AUGE Y CRISIS DEL SECTOR INMOBILIARIO RECIENTE: INTERRELACIÓN CON LA POLÍTICA ECONÓMICA Autores: José Antonio Martínez Álvarez Dolores García Martos Instituto de Estudios Fiscales o DOC. n. 5/2014 N. I. P. O.: 634-14-009-9 IF INSTITUTO DE ESTUDIOS � FISCALES � N.B.: Las opiniones expresadas en este documento son de la exclusiva responsabilidad de los autores, pudiendo no coincidir con las del Instituto de Estudios Fiscales. Edita: Instituto de Estudios Fiscales I.S.S.N.: 1578-0244 Depósito Legal: M-23771-2001 ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN 2. LA CRIRIS FINANCIERA Y EL SECTOR INMOBILIARIO. ANTECEDENTES 3. EVOLUCIÓN DEL MERCADO INMOBILIARIO 3.1. Características generales 3.1.1. Tipología y situación espacial de la vivienda 3.2. La oferta de viviendas 3.3. La demanda de viviendas 3.3.1. Factores demográficos y sociales 3.3.2. Factores económicos 3.3.3. Factores financieros 4. FINANCIACIÓN INMOBILIARIA EN EUROPA 5. AUGES INMOBILIARIOS EN ESPAÑA: UN ANÁLISIS COMPARATIVO 6. LA INTERVENCIÓN PÚBLICA EN EL MERCADO INMOBILIARIO ESPAÑOL 6.1. Las medidas presupuestarias 6.2. Otras actuaciones 6.2.1. Medidas del sistema financiero. La creación del SAREB 6.2.2. Medidas en el sistema hipotecario. Ley de desahucios. 6.3. Planes de vivienda 6.4. Políticas de fomento del alquiler 7. DOS CONSIDERACIONES SOBRE LA POLÍTICA DE VIVIENDA EN ESPAÑA: EFICIENCIA Y EQUIDAD 7.1. Política de vivienda en propiedad 7.1.1. Efectos del tratamiento fiscal favorable 7.1.2. Políticas de vivienda “directas” 7.2. Política de vivienda en alquiler 7.2.1. Efectos de la legislación de los alquileres 7.2.2. Los alquileres como instrumento de la política de vivienda 8. CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA —3— Instituto de Estudios Fiscales 1. INTRODUCCIÓN La economía española se halla en la senda de salida de una recesión de profundas dimensiones, que se ha extendido durante cinco años, consecuencia del impacto de la crisis de los mercados crediticios y financieros internacionales, cuyo origen fue el estallido del boom de las hipotecas subprime en Estados Unidos. A estos factores externos se unieron otros de carácter internos, propios de la economía española, como el exuberante comportamiento expansivo de la actividad inmobiliaria, del crédito hipotecario, el elevado endeudamiento de las familias y el elevado ritmo de gasto público realizado en la etapa del boom económico, entre otros factores. Aunque en España no había hipotecas subprime, tal como se entiende este concepto en Estados Unidos, durante un plazo de tiempo prolongado, las instituciones crediticias siguieron una política laxa de concesiones de préstamos hipotecarios, muchos de ellos de alto riesgo. Las facilidades crediticias junto con otros factores de carácter demográfico y de bonanza económica provocaron un intenso “boom inmobiliario” en España que estalló con la crisis crediticio-financiera en el entorno económico 1 mundial, con la aparición de la “Crisis de las hipotecas subprime” en Estados Unidos. Desde mediados de la década de los noventa del siglo pasado hasta el inicio de la crisis, el mercado inmobiliario se caracterizó por un intenso dinamismo en la compraventa de viviendas, lo cual se tradujo en incrementos notables en sus precios y en un creciente protagonismo de la construcción en la economía, tanto en su contribución al crecimiento del PIB, como por su generación de empleo. De 2 hecho, en 2006, la actividad de la construcción llegó a representar el 12,6 por 100 del PIB nominal y los ocupados en esta actividad ascendieron hasta representar el 13,1 por 100 del total de población empleada en dicho año. En España, la relevancia de la actividad de la construcción en la economía ha estado asociada en gran medida al auge del mercado inmobiliario por el ascenso de la demanda de vivienda, impulsada por aspectos tanto demográficos como económicos. Por un lado, cabe destacar el importante aumento de la población en edad de adquisición de vivienda en los años del boom, consecuencia de los notables flujos inmigratorios, así como por la existencia de una mayor población en edad de compra de viviendas, debido al baby boom de la década de los sesenta-setenta del siglo pasado. Por otra parte, entre los factores económicos más relevantes, se puede señalar el importante crecimiento de la renta disponible de los hogares, sustentado entre otros elementos, por la reducción progresiva de las tasas de desempleo y el aumento de los niveles salariales, así como por el mantenimiento de unos tipos de interés (variables) en niveles excepcionalmente bajos y unas laxas condiciones crediticias, que disminuyeron la carga financiera de los préstamos, haciendo más atractivas las condiciones hipotecarias. A todo lo anterior, cabría añadir el elevado nivel inversor realizado por extranjeros en compra de viviendas, principalmente en la costa mediterránea. Estos factores facilitaron considerablemente el nivel de acceso a activos residenciales, de forma tal que la inversión en vivienda se situó a finales de 2006, fase álgida del ciclo, en el 12,6 por 100 del PIB nominal. Una de las consecuencias fue un significativo aumento del endeudamiento de las familias, ratio que se duplicó en menos de diez años y que llegó al 130 por 100 de la renta disponible de las familias en 2007. Otra consecuencia de la fuerte demanda de vivienda existente fue la notable subida de los precios que ésta experimentó; entre 1997 y 2007 se registró un aumento del 189 por 100, en términos nominales (115 por 100 descontando la inflación). En este marco de pleno boom inmobiliario en España, en el verano de 2007 se produjo la denominada “Crisis de las hipotecas Subprime” en EEUU, que se tradujo en una importante crisis de los mercados financieros y crediticios internacionales. La globalización de la economía y la diversificación de las entidades financieras provocaron que, en poco tiempo, esta crisis financiera se propagara por todos los mercados mundiales, aumentando la incertidumbre y restringiendo la liquidez, cuyos efectos se trasladaron a la economía real mundial, especialmente a partir de septiembre de 2008. 1 Hipotecas de alto riesgo: se trata de un tipo especial de hipoteca, preferentemente utilizado para la adquisición de vivienda, y orientada a clientes con escasa solvencia y, por tanto, con un nivel de riesgo elevado. 2 La formación bruta de capital fijo en construcción llegó a representar el 22,4 por 100 del PIB —5— Una de las consecuencias de la crisis internacional fue el estallido de la burbuja inmobiliaria en España. En este país no había hipotecas subprime, como se ha señalado, pero sí que durante un plazo de tiempo prolongado, las instituciones crediticias siguieron una política laxa de concesiones de préstamos hipotecarios, que se tradujo en un insostenible crecimiento del crédito, con garantías no exentas de riesgo, concedido por entidades con menores controles del riesgo. Ello fue posible, además, por las facilidades con que el sistema financiero pudo acceder al crédito internacional, bajo un marco de confianza de los inversores extranjeros en el buen comportamiento de la economía española. Si bien, en principio el sistema bancario español presentaba un aspecto fuerte y solvente, los cimientos sobre los que se sustentaba no eran todo lo sólidos que deberían haber sido. Ya antes del estallido de la crisis internacional, desde distintos ámbitos de la economía española se venía alertando de riesgos crecientes asociados al boom inmobiliario; en concreto, se apuntaba a la existencia de factores de riesgo que de materializarse podrían provocar el estallido de la burbuja que se estaba desarrollando, entre ellos el alto endeudamiento del sector privado, en general, y de las familias, en particular. El continuo y excesivo aumento de los precios de la vivienda y el exuberante ritmo de crecimiento de este segmento de la construcción situó a las familias en una posición de fragilidad y riesgo ante cualquier debilitamiento de la actividad económica, como posteriormente así ha ocurrido. Como consecuencia de la crisis internacional y su impacto en España, la desaceleración de la actividad económica ha provocado un deterioro del mercado de trabajo y una disminución de la renta disponible de los hogares, a la par que el crédito comenzó a escasear en los mercados y un aumento del escepticismo ante las posibilidades de recuperación, por lo que la demanda de vivienda ha venido experimentando una caída abrupta desde 2007. El retroceso en la demanda de vivienda nueva ha provocado un desequilibrio entre el número de viviendas terminadas (oferta) y el de viviendas vendidas de nueva construcción (demanda), que ha dado lugar a un aumento significativo del stock de viviendas terminadas no vendidas. En 2009 dicho stock se situaba en más de 600.000 viviendas, según el Ministerio de Fomento, si bien distintos analistas apuntan a que en aquellos momentos había un nivel de stock muy superior. A partir de dicho año y con la agudización de la crisis del sector inmobiliario, el stock de viviendas ha ido moderándose, hasta situarse en 2012, último año disponible, en 583.453 viviendas, un 7 por 100 menos que el año previo, comportamiento que se habrá prolongado a fechas recientes. Ahora bien, el comportamiento no es homogéneo geográficamente. Así, en 2012, el 49,4 por 100 del total del stock de viviendas no vendidas se concentró en tres Comunidades Autónomas del Mediterráneo: Comunidad Valenciana, Andalucía y Cataluña. Entre las ciudades con mayor número de viviendas sin vender en dicho año destacan Barcelona (8,1 por 100), Alicante (8,1 por 100), Madrid (7,3 por 100) y Valencia (5,0 por 100), en definitiva la costa mediterránea y Madrid. Esto se debe, fundamentalmente, a que en ellos se encuentran los principales focos de obra nueva de España registrados durante el boom inmobiliario. En relación con el mercado de la vivienda, hay un importante elemento a tener en cuenta y es el del papel jugado por la política económica en este ámbito. El sector de la vivienda es probablemente uno de los más afectados por la intervención pública tanto en España como en la mayoría de los países desarrollados. De hecho, la política de vivienda es uno de los elementos característicos del llamado Estado del Bienestar. En el caso español, la Constitución de 1978 señala, en su artículo 47, que “todo español tiene derecho a una vivienda digna y adecuada”, lo que convierte el acceso a ella en un derecho fundamental y, por tanto, de protección prioritaria por parte del sector público. De acuerdo con la Constitución española, corresponde al Estado regular el Estatuto de la propiedad urbana y a las Comunidades Autónomas la competencia sobre el urbanismo propiamente dicho, la ordenación de la ciudad en materia de planeamiento –formulación y elaboración de los planes–, la gestión –ejecución del planeamiento– y la disciplina urbanística. Además de la normativa citada, el Estado regula el sistema de valoraciones del suelo, los procesos expropiatorios y las indemnizaciones derivadas de la alteración del planeamiento. No obstante, la sustancial reducción del papel del Estado en cuanto a política urbanística ha abierto las vías a un urbanismo plural, que en los momentos álgidos de especulación inmobiliaria no ha contribuido a reducir su intensidad, sino más bien lo contrario. —6— Instituto de Estudios Fiscales Cuadro 1 STOCK DE VIVIENDAS NUEVAS SIN VENDER POR COMUNIDAD AUTÓNOMA. 2012 COMUNIDAD AUTONOMA STOCK DE VIVIENDAS PORCENTAJE SOBRE EL TOTAL STOCK SOBRE PARQUE DE VIVIENDAS (%) ANDALUCIA 96.701 16,57 2,21 ARAGON 17.486 3,00 2,23 ASTURIAS 11.890 2,04 1,92 ISLAS BALEARES 15.285 2,62 2,59 CANARIAS 34.213 5,86 3,28 CANTABRIA 849 0,15 0,24 CASTILLA Y LEON 37.638 6,45 2,17 CASTILLA LA MANCHA 48.725 8,35 3,88 CATALUÑA 87.730 15,04 2,06 103.522 17,74 3,28 1.087 0,19 0,17 GALICIA 33.445 5,73 2,07 COMUNIDAD DE MADRID 42.821 7,34 1,46 MURCIA 28.099 4,82 3,59 1.766 0,30 0,57 11.926 2,04 1,16 9.728 1,67 4,86 542 0,09 1,01 583.453 100,00 2,60 COMUNIDAD VALENCIANA EXTREMADURA NAVARRA PAIS VASCO LA RIOJA CEUTA Y MELILLA TOTAL Fuente: Elaboración propia. Datos del Ministerio de Fomento. Numerosos son los elementos que se interrelacionan en el mercado de la vivienda e influyen en la determinación del precio de este bien. Por el lado de la oferta, ha de tenerse en cuenta la rigidez de la misma ante aumentos de la demanda, dado el largo proceso de construcción que conlleva. Por otra parte, hay que destacar que la compra de una vivienda puede realizarse en distintos momentos del proceso de construcción (sobre plano o una vez terminada la vivienda, por ejemplo). Por el lado de la demanda, ésta se ve influenciada no solo por el precio sino por la capacidad de financiación que los individuos poseen, resultado a su vez de la evolución del mercado de trabajo, del mercado hipotecario y de los tipos de interés, y por la actividad del Estado, que fomenta el acceso a la vivienda vía desgravaciones fiscales, subvenciones directas o mediante el control de alquileres, especialmente para la vivienda pública, o la cesión gratuita. También influyen la situación espacial y la disponibilidad de suelo, que limitan la competencia en este mercado, al ser las diferentes parcelas sustitutas imperfectas. Todos estos aspectos son analizados en el presente artículo, cuya estructura es la siguiente: en el segundo apartado se detalla brevemente las causas determinantes de la crisis del sector inmobiliario. En el tercero se realiza una primera aproximación a la evolución del mercado inmobiliario en España, analizando tanto los determinantes de la etapa expansiva, 1997-2007, como la situación actual, tras el estallido de la crisis, así se estudia el sector tanto desde la perspectiva de la oferta de vivienda, como de la demanda; el cuarto epígrafe se centra en la financiación del mercado inmobiliario, haciendo especial énfasis en la evolución tanto del crédito como de los tipos de interés, realizando una comparación con la estructura de financiación en el ámbito de la Unión Europea (UE). En el quinto epígrafe se compara la evolución seguida por dos auges inmobiliarios en España, los de los años 1986-1991 y 1997-2007. El sexto apartado analiza la intervención pública en este mercado a través de los planes de viviendas, así como de la regulación económica, las medidas presupuestarias y otras medidas más actuales destinadas a paliar efectos perniciosos que la crisis ha generado en este mercado. El séptimo apartado lleva a cabo consideraciones sobre la política de vivienda en España, relacionándola con los conceptos de eficiencia y equidad. Y, finalmente, el octavo epígrafe recoge las principales conclusiones. —7— 2. LA CRISIS FINANCIERA Y EL SECTOR INMOBILIARIO. ANTECEDENTES En agosto de 2007, la llamada “crisis de las hipotecas subprime” impactó negativamente y con fuerza en los mercados financieros de EEUU, propagándose sus efectos al resto de la economía mundial, derivando en lo que hoy se conoce como “la primera gran crisis del siglo XXI”. Las hipotecas subprime son hipotecas de alto riesgo, utilizadas preferentemente para la adquisición de vivienda. En general, en Estados Unidos estaban orientadas a clientes de poca solvencia, con lo que los tipos de interés y las comisiones eran mucho mas gravosas y el riesgo de impago era también bastante superior que en otros tipos de préstamos. A pesar de que los bancos norteamericanos tenían un límite a la concesión de este tipo de préstamos, que imponía la Reserva Federal, la banca recurrió a la titulización de la deuda y al agrupamiento de este tipo de hipotecas con otros productos más solventes que vendían a bancos de inversión como instrumentos financieros (como los llamados 3 CDOs ), que retiraban de los balances de la entidad concesionaria. Estos productos empezaron a traspasarse a empresas, bancos y mercados internacionales, lo que, posteriormente, se tradujo en la internacionalización de la crisis subprime americana. El principal problema residía en que al estar incluidas en fondos con otros productos, existía un gran desconocimiento por parte de los inversores finales del verdadero riesgo que asumían, produciéndose, por tanto, una incorrecta valoración del riesgo. En febrero de 2007, el Wall Street Journal ya advirtió sobre el peligro de estos activos y el alto riesgo de impago, pero no fue hasta mayo que se generalizaron las críticas por parte de los analistas e inversores a los fondos basados en hipotecas subprime. Como consecuencia, los principales inversores comenzaron a huir de este producto financiero y se intensificó la falta de liquidez que afectó a las principales entidades hipotecarias. El resultado fue la quiebra de distintos fondos flexibles de inversión (hedge funds) en el verano de 2007, hasta que en agosto la crisis se transmitió a los mercados financieros. El sistema financiero americano ya había empezado a tener serios problemas originados, en primera instancia, por la debilidad del mercado de la vivienda. Dos causas llevaron a esta situación, por una parte la espiral bajista de los precios de la vivienda en años anteriores, con el consiguiente aumento de la demanda de este bien, incluso por parte de familias de bajos recursos. Por otra parte, la política de elevación de los tipos de interés por la Reserva Federal, en respuesta al aumento de la inflación a partir de 2004 (por el encarecimiento del precio de las materias primas en los mercados internacionales), que se tradujo en un empeoramiento de la capacidad de pago y, por ende, del aumento de los niveles de impago por parte de los poseedores de las hipotecas suprime. Los CDO que se habían emitido para respaldar la deuda del mercado hipotecario comenzaron a verse afectados, contagiando de una manera rápida al mercado financiero. Como consecuencia, diversas entidades crediticias en EEUU experimentaron graves problemas financieros; como por ejemplo, American Home Mortgage, que controlaba un 2,2 por 100 del mercado hipotecario y que presentó suspensión de pagos. La evidencia de que importantes entidades bancarias y grandes fondos de inversión tenían comprometidos sus activos en hipotecas de alto riesgo provocó una repentina contracción del crédito (credit crunch) y una enorme volatilidad de los valores bursátiles, generándose una espiral de desconfianza, que se tradujo en una repentina caída de las cotizaciones en el mercado bursátil mundial. De este modo, se fue extendiendo por todos los mercados y lo que había comenzado como una crisis del mercado hipotecario y bursátil en Estados Unidos se propagó a Europa y Asia en un breve periodo de tiempo y posteriormente a Latinoamérica. Aunque el problema con las hipotecas de alto riesgo no tuvo la misma relevancia en la UE, algunas entidades financieras europeas empezaron al poco tiempo a admitir que los créditos basura las habían contaminado. Determinadas entidades alemanas como el Comerzbank y el Deutsche Industrielbank reconocieron que debían dotar provisiones, por potenciales perdidas vinculadas a las famosas subprime; poco después se le unieron a éstas otras entidades francesas, holandesas y británicas. Northen Rock, fue la primera entidad del Reino Unido que tuvo que ser rescatada por el Banco de Inglaterra, debido a la falta de liquidez y el banco francés de inversiones BNP Paribas anunció en 2007 que no sería capaz de recuperar el dinero de dos de sus fondos, al no poder valorar sus activos por la falta de liquidez del mercado bancario. 3 Collateralized Debt Obligation. —8— Instituto de Estudios Fiscales Ante el temor de una paralización del sistema crediticio y financiero, tanto la FED como el BCE tuvieron que realizar importantes inyecciones de liquidez en el mercado en varias ocasiones, 4 mediante operaciones de fine tunning . Además, ante la falta de confianza en el sistema financiero, otros bancos centrales decidieron realizar importantes inyecciones de liquidez en los mercados, al mismo tiempo que los Gobiernos adoptaron medidas laxas en sus políticas para paliar los efectos de la peor crisis financiera y económica que se ha registrado desde la Gran Depresión. Los mecanismos de prevención de crisis no funcionaron, pero lo cierto es que la innovación financiera genera nuevos riesgos y que su regulación y control suelen llegar con posterioridad. En el caso de los fondos de titulización de las hipotecas subprime, lo que no se tuvo en cuenta fue que los riesgos que se generaban realmente no se diversificaban, sino que se transmitían al sistema financiero. Los fondos de titulización de las hipotecas suprime han puesto de manifiesto cómo la no diversificación puede convertirse en un peligroso mecanismo de difusión cuando los activos derivados que se titularizan no tienen la suficiente calidad crediticia. La crisis no sólo ha puesto de relieve los puntos débiles y desequilibrios sistémicos de larga duración, sino que también ha llevado a que se intensifiquen los esfuerzos por reformar y fortalecer la estructura y el sistema financiero internacional. España no fue inmune a los efectos de la crisis económico financiera internacional, dada la globalidad de los mercados financieros en el ámbito internacional. Además ésta tuvo lugar en un momento en el que la economía española se hallaba en una clara situación de exuberancia que era insostenible en el medio-largo plazo, con un mercado crediticio creciendo a ritmos excesivamente elevados. En el momento en que los mercados internacionales crediticios se cerraron, el sistema financiero español acusó la restricción en su acceso al crédito, que se trasladó a toda la economía en general, y al mercado inmobiliario, en particular. Ello provocó que España entrara en recesión. 3. EVOLUCIÓN DEL MERCADO INMOBILIARIO EN ESPAÑA 3.1. Características generales Desde 1997 hasta 2007, el mercado inmobiliario en España se inscribió en un claro proceso expansivo que se tradujo en lo que se ha denominado “boom inmobiliario” y que se enmarca en un proceso generalizado de crecimiento de la actividad de la construcción. Este auge, principalmente en el segmento de construcción y comercialización de la vivienda, se constituyó en motor de crecimiento económico y, por ende, generador de empleo. De hecho, esta actividad ha sido la que marcó el modelo de crecimiento de la economía española en los pasados años de bonanza económica. Ya en los años ochenta del pasado siglo se produjo una burbuja inmobiliaria que se fue desinflando en la medida que la actividad económica de aquella época primero se ralentizó y posteriormente, a principios de la década de los noventa, atravesó un claro periodo recesivo. Con ello se fue creando una demanda de vivienda embalsamada que no podía acceder a la compra de vivienda y que en la medida que la economía española fue recuperándose, y, con ello los niveles de empleo, provocaron un aumento significativo de la demanda de las mismas presionando al mercado inmobiliario. A partir de 1994, la economía española retornó a una senda de crecimiento hasta llegar a alcanzar la actividad económica (medida en términos del PIB) un crecimiento medio anual acumulado en torno al 3,5 entre dicho año y 2007. La bonanza económica, que se tradujo en una mayor renta de las familias, unida a factores de carácter demográfico y financiero, contribuyó a potenciar la tradicional cultura española de invertir en viviendas, tanto principales como secundarias, y propiciar un nuevo ciclo de crecimiento del sector inmobiliario y, por ende, de la construcción. Y como consecuencia de lo expuesto, según información de Eurostat, en 2007 la construcción residencial llegó a representar el 12,2 por 100 del PIB, con lo que España se situó en el segundo lugar del ranking de los países europeos, detrás de Grecia. Dicho porcentaje es significativamente superior al alcanzado en media por la UE-27 (6,2 por 100), siendo de destacar que el peso de la vivienda en España sea muy superior a otros países de nuestro entorno económico con una población muy superior como Francia (6,7 por 100), Italia (5,8 por 100) o Alemania (5,3 por 100). 4 Operación de mercado abierto no-regular ejecutada por el banco central principalmente con objeto de hacer frente a las fluctuaciones inesperadas de la liquidez en el mercado. —9— Gráfico 1 PESO DE LA CONSTRUCCIÓN RESIDENCIAL EN EL PIB. 2007 Fuente: Elaboración propia. Datos de Eurostat. Los factores más destacables que impulsaron la construcción de viviendas en la etapa del boom son: • Renta disponible de las familias: Durante el periodo de referencia, esta variable, en general, ha crecido por encima de los precios de consumo. En concreto, la renta disponible por hogar creció entre 1997 y 2007 un 36,2 por 100 en España, frente al 35,0 por 100 en que lo hicieron los precios de consumo en el mismo periodo de tiempo y a pesar de la subida del IPC en los últimos años del ciclo. Este comportamiento tan expansivo de la renta disponible de las familias se explica por el intenso crecimiento registrado por el nivel de empleo entre los años citados, consecuencia de la buena evolución de la actividad económica. Entre dichos años, el nivel de ocupación creció un 53 por 100. Igualmente, contribuyó la evolución de los salarios, si bien éstos aumentaron en menor intensidad que el empleo, ya que experimentaron una tasa en torno al 37 por 100; no obstante, en términos reales los salarios registraron un comportamiento muy moderado (en torno a un 2 por 100). Este buen comportamiento de la renta disponible de las familiar además de impulsar la demanda de viviendas de uso principal, potenció una fuerte expansión de la correspondiente a viviendas de uso secundario (tanto en la costa como en zonas rurales). • Las condiciones de financiación: Desde 1990, en que los tipos de interés para compra de 5 vivienda alcanzaron en España un nivel medio cercano al 17 por 100 , se ha venido registrando un importante descenso de los mismos, con ligeros repuntes aunque poco significativos. Por otra parte, las tasas de inflación fueron bastante elevadas en esta etapa, con lo que, durante 6 periodos prolongados de tiempo, se registraron tipos de interés reales negativos . Las restantes 5 A finales de 1990 el tipo medio de los préstamos libres para la adquisición de vivienda de hogares se situó en el 16,9 por 100. 6 En términos de los tipos hipotecarios, éstos fueron negativos, en términos reales, en 2003 y en 2005. En términos del Mibor a un año, tipo de referencia del mercado hipotecario, éste fue negativo en términos reales entre 2001 y 2002 y desde marzo de 2003 hasta diciembre de 2006. — 10 — Instituto de Estudios Fiscales condiciones de financiación a largo plazo también mejoraron sustancialmente, ya que por un lado la extensión de los créditos fue creciendo hasta situarse el plazo medio de las hipotecas en más de 25 años (28 años en 2007) y, por otro, la relación préstamo/valor, situada generalmente en España en el 80 por 100 del valor de la garantía, se superó con frecuencia en estos años. Junto a la laxitud de las condiciones de financiación, es de resaltar igualmente que la oferta de crédito hipotecario, para promoción, construcción y compra de vivienda fue especialmente abundante en los años del boom de la construcción. La intensa competencia entre las entidades de crédito, en lo relativo a financiación destinada al sector inmobiliario, supuso un importante acicate en todas las condiciones relacionadas con los préstamos hipotecarios, así como una mayor disponibilidad del crédito. De este modo, los hogares españoles han visto como su capacidad de endeudamiento aumentaba considerablemente, permitiendo multiplicar por tres la capacidad financiera de los hogares en este periodo. La mejora de las condiciones de las hipotecas se tradujo, por otra parte, en un aumento del grado de apalancamiento de los españoles. • Aumento del número de hogares: Entre 1997 y 2007, el número de hogares creció un 30,4 por 100, equivalente a un aumento del 2,7 por 100 acumulado anual medio, porcentaje superior al crecimiento de la población. Como consecuencia, en este periodo se produjo una variación neta anual media de 350.000 hogares, pasando de los 12.487.800 en 1997 a los 16.280.500 hogares en 2007. Este aumento de los hogares es consecuencia de: iii. Aumento de la población en edad de formar hogares, potenciales demandantes de vivienda, procedente del baby boom de las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado. iii. Crecimiento de la población debido al elevado flujo de inmigración que tuvo lugar en esos años, impulsado en gran medida por la bonanza económica del país y su efecto positivo sobre el empleo. Entre 1997 y 2007, la población aumentó un 1,4 por 100 en media anual, llegándose a registrar crecimientos en torno al 2 por 100 en diversos años de la década de 2000, porcentajes muy superiores a los habidos desde un punto de vista histórico (0,8 por 100 en media anual entre 1920 y 1990). Entre los años de referencia, el número de inmigrantes paso de representar en torno al 2 por 100 de la población al 10 por 100; en concreto, en 2007 este colectivo llegó a más de 4,5 millones de personas. Y no solo es relevante el número de personas que llegaron a España, sino que un alto porcentaje de los mismos estaban ocupados, con lo que se constituyeron en un segmento importante de la población demandante de vivienda. