuestión en la contemporaneidad porque habría que dar cuenta de los criterios de validez empleados en la construcción del conocimiento pedagógico y de las reglas de rigurosidad empleadas, método o métodos utilizados por los que a ella se dedican. Por ello, la dificultad con respecto a la “cientificidad” de la pedagogía, está en demostrar los fundamentos desde los cuales es posible asumir que los conocimientos pedagógicos constituyen una “teoría científica”. Al mismo, es necesario reconocer que la pedagogía hasta el siglo XVIII tuvo explicación desde la filosofía, es decir, que la filosofía daba cuenta de la pedagogía en la medida que la educación se conceptualizarla desde finalidades teleológicas, explicación que tendría que darse desde la epistemología filosófica. Por otra parte, un estudio epistemológico sobre la pedagogía, a realizar por un epistemólogo de la misma (epistemología intracientífica), tendría que definir el enfoque o enfoques y la dimensión o dimensiones de la epistemología a utilizar; el objeto de conocimiento, método y pertinencia de los conocimientos pedagógicos. Sin ser ese el propósito de este curso, sí lo es reconocer las preguntas y las posibles respuestas que tendrían que hacerse tanto el pedagogo como el epistemólogo de la pedagogía para dar cuenta del saber pedagógico. Así mismo, una epistemología con aportes o críticas de otras ciencias, en este caso con los aportes de las “ciencias de la educación” y las críticas de otras ciencias sociales, demanda un análisis de los límites entre la pedagogía y las demás ciencias, lo que llevaría a reconocer la complejidad de los procesos educativos, las diversas intencionalidades que con ellos se persiguen en cada sociedad, y la inter y la transdisciplinariedad en los estudios epistemológicos de la pedagogía, y por tanto, los vínculos y diferencias entre ella y las demás ciencias que también reflexionan y experimentan en y sobre los procesos educativos, en relación con momentos históricos determinados y comunidades y contextos socioculturales específicos. La pedagogía, en relación con los “umbrales de cientificidad”, demanda en la contemporaneidad: primero, reconocer su positividad para todas las sociedades, lo cual no está en cuestión, hoy se acepta la existencia y devenir histórico de la educación y de la reflexión pedagógica; segundo, reconocer el objeto de conocimiento, método y pertinencia del saber pedagógico, los cuales están en discusión; tercero, reconocer el debate que sobre la “cientificidad de la pedagogía” se está dando desde todas las latitudes, en las que se tienen consideraciones tradicionales y otras consideradas alternativas para analizar la epistemología de la pedagogía, desde los aportes y críticas de las ciencias sociales en debate con los enfoq ues epistemológicos tradicionales. Objeto de conocimiento de la pedagogía. Para comprender los conceptos de objeto de estudio y de conocimiento de la pedagogía, se diferencian primero los conceptos de objeto de estudio y de objeto de conocimiento, y luego, se analizan estos conceptos en referencia con lo que proponen algunos grupos de investigación, en referencia con los procesos educativos y el saber pedagógico. Un objeto de estudio “consiste en la formulación precisa y clara de un tema de investigación que incluye perspectivas teórico-metodológicas; cuando es un fenómeno o situación [proceso] de la vida real requiere delimitaciones para precisar tiempo, espacio y actores, entre otros (María Eumelia Galeano, 1999). Objeto de conocimiento es “la manera específica como el sujeto piensa el objeto. O, lo que es lo mismo, a la objetivación (materialización en hechos, actos y teorías) que hace el sujeto de un conocimiento validado científicamente para ser enseñado y aprendido” (Arboleda Alvarez, Olga Lucía y Lopera García, Luz Dolly, 2002). El objeto de estudio al que nos referimos en pedagogía, está en referencia con la comprensión y explicación de la complejidad del proceso educativo, tanto desde la concepción de la educación como de su práctica; y el objeto de conocimiento, al que nos referimos en pedagogía, está en relación con el saber validado socialmente sobre lo que entendemos por educación y por práctica educativa. El objeto de conocimiento de la pedagogía para unos es la enseñanza, para otros la transformación intelectual y para unos últimos, la formación y desarrollo humano integral. Cuando el objeto de estudio y conocimiento de la pedagogía está en referencia con la enseñanza, habría que analizar el concepto de enseñanza: si se entiende como acto de transmisión de información de un sujeto a otros, o si se entiende como apropiación de información por parte del sujeto que