El Clarí-n de Chile TELESCOPIO: Una lágrima por Don Lucho autor Sergio Martínez (desde Montreal, Canadá) 2010-07-22 22:19:33 Con la muerte de Luis Corvalán, el Partido Comunista ha perdido al tercero de sus dirigentes históricos, después de los decesos de Gladys MarÃ-n y Volodia Teitelboim. Con su muerte se ha ido también quien personificó de un modo muy emblemático, la polémica tesis de la “vÃ-a pacÃ-fica al socialismo―. “Don Lucho― como era llamado afectuosamente por sus camaradas, amigos y compañeros de la Izquierda en general, le tocó ser protagonista de momentos muy álgidos para su partido y para la Izquierda en general, momentos caracterizados también por grandes altibajos: las condiciones de ilegalidad a que Gabriel González Videla somete al PC en 1947 luego de expulsarlo del gobierno que los comunistas habÃ-an contribuido a elegir, pasando luego a una verdadera “edad de oro― del PC entre finales de los años 50 y comienzos de los 70, cuando llega a tener cerca de un 20% de apoyo electoral y cuando – en gran medida gracias a su estrategia de acumulación de fuerzas – se convierte en pieza vital del triunfo de la UP y del gobierno de Allende, para finalmente sufrir – junto a los demás partidos de esa coalición – la catastrófica derrota del golpe de estado de 1973. Para muchos de nosotros, jóvenes activistas polÃ-ticos en los años 60, una de las facetas anecdóticas de Don Lucho era su estilo campechano manifestado en múltiples expresiones de corte folklórico pero a su vez muy ilustradoras de las particulares situaciones polÃ-ticas a las que querÃ-a aludir. Con mucha gracia gustaba resaltar que “se mellarán los dientes― quienes quisieran impedir el avance de su partido, con aun mayor gracia, pero sin faltar a un cierto recato en otra oportunidad atacaba a quienes denostaban las polÃ-ticas del Partido Comunista diciendo que los que asÃ- atacaban al PC “harán pipÃ- contra el viento…― No debe olvidarse que mucha de la artillerÃ-a del entonces secretario general comunista se dirigÃ-a no sólo a la Derecha sino también y especialmente hacia fines de los 60, contra quienes el PC catalogaba como ultraizquierdistas. Es que evidentemente Corvalán encarnaba muy bien y puede considerarse si no el artÃ-fice, al menos uno de los más articulados exponentes de lo que se llamó la “vÃ-a pacÃ-fica al socialismo― un concepto que creó polémica al interior d Izquierda, contribuyendo a quiebres que a la larga llevarÃ-an a la conformación de grupos (“grupúsculos― los llamaba desdeñosamente el PC) que abogaban por la vÃ-a armada. El más importante de ellos por supuesto fue el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) con el cual el PC tuvo en esos años varias confrontaciones, incluyendo una trágica en Concepción cuando un brigadista comunista mató a un estudiante del MIR, esto en pleno gobierno de la UP, lo que llevó a que Allende personalmente llamara a terminar con ese clima de enfrentamiento. Aunque desacuerdos entre la llamada ultraizquierda y el PC persistirÃ-an durante todo el perÃ-odo del gobierno de Allende, nunca más se repetirÃ-a un hecho tan desgraciado como la confrontación antes mencionada. Por lo demás no debe olvidarse que el cuestionamiento a las tesis centrales de la llamada vÃ-a pacÃ-fica también habÃ-a llegado a ser muy fuerte al interior del Partido Socialista, en ese instante el principal aliado del PC. La tesis de la vÃ-a pacÃ-fica al socialismo por lo demás no era estrictamente un producto criollo, aunque por cierto las condiciones de Chile la hacÃ-an aparentemente muy implementable allÃ-. Aunque la idea de conquistar el poder polÃ-tico electoralmente habÃ-a sido parte del modus operandi de los partidos comunistas a través del mundo desde mucho antes que Corvalán lo expusiera en un panfleto emitido con anterioridad de la elección presidencial de 1964 bajo el tÃ-tulo de Nuestra vÃ-a revolucionaria, fue en el marco de la tesis soviética de la coexistencia pacÃ-fica, enunciada por Nikita Jruschov en 1961 que el concepto de vÃ-a pacÃ-fica al socialismo encuentra su fundamento ideológico como parte de la estrategia del entonces llamado movimiento comunista internacional (el “cuco― de la Derecha de ese entonces, el famoso “Comunismo Internacional―). En un contexto latinoamericano, plagado por una mayorÃ-a de paÃ-ses con frágil estabilida polÃ-tica y con una ominosa presencia militar, Chile efectivamente sorprendÃ-a al observador externo por su relativa estabilidad (al momento en que se produce el acelerado proceso de acumulación y convergencia de fuerzas populares a fines