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2007, los inmigrantes con empleo ascendían a casi 3,0 millones de personas, el 14,1 por 100 de la población ocupada. iii. Reducción del tamaño del hogar. En 2001, el número medio de miembros por hogar se situó en 2,86 personas, frente a 3,26 en 1991. En 2011, había 2,58 personas. Ello es consecuencia del importante aumento de los hogares monoparetales. Entre 1997 y 2007, el número de separaciones y divorcios aumentó en torno a un 59 por 100, llegándose a tasas de crecimiento en los años álgidos del boom inmobiliario de alrededor del 10 por 100 anual. Estos colectivos contribuyeron igualmente a aumentar la demanda de viviendas, ante la necesidad de constituir nuevos hogares, en un entorno de bonanza económica, factor favorable al aumento de separaciones y divorcios. • Inversión extranjera: Las favorables condiciones en las que se encontraba la economía española, así como de los países socios de la Unión Europea, en los años de referencia, — 11 — constituyó un importante atractivo para la inversión extranjera, que se centró principalmente en zonas costeras del Mediterráneo. Entre 1997 y 2007, la inversión extranjera en inmuebles registró un crecimiento anual medio acumulado del 12 por 100 y ello a pesar de que en los últimos años de este periodo experimentó descensos de cierto relieve. Los años de mayor actividad inversora se centraron en los últimos años de la década de los noventa del siglo pasado y primeros de 2000 (en algunos años se llegaron a registrar tasas anuales superiores al 30 por 100). Por último, a los factores expuestos cabe añadir la falta de otras alternativas más rentables, lo que condujo a que gran parte del ahorro se destinara a la compra de vivienda, reduciéndose la demanda embalsamada generada con la crisis de principios de los noventa. Además, se incentivó un tipo de demanda de carácter claramente especulativo, debido al continuo crecimiento que los precios experimentaron en el periodo de referencia, una vez que la brecha entre la demanda y la oferta de vivienda se fue ampliando, por la incapacidad de esta última de satisfacer la primera, debido a los largos periodos de construcción. Históricamente, la vivienda ha mostrado unas tasas de capitalización anual muy competitiva en España, por lo que la inversión residencial es atractiva en el largo plazo con un nivel de riesgo muy bajo. Como consecuencia de todos estos factores, la demanda de vivienda se intensificó notablemente, lo que se tradujo en un intensivo encarecimiento de la misma (11,2 por 100 en media anual acumulativa en el periodo de referencia). Este proceso se generó por una doble vía: una directa y otra indirecta. Como en cualquier otro mercado, el aumento de la demanda de un bien implica que ante un desajuste entre la oferta y la demanda, como ocurrió en el inmobiliario, se produzca un aumento del precio del bien objeto de intercambio. Ahora bien, en lo que se refiere a la vivienda, a lo largo del boom inmobiliario, hay un importante elemento a añadir: las expectativas de los agentes económicos. La intensa demanda de viviendas se tradujo a su vez en una elevada presión por parte de los promotores en la adquisición de suelo, lo que provocó a su vez un claro encarecimiento del mismo, que presionó igualmente al alza al precio de la vivienda. El precio del suelo está interrelacionado con el precio esperado de las viviendas así como con las posibilidades de edificación y la disponibilidad de suelo urbanizable. Con ello, este proceso a su vez alimentó unas expectativas de altos precios de la vivienda que revertieron de nuevo en aumentos del precio del suelo, creándose así un círculo vicioso, en el que los promotores acumularon elevados volúmenes de suelo atendiendo a las expectativas de precios crecientes en el futuro. En concreto, el precio del suelo pasó de representar 7 el 22 por 100 del valor de las viviendas en 1997 al 46,2 por 100 en 2008 . Otra consecuencia, del proceso descrito que se generó entre 1997 y 2007, fue la presión ejercida por promotores y constructores en las reclasificaciones del suelo rústico o no edificable en suelo urbano sobre los correspondientes ayuntamientos, responsables de la reclasificación de los terrenos. Entre 1997 y 2007, el precio de la vivienda libre experimentó un crecimiento del 189 por 100. Como se puede observar en el gráfico adjunto, el precio de la vivienda siguió una tendencia alcista desde mediados de la década de los noventa del siglo pasado, intensificándose los ritmos de aumento a partir de 2001, alcanzando valores máximos en el primer trimestre de 2008. En 2007, el precio de la 2 vivienda fue el triple del de 1997; se pasó de un precio de 712€/m al inicio del boom inmobiliario a 2 2 2.056€/m en 2007 (y en los tres primeros meses de 2008, el precio alcanzó los 2.101,4€/m ). Por otra parte, al comparar el encarecimiento de la vivienda con la evolución de los salarios, se observa que el primero ha sido siete veces superior al último, provocando un empeoramiento de los ratios de accesibilidad a la vivienda en el periodo de referencia. El encarecimiento de la vivienda ha sido generalizado en la geografía española, no se ha limitado únicamente a las ciudades más importantes, sino que se ha producido también en municipios más pequeños situados tanto en la costa como en el interior. 7 Uriel Jiménez, et al. (2009): “El stock de capital en viviendas en España y su distribución territorial (1990-2007)”. Editorial: Fundación BBVA. — 12 — Instituto de Estudios Fiscales Gráfico 2 EVOLUCIÓN DEL PRECIO DE LA VIVIENDA EN ESPAÑA. 1995-2013 Fuente: Elaboración propia. Ministerio de Fomento. La presión ejercida por la intensa demanda de viviendas provocó, además, un fuerte impulso de la oferta de las mismas, que llegó a sobrerreaccionar. Se llegaron a alcanzar los 800.000 visados de viviendas de nueva edificación en 2006, nivel claramente excesivo atendiendo al nivel de población del país. En concreto, en ese año se iniciaron más viviendas en España que en Italia, Alemania y 8 Francia juntos, países que por otra parte tienen una población superior a la de España . La construcción de vivienda fue excediendo a la demanda y conformando un stock de vivienda que ha crecido continuamente a partir de que estallara la burbuja inmobiliaria. Ello se explica por el desajuste temporal que se produce entre la demanda y la oferta de este bien, debido al periodo de construcción de la vivienda (se estima que el periodo medio de construcción se halla en torno a dos años). En el inicio del boom, la mayoría de las viviendas eran compradas sobre plano, debido a que la oferta fue incapaz en ese momento de seguir el mismo ritmo de crecimiento que la demanda, posteriormente el ritmo de avance de la oferta fue incrementándose en su afán por adaptarse a la fortaleza de la demanda. Con el desplome de la misma, debido al estallido del boom inmobiliario, el proceso constructor que se hallaba en pleno auge continuó terminando gran parte de las viviendas iniciadas al albor del boom de la demanda. Y con ello se produjo de nuevo un desajuste entre demanda y oferta, en este caso habiendo exceso de oferta, lo que ha contribuido a un aumento significativo del stock de viviendas. Según el Ministerio de Fomento, éste se ha situado por encima de las 600.000 viviendas nuevas en los últimos años. El nivel máximo se alcanzó en 2009 con un stock en torno a las 650.000 9 viviendas , la mitad de ellas en la Comunidad Valenciana, Andalucía y Cataluña. El boom ha cambiado la morfología de las principales ciudades, llevando a poblaciones de mediano y pequeño tamaño a experimentar un crecimiento urbano sin precedentes. Es realmente significativo el efecto expulsión habido en determinadas provincias, debido al intenso encarecimiento de la vivienda y la existencia de una capacidad limitada de acceso a la misma por parte de la población residente en ellas en edad de compra, con lo que la demanda de este bien se ha extendido a las provincias limítrofes. Este es el caso de las provincias situadas en la periferia de Madrid (Toledo, Guadalajara, Ávila y Segovia), que han visto crecer de forma notable su parque de viviendas durante el boom. Por otra parte, los territorios con mayor presencia de turismo parecen haber sido igualmente los que han registrado mayores volúmenes de actividad constructora residencial y de aumento de los precios de venta de las viviendas, debido en gran medida al notable ritmo inversor extranjero, principalmente 8 La población en Alemania en dicho año se situó en torno a los 82 millones de personas, en Francia alrededor de 63 millones y en Italia de 58 millones. En España, la población era ligeramente superior a los 44 millones en dicho año. 9 Diversos analistas apuntaban a la existencia de cerca de un millón de viviendas nuevas en stock sin vender. — 13 — en el litoral mediterráneo (Valencia, Castellón, Murcia, Almería) que han registrado en los últimos años del periodo de referencia los crecimientos de la actividad constructora más intensos. Al sobrecalentamiento del mercado inmobiliario que se estaba produciendo en los momentos álgidos del boom inmobiliario, se unió la elevación de los tipos reales de interés aplicados a las hipotecas y todo ello provocó cambios en las expectativas de los agentes sobre los precios esperados, que se tradujeron en una desaceleración del ritmo de crecimiento de los mismos desde el segundo semestre de 2006. Sin embargo, para muchos analistas y expertos del sector, estos factores no parecían comportar un impacto dañino para el sector, sino todo lo contrario, pues los propios constructores y promotores reconocían que la situación no era sostenible e incluso estaba perjudicando al sector el hecho de que los precios crecieran tan rápidamente. Al mismo tiempo, en esas fechas ya se observaba una moderación en el ritmo de iniciación de viviendas, con lo que las expectativas apuntaban a un ajuste suave de la oferta a la demanda real que, por otra parte, venía experimentando una ligera ralentización con respecto a periodos previos, dados los altos niveles alcanzados por los precios de la vivienda y la subida de tipos. En este marco de desaceleración suave del sector inmobiliario, en agosto de 2007, estalló la crisis crediticio-financiera en EEUU que, como se explicó en el epígrafe anterior, se trasladó rápidamente a los mercados internacionales y a la economía real, repercutiendo de manera directa sobre el mercado inmobiliario español, a través de dos caminos distintos: i) por un lado, por la contracción del crédito por parte de los bancos, debido tanto a la falta de liquidez del sistema financiero en el ámbito internacional, del que obtenían los fondos para financiar el mercado inmobiliario, como a la desconfianza de las entidades ante los excesos habidos en el periodo del boom y ii) por otro, al deterioro de la economía española en general y su impacto negativo sobre el empleo. Este cambio de ciclo provocó una brusca caída de la demanda de viviendas y de los precios, intensificándose de manera notable el proceso de desaceleración que venía registrándose desde 2006 y que se prolonga al presente. Este proceso fue consecuencia de la incapacidad por parte del mercado de absorber el elevado nivel de viviendas disponibles y, con ello, se agotó el modelo de crecimiento español. No obstante, esta crisis debería contemplarse no como la causa fundamental del ajuste del sector inmobiliario español sino más bien como un catalizador del proceso de corrección que, como se ha expuesto, ya se había iniciado tiempo atrás. En concreto, según datos del Ministerio 10 de Fomento, los precios de la vivienda nueva han descendido un 30,2 por 100 desde el primer trimestre de 2008, periodo en el que se alcanzó el nivel máximo en el precio de la vivienda (en 11 términos nominales) hasta el cuarto trimestre de 2013 . Al respecto, cabe señalar que las estimaciones relativas a la sobrevaloración de los precios de la vivienda se cifraban en el periodo del boom inmobiliario en torno al 30 por 100; por tanto, se puede concluir que el ajuste de los precios de la vivienda ya podría estar próximo a su fin, de hecho los ritmos de caída se han venido ya moderando a lo largo de 2013. Incluso ya se observan mercados en los que el precio de la vivienda está registrando tasas positivas de crecimiento, como es el caso de la Comunidad de Madrid (2,1 por 100 en el cuarto trimestre de 2013 en comparación con igual periodo del año anterior). La intensificación de la caída de la demanda de viviendas queda reflejada en el notable descenso del número de transacciones de compraventa habido entre 2006 y 2012, periodo en que se pasó de 855.186 a 363.626 transacciones, lo que supone una reducción del 61.9 por 100 en dicho periodo (71,6 por 100 en el caso de la vivienda nueva). A lo largo de 2013 ha continuado el retroceso de la compraventa de viviendas, debido a la intensa caída de las correspondientes a vivienda nueva, tras la finalización de la desgravación por vivienda en el IRPF para los nuevos adquirentes, que ha provocado decisiones anticipadas de compra en 2012. En concreto, en el conjunto del año se han realizado 300.334, transacciones, un 17,4 por 100 menos que en 2012 (62,8 por 100 en el caso de la 12 vivienda nueva), debido al efecto comentado . Por su parte, la compraventa de viviendas de segunda 13 mano empieza a dar señales de una mejoría , lo que podría estar en relación con el ritmo de venta de viviendas realizado por la Sociedad de Gestión de Activos de procedentes de la Reestructuración 10 Hasta dos años de antigüedad. Desde el cuarto trimestre de 2008 se vienen registrando tasas interanuales negativas, con lo que hasta el presente suponen 21 trimestres de caídas consecutivas de los precios. 12 En el cuarto trimestre las transacciones cayeron un 30,6 por 100, en tasa interanual (+25,4 por 100 en igual periodo de 2012). 13 Aunque en el conjunto de 2013 se registró un descenso del 1,3 por 100, esta cuantía viene afectada igualmente por el efecto anticipación a 2012, ya que en el conjunto de los tres primeros trimestres registró una tasa positiva del 4,2 por 100. 11 — 14 — Instituto de Estudios Fiscales Bancaria (SAREB), que se abordará en posteriores epígrafes, y los elevados descuentos de los precios existentes en el mercado. Como consecuencia, la oferta de viviendas se ha ido ajustando a la realidad contractiva del mercado inmobiliario. Así, en 2006, año que marca el máximo en la iniciación de viviendas, se visaron 865.561 14 visados de vivienda nueva , mientras que en 2012 solamente 33.869 viviendas, lo que supone una caída del 96,1 por 100 entre ambos años. En definitiva, las consecuencias del estallido del boom inmobiliario se han traducido en una caída significativa de la actividad de la construcción, con su correspondiente traslado a la economía real en su conjunto y al empleo. Tal como se ha señalado en párrafos anteriores la construcción residencial llegó a suponer el 12,5 por 100 del PIB en 2006 mientras que el nivel de ocupación representó en dicho año el 13,1 por 100 del total, estos 15 porcentajes han disminuido hasta el 5,2 por 100 y el 6,6 por 100, respectivamente en 2012. Actualmente el sector inmobiliario continúa con el proceso de ajuste iniciado con el estallido de la crisis económica. Ello se explica, en parte, por el elevado nivel de stocks de viviendas existentes que frenan la recuperación de la actividad del sector, así como por el notable nivel de desempleo existente y las significativas restricciones al crédito a las que se han venido enfrentando los potenciales demandantes de viviendas. No obstante, en el momento actual, las entidades bancarias están suavizando sus condiciones de acceso a los préstamos hipotecarios, lo que, por otra parte, no está teniendo mucho impacto en el mercado porque el elevado nivel de paro está afectando muy significativamente a las familias, al margen de que todavía muchos compradores están a la espera de que los precios continúen bajando o a encontrar viviendas a las que se les haya aplicado una significativa rebaja. En la medida que la actividad económica vaya ganando fuerza y ello se traduzca en una mejora del mercado laboral, es de esperar que el mercado de la vivienda experimente una mejoría, lo cual vendrá determinado, no obstante, por el todavía elevado stock de viviendas nuevas existente. En todo caso, no es previsible que la actividad inmobiliaria alcance en un futuro cercano los niveles registrados en el boom del periodo 1997-2007. 3.1.1. Tipología y situación espacial de la vivienda Atendiendo a la tipología de la vivienda, las construidas en bloque son las que menos suelo consumen y las que más aumentaron durante la etapa de crecimiento del sector inmobiliario; el importante aumento del precio del suelo condujo a una utilización más intensiva de un recurso cada vez más escaso. En 2007, el 84,4 por 100 de los visados de viviendas nuevas se correspondían con viviendas en bloque, porcentaje que ha disminuido hasta situarse en el 66,5 por 100 en 2013; mientras que los correspondientes a viviendas unifamiliares han pasado de representar el 15,6 por 100 al 33,4 por 100 en dichos años, respectivamente. Si el análisis se realiza en relación con el total de viviendas iniciadas, se observa que el peso de las viviendas en bloque pasó del 79,9 por 100 en 2007 al 38,6 por 100 en 2013, esta disminución es consecuencia del avance experimentado no solamente por las viviendas unifamiliares sino por el registrado por las viviendas rehabilitadas (4,3 por 100 en 2007 hasta un 38,7 por 100 en 2013). El fuerte incremento experimentado por este último segmento de la construcción residencial se explica porque su actividad no se ha visto afectada con igual intensidad por el estallido del boom inmobiliario. En relación con lo expuesto hay que destacar que la rehabilitación de viviendas ha venido incentivándose por los distintos planes de viviendas. Según el Ministerio de Fomento, el parque de viviendas ha pasado de 21.034 miles de viviendas en 2001 a 24.035 miles en 2007 y a 25.382 miles en 2012, siendo los años del boom inmobiliario en los que el parque registró un mayor ritmo de crecimiento, el cual ha ido amortiguándose desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, tal como se ha señalado. Como resultado, entre 2001 y 2012, el parque de viviendas ha crecido un 20,7 por 100, equivalente a una tasa interanual media acumulada 16 en torno al 2 por 100 en España. Los mayores crecimientos, por encima de la media se han registrado en Murcia (2,8 por 100), La Rioja (2,4 por 100), Castilla-La Mancha (2,4 por 100), Cantabria (2,3 por 100) y Andalucía, Comunidad Valenciana y Galicia (2,1 por 100). En este sentido, desde principios de la década pasada, el fuerte impulso de la demanda en las medianas y grandes ciudades ha llevado a un crecimiento significativo de los mercados inmobiliarios 14 15 16 Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos. Este porcentaje se halla más en línea con la media europea: 4,8 por 100 en la UE-27 en 2012. 2,36 por 100 entre 2001 y 2007, según Ministerio de Fomento. — 15 — de los municipios adyacentes, conocido como efecto frontera. Este efecto es especialmente notorio en el caso de Madrid, donde la mejora de las infraestructuras viarias y unos precios relativamente menores han llevado a que parte de la demanda se desplace a otros municipios limítrofes y se haya producido un notorio aumento del parque de viviendas de las provincias más cercanas, como pueden ser Guadalajara, Toledo o Segovia, que desde principios de la década pasada han experimentado un significativo aumento de su parque de viviendas, con crecimientos medios anuales acumulados del 3,2 por 100, 3,3 por 100 y 2,3 por 100 entre 2001 y 2012, respectivamente. En otras grandes ciudades, como Barcelona o Sevilla, el crecimiento de la edificación se está desplazando a los municipios de menor tamaño que forman la creciente área metropolitana de estas ciudades. Mapa 1 DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DEL PARQUE DE VIVIENDAS EN ESPAÑA. 2012 Fuente: Elaboración propia. Datos Ministerio de Fomento. En cuanto a su distribución espacial, en 2012 el mayor porcentaje de viviendas se hallaba en el arco Mediterráneo, en concreto Andalucía (17,3 por 100) seguido de Cataluña (15,3 por 100) y la Comunidad Valenciana (12,4 por 100), debido en gran medida a la vivienda turística. Le sigue en relevancia la Comunidad de Madrid (11,5 por 100) y a más distancia las Comunidades de CastillaLeón y Galicia (6,8 por 100 y 6,4 por 100 respectivamente). En cuanto a provincias, Madrid ocupa el primer puesto en el ranking (11,5 por 100), seguido de Barcelona (10,3 por 100) y a más distancia Valencia (5,7 por 100) y Alicante (5,1 por 100). En relación el uso de las viviendas, según el censo de 2001, las viviendas familiares principales constituían el 67,7 por 100 del total, mientras que las viviendas secundarias representaban el 16,0 por 100; por su parte, es de destacar que el 14,8 por 100 de las viviendas se hallaban vacías. Entre dicho año y 2011, las viviendas en propiedad aumentaron hasta situarse en el 71,7 por 100 del total en dicho año, a la par que el peso de las viviendas secundarias disminuyó hasta el 14,6 por 100 y las viviendas vacías perdieron igualmente peso, hasta el 13,7 por 100. Por otra parte, es de resaltar en cuanto a las viviendas principales se refiere que en 2001, el 82,2 por 100 de las mismas eran en propiedad, frente al 11,4 por 100 en alquiler. En el último censo (2011), estas cuantías ascienden al 78,9 por 100 y 13,5 por 100, respectivamente, cifras que reflejan una clara moderación de las viviendas en propiedad, mientras que el peso de las de alquiler ha aumentado, situándose en niveles cercanos a 1991. — 16 — Instituto de Estudios Fiscales 3.2. La oferta de vivienda El periodo medio estimado de construcción de una nueva vivienda se sitúa en torno a dos años, tal como se ha señalado anteriormente, lo que unido a la notable dimensión del parque de viviendas existente, da como resultado una reducida proporción de nuevas viviendas terminadas cada año respecto del parque total: en torno al 3 por 100 en España. Durante los años del boom inmobiliario, la oferta de viviendas aumentó significativamente, así las viviendas terminadas registraron un crecimiento del 135,5 por 100 entre 1997 y 2007. Se pasó de una incorporación al mercado inmobiliario de 272.333 viviendas terminadas en 1997 a 641.419 en 2007, al respecto cabe señalar que ya en 1997 se observa la existencia de un desfase significativo entre oferta y demanda que se venía produciendo desde principios de esa década, tal como queda reflejado en el gráfico adjunto. Y todo ello teniendo en cuenta que el parón de la demanda de vivienda 17 provocó que no todas las viviendas que se había previsto iniciar en años previos se llegaran finalmente a terminar (en 2006 se visaron 865.561 viviendas de obra nueva). Debido al largo periodo medio de construcción, la oferta es rígida a corto plazo, por lo que ante una 18 minoración de la demanda, la vivienda en construcción continúa edificándose hasta su terminación , en general, de ahí que aunque la demanda de viviendas cayó drásticamente, una vez que estalló la burbuja inmobiliaria, la terminación de las mismas continúo registrando un cierto dinamismo durante un tiempo. El resultado del aterrizaje brusco del sector en muchos casos degeneró en tensiones de liquidez y concursos de acreedores y, aunque muchas de las empresas constructoras optaron por terminar los proyectos empezados, se frenó en seco el inicio de nuevas promociones (entre 2007 y 2008), mientras que la construcción de viviendas prosiguió avanzando hasta 2009, año en el que se registra una significativa caída en la terminación de viviendas. En este marco, de descenso de la demanda, las viviendas que se han ido incorporando al mercado inmobiliario han ido engrosando el stock de viviendas nuevas que no han encontrado comprador y que se prolonga al presente, siendo necesario un tiempo considerable de absorción del mismo, para que finalmente se realice un ajuste de la oferta y la demanda y pueda comenzar una nueva etapa de iniciación en la construcción de viviendas y, por ende, de la actividad del sector. Gráfico 3 VISADOS DE DIRECCIÓN DE OBRA Y CERTIFICADOS DE FINALIZACIÓN. 1990-2013 Fuente: Elaboración propia. Datos del Ministerio de Economía y Competitividad. 17 En etapas de claro dinamismo de la demanda el lapso temporal entre que se visa un proyecto de viviendas y el de inicio es muy pequeño. Este puede aumentar en la medida que la demanda disminuya y los promotores retarden la iniciación de la construcción de viviendas, aun teniéndolas visadas. 18 Ante esta situación, los constructores pueden optar o verse obligados a parar las obras de construcción, quedándose los edificios en construcción y no acabarse de construir. — 17 — Gráfico 4 EVOLUCIÓN DEL STOCK ACUMULADO DE VIVIENDA NUEVA EN ESPAÑA. 2004-2012 Fuente: Elaboración Propia. Datos del Ministerio de Fomento. De hecho, en 2013 solamente se visaron 33.869 viviendas de obra nueva, nivel históricamente bajo y que contrasta significativamente con los alcanzados en los años del boom inmobiliario y supone una caída del 23,3 por 100 con respecto al año anterior. Indicador igualmente de la escasa actividad constructora de viviendas es la caída del 44,8 por 100 de las viviendas terminadas en 2013 con respecto a 2012. En todo caso, este bajo nivel de finalización de viviendas supone que en la actualidad apenas entran nuevas viviendas al mercado y, por tanto, a engrosar el stock de viviendas nuevas. Gráfico 5 VIVIENDAS TERMINADAS Y TRANSACCIONES DE VIVIENDAS NUEVAS. 2004-2013 Fuente: Elaboración Propia. Datos del Ministerio de Fomento e INE. — 18 — Instituto de Estudios Fiscales El stock de viviendas alcanzó un nivel máximo en 2009, según el Ministerio de Fomento, cifrado en 649.780 viviendas. A partir de dicho año, el stock de viviendas se ha moderado, tendencia que se prolonga al presente, siendo la caída de 2012 la de mayor intensidad (en torno al 7 por 100), en la medida que el mercado se va ajustando. No obstante, es previsible el mantenimiento del stock en niveles elevados en el futuro próximo, muy superior al deseable, lo que constituye un factor limitativo a la iniciación de nuevas viviendas. Según datos del Ministerio de Fomento, en 2013, los certificados de finalización de obra se situaron en 66.502 viviendas, cuantía ligeramente superior al número de transacciones de compraventa de vivienda nueva, que en dicho año fue de 56.377 unidades. No obstante, tal como refleja el gráfico adjunto, se puede observar como en los años de la crisis se ha producido una convergencia entre el número de transacciones de viviendas nuevas y la terminación de las mismas, con la consiguiente incorporación al mercado inmobiliario. Teniendo en cuenta cómo la diferencia entre ambas variables ha ido disminuyendo en el pasado reciente, es de prever que en el futuro cercano el número de transacciones de viviendas nuevas vaya superando al de terminadas y, con ello, se produzca una caída en el nivel de stock. Otra característica de la oferta de viviendas en los años del boom económico fue la reducción de la 2 2 superficie media por viviendas construida, en concreto se paso de 105,5m en 2000 a 98,3 m en 19 2007, en las viviendas en bloque , lo que se explica por el hecho de que los promotores a fin de satisfacer la intensa demanda existente optaron por un mayor número de viviendas pero de menor 2 tamaño. En 2013, la superficie media de viviendas construidas en bloque ha sido de 107,1 m , por el motivo contrario (menos viviendas pero más grandes). En relación con los precios de la vivienda, hay que señalar que éstos no se han presentado en línea con la evolución de los costes de construcción (ni en lo que respecta a los materiales de construcción ni a los salarios), sino que han venido determinados por la presión de la intensa demanda habida en un mercado claramente en desequilibrio. Y a ello se unió el intenso aumento del precio del suelo, que durante el boom inmobiliario experimentó igualmente un elevado encarecimiento. Claro es que los poseedores de suelo urbanizable vieron una clara oportunidad de negocio y, por tanto, de obtener elevados beneficios, al poner suelo en un mercado en el que los demandantes del mismo estaban ávidos de adquirirlo, ante la positiva evolución de la demanda de viviendas y de sus precios. Gráfico 6 ACCESIBILIDAD A LA VIVIENDA. PORCENTAJE. 1997-2007 Fuente: Elaboración propia. Datos del Banco de España. 19 En las viviendas unifamiliares se pasó de 145,1 m2 en 2000 a 167,6 m2 en 2007. — 19 — Como resultado del exuberante proceso alcista de los precios de venta de las viviendas, el mercado inmobiliario se sobrecalentó y provocó un elevado endeudamiento de las familias a la vez que propició que un importante segmento de los demandantes de viviendas no pudiese acceder a las mismas. Los precios, en definitiva, dejaron de ser asequibles y la accesibilidad a la vivienda empeoró 2 significativamente. De hecho, mientras que para comprar una vivienda libre de unos 90m en 1997 era necesario destinar 3,6 veces la renta bruta de un hogar mediano, en 2007 se requería 7,6 veces dicha renta bruta. El gráfico adjunto pone de manifiesto el intenso esfuerzo realizado por las familias a lo largo del periodo objeto de análisis, así tras haberse alcanzado un nivel mínimo de esfuerzo en 1999, este comenzó a intensificarse hasta alcanzar su nivel máximo en 2008, año en el que los hogares destinaban en torno al 50 por 100 de su renta disponible al pago de las cuotas por la adquisición de 20 vivienda el primer año de adquisición, nivel claramente extremo y que limita el acceso a la vivienda . Con el estallido de la burbuja inmobiliaria y la caída de los precios de la vivienda, este indicador se ha situado en torno al 34 por 100 en 2013, porcentaje más razonable, si bien todavía elevado desde una perspectiva histórica, lo que constituye, sin duda, un problema que la política de vivienda debería afrontar. 3.3. La demanda de viviendas La demanda de viviendas viene determinada fundamentalmente por aspectos demográficos, sociales y económicos, a los que se pueden unir otros de carácter fiscal, incentivadores de la compra de viviendas. Durante el boom inmobiliario todos los factores determinantes de la demanda se conjugaron de forma positiva. En relación con los factores demográficos y sociales, hay que destacar los siguientes elementos: a) aumento de la población nacional por el efecto del baby boom de finales de los cincuenta hasta la década de los setenta del siglo pasado; b) estructura poblacional por edades, con mayor presencia de población en los grupos de edad principales demandantes vivienda; c) aumento de los flujos migratorios; d) alargamiento de la esperanza de vida de la población y de la calidad de vida de las personas en edad avanzada y e) aumento de las familias monoparentales (debido a separaciones y divorcios). Por su parte, entre los factores económicos y financieros más relevantes cabe resaltar: a) favorable evolución del mercado de trabajo, consecuencia del buen tono de la actividad económica; b) aumento de la renta disponible; c) laxitud en las condiciones crediticias y d) bajos tipos de interés (que llegaron a ser negativos en a lo largo del boom inmobiliario en términos reales) A los factores expuestos habría que añadir otros que provienen de la actuación del sector público en materia de vivienda, como los incentivos recogidos en los Planes de Viviendas o medidas de carácter fiscal como el tratamiento favorable de la adquisición de viviendas en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. También jugó un relevante papel el intenso nivel de inversión extranjera en inmuebles, principalmente de países europeos, como consecuencia de la favorable evolución de la economía europea y las facilidades crediticias existentes para la financiación de bienes residenciales, al margen de las condiciones climatológicas favorables de nuestro país. 3.3.1. Factores demográficos y sociales 21 La creación de hogares es una de las principales variables que explican el comportamiento de la 22 demanda de viviendas y depende de factores demográficos, sociales y económicos: crecimiento de la población, tamaño medio del hogar, estructura por edades, familias monoparentales, esperanza de vida y emancipación de la población joven. Como puede observarse en el gráfico adjunto, el número de hogares ha seguido una significativa tendencia alcista a lo largo de las últimas dos décadas, si bien que con distinta intensidad, siendo 20 Importe bruto de las cuotas a pagar por el hogar mediano, en el primer año tras la adquisición de una vivienda tipo financiada con un préstamo estándar por el 80 por 100 del valor del piso, en porcentaje de la renta anual disponible del hogar. 