aprende, producto de la intersubjetividad de un sujeto maestro con otros sujetos estudiantes. La primera consideración de la enseñanza se manifiesta como reflexión del proceso educativo desde un enfoque de reproducción social, en él se asume que el conocimiento es certeza, dogma, para cualquier momento histórico, y que no hay necesidad de analizar su validez en la intersubjetividad de los actores del proceso educativo. La información es conocimiento y es válido para cualquier momento histórico, solo basta con transmitir la información, el conocimiento producido por otros, a las nuevas generaciones, en eso consiste la práctica pedagógica. En este sentido se piensa que el conocimiento no se construye por procesos operatorios del sujeto con sus propias estructuras mentales, actitudinales y procedimentales, sino que basta con transmitirlo a otros por parte de los docentes en el proceso educativo, y que los estudiantes lo recuerden al ser solicitado, gracias a su facultad de memorizar. La segunda consideración de la enseñanza no se reduce a la transmisión de información del docente a los estudiantes, no se reduce a la actitud pasiva del estudiante, sino a la actitud reflexiva de docentes y estudiantes para analizar, comparar, comprender, interpretar (encontrar sentido y significado) a la información (conocimiento de otros) en referencia con un contexto y las nuevas problemáticas específicas a intervenir por parte de los seres humanos. Aquí la enseñanza se convierte en acción del docente que permite el aprendizaje del estudiante. Esto implica la relación entre enseñanza (acción de acompañamiento del docente a los estud iantes, y de dialogo intersubjetivo para la construcción del conocimiento) y aprendizaje (acción de los estudiantes para operar sus propias estructuras y construir su conocimiento, en relación con necesidades específicas, intereses y expectativas del desarrollo social y cultural). Sin embargo, históricamente la enseñanza ha sido entendida desde la primera consideración, lo que ha generado otras reflexiones y experimentaciones de grupos de investigación sobre los procesos educativos, para identificar el objeto de conocimiento de la pedagogía. Cuando el objeto de estudio y conocimiento de la pedagogía está en referencia con la transformación intelectual de los seres humanos, habría que analizar que se entiende por transformación intelectual y cómo se posibilita dicha transformación. Por transformación intelectual se entiende el movimiento de las estructuras intelectuales de los seres humanos para la construcción del conocimiento, gracias a los procesos operatorios de organización, adaptación (asimilación y acomodación) y equilibrio (Piaget. J, 1978). Ya que la inteligencia es la capacidad de adaptación para obtener equilibrio conceptual y poder actuar frente a las problemáticas y necesidades de la vida real. Este proceso se logra mediante la organización y análisis de la información, y la adaptación de ella en las estructuras intelectuales de los seres humanos, gracias a sus procesos operatorios mentales que le permiten comprender los sentidos y significados de las informacionesconocimientos-. Allí la tarea del docente es propiciar procesos operatorios mentales en los estudiantes para que obtengan transformaciones intelectuales, las cuales serían el objeto de conocimiento de la pedagogía, puesto en relación con los aportes de la teoría del conocimiento constructivista. La crítica a este objeto de conocimiento de la pedagogía proviene de pensar la educación sólo para la transformación intelectual de los estudiantes, y la tarea del docente reducida a dichas estructuras, cuando los seres humanos están dotados de múltiples y complejas estructuras o dimensiones del desarrollo, más allá de las cognitivas. Sería pensar que la educación sólo debe posibilitar el desarrollo de habilidades del pensamiento de los seres humanos, y relegar a un segundo plano su formación y desarrollo humano integral. Los dos primeros objetos de conocimiento de la pedagogía se han vivido con mayor reconocimiento, veamos el que se plantea en la contemporaneidad, formación y desarrollo humano integral, desde las nuevas concepciones sobre la educación: La Educación Superior es un proceso permanente que posibilita el desarrollo de las potencialidades del ser humano de una manera integral, se realiza con posterioridad a la educación media o secundaria y tiene por objeto el pleno desarrollo de los alumnos y su formación académica o profesional (Artículo 1º de la Ley 30 de 1992). La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes (Artículo 1º de 1994). Veamos primero el concepto de formación, el cual rastrea Gadamer, H. (1997, p.38-48) en