Salvador López Ediciones Paulinas

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Salvador López
Ediciones Paulinas
Colección
SALVADOR LÓPEZ
COMUNIDAD Y MISIÓN
RENOVACIÓN DE LA VIDA CONSAGRADA - 2' edlc.
Eduardo Pirofíio
GRITAMOS LA ESPERANZA
Benito D. Spoletini
DEJAR QUE EL OTRO SEA - 2? edic.
Luis Augusto Castro
EL SEGUIMIENTO DE CRISTO
Segundo Galilea
LIBERACIÓN DE LA VIDA RELIGIOSA
Carlos Bazarra Sánchez
HACIA UNA VIDA RELIGIOSA MAS COMPROMETIDA
Conferencia Religiosos de Colombia
LOS PECADOS DE LA VIDA RELIGIOSA
Manuel Díaz Alvarez
LA ANIMACIÓN DE LA COMUNIDAD RELIGIOSA
Conferencia Religiosos de Colombia
LA ORACIÓN DE JESÚS Y DEL CRISTIANO
Jon Sobrino
VIDA CONSAGRADA SEGÚN PUEBLA
M. Gutiérrez - J. Ortiz
LLAMADOS PARA SER ENVIADOS
Luis Augusto Castro
LA MISIÓN: DAR DESDE NUEHTnA POBREZA
Luis Augusto Castro
COMUNIDAD, POBREZA. MIHION
Rafael Tonni
VOCACIÓN, SICOLOGÍA Y «HAülA
Alejandro Manenti
LA CONTEMPLACIÓN
Arturo Paoli
SICOLOGÍA Y VIDA CONHAUHAIIA
»< Mlülrtll
Madurez-Sexo y " Y o "
Salvador López
EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
Ejercicios para consagrado»
Carlos M. Martinl
LA RESPONSABILIDAD MISIONI HA M AM^HIOA IA1INA
Segundo Galilea
Sicología
y vida
consagrada
Madurez - Sexo y " Y o "
"Cristo no tiene éxito en una sique destrozada"
EDICIONES PAULINAS
PRESENTACIÓN DE LA PRIMERA EDICIÓN
Este libro, cualquiera que sea su valor, es fruto de
la experiencia. Tiene, es verdad, su parte de teoría, pero
aun ella ha nacido de la praxis sico-terapéutica, no ha
sido tomada de ningún otro libro, en su esencia. El contenido de este libro ha nacido de muchas horas de silenciosa, obscura y paciente escucha.
Durante varios años escuché a muchas personas especialmente a religiosos y sacerdotes, en la Consejería
de la Conferencia de Religiosos de Colombia (C.R.C.).
Hoy vivo entre gentes marginadas de Colombia, pero sigo oyendo todos los días a la gente, también a religiosos
y sacerdotes. Existe una verdadera hambre de alguien
que escuche. En esta necesidad, son iguales pobres y
ricos. Los sufrimientos humanos forman un río siempre
engrosado y espumante que lo invade todo. Y un corazón
sangrante anhela siempre verter su amargura en otro corazón hermano.
Apenas sí reconozco en mí otra ciencia que la capacidad de escuchar y un cierto instinto de orientación en
el laberinto de los problemas síquicos. Sobre él, una
audacia, no sé si justificada, de hablar y escribir de estos temas tan humanos y por lo mismo tan interesantes.
El único título que puedo aducir es el deseo de ayudar.
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(•iilln i Vil No. 2.1 .11, C f l . !)• No. 15-01 - Bogotá
liili'iliniim: 2 54 12 21 - 2 43 36 53 - Bogotá
Con las debidas licencias
Diagramación y carátula de Ediciones Paulinas
© 1982 EDICIONES PAULINAS
Calle 170 No. 23-31 - Bogotá - Colombia
Pero no me hubiera juzgado autorizado a escribir este libro, si muchas personas de las que leyeron los artículos que escribí en la Revista de la C.R.C., VINCULUM, no me lo hubieran pedido. Siendo director de la
misma el P. Juan A. Eguren S. J., hizo una encuesta
entre sus lectores y resultó que los artículos sobre sicología religiosa eran los más leídos y solicitados. La
primera intención, pues, fue publicar aquellos artículos.
Pero al volverlos a leer, vi que con ese material era difícil hacer un libro. Eran artículos aparecidos a lo largo
de cerca de 15 años. La experiencia adquirida hacía ya
5
PRESENTACIÓN DE LA SEGUNDA EDICIÓN
anticuados a muchos de ellos. Me decidí a expresar esa
experiencia de un modo más sistemático.
Asi llegué a proponerme el siguiente plan: Aprovechar aquel material para despejar el terreno al trabajo del
slco-terapeuta, pues muchas personas, Incluso superiores,
no saben qué se hace en un consultorio
sicológico.
En segundo lugar tratar del sexo como de un problema básico y exponer un esbozo de teoría sobre la "integración del sexo" en la vida personal. Ese esquema lo he
expuesto en ¡numerables conferencias y encuentros, pero
nunca lo he consignado por escrito.
En tercer lugar estudiar el problema del "yo". Comienzo explicando lo que entiendo por el "yo", puesto
quo no existe término más confuso en la Sicología; cada
Hli-.úloqo expresa con esa palabra realidades
distintas.
I'ni Un nstudlar el "yo" como origen del desequilli» *f<|ti/(>n y ni origen de la llamada imagen directriz
•'" *»o prolongue la ayuda que
'••< loa mejores años de mi
Nos es grato consignar la buena acogida que le han
dispensado a los tres libritos sobre vida consagrada tanto los religiosos como las religiosas, ya que la edición
se agotó en poco tiempo. Y no ha sido poca la alegría
al comprobar que han contribuido a llevar la paz y el
equilibrio religioso a muchas personas consagradas. Sirva por todos el testimonio de un religioso que en una
comunidad, donde me hospedaba yendo de paso, me llamó aparte y sorpresivamente me dijo: Padre, su libro
sobre el sexo ha salvado mi vocación. Merece la pena
escribir un libro sólo por conseguir efecto tan alentador.
Por eso volvemos a ofrecer este material, esperando
efectos similares.
Pero las Ediciones Paulinas han optado por publicar
los tres libritos en un solo volumen. Esto tiene sus ventajas. Pero nos ha obligado a prescindir de lo que hemos
creído menos importante.
Para ello la Primera y la Tercera Parte han sido modificadas substancialmente, para dar más cabida al tema
de la vida "comunitaria", objeto supremo del Documento
de PUEBLA, cuya idea nuclear es la comunión y participación. Por ello hemos intentado hacer comprender lo
que significa el reto que nuestros Obispos nos hacen a
los religiosos con estas palabras:
"Son especialmente llamados (los religiosos) a vivir
en comunión intensa con El Padre, quien nos llena de su
Espíritu, urgiéndonos a construir la comunión siempre
renovada entre los hombres. La Vida Consagrada es así
una afirmación profética del valor supremo de la comunión con Dios entre los hombres (cf. ET 53) y un "eximio
testimonio de que el mundo no puede ser transfigurado,
ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las Bienaventuranzas" (LG. 31).
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Mi único objetivo es que esta SEGUNDA EDICIÓN
contribuya a conseguir este hermoso y honroso objetivo.
La nueva edición quedaría justificada con que una
sola comunidad me pudiera decir algún día: Padre, su
libro nos ha sostenido en el difícil camino que nos trazó
Puebla.
Cúcuta 19 de marzo de 1981
INTRODUCCIÓN
SICOLOGÍA Y VIDA SOBRENATURAL
El alma destrozada
El alma puede estar destrozada lo mismo que
el cuerpo. Y de la misma manera que el cuerpo destrozado pierde alguna de sus funciones normales,
así también las pierde el alma destrozada.
En este libro vamos a ir exponiendo que el alma destrozada tiene serias dificultades para el
despliegue de la vida "en Cristo". No importa el
estado de la persona: Puede ser una madre de familia o una religiosa. El problema es el mismo. Una
sique destrozada opone dificultades al desenvolvimiento de la vida divina, porque la misma vida humana está afectada negativamente. Si el despliegue
de la vida está impedido, se comprometa toda
clase de vida, desde la vegetativa hasta la sobrenatural!
En este supuesto, ¿qué entendemos por "destrucción del alma"? Un hombre puede tener "el alma destrozada" y, sin embargo, vivir biológicamente.
Por eso esta expresión no es sinónima de "muerte".
El lenguaje ordinario de la gente afirma este
hecho sorprendente y ese lenguaje tiene un valor
sicológico reconocido por los grandes sicólogos.
Veamos lo que dice la gente: "He quedado con
el alma destrozada"; "Es imposible vivir tales cosas
sin quedar con el alma destrozada"; "La pobre mujer salió de todas esas luchas con el alma destrozada. . . " .
Estas frases, tan comunes, son altamente significativas y además muy precisas: Existen acontecimientos, sobre todo de tipo afectivo, que son
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capaces de destruir el alma. Y la persona sigue
viviendo. Esa es la tragedia. ¡Y el misterio!
¿Cuáles son, pues, los acontecimientos capaces de destruir el alma? Cualquiera comprende que
es imposible enumerarlos todos. Son demasiados.
Pero he dicho arriba que son, sobre todo, hechos
de tipo afectivo. Por ejemplo: la necia lucha entre
dos esposos; las peleas entre papas e hijos; la tensión emotiva entre un jefe y un subalterno; la lucha
sorda entre dos rivales; la envidia-rivalidad entre
dos pretendientes al reinado de belleza; ¡la tensión
entre dos religiosas egóticas!
Todos esos casos suponen la relación interpersonal: Son el resultado de la confrontación entre dos "egoísmos", que interesan en la lucha la
parte emotivo-irracional, fondo de nuestra naturaleza animal.
Pero existe otra clase de sentimientos e íntimas emociones que no tienen que ver directamente
con "el otro". Se desarrollan en el santuario de la
propia conciencia. En general, se puede llevar a la
ruptura del alma siempre que dentro de la conciencia se introduce una lucha entre principios que son
antagónicos. La conciencia debe vivir en paz consigo misma so pena de auto-destrucción. La labor
de crear armonía dentro de la conciencia es propia de la educación. Una buena educación crea
armonía entre las tendencias que luchan dentro
del alma: tiende a la "integración" de todas ellas
en una unidad que las trasciende.
Apliquemos esto al desarrollo de la vida que
se nos infundió en el Bautismo. Esa vida tiene exigencias que son contrarias a las energías síquicas
de origen bestial que militan en nuestros miembros, como diría San Pablo. Si esa oposición carneespíritu se exacerba con una mala educación, las
consecuencias pueden ser fatales. La misión de una
buena educación debe tener en cuenta todas esas
energías, no olvidar ninguna, no despreciar ninguna
(¡no hay enemigo pequeño!), sino integrarlas en
las energías superiores, las del espíritu y de esta
manera conseguir la unidad y la paz!
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Si por una equivocación, hija de una mala educación, confundo yo "la voluntad de la carne" con
el deseo de mi voluntad, creó dentro de mí una
tensión que puede llegar a desgarrar el alma.
Esas fuerzas síquicas no armonizadas pueden
representarse también con el símil de la ambivalencia: Dos fuerzas que empujan en dirección
contraria. Entonces el alma se hallaría en la misma
situación que el cuerpo de aquellos mártires antiguos, que eran atados a la cola de dos caballos que
partían en dirección opuesta. El resultado era el
desgarrón, el destrozo. Al alma le pasa exactamente lo mismo. Ahora el resultado se llama neurosis, escrúpulos, tortura interior, sufrimiento...
tal vez sicosis, locura!
Toda esa situación se proyecta después en la
esfera de lo religioso. Oigamos el grito de un alma
fen realidad de muchísimas) que sienten este destrozo.
"Estoy tan deprimido como si me hubieran
echado una losa encima"; "hubiera querido no haber nacido"; "más de cuatro veces la idea del suicidio ha cruzado por mi mente"; "soy un hipócrita,
pues estoy engañando a la gente: exteriormente soy
religioso e interiormente me siento totalmente indigno. . . " .
Esta situación es real. Consuela en pensar que
con frecuencia es meramente subjetiva, porque las
personas que la viven han sido y son, no sólo dignas, sino dignísimas. Pero eso no ha evitado el destrozo del alma. La destrucción está ahí y veámosla
ahora en el terreno específicamente religioso:
"Me encuentro como si nunca hubiera conocido la religión"; "la oración se me hace imposible";
"resulta imposible ir a comulgar"; "hace más de
un año que no me confieso"; "mi vida, así alejada
de Dios, no tiene sentido"; "¿qué sentido tiene que
siga sintiendo eso después de los votos?"; "¡yo
me voy!".
Se ha llegado a la consecuencia más dolorosa,
la que más revela la destrucción que se ha operado
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en el interior de la sique: Dios se ha perdido del
horizonte de una vida "religiosa...".