21 El hogar se refiere al conjunto de individuos, sean o no parte de una misma familia, que viven en la misma vivienda. 22 Las variaciones anuales del número de hogares, brutas o netas, explican una proporción importante de los cambios de la demanda global de vivienda (DI PASQUALE y WHEATON, 1996). — 20 — Instituto de Estudios Fiscales especialmente notable el ritmo de crecimiento habido en la etapa del boom inmobiliario, con tasas de aumento crecientes a lo largo de la misma. En concreto, se pasó de 12,5 millones de hogares en 1997 a 16,3 millones en 2007, lo que supone un aumento del 30,4 por 100 entre dichos años, lo que se traduce en una tasa anual media del 2,7 por 100, cuantía superior al registrado incluso por el conjunto de la población. Entre 1998 y 2007, la población aumentó un 1,4 por 100 en media anual, si bien se llegaron a registrar crecimientos en torno al 2 por 100 en algunos años de la década de 2000. Gráfico 7 EVOLUCIÓN DEL NÚMERO DE HOGARES. 1990-2012 Fuente: Elaboración propia. Datos INE. Este positivo comportamiento de la creación de hogares se explica en gran medida por dos factores demográficos muy significativos: el baby boom que tuvo lugar entre la década de los sesenta y la de los setenta, del siglo pasado, y el intenso flujo inmigratorio habido en los años de auge económico y del sector inmobiliario, atraído por las favorables condiciones económicas y laborales existentes en España, entre otros factores. En años recientes y como consecuencia de factores demográficos y los efectos de la recesión económica, que ha propiciado un aumento del desempleo, se observa ya un comportamiento más moderado en el ritmo de creación de hogares, que en 2013 se ha traducido en una caída de los mismos, por primera vez desde 1996. Por un lado, los flujos inmigratorios han comenzado no solo a no crecer como en años anteriores sino que están disminuyendo, debido al retorno de los inmigrantes a su país de origen, ante el deterioro del mercado de trabajo. Por otro, teniendo en cuenta que la tasa de paro es especialmente alta en el estrato de población comprendida entre 16 y 35 años, la capacidad de acceso a la compra de viviendas de la población joven se ha reducido significativamente, trasladando por tanto sus efectos a la creación de hogares. Igualmente, la atonía del mercado de trabajo ha influido en la creación de hogares monoparetales. Entre 1998 y 2007 la población española pasó de 39,9 millones de habitantes a 45,2 millones, es decir en menos de diez años aumentó en más de cinco millones de personas, lo que supone una tasa media acumulada en dicho periodo del 1,4 por 100 anual. Estas cuantías reflejan un dinamismo poblacional muy superior a cualquiera de las proyecciones de largo plazo realizadas 23 sistemáticamente por el INE , superando igualmente las expectativas de los analistas. Ahora bien, este notable aumento de la población se explica principalmente por el significativo crecimiento registrado por la población procedente del exterior. 23 Proyecciones del INE para el periodo 2001-2013 estimaban alcanzar una población de 44 millones de habitantes en 2007. — 21 — Gráfico 8 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA ENTRE 1998 Y 2013. MILES DE PERSONAS Fuente: Elaboración propia. Datos INE. Y no solamente es relevante el hecho de que la población española haya aumentado significativamente, sino que debido al efecto del baby boom los estratos de población con mayor porcentaje de población se concentraba en el periodo de referencia, precisamente, en las edades en las que la propensión a la compra de viviendas es mayor. Tal como se aprecia en el gráfico adjunto, en los años del boom inmobiliario, la población entre 25 y 54 representaba en torno al 47 por 100 de la población. Es más, alrededor del 17 por 100 de la población estaba comprendida entre 25 y 35 años, lo que explica en gran medida la intensa demanda de primera vivienda que existía entre 1997 y 2007. En relación con lo expuesto, cabe señalar el importante impacto que en esta estructura poblacional ha tenido la incorporación desde finales del siglo anterior de varios millones de personas provenientes de otros países, la gran mayoría jóvenes en edad de trabajar y de tener hijos, que por otra parte ha tenido un importante efecto sociológico sobre la sociedad española. El aumento del número de inmigrantes ha provocado una reversión en el crecimiento vegetativo de la población, ya que en general suelen tener más hijos. Por otra parte, dinamizaron el mercado de trabajo y lo reestructuraron, ya que los inmigrantes o bien trabajaban mayoritariamente en el sector de la construcción o en otros sectores económicos que la población nacional iba abandonando al mejorar sus condiciones de vida (por ejemplo, la agricultura o el servicio doméstico). Además, favorecieron un rejuvenecimiento de la pirámide de edad de la población española. A finales de la década de los noventa del siglo pasado, el número de extranjeros en España no llegaba al millón de personas y en menos de diez años se situó en 4,5 millones de personas, en 2007, cuantía que prosiguió en años posteriores hasta estabilizarse alrededor de los 5,7 millones de personas como consecuencia de la crisis, muy por encima de cualquier expectativa, incluso de las más optimistas. El gráfico adjunto pone de relieve los significativos aumentos que este segmento de la población registró a lo largo de la década de 2000, principalmente en la primera mitad, en que se llegaron a registrar tasas superiores al 30 por 100. Este comportamiento tan expansivo ha constituido un significativo shock positivo en la demanda de vivienda en los años del boom, contra todo pronóstico, tanto en lo que se refiere al número de personas como en su capacidad de compra de viviendas. Se estima que este segmento de población una vez que llega a España y estabiliza su posición laboral tardaba en torno a siete años en tomar decisiones de compra de activos como la vivienda, periodo que coincide con el boom inmobiliario. En la actualidad, y como consecuencia de la reciente recesión económica, se observa una disminución de la población extranjera, si bien que todavía de manera moderada (en 2013, registró una caída del 3,3 por 100, según datos del Padrón Continuo). — 22 — Instituto de Estudios Fiscales Gráfico 9 ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN POR EDADES. 1998 Y 2007 Fuente: Elaboración propia. Datos INE. Otro factor a resaltar es la reducción del tamaño medio por hogar que pasó de 3,26 miembros en 1991 a 2,86 en 2001 y a 2,58 en 2011, según los censos de población de dichos años. Ello es consecuencia, en parte, del aumento de los hogares unipersonales debido al aumento de separaciones y divorcios, que creció entre 1997 y 2007 en torno a un 59 por 100, llegándose a tasas de crecimiento en los años álgidos del boom inmobiliario alrededor del 10 por 100. Estos colectivos contribuyeron igualmente a aumentar la demanda de viviendas, ante la necesidad de constituir nuevos hogares. Según el Censo de 2001, el porcentaje de hogares unipersonales era del 20,3 por 100 frente al 13,3 por 100 registrado en 1991; en 2011 el 23,2 por 100 de los hogares estaban formados por sólo una persona, cuando su población representa únicamente el 9,0 por 100 del total. Gráfico 10 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN EXTRANJERA ENTRE 1998 Y 2013. MILES DE PERSONAS Fuente: Elaboración propia. Datos INE. (Padrón a 1 de enero). — 23 — 3.3.2. Factores económicos A los factores sociales y demográficos comentados, se unió el buen comportamiento de la economía española que impulsó igualmente la creación de hogares. La actividad económica registró una notable expansión entre 1997 y 2007, periodo en el que el PIB alcanzó una tasa media anual acumulativa en torno al 4 por 100, tasa muy superior a la registrada en periodos anteriores. Tras la salida de la crisis de principios de la década de los noventa del siglo anterior, la economía española se inscribió en una senda de continuos y estables ritmos de crecimientos, siendo la etapa de crecimiento más relevante de las últimas décadas. 24 El proceso inversor en vivienda tuvo, por otra parte, un importante punto de partida: la existencia de un alto volumen de demanda embalsamada que, como consecuencia de la crisis de principios de la década de los noventa del pasado siglo, se vio abocada a retrasar sus decisiones de compra de vivienda por los altos niveles de paro alcanzados. En 1994, la tasa de desempleo alcanzó el 24 por 100 de la población activa, porcentaje inexistente desde que se tienen registros de esta variable (salvo en fechas recientes) y que datan de 1976, y se mantuvo en porcentajes muy elevados en años posteriores, lo que se tradujo en un menor nivel de ingresos para las familias que vieron como sus posibilidades de acceder a una vivienda se redujeron, con ello se creó una demanda embalsamada a la espera de que las condiciones de la economía española mejoraran y se tradujera en un aumento del empleo que les permitiera acceder al mercado de la vivienda. La mejora de la actividad desde mediados de la década de los noventa se tradujo en un comportamiento muy expansivo del mercado de trabajo. No obstante, las familias por motivo precaución siguieron un proceso lento en su toma de decisiones con respecto a la compra de vivienda, en tanto en cuanto esperaban a que el nivel de empleo no creciera de forma transitoria sino permanente. A principios del siglo presente es cuando comienza a percibirse una notoria mejora del mercado de trabajo en línea con la etapa de auge económico. Así, el número de ocupados pasó de 13,3 millones de personas en 1997 a 20,4 millones en 2007, es decir un 53 por 100 de personas más. A su vez, este proceso expansivo se tradujo en una reducción muy significativa de la tasa de paro, hasta situarse en el 8,3 por 100 de la población activa en 2007, porcentaje históricamente bajo. Este buen comportamiento del mercado de trabajo incentivó la compra de viviendas tanto de nacionales como de inmigrantes (que llegaron principalmente por los altos niveles de empleo existentes en los años del boom inmobiliario). Gráfico 11 OCUPACIÓN Y TASA DE PARO EN PORCENTAJE DE LA POBLACIÓN ACTIVA. 2001-2013 Fuente: Elaboración propia. Datos INE (EPA). 24 Tanto para destinarla a primera o segunda vivienda como producto de inversión. — 24 — Instituto de Estudios Fiscales Un aspecto importante a tener en cuenta es que inicialmente el crecimiento de la demanda de viviendas, impulsado por unas favorables condiciones económicas, tenía como destino el uso de la vivienda con fines habitacionales, debido a la demanda embalsamada existente. A medida que la presión de la demanda se tradujo en un alza de los precios y se fue creando una burbuja inmobiliaria se hizo presente en el mercado inmobiliario una demanda de carácter especulativo cuyo objetivo era la compra de vivienda como inversión, que o bien se podía destinar al alquiler o simplemente tenerla vacía en espera de nuevas subidas de precios antes de materializar beneficios con su venta. Un hecho común en la época álgida del boom era la intensa compra de viviendas realizada cuando éstas todavía estaban sobre plano para ser vendidas una vez que eran terminadas, con el consiguiente aumento de precio. La continua revalorización de la vivienda constituyó, sin duda, un atractivo importante ante la inexistencia de otras inversiones más atractivas y rentables. El coste de adquisición de una vivienda es la resultante de sumar al precio de mercado de la vivienda el coste de capital necesario para su adquisición. Dicho coste de capital depende, sobre todo, del tipo de interés del préstamo necesario para la compra de la vivienda y del ritmo esperado de aumento de los precios de mercado. Esto condujo a que el precio de alquiler también sufriera un aumento significativo, durante el boom inmobiliario, aproximándolo al precio de la cuota de préstamo hipotecario necesario para la compra de una casa, desincentivando el arrendamiento de viviendas a favor de la adquisición en régimen de propiedad. España es un país en el que la cultura se centra principalmente en la compra de vivienda y a ello se ha unido la legislación que durante décadas ha impulsado la adquisición de la misma en régimen de propiedad. De hecho, los intentos de los últimos planes de vivienda por favorecer la compra de vivienda en alquiler han impulsado este tipo de vivienda, pero no han cosechado el nivel de éxito esperado. Así, según el Censo de 2011, elaborado por el INE, en 2011 el 78,9 por 100 de las viviendas eran en propiedad (77,8 por 100 y 82,2 por 100 en 1991 y 2001, respectivamente), frente al 13,5 por 100 en alquiler (11,4 por 100 y 13,9 por 100, en 1991 y 2001, respectivamente). Ahora bien, tal como se ha expuesto en párrafos anteriores, el intenso ritmo de avance de la demanda ante la existencia de una oferta más rígida se tradujo en un encarecimiento notorio de los precios de la vivienda. Y con ello, el endeudamiento de las familias se fue intensificando paulatinamente hasta un nivel de claro riesgo. El punto de partida fue bajo y durante un largo periodo de tiempo los porcentajes del mismo en relación con la renta disponible se situaron en niveles inferiores a los de otros países del entorno económico de España, como Alemania; lo destacable ha sido el intenso ritmo de aumento que dicha ratio alcanzó en los años del boom económico. En 2007, el nivel de endeudamiento de las familias se situó en el 129,9 por 100 de su renta bruta disponible, 25 26 , 57,5 puntos porcentuales más que en 2001 y 35,4 puntos porcentuales según datos de Eurostat por encima de la media de los países de la zona euro. En concreto, en 2007, el endeudamiento de los hogares alcanzó los 876.630 millones de euros, cuantía equivalente a un 83,2 por 100 del PIB en dicho año. La mayor parte del endeudamiento de las familias se corresponde con créditos para la adquisición de vivienda que llegó a situarse en 623.540 millones de euros a finales de 2007. Desde entonces, si bien, el nivel de endeudamiento de los hogares españoles se ha ido atenuando, continúa en niveles muy elevados, muy por encima de la media europea. En 2012, dicha ratio se situó en 27 122,9 por 100 , frente a 98,3 por 100 de la zona euro, que representa una deuda de 836.815 millones de euros, cuantía ésta que ha ido disminuyendo a lo largo de 2013 hasta situarse en 787.393 millones de euros en noviembre. Estos altos niveles de endeudamiento que las familias venían registrando a lo largo del boom inmobiliario ya constituyó en ese periodo un motivo de preocupación tanto por parte del Banco de España como de organismos internacionales, FMI y la OCDE. En los primeros años de la década de 2000, estas instituciones ya apuntaban al riesgo de la economía española por la elevada concentración del crédito en el sistema inmobiliario. El Banco de España también postulaba los riesgos que implicaban los altos niveles de crédito y que ante cualquier cambio de la coyuntura económica podrían desembocar en altas tasas de morosidad, por la fragilidad financiera en la que se hallaban las familias, como finalmente así sucedió. 25 Los datos de endeudamiento incluyen préstamos a corto y a largo. 26 Incluye instituciones sin ánimo de lucro al servicio de los hogares. 27 Según datos de Eurostat. — 25 — Gráfico 12 NIVEL DE ENDEUDAMIENTO DE LOS HOGARES CON RESPECTO A LA RENTA BRUTA DISPONIBLE. 2001-2012 Fuente: Elaboración propia. Datos de Eurostat. La contracción en la actividad económica y del aumento del nivel de desempleo a partir de 2007 ha supuesto una importante reducción de la renta disponible de las familias, y un aumento de la desconfianza de los agentes económicos sobre las perspectivas de la economía española. Además, la crisis económica ha conllevado una severa restricción crediticia ante la falta de liquidez del sistema financiero, lo que unido a la desconfianza generada en el mismo, ha endurecido las condiciones de acceso a la vivienda. Las turbulencias financieras han cambiado considerablemente el entorno de la financiación de la vivienda, provocando una caída significativa en el nivel de préstamos hipotecarios concedidos por el sistema bancario, tal como se expone en los siguientes párrafos. En este marco, un relevante segmento de la población se ha encontrado con que no puede acceder a la compra de vivienda y, por otra parte, los hogares que aún conservan capacidad de ahorro están optando por incrementarlo por motivo de precaución, a la espera de que los precios de la vivienda disminuyan hasta niveles más accesibles o que las condiciones económicas y crediticias mejoren. Por otra parte, la caída en el precio de la vivienda, con la consiguiente disminución de las tasas de capitalización en inversión residencial está provocando la rápida desaparición del mercado de los adquirentes de vivienda como bien de inversión. En definitiva, ya sea por motivo habitacional o de inversión, la demanda de viviendas se ha contraído sustancialmente desde que estallara el boom inmobiliario. Más recientemente, a tenor de la mejora del clima de confianza con respecto a la evolución de la economía española y el proceso de saneamiento que en el pasado reciente ha venido experimentando el sistema financiero español, se observa como algunas entidades, las más saneadas, comienzan a relajar sus condiciones de crédito a la compra de vivienda, materializándose en una reducción de los tipos hipotecarios (vía reducción de los diferenciales sobre los tipos de interés de referencia). No obstante, la complicada situación del mercado laboral no ha facilitado el aumento de la demanda de los créditos hipotecarios; de hecho, al presente una parte significativa de las escasas transacciones del mercado inmobiliario se realizan al contado. — 26 — Instituto de Estudios Fiscales 3.3.3. Factores financieros Además del notable aumento habido en la creación de hogares y, por tanto, del crecimiento de la demanda potencial de viviendas, ésta no se hubiera podido traducir en demanda real sino hubiera habido un factor catalizador. Éste fue el abundante crédito habido en la etapa del boom inmobiliario que incentivó significativamente a tomar decisiones de compra a una población que se había contenido durante un largo periodo de tiempo a invertir en vivienda. Sin este factor, habría sido imposible que la demanda de vivienda alcanzara las cotas a las que llegó y que llevó a la construcción al entorno de las 800 mil viviendas anuales. Dicho comportamiento expansivo del crédito se explica por la espectacular caída de los tipos de interés, que permitió la refinanciación de muchos de los préstamos existentes con anterioridad al boom inmobiliario y la obtención de nuevos créditos con mejores condiciones crediticias. A ello se unió la extensión del plazo hipotecario y las mayores facilidades derivadas de un fuerte incremento de la competencia entre entidades financieras. El estallido de la burbuja “punto.com” en 2001 (burbuja generada en torno a empresas de carácter tecnológico e internet) se tradujo en importantes caídas bursátiles de empresas de diversa índole y provocó pérdidas multimillonarias entre sus inversores. Esta crisis tuvo distintos efectos en los diferentes países, dependiendo de las preferencias inversoras de sus agentes económicos. En España, el impacto directo fue poco relevante ya que la cultura de la población española implica destinar los ahorros, en gran medida, a la compra de bienes inmuebles; no obstantes sí que tuvo su efecto de forma indirecta: el sector inmobiliario en España se constituyó en alternativa de inversión para los ahorradores europeos. En diversos países de Europa, principalmente los anglosajones, con menor tradición en inversión inmobiliaria, las preferencias de inversión se han venido centrando en productos alternativos a la vivienda, generalmente de más riesgo, de ahí que se optara por la compra de acciones de empresas de carácter tecnológico en la década de los noventa. Con el estallido de la burbuja punto.com, multitud de ahorradores de diversos países europeos observaron cómo sus ahorros perdían valor de manera significativa. Ello provocó dos efectos: a) desaceleración de la actividad económica europea y b) necesidad de buscar fuentes alternativas de inversión. Ambos efectos constituyeron shocks positivos impulsores del sector inmobiliario en España, ya que los ahorradores europeos desviaron sus fondos hacia la vivienda en España. En 2002 y 2003, el PIB de la zona euro registró débiles tasas de crecimiento, inferiores al 1 por 100 anual, lo que condujo al Banco Central Europeo a desarrollar una política monetaria muy laxa con bajos tipos de interés, a fin de relanzar la actividad económica europea. España, que no se había visto afectada por el estallido de las punto.com se encontró con una economía creciendo a buen ritmo y con bajos tipos de interés que constituyeron claros elementos impulsores del aumento de la demanda de vivienda. Ahora bien, la fortaleza de la inversión no se vio acompañada por altos niveles de ahorro interno que la pudieran financiar, sino que una parte significativa provino de Europa, provocando un elevado déficit de la balanza de pagos. En este marco, de notable necesidad de financiación por parte de la economía española, los ahorradores europeos (principalmente de Alemania y de los países del norte de Europa) fueron los que al buscar una alternativa de inversión, tras el estallido de las punto.com, focalizaron sus objetivos en el sector inmobiliario español. Este proceso se realizó, en gran medida, a través de la banca europea, que actuó como catalizadora, y que se constituyó en importante fuente de financiación del boom inmobiliario español, que se tradujo en una elevación de los niveles de crédito. A ello se unió el importante volumen de inversión extranjera directa realizada en inmuebles. — 27 — Gráfico 13 CRÉDITO HIPOTECARIO TOTAL. 1997-2013* Fuente: Elaboración propia. Datos del Banco de España. * Medias del año Una idea del espectacular crecimiento del crédito hipotecario queda reflejada en el gráfico adjunto. Se 28 observa que se llegaron a registrar ritmos de avance interanuales entre el 20 y el 25 por 100 casi de forma sostenida durante un elevado número de años, situación que claramente era insostenible y que alimentaba el riesgo de un estallido del mercado hipotecario, como así sucedió. De hecho, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, la concesión de crédito hipotecario se ha ido ralentizando, hasta registrar tasas de caída del 14 por 100 en 2013. No obstante, el nivel de crédito existente en el sistema es todavía realmente elevado, en concreto en 2013 ascendía a 819.855 millones de euro, en media del año, cuantía que representa un 93 por 100 del PIB de dicho año y se sitúa en niveles similares a los de 2006. 3.3.3.1. Evolución del crédito La evolución del crédito en el ámbito inmobiliario se puede analizar desde dos perspectivas distintas: el destinado a actividades productivas (construcción y actividades inmobiliarias), relacionado con la oferta, y a personas físicas para la adquisición y rehabilitación de la vivienda, referente a la demanda. Tanto en la financiación de la oferta como de la demanda de viviendas, el crédito experimentó una importante evolución alcista en el periodo 1997-2007. Al respecto, es de resaltar el importante peso que el crédito destinado a las personas físicas para la adquisición y rehabilitación de la vivienda ha venido registrando desde principios de la década de los noventa del siglo pasado y que ha ido en aumento en detrimento del correspondiente a actividades productivas (a pesar de que este grupo incluye a la actividad constructora), prolongándose este proceso a la actualidad. Así a principios de los noventa, el 17,6 por 100 del total del crédito era destinado a las personas físicas y al presente este porcentaje se ha elevado hasta situarse en el 41,2 por 100 (en el tercer trimestre de 2013). Si del crédito destinado a actividades productivas se excluye el relativo a construcción y servicios inmobiliarios, el resultante (incluye agricultura, industria y servicios no inmobiliarios) ha pasado de representar el 50 por 100 del crédito total en 1992 al 30,8 por 100 en el tercer trimestre de 2013. Estas cuantías ponen claramente de manifiesto como el sistema crediticio español ha sesgado su financiación desde la industria, la agricultura y los servicios (excluidos los inmobiliarios), sectores clave para el desarrollo económico, hacia la construcción. 28 En el primer quinquenio de la década de los noventa, el crédito hipotecario crecía a ritmos en torno al 15 por 100 anual. — 28 — Instituto de Estudios Fiscales Favorecido por las facilidades crediticias y la mejora de las condiciones de financiación, no sólo ha sido el crédito destinado a las familias el que ha experimentado un importante aumento en las últimas décadas, sino que el destinado a la construcción y actividades inmobiliarias, también ha ganado en relevancia, si bien que con menor intensidad que el destinado a las familias. En concreto, el peso del mismo ha pasado del 15,0 por 100 del total del crédito (23,2 por 100 en relación con las actividades productivas en su conjunto) en 1992 al 17,4 por 100 en septiembre de 2012 (37,1 por 100 respecto a actividades productivas); no obstante, alcanzó un máximo en 2007, año en el que dicho porcentaje se situó en el 26,0 por 100. Cuadro 2 EVOLUCIÓN DEL DETALLE DEL CRÉDITO EN ESPAÑA EN MILLONES DE EUROS SECTORES PERSONAS FÍSICAS SERVICIOS AÑOS TOTAL AGRICULTURA INDUSTRIA CONSTRUCCIÓN (excepto construcción) TOTAL SIN ADQUISICIÓN Y ACTIVIDADES ACTIVIDADES REHABILITACION INMOBILIARIAS INMOBILIARIAS DE VIVIENDAS 2000 302.034 13.141 178.588 142.627 167.678 134.119 133.559 176.653 2001 330.591 13.320 182.959 146.412 187.900 146.061 141.840 205.790 2002 368.466 15.122 185.762 157.376 210.206 155.175 155.031 235.086 2003 411.986 16.402 185.829 165.784 243.972 165.991 177.980 275.958 2004 482.984 18.104 190.487 178.372 296.020 183.855 112.165 333.826 2005 604.061 20.738 104.695 100.761 377.867 215.780 162.087 448.687 2006 781.644 23.014 119.488 134.317 504.825 260.774 244.050 548.740 2007 943.087 25.245 141.571 153.453 622.818 319.304 303.514 623.540 2008 1.016.948 26.244 156.141 151.848 682.716 364.684 318.032 655.145 2009 991.363 23.123 152.199 130.438 685.602 362.618 322.984 654.566 2010 985.157 23.128 152.376 114.519 695.134 379.352 315.782 662.798 2011 944.058 21.782 143.246 198.546 680.483 382.160 298.323 656.452 2012 799.610 20.217 131.109 176.217 572.067 348.052 224.015 633.138 2013* 713.773 18.731 118.251 162.934 513.858 318.775 195.083 610.497 * Datos septiembre de 2013 Fuente: Elaboración propia. Datos del Banco de España. Durante la fase de crecimiento de la actividad inmobiliaria, la financiación del sector de la construcción y las actividades inmobiliarias absorbieron un volumen creciente de créditos del sistema financiero. La puesta a disposición de los promotores inmobiliarios y los compradores de toda la financiación demandada se explica por la apuesta de las entidades de crédito por el sector y el aumento de la competencia entre ellas para ofrecer el mayor volumen posible al menor coste. Por otra parte, los bancos minoristas pusieron un foco especial en los productos hipotecarios. Así, el crédito destinado a actividades inmobiliarias pasó de representar el 8,4 por 100 del crédito total destinado a actividades productivas en 1997 (6,0 por 100 en 1992) al 32,5 por 100 en 2007 (porcentaje muy superior al experimentado por el crédito destinado a la construcción, que en igual periodo representaba el 16,3 por 100). En relación con el total del crédito, los porcentajes son del 4,7 por 100 y 17,2 por 100, en 1997 y 2007, respectivamente. En cuanto al crédito destinado a personas físicas para la adquisición o rehabilitación de viviendas pasó de representar el 29,4 por 100 en 1997 29 al 35,4 por 100 en 2007, del total del crédito. En definitiva, el crédito destinado a la vivienda llegó a representar el 61,4 por 100 del crédito total en el punto álgido del boom inmobiliario. La magnitud del intenso ritmo de crecimiento experimentado por los niveles de crédito a la vivienda queda reflejado en el gráfico adjunto, en el que puede observarse como el destinado a actividades inmobiliarias llegó a experimentar ritmos de avance cercanos al 50 por 100, en tasa interanual, en los 29 La reducción de los tipos de interés condujo a las familias además a financiar cualquier tipo de gasto de consumo con la garantía de la vivienda (automóviles, ocio, etc.). — 29 — momentos álgidos del boom inmobiliario, tasas por otra parte muy superiores a las experimentadas por la actividad de la construcción, lo que proporciona una imagen del nivel de especulación existente en torno a la vivienda. Por su parte, el crédito destinado a las personas físicas llegó a alcanzar ritmos de crecimiento del 30 por 100. Estas cuantías ponen claramente de manifiesto la situación de insostenibilidad en la que se hallaba inscrito el mercado inmobiliario y que lógicamente estalló en cuanto las condiciones financieras empeoraron en los mercados crediticios internacionales y el sector financiero español se encontró con dificultades de acceso al crédito. Gráfico 14 CRÉDITO POR FINALIDADES. TASA INTERANUAL DE VARIACIÓN EN PORCENTAJE. 