varios momentos: en un primer momento, es un concepto de estirpe religiosa, entendido desde dos acepciones: primera, como “procedimiento para llegar a un estado de virtud tal que convierta a quién lo sigue en modelo”, situación que implica una ascesis, es decir, el conjunto de “normas prácticas a que se sujetaban aquellos que deseaban adquirir una mayor perfección moral” (Campo, R. & Restrepo, M. 1993, p. 18). Era una pedagogía desde el “adentro de cada ser humano” y no desde el “afuera de las clases sociales en el poder”, tal como ocurrió en edades posteriores cuando surgen las instituciones educativas dedicadas a “moldear” individuos para una determinada sociedad. Se dio un cambio entre “modelar” y “moldear” seres humanos. Si acogiéramos la acepción inicial del concepto de formación tendríamos que aceptar que cada ser humano es el responsable de dar-se su propia forma, “su modelo” y de asumir aquellos valores que más lo identifican y que realmente necesita para vivir y actuar moralmente en la sociedad a la cual pertenece, en relación con otras. También tendríamos que aceptar que el maestro es el responsable de poner en-señas distintos “modelos”, que permitan a los discípulos constr uir los propios, así como normas de vida y de relación con la naturaleza, la sociedad, la cultura y el trascendente. En la Edad Media, la segunda acepción de formación, desde lo religioso, se presenta desde la consideración que el “saber y la virtud” coinciden, ya que “el ser bueno coincide con ser racional, solidario, comunicativo y responsable”. Es así como esas dos acepciones iniciales del concepto de formación, hacen que ella sea entendida como búsqueda del bien y de la virtud, o como “salvación del hombre” por el seguimiento del “modelo y la búsqueda de la perfección humana”. De ahí que en la actualidad el concepto de Maestro sea considerado el mejor para referirnos al que “muestra caminos de realización humana, Jesús el Buen maestro”, el que pone en-señas un camino de desarrollo humano, y el de discípulo, el mejor para referirnos al que “genera su propio modelo, al que se da su propia forma”, al ser humano en procesos de llegar a ser maestro, y de mostrar a otros, los caminos de realización humana. En un segundo momento, dice Gadamer, H. (1997. P.40) el concepto de formación se entiende desde la visión alemana, para ellos la formación hace referencia al término BILDUNG que proviene de BILD que quiere decir “imagen imitada o modelo por imitar” lo que significa que e l concepto vuelve a sus orígenes religiosos presentados por Klospstock y determinados por Herder como “ascenso a la humanidad”. Cuando se hace referencia a imagen por imitar no significa “remedo o igualdad”, ya que por naturaleza no podemos llegar a ser totalmente iguales, si acaso llegaremos a ser idénticos, por identidad cultural pero no por identidad genética a los demás, eso lo sabemos gracias a los adelantos de los estudios genéticos. De ahí la dificultad para hablar en la actualidad de “perfiles de formación” iguales para todos los seres humanos. Victor Guédez (1987) nos habla de propósitos de formación, a los cuales acceden los seres humanos en forma distinta. En un tercer momento, siglo XIX, la formación pasa a ser algo estrechamente vinculado con el concepto de cultura, y designa en primer lugar “el modo específicamente humano de dar forma a las disposiciones y capacidades naturales del hombre”. Kant no habla de formación sino de “cultura”, es decir, de la formación como capacidad de adquirir cultura, que como tal es un acto de la libertad del sujeto que actúa; Hegel habla de formar-se y formación cuando recoge la idea Kantiana de “las obligaciones de las personas para consigo mismos”. La cultura es un producto humano, construida con todas las capacidades de los seres humanos en el devenir histórico de las sociedades; al construirla se da cuenta de la formación y desarrollo alcanzado por los pueblos. No hay cultura sin formación y sin desarrollo humano integral, a través de los tiempos. Para generarla los seres humanos ponen en acción todas sus capacidades y disposiciones naturales potenciadas por la formación adquirida junto con los sentidos y significados dados a lo que existe, así construyen “realidad”, de acuerdo con sus capacidades o talentos. Por ello cultura y formación, en un inicio coinciden. Más tarde Humboldt diferencia cultura y formación, ésta última la concibe como “algo más elevado y más interior, al modo de percibir que procede del conocimiento y el sentimiento de toda la vida espiritual y ética y se derrama armoniosamente sobre la sensibilidad y el carácter”, mientras que cultura es “desarrollo de capacidades y talentos”. He