de los años 50, habÃ-a pasado más de veinticinco años desde el último perÃ-odo de inestabilidad constitucional, un récord si se considera que en otros paÃ-ses esos perÃ-odos se desencadenaban cÃ-clicamente cada dos o cinco años, a veces con un frecuencia de meses). Por cierto, ahora con la perspectiva que nos da la experiencia de lo que ocurrió en 1973, uno puede constatar que ese récord de civilidad que solÃ-a enorgullecer a unos cuantos, era más aparente que real, pero a ese momento no se sospechaba la tragedia que se desatarÃ-a años más tarde. La idea de una transición sobre rieles parecÃ-a no sólo consistente con el carácter legalista y constitucionalista del chileno, sino además deseable: obviamente no se querÃ-a un derramamiento de sangre, por más que el objetivo fuera el de una sociedad más justa. La vÃ-a pacÃ-fica al socialismo se veÃ-a asÃ- refrendada por condicionantes tanto externas, la coexistencia pacÃ-fica entre el socialismo (la Unión Soviética y sus aliados) y el occidente capitalista (Estados Unidos y sus aliados); como internas, la supuesta tradición democrática del paÃ-s, la prescindencia polÃ-tica de unas fuerzas armadas sujetas al poder civil y una también aparente tácita voluntad polÃ-tica de llevar a cabo los cambios revolucionarios necesarios sin recurrir a una violencia que costarÃ-a vidas humanas y pérdidas materiales. ¿Qué más se podÃ-a pedir? Todo muy bien en el papel, excepto que un tal escenario no estaba en los planes ni de la Derecha que empezó a conspirar contra Allende y la UP desde el momento mismo en que éstos ganaron la elección, ni mucho menos de Estados Unidos que por boca de su entonces secretario de estado, Henry Kissinger, manifestaba que “no iba a cruzarse de brazos mientras Chile por la irresponsabilidad de su pueblo se hacÃ-a comunista…― http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 20 November, 2016, 15:49 El Clarí-n de Chile Corvalán incluso puede considerarse como un temprano proponente de lo que luego serÃ-a la Concertación, al plantear en variadas ocasiones las intenciones de su partido de buscar incorporar a la democracia cristiana a una alianza con el entonces FRAP (para las elecciones de 1958 y de 1964) y con la UP, de nuevo para las de 1970. Curiosamente en esos casos la más vehemente oposición provino del Partido Socialista, hoy aliado de la DC por ya veinte años. (El PS en 1957 cuando por primera vez se plantea un acuerdo con la entonces Falange Nacional, rechaza la idea sobre la base de su declaración programática según la cual la polÃ-tica de alianzas se guiarÃ-a por la tesis del “frente de trabajadores― e es, alianza sólo de partidos obreros o proletarios, la DC considerada entonces un “partido burgués― no podÃ-a ser invitada. No es que la DC tuviera mucho interés tampoco, a pesar de los intentos de sus sectores más progresistas. La llamada tesis del camino propio – ni capitalista ni socialista marxista – habrÃ-a de imponerse en la tienda que entonces lideraba la figura de Eduardo Frei Montalva). En todo caso Don Lucho no cejó en sus esfuerzos por seducir a la democracia cristiana, en otras de sus famosas figuras de lenguaje y aludiendo a metas polÃ-ticas que aunque diferentes podÃ-an tener coincidencias parciales, una vez señaló: “si nosotros queremos llegar hasta Puerto Montt, pero los demócrata-cristianos sólo van hasta Chillán, nada impide que tomemos juntos el mismo tren, haremos juntos el trayecto del viaje que compartamos, después cada uno por su cuenta…― Los demócrata-cristianos más condicionados por un reflejo anticomunista y su consiguiente desconfianza del PC, no perdieron tiempo en retrucar que el problema es que “quién les garantizaba que una vez en el tren y llegado Chillán, los dejaran bajarse, o peor aun, que en una de esas, simplemente los arrojaran del tren en marcha…― Naturalmente nunca hubo tal entendimiento amplio de fuerzas que Corvalán y los comunistas hubieran querido sino que – irónicamente – sólo hasta cuando los comunistas quedaron fuera de la ecuación, al constituirse la Concertación en 1988 e iniciarse ese empinado camino de la transición a la democracia. La perspectiva del tiempo transcurrido ahora nos permite ver que hubo algo en lo cual la tesis de Corvalán fue exitosa: la rápida y masiva acumulación de fuerzas polÃ-ticas de Izquierda que se produce entre 1957, cuando el PC es nuevamente legalizado y se constituye el Frente de Acción Popular (FRAP) sobre el eje de la unidad de comunistas y socialistas, y 1970 cuando la Unidad Popular (UP) triunfa con Salvador Allende. La idea