Roca Sastre en mi memoria

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[ROCA SASTRE EN MI MEMORIA]
15 de abril de 1999
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En el libro que escribí sobre mi padre para la Colección Biblioteca del Seminario
Jurídico Jerónimo González, titulado "Ramón María Roca Sastre, Jurista en su vida y
en su obra", me refería a él en tercera persona. Lo hice así porqué estimé que, si
bien él estaba muy próximo a mí, empero, estaba ya lejano en el tiempo. También
lo hice de tal manera por causa de que la narrativa es un estilo literario en el que
no encaja correctamente la utilización de la primera persona.
Asimismo, en un artículo que he escrito para la Revista Crítica de Derecho
Inmobiliario, titulado "Ramón María Roca Sastre. Pinceladas", utilicé por las
mismas razones el género narrativo en tercera persona.
En cambio, ahora, al tratar de recordar parte de lo que de mi padre ha quedado
en mi memoria, sin duda es más adecuado referirse a él en primera persona.
Tanto al estudiar mi carrera universitaria de Derecho, como al preparar las
oposiciones a Notario, cotidianamente muchas veces intentaba introducirme en el
despacho de Notario de mi padre. Lo hacía a través de una especie de puerta
secreta que conducía a un cuarto que él calificaba de "alcoba", que era un antiguo
cuarto de baño de La Pedrera. En el mismo se amontonaban sobre mesas y sillas,
libros y revistas jurídicas abiertos o con puntos que señalaban las partes de ellos
que interesaban en aquello sobre lo que estaba escribiendo o consultando.
Previamente, auscultaba si tenía visita. En caso negativo, encontraba a mi padre
o bien enfrascado dándole a una máquina de escribir "Underwood" o bien
paseando nerviosamente por dos caminos que le ofrecían libertad para ello por no
estar ocupados por mesas, sillones o librerías. Casi nunca estaba sentado, salvo
cuando escribía en su máquina, en que en su silla solamente se apuntalaba. Este
pasear excitado fue la forma tradicional de llenar los paréntesis o vacíos de
escritura material, que, según él, era la manera más eficaz para poder razonar y
estructurar los pensamientos que luego cristalizarían en conclusiones de sus dudas
y problemas jurídicos.
Sigilosamente sacaba la cabeza por la cortina que separa despacho y alcoba a fin
de que mi padre advirtiera mi presencia. Era señal inequívoca de que yo tenía
alguna duda o confusión que requería aclaración o desarrollo. Jamás se negó mi
padre a prestarme su atención y su consejo o explicación.
Le preguntaba, pues, acerca de una determinada institución jurídica, sus
elementos o sus efectos, o sobre una concreta sentencia o resolución de la
Dirección General de los Registros y del Notariado. Su contestación era rápida y
llana, y, casi siempre, empírica, con exposición de algunos ejemplos prácticos.
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Escrito publicado en la Revista Jurídica del Notariado, núm. 32, octubre-diciembre 1999, homenaje al
Excmo. Sr. D. Ramón Mª Roca Sastre en el centenario de su nacimiento.
© Roca Sastre
Verbigracia, de esta manera sencilla, didáctica y pragmática se resolvió en mí el
entendimiento profundo de muchas figuras jurídicas, como sobre la estructura,
finalidad y contenido de ciertas servidumbres (la "altius non tollendi" y la "de non
aedificandi") o la constitución futura de las mismas por signo aparente. También
con ejemplos llegué a enterarme de lo que propiamente era el fidecomiso de
residuo, el usufructo de disposición o la sustitución preventiva de residuo, así
como la llamada "successio graduum e ordinum".
En la preparación de mis oposiciones a Notarias, luego de dar dos o más vueltas a
los temas de Derecho civil y de Derecho mercantil, tuve que introducirme en el
estudio del llamado Derecho Hipotecario. Fue verdaderamente difícil en un
principio entender esta rara disciplina jurídica y profundizar en ella. Todo había
cambiado. La terminología y la técnica eran distintas de las del Derecho civil y
mercantil. El principio de publicidad inmobiliaria registral con sus dos aspectos de
la legitimación y la fe pública registrales implicaban para mí un inextricable
misterio, que escapaba de entrada a mi novicia inteligencia jurídica. En la
Universidad nos habían explicado muy poco de esta ciencia registral inmobiliaria.
Era como una química diversa, presidida, según me pareció, al iniciar su estudio,
por la teoría de la relatividad. Pues bien, mi padre, con una paciencia bíblica se
entretuvo en explicarme las grandes normas, llamadas principios, del sistema
inmobiliario registral, su constante germánica y su separación de los sistemas de
inspiración francesa. Con palabras y explicaciones sencillas y prácticas me brindó
varios supuestos de actuación de tales normas. Con ellos, memorizados, pude al fin
comprender el porqué de la adquisición "a non domino" derivada de la fe pública
registral y las aplicaciones sustantivas y procesales de la legitimación registral.