¿Se puede volver a conquistar esa relación con
Dios después de haber sentido ese vacío? Algunas
veces los esfuerzos por conseguirlo resultan inútiles; el destrozo parece irreversible; un vaso roto
no se recompone nunca; un organismo podrido no
se re-hace: Sólo queda un pensamiento que nos
sugiere la fe. Dios, cuya manera de obrar en estos
casos nos resulta tan ininteligible como cuando vemos la muerte de una viuda con cinco hijos, está
más allá de todos esos efectos visibles síquicos;
creemos que El, por Cristo y en Cristo salvará también a esas pobres almas, que muchas veces sin
culpa, han llegado a esa situación interior desgarrante. El es poderoso para construir lo que para
nosotros es irreconstruíble.
Pero, en muchos casos, si se tiene la suerte
de llegar a tiempo, se consigue detener la ruina
total y re-componer la sique. Yo he sido testigo de
esta especie de resurrección, que justifica innumerables horas de paciente escucha: La sicología puede ayudar a crear a la gracia de Cristo una base
suficiente para que, de ella surja la "nueva creación"!
Veamos esto con alguna detención.
No hace mucho llegaron a mi consultorio dos
superiores. El objeto de la visita era estudiar un caso de un sacerdote, para ellos "desconcertante".
El caso era este:
"Hay en mi Congregación un sacerdote, que
me tiene desconcertado. Ha sido siempre un modelo de sacerdote: celoso, entregado, abnegado, fiel.
Ha desarrollado su ministerio a gusto de todos; es,
para todos, un modelo. Yo mismo tenía y tengo en
él plena confianza; nunca noté en él nada que indicara inseguridad o vacilación en su vocación.
Y en estas circunstancias, Padre, hace unos
días ha venido a hablar conmigo y a decirme que
se retira de la vida religiosa-sacerdotal. La causa
que aduce, y que, según él, lo ha "destrozado" es
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que desde que se ordenó ha tenido el problema
de la masturbación, que no ha podido superar.
Esto le ha mantenido en una tensión interior
continua; ha procurado superarlo por todos los medios, pero sin éxito; finalmente, siempre según sus
palabras, ha decidido abandonar una vida que está
en contradicción con esa realidad íntima suya y buscar la solución en el matrimonio. Y, cosa curiosa y
aún asombrosa, dice él que desde que ha tomado
esa determinación, le ha desaparecido el fenómeno.
El toma esto como una señal de que su vocación es
el matrimonio. ¿Qué piensa, Padre, sobre este caso?".
Hasta aquí la exposición del Provincial.
Pues, Padre, contesté, yo pienso que lo primero que hay que averiguar es qué entiende él por
masturbación. Porque dentro de las cosas posibles
está esta: que tome él lo que le está pasando como
masturbación y no lo sea, sino que se trate de un
fenómeno normal en la vida fisiológica de un hombre. Supongamos, por un momento, que esto fuera
así. Al menos yo sé que a muchos sacerdotes les
ha pasado eso, que tomaban por masturbación los
fenómenos fisiológicos normales en un macho de
la especie humana. Si esto fuera verdad, ese sacerdote se ha creado él mismo por su mala formación, un problema ficticio. Ha tomado por anormalidad lo que es normal; ha creído que ese fenómeno
estaba en contradicción con su ministerio; se ha
creado un sentimiento de culpa que, como una
espina, día tras día, ha ido hiriendo su conciencia
y ha terminado por crear pus; esto es, una sensación intolerable de contradicción interna, y de hipocresía social, ya que aparecía ante los demás
como un sacerdote modelo, siendo así que él sentía
que era "indigno" y por consiguiente, ¡hipócrita!
Ese sentimiento de culpa, de indignidad y de hipocresía ha sido el que ha arruinado su vida religiosa
íntima y, finalmente, lo ha llevado a ¡a resolución
que ha tomado, como única solución.
Ha tardado mucho en tomarla, porque él sabe
que vale para esa misión. Ha obtenido éxitos, ha
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llenado una misión, se ha realizado, ha satisfecho
socialmente y se ha impuesto a los demás! Dejar
todo eso se le aparecía como horrible y socialmente
destructor, por el escándalo que supondría. Pero
ha podido más en su alma la ficticia contradicción
que él mismo se ha creado, que la evidencia social
de su aptitud para la vida consagrada-sacerdotal.
La calma a que ha llegado, una vez tomada la
resolución, es señal únicamente de que en su conciencia ha cesado la contradicción y con ella el
sentimiento de culpa y, con esa armonía entre el
ser y el obrar, ha encontrado el equilibrio y la paz.
Pero el falso problema creado se ha llevado por
delante de su vocación y la Iglesia y el mundo ha
perdido un sacerdote. Y él, a la larga, no ha ganado, porque esa paz se verá muy amenazada, cuando
emprenda una vida para la que probablemente no
está preparado y, en la cual, corre el peligro de
zozobrar, contra lo que él ahora cree! Han sido
muchos los que han zozobrado en ella, después de
una vida consagrada. ¡Les ha resultado imposible
la adaptación a esa vida!
Esa, pues, no es la solución verdadera. La verdadera hubiera sido esta: haberle hecho ver por
vista de ojos, haberle hecho tocar con las manos
que lo que él tenía no era masturbación, sino un
fenómeno natural y por lo tanto no-malo, sino indiferente de sí mismo. Si hubiera conseguido "integrar" esa realidad-natural en su vida personal, hubiera desaparecido la tensión, hubiera habido armonía entre su conciencia y su ministerio, se habría
sentido socialmente realizado y hubiera ido creciendo en su interior la sensación de una mayor intimidad con Dios y de un crecimiento progresivo en
la vida interior-sobrenatural, a la par que la conciencia de su papel creador, constructivo y positivo
en la vida de toda la Iglesia. El resultado hubiera
sido un sacerdote seguro en su ministerio, santo
y preparado para altos ministerios, esto es, para
altos servicios a la Iglesia.
La diferencia es notable, profunda, casi abismal!
La manera de llegar a ver todos estos enredos de
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la sique y a solucionarlos, nos la proporciona la
sicología, la ciencia de las reacciones síquicas profundas!
Esta sicología está en la base de la moral:
para juzgar de la moralidad de un acto, se precisa
conocer a fondo ese acto; se precisa saber, en primer lugar, si ese acto es libre o no, porque, si no
es libre, esto es, si lo impone la naturaleza de una
manera irrefrenable, incoercible, ajena a la voluntad, entonces no es acto moral y no debe originar
ningún sentimiento de culpa", porque sólo puede
ser pecado lo que es voluntario.
Ahora bien, hay que confesar, abiertamente,
que ha habido cosas sobre las que se ha tenido
miedo de hablar, se ha formado la conciencia sobre
lo que se cree (un " s e " impersonal, masivo y
masificador) y nunca se ha hablado claramente, a
la altura en que están los conocimientos humanos
a esta hora.
Una de esas cosas silenciadas, pasadas de
largo, superficialmente, ha sido el sexo. Y el sexo
no es nada superficial en la vida humana. Está enraizado en lo más profundo del ser. Tengo aún en
mi imaginación, casi ante mi vista, a una joven de
20 años atropellada, pisoteada y luego obligada a
abortar. Sus ojos arrasados en lágrimas, con una
expresión indefinible, su rostro asustado en el que
se asomaba toda su alma aterrada, eran la materialización ante mis ojos de su horror profundo: " M i
hijo, Padre, mi hijo! Lo veo por todas partes...
No hago más que preguntar por niños, tengo colecciones numerosas de niños, de bebés... Todas
mis amigas me traen fotos de niños, pero ellas, Padre, no saben por qué es! No saben que me obligaron a abortar...!. ¿Es eso superficial? Y, una
religiosa, ¿no tiene lo sexual metido en su alma
lo mismo que esta joven? Y, un sacerdote, ¿no es
un ser sexuado, lo mismo que ese hombre de pueblo que ayer anduvo media noche con un hijo a la
espalda, que se le moría, buscando un médico que
lo atendiera?
Las cosas del sexo no son una broma. Ahora
15
bien, antes (y de ello no culpo a nadie de una manera resentida como tantos) no nos formaban para
vivir una vida que supone la superación, el control
y el dominio de ese instinto tan profundamente enraizado en nuestro ser (1) Y en esto, cada hombre y
cada mujer, uno a uno, necesitaba llegar al detalle,
a lo concreto, a lo que realmente le pasa a él o a
ella, que son seres únicos e irrepetibles! Y eso no
se ha hecho en la medida en que se debe hacer.
Y, ¡que nadie crea que no veo más que el problema del sexo! Veo otros, tal vez otro, del que
hablo ahora. Pero me interesa hacer constar que
veo ese y le quiero dar toda la importancia que tiene en cada vida humana, sobre todo en las consagradas!
Ahora hablo del otro problema: el problema del
"yo". Ese problema no es menor que el del sexo,
sino mayor. Por cada vida religiosa que haya arruinado el sexo mal manejado, ha arruinado cinco el
problema del " y o " mal manejado. Esa es mi experiencia. Si otro tiene otra, ¡qué la exponga! Veamos:
Es una religiosa sin gran cultura, pero ¡heroica
en su vida! Mas ocurre algo extraño: ella misma
no lo sabe. Ante su conciencia sólo hay una cosa:
la humillación. El sentimiento de la humillación tiene hondas raíces en su alma; proviene de los años
en el seno de la familia. Lloviendo sobre mojado,
al llegar a la vida religiosa, las Superioras la destinan a la cocina; el hecho es del todo normal, pero
en su alma, ya empapada de pesimismo y humillación, aquello tuvo un efecto preciso: "Sigo siendo
la inútil y por eso me destinan a la ocupación que
ninguna quiere". Ya, para entonces, una idea había tomado posesión de la sique: "Soy la cenicienta; todo lo peor para mí". Esta idea, que Künkel
llama "imagen directriz", va a dirigir efectivamente
toda su vida y su juicio sobre los acontecimientos
que a ella se refieren; todo será visto a través de
ese lente pesimista de ser el desecho de todos.
(1} No sólo no se formaba sexualmente a los que iban a vivir célibes,
sino que tampoco se formaba a los que iban a vivir en el matrimonio.
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Y el sentimiento irá creciendo, alimentado, no por
los hechos, sino por la interpretación subjetiva de
los mismos. Llegará a tanto el sufrimiento que esa
sensación conlleva, que empapará toda su alma,
aun en las regiones más íntimas, y algún día, uno
cualquiera, aparece el resultado de tanta amargura
sorbida lentamente, sorbo a sorbo: ¡La angustia!
Ese día sintió su alma inundada de una negra nube
asfixiante: Una ola amarga como la muerte la sumergió en un extraño dolor persistente y enloquecedor. Y comenzó el largo calvario de ir en busca
de remedios: Directores espirituales que tuvieron
que abandonar sus intentos inútiles; siquiatras, que
igualmente fracasaron con sus drogas... Nuevos
intentos y nuevos fracasos. Mientras tanto la situación síquica de esa persona empeora cada día.
Pero ¿es que el mal no tiene remedio? Sí, el
remedio consistiría en que la paciente asumiera en
su mundo consciente la crisis que dio origen al
mal: la actitud de su yo, que no quiso aceptar la
situación, por la humillación que conllevaba. Ahí
se toca con la mano que la suerte de una persona
depende de un acto síquico, la actitud. Una actitud de aceptación de la humillación, da paso libre
a las energías creadoras evolutivas; una actitud de
rechazo de la humillación, da paso a la amargura y
con ella a las fuerzas negativo-regresivas, que bloquean el camino de la evolución hacia la madurez!
Ahí nace "el complejo de inferioridad", monstruo
que ha destruido innumerables vidas humanas!
Dos son, pues, los focos de infección de la sique: el "sexo" y el "yo". Las enfermedades síquicas
que de ellos proceden inutilizan y desvirtúan muchas vidas en el orden religioso. Digámoslo de otra
manera: las enfermedades síquicas impiden que muchas personas consigan establecer buenas relaciones con Dios.
Ese triste efecto se ve claro en los dos casos
referidos, que no son más que una muestra de los
miles con que se encuentra enfrentado cualquier
sico-terapeuta. Las vidas de esas personas afectadas e infectadas se parecen a las flores que "ya
17
2 Sicología y vida consagrada
ofrecen en esperanza el fruto cierto", pero a las que
malogró un granizo o una plaga. Podría haber llegado
el fruto si se hubiera atacado a tiempo la plaga,
labor de higiene mental, objeto de la misión del
sicólogo.
Dice Goldbrunner que el proceso de "individuación" de que habla C. G. Jung (el proceso hacia la
madurez síquica) exige los siguientes pasos, para
llegar a buen puerto:
— Llevar el " y o " a la autenticidad, liberándolo
de la persona (la máscara en el sentido jungiano).
— Conseguir una correcta relación sexual con
un " t u " .
— Llegar a establecer unas correctas relaciones sociales, hasta llegar al "nosotros".
— Establecer buenas relaciones con Dios.
merables intentos de "vida religiosa" hayan quedado frustrados. La expresión "vida religiosa" la
tomamos aquí en su sentido amplio, referida tanto
a laicos como a consagrados. En efecto, los hombres que, enredados en el sexo, han huido de Dios
por creerlos incompatibles, son legión. Y los seres humanos que, intentando en su mundo consciente buscar a Dios, se han alejado de El arrastrados
por su " y o " larvado, inconsciente, son del mismo
modo "legión". En definitiva tiene razón Agustín:
"Dos ciudades se disputan el dominio de este mundo: La ciudad de Dios y la ciudad del " y o " . . .
