Niebla-Miguel-de

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Niebla
Miguel de Unamuno, 1914
Editorial Cátedra
Pág.304
Niebla es la tercera novela escrita por Miguel de Unamuno, anteriores fueron Paz en la guerra
(1897), Amor y pedagogía (1902) y El espejo de la muerte (1912).
Su obra más peculiar no es una novela, sino una Nívola; término inventado por él mismo para
referirse a sus propias creaciones literarias como forma de romper con la novela realista imperante a
finales del S.XIX.
Nos encontramos ante una tragicomedia, escrita en un magnífico castellano, con palabras que se
han ido perdiendo ante la abrumadora invasión de anglicismos; cándida, dádiva, ripio o peculio son
algunos ejemplos.
Escrita en 1914 y reeditada en 1935, es su obra más traducida, y sin lugar a dudas la más original,
escrita con la intención de jugar con el lector, que ya en el prólogo se pregunta quien es el tal Victor
Goti, que tiene el honor de prologar a un clásico, para darnos cuenta según avanzamos que se trata
de uno de los personajes ficticios, amigo filósofo de nuestro protagonista, Augusto Pérez, que vive
en una niebla perpetua. La palabra Niebla y sus derivadas se repiten a lo largo de la obra, siendo una
metáfora de los pensamientos y la vida de nuestro protagonista, un hombre confuso y lleno de
dudas.
La trama en si es bastante común, el personaje principal es Augusto, hombre de mediana edad,
licenciado en derecho, solitario y bien situado económicamente, de vida ociosa y rutinaria, el azar le
lleva hasta Eugenia, comprometida con un haragán que vive de ella y de la que Augusto se enamora
perdidamente, a su vez aparece Rosario, de la que cree enamorarse también. Desde que conoció a
Eugenia cree enamorarse de todas las mujeres que existen en su vida.
Víctima de una traición, decide suicidarse. El punto álgido de esta nívola, es sin duda cuándo toma la
determinación de viajar a Salamanca para exponer su decisión a Miguel de Unamuno, autor que ha
escrito un ensayo sobre el suicidio y a quien Augusto pretende conocer. Asistimos al enfrentamiento
entre personaje y autor, contemplamos como Augusto descubre horrorizado que no es más que un
ser ficticio en manos de su creador.
Los diálogos entre ambos son hilarantes, rozando el surrealismo.
¿Suicidio, asesinato o muerte natural? Efectivamente, tras una cena copiosa Augusto muere.
Y si Victor Goti tiene el honor de prologar esta obra, es Orfeo quien tiene el honor de cerrarla.
¿Y quien es Orfeo? Compañero fiel, oyente, con quien Augusto reflexiona, con quien comparte sus
pensamientos, sus cavilaciones, que son muchas. Es el perro inventado por Don Miguel para huir de
los monólogos que tanto detesta.
Los personajes nos llevan a los tópicos de principio de siglo, Augusto y sus amigos adinerados que
pasan las tardes jugando al ajedrez y filosofando en el casino; los criados, la planchadora, la mujer
luchadora, el vago, el filósofo o la portera, todos ellos, personajes principales y secundarios no son
más que un mero decorado para que Unamuno exponga libremente sus ideas, sobre la existencia,
sobre Dios, sobre el amor, sobre la concepción de una novela o sobre la misma literatura.
Si bien al empezar esta nívola hemos de situarnos en 1914, encontramos ciertas opiniones
desafortunadas sobre el género femenino, cómo dudar de que las mujeres tengan alma o incluso
compararlas con un animal doméstico.
Sabemos que el padre de Unamuno murió cuándo el tenía seis años, fue criado por su madre en una
sociedad eminentemente matriarcal, por lo que quizás, con su ironía característica quiso hacer una
parodia de la idea que se tenía de la mujer en aquella época, que era excluida de cualquier asunto
cultural y que sólo debía cumplir el rol de madre y esposa.
De todos modos, mejor tomarse a broma tal planteamiento.
Bien, quien diga que los clásicos son aburridos es porque no han leído Niebla, una mezcla de ingenio,
humor, ironía y sátira. Una obra profunda con un planteamiento muy sencillo. Una joya de nuestra
literatura. Más que recomendable.
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