1997-2013 Fuente: Elaboración propia. Datos del Banco de España. Con el estallido del boom inmobiliario, la menor iniciación de viviendas y la caída de los precios y del número de transacciones ha provocado una disminución del crédito destinado a la vivienda desde 2008, llegando a un descenso del 29 por 100 en el conjunto de los nueve primeros meses de 2013, en relación con igual periodo de 2012. El crédito destinado a la construcción de viviendas fue el primero en caer ante la situación descrita y ya en 2008 comenzó a registrar significativos retrocesos. El crédito inmobiliario a los promotores (servicios de actividades inmobiliarias) reaccionó más tarde a la situación del mercado y no ha sido hasta 2010 en que comenzó a registrar retrocesos, si bien al presente experimenta tasas negativas en torno al 30 por 100 en términos interanuales, similares a las experimentadas por el crédito a la construcción. Por su parte, el crédito destinado a personas físicas para la adquisición y rehabilitación de vivienda ha reaccionado de forma más moderada; en la actualidad este segmento del crédito asciende a 610.497 millones de euros, cuantía no muy inferior a la registrada en el punto álgido del boom inmobiliario (en torno al 650.000 millones). En relación con el PIB, el crédito concedido a los hogares para la financiación de viviendas se situaba en el 62,5 por 100 a finales de 2012, porcentaje que se ha moderado a lo largo de 2013, hasta alcanzar el 60,0 por 100 del PIB en el cuarto trimestre de dicho año, según información del Banco de España. Por otra parte, este tipo de crédito representa el 92,8 por 100 de la renta disponible en 2012 y supondrá en torno al 90 por 100 en 2013; y es de esperar que el nivel de deuda de las familias, no solo en relación con la vivienda, sino en general, con respecto a la renta experimente una mejoría en la medida que la actividad económica se recuperé y haya una generación neta de empleo. — 30 — Instituto de Estudios Fiscales Gráfico 15 CRÉDITOS DUDOSOS A LOS HOGARES PARA ADQUISICIÓN DE VIVIENDAS. RATIO DE DUDOSIDAD. 1997-2013 Fuente: Elaboración propia. Datos del Banco de España. Como consecuencia de la crisis económica reciente de la economía española, además del alto nivel de endeudamiento de las familias, ya comentado, y que todavía persiste, se ha producido una elevación de la tasa de morosidad de los créditos concedidos para la adquisición de vivienda hasta 30 alcanzar el 5,7 por 100 en septiembre de 2013 , porcentaje significativamente elevado, desde una perspectiva histórica y que supera en 427 puntos básicos al registrado en 2008 (en 1997 la ratio de dudosidad fue del 1,4 por 100). Generalmente, la tasa de morosidad del crédito evoluciona de forma paralela al incremento de los tipos de interés de los préstamos y, especialmente, a la evolución del mercado de trabajo. La situación generada podría explicarse, por tanto, desde dos vertientes: por una lado, el Euribor, que es el índice de referencia más utilizado en los préstamos hipotecarios a tipo de interés variable en España, alcanzaba a mediados de 2008 y durante varios meses consecutivos niveles entre el 5 por 100 y el 6 por 100, lo que significa que todos los préstamos revisados con posterioridad sufrieron un incremento de su coste bastante importante. Y aunque con la llegada de la crisis económica, el Euribor se ha moderado, el empeoramiento de la actividad económica general se ha traducido en una importante elevación del nivel de desempleo que perdura al presente y que se sitúa en el 26,4 por 100 de la población activa, afectando negativamente a la tasa de morosidad. Para las empresas del sector, el nivel de endeudamiento es un factor clave en el momento actual. El fuerte apalancamiento alcanzado ha sido posible por la existencia una demanda intensa durante el ciclo alcista y un mercado de crédito accesible y barato. Desde el momento en el que esta situación ha cambiado, las cargas financieras han venido amenazando la viabilidad de las empresas más endeudadas que además han tenido dificultades para refinanciarse y generar caja en un mercado parado. Los problemas de endeudamiento de las empresas provienen fundamentalmente de las compras de suelo a precios muy elevados, sobre todo durante los años 2006 y 2007, en algunos casos sin posibilidad razonable de urbanización, especialmente después de la entrada en vigor de la nueva Ley del Suelo de 2007. En el caso de las grandes inmobiliarias, no solamente se trata de grandes inversiones en suelo, sino también de las compras de empresas competidoras realizadas desde posiciones muy apalancadas. La situación en la que se halla del sector inmobiliario es realmente complicada. Ya desde 2007, las grandes empresas inmobiliarias del país han venido experimentando importantes problemas de carácter financiero a fin de hacer frente a sus deudas con el sistema financiero. Astroc fue la primera 30 No obstante, hay que señalar que este ratio es inferior al registrado por el sistema financiero en su conjunto y que se cifra en el 12,7 por 100 en igual periodo. — 31 — empresa en caer como consecuencia del estallido del boom inmobiliario. Se constituyó en 1996 y en 2006 salió a bolsa y en poco tiempo sus acciones se revalorizaron más de un 1000 por 100; pero en abril de 2007 su cotización cayó drásticamente, iniciándose cierta preocupación en el mercado, pues este hecho venía a confirmar la insostenibilidad del crecimiento desmesurado que el mercado inmobiliario venía registrando. Llanera Inmobiliaria es otro claro ejemplo de la situación, si en 2006 tenía importantes proyectos inmobiliarios en perspectiva, sólo un año después se vio obligada a solicitar concurso de acreedores con una deuda de 746 millones de euros. Con ello se marcaría la senda en la que posteriormente se inscribieron otras empresas como Martinsa Fadesa, Habitat o Sacresa. Múltiples empresas inmobiliarias entraron en concurso de acreedores ( Lábaro, Grupo Sánchez, Cosmani inmobiliaria…), la mayor de todas Martinsa Fadesa, debido a una falta de tesorería que le impidió hacer frente a los pagos más inminentes, entró en concurso de acreedores en 2008, siendo la mayor suspensión de pagos de toda la historia de España. El alcance de la quiebra de MartinsaFadesa no solo se extendió al resto del sector inmobiliario, sino que contagió a la bolsa española. Once entidades financieras concentraban 3.694 millones de euros de los 7.000 millones a los que ascendía la deuda de Martinsa-Fadesa en concurso de acreedores. Caja Madrid, La Caixa y el Banco popular eran los principales acreedores. Martinsa-Fadesa salió en enero de 2011 del concurso de acreedores, tras haber aceptado el convenio por el 73,7 por 100 de la masa acreedora. Todo esto ayuda a explicar la importancia de las empresas inmobiliarias en el sector financiero y como ambos están íntimamente interrelacionados. 31 Según un estudio realizado por Funcas en colaboración con el IVIE , las empresas inmobiliarias y de la construcción que presentaron concurso de acreedores entre 2008 y 2009, eran empresas de perfil arriesgado, elevado endeudamiento, alto crecimiento durante el ciclo expansivo y tenían un tamaño relativamente grande y eran jóvenes. Tras varios años de ajuste del mercado, expertos bancarios y del sector inmobiliario apuntan que el proceso de ajuste está tocando fondo y es previsible una mejora en el corto plazo; no obstante, los riesgos todavía son elevados. La oferta de vivienda nueva es apenas inexistente, debido al alto stock de viviendas acumulado en estos años, desde el estallido del boom inmobiliario. El mercado inmobiliario está prácticamente parado, los demandantes de vivienda posponen sus decisiones de compra, principalmente por los motivos siguientes: el alto nivel de desempleo existente, dificultades en el acceso al crédito hipotecario y el proceso de caída del nivel de precios de la vivienda, si bien éste podría estar tocando fondo. Todo ello está generando de nuevo un embalsamiento de la demanda en espera de una mejor accesibilidad a la vivienda. 3.3.3.2. Evolución de los tipos de interés El factor más importante en la explicación de la evolución del endeudamiento, y en particular del relativo a la adquisición de viviendas, ha sido el descenso generalizado de los tipos de interés, tal como se ha expuesto. Los índices de referencia son un elemento muy importante para estudiar su comportamiento, ya que son los que se aplican a los préstamos hipotecarios concertados a tipo variable. Los tipos de interés de referencia oficiales son los que se establecen en el artículo 27 de la 32 33 . En concreto son: Orden EHA/2899/2011, de 28 de octubre ‹ Referencia interbancaria a un año (EURIBOR). European Interbank Offered Rate, es decir, tipo europeo de oferta interbancaria. Es la media aritmética simple de los valores diarios de los días 31 Funcas, IVIE (2010): “Las empresas del sector de la construcción e inmobiliario en España: del boom a la recesión económica”. 32 Se definen en la norma decimocuarta y anejo 8 de la Circular del Banco de España 5/2012. 33 Hay tres tipos de interés que no se incluyen en la relación de índices oficiales del artículo 27 de la Orden EHA/2899/2011, por lo que han dejado de ser oficiales para las nuevas operaciones que se formalicen a partir de la entrada en vigor de ese artículo (29 de abril de 2012), pero que continúan siendo considerados aptos, a todos los efectos, en los préstamos a interés variable que los tuvieran como tipos de referencia en los préstamos formalizados antes de esa fecha. De acuerdo con lo establecido en la Disposición transitoria única de dicha Orden y la disposición transitoria segunda de la Circular 5/2012, son: 1. Tipo de los préstamos hipotecarios a más de tres años concedidos por los bancos. 2. Tipo de los préstamos hipotecarios a más de tres años concedidos por las cajas de ahorro. 3. Tipo activo de referencia de las cajas de ahorro (indicador CECA, tipo activo). — 32 — Instituto de Estudios Fiscales con mercado de cada mes, del tipo de contado publicado por la Federación Bancaria Europea para las operaciones de depósito en euros a plazo de un año, calculado a partir del ofertado por una muestra de bancos para operaciones entre entidades de similar calificación. ‹ Tipo interbancario a un año (MIBOR). Este índice sólo es un índice oficial para los préstamos 34 hipotecarios anteriores al 1 de enero de 2000 . Se define como la media simple de los tipos de interés diarios a los que se han cruzado operaciones a plazo de un año durante los días hábiles del mes en el mercado de depósitos interbancario de Madrid. En cualquier caso, el buen funcionamiento del mercado interbancario europeo hace que la evolución de este índice sea casi igual que la del Euribor. ‹ Tipo de rendimiento interno en el mercado secundario de la deuda pública. El cálculo de este índice viene dado por los rendimientos obtenidos en el mercado secundario, en las operaciones realizadas con títulos de deuda pública cuyo vencimiento residual se sitúe entre dos y seis años. Es un índice poco utilizado. ‹ Tipo de los préstamos hipotecarios a más de tres años concedidos por el conjunto de las entidades de crédito. Se define como la media simple de los tipos de interés medios ponderados por los principales de las operaciones de préstamo con garantía hipotecaria de plazo igual o superior a tres años para la adquisición de vivienda libre iniciadas o renovadas por los bancos y cajas de ahorro en el mes a que se refiere el índice. En el cálculo de la media se utilizan tipos anuales equivalentes. ‹ Tipo medio de los préstamos hipotecarios entre uno y cinco años, para adquisición de vivienda libre, concedidos por las entidades de crédito en la zona del euro. Es la media aritmética ponderada por el volumen de operaciones, de los tipos de interés aplicados a las nuevas operaciones de préstamo o crédito a vivienda en las que se prevea un período de fijación del tipo de interés de entre uno y cinco años, realizados en euros con hogares residentes en la zona del euro. ‹ Permuta de intereses/Interest Rate Swap (IRS) al plazo de cinco años. Es la media simple mensual de los tipos de interés diarios Mid Spot del tipo anual para swap de intereses, para operaciones denominadas en euros con vencimiento a cinco años, calculados por la ISDA (International Swaps an Derivatives Association, Inc.) A estos índices, las entidades financieras le aplican el llamado Spread o diferencial, es decir, el margen que suman al índice de referencia que se ha tomado como base y que se aplica a las operaciones hipotecarias. El gráfico adjunto refleja la evolución de los tres tipos de interés de referencia más utilizados en el mercado hipotecario, el EURIBOR (anteriormente MIBOR), el indicador CECA y el tipo medio de préstamos hipotecarios a más de tres años para adquisición de vivienda libre utilizados en la etapa del boom económico. Como puede comprobarse, en el periodo objeto de interés, los tipos de interés se situaron en niveles muy bajos. Entre 2003 y 2005, el Euribor llegó al entorno del 2 por 100 anual, cuantía inferior a la registrada por la inflación, con lo que en términos reales se registraron tipos de interés negativos. Ahora bien a medida que avanzaba 2005, la autoridad monetaria europea iba constatando como la economía de la zona euro cobraba un nuevo dinamismo, existiendo expectativas de un crecimiento acelerado, ante un aumento de la demanda mundial en conjunción con una inflación que comenzó a repuntar, en parte debido al aumento de los precios energéticos. En consecuencia, el Banco Central Europeo expresó su preocupación respecto a la existencia de riesgos al alza para la estabilidad de precios en el medio y largo plazo y a finales de 2005 se inició un cambio en la política monetaria con el que comenzó una etapa de aumento de los tipos de interés que se prolongó hasta mediados de 2007, en que los tipos de referencia del BCE llegaron al 4 por 100, cuantía en la que se mantuvo en 2008, repuntando ligeramente a finales de dicho año. Con la llegada de la crisis, sin embargo, tanto la actividad económica como los precios iniciaron un proceso de clara desaceleración con lo que los riesgos de hiperinflación desaparecieron y la autoridad monetaria optó por rebajar el tipo de interés oficial a fin de compensar los efectos de la crisis y reactivar la economía. 34 De acuerdo con las disposiciones de la Ley sobre introducción del euro, la orden de 1 de diciembre de 1999 suprimió el carácter “oficial” del Mibor hipotecario para las operaciones de préstamos hipotecarios formalizadas con posterioridad al 1 de enero del año 2000. La misma Orden establece una nueva fórmula de cálculo del índice de tipo de interés del mercado interbancario a un año (Mibor) con efectos a esa misma fecha (1 de enero de 2000). — 33 — Al presente, el tipo de interés se halla en el 0,25 por 100. Este comportamiento de los tipos de referencia del BCE ha tenido su traslado al mercado financiero. Así, tras haber alcanzado el Euribor un nivel máximo del 5,3 por 100 en octubre de 2008, a finales de 2013, se situaba en el entorno del 0,5 por 100, lo que constituye el nivel más bajo alcanzado en las últimas décadas. Comparando la evolución de los tipos de interés hipotecarios en España y en la zona euro desde 35, 1996 se puede constatar que, desde 1999, los tipos españoles se mantuvieron por debajo de los 36. tipos medios de la zona euro La creciente competencia entre las entidades financieras españolas por aumentar su cuota tuvo una gran incidencia en los bajos tipos de interés, así como en la mejora de las condiciones de financiación. Lo que constituye sin lugar a duda un factor relevante que explica el impulso que tuvo la actividad inmobiliaria, no solo como consecuencia de la demanda nacional, sino también por parte de los extranjeros que vieron una oportunidad de inversión en la compra de vivienda en el territorio español al poder financiarla con préstamos hipotecarios solicitados a entidades con sede en España. Gráfico 16 EVOLUCIÓN DE LOS TIPOS DE REFERENCIA DEL MERCADO HIPOTECARIO.1997-2013 Fuente: Elaboracion propia. Datos Banco de España. Con la llegada de la crisis económica y en aras de reactivar la economía de la zona euro, la política monetaria seguida por las autoridades del BCE se ha centrado en el mantenimiento de bajos tipos de interés, si bien su impacto en el mercado hipotecario de los distintos países miembros está teniendo distinta intensidad. Así, el tipo de interés medio aplicado en las nuevas operaciones de adquisición de vivienda se sitúa en el mercado español en el 2,8 por 100, tipo que si bien es similar al promedio del de la eurozona, se halla por debajo del correspondiente al de otros socios europeos. Y a pesar de ello, el mercado inmobiliario en España continúa sumido en una profunda crisis. Al presente, los tipos de interés a pesar de ser realmente atractivos no están impulsando la demanda de crédito, ya que por una parte este factor positivo se está viendo intensamente contrarrestado por los efectos del escaso 35 Grecia entró en la zona euro el 1 de enero de 2001 y, por tanto, todos los tipos de interés comerciales calculados para esa zona pasan a referirse a 12 países, en lugar del euro 11 anterior. 36 Esta diferencia sería incluso mayor si se tomara como índice de referencia el Euribor. — 34 — Instituto de Estudios Fiscales dinamismo de la actividad productiva y el elevado nivel de desempleo existente. Por otro lado, hay que destacar las fuertes restricciones al crédito, principalmente hipotecario, existentes en el sistema bancario español, fruto de los excesos cometidos en el pasado, entre otras causas. A este respecto, cabe señalar que muy recientemente, determinadas entidades bancarias están cambiando su estrategia de concesión de crédito y están proponiendo al mercado hipotecas a tipos de interés en los que el diferencial del mismo con el Euribor a un año se ha reducido hasta cotas similares a las existentes con anterioridad a la crisis. Gráfico 17 TIPO DE INTERÉS PARA LA ADQUISICIÓN DE VIVIENDA A TIPO FLEXIBLE HASTA 1 AÑO DE FIJACIÓN DEL TIPO INICIAL (noviembre 2013) Fuente: Elaboración propia. Datos del Banco de España (Eurosistema). Otro indicador que pone de manifiesto la laxitud del mercado hipotecario en plena etapa expansiva de la compra de vivienda lo constituye el plazo medio de las nuevas hipotecas que en 2007 llegó a alcanzar los 28,1 años. En los años del boom inmobiliario se normalizó la práctica bancaria de extender el plazo de las hipotecas hasta los 30 años e incluso a 40 años por algunas entidades. Con la llegada de la crisis, se han ido endureciendo las condiciones crediticias, hasta el punto de que la accesibilidad a créditos hipotecarios está bastante restringida. Ello ha conducido a reducir el plazo medio de las nuevas hipotecas a cifras más razonables; al presente se sitúa en 21,1 años, el nivel más bajo alcanzado desde 2004. 4. FINANCIACIÓN INMOBILIARIA EN EUROPA Desde el inicio de la Unión Monetaria, en 1999, hasta 2007, los países de la zona euro han vivido una de las etapas de mayor prosperidad económica de los últimos tiempos y en algunos países como España o Irlanda, el último boom inmobiliario ha constituido uno de los principales factores impulsores de la actividad económica. Al comparar la evolución de la financiación inmobiliaria en España en relación con los socios miembros de la Zona Euro, se comprueba que en los años en los que el boom inmobiliario estaba en 37 pleno apogeo, los ritmos de crecimiento de los préstamos destinados a la adquisición de vivienda crecían a ritmos no solo muy elelvados, tal como se ha señalado en párrafos anteriores, sino que se situaban muy por encima de los alcanzados por los países de la zona euro. Lo cual viene a poner de manifiesto que la expansión del mercado inmobiliario en España ha sido muy superior a la de otros países de la zona euro. Así, por ejemplo, mientras que en España en 2005, estos préstamos crecían 37 Estos préstamos representan, en general, más de la tercera parte de los concedidos al sector privado (se excluye del total de préstamos los concedidos a instituciones financieras monetarias y al sector público). — 35 — a ritmos superiores al 30 por 100, en la zona euro se registraban tasas del 12,4 por 100 en media. Incluso se produjeron crecimientos muy superiores a los anotados en Irlanda, país que igualmente sufrió un boom inmobiliario muy relevante y que al igual que en España estalló como consecuencia de la crisis crediticio financiera de los mercados internacionales. Gráfico 18 PRÉSTAMOS PARA LA ADQUISICIÓN DE VIVIENDA. TASA DE VARIACIÓN ANUAL EN PORCENTAJE Fuente: Elaboración propia. Datos del Banco de España (Eurosistema). A partir de 2005, en España se inició una senda de desaceleración que se torno en tasas de crecimiento negativas desde 2009, como consecuencia del estallido del boom inmobiliario, intensificándose su cuantía hasta el presente. En concreto, a finales de 2013, los préstamos para la adquisición de vivienda registró una caída del 4,4 por 100 con respecto a igual periodo de 2012, retroceso que contrasta con el aumento del 0,7 por 100 experimentado en media por la zona euro. Segun señalaba el BCE en un informe de 2009, uno de los aspectos más importantes es la considerable heterogeneidad que persiste entre los distintos mercados hipotecarios. Así, en la zona euro, los créditos para adquisición de vivienda a tipo de interés variable o fijos por un periodo de hasta un año representaron en 2008 el 38 por 100 de todos los nuevos préstamos con garantía hipotecaria. Esta participación ha disminuido con respecto al pico alcanzado en 2004, cercano al 60 por 100, y ha vuelto a aumentar recientemente, lo que indica que las modificaciones de los tipos de interés están influyendo en la elección del periodo de fijación del tipo de interés, aunque no es el único factor relevante. Tampoco son los mismos plazos de amortización en unos países que en otros. El BCE defiende que una mayor integración de los distintos mercados hipotecarios beneficiaría a las familias y fomentaría la competencia entre entidades. Uno de los factores que podría explicar esa heterogeneidad, entre otros, es la disparidad de las características del mercado hipotecario. Si bien se ha avanzado en el proceso de armonización, aún se observan notables diferencias en los diferentes países de la UE. Esto podria explicarse por: • En primer lugar, por las diferentes modalidades de crédito que ofrecen las entidades financieras en cada país. Así, por ejemplo, en España prácticamente la totalidad de los préstamos para la adquisición de la vivienda se conceden a tipo variable, mientras que en el resto de la eurozona, a pesar de perder peso, son los créditos a tipo fijo los que predominan. Al estar referenciados a los tipos de interés oficiales, los tipos de interés de entrada son más atractivos en los países — 36 — Instituto de Estudios Fiscales con hipotecas a tipo variable, lo que no implica necesariamente que la hipoteca vaya a resultar más barata a lo largo de la vida del préstamo. • En segundo lugar, los entornos competitivos no son homogéneos. A falta de una mayor integración del mercado de crédito europeo, la competencia aún viene exclusivamente marcada por el mercado doméstico, y en la UE existen mercados muy diferenciados. Además, la competencia suele ser más intensa en los mercados en fase de expansión. • Por último, existen diferentes perfiles de riesgo en las carteras hipotecarias entre los diferentes países, así como en el porcentaje de préstamos impagados que marcan diferencias en los spreads medios imputados en las hipotecas por las entidades financieras. Según datos del Banco de España (del Eurosistema), las entidades españolas se colocan en tercera posición en financiación a hogares, por detrás de las alemanas y las francesas. En concreto, la banca española, a finales de 2013, tenía un saldo vivo de préstamos de 779.900 millones, mientras que las alemanas, que se sitúan en primer lugar, tenían 1.467.000 millones de euros y las francesas 1.116.900 millones. Del total de préstamos concedidos por las entidades españolas, en dicho año a los hogares, 607.100 millones eran para la adquisición de vivienda, frente a los 1.019.400 millones de Alemania y los 881.500 de Francia; 62.400 millones para consumo, lejos de los 175.500 millones de Alemania y los 146.200 millones de Francia. Los préstamos destinados a otras finalidades ascendieron en España a 110.400 millones, mientras que las entidades alemanas destinaron 272.200 millones a esta partida y las francesas, 89.300 millones. Detrás de España, se sitúa Italia, con 602.700 millones de euros y Países Bajos, con 403.600 millones. En los últimos lugares de la lista de países, con un saldo por debajo de los 100.000 millones de euros, se colocan Luxemburgo (36.700 millones), Chipre (22.4000 millones), Eslovaquia (20.600 millones), Eslovenia (8.9000 millones), Estonia (6.9000 millones) o Malta (4.300 millones). El conjunto de las entidades de la zona euro, excluido el Eurosistema, tenía hasta abril un saldo de préstamos a hogares de 5.231.000 millones de euros. Por ultimo, al comparar la Encuesta Financiera de la Familias (EFF) españolas con la del resto de países que realizan encuestas similares se observa que si bien el ratio de deuda sobre renta de las familias de los tramos inferiores de renta es muy superior en España, esta situación se revierte al relacionarlo con el patrimonio. Esto se debe a que las familias de rentas bajas en España se endeudan principalmente para adquirir activos inmobiliarios, mientras que en el resto de los países la tenencia en régimen de propiedad de la vivienda en estos tramos de renta es muy inferior, enfocándose en mayor medida a la adquisición de bienes de consumo. 5. AUGES INMOBILIARIOS EN ESPAÑA. UN ANÁLISIS COMPARATIVO En este apartado se presenta una comparativa del último boom inmobiliario registrado por la economía española con el auge que experimentó este mercado entre 1986 y 1991, que proporciona una visión más completa de la intensidad que la etapa expansiva entre 1997 y 2007 ha registrado. Al respecto, cabe señalar que una de las principales características que diferencian ambas etapas es la duración de las mismas. En concreto, el más reciente periodo expansivo se ha extendido en el tiempo el doble de años que el abarcado por el auge entre 1986 y 1991, en línea, por otra parte, con el de la actividad económica en general. Como ya se ha mencionado en anteriores epígrafes, son tanto factores de índole económicos como demográficos los que influyen de manera decisiva en la demanda de viviendas y, por tanto, en la evolución del mercado inmobiliario. A todo ello, se une las actuaciones que el sector público planifica en el marco de la política de vivienda. Al respecto, tal como queda reflejado en el cuadro adjunto, el crecimiento económico ha sido algo menor en el auge más reciente pero, el impacto que éste ha tenido sobre la ocupación ha sido significativamente diferente, ya que la generación de empleo ha sido superior en el periodo reciente. Por otra parte, también se observa que en el reciente boom inmobiliario los tipos de interés hipotecarios se han situado en niveles diferencialmente bajos en relación con los del primer auge, lo que se explica por el hecho de que una vez España entró a formar parte del euro, la política monetaria ya no la determina la autoridad nacional, sino que viene — 37 — establecida por el Banco Central Europeo, que en el periodo de referencia adoptó una política de bajos tipos de interés a fin de incentivar a la economía europea, tal como se ha expuesto en anteriores epígrafes. En definitiva, aunque la actividad económica haya sido menos dinámica en el periodo 1997-2007, debido en parte a que durante los primeros años de la década de 2000 el PIB se moderó influenciado por la crisis punto.com, tanto la ocupación como los bajos tipos de interés han presentado un comportamiento más positivo que en el periodo 1986-1991 y han impulsado la demanda de vivienda de manera notoria. Otro aspecto a resaltar, en el ámbito demográfico, lo constituye el aumento de los hogares que en el reciente boom inmobiliario llegó hasta más de 389 mil hogares anuales en media, cuantía muy superior a la anotada en el auge entre 1986 y 1991; de hecho, es prácticamente el doble. Y ello se explica en gran medida por el aumento de la inmigración así como, aunque en menor medida, por el aumento de los hogares monoparetales. Por tanto, se observa que el factor demográfico constituye un gran elemento diferencial entre los dos auges objeto de comparación. Todo ello se ha traducido en que la iniciación de viviendas entre 1997 y 2007 sea muy superior, prácticamente el doble, que la registrada entre 1986 y 1991, en concreto 567 mil de viviendas en promedio cada año frente a 244 mil viviendas. En este marco, es de destacar, que a pesar del mayor aumento de la demanda de viviendas, el crecimiento de los precios ha presentado una menor intensidad en el reciente auge en comparación con el anterior, si bien es verdad que entre 1986 y 1991 los niveles de partida de los precios eran más bajos. Cuadro 3 COMPARATIVA ETAPAS EXPANSIVAS DE LA ACTIVIDAD INMOBILIARIA. VARIACIONES ANUALES MEDIAS 1986-1991 1997-2007 1.1. Aumentos nominales 18,6% 11,8% 1.2. Aumentos reales(*) 11,5% 7,3% 2.1. Estimación Mº Fomento 244 567 2.2. Visados CC. Arquitectos 324 583 4,4% 3,8% 4.1 Personas. Millones 12,3 16,8 4.2 Crecimiento 3,1% 4,3% 1. Precios de las viviendas: 2. Viviendas iniciadas (miles): 3. PIB Crecimiento medio real 4. Ocupados 5. Hogares. Variación media 5.1. Relativa 1,8 2,7 5.2. Absoluta (miles) 162 379 6.1. Nominales 13,9 4,9 6.2. Reales(*) 7,0 1,9 6. Proporción VPO iniciadas (MFOM) 30,4 11,8 6. Tipos de Interés medios: (*) Deflactados con el IPC. Fuente: M.º de Fomento, INE, Banco de España. En el análisis de la primera de las dos etapas citadas destaca el hecho de que en 1985, tras un período prolongado de atonía económica, mejoraron en España las condiciones de plazo y de relación préstamo/valor de los préstamos hipotecarios para la compra de vivienda. Esta evolución — 38 — Instituto de Estudios Fiscales derivó, entre otros factores, de las reformas introducidas en la normativa del mercado hipotecario de 1981 y 1982, que facilitaron, sobre todo, la refinanciación de los préstamos destinados a la vivienda y fue posible alargar los plazos de los préstamos. Junto a dichos cambios normativos, el Real Decreto 2/1985 (Decreto Boyer) introdujo medidas estimulantes de la demanda inmobiliaria, entre las que destacaron la flexibilidad introducida en la fijación de los alquileres, la desgravación fiscal a la compra de segundas viviendas y la posibilidad de transformar las viviendas en locales de negocios. Por otra parte, al comienzo de la etapa analizada estaba vigente el segundo de los planes trienales de vivienda que sucedieron a la eliminación de los coeficientes de inversión obligatoria. Estos planes garantizaban la financiación de un volumen significativo de promoción y compra de nuevas Viviendas de Protección Oficial (VPO), mediante la firma de convenios del Ministerio competente en materia de política de vivienda con las entidades de crédito. Gráfico 19 EVOLUCIÓN DE LA ACCESIBILIDAD A LA VIVIENDA Fuente: M.