ahí la diferencia entre los seres humanos y las sociedades, el grado de sensibilidad y de carácter puestos a los procesos de formación y de desarrollo de cada ser humano desde su interioridad, valga decir, desde sus deseos y esfuerzos por llegar a ser lo que se quiere ser y construir realidad acorde con sus necesidades e intereses de desarrollo (sentido de sí mismo, la sociedad, el mundo y su trascendente) Este momento del concepto se ha enriquecido con la visión de Hans Gadamer, quién en su artículo, “conceptos básicos del Humanismo”, refiriéndose a Hegel, expresa que “la esencia general de la formación humana es convertirse en un ser espiritual general y en éste sentido el ascenso a la generalidad es una tarea humana”, pero advierte que reconocer lo anterior no implica reconocer la filosofía del espíritu absoluto, en la que se concibe que “la conciencia científica esta ya formada” y por tanto lo que habría que formar es “la capacidad de juicio y el modo de conocer de las ciencias del espíritu”. Lo anterior da cuenta de la importancia y posibilidad que tienen todos los seres humanos de comprender y de explicar no sólo los avances de la cultura alcanzados por otros pueblos, ascenso a la generalidad ya formada, ya terminada, en la que la educación, formación, consistiría en “estar a la altura de los tiempos”, sino, fundamentalmente, de mantenerse en un permanente ascenso a la generalidad, a la potenciación de sus capacidades y disposiciones naturales: el pensar, el sentir y el actuar para construir realidad. Hoy podríamos decir que el ser humano, en cuanto constructor de realidad, no es sólo sustancia o accidente, “ser” o “no ser”, sino ser en cuanto devenido, y esto es lo que siguiendo a Hegel se había destacado como característica general de la comunidad, “este mantenerse abierto hacia lo otro, hacia puntos de vista distintos y más generales... sin embargo, los puntos de vista generales hacia los cuales se mantiene abierta la persona no representan un baremo fijo que tenga validez para todos, sino que le son actuales como posibles puntos de vista de otros”. Por ello Gadamer concluye que: “el concepto de formación permite a las ciencias del espíritu convertirse en tales, situación muy difícil si se consideran éstas desde la idea fija de método de la ciencia moderna”. Es un permanente proceso de ser y de construir realidades posibles. En este sentido la educación es inherente en su sentido profundo a “adquirir forma o mantenerse en ella y pertenece a las condiciones de existencia de un ser no terminado”, es decir, que está siendo, como un mantenerse abierto a lo posible, a lo que no se es pero que se puede llegar a ser, ya que el ser no es estático, está formándose, adquiriendo forma y en ese hacerse se identifica el hombre como “ser devenido”. Gadamer define formación “como el proceso por el que se adquiere cultura: como el modo específicamente humano de dar forma a las disposiciones y capacidades naturales del hombre” (p.39) y Rafael Campo expresa que:”el mundo cultural es el mundo humano” (p. 19). Pasemos ahora al concepto de desarrollo, el cual se aborda con base en el texto: Un Modelo de Seminario para estudios de Postgrado (Campo Rafael y Mariluz Restrepo (1993, p. 18), allí se plantea que el concepto de desarrollo ha pasado por tres perspectivas: la económica, la psicológica y la humanista. La perspectiva económica del desarrollo es entendida desde las concepciones de la evolución y el crecimiento, en las cuales se hace ver el desarrollo como un proceso único, limitado, continuo y ascendente de los seres humanos para la evolución social y el “bienestar” humano a partir de la obtención y acumulación de riquezas. Se busca por tanto la evolución social y de la economía a partir del crecimiento de los bienes de producción y el mejoramiento de los servicios para la sociedad, en la creencia que el crecimiento económico unido a la acumulación de riquezas y la comodidad que generan los servicios son las principales finalidades de la vida humana. En función de esta perspectiva del desarrollo al sistema educativo se le encomienda la labor de preparar los “cuadros” directivos del gobierno o del proceso productivo y la mano de obra calificada para el proceso productivo, lo que permitirá la evolución y ascenso de las personas en la escala social. Es decir que la clasificación de las personas en la escala social se da de acuerdo a la posesión de los medios de producción o al lugar que se desempeña en el proceso productivo o gubernamental. Hoy podríamos decir que el progreso económico de unos cuantos países altamente industrializados (con grandes avances tecnológicos), la acumulación de grandes masas de