“La ministra del Trabajo, Ximena Rincón, ha dado un muy mal

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LATERCERA Domingo 19 de junio de 2016
Ni ley corta, ni reforma constitucional. Finalmente, y casi dos meses después de que
el Tribunal Constitucional derribara la titularidad sindical, el gobierno decidió cerrar
el debate laboral reactivando el veto que
envió al Congreso la primera semana de
mayo.
Argumentando que fue imposible alcanzar
un acuerdo con la oposición para una reforma a la Carta Magna, la autoridad resolvió
impulsar el veto que elimina del proyecto de
ley tres pactos de adaptabilidad, referidos a
jornadas, horas extraordinarias y jornadas
pasivas. El economista Bernardo Fontaine
-quien fue parte de las negociaciones en la
tramitación de la reforma tributaria y ha seguido de cerca la evolución de la reforma laboral- considera que el gobierno equivocó
su camino y que lo indispensable era una ley
corta.
¿A qué atribuye la decisión del gobierno?
El veto presidencial significa que el gobierno agachó el moño frente a la CUT. En primer lugar, porque había planteado y defendido los pactos de adaptabilidad como necesarios y convenientes, y ahora se dio una
vuelta de carnero. Como a la CUT no le gustan los pactos, elimina tres de los cinco posibles pactos. Por otra parte, también había
hecho un guiño a las empresas con menos
de 50 trabajadores, aumentando el quórum
necesario para constituir un sindicato a menos del 50% de los trabajadores. Eso también lo elimina, con lo cual empuja más a
ser una reforma que mata a las pymes.
¿Quién pierde con la decisión de reimpulsar el veto? Es sabido que el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, no era partidario de
esa opción.
Es claro que el ministro Valdés perdió y no
fue capaz de equilibrar la reforma laboral
como nos había prometido cuando asumió.
Toda vez que una negociación colectiva en
la cual no hay reemplazo en huelga, evidentemente desequilibra la negociación a favor
del sindicato. Es por eso que casi todos los
expertos de la Nueva Mayoría, incluso los
que trabajaron en el programa de gobierno,
todos pidieron que hubiera reemplazo interno y el ministro Valdés se negó a esa posibilidad.
¿Cree que Valdés no estaba tan convencido
o le faltó muñeca política?
No sé si estaba tan convencido o no, pero es
claro que el gobierno prefirió darle el gusto a la CUT que una buena reforma a los trabajadores.
¿Eso también puede ser leído como que el
gobierno no quiso darles una buena reforma a los empleadores...?
Esto no tiene que ver con defender a las
empresas. Quiero dejar claro que soy gran
partidario de los sindicatos, que son indispensables e importantes. Por cierto que había que hacer una reforma laboral y fortalecer la negociación sindical. También quiero dejar claro que en Chile los sueldos son
bajos y tienen que subir. Y también quiero
dejar claro que no se trata para nada de hacer una legislación laboral para los empresarios, sino que una reforma laboral equilibrada, que tome en cuenta los legítimos intereses de los trabajadores sindicalizados,
pero que promueva el empleo y, por tanto,
ayude a los que no están sindicalizados, a los
que están desempleados y ayude a las empresas a crecer y a los ciudadanos consumidores (...). Había que equilibrar los derechos
de los trabajadores sindicalizados con los no
sindicalizados.
Tradicionalmente, la figura de un ministro
de Hacienda era vista como alguien capaz
de imponer una visión mesurada en pro de
la economía. ¿Valdés cumple esa característica?
Estábamos acostumbrados que los ministros
de Hacienda fueran filtros, que hicieran
que las reformas fueran pro crecimiento,
pero aquí el ministro de Hacienda ha perdido ese rol. Creo que él es un economista
muy capaz, pero se enfrenta a una coalición
como la Nueva Mayoría que no tiene el crecimiento económico en su ADN. Tampoco
tiene una cosa que la Concertación sí tenía,
“La ministra del Trabajo, Ximena
Rincón, ha dado un muy mal
examen. Porque resulta que este
veto significa nuevamente una
reforma técnicamente mal hecha”.
“Creo que aquí se nota la mano
débil del ministro Fernández, que
no fue capaz de darles peso político
a las propuestas más moderadas”.
“Lo que está tratando es que haya un
supuesto castigo a los empleadores por
la vía de que los grupos negociadores
resulten muy desordenados al no
haber una legislación”.
“Veto presidencial significa que el
gobierno agachó el moño frente a la
CUT (...). Se dio una vuelta de
carnero”.
QUIÉN ES
ECONOMISTA
* CARGO. Economista de la UC. Tiene
20 años de experiencia en finanzas corporativas. Inició su carrera en el banco de
inversiones IM Trust . Actualmente,
junto con Cristóbal Hurtado, es ejecutivo
de 7a, firma de gestión que administra
fondos de private equity enfocados en
medianas empresas.
que es la preocupación por hacer leyes bien
hechas, técnicamente correctas, y eso es lo
que está jugando en contra aquí. Es impensable que una ministra del Trabajo se dé por
satisfecha con una reforma laboral que no
regula la negociación de los grupos negociadores. Es como hacer una mesa sin una
pata: queda coja.