º de Fomento, INE, Banco de España. Los aumentos nominales de los precios de vivienda fueron del 18,6 por 100 en promedio entre 1986 y 1991. Las viviendas iniciadas crecieron rápidamente hasta 1989, situándose cerca de 300.000 en dicho año, en respuesta al crecimiento de la demanda, consecuencia tanto del buen comportamiento de la economía como del aumento de los hogares. A todo ello, se sumó el hecho de que los retrocesos de los precios de las acciones después de octubre de 1987 favorecieron la demanda de vivienda con fines de inversión. Los tipos de interés permanecieron elevados durante todo este episodio, pero las nuevas alzas registradas en 1990-1991 (a principios de 1991 el tipo de interés de los préstamos para vivienda por parte de los hogares se situó en el 17,1 por 100, constituyendo el valor más alcanzado de la serie publicada por el Banco de España) les llevaron a alcanzar los niveles más altos registrados durante bastante tiempo, lo que afectó al esfuerzo de acceso a la vivienda, que llegó a alcanzar un máximo en 1991. Esta circunstancia, unida al racionamiento del crédito inmobiliario introducido en 1990 por la autoridad monetaria de aquel momento y a las negativas expectativas que conllevó la primera guerra del Golfo en el mismo ejercicio, forzó el fin de un incremento del precio en la vivienda que vino a durar unos cinco años. Durante el desarrollo del mismo la adquisición de viviendas con fines de inversión desempeñó un papel destacado y retrocedió la oferta de vivienda protegida, que no volvería después a alcanzar unos niveles de actividad como los de 1987. En el periodo citado, además, se produjo la supresión de la desgravación fiscal a la compra de segunda vivienda en 1991 y el establecimiento de una nueva normativa sobre alquileres en 1994. — 39 — Gráfico 20 VIVIENDAS INICIADAS Fuente: Elaboración propia. Ministerio de Fomento a partir de Colegios de Arquitectos de España. Una vez que el mercado inmobiliario alcanzó su nivel máximo de actividad en 1991, ante una moderación de la demanda de viviendas consecuencia del proceso de desaceleración económica que 38 registró la economía española y que posteriormente se convirtió en recesión , tanto la construcción de viviendas como sus precios iniciaron una senda de clara moderación. Entre 1992 y 1993 se registraron descensos nominales de los precios de las viviendas en España que tornaron en retrocesos reales entre 1994 y 1996. En cuanto a la construcción de viviendas, tras el máximo alcanzado en el nivel de iniciación en 1989, ésta siguió una clara tendencia de moderación que se prolongó hasta 1993, año en el que se iniciaron menos de 200.000 viviendas, nivel similar al alcanzado en los años previos a 1985. En plena recesión económica, la VPO cobró algo de protagonismo, estimulada por la mayor rentabilidad que dicho tipo de viviendas suponía para los promotores ante la caída de los precios de la vivienda libre. También 39 influyó en dicha recuperación el desarrollo desde el Ministerio de Obras Públicas , a partir de 1991, de una política bastante más dinámica que la del periodo anterior en cuanto a fomento de nuevas viviendas de esas características (el RD 1932/1991 implantó el nuevo Plan de Vivienda 1992-1995, que aportó un mayor dinamismo a la promoción de VPO respecto a planes anteriores). El episodio más reciente de auge inmobiliario en España, 1997-2007, se inició en los últimos meses de 1997. Tras el periodo de recesión experimentado por la economía española, en 1994 ésta comenzó a manifestar síntomas de mejoría, no obstante sus efectos tardaron en trasladarse al mercado de trabajo. Varios fueron los años que tuvieron que transcurrir para que los niveles de empleo alcanzaran cotas similares a los anotados en años precrisis. Todo ello influyó en los agentes económicos y, principalmente, en las familias. De hecho, la salida de la recesión de principios de los noventa del pasado siglo se caracterizó por la tardanza por parte de las familias en acompañar a la recuperación económica, tanto en lo que concierne a sus decisiones de inversión como a las relativas a aumentar sus niveles de consumo, lo que frenó de alguna manera el crecimiento económico español. 38 En 1993, la economía española se sumió en recesión, con un PIB cayendo al 1 por 100. 39 Actualmente Ministerio de Fomento. — 40 — Instituto de Estudios Fiscales Y como consecuencia, tanto durante la recesión económica como en los primeros años de la recuperación, ante las dificultades de acceder a una vivienda, se fue creando una demanda embalsamada que fue creciendo paulatinamente y que hasta que la economía afianzó sus ritmos de crecimiento y con ello mejoró la confianza de las familias no comenzó a descender. Durante los primeros años de la recuperación económica, el PIB creció a ritmos relativamente moderados (en torno al 2,5 por 100). En 1997, impulsada sobre todo por la inversión productiva, la economía española aceleró su crecimiento hasta el 4 por 100. El retroceso de los tipos de interés fue constante a lo largo de la década de los noventa, situándose los mismos en 1997 diez puntos porcentuales por debajo de los de 1990, a lo que contribuyó el proceso de convergencia de la economía española hacia la moneda única. Los bajos tipos de interés y el alargamiento de los plazos de los créditos redujeron de forma notoria el esfuerzo de acceso a la vivienda entre 1990 y 1999. Por otra parte, en 2000 se inició un período de descenso de los precios de las acciones, que se extendió hasta 2003. Una proporción destacada del ahorro salido de la Bolsa se desplazó hacia el mercado inmobiliario, lo que, unido a las consecuencias de la implantación efectiva del euro como medio de pago en 2002 y a las óptimas condiciones de financiación de la vivienda, ejerció un impulso generalizado sobre la demanda. En el ámbito demográfico, a partir de 1997, el ritmo de creación de nuevos hogares fue progresivamente aumentando hasta duplicarse respecto de periodos anteriores (en algunos años se alcanzaron tasas superiores al 3 por 100), lo que se explica principalmente por la población inmigrante, tal como se ha expuesto. De hecho, el número de hogares ascendió de manera progresiva hasta situarse en 16,3 millones en 2007. El auge inmobiliario existente entre 1997 y 2007 se ha diferenciado del precedente, por una parte, por su mayor duración, siendo uno de los más prolongados de entre los registrados después del final de la guerra civil. Por otra, por la menor intensidad media anual del aumento del precio de las viviendas, cifrado en un 11,8 por 100 nominal frente al 18,6 por 100 de la etapa previa. Y a todo ello ha contribuido el que los tipos de interés de los préstamos a la adquisición de vivienda por los hogares hayan sido sustancialmente menores a los del auge de 1986 a 1991. El tipo de interés real medio de dicho período ha sido del 1,9 por 100, cinco puntos porcentuales por debajo del tipo medio de la etapa precedente. Y lo que es más significativo, en dicho periodo los tipos de interés en términos reales fueron negativos durante algunos años. En este periodo, la iniciación de viviendas experimentó intensivos ritmos de crecimiento, de tal forma que en media las viviendas iniciadas y construidas llegaron a superar sensiblemente a las del auge precedente. En 2006, se iniciaron cerca de 800.000 viviendas, nivel claramente insostenible y que contrasta con la media registrada en quinquenios anteriores y que no llegaba a las 300.000 viviendas. Ante la expansión del mercado de vivienda libre y el aumento de los precios de la vivienda, los promotores se vieron poco incentivados para construir VPO. Dicha oferta ha supuesto sólo el 11,8 por 100 del total de viviendas entre 1997 y 2007, frente al 30,4 por 100 del auge anterior. Los equipos que han gobernado desde 1996 hasta 2004 han mantenido la práctica de gobiernos anteriores en materia de planes plurianuales de vivienda. Los Planes de Vivienda de 1998-2001 y 2002-2005 han sido menos ambiciosos que los precedentes en cuanto al alcance de las actuaciones protegidas a desarrollar. En el período de interés han destacado, sobre todo, los cambios introducidos en España en materia de política de suelo. El intento de contención de los precios de venta de las viviendas forzando más volumen de calificación de suelo como urbanizable residencial ha predominado sobre cualquier otra consideración de política urbanística. Entre los cambios normativos introducidos, destaca la reducción desde el 15 al 10 por 100 de la cuantía máxima del aprovechamiento que le corresponde a la Administración como rescate público en las plusvalías generadas por el planeamiento. Se ha modificado el sistema de valoración del suelo en materia de expropiaciones, tasándolo al valor “actualizado” derivado del futuro negocio inmobiliario no desarrollado. Los cambios normativos introducidos después de 1996 (Ley 6/1998, de 13.4.1998, R.D. Ley 4/2000, de 23 de junio, y Ley 10/2003, de 20.de mayo) han estimulado la calificación de suelo como urbanizable, proceso que ha tenido lugar en cantidades significativas. Los cambios normativos citados y la intensa calificación de suelo como urbanizable acaecida no provocaron, sin embargo, descensos en el precio. El coste del suelo se duplicó en España, al crecer dos veces más que los precios de la vivienda en el mismo período de tiempo. Esto último confirma — 41 — tanto la escasa incidencia de las medidas citadas sobre la situación del mercado de suelo y de vivienda como la presencia de unas expectativas persistentes de subidas de precios de las viviendas, que se trasladaron al precio del suelo. En cuanto al esfuerzo para acceder a una vivienda, cabe resaltar que tras alcanzar un mínimo en 1999, cifrado en el 28 por 100, se inició una senda alcista que si bien situó el esfuerzo en niveles elevados, en concreto, en el 50,2 por 100 en 2008, éstos se fueron menores que los alcanzados entre 1990-1992, próximos al 70 por 100, lo que ha constituido igualmente un factor de impulso a la duración del proceso de auge. Otros factores a tener en cuenta, son los derivados de la introducción del euro sobre la actividad económica española. Así, los déficits exteriores de la economía española de este periodo no obligaron a acudir a actuaciones de estabilización de la demanda, como sucedía en el pasado. Las devaluaciones de la peseta inducidas en el pasado por el déficit de balanza de pagos se acompañaban en tiempos de esa moneda por la aplicación de “paquetes” de medidas “estabilizadoras” destinadas a garantizar el logro del ajuste externo. Dichas actuaciones conllevaban la subida de los tipos de interés y, en algunos casos, se acompañaban con medidas de racionamiento del crédito. La política estabilizadora provocaba un vuelco absoluto en la situación del mercado inmobiliario, que se desplazaba en un período breve de tiempo desde la euforia hacia el descenso rápido en las ventas y en el número de viviendas iniciadas. En 2005 la situación de bajos tipos de interés se mantuvo, pero el incremento de la inflación en la eurozona hizo plantearse a la autoridad monetaria subidas de tipos de interés. La demanda de vivienda continuó siendo fuerte. Los avisos por parte del Banco de España de una sobrevaloración en el precio de la vivienda, lanzados a los compradores, no hizo mella en la sociedad española. En 2006, el principal índice de referencia hipotecario inició un proceso ascendente, reflejando los incrementos en los tipos de interés que el Banco Central Europeo llevó a cabo para controlar los precios en la Unión Europea. Esto, unido a cierto agotamiento en la demanda de vivienda, derivó en un mayor plazo desde la puesta en venta de la vivienda hasta la realización de ésta. Y como consecuencia, la iniciación de viviendas inició un claro proceso de moderación, si bien que permaneciendo aún en niveles elevados. Tal como se ha comentado en epígrafes anteriores, en este marco de aterrizaje suave del mercado de la vivienda, es a partir de 2007, especialmente desde agosto, como consecuencia de la crisis financiera, cuando comenzó el estallido del boom inmobiliario. Un importante descenso en el numero de transacciones, la contracción en la actividad económica de nuestro país, el incremento del desempleo, la falta de liquidez y crédito en los mercados financieros y el aumento de la incertidumbre fueron los principales factores responsables de la situación recesiva que atraviesa el mercado inmobiliario y que se prolonga al presente. 6. LA INTERVENCIÓN PÚBLICA EN EL MERCADO DE LA VIVIENDA ESPAÑOL La construcción, el alquiler y la compra de viviendas son actividades económicas sometidas a regulaciones en un grado superior a lo que sucede en la mayoría de los sectores económicos. Como ya se ha comentado, el mercado inmobiliario español se caracteriza por un elevado número de viviendas desocupadas, una alta proporción de viviendas secundarias y un nivel excesivamente bajo de viviendas de alquiler. La intervención del sector público en el mercado de la vivienda tiene una gran relación con las características anteriormente comentadas. Dado el bajo nivel de vivienda en alquiler, muchas medidas han tenido como objetivo explicito, incluido en la exposición de motivos de las leyes, la promoción del alquiler. Sin embargo, al mismo tiempo se aprobaban otras medidas que tenían por objetivo facilitar e incentivar la compra de viviendas. La justificación de la intervención pública en este sector se fundamenta en las especiales características de la vivienda: ‹ Constituye un derecho de los españoles el acceso a la vivienda digna. ‹ Genera unos servicios esenciales, a los que las familias destinan una parte importante de su presupuesto. — 42 — Instituto de Estudios Fiscales ‹ Su oferta es rígida a corto plazo, por lo que la coyuntura económica le afecta asimétricamente debido a que la demanda es muy sensible a dicha coyuntura. ‹ Su gran durabilidad hace que cualquier decisión sobre el uso del suelo, construcción o régimen de tenencia tenga efectos a muy largo plazo. ‹ Es un activo real alternativo a los activos financieros que forman parte de la cartera de los agentes económicos. La regulación del sector inmobiliario y de la construcción incluye multitud de elementos. Abarca desde aspectos técnicos (por ejemplo, la ley de edificación o de atribuciones profesionales de arquitectos e ingenieros técnicos), aspectos financieros (regulación de los fondos de inversión inmobiliaria, los fondos de titulación inmobiliaria y el fondo de garantía) o legales (formalización de préstamos hipotecarios o tramitación de desahucios), entre otros. No obstante, las regulaciones de mayor relevancia son los Planes de Vivienda, la Ley de Arrendamientos Urbanos y la Ley del Suelo. A estas regulaciones, hay que añadir las actuaciones de carácter presupuestario u otras de carácter financiero o legal. La intervención del sector público sobre la vivienda queda recogida principalmente en los Planes de Viviendas, en los que se estipulan actuaciones destinadas a abordar los distintos problemas a los que se enfrenta el sector inmobiliario. En un principio, los planes de vivienda trataban de resolver el problema de escasez de viviendas, incentivando la promoción y la construcción de viviendas. Con el paso del tiempo el objetivo ha ido variando adaptándose a la realidad del momento, así el último Plan aprobado tiene muy en cuenta la crisis del sector, consecuencia de los excesos del pasado. El Plan de Vivienda 2013-2016 ha cambiado los objetivos, adaptándolos a los problemas y necesidades actuales, en concreto, se centra en la adopción de medidas destinadas a relanzar la actividad del sector, tras la profunda recesión en la que se halla, en un marco de planificación estratégica global cuyo objetivo es la potenciación de la recuperación económica y la generación de empleo. Entre los ejes básicos destacan el fomento del alquiler y la rehabilitación, la renovación y regeneración urbanas. La política de vivienda es una parte fundamental del llamado Estado del Bienestar, que sin embargo, ha estado bastante olvidada en comparación con otras áreas del mismo, como son la educación, sanidad, etc. La política española de vivienda se ha caracterizado por una gran continuidad a lo largo de los últimos años, en los que los cambios profundos han sido paulatinos. Esta política se ha caracterizado, respecto a la existente en otros países europeos, por el impulso a la tenencia en propiedad y al desarrollo indiscriminado de la edificación de viviendas. De este modo, el parque de viviendas español se caracteriza por ser mayoritariamente en propiedad y por haber sufrido una gran expansión, convirtiéndose en uno de los más grandes en relación con el número de hogares o de individuos residentes. El derecho a una vivienda digna constituye uno de los derechos fundamentales del hombre y, como tal, se encuentra reconocido en la Constitución Española de 1978. Por tanto, los poderes públicos se encuentran obligados a promover la efectividad del derecho a la vivienda. El derecho a la vivienda no sólo es reconocido en España, sino también en otros países de nuestro entorno continental. No obstante, mientras que en países como Alemania o Reino Unido se ha potenciado el mercado del alquiler, en España, por el contrario, se ha venido potenciando básicamente la propiedad de la vivienda. En este sentido, las políticas llevadas a cabo desde mediados del siglo pasado han ido destinadas principalmente a potenciar la compra de vivienda, con el objetivo principal de impulsar la actividad constructora. Entre otras cabe destacar: • Políticas directas cuyo objetivo es impulsar la construcción de vivienda de protección oficial. La vivienda de protección oficial llegó a representar en torno al 60 por 100 del total de viviendas iniciadas a principios de la década de los ochenta del pasado siglo. Desde entonces han ido perdiendo importancia, hasta situarse en los primeros años del presente siglo en una cuantía ligeramente inferior al 10 por 100. Más recientemente, y como consecuencia del intenso descenso de la vivienda libre, dicho porcentaje ha aumentado hasta situarse en el entorno del 50 por 100, en 2009 y 2010, disminuyendo en años recientes a porcentajes cercanos al 40 por 100. El nivel de viviendas protegidas iniciadas en 2011 fue de 34.282 unidades, frente a las 122.285 viviendas que se iniciaron en 1981, es decir, un 179 por 100 menos. — 43 — • Política de arrendamientos. La Ley de arrendamientos urbanos de 1964, por la que se limitaba el aumento de la renta a pagar por los inquilinos, lo que desincentivaba la inversión en viviendas destinadas a tal fin. También es de resaltar la conocida como “Ley Boyer”, de 1985, por la que se suprimió la prórroga forzosa de los contratos de los arrendamientos urbanos, lo que provocó incertidumbre por parte de los inquilinos que optaron por la compra de vivienda. • Fiscalidad. En este ámbito, la política gubernamental se ha caracterizado por otorgar ayudas fiscales para el acceso a la vivienda en propiedad. Entre otras medidas, se puede destacar la desgravación por inversión en vivienda en el Impuesto sobre la Renta, cuentas ahorro-vivienda, la deducción de los intereses en los préstamos hipotecarios o las reducciones impositivas sobre las plusvalías generadas en la venta de una vivienda propia. En definitiva, durante décadas la política de vivienda ha venido apostando por la vivienda en régimen de propiedad en detrimento de la vivienda en alquiler. Actualmente, es el Ministerio de Fomento el responsable de la política de vivienda, que se enmarca dentro de los objetivos generales de la política económica y, al mismo tiempo, contribuye a fortalecer otras políticas sociales. No sólo pretende coadyuvar a la consecución de los fines de la política de empleo, facilitando la movilidad geográfica y laboral a través del fomento de la vivienda en régimen de alquiler, sino que también contribuye al logro de objetivos de políticas como la de cohesión social, favoreciendo el acceso a una vivienda digna a los grupos de población con menores ingresos, o las de protección de la familia, los mayores o los jóvenes. En España, las competencias en materia de vivienda, ordenación de territorio y urbanismo están transferidas a las Comunidades Autónomas en virtud del artículo 148.3 de la CE, las cuales asumen dichas competencias de forma exclusiva en función de lo establecido en sus correspondientes Estatutos de Autonomía. Sin embargo, el Estado continúa desempeñando actuaciones en esta materia, respaldado por lo establecido en diversas sentencias del Tribunal Constitucional, como la STC 61/1997, de 20 de marzo, que permite al Estado participar en materia de urbanismo a través de 40 las competencias que se le atribuyen en la misma ; así como la Sentencia STC 152/1988 de 20 de julio que establece que a pesar de que las Comunidades Autónomas ostenten una competencia exclusiva sobre la vivienda, ésta se encuentra “limitada por las competencias del Estado sobre las bases y coordinación de la planificación general de la actividad económica y sobre las bases de la ordenación del crédito”. El Estado tiene competencia propia en cuanto a la planificación general de la economía y, por tanto, de cada uno de los sectores productivos, entre los que se encuentra el mercado inmobiliario. Como consecuencia de la intervención del Estado en materia de vivienda, éste elabora planes plurianuales, aunque son las Comunidades Autónomas las que se encargan de su ejecución. Diversos son los planes plurianuales aprobados por los distintos gobiernos que ha tenido España en las últimas décadas. Entre los distintos focos de atención de los Planes de Vivienda, se pueden señalar la política de vivienda protegida, la promoción del alquiler, la política de acceso a la vivienda de determinados colectivos de la población (por ejemplo, los jóvenes) o la financiación de la vivienda, entre otros. Así, por ejemplo en relación con la política de vivienda protegida, el objetivo de los planes es favorecer el acceso a una vivienda a las personas con niveles de renta bajos y medios, en tanto en cuanto las ayudas sean atractivas a los constructores. Desde un punto de vista histórico, hasta 1976 las ayudas eran independientes del nivel de renta de los adquirentes. Con posterioridad comenzaron a establecerse condiciones sobre el tamaño de la vivienda y se discriminó en precios según la ubicación de la misma; además, las ayudas empezaron a concederse en función de la situación económica de las familias. Otros cambios han sido la inclusión de subsidios a los tipos de interés, la concesión de subvenciones personales o la introducción de ayudas directas a la compra de viviendas usadas. Más cercano en el tiempo, habría que señalar la inclusión de las “viviendas de precio tasado” con las que se pretendía facilitar el acceso a la vivienda con un precio límite, superior a la VPO. A pesar de todos los incentivos incluidos en los Planes de Vivienda, en la etapa del boom inmobiliario la vivienda de protección oficial resultó poco atractiva a los constructores que preferían acudir al mercado libre, en el que los precios de la vivienda eran superiores y, por ende, sus beneficios. Con 40 Artículo 149 y, más concretamente, los apartados 1 ,8, 13, 18 y 23. — 44 — Instituto de Estudios Fiscales ello, las medidas adoptadas por el Plan de Vivienda resultaron poco efectivas, siendo más interesantes las actuaciones acometidas en rehabilitación o alquiler. Otras actuaciones de interés contempladas por los Planes de Vivienda son la implantación de sistemas de ayuda para personas que acceden por primera vez a una vivienda, o las cuentas de ahorro-vivienda, con las que se premiaba el ahorro para la adquisición de viviendas. Con la llegada de la crisis inmobiliaria y económica, en general, tanto el gobierno de la anterior legislatura como el actual han sido conscientes de las dificultades del acceso a la vivienda de un elevado nivel de la población y han centrando sus actuaciones en la reactivación del mercado de alquiler, entre otras medidas. Otra regulación relevante en el ámbito de la vivienda es La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) que es uno de los cuerpos legales, junto con la Ley del Impuesto sobre la Renta y la Ley de Presupuestos, más importantes en la decisión sobre el régimen de disfrute de los servicios que proporciona la vivienda, propiedad o alquiler. La LAU determina los derechos y deberes de arrendadores y arrendatarios y se ha orientado a resolver el desequilibrio entre oferta y demanda de viviendas en alquiler. Las sucesivas LAU, desde la inicial de 1964, se han caracterizado por regular, entre otros, tres aspectos esenciales y fundamentales de la relación entre arrendadores y arrendatarios: a) la duración de los contratos de arrendamiento, b) las posibilidades de subrogación de dicho contrato, y c) la renta y los procedimientos para su actualización. La regulación de estas características de los contratos de arrendamiento incide decisivamente en la decisión de comprar frente a alquilar. Por ejemplo, la Ley de 1964, y las limitadas posibilidades de actualización de los alquileres que concedía, fue uno de los factores importantes en la reducción de la proporción de viviendas en alquiler desde su aprobación hasta el año 1985, así como del progresivo deterioro de los edificios destinados al alquiler. El Real Decreto 2/1985, también llamado Ley Boyer, con un objetivo reconocido de fomentar la vivienda en alquiler, intentó reequilibrar de nuevo los derechos de arrendatarios y arrendadores suprimiendo la prórroga forzosa para cualquier tipo de arrendamiento y permitiendo la actualización efectiva de las rentas. No obstante, debido al efecto contrapuesto de medidas presupuestarias en apoyo a la propiedad, el porcentaje de vivienda en alquiler siguió disminuyendo. La LAU de 1994 supone un nuevo intento de fomentar la vivienda en alquiler, con un renovado reequilibrio de los deberes y derechos de los arrendatarios y arrendadores a favor de los segundos. Esta ley señalaba que la duración del contrato de arrendamiento sería libremente decidida por las partes, aunque si dicha duración fuera inferior a cinco años el arrendatario podría prorrogarla por plazos anuales hasta alcanzar dicha duración sin que el arrendador pudiera oponerse. Llegada la fecha final del arrendamiento, una vez transcurridos los cinco años mínimos de duración, si ninguna de las partes notificaba a la otra el fin del contrato con un mes de antelación, se prorrogaba por periodos anuales hasta un máximo de tres años. Por otra parte, si las partes no habían fijado ninguna duración, se entendía que el contrato tenía una duración de un año. Respecto a la cesión y subrogación del contrato de arrendamiento, imponía multitud de restricciones frente a la legislación del pasado. La renta se fijaba con plena libertad entre las partes y su actualización no era obligatoria, aunque lo habitual era pactar aumentos en función de las variaciones en el coste de la vida. En cualquier caso, estas condiciones afectaban sólo a los contratos firmados con posterioridad a la aprobación de la esta ley. Respecto a los contratos sometidos a las anteriores legislaciones se reducían las posibilidades de subrogación y se permitía una cierta actualización de las rentas. Ya los datos del Censo de 2001 mostraban como la LAU de 1994 tampoco fue capaz de contrarrestar los incentivos a la compra de viviendas frente al alquiler, existentes en otras medidas legislativas, así como la cultura tradicional de la población española manifestada en su preferencia por la tenencia de una vivienda en propiedad. Y esta situación se ha prolongado al presente, tal como pone de manifiesto el Censo de Población y Vivienda de 2011, según el cual el 78,9 por 100 de los hogares residían en viviendas de su propiedad y tan sólo un 13,5 por 100 optaron por el alquiler. Además, el difícil equilibrio entre los derechos de arrendatarios y arrendadores dificulta también la acción de los tribunales de justicia, que, en muchos casos, provocan retrasos en la resolución de situaciones flagrantes de abuso, lo que también reduce la propensión a la tenencia en alquiler e incentiva el mantenimiento de inmuebles desocupados. — 45 — La Ley 4/2013, de 4 de junio, de medidas de flexibilización y fomento del mercado del alquiler de viviendas, trata de flexibilizar y dinamizar de nuevo este mercado, en la búsqueda de un equilibrio entre las necesidades de vivienda en alquiler y las garantías que deben ofrecerse a los arrendadores para su puesta a disposición en este mercado arrendaticio. Esta Ley modifica en profundidad la LAU de 1994, retoca la Ley de Enjuiciamiento Civil y crea un Registro de sentencias firmes de impagos de rentas de alquiler. Presenta los siguientes aspectos fundamentales: • Se refuerza la libertad de pactos y se da prioridad a la voluntad de las partes. • Se reduce la duración de las prórrogas, tanto obligatorias (de cinco a tres años) como tácitas (de tres a uno). Se da flexibilidad al mercado, permitiendo a ambas partes adaptarse a cambios eventuales de sus circunstancias personales. • Se facilita la recuperación del inmueble, para destinarlo a vivienda permanente (siempre que sea para el arrendador o familiares de primer orden). • Se facilita el desistimiento del contrato, por parte del arrendatario (una vez transcurridos al menos seis meses). • Se respetan los principios hipotecarios, de tal modo que los arrendamientos no inscritos sobre fincas urbanas no puedan surtir efectos frente a terceros. Otra forma de regulación en el mercado inmobiliario lo constituye la Ley del suelo, que regula los derechos y obligaciones de los propietarios de los terrenos. Los elementos básicos de esta legislación 41 son : • El régimen urbanístico del suelo define los usos (residencial, industrial) y los tipos (urbano, urbanizable, rústico, etcétera). • El planeamiento urbanístico delimita, mediante planes de ordenación urbana, los usos y clasificación del suelo de un municipio, área metropolitana, etcétera. • La valoración de los distintos tipos de suelo. La legislación sobre el suelo define cómo se debe valorar cada tipo: valor de mercado, valor inicial, etcétera. • La gestión urbanística se refiere a las fases administrativas que supone el proceso de promoción y construcción. La primera Ley del Suelo data de 1956 y ha sido revisada posteriormente. En 2007, se aprobó la Ley 8/2007, de 1 de junio, entre cuyas novedades se halla el mandato de reservar el 30 por 100 del suelo residencial de las nuevas actuaciones en vivienda para viviendas de protección pública. Ahora bien, esta normativa fue aprobada en pleno proceso expansivo de la construcción de viviendas y no se ajusta a la situación generada con el estallido del boom inmobiliario. Posteriormente se aprobó el Real Decreto Legislativo 2/2008, de 20 de junio, así como las medidas para el impulso de la recuperación económica y empleo (2010) y la Ley de Sostenibilidad (2011), que recogen diversas medidas que afectan a este ámbito. Más recientemente, hay que destacar la Ley 8/2013, de 26 de junio, de rehabilitación, regeneración y renovación urbanas, que trata de fomentar la calidad, la sostenibilidad y la competitividad en el suelo, acercando el marco normativo al europeo, sobre todo en relación con los objetivos de eficiencia, ahorro energético y lucha contra la pobreza energética. Además está Ley permite dejar en suspenso durante un plazo máximo de cuatro años la aplicación de lo dispuesto en la Ley 8/2007, de 1 de junio, relativo a la reserva de suelo residencial, por considerarse que la coyuntura actual no es la adecuada para este tipo de actuaciones. En todo caso, las sucesivas leyes aplicadas en España han sido incapaces de hacer frente al aumento del precio del suelo. La razón fundamental de este fracaso es que el precio del suelo se establece en función de la demanda del mismo, que a su vez es función de la demanda de viviendas y de su precio. 