Todo ello dio pie a que mi padre me encargara de la plena conexión y
comprobación de las sentencias y resoluciones citadas en su obra "Derecho
Hipotecario" con sus publicaciones oficiales, cuando estaba preparando una de las
nuevas ediciones de dicha obra. Sin duda, esta lectura de tales sentencias y
resoluciones me facilitó en gran manera la comprensión de las consecuencias
jurídicas de nuestro sistema inmobiliario registral en todos sus aspectos, incluso en
las que se refieren al derecho real de hipoteca y a las anotaciones preventivas de
embargo.
Más tarde, al preparar oposiciones entre Notarios, al fracasar, al menos por lo
que a mí se refiere, el sistema de grupos de opositores, mi padre se ofreció para
confeccionar algunos de los posibles temas del futuro programa. Adivinó algunos
de ellos y al salir dicho programa me redactó definitivamente dos o tres temas de
Derecho civil y cuatro o cinco de Derecho mercantil e Hipotecario. Realmente,
constituían verdaderas monografías sobre la materia correspondiente. No eran,
pues, puros temas para desarrollar el ejercicio oral. A primera vista, me parecieron
excesivamente largos y complejos. Luego de leerlos y de digerirlos, me di perfecta
cuenta de que ellos, con las debidas adaptaciones, me servirían para exponer
© Roca Sastre
técnica y adecuadamente las materias respectivas. La sencillez en el lenguaje, su
ordenada sistemática y su fácil comprensión y consecuente memorización
fueron condiciones suficientes para poder calificarlos de plenamente didácticos y
así asimilarlos mejor y retenerlos por más tiempo.
Siempre manifesté mi agradecimiento a mi padre por esta gran ayuda en las
oposiciones restringidas, las cuales, para él y para mí, representaron el Doctorado
en el Notariado.
Otra faceta de mis relaciones estudiantiles y opositoras con mi padre fue la
relativa a que, tras las exposiciones y explicaciones que me daba en mis visitas a su
despacho o de la entrega de temas que me había preparado, me recomendaba, si
era oportuno, la lectura de uno o varios libros, algunos escritos en lengua
extranjera, muchos en italiano, y de revistas jurídicas, que él tenía en su amplia
biblioteca jurídico-privada. Me facilitaba no solamente tales libros y revistas sino
también el lugar concreto en que se trataba la materia consultada, explicada o
utilizada por él, para las explicaciones o la confección de temas. Con ello, cargado
de dichos libros y revistas, me ocultaba en el llamado "cuarto de los armarios",
donde estudiaba y repasaba con las persianas bajadas para aislarme de la vida
exterior y lograr así la más plena concentración posible.
Por todas las anteriores razones, he considerado indefectiblemente un deber de
agradecimiento y respeto a mi padre por su ayuda continua y eficaz en aquellas
facetas. Estimo que con su grave sabiduría y con su oblicua mirada me condujo por
los caminos del estudio y de la ironía.
El semblante serio y grave de mi padre era tan sólo aparente. En el fondo, utilizó
la ironía para despreocuparse de los problemas de toda índole que le fueron
surgiendo diariamente. En el fondo, repito, era un ironista y en cierto modo
burlón. Consideró así que hay mucho de relativo en este mundo, incluso en las
leyes de la Física como demostró Albert Einstein. Pero, especialmente es la
relatividad la que preside las humanidades, como la Moral, la Literatura, el Teatro,
las Artes plásticas y el Derecho, dejando como capítulo aparte, por intención o
voluntad tácita, la Política.
Característica propia del Derecho es, en efecto, su relatividad. Lo justo y lo injusto
es difícil de deslindar la mayoría de las veces. Cabe acercarse a lo uno o a lo otro,
pero es imposible lograr su exactitud, como no se trate de los grandes dogmas del
"honeste vivere", "alterum non laedere" y "sdum cuique tribuere". Los grandes
principios del Derecho positivo, las mismas normas jurídicas dictadas al amparo de
un sistema democrático, la Jurisprudencia y la doctrina de los autores, que pueden
ser válidos y eficaces y, por tanto, justos o equitativos moralmente, en un
determinado momento, pueden quedar obsoletos, y así ocurre en la práctica, cada
vez más rápidamente, en otro tiempo o momento, presente o futuro. Por
tanto, como manifestaba mi padre, hay que tomarse muchas cosas y problemas a
© Roca Sastre
beneficio de inventario.
Agradezco a todos Vds: y a las instituciones que representan que por su
mediación pueda agradecer a mi padre cuanto él hizo por mí en el estudio del
Derecho.
LUIS ROCA-SASTRE MUNCUNILL
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