23 LATERCERA Domingo 19 de junio de 2016 Ni ley corta, ni reforma constitucional. Finalmente, y casi dos meses después de que el Tribunal Constitucional derribara la titularidad sindical, el gobierno decidió cerrar el debate laboral reactivando el veto que envió al Congreso la primera semana de mayo. Argumentando que fue imposible alcanzar un acuerdo con la oposición para una reforma a la Carta Magna, la autoridad resolvió impulsar el veto que elimina del proyecto de ley tres pactos de adaptabilidad, referidos a jornadas, horas extraordinarias y jornadas pasivas. El economista Bernardo Fontaine -quien fue parte de las negociaciones en la tramitación de la reforma tributaria y ha seguido de cerca la evolución de la reforma laboral- considera que el gobierno equivocó su camino y que lo indispensable era una ley corta. ¿A qué atribuye la decisión del gobierno? El veto presidencial significa que el gobierno agachó el moño frente a la CUT. En primer lugar, porque había planteado y defendido los pactos de adaptabilidad como necesarios y convenientes, y ahora se dio una vuelta de carnero. Como a la CUT no le gustan los pactos, elimina tres de los cinco posibles pactos. Por otra parte, también había hecho un guiño a las empresas con menos de 50 trabajadores, aumentando el quórum necesario para constituir un sindicato a menos del 50% de los trabajadores. Eso también lo elimina, con lo cual empuja más a ser una reforma que mata a las pymes. ¿Quién pierde con la decisión de reimpulsar el veto? Es sabido que el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, no era partidario de esa opción. Es claro que el ministro Valdés perdió y no fue capaz de equilibrar la reforma laboral como nos había prometido cuando asumió. Toda vez que una negociación colectiva en la cual no hay reemplazo en huelga, evidentemente desequilibra la negociación a favor del sindicato. Es por eso que casi todos los expertos de la Nueva Mayoría, incluso los que trabajaron en el programa de gobierno, todos pidieron que hubiera reemplazo interno y el ministro Valdés se negó a esa posibilidad. ¿Cree que Valdés no estaba tan convencido o le faltó muñeca política? No sé si estaba tan convencido o no, pero es claro que el gobierno prefirió darle el gusto a la CUT que una buena reforma a los trabajadores. ¿Eso también puede ser leído como que el gobierno no quiso darles una buena reforma a los empleadores...? Esto no tiene que ver con defender a las empresas. Quiero dejar claro que soy gran partidario de los sindicatos, que son indispensables e importantes. Por cierto que había que hacer una reforma laboral y fortalecer la negociación sindical. También quiero dejar claro que en Chile los sueldos son bajos y tienen que subir. Y también quiero dejar claro que no se trata para nada de hacer una legislación laboral para los empresarios, sino que una reforma laboral equilibrada, que tome en cuenta los legítimos intereses de los trabajadores sindicalizados, pero que promueva el empleo y, por tanto, ayude a los que no están sindicalizados, a los que están desempleados y ayude a las empresas a crecer y a los ciudadanos consumidores (...). Había que equilibrar los derechos de los trabajadores sindicalizados con los no sindicalizados. Tradicionalmente, la figura de un ministro de Hacienda era vista como alguien capaz de imponer una visión mesurada en pro de la economía. ¿Valdés cumple esa característica? Estábamos acostumbrados que los ministros de Hacienda fueran filtros, que hicieran que las reformas fueran pro crecimiento, pero aquí el ministro de Hacienda ha perdido ese rol. Creo que él es un economista muy capaz, pero se enfrenta a una coalición como la Nueva Mayoría que no tiene el crecimiento económico en su ADN. Tampoco tiene una cosa que la Concertación sí tenía, “La ministra del Trabajo, Ximena Rincón, ha dado un muy mal examen. Porque resulta que este veto significa nuevamente una reforma técnicamente mal hecha”. “Creo que aquí se nota la mano débil del ministro Fernández, que no fue capaz de darles peso político a las propuestas más moderadas”. “Lo que está tratando es que haya un supuesto castigo a los empleadores por la vía de que los grupos negociadores resulten muy desordenados al no haber una legislación”. “Veto presidencial significa que el gobierno agachó el moño frente a la CUT (...). Se dio una vuelta de carnero”. QUIÉN ES ECONOMISTA * CARGO. Economista de la UC. Tiene 20 años de experiencia en finanzas corporativas. Inició su carrera en el banco de inversiones IM Trust . Actualmente, junto con Cristóbal Hurtado, es ejecutivo de 7a, firma de gestión que administra fondos de private equity enfocados en medianas empresas. que es la preocupación por hacer leyes bien hechas, técnicamente correctas, y eso es lo que está jugando en contra aquí. Es impensable que una ministra del Trabajo se dé por satisfecha con una reforma laboral que no regula la negociación de los grupos negociadores. Es como hacer una mesa sin una pata: queda coja. ¿Influyó la salida de Jorge Burgos del Ministerio del Interior? Creo que aquí se nota