El " y o " , si se quiere salvar, tiene que ceder el paso
al Dios Creador-Redentor. Pero ahí está la principal
dificultad, porque el " y o " se defiende contra el mismo Dios y a veces con éxito.
Yo diría lo mismo de otra manera; Llegará a
establecer una verdadera y sólida relación con Dios
quien consiga:
— Integrar el sexo en su vida espiritual-personal.
— Controlar las tendencias del yo en sus relaciones con el otro hasta llegar al "nosotros".
En esta fórmula aparecen sólo dos focos de la
posible infección: El "sexo" y el "yo". Y se podría
simplificar aún más la fórmula, quedando expresada
en un solo miembro:
Conseguirá establecer buenas relaciones con
Dios el que controle su "yo".
La razón es sencilla: Es el " y o " el que maneja
el sexo y lo usa para conseguir sus fines de imponerse, brillar, resarcirse o gozar. Entonces llegaríamos a esta conclusión:
El único problema síquico es el controlar el
"yo".
El "yo", pues, en su forma pura y en su manipulación del sexo, es el responsable de que innu18
19
PARTE PRIMERA
1 . APORTE DE LA SICOLOGÍA A LA VIDA
SOBRENATURAL
a) Justificación del trabajo de sicoterapeuta
No debiera necesitar justificación el trabajo s¡co-terapéutico. Pero la necesita. En mis años de trabajo, he tenido tantas dificultades externas como
internas. Existen gentes que temen ir al sicólogo
y temen porque mucha gente no tiene ideas claras
sobre lo que es su trabajo. Entonces, los pacientes
temen ser tildados de "locos".
Por eso nos hemos propuesto despejar el terreno al trabajo sico-terapéutico, antes de entrar en
el verdadero tema del libro. Hay que valorar la sicología frente a la medicina. Parte muy notable del
trabajo que tienen ahora los médicos no les corresponde; deberían saber muchos pacientes que quien
los puede aliviar es el sicólogo, no el médico. Pero
no lo saben. Siguen yendo al médico, porque todo
enfermo va al médico. Así lo hizo su abuelo. Pero
desde que su abuelo iba, la humanidad ha dado un
salto de gigante.
Después hay que distinguir el trabajo del sicólogo del trabajo del Director Espiritual y acostumbrarse a mirar el de aquel como básico para el de
éste. Si un paciente tiene alguna enfermedad síquica, el trabajo del Director Espiritual será nulo o
se reducirán sus efectos.
De suerte que, por una parte, debemos levantar nuestra voz contra la concepción del hombre
que subyace al trabajo de los médicos. Para el médico —y él no es sino el que encarna la concepción
materialista del hombre, que nos asfixia— toda en21
fermedad es corporal y se cura con remedios químicos, con fármacos. Y los pacientes piensan lo
mismo. Si no se les receta, reaccionan convencidos: "¿No me receta nada...?". Nada corporal y
material, quieren decir, porque el sicólogo sí les ha
estado recetando (1) pero otra clase de receta. Esta
receta no es aún solicitada por la mayor parte de
la humanidad. Si uno afirma ante la mayoría de los
públicos a quienes uno tiene que hablar, qué el asma, por ejemplo, es una enfermedad síquica y que
se puede curar sin darles nada, quedan perplejos.
Y si te pones a explicarles que esa enfermedad es
un ahogo, sí, pero un ahogo síquico, el pasmo es
aún mayor. Es verdad que vamos ganando en cultura síquica.
Pero, por otra parte, debemos afirmar con la
misma energía, porque nos hallamos ante otro equívoco, que el trabajo sico-terapéutico debe preceder
(cuando exista enfermedad síquica) al trabajo específicamente espiritual en sentido cristiano. La vida
sobrenatural que se nos infunde en el Bautismo
supone, para su expansión en el alma hasta endiosarla, una base de salud síquica. La enfermedad
síquica afecta a la normalidad de la vida divina, en
el orden normal de su desarrollo. No negamos que
Dios puede curar las enfermedades síquicas lo mismo que las corporales.
Otro peligro que hay que denunciar es el confusionismo imperante en el uso de palabras y conceptos sicológicos. Nuestra sociedad, tal vez porque
está harta de técnica y de hierro-cemento, acude
con hambre a la sicología; pero, aquí la espera un
gran peligro: la ignorancia y el confusionismo. Busca en virtud de una intuición, pero lo confunde todo
por falta de cultura. Un caso, tal vez único, lo constituye la influencia de Freud, cuyas teorías, más que
las de cualquier otro sicólogo, han tenido la virtud
de hacerse populares, p e r o . . . han llegado al pueblo deformadas e incognocibles.
(1) Al emplear esta palabra no estamos defendiendo la sicoterapia "directiva" ni menos la "Impositiva", que no son terapias.
22
Después de haber despejado así el camino, entraremos a tratar temas sicológicos y a estudiar su
influjo en la vida religiosa.
b) Diferencia entre el trabajo del sicólogo y el del
director espiritual.
¿En qué puede ayudar la sicología a la Vida Religiosa? Existen hoy en nuestra sociedad dos cosas
que parecen contradictorias: la fe ciega en el sicólogo y el miedo al sicólogo. Las dos suponen ignorancia de lo que es la sicología y de lo que hace el
sicólogo.
La fe ciega en la sicología es supersticiosa y
supone ignorancia de sus limitaciones: se le pide
el remedio de males que están muy lejos de sus
posibilidades y solución de problemas que no son
de su incumbencia. Por ejemplo: con frecuencia se
la toma como un sustituto de la religión por quienes
no saben ni lo que es sicología, ni lo que es religión.
Pero, también se la teme y se le tiene prevención injustificada. Tanto el temor como la prevención suponen ignorancia y prejuicios. Se ignoran los
límites del quehacer sicológico, porque no es fácil
saber los límites dentro de los cuales debe operar
la sicología y, por consiguiente, el sicólogo. No es
raro que esto lo ignoren los legos en esta rama del
saber, cuando no lo saben los peritos... ¿Quién
ignora que insignes sicólogos, como Freud y otros,
se han salido de los justos límites de su ciencia?
Pero, como aquí no hablamos para todos, sino
para un público específico, existen entre los religiosos (tal vez más entre las religiosas, aunque yo soy
un admirador de los ingentes progresos que se han
hecho en la promoción cultural de las mismas) quienes aún ignoran con precisión qué es lo que le
toca hacer a un sicólogo y por ello dudan de la
eficacia de su labor o la niegan sin más. Tienen derecho a hacerlo, mientras no tengan pruebas de una
cosa y de otra.
23
Por eso, en estas líneas nos proponemos exponer con toda claridad, el área a que se circunscribe
el trabajo del sicólogo y la trascendencia que éste
tiene para la vida religiosa. No lo haremos de una
manera erudita sino sencilla, al alcance de los profanos en sicología.
c) Sicología problemática y madurez de la vida religiosa
Ahora no es mi intención resolver problemas,
sino plantearlos. El fin que persigo es hacer ver ¡a
misión del sicólogo en la difícil tarea de llevar a
una persona que vive la vida religiosa institucional
hasta la madurez de esta vida.
Procedamos planteando casos y viendo que, en
ellos, la sicología tiene una labor específica y aún
más, que tal vez le corresponde la clave de la solución.
1° Integración del sexo
Es cierto que todo religioso debe resolver el
problema de la integración del sexo en la totalidad
de su persona. O resuelve este problema o fracasa
en su vida.
Ahora bien, este es un problema netamente sicológico, porque lo forman fuerzas específicamente
sicológicas como son el sentimiento de culpa, la
inmadurez afectiva, el miedo, la acción de fuerzas
reprimidas, la influencia que en la libertad tienen
las fuerzas síquicas que la combaten, la dependencia afectiva, la desconfianza en sí mismo, el complejo de la propia maldad, e t c . . . El que no sepa
controlar estas fuerzas, la fuente de donde manan y
el proceso que siguen en su evolución, así como el
punto que ocupan en cada momento en la sique, se
verá imposibilitado de integrarlas y de hacerlas concurrir a la madurez y la integración de la persona.
Para esta problemática no sirve la dirección
espiritual sola. Yo diría que la dirección espiritual
parte del presupuesto de que la persona dirigida es
síquicamente normal y sana. Si esto no se da, todo
su trabajo puede quedar minado y resultar tan inútil como el del que edifica sobre terreno minado por
una corriente subterránea.
Mi trabajo en la Consejería de la Conferencia
de Religiosos de Colombia partió de este principio
y mi experiencia me demostró que no me equivoqué
en la suposición.
2° Un gran estorbo: El complejo de inferioridad
Una religiosa se encontraba en una situación síquica lamentable: la causa era que su director espiritual la había dejado por imposible, esto es, le había
dicho que era incapaz de seguir tratándola, porque
no adelantaba nada. La pobre quedó en una situación mortal, convencida de que no tenía remedio.. .
No debe creerse que todo mal tiene remedio.
Por desgracia tanto en el cuerpo como en la sique
hay males incurables. Pero aquel caso, concretamente no era desesperado. No obstante su curación
dependía de la sicología, no exclusivamente de la
Teología, aunque ésta siempre es útil. Veamos por
qué:
Se trataba de un caso en que había invadido
toda la sique de una manera impresionante el complejo de inferioridad. Yo diría más; un caso en que
un sentimiento de inferioridad, mantenido durante
mucho tiempo sobre el alma en situaciones continuadas y complicadas, se había convertido en complejo de inferioridad, cuyas ramificaciones por la
sique eran difíciles de precisar y no menos de erradicar.
Para esta tarea no está preparado un director
espiritual por muy competente que sea. Le falta el
estudio sobre las realidades de los complejos síquicos, como tales y, sobre todo, un método concreto y operativo de terapia, una sico-terapia.
Y es curioso este caso, porque precisamente
ese Complejo de inferioridad está producido por
falta de humildad en el sentido más preciso del
24
25
término en Teología. Pero al director espiritual le
faltan los conocimientos precisos de diagnóstico y
de terapia de las consecuencias que ha producido en
la sique esa falta de aceptación de las limitaciones.
3? El enredo de los sentimientos
Veamos otro caso también de competencia del
Director Espiritual a primera vista:
Se trata de una persona que siente odio a otra
de la misma comunidad.
Se puede aumentar el cuadro de referencia: Un
religioso que es simpatiquísimo con los de fuera
y le resulta imposible convivir con los de dentro.
También aquí se trata de algo muy relacionado
con la caridad, concepto tan teológico y cristiano.
En estos casos estamos frente a los efectos
síquicos de los sentimientos de odio, rechazo, antipatía, resentimiento, amargura. El alma afectada por
ellos sufre infección que impide su evolución normal (2).
Debe ocuparse de controlar todas estas realidades síquicas, ¿el sicólogo o el director espiritual?
Los dos, bajo aspectos diversos. Pero yo diría que
le correspondería al director espiritual, cuando se
trata de una persona síquicamente normal, auténtica y madura, y al sicólogo, si la persona se halla
enredada en procesos síquicos complicados, que la
hacen inmadura, o es de constitución síquica débil
o traumatizada.
En este caso no bastan consideraciones piadosas, aunque despojémonos a este término de todo
sentido peyorativo. Se necesita una técnica terar péutica precisa, obra del sicólogo, más que del director espiritual. Este se expone a que su trabajo
dignísimo de respeto, se quede en la superficie y
deje en el inconsciente la raíz oculta que mantiene
(2) El Análisis Transacional estudia los sentimientos espontáneos primarios
y los efectos que su represión produce en la sique. Esos sentimientos
son de alegría, tristeza, ira, miedo y sus combinaciones (Cfr. Berne,
¿Qué dice Ud. después de decir "Hola"?, Grijalbo, México 1975).
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desde abajo el renacer siempre nuevo de la aversión o el odio.
La tarea de controlar sentimientos es difícil, aún
para el sicólogo más experto. A veces muy útil recurrir a la terapia de grupo.
4° La fidelidad a Dios requiere horizonte sicológico
despejado
Hay muchas personas consagradas que, confundidas ante sentimientos encontrados, creen que deben huir de la vida religiosa, porque no son fieles
a Dios. Les atormenta la conciencia de que no
están haciendo nada, de que no están en su lugar, de que entraron a la vida religiosa por la
puerta falsa, de que son indignas, de que no son
felices... Son muchas las razones que alegan para
huir, cuando todos esos pensamientos no suelen
ser otra cosa que consecuencias de tensiones síquicas, de sentimientos de culpa o de inferioridad que
los atormentan desde el inconsciente y en los cuales, en modo alguno, está implicada la vocación.
No es cuestión de vocación, sino de enfermedad
síquica. Resuelta la enfermedad, puede volver a brillar otra vez la luz esplendorosa de la vocación.