capital en manos de unos cuantos grupos económicos y financieros, los grandes avances de la mundialización y globalización de la economía o los descubrimientos científicos puestos al servicio de los grandes capitales, no han podido resolver las problemáticas sociales, la satisfacción de las necesidades humanas básicas en la mayoría de la población o la consecución de un orden social justo y en paz en el que hay n pactos de convivencia social y calidad de vida de las personas. Por ello la fe y la racionalidad en la evolución y el crecimiento económico se han desmoronado como únicos principios para el desarrollo humano, social y cultural. La perspectiva psicológica del desarrollo se centra en el concepto de maduración y en las etapas evolutivas por las que debe pasar el ser humano en su evolución. Esta perspectiva considera que las capacidades humanas son naturales y lineales, que hay que esperar que se desarrollen en cada etapa biológica y psicológica por las que debe pasar el ser humano. Además, considera que el ser humano posee diferentes ámbitos de formación: el cognitivo (Piaget), el moral (Kohlberg), el emocional (Erikson) y el psicosexual (Freud), cada uno como esfera particular de desarrollo del ser humano. En esta perspectiva psicológica del desarrollo, la educación ha ido quedando asociada a una visión del “adecuado desarrollo de cada etapa evolutiva del ser humano”, es decir, a una visión de espera ascendente de las capacidades de los seres humanos, como el paso de unas posibilidades inferiores a unas superiores, como el paso de la “ignorancia al conocimiento”, como el cambio de conductas hacia unas respuestas esperadas (conductas y comportamientos sociales, organizadas como objetivos) y condicionadas por estímulos. Es una educación conductista para la socialización, entendida como asimilación y acomodación de las personas a las normas sociales y conocimientos validados socialmente. Sólo muy recientemente se ha abierto la perspectiva del desarrollo hacia el ámbito de la cultura, en la cual es posible asumir el desarrollo como desarrollo humano. Autores como Vigotsky, Bruner y Berstein con sus propuestas de la imaginación y el lenguaje abordan el desarrollo humano como “un proceso de construcción referido siempre al sentido que el hombre le da a su mundo y que se da a sí mismo como individuo y como sociedad”. En esta perspectiva la educación se convierte en un espacio de encuentro, de diálogo, de negociación y de comprensión de los sentidos posibles del ser humano y sus realidades. Es decir que, esta perspectiva sitúa la problemática del desarrollo en el centro de la pregunta por el ser humano como ser no terminado. El ser humano es pro-yecto y devenir permanente, en la medida que sigue siendo tarea para sí mismo y de sí mismo. Su horizonte es aquello que está siempre más allá y que jamás es alcanzado, aunque siempre se camine hacia él. El ser humano se puede decir con Ghelen (1984, p. 35), toma posiciones, toma partido, es decir, se compromete con las acciones y en esta toma de posiciones para sí mismo y los demás, siempre hace algo. Ese hacer algo es lo que le da la condición de ser un ser no terminado, un ser en constante a cción. El ser humano es acción intencional permanente, esto quiere decir que se puede esperar de él lo más inesperado. Ghelen, continúa diciendo: Cuando el hombre actúa no se separa del mundo, por el contrario se entrega a él, crea su mundo y lo explora en todas sus dimensiones, es decir que se sumerge en él para encontrar allí su patria. Ahora bien la acción que el hombre ejerce es humanamente desplegada por la palabra dicha en la que se identifica como actor enunciando lo que hace, lo que ha hecho y lo que intenta hacer. En la palabra y en la acción el ser humano da cuenta de sí mismo y de la relación que establece con el otro, con el mundo, la sociedad y la cultura. En el decir y en el acto el ser humano revela activamente sus identidades personales únicas y así hace su aparición en el mundo humano, dando cuenta de sus necesidades, intereses, expectativas y posibilidades de realización humana. Todas las necesidades educativas humanas, asumidas como carencias o incongruencias de “realidad” (Vasco, 1999, p.48), son necesidades del ser humano en referencia con los constructos teóricos que necesita para comprender, explicar y transformar lo real, tanto material como espiritual. Constructos, “realidad”, que sólo pueden construir y asumir los mismos seres humanos desde su condición humana, en relación con otras capacidades provistas por la inteligencia y el lenguaje. Ahora bien, los actos por los que el ser humano lleva a cabo su tarea de hacer-se y de hacer posible la vida, podrían