la mano débil del ministro del Interior, Mario Fernández, que no fue capaz de darles peso político a las propuestas más moderadas. Aquí pierden los trabajadores, porque no van a poder negociar una jornada de trabajo más cómoda. La reforma les otorgaba la posibilidad de negociar con pactos jornadas más cómodas. Pero de todas formas hoy hay sindicatos y empleadores que realizan pactos de adaptabilidad... Sólo con autorización de la Dirección del Trabajo y en cierto tipo de empresas. Por eso, los pactos eran buenos y el gobierno los defendió originalmente. El gobierno prefirió darle el gusto a la CUT. ¿Considera que esto amerita la renuncia de alguien? Creo que la ministra del Trabajo, Ximena Rincón, ha dado un muy mal examen (...). Es una buena política, pero no ha sido una buena ministra del Trabajo, porque no se ha preocupado de los seis millones de chilenos que, pudiendo trabajar, no tienen trabajo. Este veto significa nuevamente una reforma técnicamente mal hecha. Significa que no va a haber ninguna norma que regule los grupos negociadores. Es decir, el gobierno ha renunciado a legislar en un tema que requería legislación, dejando que la Dirección del Trabajo y los tribunales resuelvan lo que se presta para enorme cantidad de diferencia de criterios o arbitrariedad. Vamos a tener una reforma laboral mal hecha, que va a necesitar una reforma a la reforma de nuevo. Incumplir el fallo ¿Cree que esto marcará un punto de inflexión en el espíritu reformista del gobierno? Aparentemente, uno podría pensar que esto es fruto de las desavenencias, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo (...). Resulta desilusionante, en definitiva, por un exceso de ideología, una falta de acuerdo, o una falta de capacidad técnica, se termine aprobando una reforma que perjudique. Este es un balde de agua fría, se eliminan los principales pactos de adaptabilidad, que era lo único que olía a siglo XXI. Lo único que olía a productividad. ¿Qué problemas ve en el veto? El veto presidencial viene a ser una especie de supuesto castigo, porque deja los grupos negociadores sin una legislación que regule su acción. No queda claro el quórum. Ni cómo negocian. Porque la reforma eliminó de la legislación actual los artículos que regulaban a los grupos negociadores en la legislación actual y no los sustituyó. El gobierno no ha cumplido de buena fe el fallo del Tribunal Constitucional. Porque el fallo decía que el derecho a negociar era de los trabajadores, que son libres de elegir cómo lo ejercen. A través del sindicato o grupo negociador. Pero eso requería una legislación para los sindicatos y una para los grupos negociadores. El gobierno no está cumpliendo lealmente el fallo del Tribunal Constitucional. Lo que está tratando es que haya un supuesto castigo a los empleadores por la vía de que los grupos negociadores resulten muy desordenados, al no haber una legislación y, por otra parte, que se limite parte de los pactos de adaptabilidad. Creo que lo que hay es un cierto espíritu de venganza contra las empresas, en el sentido de decir que ya que no salió la titularidad como pensábamos, entonces dejemos un sistema laboral que genere muchos conflictos. Es una especie de reacción infantil. La ministra Rincón anticipó que la aprobación del veto y la promulgación del proyecto tal cual está generarán judicialización. ¿Comparte ese escenario? Esto no ayuda a disminuir la desconfianza que nos tiene empantanados en una economía con anemia. El ministro logró imponer el crecimiento como tema, pero esto no ayuda a eliminar las desconfianzas. ¿El escenario legislativo post reforma laboral será peor que el actual? Creo que quedamos con una reforma más desequilibrada, porque da poder desequilibrante a los sindicatos... Pero el problema del gobierno se desencadenó justamente porque el TC derribó la titularidad sindical... Quedamos sin claridad respecto de los grupos negociadores. Lo cual se va a prestar para muchas más arbitrariedades. Por otra parte, es peor, porque esta es una reforma más mata pyme. No tienen espalda para resistir huelga sin reemplazo, porque se había aprobado en el Congreso un aumento al quórum mínimo de trabajadores para hacer sindicato y se eliminó por el veto. Tercero, las pymes van a estar expuestas a sindicato interempresa. Todo eso hace que esta reforma sea un nuevo golpe a las pymes. Hay especialistas que señalan que la nueva normativa incumplirá convenios ratificados con la OIT sobre titularidad sindical.... No soy abogado, pero entiendo que el fallo del TC aclaró que no era así. Entiendo que hay varios abogados laborales expertos. A través de minutas enviadas al Congreso, la OIT respaldó abiertamente la titularidad sindical que promovió el gobierno y que fue derribada en el TC, y dijo que sus instrumentos sólo autorizan la negociación con grupos negociadores cuando no hay sindicatos. Yo entiendo que el fallo aclara que eso no se opone a los convenios y también he leído varias entrevistas en que expertos abogados laborales dicen que los convenios no eliminan totalmente los grupos negociadores.N