Imaginémonos que se trata de una religiosa que
fue educada en un puritanismo extremo por su mamá: todo debía hacerse rigurosamente; si se faltaba
en lo más mínimo, se caía en la indignación de Dios;
era preciso hacer todos los días la visita al Santísimo, sin excepciones; no se podía hacer concesión
alguna a la moda; las mangas debían ser largas y
lo mismo la falda: se medían por milímetros; una
noche estuvo muchas horas de oración, llena de dudas torturantes pensando si debía acceder a la invitación de una amiga para ir a la playa y si debía
usar el traje de baño y c ó m o . . .
Una religión así concebida, sume al alma en una
tortura continua. Si esto cae en una conciencia estrecha, es posible que llegue a afectar el fondo del
inconsciente y que después de algún tiempo surjan
en la conciencia la sensación de que todo se hace
27
mal, de que no es digna de estar entre santas; de
que no ha hecho nada en muchos años. Incluso puede llegar a hacer su aparición la "angustia", la terrible sensación de una amargura sin límites.
Ante esta situación puede surgir la idea de que
no se hace nada en la vida religiosa y de que, por
lo mismo, se debe abandonar. Pero, para cualquiera
que estudie el caso, será evidente que aquí no hay
implicado un problema de vocación, sino de salud
síquica. Es necesario airear esa conciencia, abrirla
a la vivencia real de que Dios es amor y no miedo, de que servir a Dios no es una cosa torturante,
sino amable, riente, alegre... Se la debe llevar a
que se aprecie a sí misma, a que se vea tal cual
es: una persona llena de méritos, ganados en una
vida santa y digna...
Puede encontrarse uno con un religioso que
haya visto con miedo y con asombro que un día surge en su mente la idea de que él es un bufón, un
payaso que no sirve a Dios con sinceridad y con
autenticidad, que lo que debiera hacer es huir, dejar
de hacer el payaso. Y no obstante se trata de un
religioso bueno, cuya vida ha sido una continua entrega y que ha servido siempre a los demás de estímulo y testimonio. ¿Cómo explicarlo y, sobre todo,
cómo hacer que él mismo se encuentre tal como es
y que vuelva a encontrar la paz y la alegría? Será
necesario examinar detenidamente, empleando en
ello mucho tiempo, sin cansarse, las raíces de esos
sentimientos que surgen del fondo de su ser: ¿Cómo cayeron en ese fondo? ¿Cómo fue él mismo inconscientemente, alimentando esa fuente que ahora
le está ahogando con las aguas amargas que de
ellas manan?
He aquí otra tarea más del sicólogo que del
Director Espiritual.
5? El sufrimiento neurótico impide la alegría del seguimiento de Cristo
¿Y qué hacer con una persona (sea hombre o
mujer) que todo lo ve negro? Los superiores no ha28
cen nada bien; la vida religiosa se ha tornado invivible; las estructuras son ataduras que impiden todo
movimiento, la gente no merece el sacrificio que se
hace por ella; la Hermana X es intratable, gruñona,
repugnante; el apostolado que hace la Comunidad es
ineficaz y los métodos propios del siglo pasado; no
avanzamos nada; cada día estamos peor...
Después de sentir que bullen estos pensamientos mucho tiempo en la cabeza, ¿qué otra cosa cabe
hacer sino coger la puerta e irse?
Y, no obstante, aquí no hay problema de vocación, sino de madurez síquica. Se trata de un religioso inadaptado; todo lo ve negro, malo, imperfecto.
No conseguirá nadie tratarlo por medio de meditaciones o simples consejos. Será preciso hallar
el hecho síquico que engendró y alimenta ese sentimiento pesimista. La tarea no es ciertamente fácil,
porque el pesimismo es como el escrúpulo: revive
continuamente, cuando se lo creía vencido y dominado, si no se llega a sus raíces inconscientes.
¿Cómo volver la alegría a esa alma pesimista?
Cambiándole la mente: Únicamente así, porque su
tristeza es consecuencia de su negra visión de la
vida. Mientras esta persista, la alegria será imposible. Los recursos serán mucho más propios del sicólogo que del director espiritual.
6? El destrozo síquico estorba la oración
Ningún tema más propio del director espiritual
que el de la oración y, no obstante, hay personas
implicadas en ese problema a quienes un, director
espiritual, en cuanto tal, no conseguirá hacer dar un
paso.
Existe un gran número de almas religiosas que
tienen la sensación de que todos sus esfuerzos por
hacer son inútiles y, lo que es peor, creen que esa
imposibilidad es consecuencia de su mala vida, sin
advertir que han sido llevados a este problema como consecuencia del destrozo que ha hecho en su
alma una enfermedad síquica. De suerte que este
problema, para ellas muy torturante, no es sino una
29
consecuencia de otro anterior y básico: su atonía
síquica. Mientras no se arranca del alma esa neurosis, será imposible, resolver el problema de su oración, mejor, de la sensación que ellas tienen de que
no hacen nada en la oración. Podrá ocurrir, y yo así
lo creo en ciertos casos, que esa "sensación" suya
no corresponda a la realidad: Hasta sería posible
que ante Dios esas personas tengan un extraordinario mérito en su oración, que para ellas mismas es
nula. En efecto, no le puede decir nada a Dios, pero
tampoco le es posible decir nada a los hombres: Es
su enfermedad la causante de esa frialdad, de esa
insensibilidad.
De nuevo nos encontramos ante una tarea del
sicólogo, más que del director espiritual.
la vida de esa religiosa. Elevada por la mano de un
sicólogo había llegado a verse tal como ella era y
había llegado a ver cómo el consentimiento había
sido para ella una verdadera maldición. Enredos,
debilidades, tropiezos, choques, caídas, disgustos y
lágrimas habían sido la secuela triste de sus mimos en la infancia.
Llámese director espiritual o sicólogo, el que
intente sacar a esta persona del enredo de su egoísmo cultivado en la infancia, tiene que tener una
endiablada habilidad para analizar la sique y hacerle tocar con la mano que su estado es consecuencia de aquella fatal siembra de ego-centrismo y
vanidad.
7° Humildad y complejo de inferioridad
89 Un desequilibrio en la vida religiosa: la inestabilidad
También es competencia del director espiritual
la formación en la humildad evidentemente. Pero
hay ocasiones en que esta tarea es complicada y
el resultado está obstaculizado por fuerzas complejas de raíces muy ocultas:
Se trata de una Maestra de Novicias que, muy
bien sentada en su sillón en la dirección, manda
que su mamá, que está a la puerta, pase hasta donde está ella, sin salir a recibirla y besarla y abrazarla... ¿Quién es esa religiosa? ¿acaso un monstruo? No, sencillamente es la antigua niña consentida por esa misma mamá que ahora espera a la
puerta...
Este hecho, el ser consentida, tiene muchas
más consecuencias de las que puede suponer un
director espiritual en cuanto director espiritual (puede suceder que él también sea un sicólogo, pero
ahora no tenemos en cuenta este posible hecho).
El hecho del consentimiento en la infancia suele
tener repercusiones síquicas insospechables, como
esa de que hablamos, que fue confesada entre lágrimas por la misma interesada.
Pero al lado de esa consecuencia había otras
duchas, que habrían hecho infecunda y casi trágica
30
Hay personas, también en la vida religiosa, cuyo caminar por la vida es tortuoso y conflictivo: por
donde pasan crean problemas y se enredan en enfrentamientos y choques.
Para remediar esto, se acostumbra mandar a hacer ejercicios espirituales: van, los hacen, vuelven
al trabajo y se vuelven a enredar en líos parecidos.
¿Qué ocurre? ¿Que los Ejercicios son inútiles?
No, en modo alguno, sino que antes de mandarlos a
hacer ejercicios había que procurarles un tratamiento síquico, esto es, había que procurarles alguien
que les ayudara a encontrar ese misterioso "porqué" de su manera de caminar por la vida ¿Por qué
siempre líos? ¿Por qué parece que goza en crearlos? Sí, esa es precisamente la causa: esa persona goza en crear líos. Ese es el hecho que necesita explicación y, sobre todo, ese es el hecho
que debe ser llevado a la conciencia de la misma
persona interesada porque es la única manera de
librarla de sí misma, de volverla a la paz, porque,
aunque hemos afirmado que ella goza con eso, es
también verdad que sufre por eso. Así de contradictorios somos los hombres. Esa misma persona ignora por qué se da en sí misma esa mezcla tan
31
chocante de gozo malsano y de sufrimiento sincero.
¿Se sorprendería alguien, sí oyera afirmar que
todo procede de su orgullo? ¿Será creíble que la
raíz última de esa desconcertante conducta fuera
una cierta necesidad alimentada allá lejos, en la infancia, de llamar la atención y de hacerse notar?
Pues no sería sino uno de los infinitos amargos
frutos de la siembra temprana de navidad en el
alma de tantas infelices niñas.
Y he aquí otra labor específicamente sicológica.
99 Afectividad inmadura y desequilibrio
Pero no es sólo el orgullo el causante de muchos desequilibrios. Lo es también la afectividad inmadura, esto es, fuera del control de la voluntad.
Una joven religiosa ejerce sobre las niñas del
colegio una influencia desorbitada: la siguen como
hipnotizadas; hacen cuanto les insinúa; realizan sacrificios que es inútil pretender que hagan por inspiración de otra persona alguna; la oyen ensimismadas. . .
De una manera vaga todas comprenden que allí
existe algo raro. Pero es difícil decir qué. Las superioras están perplejas: Ven que aquello no es normal, pero no saben decir por qué. Si intentan poner
en orden aquel caos, equilibrio en aquella exaltación, se encuentra con que lo único que habría que
hacer es alejarla de las niñas. Pero ¿por qué? ¿Qué
motivo pueden poner para ese alejamiento? Es difícil concretar algo y, sobre todo, algo culpable... Si,
por fin, la alejan, las alumnas la acompañan a la
estación o al aeropuerto y hay lágrimas y aun desmayos... Si ante sus reclamaciones de inocencia,
se la permite volver, se apodera de las alumnas una
especie de histeria...
¿Qué está pasando? Nada. Que esa persona es
portadora, tal vez inconsciente, de una afectividad
incontrolada e irradiante que, como un imán, atrae
a sí la afectividad muy sensible de las jovencitas.
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Se trata de una fuerza envolvente, acariciante y fuerte que las adolescentes sienten sin advertirlo. Esto
equivale a decir que la sienten en la zona pática, en
la sensibilidad, pero que no se refleja claramente
en la conciencia. Se dejan llevar, pues, sin el control
de la reflexión, como una jovencita se deja llevar
por el primer amor...
A veces esa afectividad incontrolada se ejerce
sobre otra religiosa de la comunidad y cuántas veces, alarmadas por el fenómeno, la trasladan de residencia, cae en la misma trampa. Y, como se trata
de fenómeno de fondo endotímico de la personalidad (del fondo sensible, del fondo afectivo) no
son percibidos por la conciencia. La consecuencia inmediata es que las portadoras de esta sensibilidad desbordante se consideran perseguidas y
ofendidas cada vez que las superioras, alarmadas,
toman alguna medida para remediar el desorden.
Estamos ante otro fenómeno de la incumbencia
del sicólogo.
El desequilibrio puede venir por esto: una religiosa activa, dinámica y hábil se gana a las alumnas
y a los profesores. Sin advertirlo, ha polarizado contra ella la vanidad herida de la Superiora, que se
siente desplazada y humillada. Empieza entre las dos
la rivalidad, pero inconsciente: las dos creen que la
causa está en la otra. Pero la religiosa activa se ve
acusada de autoritaria, mandona, impositiva; se le
dice que tiene doble personalidad y que es hipócrita;
esto empieza a turbarla, porque introyecta estas
acusaciones; se siente insegura y con sentimientos
de culpa. Se la manda a otra comunidad, a la que
llega desorientada y humillada... Peligrosa situación: hay peligro de que se encierre en sí misma, en
que se deje inundar de la amargura y aún del resentimiento. Peligro a la vista. Pero se trata de una
situación de origen síquico: inmadurez de ambas;
falta de dominio de las tendencias del " y o " (3).
(3) Véase la parte tercera: El peligro del " y o " en la vida consagrada.
Conclusión
a) ¿Quién nos ayudará a conseguir la normalidad síquica, el médico, el sicólogo, el siquiatra, el sacerdote?
¡El ser humano es la indefensión misma! La enfermedad le persigue y le esclaviza:
El que está sano en el cuerpo, es un enfermo
síquico/ y el sano en el cuerpo y en la sique es
enfermo, a su vez, del error y del pecado. Por eso
el hombre además de enfermo es ciego. Por huir de
la enfermedad del cuerpo, puede caer en manos de
!a enfermedad del alma y la ignorancia de su destino
le hace vulnerable a las complicaciones existenciales, que le llevan de nuevo a la enfermedad.