de un persistente y laborioso trabajo de masas se demostró como una efectiva herramienta para influir en el proceso polÃ-tico chileno ayudando a colocar en la agenda temas como la reforma agraria, la nacionalización del cobre y una serie de mejoras tangibles para la clase trabajadora, además de haber hecho del PC un importante actor polÃ-tico en ámbitos no obreros, como las universidades y la vida cultural. La corroboración de la efectividad de esa polÃ-tica en la que Corvalán tuvo un importante rol como su portaestandarte vino finalmente con el triunfo en la elección presidencial de 1970 y el acceso al gobierno – el poder polÃ-tico – desde el cual se emprendieron cambios y polÃ-ticas que hasta hoy siguen siendo valoradas como señeras en la historia del paÃ-s. La meta del poder real, como se sabe, no llegó a alcanzarse. La vÃ-a pacÃ-fica al socialismo tal como enunciada por Corvalán y el PC tuvo su trágico final con el golpe militar de 1973. Evidentemente el trabajo de masas, ese trabajo concienzudo y persistente movilizó a centenares de miles, a millones, pero si bien el trabajo de masas es una condición necesaria para una efectiva estrategia que conduzca a cambios revolucionarios, no es una condición suficiente como se demostró ese fatÃ-dico 11 de septiembre de 1973. Por otro lado Don Lucho estaba en lo cierto al criticar a los que planteaban una lucha armada al margen o de modo vanguardista en relación a las masas. Eso tampoco iba a funcionar como el fracaso de experiencias guerrilleras en otros paÃ-ses como Argentina también lo demostró, pero es evidente que un trabajo de masas por si solo tampoco es suficiente si no se tiene de su lado un apoyo militar a esa movilización popular. Sobre esto habrá que ver cómo procesos que en cierto modo reivindican hoy esa idea de vÃ-a pacÃ-fica al socialismo (sin llamarla asÃ- por cierto), especÃ-ficamente en paÃ-ses como Venezuela, Bolivia y Ecuador, son capaces de avanzar hacia metas socialistas mientras al mismo tiempo consiguen que sus fuerzas armadas se adhieran a esos proyectos revolucionarios o al menos puedan neutralizar a quienes puedan ser sus potenciales destructores, sea introduciendo formas democratizadoras al interior de la institucionalidad militar o paulatinamente sustituyendo a las fuerzas regulares por milicias obreras o campesinas, o incorporando a éstas a las actuales fuerzas militares alterando su carácter. Por cierto Don Lucho que después del golpe de estado sufrió persecución, cárcel, relegación y exilio tuvo también el tiempo para repensar las condiciones que llevaron a la derrota y evaluar su propio rol, el de su partido y el de las tesis que él defendió en el desastre que sufrió el pueblo chileno. Por lo que se sabe, respaldó la tesis de la rebelión popular de masas que elaborara el PC en 1983. Por primera vez los comunistas chilenos en ese tiempo dieron luz verde a una estrategia de lucha armada para enfrentar a la dictadura. Con la misma seriedad con que los comunistas abordaron su trabajo de masas para acumular fuerzas en los 50 y 60, ahora se enfrascaron en crear un brazo armado, el Frente Patriótico Manuel RodrÃ-guez cuya acción más audaz fue el atentado a Pinochet en 1986. Un intento fallido sin embargo y que, en el desarrollo de otras acciones hizo al FPMR a la postre incurrir en la misma falla que Corvalán habÃ-a criticado a los grupos armados de la década del 60: no habÃ-a un enlace entre esas acciones y las masas. Las masas de los 80 por otra parte, no eran las mismas de finales de los 60 o de los exuberantes años del gobierno de la UP. Las masas plenas de entusiasmo revolucionario, movidas por el optimismo del sueño de transformar la sociedad, plenas de confianza en si mismas que habÃ-an alimentado el avance de la Izquierda chilena hasta la conquista del gobierno en 1970 y que hasta finales de ese gobierno se movilizaban en apoyo a su gobierno, habÃ-an sufrido una traumática y por lo demás explicable y justificable transformación. Después de todo eso es lo que el fascismo intentó http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 20 November, 2016, 15:49 El Clarí-n de Chile hacer y – por más que algunos quieran negarlo – en gran medida lo logró: instalar el miedo y el terror en el pueblo. El pueblo querÃ-a el fin de la dictadura y desde 1983 las protestas populares fueron un evento mensual, pero tampoco querÃ-a – ni habÃ-a una tradición para ello – que el costo de esa lucha fuera aun más sangre que la que ya la dictadura habÃ-a derramado. En ese nuevo contexto y en ese estado de ánimo de las masas