considerarse desde dos puntos de vista: por un lado, son actos productivos de superación de la carga provocada por las carencias o incongruencias de “realidad”, valga de decir de “saberes subjetivos” que necesita confrontar para validar como conocimientos y, por otro lado, son actos seleccionados por el mismo ser humano como medios completamente nuevos para pilotear su propia vida, tal como lo dice Kant: “el ser humano tuvo que producir todo por sí mismo”. El sentido originario del término desarrollo viene de rota, rueda, rollo, en el que desarrollar quiere decir hacer o rodar, entendido el rodar como acción de extender algo enrollado. Posteriormente, el concepto va enriqueciéndose hasta entenderse como desplegar, ejecutar, realizar acciones, que sólo el ser humano puede emprender, de ahí que el desarrollo, desde la perspectiva de lo humano, volvámoslo a repetir, no es otra cosa que “el desarrollo de la naturaleza humana entendida como cultura”. Rafael Campo y Mariluz Restrepo, en el texto ya referenciado, complementan: “la esencia de la naturaleza humana es transformada en algo útil para la vida a lo cual llamamos cultura”. Es decir que, es el mismo ser humano quien construye cultura, lo que equivale a decir que el mundo cultural es el mundo humano. Sin embargo, no podemos olvidar que el mundo perceptivo que vemos a nuestro alrededor es el resultado de la actividad humana y esta actividad siempre es social. El ser humano siempre existe en, por y para la sociedad, toda sociedad es un sistema de interpretaciones del mundo, es una construcción de mundos posibles en las que cada ser humano toma la palabra y actúa en la creación de su propio mundo. El ser humano no está simplemente en el tiempo y en un contexto, sino que es, por el tiempo y por el contexto, y es en virtud del tiempo y del contexto, que se desarrolla. Campo R., & Restrepo M (1993), dicen: El ser humano, puede decirse, que se desarrolla como individuo en el hacer su propia vida y como especie en el transcurso de la historia. En este sentido el desarrollo no es más que la realización de lo virtual, es llevar al ser humano a su condición de ser humano, en donde como naturaleza humana llegue a ser lo que es. Y al realizarse como humano, el ser humano ha de irse haciendo permanentemente, en otras palabras, formándose en lo que es como posible, en eso consiste su desarrollo. En el desarrollo del ser humano la autonomía no es un centro sino una apertura, un posible. Apertura y posibilidad que en la educación consiste en sobrepasar el cerco de la información, del conocimiento y de la organización que caracteriza a los seres humanos como “constituidos”, y les da la posibilidad de ser auto-constituyentes de sí mismos y de las relaciones con los demás seres humanos. Los seres humanos no somos sujetos funcionales ya constituidos, lo humano se crea, se auto-constituye, no somos sujetos por siempre constituidos o limitados. La realidad no está respaldad a en un aparato orgánicamente constituido, la realidad en el ser humano debe ser construida, imaginada creativamente. José Malaver (2000), en una conferencia en la Funlam sobre “El pensamiento de Cornelio Castoriadis”, expresa: En el ser humano la imaginación, a diferencia del ser viviente en general, es disfuncionalizada, es esto lo que permite la creación. La imaginación disfuncionalizada es una capacidad de los seres humanos, no es una facultad. Según Castoriadis, ella rompe el cerco funcional de los seres humanos como seres constituidos, con lo que inaugura un lugar ontológico diferente a la ontología funcional anterior. Situación que permite romper el cerco cognitivo a partir de la imaginación creadora. Así mismo, Carlos Mario González, expresa que: “alterar el cerco cognitivo funcional significa construir mundos posibles según otras leyes, significa crear un nuevo eidos, otro sí mismo diferente, en mundos posibles. Esta capacidad aparece con el ser humano como posibilidad de poner en tela de juicio sus propias leyes, su propia institución como ser único y como ser en relación social”. La educación, en la perspectiva del desarrollo humano, es inherente a la realización humana en el sentido profundo de adquirir forma o mantenerse en ella, como ser humano no terminado. De ahí que, la formación, como ascenso a la generalidad de la especie, es una tarea humana, con ella se busca lo genérico y en ese hacer-se permanentemente se socializa y se individualiza el ser humano. Es decir que, la educación es un proceso eminentemente humano y social. Lo humano y lo social pertenecen a la esencia misma de la naturaleza humana y se expresan como factores de la educabilidad, en la que las necesidades vitales de la