De ahí su recurso a quien le pueda ayudar a
defenderse de su debilidad (4). Los profesionales de
la ayuda ai hombre son los médicos, los sicólogos,
los siquiatras y los sacerdotes. Cada uno atiende la
enfermedad de una parte del ser complejo que llamamos "hombre". Pero no siempre es fácil saber a
cuál de esos profesionales debemos acudir y no es
fácil porque no sabemos por cuál de esas partes del
hombre empieza la enfermedad que nos aqueja. La
creencia antigua de que para enfermedades en genera! se acude al médico y para arreglar los problemas
de la conciencia moral y religiosa se acudía a! sacerdote, ya no se puede sostener. La sicología ha
encontrado como su mejor hallazgo la unidad del ser
humano. No se pone enfermo el cuerpo o el alma:
enferma el hombre. De ahí que la enfermedad que
"aparece" en el cuerpo, puede empezar por la sique
(el mundo del afecto, por ejemplo) o por el alma
(por el desorden moral o por una falsa posición ante
Dios). Cuando las enfermedades del cuerpo tienen su
(4) Enfermo quiere decir "ln-f¡rmus", en-fermo, esto es, no firme, no
fuerte, débil. Por eso la religiosidad pre-crlstiana tiene como uno de sus
objetivos más fuertes, buscar ayuda y protección en los dioses y la religiosidad popular —y aún no popular— cristiana, tiende continuamente a esta
misma reducción: de ahí que amuletos y medallas, si no existe una fuerte
y clara conclentlzación, cumplen el mismo objetivo primitivo: buscar protección y ayudal
34
origen en el mundo afectivo o en falsas posiciones
del "yo", decimos que la enfermedad es sico-somática. Estas enfermedades son muy numerosas; tal
vez lo sean casi todas. Cuando la enfermedad tiene
su origen en una falsa posición ante el orden moral
o ante Dios, la enfermedad se llama existencial.
También son muy numerosas; en su última raíz lo
son todas.
La enfermedad sico-somática más conocida es
la úlcera del estómago. Una crisis interna de ruptura
afectiva ha roto el tejido del cuerpo o ese mismo
sufrimiento síquico afecta el sistema circulatorio y
aparece el dolor de cabeza...
Ha sido precisamente un sicólogo (5) el que ha
demostrado que cuando un hombre no está en buena
relación con el absoluto, con el Ser Eterno, con Dios,
el hombre entra en conflicto con todos los seres de
la creación y de esos conflictos se engendran las
neurosis, las enfermedades síquicas. Otro sicólogo
ha demostrado que para curar esas enfermedades
síquicas (que se trasmiten al cuerpo y crean complicaciones) es preciso poner al hombre en posición
conveniente con su destino, que es trascendente,
esto es, que no se encuentra aquí en este mundo,
sino en "el más allá", en algo que está después de
la muerte. (6). Los cristianos tenemos ideas claras
sobre esto por la revelación de Cristo; tenemos,
pues, un principio de salud síquica.
Un profesor de una universidad acudió a mí después de haber estado en manos de muchos siquiatras: le oí pacientemente. Después le pregunté: le
interesa a usted saber la verdad y curarse? —Claro,
Padre!—. Pues oiga esto: quién le dijo a usted que
estaba enfermo? Usted está muy sano, pero usted es
un malvado digno del perdón. Los médicos siquiatras
le han estado explotando; se han portado con usted,
(5) Ese sicólogo es Wilfred Elxlm, un slcoanallsta vienes (Cfr. Slocker
Arnodl. "Orientaciones actuales de sicología". Ed. Troquel, Buenos
Aires 1960. Pág. 709ss.
(6) Ese sicólogo es Viktor Frankl, en "Man's search for meanlng". Washington
Equare Press, 1969. Su sicoterapia se llama Logoterapla.
3K
como usted con otros seres humanos; su mal no se
arreglará, mientras usted no arregle cuentas con
Dios y luego con aquellos que usted ha explotado
y oprimido indignamente, cuyo odio le persigue.
Aquel señor reconoció su "pecado", decía llorando:
Padre, nadie ha sido capaz de decirme la verdad;
usted la ha dicho, merezco lo que usted ha d i c h o ! . . .
Y con la curación vino la salud. Sano sique.
De esto se deduce que cuando un santo sacerdote dirige unos Ejercicios Espirituales según el Espíritu del Señor, está trabajando auténticamente por
la salud síquica y corporal de los ejercitantes. Y
cuando un sicólogo consigue llevar a la conciencia
las fuerzas inconscientes del "sexo" o del " y o " que
dominan y transtornan a un paciente, está haciendo
posible la salud sobrenatural del mismo. Y cuando
un médico consigue regular las disfunciones del hígado o cualquier otro trastorno somático, está trabajando por la salud síquica y por el progreso religioso del paciente. La salud, como la muerte, puede empezar su labor por cada una de las partes del todo
complejo llamado "hombre". El que enferma es el
todo, el hombre; el que sana es el todo, el hombre.
De ahí que médicos, sicólogos, siquiatras y sacerdotes deben colaborar, no pelear; deben comprenderse y ayudarse, no ignorarse o denigrarse.
Y todos ellos deben acercarse al hombre con infinito respeto a su dignidad. Para nosotros, los cristianos, ésta es infinita, porque el hombre es portador de valores eternos: es "hijo de Dios", En cada
hombre está presente el mismo Cristo.
Pero la irresponsabilidad, fomentada por el amor
al dinero, al sexo o al "yo", puede hacer presa en
médicos, sicólogos, siquiatras y sacerdotes. Y entonces su pecado es grande. Conozco casos de médicos, cuya fortuna ha sido amasada con sangre de
enfermos; sicólogos que han abusado de mujeres en
sus consultorios; siquiatras que usan ia droga sin
interesarse lo más mínimo por la salud síquica de
sus pacientes; sacerdotes que han pisoteado su dignidad profanando sus funciones sagradas. No puede
36
uno recordar esto sin estremecerse. Es inútil airear
una miseria que es vergüenza de la humanidad, en
los que tienen la misión de servirla. En ninguna parte
resalta tanto la miseria humana!
b) El sicólogo-sacerdote
Es útil, para las religiosas sobre todo, el hecho
de que el sicólogo sea a la vez sacerdote. Ya hemos
dicho repetidas veces que lo que se le debe pedir es
un trabajo específicamente sicológico, pero precisamente para que pueda realizarlo, es muy útil su condición de sacerdote por esta razón:
He constatado muchas veces que yo he podido
realizar una labor sicoperapéutica, porque mi condición de Sacerdote hizo que la religiosa se abriera a
mí totalmente, cosa que no se había atrevido a hacer con el sicólogo laico, al que había consultado
anteriormente. Y a veces no sin razón: los problemas de un religioso (sea hombre o mujer) no los
entiende el mundo de hoy y con demasiada frecuencia —esto es una rigurosa constatación— se dejan
llevar de prejuicios contra la vida religiosa en vez
de inspirarse en la ciencia, suponiendo que la tienen. Por ejemplo: no a una, sino a muchas religiosas
les ha ocurrido que al ir a consultar algún problema
síquico de origen sexual, se han encontrado con médicos sico-analistas (freudianos) que las han enredado más y que las han aconsejado, sin más, que
se salgan de la vida religiosa porque no tienen vocación. Esto ha creado en la pobre religiosa un problema, cien veces mayor que el que fueron a consultar, porque ellas sienten que sí tienen vocación
y eso es verdad. La vocación está por encima y más
allá de la enfermedad. Curada la enfermedad (para
eso se ve a un sicólogo) se quitan los obstáculos
a la vocación. Pero a veces, en lugar de quitar obstáculos, se les ponen otros nuevos, sin razón alguna.
Y lo más triste es que se saca la
que no existe vocación ante el solo
un religioso (hombre o mujer) sienta
pulsos del sexo o de que padezca
conclusión de
hecho de que
en sí los imuna neurosis
37
sexual. El sicólogo, entonces, cree más a los prejuicios que él ha tomado del ambiente, que a la ciencia
verdadera. Y aconseja lo que manifiestamente es un
disparate, porque en pura ciencia médica y sicológica, de la existencia de pulsiones sexuales, aunque
sean fuertes, no se pueden sacar más que dos conclusiones: Que la persona es normal y que tiene
salud, lo cual ciertamente, por sí solo, puede volverle
la paz en lugar de arrojarla de la vida religiosa. He
conocido casos tanto de hombres como de mujeres.
Ciertamente entre nosotros los prejuicios prevalecen sobre la ciencia. Y lo que digo son hechos claros.
A más de cuatro de estos religiosos, a quienes se
les había aconsejado que salieran de la vida religiosa, les he devuelto la paz y ahora viven su consagración con alegría. Son los hechos los que hablan.
Mi consejería en la Conferencia Religiosos de
Colombia partió de este supuesto:
En muchas ocasiones, para que funcione bien !a
vida religiosa, es preciso que funcione bien la vida
síquica. O lo que es lo mismo: con frecuencia el
mal funcionamiento de la vida síquica destruye muchas vocaciones. Todo intento por normalizar la vida síquica entre los religiosos es un servicio a la
vida religiosa.
2. APORTE DE LA SICOLOGÍA A LA VIDA
COMUNITARIA
a) El individualismo y la comunión y participación
según Puebla.
Nada hay tan evangélico como la vida comunitaria, porque el precepto del amor —el más cristiano de todos— no se puede cumplir sino viviendo en
comunidad con otros.
La Sicología está conforme con el Evangelio: el
amor es también la realización de la madurez humana; el individualismo es la inmadurez.
Pero el precepto del amor tiene también un as38
pecto social; mas este aspecto fue poco practicado
por el catolicismo que nos precedió antes del Concilio Vaticano; esa implicación del amor cristiano en
el aspecto social de las relaciones humanas fue la
gran inspiración del Espíritu al Concilio y después
en nuestra América a Medellín y a Puebla. Desde
entonces la Iglesia es otra. Ahora son muchos los
hijos de la Iglesia que se espantan de la ceguera y
apatía de la misma en aquellos tiempos preconciliares.
Y es triste confesar que muchos ateos y acristianos nos precedieron en la sensibilidad social en
las relaciones laborales, donde estaba implicada la
justicia, por ejemplo. En realidad nunca faltó de la
Iglesia un sector muy sensibilizado en estas materias, pero era una minoría muy poco influyente. A
eso se debió que el mundo del trabajo se alejara de
la Iglesia: No se sintió defendido por ella. Y se aceptó precisamente en el mundo católico el capitalismo,
sublimación del egoísmo más extremo. Los cristianos no estuvieron a la altura de las circunstancias:
fueron ciegos y cobardes.
Pero gracias a Dios se ha hecho la luz: dentro
y fuera de la Iglesia se sienten fuertemente los lazos
que unen a los hombres y que son estos lazos comunitarios los que distinguen a la sociedad "nueva".
Leamos en un libro de sicología (7) cómo ha sido la
transformación de las relaciones interpersonales lo
que ha creado la sociedad nueva:
CUADRO GENERAL DE LAS TRANSFORMACIONES DE LOS
COMPORTAMIENTOS EN LA SOCIEDAD NUEVA
La relación con los demás
Antes
— El individuo
— La independencia
Ahora
— l a persona en grupo
— La interdependencia
(7) Fustier, Michel. "Pedagogía de la creatividad". Edlt. Index, Madrid-Barcelona, 1975. Pág. 24.
39
—
—
—
—
—
El rechazo a comunicar
La uniformidad
El prestigio personal
La soledad
La competición
—
—
—
—
—
La confrontación de ideas
La diversidad, la tolerancia
El cumplimiento
La apertura a los demás
La cooperación
Echando una mirada a las dos columnas es evidente que la de la derecha contiene actitudes más
cristianas; pero esta lista no se ha hecho desde la
fe, sino desde la Sicología. Debería haber sido la fe
la fuerza más poderosa de cuantos han hecho brotar
esas relaciones. Pero ellas han sido un germinar natural y han surgido en contra de la conducta extremadamente individualista de muchísimos católicos.
Es una vergüenza! Me limito a decir lo que ocurre;
no analizo las causas.
Pero no es que la Iglesia haya sido ajena a estas manifestaciones "nuevas" de la vida de los hombres. Ella también ha captado ese fenómeno y lo ha
interpretado, guiada por el Espíritu, como obra de
Dios. Esto ha sido lo que nos han dicho nuestros
Obispos reunidos en Puebla.
La idea central que une como un hilo conductor
todo el discurso de Puebla es la idea de la "comunión y participación". El Espíritu Santo inspiró a
nuestros Obispos la idea que nos ocupará durante
lo que queda de siglo y parte del XXI: redimir a la
humanidad del individualismo, del capitalismo, origen
y raíz de todas las situaciones de opresión y de tiranía que ensombrecen las vidas de nuestro pueblo
latinoamericano. Símbolo extremo de esa perniciosa
tendencia egoísta fue el dominio de una sola familia
sobre toda una Nación, Nicaragua; en el Salvador son
14 familias; en Colombia son 50 (8).
El Espíritu de Puebla se ha puesto en contra de
esta tendencia, nacida del " y o " . Y no en algún párrafo aislado del Documento, sino en todo él. Su objetivo es la Evangelización presente y futura de Améis) Cfr. Silva E., Julio. "Los verdaderos dueños del país". Fondo Editorial
Suramericana, Bogotá, 1977, 4? edición. Pág. 310. Son diez empresas las
que en conjunto controlan 220.000 millones de pesos.
