O S N P R �AM --O - -- -A- --- - - ����==IO� -O- Al-- -��- !N E N BI LI DE P G P R S -- ------------------------------------ '�. Mercaderes en el templo resa como si no me interesa lo que dice; la virtud de autoimponerme cualquier tipo de represión o sacrificio que no venga a cuen­ to, o hasta, si resultara necesario, cualquier tipo de automutilación inútil. Y como los curas aquellos utilizaban la biblioteca del colegio para castigar los sábados a los alum­ nos que no éramos demasiado obedientes, les debo a ellos también que retardaran con­ siderablemente en mí el vicio de la pasión lectora. Lograron evitar mi adicción a la lec­ El libro es desde siempre el símbolo fun­ tura hasta que aprendí a escaparme del cole­ damental de la cultura, así que no resulta gio y fui a dar con mis huesos cierto día, no extraño que la representación de la destruc­ sé por qué extraño azar, en la biblioteca del ción cultural se haya realizado tradicional­ barrio. mente por medio de la quema de libros. El humo de la biblioteca de Alejandría se pare­ a desmoronarse gran parte de la sólida edu­ ce al de las de Sarajevo y Bagdag: desde los cación que estaba recibiendo, y empezó tiempos del cuarto rey azteca Itzcóatl hasta también la carrera de despropósitos y erro­ los delirios de Ray Bradbury, pasando por la res que me ha llevado a convertirme en minuciosa labor pirotécnica de la Inquisi­ escritor y editor en un país y una época en la ción, quemar libros siempre ha constituido que el cincuenta por ciento de la población un modo de tabula rasa, de lograr por fin jura a voz en cuello que no ha leido nunca adormecer la memoria, de dejar atrás moles­ un libro y que no piensa hacerlo jamás. Por tas alternativas, de desbrozar el camino ante entonces las bibliotecas, para evitar que el paso triunfal de las culturas oficiales para cualquier desinformado diera con la lectura que se conviertan en únicas. de sus sueños, no tenían los libros escanda­ Debo a los curas que me educaron en la EDUCACION y BIBLIOTECA - 140, 2004 Confieso que en aquel día aciago empezó losamente a la vista como ahora, sino que al infancia una enorme cantidad de pequeñas menos los escondían: había que consultar virtudes: la virtud de esconder los propios los ficheros, rellenar una petición y entre­ sentimientos a todo el mundo, incluido a mí gársela a un bibliotecario huraño. Previendo mismo; la virtud de hacer lo que me ordena todo tipo de posibilidades, nadie me había alguien jerárquicamente superior sin plan­ enseñado a consultar ficheros, pero yo me tearme las cuestiones éticas que puedan iba al catálogo de títulos, mucho más suge­ derivarse de ello; la virtud de desconectar rente que el de autores, y pedía los libros a totalmente cuando alguien habla en público, partir de lo que me inspiraban las fichas, así como yo estoy haciendo ahora, y de no ente­ que me inicié en la adicción a la lectura por rarme de una sola palabra, tanto si me inte- medio de las vanguardias literarias, que 62 -O PR OFESIÓN habían dado unos títulos muy atractivos NO Al PRÉSTA MO DE PAGO EN BIBUOTECAS rrar lo más posible en gestión. Se prescinde para el gusto de un niño: La cantante calva. de los bibliotecarios, por ejemplo, y se pone La primera aventura celeste del señor Anti­ a los autores y editores por tumo, en orden pirina. Blanca o el olvido. Reconozco que alfabético, en una especie de taquilla a la asomarme al abismo de la literatura a través entrada de las bibliotecas. del acuchillado ojo surrealista me propor­ Como evidentemente poco a poco se irá cionó una capacidad de la que el resto de los logrando erradicar el vicio de la lectura, mortales suele carecer: la de comprender las para no acabar con los ingresos, se empieza políticas que emprenden los a fomentar la quema o des­ responsables trucción de libros. El usua- de la cultura, cuando toman la no muy usual decisión de emprender .liiiiiii"� rio accede a las salas y paga entonces no por leer, sino por quemar algún tipo de política. Bien, toda esta enonne el libro que le ape­ digresión con la que estoy tezca, con precios aprovechando un poco especiales para para contarles mi vida piras de coleccio­ viene a cuento de 10 nes. Las bibliote­ que cas pasan a lla- nos ha reunido marse crematecas. aquí estos días: por fin y aquí está la alguien se ha dado cuenta de que, aun­ que esté poco extendido y bien deli­ mitado en un pequeño medida final: un crematorio de escritores y editores vivos, para cuando ya queden cuatro libros. Una nueva forma de acceder al olvido de nues­ grupo de marginados, nos tras miserias y centramos en otras formas de hallamos lejos de erradicar el vicio de la cultura más actuales y sorprendentes. Un lectura. La idea de ir recortando el exiguo acontecimiento sin precedentes, que dejará presupuesto que se dedica a las bibliote­ pequeña la antigua e intrascendente quema cas, y de hacerlo de tal modo que lo de la biblioteca de Alejandría y superará la recortado se le ingrese directamente a un ficción de Fahrenheit 451. Y ya está ahí el grupo de editores y escritores para que, en olvido, la instauración de una amnesia cul­ vez de escribir y editar como suelen, lo tural sin precedentes. gestionen y lo repartan lo más equitativa­ Tengo un sobrino de trece años que ya mente que sepan entre sus compañeros de está abandonando el vicio de la lectura gra­ fechorías..., esta idea me parece un hallaz­ cias a un sistema educativo que sigue obli­ go de dimensiones incalculables, sobre gándole, como en mis tiempos, a que lea todo si, como espero, no es más que un cosas que no le interesan y que no entiende. primer paso en lo que ya intuyo como la O empezamos rápido con el plan que con­ gran revolución cultural del siglo XXI y cluirá con la cremación de escritores y edi­ que desde aquí suscribo con toda mi alma. tores vivos o me temo que algún día este Por ello, y por si acaso no se le han ocu­ sobrino pase por la puerta de una biblioteca, rrido a nadie, voy a proponer algunas entre y sea captado por uno de esos actuales medidas evidentes a tomar una vez que se bibliotecarios que acechan ofreciendo libros haya hecho lo que se va a hacer. envenenados, se lance a la lectura y acabe Lo primero es establecer un canon de convirtiéndose en escritor o en editor o, lo pagos suficientemente escalonado. Un dine­ que es muchísimo peor, en lector, como su ro por entrar a la biblioteca, un poco más por tío. Entre todos podemos evitarlo. ver un libro, algo más por tocarlo, por abrir­ Muchas gracias. lB lo ya un sablazo y por empezar a leerlo ni se sabe... , hasta tal punto que acabarlo sea la Javier Azpeitia ruina, y empezar otro el inevitable comienzo de la marginación social por indigencia. Lo segundo es hacer que el dinero vaya directamente del usuario al autor para aho- Texto leido por su autor en el marco de las Jornadas de Guadalajara. 63 EDUCACION V BlBU01B:A -140. 2004