Perfiles y Rasgos ¿Debilidades o fortalezas? ¿Qué es el desarrollo humano, la capacidad de las personas para combatir sus defectos y superar sus debilidades, o para optimizar su potencial? Seguramente que muchos contestarán que ambas, porque tan importante es luchar contra lo malo que uno tiene, como aprovechar lo bueno. Sin embargo, esto es reciente, ya que durante mucho tiempo prevaleció la idea de que lo primero que hay que hacer es echar fuera a los demonios internos, es decir, exorcizar aquello que me impide ser todo lo que puedo ser. De hecho, buena parte de la Psicología está basada en la detección de los aspectos disfuncionales del ser humano, de sus problemas, de sus patologías, de sus neurosis, para, a través de la terapia, lograr la sanación. Si utilizáramos la terminología de Kurt Lewin, se podría decir que el enfoque que parte de las debilidades y defectos hace énfasis en eliminar, o reducir, a las fuerzas restrictivas, es decir, aquellas que impiden, que se oponen, al desarrollo, y que por tanto dificultan que se alcance la situación deseada. Es interesante ver que de unos años para acá, ha surgido una perspectiva diferente, incluso contraria, a la “negativista”, si se le quisiera llamar así. Ahora muchos están convencidos de que lo verdaderamente relevante es descubrir las fortalezas (las fuerzas impulsoras de Lewin), esto es, lo que hace que uno sea bueno para determinadas cosas, y trabajar en ellas para desarrollarlas al máximo. Esta tendencia se hace muy evidente, por ejemplo, en la Psicología Positiva y en el planteamiento de autores demo Buckingham (autor de “Ahora, descubra sus fortalezas”), en el terreno de lo individual, y en la “Indagación Positiva” (Possitive Inquiry), en el ámbito organizacional. El entusiasmo por lo “bueno” de quienes así piensan es tal, que parecieran desdeñar cualquier intento por desarrollar a las personas a partir de las debilidades detectadas. Potenciar o que uno tiene de bueno basta y sobra. Al rescate de lo bueno Sin duda, el que se haya rescatado la parte buena de las personas y de las empresas es motivo de celebración, porque con frecuencia se olvida y, por lo tanto, se descuida. Simplemente se asume que ahí está, y que no hay nada más que hacer, en vez de pensar que es un valioso activo al que no sólo hay que aprovechar, sino, sobre todo, acrecentar. Si no se hace así, incluso podría suceder que, además de que ese talento no se aproveche, se llegara a perder, o al menos a tener guardado sin hacerlo crecer. Es como los árboles y plantas que crecen dependiendo del lugar en que se siembren: si es en una pequeña maceta, permanecen pequeños; si es en un terreno que les permite echar raíces sin limitaciones, se vuelven grandes y frondosos. Si se piensa en las inteligencias múltiples, será más fácil entender el concepto: no basta tener, por ejemplo, una gran inteligencia musical, porque si no se le desarrolla, se queda en potencia, se acostumbra a su pequeña maceta y permanece desaprovechada, limitada y reducida a su mínima expresión. Por eso es tan importante el enfoque centrado en las fortalezas, en las cualidades y competencias que la gente tiene. No obstante, el diagnóstico de las debilidades también es relevante, porque muchas veces son precisamente éstas las que impiden el desarrollo pleno de las fortalezas. Son, por decirlo así, precisamente la maceta que no deja crecer a la planta. Entonces, conocer a la planta permite tener una idea de hasta dónde podría llegar, y conocer a la maceta permite romperla, o por lo menos quitar a la planta de ahí para transplantarla a un terreno más favorable. No hay que olvidar que Lewin consideraba importantes tanto a las fuerzas impulsoras como a las restrictivas, y enfatizaba la necesidad de incrementar a las primeras al mismo tiempo que se disminuyen o eliminan las segundas, para llegar mejor y más rápido a la situación deseada.