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rica. Y es en la Tercera Parte, cuando habla directamente de la Evangelización, donde pone la "comunión y participación" como el medio esencial para
realizarla. Su objetivo es la "unión" del pueblo, convocado por Cristo y reunido en su nombre. Con ello
se ha fijado la Iglesia como objetivo la tarea más
ardua y peligrosa de la historia. Tarea imposible en
sí misma. Contra ella se levanta el egoísmo, el aislamiento y el resto de animalidad (9) que existe en
cada uno de nosotros y la oposición de los que detentan el poder, a quien no interesa esta unión. La
fuerza sicológica más poderosa y la fuerza social
más activa. Pero la Iglesia sabe que cuenta con una
fuerza capaz de alcanzar ese objetivo: El Espíritu. Y
cuenta con otra también poderosa: el caminar de la
historia. La humanidad, por instinto que también proviene de Dios, camina en esa dirección.
En ese contexto debe ponerse la vida consagrada, como en efecto la pone Puebla, (Capítulo II).
Nuestras comunidades deberán ser centros, focos y
modelos de "unidad" para el pueblo y para la misma
Iglesia. Pero para conseguirlo será necesario dar
dolorosas batallas contra el egoísmo, contra el "yo"
que también anida en nuestros humanos corazones.
Será preciso convertirnos en instrumentos dóciles
al Espíritu, que sopla en esa dirección.
b) De la sumisión despersonalizante a la responsabilidad en Cristo.
En el cuadro que hemos citado antes pone el
autor del libro otro apartado, en que estudia las nuevas tendencias de contenido social y comunitario
partiendo únicamente de la sicología. Veamos:
(9) Véase Parte Tercera. La noción del "yo", que nos sirve de base para
el estudio.
41
Antes
Ahora
— La propiedad de bienes
— El valor de la persona
— La autoridad, la obediencia — la iniciativa, la responsabilidad
— La centralización
— la descentralización
— La jerarquía oficial
— las estructuras informales.
— El poder, la categoría
— la función a cumplir
— La negación de los conflictos — la solución de los conflictos
He ahí otro sondeo, hecho desde la Sicología y
la sociología, sobre la realidad social en que vivimos inmersos. No tomemos esos datos como toma
de posición doctrinal contra nadie. Por ejemplo: no
va contra la obediencia, ni contra la autoridad, ni
contra la jerarquía de la Iglesia. Habla de realidades
sociales, que la misma Iglesia quiere ahora estudiar,
para no ir contra la corriente y perder energías inútilmente (10).
Es evidente que en la forma de vivir nuestra obediencia religiosa se dio el autoritarismo y se disminuyó desastrosamente la iniciativa y la responsabilidad: Al subdito no le tocaba sino cumplir lo mandado, con lo que su iniciativa y su responsabilidad quedaban mermadas o anuladas. Y con ello se anuló
una fuerza humana de una riqueza increíble, hasta
tal punto que un hombre sin iniciativa y sin responsabilidad no es hombre, sino una marioneta. Con ello
se hizo un daño increíble al poder evangelizador de
los religiosos y en general de todos los "agentes de
evangelizaron"... Se pecó contra el hombre! Porque la iniciativa y la responsabilidad no están en la
línea del "yo", sino en la de la "persona", como diremos después (11).
Es preciso insistir en esto, porque es esencial:
Es la misma Iglesia la que afirma categóricamente
que la vida religiosa no es contraria a la madurez síquica de la persona:
(10) Véase la Primera Parte del Documento de Puebla: Visión pastoral de
la realidad latinoamericana.
(11) Véase Tercera Parte de este estudio.
42
"Y así la obediencia religiosa, lejos de aminorar
la dignidad de la persona humana, la lleva a su plena madurez, con la amplia libertad de los hijos de
D i o s " . . . "Dirijan a sus subditos como a hijos de
Dios y con respeto a su persona humana, promoviendo su sumisión voluntaria" (PC 14).
La Iglesia no tiene miedo a la evolución histórica de la humanidad, sino que quiere acompañarla
en sus vicisitudes, para ayudar a salvarla: Por eso
dice:
"Mas para que esta adaptación de la vida religiosa a las exigencias de nuestros tiempos no sea
meramente externa y a fin de que los que son destinados por el Instituto al apostolado externo no
sean incapaces de desempeñar su cometido, deben
instruirse convenientemente... sobre las costumbres reinantes y las normas de sentir y de pensar de
la vida social moderna" (PC 18).
Solamente contando con hombres sicológicamente maduros podrá la Iglesia realizar su proyecto
de evangelización de los pueblos latinoamericanos.
El hombre maduro es el que consigue controlar las
tendencias del " y o " y desarrollar las de la "persona" (12).
Por eso los hombres y mujeres maduros no cierran los ojos negando los problemas, sino que se
ponen a solucionarlos en comunidad. Veámoslo.
c) El diálogo, la revisión de vida y el discernimiento.
El diálogo y la revisión de vida son signos de
vitalidad de cualquier comunidad, también de la religiosa. Es la manera humana madura de resolver
los problemas y de ejercitar el apostolado. El apostolado egocéntrico es hoy anti-eclesial, anti-Puebla,
de la misma manera que es antisicológico; es inmadurez síquica y pobreza espiritual. La comunidad que
no sea capaz de tener un diálogo o de hacer una
revisión de vida en común está enferma síquica y
eclesialmente y debe tomar sus medidas para curar-
(12) Véase después Tercera Parte de este estudio.
43
se y para ponerse a caminar como quiere la Iglesia.
Hoy en América el aislamiento egoísta es anti-cristiano y anti-eclesia!. Es contrario a Puebla. Nosotros,
los religiosos, debemos ser maestros de unión y comunicación. Si no somos capaces de eso, no podremos luchar contra el enemigo común, el Capitalismo
opresor y el Comunismo tiránico (13). Los dos odian
el diálogo y la revisión de vida, porque estos conllevan el espíritu crítico que abre los ojos frente al
opresor.
La obediencia del religioso es la libertad (14).
Esa libertad de los hijos de Dios, es la que ios religiosos debemos enseñar hoy a América, como camino de su liberación. Pero nosotros sabemos que
esa libertad no es un valor absoluto, sirio sometido
a la Verdad de Cristo. Esa libertad no es libertinaje,
sino sumisión a Dios, a Cristo, y a su Iglesia en lo
que ésta tiene el mandato de Cristo. Esta obediencia
responsable y libre será el gran don de la Iglesia al
mundo a través de nosotros. Si la sabemos vivir,
será un don humanizante hecho en nombre de Dios
porque el porvenir del mundo no será el egoísmo,
sino la comunidad y la Iglesia según Puebla, está
llamada nada menos que a transformar el mundo según ese modelo. La tarea es desconcertantemente
grande y requiere hombres y mujeres extremada-i
mente maduros y "terminados". El instrumento dej
formación será el diálogo abierto, franco y claro (15).
La revisión de vida auténtica y el discernimiento.
Para la revisión de vida y el discernimiento se necesita pedir el concurso de peritos. Sin saber manejar
estos medios es difícil vivir hoy la vida comunitaria.
(13) Hablo del comunismo que se ha hecho una burocracia clásica tiránica,
como el de Rusia y sus satélites. No hay más que ver lo que está
pasando en Polonia: lo que allí mueve al pueblo no es la burocracia
gubernamental anquilosada, sino "solidaridad", la organización del pueblo libre.
(14) PC n. 14: "Dirijan a sus subditos como a hijos de Dios y con respeto
a la persona humana, promoviendo su subordinación voluntaria. Por lo
tanto déjenles sobre todo la libertad debida en cuanto al sacramento
de la penitencia y la dirección de conciencia". (Gal 5.1).
(15) Sobre el diálogo véase después Parte Tercera de este estudio.
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d) La infección síquica en las comunidades, favorecida por el sexo y el "yo".
La sicología nos puede también ayudar a superar un peligro propio de los períodos de transición,
de crisis: la infección. Los sicólogos hablan del
"isomorfismo" somato-síquico, esto es, de la semejanza entre lo que ocurre en el cuerpo y lo que sucede en el alma (16). Pues bien, en este contexto la
infección no sólo se da en el cuerpo, sino que se da
en el alma. Y no sólo en los individuos, sino también
en las comunidades. Y hay momentos históricos
cuyo ambiente favorece las infecciones. Uno de esos
momentos es el post-concilio. Y aún vivimos en él.
En esta coyuntura histórica hubo un momento en
que se puso de moda (la moda es una forma de
infección social) el bailar. Esa infección costó a la
Iglesias miles de vocaciones. Al mismo tiempo aparecieron por todas partes (signo de infección) curas
y religiosos contestatarios violentos; a la vez o sucesivamente se impuso el trato ligero e irresponsable entre religiosos y religiosas: el resultado fueron muchos matrimonios "religiosos" y ningún provecho para la vida religiosa. Otra cosa hubiera sido
una amistad digna, reflexiva y responsable. Se impuso de la misma manera (otra infección) realizar
pruebas apostólicas, hechas por religiosos inmaduros, inquietos, rebeldes e inadaptados. De ahí grand e fracasos de experiencias que en sí no eran malas, pero hechas por personas inmaduras son fatales (17).
Las personas inmaduras son precisamente las
que se lanzan a esas experiencias y son las más expuestas a infecciones síquicas procedentes del sexo
y del " y o " ; ¿por qué? Porque, sin advertirlo, están
movidas desde el fondo vital de su ser por motivaciones afectivo-sexuales y por las tendencias de su
(1C) Véase después la Tercera Parte de este estudio.
(17) Cfr. Teoría de Kurt Lewln en: Wolman B. "Teorías y sistemas contemporáneos de Psicología". Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1973. Pág.
523 ss.
45
" y o " no concientizadas y no controladas. En realidad
son marionetas movidas desde abajo, inconscientemente, por pasiones inconfesadas e inconfesables.
Esas pasiones son las que abren la puerta a esas
infecciones de que son víctimas comunidades inmaduras. Pero esas infecciones no afectan a las comunidades humanas y religiosamente maduras.
Se necesita la madurez humano-síquica y la madurez religiosa. La una sin la otra no tiene sentido.
La madurez religiosa supone una motivación auténtica en la elección de nuestra vida y una educación
seria y profunda; la madurez síquica supone la concientización y control de las tendencias afectivosexuales y egóticas. De ello se ocupa este libro (18).
3. SUPERIORES Y SUPERIORAS
ANTE LA ENFERMEDAD SÍQUICA
a) Comprensión y acogida
Los religiosos nos unimos para santificarnos,
pero somos seres sujetos a enfermedades. Las síquicas son muy molestas; a veces son desconcertantes. Pero debemos conocerlas, para saber tratarlas.
Y para no implicar la vida específicamente religiosa
con la enfermedad; de esa implicación no resulta
ningún bien. Es muy duro para un religioso que se
le tenga por malo, cuando tiene encima una enfermedad muy molesta.
Lo primero que debe saber el superior es que
el enfermo síquico es una persona que reacciona de
una manera desproporcionada a los estímulos del
ambiente. De nada hace un problema. Pero no debe
cargársele una connotación moral que empeore la
enfermedad y con ello agrave los problemas. Veamos algunos casos:
(18) De la madurez afectivo-sexual nos ocupamos en la Segunda Parte y de
la egótlca en la Tercera.
46
Un Superior joven, lleno de vida, juzgaba así a
un pobre religioso, viejo, presa de una neurosis senil, que le hacía casi imposible vivir la vida comunitaria:
"Es un caprichoso: no obedece si no es a órdenes tajantes; si le permito seguir sus caprichos, termina con la comunidad".
Pero así estaba él terminando con el pobre viejo! No. Ese religioso benemérito no puede ya seguir
a la comunidad en su vida ordinaria. Es preciso sacarlo de su ritmo; es un enfermo. Por motivos parecidos una Superiora decía de una de sus subditas:
"Es una perezosa que no le gusta arrimar el hombro al trabajo; le gustan las singularidades y todo lo
hace por llamar la atención; en todas sus conversaciones tiene por único tema sus males imaginarios". . .
Imaginarios para ella, pero reales y muy pesados para la enferma. Los síntomas de esa pobre
religiosa son de una hipocondríaca o una histérica.
Esas enfermedades son penosas para la enferma y
para la comunidad. Pero para qué queremos la caridad, si no es para estos casos?
Una religiosa joven trabaja con mucho dinamismo; pero de pronto se encierra en su habitación y
deja a la superiora con la carga de sus ocupaciones.
El juicio y la condenación está ahí:
"Qué capricho es ese de negarse a hablar y de
encerrarse en su habitación, cerrando puertas y ventanas"?. ..
No es un capricho, sino una enfermedad de las
más graves y aun horrenda por los sufrimientos síquicos que conlleva: Es la ciclotimia, la enfermedad
que alterna períodos de actividad excesiva (el período "maníaco") con una inactividad absoluta (período "depresivo") El paso entre los dos es rápido,
sin transición. El tormento es tal que una religiosa
que padecía esa enfermedad me decía llorando:
Padre, quíteme ese mal y déme todos los cánceres
que quiera... La Superiora consciente sabe que a
esa religiosa no la podrá emplear más en ocupaciones continuas y duraderas. Cuando esté en la fase
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maníaca, podrá hacer cosas útiles, pero hay que esperar que llegue la otra y lo deje todo como estaba.
No puede sobreponerse. Es inútil que se la anime:
"Ayúdese usted! Si usted no pone de su parte!".
