Seguridad y Derechos Humanos: Violaciones a derechos humanos

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 Seguridad y Derechos Humanos: Violaciones a derechos humanos en el marco del combate al narcotráfico Documento preparado en el marco del Diálogo Político de Alto Nivel en materia de Derechos Humanos UE-­‐México Durante los últimos años, México ha experimentado una crisis humanitaria a causa de la estrategia de seguridad y la llamada “guerra contra el narcotráfico”. La política de seguridad ha superpuesto las premisas de la seguridad nacional por encima de la vigencia de los derechos humanos. A pesar del cambio de gobierno a nivel Federal en diciembre de 2012, dicha política continúa basándose en la militarización y el uso de la fuerza, incluso la letal. La participación de las Fuerzas Armadas en labores de seguridad pública se ha incrementado significativamente, a pesar de los reiterados pronunciamientos de mecanismos de derechos humanos que recomiendan que las labores de policía se lleven a cabo por autoridades civiles. Una fallida política de drogas, basada en un paradigma prohibicionista, ha impactado negativamente la vida de miles de personas alrededor del país, poniendo en riesgo la vigencia de los derechos humanos y la propia estabilidad del Estado de derecho. Las cifras de los abusos cometidos en México en los últimos años son escalofriantes y nos permiten afirmar que en México se violan los derechos humanos de manera sistemática o generalizada. Además, creemos que por la intensidad y periodo prolongado de los enfrentamientos entre Fuerzas Armadas y grupos del crimen organizado, así como por la estructura organizacional y logística de dichos grupos, estamos frente a un conflicto armado de carácter no internacional en varias partes del país. Las cifras oficiales y no oficiales indican que la violencia ha producido más de 100.000 personas que han sido asesinadas, más de 150.000 personas desplazadas por motivo de la violencia,1 y más de 25.000 personas desaparecidas tan solo en el sexenio anterior.2 Además se han presentado miles de quejas de tortura3 ante diferentes instituciones públicas de derechos humanos del país y se ha evidenciado el abuso en la aplicación de la figura del arraigo, una forma de detención arbitraria para investigación por periodos de hasta 80 días. A un año del cambio de poder en la Administración Pública Federal no ha existido un cambio significativo en la estrategia de seguridad, a pesar de reiteradas declaraciones y llamados instando a nuestro país a la necesidad del mismo. Según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), entre el 1 de diciembre de 2012 y el 1 de enero 2014, se han registrado 938 denuncias de violaciones a derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas.4 A la fecha el gobierno no ha sido 1
Informe del Observatorio de Desplazamiento Interno del Consejo Noruego para Refugiados sobre el desplazamiento forzado en México a consecuencia de la violencia de los cárteles de la droga, disponible en http://www.internal-­‐
displacement.org/8025708F004BE3B1/(httpInfoFiles)/E65A0D75E1B5E8F8C125781F00318DF2/$file/Mexico_Dec2010_sp.pdf 2
Steimberg, Nik. “Vanished: The disappeared of Mexico’s Drug War”. Human Rights Watch.New York, 2013.Disponible en http://www.hrw.org/news/2014/01/08/vanished-­‐disappeared-­‐mexicos-­‐drug-­‐war 3
RedTDT. “Informe conjunto presentado por las organizaciones de la sociedad civil mexicana para la segunda ronda del Examen Periódico Universal de México”. 4 de marzo 2013. Disponible en http://cmdpdh.org/wp-­‐
content/uploads/2013/07/Informe-­‐conjunto-­‐presentado-­‐por-­‐organizaciones-­‐de-­‐la-­‐sociedad-­‐civil-­‐mexicana-­‐para-­‐la-­‐segunda-­‐
ronda-­‐del-­‐EPU-­‐a-­‐M%C3%A9xico.pdf 4
SEDENA. “Quejas y Recomendaciones Notificadas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos”. http://www.sedena.gob.mx/images/stories/D.H/2014/graficaquejas.pdf 1 claro sobre el retiro de las Fuerzas Armadas de las labores de seguridad pública y poco se ha explicado sobre la incorporación de estándares de derechos humanos en la estrategia de seguridad. Más aún, la jurisdicción militar continúa conociendo de abusos cometidos por elementos militares y la impunidad por estos crímenes es prácticamente absoluta. El flagelo de la tortura se ha visto agudizado en el contexto de la llamada guerra contra la delincuencia organizada, en que es sistemáticamente utilizada para la obtención de pruebas ilícitas, que con frecuencia son aceptadas por los jueces como prueba válida. Además, no se han dado avances significativos en la investigación y procesamiento de los responsables de haber cometido tortura, a lo que se suma la falta de autonomía e imparcialidad de los servicios