el llamado del PC a la rebelión popular no tendrÃ-a eco, o si llegó a ser considerado, fue descartado ante la alternativa menos dolorosa de la salida negociada. La rebelión popular de masas que el PC plantea en 1983 e intenta implementar en los años siguientes con su acción cumbre el atentado a Pinochet, falla y paradojalmente, halla a sus aliados que otrora habÃ-an abrazado las formas de lucha más radicalizadas, ahora tomando el camino de regreso: el de la transición negociada a la democracia, negociada esto es, con los mismos que la habÃ-an destruido. Peor aun, dentro del marco que estos habÃ-an diseñado. Pero claro, en ese momento – la verdad de las cosas – las consecuencias de eso no se podÃ-an anticipar de seguro. En la época de la UP, especialmente hacia finales, cuando el enfrentamiento parecÃ-a más inminente e inevitable, no faltaba quien preguntara: “¿Qué pasará si hay golpe de estado?― y como eso era muy general, alguien podÃ-a agrega algo más especÃ-fico: “¿Cómo vamos a defender el gobierno popular?― Y ya a ese momento escaseaban las respuestas. “En el camino se arregla la carga― decÃ-an algunos. Indicando que ya se verÃ-a en ese instante qué se har Algo similar se vio cuando vino todo ese proceso negociador y se planteaban dudas sobre qué vendrÃ-a con ello: “En el camino se arregla la carga.― Curiosamente el PC abandonó su posición tradicional de frente amplio incluyendo a la DC, al embarcarse en un accionar armado que algunos de los propios proponentes de él en el pasado venÃ-an dejando de lado. De paso, en la negociación los comunistas fueron excluidos, en el entendido que – sin otra alternativa que no fuera una quijotesca lucha armada sin mayor destino – al final tendrÃ-an que sumarse a cualquiera estrategia que los otros partidos establecieran. Más aun, como también se dio, en las elecciones presidenciales con segunda vuelta el PC tendrÃ-a que apoyar a la Concertación también. Don Lucho pudo haber estado contento que al menos en la última elección parlamentaria el PC – gracias a un conveniente acuerdo con la Concertación – pudo regresar a la Cámara de Diputados, en los hechos fue quizás el único real ganador de esa contienda. Sin embargo si se da una mirada más panorámica al proceso polÃ-tico actual, lo cierto es que se ha retrocedido y mucho. En los hechos se ha perdido aquello en cuya implementación Corvalán al frente del PC desempeñó un importante papel: la acumulación de fuerzas para un proyecto de transformación social. Algunos incluso dirán que ya no hay fuerzas que acumular, con una clase obrera disminuida, fragmentada y con poca organización, con la instalación en el sentir popular de una mentalidad consumista e individualista. Con la mayor parte de la organización poblacional deshecha y en los hechos, muchos de esas poblaciones que otrora fueran bastiones de organización popular, producto de heroicas tomas muchas de ellas dirigidas por el PC, transformadas hoy en centros de criminalidad donde el lumpen campea, y donde la UDI tiene mejor llegada que los partidos de Izquierda. Corvalán, jefe del PC en los momentos de mayor gloria e influencia y también en los de mayor derrota de su partido nos ha dejado como legado su contribución a un importante – y aun polémico – modelo de acción que llevó al triunfo y al desastre. Su personalidad de hombre sencillo, con una lenguaje popular de fácil comprensión caló hondo en la militancia de su partido y se ganó el aprecio y respeto de otros izquierdistas. Por cierto siempre fue odiado por la Derecha que hasta en sus apodos intentaba disminuirlo, versiones sobre las circunstancias de su arresto divulgadas por la prensa dictatorial intentaron también destruir su imagen, como si sentir temor no fuera algo natural en cualquier ser humano, especialmente conociendo cómo actuaban los asesinos y torturadores que entonces eran dueños de las vidas de la gente del paÃ-s. A sus propias vicisitudes como uno de los más buscados jefes polÃ-ticos de Chile en tiempos de la dictadura, Don Lucho debió soportar además la pérdida de su hijo mayor Luis Alberto, quien luego de ser detenido y ferozmente torturado salió del paÃ-s sólo para morir al poco tiempo. Desde aquÃ- hago llegar a Lily su hija, a quien conociera en el Liceo Manuel de Salas mis más sinceras condolencias, en la convicción que su padre es ya parte de lo mejor de la historia de Chile, en tanto que sus perseguidores, si es que llegan a ser recordados de nombre, sólo lo serán con oprobio y desprecio. http://www.elclarin.cl _PDF_POWERED _PDF_GENERATED 20 November, 2016, 15:49