No puede poner nada de su parte, cuando está sumergida en ese infernal pozo de la depresión...
Un religioso tenía que dar clases; pero eso no
le iba con su carácter o . . . su enfermedad... Sufría
mucho. De pronto su inconsciente salió en su ayuda:
Empezó a decir que no veía nada. El Superior, que le
conocía bien, no le creyó; otro religioso de la comunidad decía de é¡: Es un hipócrita y un vago; yo sé
que él ve y lo demuestro. Un día le puso a prueba:
Le obligó a que pasara por un lugar peligroso y . . .
todos vieron que no tropezó; v e í a ! . . . Sí, en esa
ocasión veía, pero en la clase no veía, porque su
ceguera no se debía a trastornos en los ojos, sino a
las dificultades de la clase. Veía, pues, y no veía.
Pero esa ceguera no es señal de hipocresía o malicia, sino de dificultades síquicas. Lo que procede es
resolver esas dificultades y se resolverá el problema
de la ceguera.
Trataba yo en una ocasión a una religiosa con
problemas síquicos bastante serios. Llegó un momento en que creía que necesitaba la ayuda de las
religiosas que formaban su ambiente habitual. Nadie
ignora la influencia que el ambiente tiene sobre la
conducta. Puede ser definitivo en ciertas circunstancias. Si el sicólogo puede contar con la colaboración
de ese ambiente, conseguirá llegar al final de su
trabajo mucho mejor que si trabaja solo. Pero es
tema delicado y no siempre se puede recurrir a esa
colaboración, porque se necesita que las personas
que lo forman sepan colaborar y se las pueda preparar. Eso aún no es corriente entre religiosas, debido a la ignorancia de estos temas más que a la
malicia que, gracias a Dios, no existe casi nunca.
Pensaba yo en esta posibilidad, cuando un buen
día, mientras iba a entrar la religiosa a la consulta,
acertó a pasar por allí la Superiora. Yo había ya
tratado con la religiosa la conveniencia de hablar
con la Superiora y estaba conforme. Le hice caer en
48
la cuenta de que podíamos aprovechar esa coyuntura y la religiosa accedió.
Mi objeto no era más que uno: Que la Superiora comprendiera que se trataba de una persona enferma y que, por lo tanto, ella debía tomar las
reacciones que notaba en su subdita como síntomas
de esa enfermedad, no como actos de mala voluntad.
Pero, allí ocurrió lo que yo no había ni imaginado. Esa superiora se cerró en la opinión que ella
se había formado antes y, delante de mí, sin que
yo pudiera impedirlo, volvió a acusar a la religiosa
de culpas imaginarias, esto es, volvía a interpretar
ciertos actos de la religiosa como fruto de mala
voluntad, en vez de considerarlos como efecto de
su enfermedad. No hubo manera de llevarla a este
terreno. Aquel encuentro, contra todo lo imaginable,
fue la puntilla dada a la vocación de aquella religiosa. Cada vez que recuerdo este caso, me siento
muy incómodo. ¿Cómo se explica el proceder de
aquella Superiora? ¿Por malicia? No. Ella no pudo
entrar de repente en un mundo de ideas que le era
totalmente extraño. La conducta de su subdita fue
siempre mal interpretada por ella, lo cual agravó los
problemas de la religiosa y terminó por destruir su
vocación, cuando allí no había problema de vocación, sino de terapia síquica. Y cuántos casos similares conozco. Eso me ha movido a escribir estas
líneas.
Esto deben tenerlo muy presente los Obispos y
Superiores Mayores a la hora de ordenar a sujetos
neuróticos. Cuidado. Una neurosis no se remedia con
unos Ejercicios Espirituales; no es ese el medio, aunque sean una cosa santa. Después de los Ejercicios,
por unos días, vive el sujeto como un santo, pero
con una violencia interior intolerable. Eso no dura.
Nada violento dura.
Obispos que ordenan sin más a jóvenes enredados en problemas síquicos; Provinciales que creen
arreglar con sermones y consejos situaciones interiores complejas. Superioras Provinciales que confían
en las promesas que les hace una joven deseosa
antes de profesar... están almacenando problemas
49
4 Sicología y vida consagrada
para la Diócesis, o la Provincia religiosa. Todos esos
trapos sucios saldrán algún día en la colada. Y sin
beneficio para nadie. Una vez me atreví a aconsejar
a un Obispo que no ordenara a un joven en esas
circunstancias; no me hizo caso y de pronto recibí
la invitación para la Ordenación: Músicas, alegría, felicitaciones!... Pero pronto me llamó el Obispo:
¿Qué hago con él? No le puedo confiar puesto alguno de responsabilidad!... Por caridad con los dos,
Obispo y paciente, estuve un año intentando curarlo.
Pero en vano: La misma responsabilidad que el Obispo irresponsablemente había puesto sobre sus débiles hombros impidió la curación. Sus sentimientos
de culpa se agravaron tanto que hicieron irreversible
el m a l ! . . .
En resumen. Antes de la admisión definitiva: No
admitir enfermos síquicos. Esos enfermos no resisten el peso de la responsabilidad. El Reino de los
cielos no desecha a nadie, pero nuestra vida es de
servicio en primera línea; somos un ejército de selección y eso requiere hombres sanos. Después de
la admisión y profesión: es preciso tener caridad
y saber manejarse con los que, como sea, están enfermos. La clave está en comprender su enfermedad
y saber tratarlos como enfermos, no como malvados.
Lo exige ¡a más elemental caridad: Y "la caridad de
Cristo nos apremia".
b) Normas de conducta
Digamos alguna norma que pueda orientar al
Superior:
1? Buscar un buen sicólogo. Convencer al religioso que debe acudir a él. Y que vaya a buscar la
salud, como se acude a un médico. El sicólogo puede
hacer algo, si el enfermo colabora. Si no, es inútil
la consulta; exactamente lo mismo que ocurre con
el médico.
2? No llevar enfermos síquicos a sicólogos sicoanalistas, esto es, freudianos puros. Crean una gran
50
dependencia, cobran mucho y empeoran el problema, porque todo lo ven desde el sexo. Veremos en
las dos Partes siguientes de esta obra que eso no es
verdad. Y no soy yo sólo quien piensa así: Eric
Berne desarrolló su Análisis Transaccional contra la
Sicoanálisis precisamente. Léase, por ejemplo, el libro Yo estoy bien, tú estás bien de Thomas A. Harris (19).
3 ! Comprensión: es lo primero. Hacerles ver
que se los comprende, que se comprende su mal,
que se desea aliviarlos, pero... que no se está en condiciones de hacerlo por falta de conocimientos en
materia tan delicada; que se buscará quién pueda
hacerlo, si es posible y él o ella consiente...
45 Cuidar de los informes que sobre el religioso mandan al Provincial. El informe único debe ser
éste: tenemos un enfermo; hay que tratar de salvarlo para sí mismo, para la Congregación, para la
Iglesia y para Cristo.
5? Defenderlo frente a la Comunidad: los demás religiosos tampoco suelen advertir que su hermano es un enfermo necesitado de especiales cuidados. Por ello murmurarán de él, lo criticarán y le
harán la vida muy difícil. Por ello el Superior debe
estar al lado del enfermo y procurar eficazmente
que se le respete y aún se le estime. Si él se lo
propone, es seguro que lo consigue de la Comunidad.
6? Oírlo con paciencia. Sin cansarse. Si él llega
ahogado, con necesidad de contar su tormento interior, de librarse de sí mismo, debe oírlo sin prisa.
Cualquier síntoma de impaciencia o de cansancio
lo puede herir hondamente, dándole la sensación de
que estorba. Si, cuando él llega no lo puede atender,
debe citarlo para otra ocasión, en que pueda oírlo
atentamente. Su interés y su simpatía serán ya para
él un no pequeño remedio.
(19) Cfr. HARRIS, Thomas. Yo estoy bien, tú estás bien. Ed. Grijalbo. Barcaloña. Págs. 16-17.
51
7? No olvidar que la palabra que resume todo
esto es la palabra amor. Oigamos a Santa Teresa,
cuando habla de dos de estas religiosas que le dieron muchos disgustos en el convento de Sevilla:
"Lo tercero es que no se les muestre ningún
género de desamor, antes la regale más que la que
estuviere por mayor y todas le muestren gracia y
hermandad y a este otro también. Procuren olvidar
las cosas y miren lo que cada una quisiera se hiciera con ella, si le hubiera acaecido. Crean que esa alma estará bien atormentada, aunque no esté conocida; porque el demonio lo hará de que no salió con
más. Podría ser hacerla que haga un mal recaudo
de sí, con que pierda el alma y el seso, que para
esto postrero quizá habrá menester poco. Y todas
hemos ahora de traer delante esto y no lo que ha
hecho".
La intuición femenina de Sta. Teresa suplió la
falta de ciencia sicológica.
8? A una religiosa que padece una enfermedad
síquica no la puede tratar sin más un sicólogo que
trata las enfermedades síquicas de las mujeres casadas. Las religiosas presentan una problemática
especial, que con frecuencia, es totalmente ajena
a la mentalidad de estos sicólogos.
Todo esto parece que debería haber religiosos
especializados en sicología. Ellos serían los médicos indicados para tratar a las religiosas síquicamente enfermas, porque contarían con todos los requisitos para ello: ciencia síquica y religiosa.
Tratemos por separado cada uno de estos temas.
Lo primero es que conozca bien su oficio. Y ponemos esto antes que su condición de creyente,
porque la ayuda que estas enfermedades requieren
no es espiritual, sino científica. La curación no requiere el elemento sobrenatural de la gracia, sino
el natural del conocimiento de los enredos de la
sique. El problema es parecido a este: si una monja
enferma del hígado, buscamos un buen especalista
del hígado, aunque sea ateo.
52
El problema, decimos, es parecido; pero no
igual. Tiene, en efecto, un elemento común: la ciencia especializada del médico. Pero tiene otro elemento peculiar: que la enfermedad del hígado es
somática (no excluímos en absoluto de esas enfermedades elementos síquicos) y la neurosis es síquica. Las enfermedades síquicas tienen más afinidad
con lo sobrenatural que las somáticas. De ahí que
hayamos dicho que, después de ser un buen sicólogo, sea buen creyente.
Sólo un sicólogo creyente podrá entender la situación interior del religioso en general. Entre los
no creyentes circulan muchas ideas sobre la vida
religiosa que son perjudiciales. Pero la vida religiosa no crea neurosis, sino que tiene muchos elementos que la evitan; pero la gente (entre la que en
este punto están muchos médicos, aunque sean notables como médicos) cree lo contrario.
En algunas circunstancias, una neurosis latente
puede ser acentuada por una mala educación en el
noviciado, por ejemplo. Ello no se debe a la vida
religiosa, sino a la mala preparación del maestro de
novicios. Todo este mundo de ideas es casi imposible que pueda ser captado por un sicólogo que sea
ateo o indiferente, por lo alejado que se hallaría de
ellas. Lo podría captar en cambio un creyente, un
simpatizante con ese género de vida.
Decimos también que el sicólogo que trate a
los religiosos no sea sicoanalista-ortodoxo. La razón
es esta:
Freud afirmó que la única fuerza del siquismo
humano era la sexual. Se habla de su pan-sexualismo. Pero, hoy se considera superada esta afirmación: su mismo discípulo Adler se encargó de
demostrar su unilateralidad. La teoría de Adler se
podría llamar pan-egotismo, porque la dominancia
en la sique la atribuía al "ego" (al "yo"), no al sexo.
Por eso, si un sicólogo se declara fiel (ortodoxo) a Freud, su ortodoxia le impedirá ver claro;
se enredará materialmente en el sexo y no llegará
a conseguir la salud. Si la neurosis que trata es
53
realmente sexual, sí acertará; pero si es "egótica",
no hallará la solución.
c) El tratamiento síquico es largo
Es largo y es pesado y es desagradecido y problemático. Esto es preciso saberlo desde el primer
día, mejor, desde que se hace la idea de recurrir a
él. Lo cual no debe desalentar al Superior, como
tampoco a los papas, si se trata de un niño. La salud requiere sacrificios y más la salud del alma, que
es más importante que la corporal.
Esta es la causa por la que se tiene desconfianza de los sicólogos: se va a ellos como al dentista. Se busca un remedio rápido, fácil y eficaz.
La eficacia para el común de la gente lleva consigo
la rapidez. Si no se ve el efecto rápidamente, se
cambia de médico, de medicinas... El cambio perjudica, si se trata de enfermedades síquicas. Cada
sicólogo ve el problema por un aspecto (y los diversos aspectos pueden ser verdaderos) propone un
tratamiento distinto (y pudieran ser eficaces esos
tratamientos, cada uno por su parte) con lo que el
paciente y sus allegados —en este caso el Superior— quedan desconcertados y . . . pierden la fe en
los sicólogos y en la sicología.
No estamos aún preparados para resistir y aún
más, para asistir, a un tratamiento sicológico. Nuestra prisa lo puede dañar y lo daña con demasiada
frecuencia. A las dos o tres consultas se empieza
a murmurar. "No se nota alivio alguno". "La religiosa
sigue igual". "Los problemas que crea en la comunidad son los m i s m o s . . . " . Pronto se llega a una
consecuencia: estamos perdiendo el tiempo ella y
nosotras.