41 JOSÉ GARCÍA MONTALVO. La vivienda en España: desgravaciones, burbujas y otras historias. Perspectivas del sistema financiero, n.º 78/2003, págs.12 y sig. — 46 — Instituto de Estudios Fiscales 6.1. Las medidas presupuestarias Otra forma de intervención del sector público en el mercado inmobiliario son medidas de carácter fiscal. Además de las ayudas directas que se establecen en los planes de vivienda, el sector público posibilita el acceso a determinadas ayudas, de carácter indirecto, relativas al tratamiento fiscal de la vivienda, tanto en su vertiente de compra como de alquiler, en el sistema impositivo español, en particular en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). La vivienda ha venido experimentando un tratamiento fiscal muy favorable en el IRPF, impuesto que considera como deducción la desgravación tanto del importe satisfecho por el contribuyente en el ejercicio de la adquisición como, en el caso de que ésta se realice con financiación ajena, de la 42 amortización del capital y de los intereses, así como de los gastos que se deriven de la financiación . Desde 1985 hasta 1989, los beneficios podían disfrutarse tanto para la vivienda habitual como para las viviendas secundarias, lo que constituyó un factor de impulso en la compra de estas últimas, tal como queda reflejado en los censos de 1981 y 1991, ya que en dicho periodo pasaron de representar el 12,9 por 100 del total al 17,0 por 100. Por otra parte, hasta la reforma del IRPF que entró en vigor en 1999, Ley 40/1998, de 9 de diciembre, del impuesto de la renta de las personas físicas y otras normas tributarias, la posesión de una vivienda daba lugar a la imputación de un rendimiento inmobiliario basado en el valor catastral. A partir de esta fecha, en los rendimientos del capital inmobiliario se suprime el rendimiento estimado de la vivienda habitual, y sólo se mantiene para las viviendas secundarias a efectos de cómputo en el IRPF. Esta reforma también modificó el límite fijo conjunto de las deducciones por inversión en vivienda independientemente de la renta, que se estableció, con carácter general, en el 15 por 100 de las cantidades satisfechas en el periodo de que se trate por la adquisición o rehabilitación de la vivienda, con un máximo de 1.500.000 pesetas, equivalente a 9.015 euros (incluidos los gastos incurridos así como en la financiación ajena, la amortización y los tipos de interés), a diferencia de la normativa anterior que establecía una deducción cuyo límite máximo era un 30 por 100 de la base imponible. Además en esta reforma se establecieron determinados porcentajes de deducción en función de determinados requisitos: a) Durante los dos años siguientes a la adquisición o rehabilitación de vivienda, el 25 por 100 para los 4.508 primeros euros y el 15 por 100 hasta los 9.015; b) con posterioridad, los porcentajes eran del 10 por 100 y el 20 por 100, respectivamente. También se permitía aplicar deducciones por cantidades depositadas en entidades de crédito que se destinaran a la primera adquisición o rehabilitación de vivienda habitual, las llamadas “cuentas de ahorro para la vivienda”. Según los datos del Ministerio de Hacienda en 2002, las modificaciones introducidas en las deducciones a la vivienda por la reforma de 1999 hicieron que la participación de las rentas inferiores a 21.000 euros en la deducción por vivienda aumentaran del 57,1 por 100 de 1998 hasta el 65,9 por 100 en 1999. Gran parte de este cambio se debió a la fijación del nuevo límite. La Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, por razones de cohesión social, mantuvo el apoyo fiscal a la adquisición o rehabilitación de viviendas, si bien se rebajaron las deducciones en comparación con la reforma de 1999. Se mantuvo la deducción del 15 por 100 de las cantidades satisfechas en el periodo de aportación y la base máxima de 9.015 euros anuales (actualizada a 9.040 euros en años recientes), pero se eliminó la posibilidad de deducciones superiores. Sin embargo, para aquellos que hubiesen comprado con anterioridad al 20 de enero de 2006, se establecía una compensación fiscal al efecto. Con posterioridad, se ha endurecido la normativa relativa a las deducciones por inversión en vivienda habitual, como la reflejada en la Ley 39/2010, de 22 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2011, en la que se establecía que solamente sería aplicable por los contribuyentes cuya base imponible fuera inferior a 24.107,20 euros. No obstante, los contribuyentes que adquirieron su vivienda habitual antes del 1 de enero de 2011 pudieron continuar con las deducciones del sistema anterior. Igualmente, en el Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, se establecía la eliminación en el periodo impositivo 2012 de la compensación fiscal por deducción en adquisición de vivienda habitual aplicable a los contribuyentes que adquirieron su vivienda antes de 20 de enero de 2006. Por último, destacar lo establecido en la Ley 16/2012, de 27 de diciembre, por la que se adoptan diversas medidas tributarias dirigidas a la consolidación de las finanzas públicas y 42 Las cantidades invertidas se consideran a medida que se vayan amortizando los préstamos obtenidos. — 47 — al impulso de la actividad económica, en la que se eliminan las deducciones a la compra de vivienda habitual para los adquirentes de vivienda a partir del 1 de enero de 2013. No obstante, establece un régimen transitorio por el que podrán continuar practicando la deducción por inversión en vivienda en ejercicios futuros aquellos contribuyentes que hubieran adquirido antes del 31 de diciembre de 2012 su vivienda habitual o satisfecho cantidades antes de dicha fecha para la construcción, ampliación, rehabilitación o realización de obras por razones de discapacidad en su vivienda habitual. En cuanto a las ayudas al alquiler, e IRPF incluyó desde 1992 hasta 1998 una deducción por alquiler que fue eliminada por la reforma que entró en vigor en 1999. De esta manera, la reforma de 1999 presenta medidas que tenían efectos contradictorios sobre la promoción de la vivienda en alquiler. Por una parte, la fijación de un límite independiente de la renta para las deducciones por compra de vivienda, lo que implica una reducción del subsidio efectivo a la adquisición de vivienda en propiedad para muchos niveles de renta y, por otra, la eliminación del rendimiento imputable por la propiedad de la vivienda habitual y la eliminación de la deducción por alquileres que tienen el efecto contrario. Sin embargo, con el fin de incentivar el alquiler, por parte del Ministerio de la Vivienda de entonces, en la declaración de la renta de 2008 se permitió la deducción por arrendamiento, que hasta entonces sólo aplicaban algunas Comunidades Autónomas y a determinados grupos sociales y que a partir de dicho año se amplía a todo el Estado y a todas las personas, cuya base imponible no supere los 24.020 euros. En concreto, se permite deducir a los inquilinos el 10,05 por 100 de las cantidades satisfechas en el periodo impositivo por alquiler de vivienda habitual. A estas ayudas se añaden las practicadas por las Comunidades Autónomas. Por otra parte, en la declaración del IRFP también los arrendatarios tienen determinados incentivos fiscales. Así, en la declaración de la renta de 2011, se estableció una reducción del rendimiento neto del 60 por 100 (100 por 100 si el inquilino tiene entre 18 y 30 años) al igual que la deducción de intereses y gastos de financiación, más determinadas tasas y gastos de comunidad. Todas estas intervenciones presupuestarias del sector público tienen dos efectos: en primer lugar provocan una reducción del coste efectivo de la compra o alquiler de una vivienda, y en segundo término, tienen un coste en términos presupuestarios para el sector público. El coste efectivo para el Estado está constituido tanto por el gasto público que suponen los distintos Planes estatales de vivienda y a los que se destina una partida de gasto dentro del presupuesto, como por la disminución de ingresos tributarios provenientes de las distintas deducciones aplicadas en el IRPF sobre la renta con el fin de incentivar determinadas políticas de vivienda. Así, por ejemplo, en los Presupuestos Generales del Estado para 2014, los créditos de la política de vivienda ascienden a 799,64 millones de euros, lo que representa un aumento del 4,4 por 100 respecto al presupuesto inicial de 2013. Y tal como recogen dichos Presupuestos, más de un 96,6 por 100 del total corresponde a los créditos asignados al programa de Promoción, administración y ayudas para la rehabilitación y acceso a la vivienda, que contiene, entre otros, los créditos destinados a ejecutar los Planes Estatales, a través de los que se desarrolla la política de vivienda asumida por el Estado. La promoción del alquiler es uno de los ejes centrales de los Planes, tratando de incidir tanto en la oferta como en la demanda. Desde la oferta, se han constituido ayudas para la construcción y promoción de vivienda en alquiler. Existen además líneas creadas para movilizar las viviendas vacías y se cofinancia la vivienda de promoción pública en alquiler, cuyo fin es el acceso a la vivienda pagando una renta de arrendamiento reducida (inferior al precio del mercado libre). Dentro de esta política, la renta básica de emancipación de los jóvenes, aunque fue derogada en 2011, a la continúan teniendo derecho los jóvenes que tuvieran derecho reconocido o lo hubieran solicitado antes del 31 de diciembre de 2011, hasta que cumplan los 30 años o lo hayan disfrutado durante cuatro años. Estas medidas se completan con deducciones fiscales, con mejoras en las garantías para propietarios e inquilinos y con incentivos a la construcción de viviendas destinadas al alquiler. Las dotaciones presupuestarias de la política de vivienda incluyen, además, un conjunto de acciones puntuales para atender problemas específicos, como las subvenciones para la remodelación de barrios, estudios de investigación (en arquitectura y vivienda) o la elaboración de normas básicas reguladoras de la innovación y calidad de la edificación. También se realizan actuaciones dirigidas a la conservación del patrimonio arquitectónico histórico y social. En materia de urbanismo y suelo, durante 2014 se prestará apoyo y asistencia técnica al — 48 — Instituto de Estudios Fiscales desarrollo de nuevos proyectos y actividades relacionadas con la reciente aprobación de la Ley 8/2013, de 26 de junio, de rehabilitación, regeneración y renovación urbanas y la Ley 4/2013, de 4 de junio, de medidas de flexibilización y fomento del mercado del alquiler de viviendas. A tenor de lo expuesto, se comprueba que tanto la demanda como la oferta de vivienda están muy expuestas, por vías diversas, a la influencia de las políticas gubernamentales: por un lado, es posible estimular la demanda, mejorando las condiciones de financiación (tipos de interés bajos, facilidades de crédito, etc.), aumentando el gasto público en vivienda protegida o disminuyendo la presión fiscal sobre la misma, incluso se podrían utilizar las ayudas subjetivas para fomentar determinadas áreas del mercado de vivienda. Por su parte, también la oferta puede verse favorecida a través de estímulos macroeconómicos que potencien la inversión en vivienda, por ejemplo con medidas de carácter urbanístico, de acceso al crédito, incentivos a la construcción de viviendas protegidas, bonificaciones fiscales, entre otras actuaciones. 6.2. Otras actuaciones 6.2.1. Medidas en el sistema financiero. La creación de la SAREB El estallido del boom inmobiliario que se ha traducido en importantes pérdidas por parte de las empresas del sector así como en un aumento de la morosidad, junto con la elevada exposición del sector bancario al sector inmobiliario, han constituido factores determinantes del deterioro de los resultados de la banca, llegando a crear incluso problemas de solvencia en algunas entidades 43 financieras, principalmente las cajas de ahorros, altamente expuestas al crédito hipotecario . La intensidad de la crisis financiera ha puesto de manifiesto la necesidad de intervención de los poderes públicos para garantizar la viabilidad de las entidades de crédito y la estabilidad del sistema financiero, mediante procedimientos adecuados que permitan una correcta reestructuración, resolución y saneamiento de entidades con dificultades. Por ello, el Gobierno a fin de sanear el sistema bancario español y reactivar el mercado inmobiliario ha adoptado una serie de iniciativas destinadas a liberar a las entidades financieras de los activos inmobiliarios traspasados por sociedades inmobiliarias a la banca, tras los acuerdos alcanzados entre ellas, en relación con los altos niveles de deuda del sector de la construcción e inmobiliario con el sistema bancario. En este marco, se ha creado en noviembre de 2012 la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB) que se enmarca en el programa de asistencia a España para la recapitalización del sector financiero y cuyo objetivo es la gestión de activos problemáticos transferidos por entidades de crédito, objetivo para el que se aprobaron diversas leyes: la Ley 8/2012, de 30 de octubre, sobre saneamiento y venta de activos inmobiliarios del sector financiero, la Ley 9/2012, de 14 de noviembre, de reestructuración y resolución de entidades de crédito y el Real Decreto 1559/2012, de 15 de noviembre, por el que se establece el régimen jurídico de las sociedades de gestión de activos. En definitiva, como parte del proceso de reestructuración del sistema financiero y, por mandato legal, se encomendó al FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) la constitución del SAREB que es una sociedad de gestión de activos (SGA), de carácter privado, a la que se le transfieren los activos de las entidades que mayoritariamente atraviesan dificultades (participadas por el FROB o que, a juicio del Banco de España, en el marco actual, vayan a requerir la apertura de un proceso de reestructuración o de resolución) con el objetivo de reducir los riesgos de las mismas y liquidar de forma ordenada los activos problemáticos, cuya gestión la realizan las propias entidades financieras cedentes. Al mismo tiempo busca la máxima rentabilidad para sus accionistas, para lo cual el SAREB se compromete a actuar bajo los principios de integridad, transparencia y compromiso cívico, desarrollando su actividad en un plazo máximo de quince años. En cuanto a la estructura del capital social del SAREB, el 55 por 100 está en manos de entidades privadas, mientras que el restante 45 por 100 pertenece al FROB, ya que la Ley dispone que la participación pública en ningún caso pueda superar el 50 por 100 del capital. SAREB recibió casi 200.000 activos por valor de 50.781 millones de euros, de los que el 80 por 100 son activos 43 Los créditos morosos en bancos, cajas, cooperativas y entidades financieras alcanzaron los 190.516 millones en noviembre de 2012. — 49 — financieros y el 20 por 100 activos inmobiliarios. Las Comunidades Autónomas que más inmuebles han transferido a la SAREB han sido Cataluña (23,7 por 100 del total de activos transferidos), Valencia (16,3 por 100), Andalucía (11,4 por 100) y Madrid (10,9 por 100), mientras que en el extremo opuesto se encuentran Navarra (0,2 por 100), País Vasco (0,3 por 100) y La Rioja (0,7 por 100), lo que pone de manifiesto que la zona del Levante es la que más inmuebles ha aportado a la SAREB, ya que entre Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía, representan el 56,6 por 100 del total de activos transferidos. El Consejo de Administración está compuesto por quince miembros de los cuales cinco son consejeros independientes, cumpliendo así con lo establecido en la norma que regula su creación –el RDL 1559/2012, de 15 de noviembre– que establece un mínimo de cinco y un máximo de quince miembros, siendo al menos una tercera parte de los mismos consejeros independientes. Complementariamente y para apoyar y asistir al Consejo de Administración, SAREB ha constituido los Comités de Dirección, de Riesgos, de Inversiones y de Activos y Pasivos, que coexisten con el Comité de Retribuciones y Nombramientos y con el Comité de Auditoría. La SAREB deberá emitir periódicamente, cada semestre, información al Banco de España y a la Comisión de Seguimiento sobre su actividad, grado de cumplimiento de los objetivos y razones y causas de posibles desviaciones que se hayan producido. Al mismo tiempo, un experto independiente, cuyo procedimiento de designación corresponde al Banco de España, elaborará un segundo informe en el que se evaluará si las actuaciones llevadas a cabo por la SAREB se ajustan al cumplimiento de los objetivos que le han sido encomendados, y que deberá trasladar tanto al Banco de España como a la Comisión de Seguimiento. 6.2.2. Medidas en el sistema hipotecario. Ley de desahucios La crisis económica ha causado un importante efecto negativo tanto sobre la economía como sobre la sociedad, en general. El deterioro de la actividad económica se ha traducido en un elevado aumento del nivel de desempleo, que ha provocado que familias que en condiciones normales podían hacer frente a sus compromisos hipotecarios, en el marco actual no pueden atender a sus obligaciones de pago con las entidades financieras, las cuales han puesto en marcha procesos de ejecución hipotecaria amparadas por la legislación vigente, provocando que determinados colectivos de población se vean obligados a abandonar sus viviendas habituales. Todo lo cual ha causado una importante convulsión en la sociedad española y ha presionado a los poderes públicos a adoptar medidas en materia de vivienda destinadas a la protección de estos colectivos, los desahuciados. Atendiendo a la situación del mercado, se han emprendido diversas actuaciones destinadas a abordar la realidad concreta en que se encuentra el mercado inmobiliario español, como el Real Decreto Ley 6/2012, de 9 de mayo, de medidas urgentes de protección de deudores hipotecarios sin recursos, la Ley 1/2013 de 14 de mayo, de medidas para reforzar la protección a los deudores hipotecarios, reestructuración de deuda y alquiler social o la Ley 4/2013, de 4 de junio, de medidas de flexibilización y fomento del mercado del alquiler de viviendas. Estas últimas fueron elaboradas para atender a la seguridad de familias que se encuentren en situación de vulnerabilidad como consecuencia de las circunstancias excepcionales de la crisis económica, caída de la actividad económica y desempleo, que han provocado que las familias no puedan hacer frente a sus obligaciones de pago con las entidades financieras, lo que ha puesto en marcha el proceso de ejecución hipotecaria dejando a este segmento de la población sin vivienda, en múltiples casos. En concreto, el RDL introduce determinados procedimientos para reestructurar la deuda generada en tales circunstancias, sin perjuicio de lo establecido en el sistema hipotecario español, siempre y 44 cuando las personas afectadas se encuentren dentro del umbral de exclusión definido al efecto. 44 Artículo 3 RDL 9/2012. Definición del umbral de exclusión. Se considerarán situados en el umbral de exclusión aquellos deudores de un crédito o préstamo garantizado con hipoteca sobre su vivienda habitual, cuando concurran en ellos todas las circunstancias siguientes: a) Que todos los miembros de la unidad familiar carezcan de rentas derivadas del trabajo o de actividades económicas. A estos efectos se entenderá por unidad familiar la compuesta por el deudor, su cónyuge no separado legalmente o pareja de hecho inscrita y los hijos con independencia de su edad que residan en la vivienda. b) Que la cuota hipotecaria resulte superior al 60 por cien de los ingresos netos que perciba el conjunto de los miembros de la unidad familiar. — 50 — Instituto de Estudios Fiscales Se han establecido, por una parte, unas medidas cautelares para evitar una inclusión fraudulenta en este umbral de exclusión y, por otra, el llamado Código de Buenas Prácticas al que pueden acogerse de manera facultativa las entidades de crédito y que tiene la misión de implicar al sistema financiero español en el esfuerzo colectivo necesario para aliviar la situación extrema de muchos hogares españoles. Las actuaciones llevadas a cabo en el marco del Código de Buenas Prácticas serán evaluadas por una Comisión de Control, compuesta por representantes del Ministerio de Economía y Competitividad, Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la Asociación Hipotecaria Española y el Banco de España. Para estas situaciones en las que sea necesaria la reestructuración de la deuda hipotecaria constituida sobre la vivienda habitual de personas que se encuentran dentro del anteriormente definido umbral de exclusión, el Código de Buenas Prácticas establece el siguiente procedimiento de actuación: en primer lugar, se procederá a una reestructuración viable de la deuda hipotecaria en la cual la entidad financiera deberá definir un plan viable para el deudor hipotecario, 45 teniendo en cuenta las medidas establecidas en el RDL para este caso . En segundo lugar, en caso de no ser suficiente la anterior medida o ésta sea inviable, las entidades financieras deberán ofrecer una quita de la deuda hipotecaria, como medida complementaria. Por último, y si no se han conseguido los efectos buscados mediante las dos medidas anteriores, se procederá a la dación en pago, como medida sustitutiva, que supondrá la liberación definitiva de su deuda, pudiendo permanecer el arrendatario en dicha vivienda mediante el pago el 3 por 100 del importe de la deuda en el momento en que se produzca la dación en pago. Posteriormente, la Ley 1/2013, de 14 de mayo, de medidas para reforzar la protección a los deudores hipotecarios, reestructuración de deuda y alquiler social, incorpora una serie de modificaciones en el Código de Buenas Prácticas, así como en diversas leyes, como la Ley Hipotecaria, en la que se establece el límite de tres veces el interés legal del dinero para el cálculo de los intereses de demora, los cuales en ningún caso podrán ser capitalizados, o la Ley de Enjuiciamiento Civil en la que, como medida principal se establece la posibilidad de que si tras la ejecución hipotecaria de una vivienda habitual aún quedara deuda por pagar, durante el procedimiento de ejecución dineraria posterior se podrá condonar parte del pago de la deuda remante, siempre que se cumpla con ciertas obligaciones de pago. En la misma línea de actuación, el 17 de enero de 2013 se firmó el Convenio para la constitución del Fondo Social de Viviendas, tal y como se encomienda al Gobierno tanto en el Real Decreto Ley 27/2012, de 15 de noviembre, de medidas urgentes para reforzar la protección a los deudores hipotecarios como en la Ley 1/2013, de 14 de mayo. El Fondo Social de Viviendas pretende que familias que hayan sido desalojadas de sus viviendas por impago de la deuda hipotecaria y se encuentren en situación de vulnerabilidad puedan acceder a una vivienda a través del pago de un alquiler que sea asumible de acuerdo a sus circunstancias, que será entre 150 y 400 euros mensuales con el límite del 30 por ciento de los ingresos totales de la familia. Este Convenio ha sido firmado por los Ministerios de Economía y Competitividad, Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Fomento, Banco de España, la Federación Española de Municipios y Provincias, la Plataforma del Tercer Sector, las patronales bancarias y 33 entidades de crédito, las cuales han aportado inicialmente al Fondo 5.891 viviendas que podrá ser ampliado 6.3. Planes de vivienda La actuación estatal en materia de vivienda se ha visto reflejada en los sucesivos planes de vivienda de 1981-1983 (Real Decreto 2455/1980, de 7 de noviembre), 1984-1987 (Real Decreto 3280/1983, de c) Que el conjunto de los miembros de la unidad familiar carezca de cualesquiera otros bienes o derechos patrimoniales suficientes con los que hacer frente a la deuda. d) Que se trate de un crédito o préstamo garantizado con hipoteca que recaiga sobre la única vivienda en propiedad del deudor y concedido para la adquisición de la misma. e) Que se trate de un crédito o préstamo que carezca de otras garantías, reales o personales o, en el caso de existir estas últimas, que en todos los garantes concurran las circunstancias expresadas en las letras b) y c). f) En el caso de que existan codeudores que no formen parte de la unidad familiar, deberán estar incluidos en las circunstancias a), b) y c) anteriores. 45 Redactado con las modificaciones establecidas en la Ley 1/2013, de 14 de mayo, de medidas para reforzar la protección a los deudores hipotecarios, reestructuración de deuda y alquiler social: 1. Carencia en la amortización de capital de cinco años. 2. Ampliación del plazo de amortización hasta un total de 40 años a contar desde la concesión del préstamo. 3. Reducción del tipo de interés aplicable a Euribor + 0,25 por 100 durante el plazo de carencia. — 51 — 14 de diciembre), 1988-1992 (Real Decreto 1494/1987, de 4 de diciembre), 1992-1995 (Real Decreto 1932/1991, de 20 de diciembre), 1996-1999 (Real Decreto 2190/1995, de 28 de diciembre), 1998­ 2001 (Real Decreto 1186/1998, de 12 de junio), 2002-2005 (Real Decreto 1/2002, de 11 de enero) y 2005-2008 (Real Decreto 801/2005, de 1 de julio), el Plan Estatal de Vivienda y Rehabilitación 2009­ 2012 (Real Decreto 2066/2008, de 12 de diciembre). Todos estos planes tienen elementos comunes, como el fomentar la construcción de viviendas, ocupando nuevos suelos y potenciar el crecimiento de las ciudades. Igualmente, se apuesta por la propiedad como forma principal de acceso a la vivienda y se establecen bases de referencia a muy largo plazo. La crisis económica y financiera que afecta a España y que ha incidido con especial intensidad en el sector de la vivienda ha conducido a la necesidad de reorientar las políticas en esta materia. Esta realidad económica ha llevado a desarrollar un modelo alternativo que equilibre el acceso a la vivienda, tanto en propiedad como en alquiler, así como impulsar la movilidad para reactivar el mercado de trabajo. En este marco, el Ministerio de Fomento ha elaborado el Plan de Infraestructuras, Transporte y Vivienda (PITVI) 2012-2024, en el que se enmarca el Real Decreto 233/2013, de 5 de abril, por el que se regula el Plan Estatal de fomento del alquiler de viviendas, la rehabilitación edificatoria, y la regeneración y renovación urbanas, 2013-2016. A continuación se resumen los principales aspectos tratados en los más recientes planes de vivienda, por su influencia en el periodo del boom económico y la más reciente etapa de recesión económica. El Ministerio de la Vivienda, creado por RD 553/2004, de 17 de abril, adoptó una amplia batería de medidas, recogidas en el Plan Estatal de Vivienda 2005-2008, según RD 801/2005, de 1 de julio, con un presupuesto de 6.822 millones de euros (frente a los 3.380 millones del Plan anterior, 2002-2005) y movilización de 33.000 millones de euros en préstamos con el objetivo de construir 442.000 46 viviendas y garantizar el acceso a una vivienda a 720.000 familias . Este Plan fue elaborado en colaboración con las Comunidades Autónomas y de acuerdo con la Confederación Sectorial. Este Plan se articulaba en torno a seis ejes estratégicos: 1. Concertación y coordinación con los agentes sociales y las Administraciones Públicas. 2. Equilibrar venta y alquiler y movilizar las viviendas vacías. 3. Calidad, accesibilidad y respeto al medio ambiente. 4. Ocupación, desarrollo sostenible del suelo y conservación del parque existente. 5. Recursos suficientes y uso eficiente de los mismos. Control del fraude. 6. Parque suficiente y estable con nuevos tipos de vivienda protegida. En este marco, las actuaciones prioritarias iban dirigidas a: a) favorecer el acceso a los ciudadanos con menores ingresos, mediante el incremento del parque de vivienda protegida, con ayudas a la entrada y la creación de viviendas de precio concertado; b) aportar soluciones específicas para ciudadanos con dificultades, tales como personas discapacitadas y mayores de 65 años, víctimas de la violencia de género y terrorismo y familias numerosas; c) apoyar a la población joven, mediante el estímulo de la vivienda de alquiler, con ayudas directas para pagar el alquiler, ayudas a promotores o promoción de viviendas de reducido tamaño (programa de vivienda joven de alquiler); d) impulsar la vivienda en alquiler, a través de ayudas a inquilinos y promotores, ayudas a la adquisición de viviendas para ponerlas en alquiler o movilización de viviendas vacías; e) fomentar la rehabilitación de viviendas en centros históricos o de interés arquitectónico, con el fin de recuperar el entorno y evitar el consumo excesivo de suelo y, por último; f) promocionar viviendas sostenibles, acordes al Código Técnico de Edificación, con ello se pretendía la mejora de la calidad de las viviendas, incorporando, innovaciones tecnológicas en cuanto a materiales de construcción, eficiencia energética, tratamiento de residuos, entre otros aspectos. Con posterioridad se aprobó el Plan Estatal de Vivienda y Rehabilitación 2009-2012 (PEVR), aprobado por Real Decreto 2066/2008, de 12 de diciembre, que pretendía abordar los principales problemas a los que se enfrentaba el sector de la vivienda, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, consecuencia de los excesos del pasado y con el ánimo de dar salida al stock de viviendas que la crisis estaba generando. El Plan estaba dotado con 10.188 millones de euros, en torno a un 49,3 por 46 Presentación del Plan 2005-2008 para favorecer el acceso de los ciudadanos a la vivienda. Ministerio de la Vivienda, 2005. — 52 — Instituto de Estudios Fiscales 100 más que el anterior, y preveía movilizar 34.000 millones en préstamos para beneficiar a un millón de familias. Dentro del Plan, se acordó con las Comunidades Autónomas un fondo de 110 millones de euros, incluidos en el Plan de Estímulo de la Economía y el Empleo y que pretendía que junto con las VPO, la rehabilitación para la creación de vivienda protegida consiguiera recuperar la actividad del sector inmobiliario. Este Plan se articulaba en torno a los siguientes ejes: 1. Promoción de la vivienda protegida. 