dinámica de crecimiento y desarrollo humano se hace patente la fuerza que impulsa el autodescubrimiento, el descubrimiento del mundo y el de su “realidad” histórica y social. Lo humano, se realiza en la construcción de sí mismo, del otro y de lo otro, es un ser humano-social, histórico y cultural, al cual se va llegando mediante procesos permanentes de autoconstrucción y de construcción con el otro. En la búsqueda de la realización humana es que el proceso se vuelve continuo, para la emancipación de todas las fuerzas que oprimen o limitan su acontecer en el mundo y que le impiden ser lo que quiere ser: ser humano con el otro para el desarrollo de sí mismo, la sociedad y la cultura. Por ello lo educativo, surge de una comprensión profunda del ser humano, comprensión que define los crit erios y finalidades mediante los cuales se asume la función de formar y desarrollar las nuevas generaciones. La educación no puede darse al margen de los “deseos” de las mismas personas y de las intencionalidades sociales. La educación se constituye en respuesta a las urgencias de la misma educabilidad de cada ser humano y de la sociedad en su conjunto; ella misma, es una manifestación de la manera como interpretamos al ser humano y a la sociedad; en dicha interpretación se fundamenta la estructura y posibilidad de las propuestas educativas complementadas con la enseñabilidad, la investigación y la proyección de los saberes y de las prácticas sociales. Saberes, unos y otros, necesarios y complementarios en la práctica educativa. La Unesco, al hablar del desarrollo humano lo entiende como proceso educativo encaminado a aumentar las opciones de la gente, proceso que se percibe a través de la formación de una amplia gama de capacidades, tales como: la libertad para decidir, la toma de decisiones políticas y el desarrollo económico, intelectual y social, sin dejar de lado las oportunidades de llegar a ser una persona sana, educada, productiva, creativa, y de ver respetadas tanto su dignidad personal, como sus derechos. El desarrollo humano, según el informe de PNUD, “es un proceso conducente a la ampliación de las opciones de que disponen las personas... Las opciones esenciales son: poder adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos necesarios para disfrutar de un nivel decoroso”. Esta visión se complementa con la visión de la Consejería Presidencial para la Política social en Colombia, que dice: El desarrollo humano es pues una forma de concebir la calidad de vida y el desarrollo social de una manera integral, involucrando además de las condiciones materiales tangibles de las cuales disponen las personas, todo aquello que fomenta el despliegue de las capacidades humanas con fines productivos y creativos o en actividades sociales, culturales y políticas. Por ello, la calidad de vida que hace posible el desarrollo humano requiere también de los aspectos intangibles propios de las sociedades modernas (seguridad, justicia social, sentido de pertenencia). Corredor, C. (1995, p. 40). Por ello, al hablar del desarrollo humano se requiere ir más allá de la atención a las distintas dimensiones de la persona, para atender también lo social y lo cultural. El desarrollo, para que sea humano, ha de estar fundamentado en y desde los valores humanos y sociales de una comunidad, así como en la cultura de pertenencia que se promueve y estimula. La ignorancia de valores, principios, normas, convicciones y tradiciones culturales de un grupo humano, en una propuesta educativa con propósitos de desarrollo integral, constituye un fuerte freno a la formulación de políticas y de estrategias para obtener los propósitos que se plantean como intenciones en un proceso educativo. En síntesis, si la educación es un proceso de desarrollo humano, social y cultural, debe incidir en la forma como las personas y los grupos crean y asumen la construcción de su propia vida y en la manera como se generan políticas y procedimientos cada vez más humanizados y científicos (diálogo, conc ertación, cumplimiento de acuerdos, reconocimiento del otro y de las dificultades, creación de valores, normas, actitudes humanas, avance en la generación, conservación y comunicación del conocimiento,...), para tratar asuntos de interés común desde una conciencia crítica, renovadora y dinámica, que permita responder a las necesidades y expectativas humanas, sociales y culturales, en cada momento histórico. Ahora bien los conceptos de formación y de desarrollo humano, al referirse a la educación integral, remite a lo que se ha entendido por educación desde los griegos. En un inicio los griegos entendían la educación integral como “paideia”, hoy en día es entendida como