¿Influyó la salida de Jorge Burgos del Ministerio del Interior?
Creo que aquí se nota la mano débil del ministro del Interior, Mario Fernández, que no
fue capaz de darles peso político a las propuestas más moderadas. Aquí pierden los
trabajadores, porque no van a poder negociar una jornada de trabajo más cómoda. La
reforma les otorgaba la posibilidad de negociar con pactos jornadas más cómodas.
Pero de todas formas hoy hay sindicatos y
empleadores que realizan pactos de adaptabilidad...
Sólo con autorización de la Dirección del
Trabajo y en cierto tipo de empresas. Por eso,
los pactos eran buenos y el gobierno los defendió originalmente. El gobierno prefirió
darle el gusto a la CUT.
¿Considera que esto amerita la renuncia de
alguien?
Creo que la ministra del Trabajo, Ximena
Rincón, ha dado un muy mal examen (...).
Es una buena política, pero no ha sido una
buena ministra del Trabajo, porque no se ha
preocupado de los seis millones de chilenos
que, pudiendo trabajar, no tienen trabajo.
Este veto significa nuevamente una reforma
técnicamente mal hecha. Significa que no
va a haber ninguna norma que regule los
grupos negociadores. Es decir, el gobierno
ha renunciado a legislar en un tema que requería legislación, dejando que la Dirección
del Trabajo y los tribunales resuelvan lo que
se presta para enorme cantidad de diferencia de criterios o arbitrariedad. Vamos a tener una reforma laboral mal hecha, que va
a necesitar una reforma a la reforma de
nuevo.
Incumplir el fallo
¿Cree que esto marcará un punto de inflexión en el espíritu reformista del gobierno?
Aparentemente, uno podría pensar que esto
es fruto de las desavenencias, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo (...). Resulta desilusionante, en definitiva, por un exceso de ideología, una falta de acuerdo, o una
falta de capacidad técnica, se termine aprobando una reforma que perjudique. Este es
un balde de agua fría, se eliminan los principales pactos de adaptabilidad, que era lo
único que olía a siglo XXI. Lo único que olía
a productividad.
¿Qué problemas ve en el veto?
El veto presidencial viene a ser una especie
de supuesto castigo, porque deja los grupos
negociadores sin una legislación que regule su acción. No queda claro el quórum. Ni
cómo negocian. Porque la reforma eliminó
de la legislación actual los artículos que regulaban a los grupos negociadores en la legislación actual y no los sustituyó. El gobierno no ha cumplido de buena fe el fallo del
Tribunal Constitucional. Porque el fallo decía que el derecho a negociar era de los trabajadores, que son libres de elegir cómo lo
ejercen. A través del sindicato o grupo negociador. Pero eso requería una legislación
para los sindicatos y una para los grupos negociadores. El gobierno no está cumpliendo lealmente el fallo del Tribunal Constitucional. Lo que está tratando es que haya un
supuesto castigo a los empleadores por la vía
de que los grupos negociadores resulten
muy desordenados, al no haber una legislación y, por otra parte, que se limite parte
de los pactos de adaptabilidad.
Creo que lo que hay es un cierto espíritu de
venganza contra las empresas, en el sentido de decir que ya que no salió la titularidad como pensábamos, entonces dejemos
un sistema laboral que genere muchos conflictos. Es una especie de reacción infantil.
La ministra Rincón anticipó que la aprobación del veto y la promulgación del proyecto tal cual está generarán judicialización.
¿Comparte ese escenario?
Esto no ayuda a disminuir la desconfianza
que nos tiene empantanados en una economía con anemia. El ministro logró imponer
el crecimiento como tema, pero esto no
ayuda a eliminar las desconfianzas.
¿El escenario legislativo post reforma laboral será peor que el actual?
Creo que quedamos con una reforma más
desequilibrada, porque da poder desequilibrante a los sindicatos...
Pero el problema del gobierno se desencadenó justamente porque el TC derribó la titularidad sindical...
Quedamos sin claridad respecto de los grupos negociadores. Lo cual se va a prestar para
muchas más arbitrariedades. Por otra parte, es peor, porque esta es una reforma más
mata pyme. No tienen espalda para resistir
huelga sin reemplazo, porque se había aprobado en el Congreso un aumento al quórum
mínimo de trabajadores para hacer sindicato y se eliminó por el veto. Tercero, las
pymes van a estar expuestas a sindicato interempresa. Todo eso hace que esta reforma
sea un nuevo golpe a las pymes.
Hay especialistas que señalan que la nueva normativa incumplirá convenios ratificados con la OIT sobre titularidad sindical....
No soy abogado, pero entiendo que el fallo
del TC aclaró que no era así. Entiendo que
hay varios abogados laborales expertos.
A través de minutas enviadas al Congreso,
la OIT respaldó abiertamente la titularidad
sindical que promovió el gobierno y que fue
derribada en el TC, y dijo que sus instrumentos sólo autorizan la negociación con
grupos negociadores cuando no hay sindicatos.
Yo entiendo que el fallo aclara que eso no se
opone a los convenios y también he leído varias entrevistas en que expertos abogados laborales dicen que los convenios no eliminan
totalmente los grupos negociadores.N
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