2. Ayudas a demandantes de vivienda. 3. Áreas de rehabilitación integral y renovación urbana. 4. Ayudas RENOVE a la rehabilitación y eficiencia energética. 5. Ayudas para adquisición y urbanización de suelo para vivienda protegida. 6. Ayudas a instrumentos de información y gestión del Plan. Con estos ejes estratégicos se pretendía: • Garantizar a todas las familias y ciudadanos la libertad de elegir el modelo de acceso a la vivienda que mejor se adaptara a sus circunstancias. • Lograr que el esfuerzo de las familias para acceder a una vivienda no superara la tercera parte de sus ingresos. • Facilitar que la vivienda protegida se pudiera obtener tanto por nueva promoción, como por rehabilitación del parque existente. • Conseguir que del total de actuaciones relacionadas, no menos del 40 por ciento se destinara al alquiler. • Establecer las condiciones que garanticen a los ciudadanos el acceso a la vivienda en condiciones de igualdad. • Mantener un régimen jurídico de la protección pública de las viviendas de larga duración. • Alentar la participación e implicación de los ayuntamientos en el Plan de Vivienda con la oferta de suelos dotacionales y la actuación de actuaciones de urbanización con destino a la construcción preferente de viviendas protegidas en alquiles. • Reforzar la actividad de rehabilitación y mejora del parque de viviendas ya construido, singularmente en aquellas zonas como son los centros históricos, los barrios y centros degradados o con edificios afectados por problemas estructurales y contribuir, con las demás administraciones, a la erradicación de la infravivienda y el chabolismo. • Orientar todas las intervenciones hacia la mejora de su eficiencia energética y de sus condiciones de accesibilidad. • Garantizar que la atención pormenorizada a los ciudadanos en su relación con el acceso o la rehabilitación de sus viviendas se haga extensiva a todos los rincones del territorio. En octubre de 2010, se suprimió el Ministerio de la Vivienda, que tras el traspaso de competencias a las Comunidades Autónomas, le quedaron escasas competencias y poco efectivas y fue reconvertido en la Secretaría de Estado de Vivienda y Actuaciones Urbanas, en el Ministerio de Fomento. Actualmente, las actuaciones en materia de vivienda se desarrollan en la Secretaría de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda, creada mediante RD 447/2012, de 1 de marzo. Al presente, la política del Ministerio de Fomento en el ámbito de la arquitectura, la vivienda y el suelo se centra en tres principios básicos: la cohesión social y territorial, la competitividad económica y la sostenibilidad. Sus líneas estratégicas se encuentran en el Plan de Infraestructuras, Transporte y Vivienda (PITVI) 2012-2024, que el Ministerio de Fomento presentó en septiembre de 2012 (actualizado a noviembre de 2013) y que se espera sea aprobado a lo largo del presente año. Es el resultado de la — 53 — necesidad de una nueva planificación estratégica en el ámbito de las infraestructuras de transporte y la vivienda. Las prioridades principales serán el fomento del alquiler y la rehabilitación de viviendas. En concreto, las líneas estratégicas del Ministerio en materia de arquitectura, vivienda y suelo son: • La orientación de la política al crecimiento económico y la creación de empleo, que se refleja en el Plan Estatal de fomento del alquiles de viviendas, la rehabilitación edificatoria y la regeneración y renovación urbanas, 2013-2016, aprobado por Real Decreto 233/2013, de 5 de abril. – Este plan se propone arbitrar incentivos que contribuyan a la reactivación del sector inmobiliario, con particular atención a los grupos más vulnerables. – Tiene vocación social y pone especial énfasis en el fomento del alquiler. • La garantía de la cohesión territorial y el equilibrio entre las Comunidades Autónomas, que afectará a las actuaciones inversoras y ayudas. • La eficiencia en la gestión pública (simplificación y mejora de la coordinación interadministrativa). • La calidad de los servicios prestados. A partir de estas líneas estratégicas se definen los ejes principales: 1. Rehabilitación. 2. Acceso a la vivienda de alquiler. 3. Calidad y sostenibilidad de la edificación y el suelo, fuentes de innovación, competitividad y creación de empleo. – Impulso del urbanismo sostenible, en el marco competencial del Estado en colaboración con las Comunidades Autónomas y la Federación Española de Municipios y Provincias. 4. Stock de viviendas nuevas y usadas. – El Consejo de Ministros aprobó la introducción de estímulos fiscales a la compra de vivienda para el ejercicio 2012. – Adopción de medidas destinadas a contribuir la puesta en valor del stock de viviendas usadas vacías y movilización del de viviendas nuevas. 5. Rehabilitación del patrimonio arquitectónico. – Colaboración con otras administraciones en la Rehabilitación del Patrimonio Arquitectónico y en la Conservación del patrimonio Histórico Artístico. 6. Reconversión y reactivación del sector de la construcción. El Ministerio se establece como metas: – Promover una estrategia común sobre suelo y vivienda que tenga en cuenta el desarrollo de la actividad económica y el empleo sobre suelo productivo. – Promover, difundir e internacionalizar la arquitectura española y el sector inmobiliario español. El Plan Estratégico asume los compromisos establecidos en planes anteriores y los reajusta a los nuevos escenarios presupuestarios y a la demanda actual de los ciudadanos en un proceso de propiciar un cambio de cultura desde el acceso a la vivienda en propiedad a la vivienda en alquiler. Los programas de actuación son: • Programa de regulación, transparencia y seguridad. – Se orienta a favorecer la reconversión del sector, priorizando el impulso de la vivienda de alquiler y la rehabilitación y la regeneración y renovación urbana. • Programas de gestión e inversión. – Mejorar los procesos relacionados con actuaciones inversoras o convenios con otras entidades y facilitar la información. ○ Observatorio de la vivienda y suelo, sistema de información urbana, puesta en valor del stock de viviendas, etc. — 54 — Instituto de Estudios Fiscales • Programas de ayudas públicas y subvenciones. – Ayudas públicas para incentivar determinadas actividades o ayudar a algunos colectivos en situación de vulnerabilidad. 6.4. Políticas de fomento del alquiler Tal como se ha señalado en párrafos anteriores, desde mediados del siglo pasado la política de vivienda se ha centrado, principalmente, en el impulso de la vivienda en régimen de propiedad. A todo ello se ha unido el hecho de que, desde mediados de la década de los noventa del siglo pasado, un conjunto de factores que impulsaron la demanda de viviendas provocaron el consiguiente aumento de los precios de las mismas, dando lugar a la exclusión de parte de la población al acceso a la vivienda. La cultura de la adquisición de viviendas en propiedad se ha prolongado al presente; prueba de ello es que el porcentaje de viviendas en alquiler representa solamente el 13,5 por 100 del total, cuantía muy inferior a la registrada por los países de la Europa de los quince, que se estima en torno al 30 por 100. Atendiendo a lo expuesto, la orientación de la política económica se ha ido dirigiendo a potenciar el mercado en alquiler, y para ello se han venido introduciendo diversos cambios legislativos encaminados a estimular la profesionalización de la oferta. Dichos cambios tratan, por un lado, de flexibilizar los requisitos del régimen especial en el Impuesto de Sociedades para las sociedades dedicadas al 47 arrendamiento de viviendas y, por otro, permitir a las instituciones de inversión inmobiliaria realizar promoción de viviendas en alquiler. En 2007 se puso en marcha un paquete de medidas, que incluía un amplio abanico de iniciativas estímulo tanto de la oferta como de la demanda de viviendas en alquiler. Todo ello con el objetivo facilitar la emancipación juvenil y equilibrar el mercado entre la vivienda en propiedad y alquiler, que a finales del 2007, esta última apenas representaba el 11 por 100 del total del parque viviendas. de de ya de Uno de los factores que explican que el mercado de alquiler no haya crecido es la escasa operatividad de los mecanismos de defensa ante los impagos a los que se enfrentan los propietarios, debido a que los procesos judiciales son muy lentos. La inseguridad que esto genera, además de retraer la oferta, tiene un efecto adverso sobre la demanda, pues, en último término, al requerir el establecimiento de avales contribuye a encarecer los alquileres. Para resolver esta cuestión se han introducido medidas tales como la creación de los juicios rápidos en enero de 2001, que, sin embargo, han resultado ser poco ágiles, o la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje, que permitió la incorporación de la “garantía de alquiler”, por la que se reducían notablemente los plazos para ejecutar un desahucio. Sin embargo, parece que ninguna de estas medidas ha disuadido a los propietarios, al no haber demostrado una gran efectividad durante los últimos años. Con posterioridad, se han ido introduciendo novedades fiscales para hacer más atractivo tanto el alquiler como la compra de vivienda desde el punto de vista fiscal. La Ley 39/2010, de 22 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2011, introduce cambios en la deducción por alquiler de vivienda habitual (artículo 68.7 de la LIRPF) y en la deducción por arrendamiento de vivienda (artículo 23.2 de la LIRPF), que suponen mejoras impositivas tanto para el arrendador como para el arrendatario, puesto que ambos pueden beneficiarse o bien de reducciones en la base o de deducciones en la cuota. Entraron en vigor, con vigencia indefinida, el 1 de enero de 2011. A estas medidas de diverso índole cabe añadir las que se consignan en los Planes de viviendas más reciente que se han venido centrando en la potenciación de la vivienda en alquiler, tal como se ha señalado. Como resultado de los distintos Planes sobre la vivienda que han ido aprobándose consecutivamente y que han venido a mejorar o reforzar medidas adoptadas en materia de alquiler de las mismas, el Ministerio de Fomento dispone de las siguientes ayudas al alquiler de la vivienda: 47 A partir del RDL 2/2003, de 25 de abril, de medidas de reforma económica, se introduce un régimen tributario especial para las sociedades dedicadas al arrendamiento de viviendas con bonificaciones en la cuota íntegra del 85 por 100, generalmente. — 55 — • Ayudas a los inquilinos. Para los inquilinos, que cumplan una serie de requisitos, tanto personales como de la vivienda: – Preferentemente jóvenes que no sean mayores de 35 años. – Ingresos familiares anuales (totales) que no excedan de 2,5 veces el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM). – Satisfacer una renta anual que debe situarse entre un mínimo de un 2 por 100 y un máximo del 9 por 100 del precio máximo para las viviendas protegidas para arrendamiento de renta básica. – Superficie máxima computable de la vivienda: 90 m 2. – Presentar el contrato de arrendamiento para su visado. Se trata de subvenciones directas durante un máximo de 24 meses, no renovables por 5 años, cuyo fin es facilitar el pago a los inquilinos por una cuantía máxima del 40 por 100 de la renta anual de alquiler. • Ayudas a la promoción de viviendas destinadas al alquiler. Están dirigidas a promotores de viviendas protegidas, de renta básica y de renta concertada, de nueva construcción para alquiler. Las ayudas se articulan a través de financiación cualificada. Entre los requisitos a cumplir, están: – Mantener las viviendas y edificios en régimen de arrendamiento durante 10 ó 15 años. – Exista la opción de venta al inquilino. – Limites a los importes máximos a pagar por el inquilino. – Ingresos de los inquilinos entre 5,5 y 6,5 veces el IPREM. Los préstamos cualificados serán del 80 por 100 del precio máximo de la vivienda, con un periodo de amortización de 10 ó 25 años y un plazo de carencia de 3 años. • Ayudas a la rehabilitación de viviendas destinadas al arrendamiento. Destinada a propietarios de viviendas libres. Las viviendas deben cumplir los siguientes requisitos: 2 – Vinculación al arrendamiento por un período mínimo de 1,25 veces el m útil/año. – Importe máximo anual a pagar por el alquiler del 7 por 100 del precio teórico máximo de la 2 vivienda, aplicado a una superficie de 90 m . El Ministerio subvencionará al propietario los gastos de rehabilitación previa a la cesión en arrendamiento, sin superar la cuantía total de las obras de rehabilitación, incluyendo el coste del seguro por impagos y desperfectos no ordinarios. • Ayudas a propietarios de viviendas libres para arrendarlas. Los destinatarios de esta ayuda son los propietarios de viviendas libres que cumplan los siguientes requisitos: 2 – Vinculación al arrendamiento por un periodo mínimo de 1,25 veces m útil/año. – Importe máximo anual a percibir por el alquiler del 7,0 por 100 del precio máximo de la 2 vivienda aplicada a una superficie de 90 m . El Ministerio subvencionará al propietario los gastos de rehabilitación previa a la cesión en arrendamiento. Como complemento a estas actuaciones, el Ministerio de Fomento ha venido poniendo en marcha un paquete integral de medidas, destinadas a impulsar tanto la oferta como la demanda de alquiler: • Ayuda a la emancipación: El 2 de Noviembre de 2007, se aprobó por Real Decreto 1472/2007, de 2 de noviembre, por el que se regula la renta básica de emancipación de los jóvenes, consistente en una renta de 210 euros mensuales para el pago de la renta de alquiler, durante cuatro años. Esta ayuda iba dirigida a jóvenes entre 22 y 30 años, que tuvieran una fuente regular de ingresos, pero que fueran inferiores a 22.000 euros anuales brutos. — 56 — Instituto de Estudios Fiscales La renta básica de emancipación de los jóvenes fue derogada en 2011, si bien todavía continúan teniendo derecho a la misma los jóvenes que tuvieran derecho reconocido o lo hubieran solicitado antes del 31 de diciembre de 2011, hasta que cumplan los 30 años o lo hayan disfrutado durante cuatro años. (Ley de PGE de 2014). • Deducción por alquiler. En el IRPF se permite deducir a los inquilinos el 10,05 por 100 de las cantidades satisfechas en el periodo impositivo por alquiler de vivienda habitual, cuya base no supere los 24.020 euros. A estas ayudas se añaden las practicadas por las Comunidades Autónomas. Por otra parte, en la declaración del IRFP también los arrendatarios tienen determinados incentivos fiscales. • Creación de la Sociedad Pública de Alquiler (SPA). Fue creada en 2005 con el fin de favorecer la creación de un mercado de alquileres más sólido y dinámico y facilitar el acceso a los ciudadanos a una vivienda de alquiler. La SPA puso en marcha dos nuevas iniciativas. Por un lado, se extendía su actividad de intermediación a los grandes operadores privados que gestionan vivienda en alquiler (Fondos Inmobiliarios, Sociedades de Arrendamientos, Cooperativas) y que posibilitaba el incremento de la oferta de viviendas de calidad a disposición de los demandantes y, por otro, creó el servicio, el "Alquiler Seguro", para los propietarios que quisieran utilizar los seguros multirriesgo, de impago y asistencia jurídica. En 2009 se puso en duda la viabilidad de la SPA, que entró en quiebra técnica, en 2008, por lo que esta sociedad fue puesta en liquidación en los primeros meses de 2012. • Impulso a la construcción de vivienda para alquilar: Con el objetivo de potenciar la inversión en las viviendas de protección pública para arrendamiento, se propuso la modificación del Reglamento de Instituciones de Inversión Colectiva, de manera que las Sociedades y Fondos de Inversión Inmobiliarias puedan acogerse a los beneficios de financiación pública recogidos en el régimen de VPO. Además, se incluyeron actuaciones recogidas por el PERV, para fomentar la construcción de vivienda en alquiler en los proyectos de remodelación urbana, con ayudas a los promotores para la renovación de áreas degradadas y la remodelación de barrios. • Más suelo para viviendas protegidas: En cuanto a la Entidad Pública Empresarial de Suelo (SEPES), dependiente actualmente del Ministerio de Fomento, el Plan incluye medidas con el objetivo de aumentar el parque protegido de vivienda en régimen de compra y alquiler. Así, SEPES formalizará un acuerdo con la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias) para promover la urbanización de suelo destinado a la construcción de vivienda protegida en alquiler. • Impulso a la profesionalización y mejora del sector de la intermediación: Se aprobaron los Estatutos Generales de los Colegios Oficiales de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria y de su Consejo General. Con esta medida se impulsaba la profesionalización y mejora del sector de la intermediación inmobiliaria, una demanda que ha sido expresada por el sector en reiteradas ocasiones. En la actualidad, el Ministerio de Fomento entre los ejes estratégicos del Plan de Infraestructuras, Transporte y Vivienda (PITVI) 2012-2024, se halla el acceso a la vivienda de alquiler. Es más, el programa de regulación, transparencia y seguridad se orienta a favorecer la reconversión del sector priorizando el impulso de la vivienda de alquiler y la rehabilitación y la regeneración y renovación urbana, tal como se ha señalado anteriormente. En este ámbito, se halla el Plan Estatal de fomento del alquiler de viviendas, la rehabilitación edificatoria, y la regeneración y renovación urbanas 2013-2016, aprobado por Real Decreto 233/2013, de 5 de abril. En este marco de impulso a las viviendas en alquiler, destacan, por otra parte, iniciativas legislativas como la Ley 4/2013, de 4 de junio, de medidas de flexibilización y fomento del mercado del alquiler de viviendas. En cuanto al PITVI, las ayudas al alquiler se han diseñado para que sean más equitativas que otros programas anteriores y lleguen a quienes realmente las precisan, sin excluir a priori por su edad u otra circunstancia a nadie que necesite la ayuda del Estado. Dichas ayudas se otorgarán en función — 57 — de la renta de la unidad de convivencia (que se establecerá a partir del IPREM), además se financiará una proporción del alquiler sin asignar una cuantía fija. El Plan se estructura en los siguientes programas: 1. Programa de subsidiación de préstamos convenidos. 2. Programa de ayuda al alquiler de vivienda. 3. Programa de fomento del parque público de vivienda en alquiler. 4. Programa de fomento de la rehabilitación edificatoria. 5. Programa de fomento de la regeneración y renovación urbanas. 6. Programa de apoyo a la implantación del informe de evaluación de los edificios. 7. Programa para el fomento de ciudades sostenibles y competitivas. 8. Programa de apoyo a la implantación y gestión del Plan. La Ley4/2013, de 4 de junio de medidas de flexibilización y fomento del mercado del alquiler de viviendas está encaminada a establecer mecanismos de flexibilización y dinamización de este mercado y conseguir atraer al mismo a parte de las viviendas que actualmente están vacías y sin uso. Se trata de buscar un equilibrio entre las necesidades de vivienda en alquiler y las garantías necesarias que deben tener los arrendadores para su puesta a disposición del mercado arrendaticio. Modifica la Ley de Arrendamientos Urbanos de 2004 y la Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000. 7. CONSIDERACIONES SOBRE LA POLÍTICA DE VIVIENDA EN ESPAÑA: EFICIENCIA 7. Y EQUIDAD En este apartado se analizan algunos aspectos de la política de vivienda a la luz de los criterios usuales de eficiencia y equidad. En concreto, se expone el tratamiento fiscal favorable concedido a la vivienda habitada por su propietario, las políticas de vivienda “directas” y las disposiciones que, de una forma genérica, podrían encuadrarse bajo el epígrafe de control de alquileres. En relación a la adquisición de vivienda se analizan los efectos de la política impositiva, precios de vivienda y del suelo y se muestran algunas observaciones sobre las políticas de vivienda protegida. En cuanto a las actuaciones en materia de alquileres, se discuten sus efectos a corto y a largo plazo, así como las consecuencias de que sean universales o acepten excepciones, proporcionando indicaciones respecto al diseño de la política de vivienda en alquiler. La vivienda constituye un bien económico cuyas características se enmarcan en una temporalidad de largo plazo y afectan no solo al ámbito económico sino que tienen implicaciones de carácter social y político. Un aspecto a tener en cuenta, por ejemplo, es la incidencia que tiene en la emancipación de los estratos más jóvenes de la población, que viene determinada tanto por la coyuntura del mercado de trabajo como por la accesibilidad a la adquisición de una vivienda o al alquiler de las mismas, todo lo cual afecta al entorno socioeconómico y a la demografía propia de un país. Igualmente, se señala que el predominio de la forma de tenencia en propiedad frente al alquiler constituye un freno a la movilidad de la fuerza de trabajo, con consecuencias directas sobre la competitividad de la economía española. Por otra parte, no hay que olvidarse del aumento de precios experimentado por la vivienda en la etapa del boom inmobiliario y las repercusiones que sobre las decisiones de inversión han tenido y que afectan tanto a los niveles de ahorro como a la acumulación de capital. Así, es de interés el impacto que sobre la tasa de ahorro tienen y las transferencias intergeneracionales a que ha dado lugar el aumento de los precios de la vivienda. En una economía en la que el ahorro surge por motivos estrictos de ciclo vital, es decir, por el deseo de transferir poder adquisitivo de los períodos activos a los períodos de jubilación, la mayor parte de los activos, y en particular los activos inmobiliarios, son propiedad de los individuos de más edad de la población. Puesto que estos individuos tendrán propensiones al ahorro menores que los miembros más jóvenes, las transferencias de renta entre las diversas generaciones darán lugar a efectos inducidos sobre la evolución de la tasa de ahorro. Desde esta perspectiva, el proceso de aumento de — 58 — Instituto de Estudios Fiscales los precios inmobiliarios en nuestro país da lugar a una clara transferencia de renta de los segmentos más jóvenes de la población a los de más edad. Y estos efectos renta tenderán a generar un mayor consumo y un menor ahorro. Si la economía española responde, al menos parcialmente, a este patrón de ahorro, las consecuencias de los “booms inmobiliarios” en términos de capacidad de generación de ahorro son inmediatas. Más aún, los efectos desplazamiento (crowding out) asociados a estas transferencias de renta pueden seguir un proceso sumamente lento y repartirse durante un horizonte temporal dilatado. Desde luego, la economía española no es una economía cerrada, pero ello tampoco significa que la generación de ahorro interno deba considerarse una cuestión irrelevante. 7.1. Política de vivienda en propiedad Con frecuencia se afirma que el sistema fiscal debería contribuir a facilitar el acceso a la vivienda, particularmente subsidiando ésta. El foco principal tiende a centrarse en la imposición sobre la renta personal, hasta el punto de que el tratamiento fiscal favorable concedido a la vivienda habitada por su propietario constituye una de las preferencias fiscales con mayor apoyo ciudadano. En este punto se discuten diversos aspectos de la relación entre la política impositiva (entendida en su más amplio sentido, para incorporar tanto impuestos como subsidios) y la vivienda en su forma de tenencia en propiedad. En el apartado 7.1.1 se realiza una valoración, a la luz de los criterios de eficiencia y equidad, del tratamiento fiscal preferencial concedido a la vivienda en el impuesto sobre la renta personal. El apartado 7.1.2 presenta algunos comentarios sobre las políticas de vivienda “directas”. 7.1.1. Efectos del tratamiento fiscal favorable Los bienes inmuebles están gravados en el sistema fiscal por cuatro impuestos: el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IIRPF), el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (ITP y AJD) y el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), en el ámbito de las corporaciones locales. En el IRPF los bienes inmuebles tienen distinto tratamiento fiscal dependiendo de si se trata de arrendamientos, tenencia de vivienda en propiedad o venta de la misma. Mientras que los rendimientos recibidos por el arrendamiento de vivienda tributan como rendimientos del capital inmobiliario y gozan de reducciones del 60 por 100 (100 por 100 si el inquilino tiene entre 18 y 30 años); igualmente pueden deducirse intereses y gastos de financiación más determinadas tasas y gastos de comunidad. Sin embargo, en la tenencia de vivienda no se considera tal rendimiento sino que forma parte de lo que la Ley denomina imputación de rentas inmobiliarias, de la cual queda excluida la vivienda habitual. En estos casos, la renta imputada varía si se conoce el valor catastral de los inmuebles en propiedad, en cuyo caso tributa el 2 por ciento de dicho valor catastral que figure en el IBI o el 1,1 por ciento si el valor catastral ha sido revisado. Si éste no se conoce o el inmueble carece del mismo, tributa el 1,1 por ciento sobre el 50 por ciento de la valoración del inmueble que deba computarse a efectos del Impuesto sobre Patrimonio. En ambos casos, los rendimientos obtenidos forman parte de la Base Imponible General del IRPF. En cuanto a la transmisión de bienes inmuebles, los rendimientos obtenidos tributan como ganancias o pérdidas patrimoniales, existiendo determinadas circunstancias en las que la venta de viviendas va a quedar fuera de tributación. En caso de que la venta se produzca por personas mayores de 65 años o en situación de dependencia severa o de gran dependencia, la ganancia patrimonial derivada de la transmisión está exenta de tributación. El mismo tratamiento reciben las ganancias patrimoniales derivadas de la venta de la vivienda habitual cuando el importe recibido de la transmisión se reinvierta en la compra de una nueva vivienda. Si la cantidad reinvertida es menor que el importe recibido de la venta, se excluye de gravamen la parte proporcional. Hasta el ejercicio impositivo 2012, existían determinadas deducciones en cuota que suponían ventajas impositivas para los adquirentes de vivienda en propiedad que, aunque han sido eliminadas a partir del 1 de enero de 2013, pueden seguirse aplicando residualmente, debido a la existencia de un régimen transitorio. Se trata de la deducción por inversión en vivienda habitual, la cual podrán seguir aplicando aquellos que adquirieron su vivienda habitual o los que realizaron obras de rehabilitación o adecuación para discapacitados antes del 1 de enero de 2013. En la misma situación se encuentra la deducción por cuenta ahorro vivienda, suprimida a partir del 1 de enero de 2013, pero — 59 — con posibilidad de aplicar régimen transitorio para aquellos que depositaron cantidades en una cuenta de tales características antes de esa fecha y no hayan pasado más de cuatro años desde su creación. La transmisión de la vivienda habitual está gravada por dos impuestos. La venta de vivienda nueva tributa por IVA, desde el 1 de enero de 2013, al 10 por ciento de forma general, mientras que en la venta de vivienda calificada de protección oficial de régimen especial o de promoción pública se mantiene su gravamen al tipo superreducido del 4 por ciento. Sin embargo, las segundas y posteriores entregas de viviendas están exentas de IVA, y tributan en el ITP y AJD (en concepto de Transmisiones Patrimoniales Onerosas). El tipo impositivo en estos casos puede ser establecido por las Comunidades Autónomas, aunque la propia Ley del Impuesto propone un tipo en caso de que las CC.AA. no lo establezcan, que se sitúa en el 6 por 100. En el ámbito de las Haciendas Locales, la titularidad de los bienes inmuebles rústicos y urbanos se grava con IBI, aplicando el tipo impositivo sobre el valor catastral de los mismos. En la Ley de Haciendas Locales relativa al IBI se presentan unos valores mínimo y máximo de tipos dejando a elección de las corporaciones locales el tipo a aplicar. Estos valores dependen del tipo de inmuebles (urbanos o rústicos) o características específicas de los Municipios (capital de provincia, existencia de sobreoferta de servicios, entre otras). Al margen de los impuestos que se generan tanto por la transmisión de una vivienda o por la tenencia de la misma, los subsidios a la vivienda implícitos en la imposición sobre la renta personal suscitan diversas cuestiones desde el punto de vista del análisis económico. En primer lugar, los efectos sobre las decisiones de vivienda propiamente dichas y sobre la elección entre formas de tenencia. En segundo lugar, las repercusiones en términos de eficiencia y equidad. Por último, el tratamiento fiscal preferencial de la vivienda tiene un coste de oportunidad obvio en términos de recaudación impositiva no materializada. Este coste debe compararse con cualquier efecto positivo generado a fin de valorar si se alcanzan los objetivos perseguidos por la política pública. Parece existir acuerdo entre los analistas acerca de que, en general, este tratamiento fiscal favorable reduce el coste de poseer la vivienda en propiedad con respecto a su alquiler. Esta modificación de los precios relativos de la vivienda bajo ambas formas de tenencia genera un efecto sustancial sobre las decisiones relativas a la vivienda. En particular, el hecho de que la propiedad resulte más atractiva que el alquiler induce a los individuos a ser propietarios y a consumir más vivienda en régimen de propiedad. Un análisis de los costes de habitar la propia vivienda, basado en la analogía entre el coste de los servicios de vivienda y el “coste de uso del capital” de la literatura sobre la teoría neoclásica de la inversión, sugiere que las medidas fiscales en consideración reducen el coste de ocupar la vivienda en propiedad. Si las deducciones fiscales ligadas a la vivienda lo son de la base impositiva, y la estructura del impuesto sobre la renta personal es progresiva, esta reducción resultará mayor para los individuos con mayores tipos marginales en el impuesto sobre la renta personal. Adicionalmente, si los precios de las viviendas aumentan, y se esperan por tanto ganancias de capital, el coste efectivo de la vivienda se ve reducido, y esta reducción también beneficia en mayor medida a los individuos sujetos a mayores tipos impositivos marginales. Las disposiciones fiscales referidas a la vivienda introducen una cuña entre el precio efectivo de los servicios de vivienda y su coste marginal. En este sentido, los resultados existentes indican que los tratamientos alternativos de la vivienda tienen efectos importantes sobre la eficiencia económica, y que el coste en bienestar o exceso de gravamen del tratamiento fiscal favorable de la vivienda ocupada por su propietario no es, en modo alguno, despreciable. En lo referente a las consideraciones de equidad, se ha afirmado que el efecto sobre la distribución de la renta de estos subsidios a los propietarios es regresivo. En primer lugar, el porcentaje de economías domésticas que posee su propia vivienda aumenta a medida que se asciende en la escala de rentas. En segundo lugar, cuanto mayor es la renta de un individuo o familia, mayor es la cantidad absoluta gastada en vivienda, dando lugar a un mayor subsidio. Por último, en presencia de impuestos progresivos, cuanto mayor es la renta gravable mayor resulta el ahorro fiscal resultado de las deducciones sí éstas lo son de la base imponible. En la medida en que estos subsidios disminuyen el coste de la vivienda en general, ponen en duda, por tanto, el argumento de que constituyen la respuesta a unas externalidades del tipo “efecto — 60 — Instituto de Estudios Fiscales vecindad”. La calificación de estos subsidios parece ser la de que generan ineficiencia. Además, esta ineficiencia no parece que sea el “precio” a pagar por una sociedad más igualitaria o más estable en términos sociopolíticos. En conjunto, estas consideraciones han llevado a algunos analistas a proponer la eliminación de estos subsidios, y en particular el gravamen de la renta neta imputada de la vivienda. 