la posibilidad de dar forma por sí mismo, o por medio de otros, a las distintas dimensiones del desarrollo humano. Pitágoras la llama “armonía” y Sócrates “virtud”, podríamos decir con Carlos Darío Orozco que “lo que la educación hace en el hombre es actualizar todo lo humano que en potencia existe en él” y con Víctor García Hoz, que “el fin de la educación se resume en el concepto de perfección humana entendida como realización plena del ser humano”. Educar integralmente implica aceptar que tanto el hombre como la educación son asuntos complejos, lo que remite a entender lo integral desde múltiples perspectivas: educación integral para atender las distintas dimensiones del desarrollo humano; atender la unión entre el mundo de la vida y el de las personas, en relación con el otro y con el mundo; entender la ligazón entre el contexto local, regional, nacional y global; asimilar, recrear y crear la cultura (distintas áreas del conocimiento), en pro de la integración social; y para la atención y solución de problemáticas comunes. El término integral viene de la raíz latina TEG Y TECTUM que significan cubrir todo el vacío, también viene del verbo TEGER-TEGERE que significa tejer, elaborar una traba de hilos sin dejar huecos, hacer una urdimbre (Díaz, J.J. 2004). En la educación como proceso de formación y desarrollo humano integral se concibe el ser humano como una totalidad que exige ser atendida en todas sus dimensiones sin dejar vacíos, se trata de hacer una urdimbre de principios, estrategias y acciones con las que se atiendan las múltiples dimensiones y relaciones que los seres humanos construyen para sí mismos y para su intercomunicación con otros seres humanos, la sociedad en su conjunto, y la cultura. Como puede verse los conceptos de formación y de desarrollo humano, al referirse a la educación integral, remite a las concepciones de ser humano, sociedad, cultura, conocimiento, y por supuesto a una concepción de lo educativo, lo pedagógico, lo didáctico y lo curricular. Se asume, el concepto de ser humano como lo plantea Campo R, & Restrepo M. (1993): “ser único cuya identidad se establece mediante un conjunto de relaciones e interacciones sociales, culturales, y de conocimientos, de los que surge como sujeto para apropiarse de sí mismo, de su subjetividad, en la construcción o materialización de sus propias aspiraciones y en la dinámica de la vida social, mediante un proce so en el cual humaniza su mundo y construye la historia” Como puede verse los conceptos de formación y desarrollo humano, como procesos, ofrecen múltiples posibilidades para comprender el objeto de la pedagogía y aún para aceptar con Gadamer, H (1997) la posibilidad de que el concepto de formación específicamente, ofrece muchas posibilidades para constituir las ciencias del espíritu. Planteamiento muy similar al que propone Niño, F. (1996) con respecto a las ciencias sociales y humanas, entre ellas la educación y la pedagogía, como ciencias del crecimiento y el desarrollo, tanto de los seres humanos como de las sociedades y la cultura, entendidas en todas sus representaciones y manifestaciones. BIBLIOGRAFÍA Campo, R. & Restrepo, M. (1993). “La Educación en el desarrollo Humano”. En: Un Modelo de Seminario para estudios de Postgrado. Santa Fe de Bogotá. U. Javeriana.. Corredor, C. (1995). “Modernidad y Derechos Fundamentales en Colombia”. En: Los derechos sociales, económicos y políticos en Colombia. Consejería presidencial para Política Social. Ghelen, A. (1980). EL hombre. Salamanca: Sígueme. Gianella, A. E. (1986). “La relación de la Epistemología con la Ciencia”. En: Revista de Filosofía y Teoría Política No 26-27. Buenos Aires: U.N. Plata. http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.1309/pr.1309.pdf Guédez, V. (1987). Educación y proyecto histórico-pedagógico. Pensilvania: Universidad Nacional Abierta. Hanson, N. R (1985). Patrones de descubrimiento. Madrid: Alianza. Malaver, J. (2000) Conferencia sobre el pensamiento de Cornelio Castoriadis. Medellín: Funlam. Miller, J. A. (1972). Recorrido de Lacan. En: Conocimiento objetivo. Madrid: Tecnos. Nudler, O (1976). “Epistemología, Psicología y Cambio y Científico”. En: Revista Crítica. Vol. VIII, Nº 24, Méjico. Piaget, J. (1971). Psicología y Epistemología. Barcelona: Ariel. Putnam, H. (1994). Las mil caras del realismo. En: Pensamiento contemporáneo. Madrid: Paidos. Vargas Guillen, G. (1997). “La epistemología como función científica”. En: Investigaciones Epistemológicas. Santa Fe de Bogotá: Colecciones Tecné. Vasco, C. E. y Otros (1999). El Saber Tiene Sentido. Santafé de Bogotá: Cinep. Zweg, F. (1954). El pensamiento económico. Méjico: Fondo de Cultura Económica.