ESTADO DE DERECHO CADA DÍA SOMOS MÁS CONCIENTES DEL CRÍTICO PAPEL DE LA JUSTICIA ¿Es hoy la justicia un “baluarte donde refugiarse”? ANDRÉS CERISOLA FERRERE Abogados El presidente de la Cámara de Industrias sostuvo recientemente que “hoy la Justicia ya no es un baluarte donde refugiarse”. Es una afirmación que debe llamarnos a reflexión. S in Justicia confiable la economía se pervierte y se frustra. La inversión se retrae cuando los agentes no tienen la expectativa razonable de que se respeten los derechos de propiedad, de crédito, al cumplimiento de los contratos, la libertad de comercio, y otros. Pero los valores en juego son inclusive más fundamentales. Sin Justicia nuestra libertad, nuestra integridad y todos nuestros derechos fundamentales están en riesgo. Eso siempre fue un tema muy central desde un punto de vista teórico. Pero en los últimos meses se convirtió en un tema de conversación diaria como no lo era desde la época de la dictadura. Es saludable la reacción, pero también es preocupante que el tema adquiera actualidad. No es que haya sucedido nada extremadamente diferente de lo que ocurría, sino tal vez la cristalización de tendencias que ya tienen años. Lo que planteo en esta nota es que la base de una Justicia operativa es la independencia de los jueces. Esta tiene múltiples dimensiones. LA INDEPENDENCIA FRENTE A LAS PRESIONES. Una primera fuente de preocupación surge del ataque a que los jueces están siendo sometidos por el sólo hecho de sus decisiones, desde los más diversos flancos y hasta internamente. Hay jueces presionados por autoridades, y hay jueces presionados por climas de opinión pública. Y hay jueces que se anuncian investigados o sumariados, no por grave negligencia o graves violaciones procesales, sino por simple desacuerdo con lo que deciden. Es urgente un cambio de dirección. En un estado liberal las autoridades deben respetar celosamente la independencia de los jueces. Y la Suprema Corte de Justicia debe respaldar enérgicamente dicha independencia. Un juez negligente o que viola garantías procesales puede y debe ser sumariado. Pero jamás puede serlo un juez cuya decisión sustancial no se comparta. Y se debe tener especial cuidado con los casos políticamente sensibles. Que la Suprema Corte de Justicia pueda intervenir ante el clamor popular o el disgusto político envía el peor mensaje posible, aún si lo hiciera con fundamento. Por motivos ciertos o no, existe hoy en nuestro foro una difundida convicción de que los jueces que resuelven casos política o socialmente sensibles están expuestos en sus carreras y reputación. La sola percepción, aún si fuera infundada, causa un enorme daño que excede exponencialmente los casos que la motivan. Ya hemos comenzado a ver situaciones de jueces que prefieren no tocar casos porque “queman”. LA PROTECCIÓN FRENTE A LAS AMENAZAS. Lo mismo ocurre con la protección de la integridad física de los jueces. Hace poco un juez involucrado en un caso extremadamente sensible denunció un posible atentado en su contra. Estas situaciones también deben tratarse con la mayor seriedad. Todos los recursos están justificados para investigarlas. Son casos que desde un origen diferente pueden destruir también el capital de confianza en la imparcialidad de la Justicia que tiene el Uruguay. En muchos países latinoamericanos los jueces actúan lisa y llanamente expuestos al miedo. Muchos jueces ceden a ese miedo. Otros sufren las consecuencias de no hacerlo. Esa no es la situación en Uruguay y tenemos que asegurarnos por todos los medios de que siga siendo así. Una Justicia que puede acertar o errar, y ciertamente la uruguaya está llena de ambos ejemplos. Pero la Justicia Uruguaya siempre hizo de esas dos cosas con independencia frente a las presiones. Aún en los casos en que erra, eso hace una enorme diferencia. EL INDISPENSABLE ORGULLO DE SER UN “JUEZ INDEPENDIENTE”. Asimismo, los propios jueces deben proteger celosamente y vivir su independencia con legítimo orgullo. Esto es una actitud vivencial de magistrados que sienten el privilegio de que la defensa de los derechos de los individuos les ha sido encomendada, con la confianza de que serán ciegos a argumentos de popularidad o conveniencia propia. Como reacción al clima y entorno de presión de los últimos tiempos, cada día más se ven decisiones judiciales difíciles de explicar en base al derecho. Es indispensable que los jueces sean los primeros defensores de su independencia. Deben comprender y estar orgullosos de su papel central en la protección de los derechos de los ciudadanos, responsabilidad que muchas veces pasa por tomar decisiones impopulares. Las verdaderas Justicias no se prueban cuando realizan buenas sentencias a favor de la corriente. Las verdaderas Justicias se prueban cuando defienden el imperio del Derecho o las libertades y garantías individuales en los casos muy impopulares. Son las sentencias que defienden derechos de las personas repudiadas las que fortalecen el Estado de Derecho. No es el juez penal que libera a quienes todos creen un filántropo el que hace la diferencia; la hace él que libera -en defensa del Derecho- a quienes todos creen un ser despreciable. En el corto plazo estas decisiones traerán dolores de cabeza a quienes las dictan. Pero en el largo plazo son el cimiento y los pilares del Estado de Derecho. El que pasó a la historia fue el juez que le recordó al monarca que “Aún hay cortes en Berlín”. Como también lo hizo otro juez que tuvo el coraje de decirle al Rey de Inglaterra que su decisión de dar un monopolio a un aliado violaba la ley. Cientos de años después el juez sigue siendo recordado como el autor de uno de los mayores pasos en la historia de la libertad y justicia. Una parte muy fundamental de cómo vivimos colapsa si los jueces no están orgullosos de defender el Derecho (aún si el Derecho es impopular). Si no están orgullosos de ser la garantía última de los derechos de las personas (aún si esos derechos o esas personas se tornan impopulares). O de ser un freno confiable a los abusos del poder político, económico o sindical (aún si la presión pública es favorable a ese poder político, económico o sindical). Por eso, más allá de la anécdota, la advertencia del Sr. Burghi debe tomarse muy seriamente. Pobre de este país si la Justicia de la que nos ponemos orgullosos cada vez que la profesión nos hace viajar por América Latina deja de ser “un baluarte donde refugiarse”. Principios fundamentales de independencia judicial El reporte “La Justicia en Riesgo” que realizó el Colegio de Abogados Americano en 2003 estableció los siguientes principios fundamentales de la independencia judicial: A.Los jueces deben defender y aplicar la ley. B.Los jueces deben ser independientes. C.Los jueces deben ser imparciales. D.Los jueces deben poseer el temperamento y carácter apropiados. E.Los jueces deben poseer la adecuada capacidad y credenciales. F. Los jueces y el Poder Judicial deben ganarse la confianza de los ciudadanos. G.El sistema judicial debe recoger la diversidad y reflejar la sociedad a la que sirve. H.Los jueces deben desempeñar sus funciones en una forma que justifique la fe y confianza de los ciudadanos en las cortes.