7.1.2. Políticas de vivienda “directas” En España, tal como se ha expuesto, las ayudas directas a la vivienda se articulan a través de los “Planes de Vivienda”. Estos tienen carácter plurianual e incorporan ayudas a la adquisición de vivienda, pero también ayudas para promotores, para adquisición de suelo, ayudas al alquiler y ayudas a la rehabilitación. La figura principal de estas ayudas es la vivienda de protección oficial (VPO), que puede ser de promoción pública o privada, y desde el Plan de Vivienda 1992-1995 se contempla la posibilidad de actuaciones sobre viviendas de precio tasado, con unas condiciones de acceso menos restrictivas que para las VPO (precio más elevado y mayor superficie). La ayuda directa a la vivienda se desarrolla a través de tres medidas. En primer lugar, las subvenciones a fondo perdido, que representan una proporción del precio de la vivienda. En segundo lugar, los subsidios de tipo de interés, mediante convenios de las administraciones públicas con las entidades de crédito para la fijación del tipo de interés aplicable a los compradores de viviendas que cumplan determinados requisitos. Y, en tercer lugar, el acceso a préstamos cualificados para la adquisición de vivienda. Las actuaciones protegibles por los planes de vivienda son, en esencia, cuatro: la vivienda protegida de nueva construcción destinada a la venta o al alquiler (con ayudas especificas si se trata del primer acceso), la adquisición de viviendas ya existentes en segunda o posterior transmisión, la rehabilitación de viviendas y las actuaciones en régimen de suelo. Las ayudas directas si bien tratan de favorecer al segmento de la población con menos recursos, no siempre son eficientes ya que los beneficiarios pudieran no ser los colectivos más desfavorecidos; éstos pueden incluso ni siquiera llegar a acceder a una vivienda con este tipo de ayudas. A ello habría que añadir que a tenor de las características del mercado, como ocurrió en la etapa del boom inmobiliario, la vivienda protegida pudiera no ser atractiva para los constructores con lo que la oferta nueva de viviendas protegidas sería escasa. Por otra parte, la medida de la renta utilizada para la concesión del calificativo de VPO es la renta corriente, sin atender a consideraciones referidas a la renta permanente o de ciclo vital. En definitiva, no atiende a posibles variaciones en los ingresos de los beneficiarios a lo largo del periodo en que se reciben las ayudas. También debe mencionarse la inexistencia de controles efectivos sobre las transacciones posteriores de las viviendas que han gozado de ayudas públicas, lo que ha motivado que beneficiarios de ayudas públicas para adquisición de vivienda hayan procedido posteriormente a su venta obteniendo importantes beneficios. Y por último, aunque no por ello menos importante, existe evidencia informal de que, en épocas del boom inmobiliario, determinadas viviendas protegidas han constituido de hecho segundas residencias en los litorales de las costas española, lo que ha contribuido a un irracional e insostenible crecimiento inmobiliario que ha deteriorado significativamente el paisaje de la costa española, principalmente en el Mediterráneo. En conjunto, estas consideraciones sugieren que las políticas de ayuda directa basadas en las VPO constituirían un instrumento bastante limitado e incluso ineficaz de la política de la vivienda, al menos con su actual diseño. Desde una perspectiva distributiva, y usando los criterios usuales de equidad horizontal y vertical, estas políticas tampoco son óptimas. En lo referente a la equidad horizontal, es decir, el tratamiento igual a los iguales, puesto que el número de personas que cumplen los requisitos para acceder a una VPO es, con mucho, superior a las viviendas disponibles, las políticas de ayuda directa acaban proporcionando un beneficio sustancial a un determinado porcentaje de la población que resulta beneficiado con las ayudas, dejando sin beneficios a determinados segmentos de la población con iguales o parecidas circunstancias. Y en términos de equidad vertical, es decir, de tratamiento diferente a los diferentes, incluso en la mejor situación concebible de que los beneficiarios se concentren entre las familias de renta baja, resultarán beneficiadas muchas personas que se hallan en una situación mejor que otras que no reciben subsidio alguno. — 61 — 7.2. Política de vivienda en alquiler Una vez discutidas las políticas orientadas a la vivienda habitada por su propietario, en este apartado el énfasis se sitúa en aquéllas que se concentran en el mercado de la vivienda en alquiler. Para ello, en el apartado 7.2.1 se exponen las repercusiones de las políticas de regulación y control de alquileres, subrayando las posibles diferencias entre las situaciones a corto y a largo plazo. La evaluación de estas políticas como instrumento de la política de vivienda se realiza en el epígrafe 7.2.2, en el que también se perfilan algunas líneas de actuación para articular un mercado para esta forma de tenencia. 7.2.1. Efectos de la legislación sobre alquileres La situación actual del mercado de la vivienda en alquiler en nuestro país no puede explicarse sin hacer referencia a las disposiciones que pueden encuadrarse bajo el epígrafe general de “control de alquileres”. La justificación principal que subyace a este tipo de disposiciones está asociada al intento de impedir una redistribución de renta y riqueza de los inquilinos a los propietarios, basada en la presunción de que estos últimos son más ricos que los primeros, y en que las estructuras poco competitivas de los mercados hacen que los propietarios obtengan unos beneficios excesivos. Sin embargo, resulta claro que la primera afirmación no puede mantenerse con carácter general, y en cuanto a la segunda, la facilidad de entrada en la actividad puede muy bien actuar como freno a la obtención de tasas de rendimiento superiores a las competitivas. Si bien los detalles concretos de las políticas de control son cruciales, resulta razonable pensar que, en un plano general, los controles de alquileres tendrán importantes efectos tanto sobre la asignación de recursos como sobre la distribución del bienestar. En este sentido, con frecuencia se afirma que resulta difícil idear una política más eficaz para reducir la cantidad de vivienda privada de alquiler, e incluso eliminarla, que el control de alquileres. A corto plazo, transfiere renta de los propietarios a los inquilinos. A largo plazo, elimina los incentivos a construir nueva vivienda de alquiler al mantener los alquileres, y así los beneficios, por debajo de los niveles de mercado. En la misma línea de argumento, se ha sugerido que los controles disuaden a los propietarios de mantener y mejorar su propiedad, disminuyendo la calidad del stock de vivienda de alquiler, aunque se ha argumentado también que los inquilinos pueden tener incentivos para mantener las viviendas que ocupan, especialmente cuando la legislación de control de alquileres contiene limitaciones a los derechos de los propietarios para poder desahuciarlos. 7.2.2. Los alquileres como instrumento de la política de vivienda Los controles de alquileres suelen considerarse que constituye un mecanismo ineficiente de redistribución, caracterizado por ser además enormemente inequitativo. Por una parte, incluso en el caso de que efectivamente redistribuya renta de los más a los menos afortunados, en tanto en cuanto los propietarios sean más ricos que sus inquilinos, el control sería un mal instrumento redistributivo porque distorsiona considerablemente los patrones de consumo. Una indicación de la distorsión en los patrones de consumo de los ocupantes de vivienda controlada está constituida por la divergencia entre el beneficio de los inquilinos y el coste para los propietarios. En este sentido, algunos análisis econométricos aportan evidencia de que los costes experimentados por estos últimos son sustancialmente mayores que los beneficios cosechados por los primeros. Por la otra, el intento de influenciar la distribución de la renta mediante la instauración de controles de alquileres constituye un procedimiento poco eficiente, ya que las ganancias de renta se distribuirán de forma bastante aleatoria entre personas pertenecientes a distintos estratos de renta. Si se considera el control de alquileres como un impuesto sobre las rentas del capital residencial dedicado al alquiler, o sobre la cantidad misma de stock de capital, existirá una enorme variación entre la carga soportada por individuos que son iguales en cuanto a su nivel de riqueza agregada. Por último, resulta de todo punto inevitable que, a largo plazo, aparezcan efectos adversos sobre los inquilinos potenciales si los controles reducen la oferta privada de vivienda bajo esta forma de tenencia. La existencia de primas al riesgo añadidas a las tasas de rendimiento del capital residencial en el sector no controlado y, por ende, en los precios de los servicios de vivienda en ese sector emerge como un aspecto relevante al contemplar la situación de la vivienda en alquiler en nuestro país. — 62 — Instituto de Estudios Fiscales Cuanto más alto sea el “precio”, real o percibido, con base en expectativas que deba pagarse por “recuperar” una unidad de vivienda, mayores serán las primas al riesgo que se incorporarán a las tasas de rendimiento sobre el capital invertido en vivienda de alquiler. La evidencia informal referida a la experiencia de propietarios de viviendas de alquiler afrontando unos elevados costes para recuperar sus viviendas no puede ser más reveladora. Y estas primas, a su vez, se reflejarán en unos mayores precios a satisfacer por los servicios de vivienda bajo esa forma de tenencia. Todo parece apuntar a que esto es lo que sucedió en el sector de viviendas con alquileres no controlados en nuestro país, surgido al amparo del conocido coloquialmente como “Decreto Boyer” de 1985. La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) de 1994 constituyó un paso en la dirección de promocionar el sector de la vivienda en alquiler, al proporcionar un marco legal estable que permitiera recobrar la confianza de durabilidad, y a partir de la cual tanto propietarios como inquilinos pudieran contemplar el futuro de sus relaciones. En su conjunto, las medidas anteriores pueden considerarse una condición necesaria para el desarrollo de un mercado ágil y no estrecho de viviendas en alquiler. Al fin y al cabo, la discusión realizada más arriba sugiere que la mejor forma de contribuir al incremento tanto de la cantidad como de la calidad de la vivienda en alquiler es proporcionar un marco estable, con garantías de que la transferencia de derechos de propiedad del propietario al inquilino no acabará implicando para el primero incurrir en unos enormes costes de transacción para poder recobrar su propia vivienda. Cuanto más alto sea el “precio” que deba pagarse por recuperar la unidad de vivienda, en términos monetarios o de coste de oportunidad, mayores serán las primas al riesgo, primas que se reflejarán en unos mayores precios a satisfacer por los servicios de vivienda en esa modalidad. Sin embargo, pueden no constituir una condición suficiente. La experiencia reciente puede hacer a los propietarios de viviendas en alquiler, reales o potenciales, extremadamente sensibles a la posibilidad de pérdidas de capital debidas a cambios legislativos que se traduzcan en el retorno a una política favorecedora de los intereses del inquilino. No es pues extraño que existan primas al riesgo que estos propietarios exigirán y que, dado que el de viviendas alquiladas es un “mercado de vendedores”, obtendrán con facilidad. Puede por tanto afirmarse que el desarrollo del sector requiere el diseño de una política que contribuya a disipar e incluso contrarrestar, los efectos adversos de las primas al riesgo descritas anteriormente. Las iniciativas que se traducen en un tratamiento fiscal más favorable en el impuesto sobre la renta personal de los alquileres obtenidos van por tanto en la buena dirección, al permitir al propietario capturar para sí una parte sustancial de la cantidad recibida como pago por los servicios de vivienda generados por su capital residencial. Otra propuesta de actuación, de forma complementaria o como alternativa a la anterior, es actuar sobre la demanda. Esta podría adoptar la forma de una desgravación en el impuesto sobre la renta personal por los alquileres satisfechos. Atendiendo al análisis económico más elemental, la inelasticidad de la oferta a corto plazo puede hacer que un mayor subsidio al alquiler no tenga efectos inmediatos sobre la cantidad de vivienda y se materialice tan sólo en un aumento de los alquileres pagados por los inquilinos. No obstante, éste no tiene por qué ser necesariamente el resultado si las familias receptoras representan una pequeña fracción de la demanda agregada y/o si el efecto incentivador sobre la demanda tiene lugar sólo gradualmente en el tiempo. Un primer impulso quizá llevaría a afirmar que la aproximación orientada a incrementar la oferta puede resultar más efectiva que la de incrementar la demanda para un volumen dado de gasto fiscal disponible. Esta proposición da por sentado que la política se traduciría en un “desplazamiento de” la curva de oferta. Sin embargo, puede tan sólo dar lugar a un “movimiento a lo largo de” la curva de oferta. Y en este caso sería de aplicación el teorema que afirma que, al menos bajo ciertas condiciones, los efectos de la política resultarán los mismos con independencia de en qué lado del mercado se introduzcan. En cualquier caso, no se puede ser muy optimistas respecto a la efectividad inmediata de las políticas de fomento de la vivienda en alquiler. Lo importante es proporcionar unos cauces que, desde una perspectiva estructural, generen resultados positivos, por más que estos resultados sólo se cosechen años después de haberse instaurado. Y este período de maduración puede muy bien ser largo, habida cuenta de los adversos efectos de las políticas de control de alquileres no sólo sobre los propietarios cautivos, sino sobre los propietarios potenciales. — 63 — 8. CONCLUSIONES “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación” Art. 47. Constitución Española de 1978 La vivienda constituye un marco o dimensión espacial de carácter primario e imprescindible para la vida personal y social del individuo, y en particular para el desarrollo de la vida familiar. En el constitucionalismo clásico se valora la vivienda fundamentalmente como expresión o medio para la realización de la intimidad personal y la libertad de residencia, sin embargo, en un Estado Social de Derecho, situado en el marco del constitucionalismo moderno, los poderes públicos no sólo se limitan a reconocer el derecho a la inviolabilidad del domicilio y a la libertad de selección de residencia, sino que también elevan el derecho a la vivienda digna a la categoría de derechos sociales. La vivienda es, por tanto, un derecho fundamental, recogido en la Constitución Española de 1978, y como resultado, los poderes públicos están constitucionalmente obligados a promover la efectividad del mismo, como derecho social de todos los españoles. En este documento se ha querido dar una visión general de la política aplicada en uno de los mercados más importantes de la economía española –el mercado inmobiliario–. Su importancia radica tanto por ser la vivienda el principal depósito de riqueza de los hogares españoles, así como por generar economías de escala en otros sectores productivos y constituir uno de los principales elementos del modelo de crecimiento de la economía española en los últimos decenios. A su vez hay que tener en cuenta el significativo papel jugado por el mercado de la vivienda en la reciente crisis de España. De hecho, un primer aspecto a destacar es la cultura de inversión imperante entre los españoles que se materializa en la preferencia por la adquisición de vivienda en propiedad frente a otras opciones de inversión, a diferencia de lo que sucede en otros países. Con ello, los porcentajes de vivienda en alquiler son muy bajos lo que, por otra parte, constituye un hándicap para la flexibilización del mercado de trabajo y, por ende, en la generación de empleo, ya que la movilidad geográfica queda muy limitada. Por otra parte, esta preferencia motiva la existencia de un elevado número de viviendas desocupadas, ya sea con fines de inversión o con fines turísticos en zonas de costa o rurales, que coexiste con una bolsa significativa de demandantes que no tienen vivienda. Otra característica del mercado de la vivienda lo constituye el hecho de que en general no se haya en equilibrio, ya que la construcción de viviendas ajusta la oferta a la demanda de vivienda, pero dado el largo plazo necesario para la construcción de vivienda, existe una cierta lentitud de la primera para ajustarse a la segunda. Así, ante un aumento de la demanda de viviendas por motivos económicos, demográficos o de laxitud en los mercados financieros, la oferta intenta ajustarse a la demanda con la construcción de nuevas viviendas, con cierto desfase temporal, u ofertando viviendas existentes y disponibles en el parque residencial. Por el contrario, ante una caída de la demanda provocada ya sea por un empeoramiento de la actividad económica, que se traduce en un aumento del desempleo y una caída de las rentas, o por un deterioro en el acceso al crédito, por aumentos de los tipos de interés o por restricciones de los mercados financieros a la concesión de préstamos para la adquisición de viviendas, la oferta debe ajustarse a la demanda con una menor actividad en la construcción de viviendas y la retirada del mercado de las viviendas de segunda mano en venta. En este último caso, a tenor de los desfases entre el ajuste de la oferta a la demanda, el stock de vivienda sin vender aumenta, lo que constituye un hándicap a la reactivación de la construcción de viviendas. Ante un aumento de la demanda de las mismas, el mercado primero tiene que vaciarse, en el sentido de que hasta que no se reduzca el nivel de stock a niveles razonables, la oferta no se verá motivada a aumentar. Un elemento que ha contribuido de manera sustancial al desarrollo del mercado inmobiliario es la propensión de la población española hacia la compra de vivienda en propiedad, no sólo para fines habitacionales, sino también como destino de sus ahorros. Ello provoca que el porcentaje de viviendas en alquiler sea bajo (en torno al 13 por 100), cuando en Europa se sitúa en niveles muy — 64 — Instituto de Estudios Fiscales superiores (alrededor del 30 por 100). Por otra parte, otra característica del mercado inmobiliario español y que deriva, en gran medida, de la preferencia citada sobre la tenencia de vivienda es la existencia de un alto porcentaje de viviendas vacías (14 por 100), hecho que convive con un alto porcentaje de población que tiene significativas dificultades para acceder a la vivienda. Todo lo cual constituye un factor de desajuste del mercado inmobiliario y crea desigualdades sociales. Además de factores económicos, la demanda de vivienda se ha visto fuertemente impulsada, entre 1997 y 2007, por factores demográficos, debido a que la generación del baby boom, nacida en la década de los sesenta y setenta del siglo pasado, alcanzó en dicho periodo el rango de edad que mayor propensión a la compra de vivienda tiene, así como por el aumento de la inmigración. A ello se añadieron otros factores como la importante reducción de los tipos de interés, la extensión de la duración de los préstamos hipotecarios, el aumento de la renta per cápita y la bajada de la tasa de desempleo. Durante la etapa de intensa expansión del sector inmobiliario, ante la fortaleza de la demanda de viviendas y el desajuste existente con la oferta de las mismas, los precios de este bien evolucionaron de forma alcista y acelerada. Ello incrementó las tensiones existentes en el mercado y expulsado a un importante segmento de la población, ante la imposibilidad de acceder al mismo. Por otra parte, la adquisición de vivienda se convirtió en una alternativa muy rentable de inversión, frente a otros activos en los que las tasas de retorno cada vez se encontraban más disminuidas, lo que dio lugar a una importante demanda de carácter especulativo, provocando una burbuja inmobiliaria. A lo largo de 2006, el comportamiento expansivo del mercado inmobiliario comenzó a dar muestras de agotamiento, reflejado en un proceso de ralentización de los ritmos de avance de la demanda y de los precios, todo lo cual era bien visto por los distintos actores que intervienen en este mercado, y que eran claramente conscientes del “calentamiento” del mercado y la insostenibilidad de esta situación. Ahora bien, en este marco de suave ajuste del mercado de la vivienda, el estallido a mediados de 2007 de la crisis hipotecaría en Estados Unidos y sus efectos en los mercados crediticios y financieros internacionales, al igual que en la economía real, supuso un importante shock externo que se tradujo en una caída abrupta de la actividad en el sector de la construcción en España, que se hallaba claramente sobredimensionado y era más vulnerable que en otros países del entorno económico. Para entender el impacto que la crisis ha tenido en el sector de la construcción, basta señalar que su peso llegó a suponer el 12,6 por 100 del PIB en 2006, el doble del promedio de las economías europeas, y el alto nivel de empleo generado, el 13,1 por 100 del total en dicho año. Y dentro de este sector el impacto se ha centrado principalmente en la vivienda, cuyas consecuencias se han dejado sentir con especial intensidad en el resto de la economía, que ha experimentado uno de los periodos más negativos de su historia y que se ha traducido en una intensa elevación del nivel de desempleo. El ajuste del mercado inmobiliario se ha prolongado al presente si bien no se puede dar todavía por concluida, a pesar de la caída experimentada por los precios de la vivienda nueva, así entre principios de 2008, en que alcanzaron su máximo valor, hasta el cuarto trimestre de 2013 han experimentado una caída del 30,2 por 100, siendo previsible, por otro lado, que este proceso se mantenga, al menos en el corto plazo, si bien que con menos intensidad que en los últimos años. Por su parte, los visados 48 de viviendas nuevas han pasado de superar las 800 mil viviendas en 2006 a situarse en el entorno de las 33.869 viviendas en el conjunto de 2013. No obstante, ya comienzan a detectarse ciertos síntomas de que el proceso de ajuste pudiera estar llegando a su fin al menos en algunas áreas geográficas y en ciertos segmentos de vivienda. La actuación del sector público ha jugado un papel relevante en el proceso seguido por el mercado de la vivienda. A la tradicional preferencia de las familias a adquirir viviendas en propiedad, se han unido los importantes incentivos tanto directos como indirectos potenciados por el sector público. Si bien en la actualidad las competencias en materia de vivienda se hallan transferidas a las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, al Estado le corresponde la propuesta y ejecución de la política en materia de acceso a la vivienda, sea en régimen de propiedad o de alquiler, edificación, urbanismo, suelo y arquitectura, así como la planificación y programación de las correspondientes inversiones relativas a esta materia. La regulación del acceso a la vivienda se realiza por diferentes vías, entre las que destacan los Planes de Vivienda, así como determinadas medidas de carácter económico, 48 Las viviendas iniciadas alcanzaron las 758 mil unidades en 2006 y han ido cayendo hasta las 86 mil en 2011. No se tiene información completa de años posteriores. — 65 — presupuestarias, legislativas o de otra índole, encaminadas a resolver problemáticas surgidas de la imperfección del mercado de la vivienda y que requieren de actuaciones públicas al afectar a derechos constitucionales de los españoles. La primera legislación sobre Viviendas de Protección Oficial (VPO) data de 1963. Estas constituyen viviendas cuya tipología está regulada por la Administración, están sujetan a determinadas condiciones para su acceso y su objetivo es favorecer a los ciudadanos con menores rentas. A partir de entonces, esta tipología de vivienda ha sido tenida muy en cuenta en los sucesivos planes de viviendas desarrollados por los distintos gobiernos. Sin embargo, la VPO debe enfrentarse a multitud de problemas, por un lado, cuando los precios de la vivienda libre aumentan a los promotores y constructores no les interesa construir VPO o construyen vendiendo posteriormente a precios por encima de los oficiales; por otro, también surgen problemas con los propietarios, que intentan revenderlas a precios mayores; y, por último, están los propios problemas de la política de vivienda. Si se hacen pocas viviendas no se satisface a una parte del mercado que no tiene acceso a viviendas de precio libre, y por otro, si se construyen muchas intervendrá el mercado, no utilizando adecuadamente los recursos de los que dispone y favoreciendo a personas que no necesitan este tipo de ayudas. Tradicionalmente, la política de vivienda ha venido fomentando la construcción de viviendas facilitando el crecimiento de las ciudades y apostando por la propiedad como forma de acceso a la vivienda. No obstante, en los planes de vivienda se han adoptado igualmente medidas destinadas a impulsar la vivienda en alquiler. Estas medidas se han centrado en la concesión de ayudas directas al arrendador, al arrendatario o a ambos, tanto de forma jurídica como financiera. A pesar de los esfuerzos adoptados para potenciar la vivienda en alquiler, hay un bajo porcentaje de este tipo de viviendas. La importancia de este hecho radica en que sus efectos van más allá del mercado inmobiliario. Así, la inexistencia de un mercado del alquiler muy potente y activo constituye un hándicap significativo a la movilidad, afectando negativamente al mercado laboral y, por ende, al desarrollo económico y social de España. Por otra parte, si el parque de viviendas en alquiler fuera mayor los colectivos con menores rentas se verían beneficiados, ya que éstos tienen dificultades para acceder a la compra de viviendas. Igualmente, contribuiría a movilizar el parque de viviendas vacías, proporcionando un uso más eficiente de los recursos naturales y económicos. Desde mediados de la década de los noventa del pasado siglo, la construcción y adquisición de viviendas ha constituido uno de los motores básicos del crecimiento de la economía española, que a su vez ha impulsado la actividad en este sector, produciéndose en definitiva un importante efecto de retroalimentación. La expansión económica ha impulsado la construcción de viviendas que, a su vez, dado el carácter multiplicador de esta actividad sobre el sistema económico, ha pasado a constituir un elemento clave del desarrollo económico español, todo ello, en un marco de favorables circunstancias en los mercados crediticios y financieros, y de expansión de la actividad turística, que ha derivado hacia la construcción y adquisición de vivienda importantes flujos de inversión, tanto nacional como internacional. — 66 — BIBLIOGRAFÍA ARANDA, J. (2005): La población y la ocupación de viviendas. Un análisis de la ocupación de las viviendas en 2005. BALMASEDA, M. y GARCÍA MARTOS, M. D. (2007): “Ajuste compensado de la construcción”. Cuadernos de Información Económica, n.º 197. BOLETÍN ECONÓMICO DEL BANCO DE ESPAÑA. Marzo 2006. La construcción en España. — Marzo 2006. Interacción entre el precio de la vivienda y el crédito a hogares. — Junio 2006. 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