periciales que aplican el Protocolo de Estambul. Incluso se han documentado casos de tortura sexual como herramienta para la autoincriminación y obtención de pruebas. Es el caso de Miriam López, quien fue detenida arbitrariamente en un retén militar en la ciudad de Tijuana, Baja California, y trasladada a un cuartel militar. Ahí, fue torturada y abusada sexualmente en múltiples ocasiones por elementos castrenses, quienes la obligaron a firmar una declaración autoinculpatoria. Después de dos años de sucedidos los hechos, el caso permanece en total impunidad. La tortura en México es raramente sancionada, siendo la impunidad la regla común. Según información oficial, desde 2006 a la fecha, únicamente 12 personas han sido consignadas por el delito de tortura.5 La desaparición forzada de personas ha resurgido en México con una fuerza estremecedora desde que en 2006 diera inicio la actual encrucijada contra las drogas. A diferencia de lo que se vivió en nuestro país en los años de la llamada Guerra Sucia en que las desapariciones se cometían con motivos políticos, hoy en día éstas no son sólo en contra de líderes sociales y activistas políticos o contra grupos insurgentes, sino que se extiende a amplios sectores de la población. Así, personas sin alguna militancia social o política, acusados por el Estado de pertenecer a bandas del crimen organizado, han sido víctimas de desaparición forzada. Si bien no se cuenta con cifras oficiales sobre el número de personas víctimas de desaparición forzada, la Secretaría de Gobernación reveló a principios de 2013 la cifra de 26.000 personas desaparecidas,6 aunque no se sabe cuántas de éstas fueron cometidas forzadamente por agentes estatales o terceros en aquiescencia de las autoridades. En muchas ocasiones, a pesar de la evidencia que revela una desaparición forzada, las autoridades responsables se niegan además a calificarla como tal y es documentada como un delito distinto, en que incluso se ha inventado el infame término de levantones para referirse a un delito tan grave como la desaparición forzada.7 La militarización de la seguridad pública en México ha tenido también un impacto directo en el ejercicio del derecho a la vida, en el que la tasa de homicidios ha aumentado dramáticamente en los 5
Información obtenida por la CMDPDH mediante solicitudes de acceso a la información 0001700000914 6
Booth, William. “Mexico’s crime wave has left about 25,000 missing, government documents show” en The Washington Post.29 denoviembre de 2012. 7
HRW. “Ni seguridad, ni derechos: Ejecuciones, desapariciones y tortura en la ‘guerra contra el narcotráfico’ de México”. Human RightsWatch, 2011. 2 últimos años. Al menos 100.000 personas han sido ejecutadas en hechos relacionados con el combate a la delincuencia organizada.8 Las y los jóvenes y menores de edad han sido particularmente afectados por este contexto de violencia, en donde los derechos de las y los niños permanecen invisibilizados. Entre 2006 y 2011, más de 1.200 menores de edad perdieron la vida.9 En el contexto de los operativos conjuntos entre Fuerzas Armadas y agencias de seguridad, se han documentado múltiples ejecuciones extrajudiciales que han sido negadas por autoridades estatales y federales. Incluso, se ha preferido utilizar el concepto “daños colaterales” para referirse a ellas.10 La “guerra contra la delincuencia organizada” ha justificado en México la existencia de un sistema de excepción en la cual se han normalizado diversas prácticas violatorias de los derechos humanos, como el arraigo y los testigos protegidos. Haciendo eco de los argumentos internacionales para el fortalecimiento de las facultades del Estado para el combate al terrorismo, México integró en su ordenamiento jurídico el derecho penal del enemigo. Desde entonces, el arraigo, los cateos, los testigos protegidos y la presión preventiva automática se volvieron las “técnicas” de investigación criminal más recurridas en el país. En México se han flexibilizado las garantías judiciales extendiendo injustificadamente las facultades del Estado para detener a una persona, atentando contra el propio sentido de justicia. Entre enero 2008 y octubre 2012 fueron puestas bajo arraigo 8.595 personas, pero solamente 3.2% de ellas han recibido sentencia condenatoria,11 lo cual demuestra su ineficacia como método que facilite la investigación de la delincuencia organizada. A pesar de ciertos avances tendientes a restringir la jurisdicción militar en México, esta continúa siendo una realidad. En el contexto actual de una elevada presencia militar en las calles realizando labores de seguridad pública, el aumento de las violaciones a derechos humanos cometidas por elementos castrenses es evidente, las cuales en su mayoría permanecen impunes. Según información proporcionada por la SEDENA, de las 113 recomendaciones dirigidas a dicha dependencia por la CNDH entre 2006 y 2012, tan sólo se han emitido dos sentencias, a pesar de que 63 de éstas han sido dadas por concluidas. No obstante, cabe destacar además que la CNDH ha emitido recomendaciones a la SEDENA únicamente en 1.5% de las quejas totales recibidas contra esta dependencia. La investigación y procesamiento de violaciones a derechos humanos cometidas por militares continúan enfrentando graves dificultades y dilaciones debido a la falta de claridad sobre la iniciativa de la investigación, como por la necesidad de una declinación formal por parte de la Procuraduría General de Justicia Militar. A pesar de la declaratoria de inconstitucionalidad por parte de la Suprema 8
Miroff, Nick y Booth, William. “Mexico’s drug war is at a stalemate as Calderon’s presidency ends”. en Washington post. 27 de Noviembre de 2012. 9
REDIM. “Informe Alternativo sobre el Protocolo Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño relativo a la Participación de Niños en Conflictos Armados”. Red por los Derechos de la Infancia en México. México, 2011 10
Acosta, Mariclaire. “La impunidad crónica de México: Una aproximación desde los derechos humanos”. CDHDF, abril 2012. Pp. 90 11
Información recabada por la CMDPDH a través de solicitudes a la PGR de acceso a la información pública (oficios No. SJAI/DGAJ/06812/20011, No. SJAI/DGAJ/05398/2012 y No. SJAI/DGAJ/11715/2012 ) 3 Corte de Justicia del artículo 57 del Código de Justicia Militar, la reforma aún está pendiente de ser discutida y aprobada por el Congreso de la República. Tal es el caso del Sr. Jorge Parral, quien presuntamente fue ejecutado extrajudicialmente en 2010 por miembros del Ejército en el estado de Nuevo León. El 26 de abril de ese mismo año, la Procuraduría General de Justicia Militar inició una investigación por los hechos y negó declinar competencia a favor del Ministerio Público Federal. Las víctimas tuvieron que presentar un recurso de amparo con el fin de exigir la declinación por parte de las autoridades militares, amparo que fue concedido en octubre de 2013. Las políticas prohibicionistas y represivas frente a las drogas no han producido los resultados esperados, y al contrario, han generado efectos nocivos que a diario vulneran los derechos humanos de millones de personas y que incluso ponen en riesgo la viabilidad del Estado de derecho. Frente a una situación que se ha deteriorado y que ha elevado los costos humanos y sociales, resulta imperativo cambiar la estrategia actual de “guerra contra las drogas” e impulsar un nuevo paradigma basado en un enfoque de salud y de respeto a los derechos humanos. En este sentido, instamos a México y a la Unión Europea a que, en el marco del Diálogo Político de Alto Nivel en Derechos Humanos, busquen alternativas para la actual política de drogas internacional, y en particular sobre la estrategia de seguridad implementada para combatir a la delincuencia organizada. La crisis en México tiene que llegar a un fin. A nivel multilateral la Unión Europea y México deben impulsar en los diversos foros multilaterales el cambio real en la estrategia internacional de fiscalización con el fin de evitar que las Fuerzas Armadas participen como eje rector de las políticas de seguridad y control de drogas. Asimismo, se podría impulsar en el marco de las Naciones Unidas la creación de una Relatoría Especial sobre la protección de los derechos humanos en el marco de la lucha contra las drogas. También tendrán que velar por la inclusión de una genuina perspectiva de derechos humanos y la inclusión de la sociedad civil en la realización de la próxima Sesión Especial de la Asamblea General sobre drogas a celebrarse en 2016. En ese contexto deben trabajar conjuntamente para armonizar las convenciones sobre drogas de las Naciones Unidas con las convenciones de derechos humanos para que los derechos humanos tengan precedencia. A nivel doméstico los gobiernos de la UE y de México deben impulsar políticas que pongan fin a la criminalización de las y los usuarios de drogas, poniendo el énfasis de la política de drogas en la salud, alejándola de las premisas de la seguridad nacional. Asimismo, deben promover el aseguramiento de la investigación exhaustiva e imparcial de todas las denuncias de violaciones a derechos humanos cometidas por elementos de las Fuerzas Armadas en el fuero civil, y sancionar a los responsables. Finalmente, los gobiernos tienen que emprender políticas de reducción de riesgos y daños sobre el uso problemático de sustancias, y garantizar el acceso a la salud para las y los usuarios de drogas. 4 
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