Y, si sólo fuera el tiempo. También entra en
j u e g o . . . el dinero. Lo cual es más grave. Se multiplican las entrevistas sin que aparezca la normalidad apetecida. La comunidad no puede con esa
carga...
A las dos cosas hay que buscarles el remedio:
a la prisa de la superiora y a la impaciencia de la
ecónoma.
54
La Superiora debe sabor que se trata de re-estructurar toda la personalklud. Es algo así como
una nueva creación. Hay que conseguir un conocimiento exacto de sí misma
cosa bastante difícil—
y otro enfoque de la mayoría de los problemas
vitales, afectados por la neurosis. Y ese falso enfoque viene desde la infanola. Por ello, el tratamiento debe ser largo por naturaleza y además, está en
continuo peligro de frustración: nada más delicado
que mantener la confianza, la abertura y la fe de
una enferma síquica. Ha da ser la personalidad del
sicólogo la que levante da su ruina a la personalidad enferma de la pacienta. Si ésta, a lo largo del
camino, pierde la fe en su curación definitiva, todo
se puede venir abajo.
Pero de antemano debe saber la Superiora que
el camino es largo, difícil y problemállco. Pero mucho depende de su colabomoión. Si lo religiosa está en ascuas porque la Superiora ealrt esperando
fuera de la consulta o porque pone dificultades a
las entrevistas o manifiesta impaciencia por el resultado con comentarios o regaños... lodo estará
perdido.
El sicólogo tendrá que hacer frente a un problema que no es suyo: el de la ingerencia de la Superiora (o de la comunidad) que le ha creado un
problema añadido, que le impide trabajnr en el verdadero problema. Y a veces este problemn anula los
esfuerzos que se están haciendo para rosolver el
auténtico. Y la culpa recae sobre el sicólogo, lo cual
no es justo.
55
SEGUNDA PARTE
1. EL SEXO EN LA VIDA CONSAGRADA
a) Justificación del tema sexual
Dijimos en la Introducción que la integración
del afecto y del sexo en la vida total de la persona
era condición necesaria para establecer una sólida
relación con Dios.
Pero no se pueden establecer relaciones entre
dos cosas que no tienen puntos de contacto.
En efecto, en la formación de la mayoría de los
religiosos y de muchos cristianos, su vida personalespiritual, estaba disociada, por decir lo menos, de
su vida sexual.
Todo lo relativo al sexo se miraba con recelo y
tal vez se ignoraba. ¿Se ignoraba porque se temía
o se temía porque se ignoraba? Que cada uno responda según su experiencia, pero, en todo caso,
comprendemos fácilmente que con esa actitud ante
el sexo, era imposible la integración en la vida superior personal.
¿Quién se salvaba entonces de las fatales consecuencias de esa increíble ignorancia en tema tan
fundamental? El que haya sido dotado por Dios de
una naturaleza tranquila, de un carácter equilibrado,
sin grandes emociones pasionales.
¿Y los demás? ¡El desastre! Yo casi me atrevería a decir que ¡el horror! De aquella nula formación sexual salieron esos religiosos que han sido
la vergüenza de la Iglesia y aun de la humanidad,
porque, cuando un hombre que socialmente es tenido por bueno, no lo es ante su propia conciencia,
la hipocresía substituye la naturalidad y de su alma
se apodera una desgarrante ambi-valencia que des57
truye su relación sana con Dios. Su vida religiosa
se hunde y lo arrastra en su hundimiento; entonces
Cristo no es nada ante su conciencia y la Iglesia es
vista como una tirana.
Nunca olvidaré un sacerdote con quien me encontré de buenas a primeras desayunando en una
casa de religiosas en una ciudad de América. No
habría pasado un cuarto de hora de nuestro conocimiento y, como si tuviera una necesidad interior
imperiosa de explotar, empezó el ataque más furioso y rabioso contra la Iglesia:
"Ha sido una tiranía intolerable. ¿Por qué se
nos impuso el celibato sin saber lo que hacíamos?
¿Por qué se pretende aún seguir con esa institución
asquerosa que no ha criado más que gusanos...?".
La herida sangraba purulenta. Se estremece
uno intuyendo el abismo de problemas que acusa
una tal declaración.
¿Pero ha sido él solo? Yo he conocido a sacerdotes entregados al sexo como lobos, haciendo daño a personas e instituciones y en circunstancias
increíbles, desconcertantes, insospechadas. Yo también dejo ahora sangrar mi propia herida de dolorosa vergüenza, porque la Iglesia, los sacerdotes y
la vida consagrada es lo que yo más amo.
Es claro que, aunque hubiera habido una perfecta educación sexual, habrían ocurrido alguno de
estos casos. Escandalizarse por ello sería de niños
y muy poco sicológico. Pero sinceramente han existido demasiados sacerdotes de esos, no alguno. De
ello no existe una sola causa, pero en tan complicado problema han intervenido con mucho peso la
ignorancia y la falta de atención a este elemento
de toda vida humana: El sexo y sus implicaciones.
Creemos que, si se le hubiera enseñado a manejar
lo que luego llamaremos "la imagen del sexo contrario" que todo ser humano lleva en el fondo de
su inconsciente, las cosas habrían ido mucho mejor,
¿Ha sido tan grave el problema entre las religiosas? Ellas, ciertamente, no han recorrido ese
vergonzoso camino. Lo cual es un honor para el
sexo femenino. Pero en cambio, innumerables en58
tre ellas han recorrido una vía dolorosa, con el alma
estrechada por tensiones, temores, escrúpulos, sentimientos de culpa, que las ha llevado a terribles
neurosis sexuales, muchas veces a una espantosa
soledad y no pocas veces hasta la sicosis. Esos
sufrimientos de tantas mujeres beneméritas por ser
fieles a Cristo, pero ignorando lo más elemental
sobre la esencia misma del alma femenina, resulta
sencillamente inefables, que quiere decir inenarrables. Nadie que haya dedicado muchas horas a oír
religiosas, como yo lo he hecho, podrá decir que
exagero. En la historia de los seres humanos no se
habrá dado otro caso parecido de personas admirables moralmente y aun auténticamente santas que
hayan sufrido tanto por creerse indignas. ¿Cabe
absurdo más grande? ¡Pues, ahí está a la vista! Hay
dos cosas que son increíbles: Malvados que van con
la cabeza alta, perdonando vidas, y santos que bajan
la cabeza creyéndose malvados. Pero resulta que
todo el que se cree "malo" se inutiliza para el apostolado. No me refiero a la humildad de los santos,
sino al sentimiento de culpa, polilla síquica de innumerables personas consagradas al servicio de Dios.
Por su parte la Iglesia debe perseverar en la
actitud de abertura y comprensión que ha instaurado después del Concilio: El que, a pesar de una
buena educación sexual, no encaje en el proyecto
de vida en la virginidad, debe encontrar facilidades para volver al camino ordinario, sin recelos, sin
misterios y sin complicaciones. Se supone que se
procede después de la conveniente reflexión. Sin
esa válvula de escape, serían inevitables las tensiones dentro del grupo que quiere perseverar en
su propósito de vida en virginidad. Tanto los que
la viven como todos los que los ven tienen que
tener la sensación de que dentro de él reina la
más absoluta libertad y espontaneidad. ¡Esa es la
condición indispensable para que se convierta en
testimonio"!
Nuestro proyecto consiste en hacer primero
algunas observaciones sobre la selección de los
candidatos a esta vida y emprender después un
59
estudio más detenido de lo que llamamos la integración del sexo en la vida personal.
Hacemos una advertencia final: arriba dijimos
que no se puede seguir a Freud y a sus seguidores
ortodoxos, cuando afirman que el que careció de
afecto en la infancia será toda su vida un "desamorado". Esa advertencia la hacíamos para cuando se trataba de sacar a religiosos ya comprometidos
y deseosos de seguir en su plan de vida, de los
efectos de esa falta de afectividad en el hogar. Pero, cuando se trata de la selección de sujetos para
esa vida, es mejor atenerse a esa doctrina freudiana que contiene, como también dijimos, mucho de
verdad. Admitamos a los sujetos que tengan más
probabilidades de triunfar en su vida de "entrega",
para la cual es indispensable una relación afectiva
normal con "el otro". Esta la da fundamentalmente
la capacidad de amar que se recibe en el hogar.
b) Selección de candidatos
El objetivo de la selección debe ser conseguir
individuos afectivamente normales. Y esto porque
la relación de la afectividad con el sexo es estrecha. Es muy probable que individuos afectivamente
sanos sean sexualmente equilibrados. Al menos
contarán toda su vida con un elemento de equilibrio.
Pero, ¿qué entendemos por afectivamente normales? Llamamos así a los seres humanos que han
recibido en su infancia, desde su nacimiento, el
afecto humano de sus padres y de todo su ambiente familiar. Precisamente algo más:
En primer lugar, para que un niño sea normal
afectivamente, debe sentir desde su primer día fuera del vientre materno, que ha sido esperado con
la natural ansia de una mamá humana.
La mujer campesina peca menos contra esta
espera afectiva, aunque el niño le resulte una carga insoportable: ella es más natural y no está pervertida por la cultura. Pero la mujer culta, liberada, burguesa, está cometiendo este pecado con60
tra la naturaleza cada día en un mayor grado: el
rechazo al niño que llega.
Este primer rechazo afecta la capacidad de
amar; y la incapacidad de amar inutiliza a la mayor
parte de las vidas humanas. Es un producto maldito
de esta sociedad materialista que, depositado desde muy temprano en el fondo del alma, las seca y
enfría para el resto de sus días. Un religioso sin
capacidad de amar ¿hará apostolado alguno? Piénsese en San Vicente de Paúl y se verá que su capacidad de caridad se apoyaba en un alma enormemente afectiva.
Ignace Leep tiene una frase feliz en uno de sus
libros: "Sólo un hombre capaz de amar a una mujer
y sólo una mujer capaz de amar a un hombre están
en condiciones de amar auténticamente a sus amigos y también a la humanidad y a Dios". (1) Y, una
vez, escribí yo un artículo sobre este tema en una
revista y el censor de la Curia me llamó escandalizado. Todo un símbolo de lo que estamos combatiendo: la ignorancia en temas tan vitales: el afecto,
el sexo y el amor.
Otra condición para la normalidad afectiva de un
niño es el amor entre sus papas. El desamor entre
los padres es la muerte para el alma de los hijos.
Hay hechos que demuestran esto gráficamente y
aun brutalmente: Una pobre niña de 8 años se metió entre sus papas que peleaban y con las manos
juntas y la cara llena de horror gritaba temblando:
"Pero, ¿por qué no se aman, por que no se
aman...?". Y otra pequeñita llegó al colegio muy
triste. La monjita lo notó y le preguntó: ¿Qué te
pasa, querida? La niña fue a sentarse en un lugar
apartado con su cabecita entre las manos; de pronto se levanta y dice a la Hermana: ¿Me permite
llamar por teléfono? —¡Claro!—. Ella marcó unas
cifras y a la que le respondió le decía entre sollozos: "Mamá, mamá, ¿ya te mató papá...? Una
amargura honda, mezcla de temor e inseguridad y
(1) Leep Ignace, Psicoanálisis del Amor, Ed. Carlos Lohlé, Buenos Aires,
1963, p. 13.
61
horror, queda depositada en el fondo de esas almas
que presencian escenas tristes y aun brutales entre sus progenitores, amargura que se convertirá
en semilla de muerte en el futuro.
¡Y hoy, son tan frecuentes esas escenas! ¿No es
aquí donde la humanidad está recogiendo el fruto
nefasto de la inmoralidad juvenil, del desgaste y
degeneración afectivos de esas relaciones sexuales
prematrimoniales? ¿Qué queda en el alma de una
mujer después de esas relaciones irresponsables?
Y, ¿qué queda de la familia futura? El sexo ni es
el tabú de antaño, ni una cosa baladí con la que
se puede jugar con tanta irresponsabilidad.
Y si no hay "humanidad", ni "santidad" en el
matrimonio, de dónde sacará la Iglesia candidatos
para la "virginidad" como proyecto de vida apostólica.
Es preciso hacer a cada candidato su historia
afectiva. O mejor, invitar a cada candidato a que
colabore en la verificación de su propia historia
afectiva. No como amenaza latente, sino como condición de libertad para él mismo. O tal vez para que
compruebe si su proyecto de vida en virginidad es
factible.
En esa historia debe figurar en primer lugar el
papel de la mamá. Es imprescindible saber si la mamá fue una madre humana sin adjetivos ni añadiduras
o una madre egótica o una mamá abandonada ella
misma afectivamente; si pertenece al mundo de
aquellas a las que inspira la naturaleza o a las mentalizadas por la propaganda capitalista, si la inspira
la fe cristiana auténtica o es producto de la sociedad de consumo.
No está exenta de peligros esta concientización. Hay que hacerla de manera que no hunda al
candidato, sino que lo levante. Pero esto no es fácil, cuando la realidad no colabora. Pero eso mismo
ya es una señal de que no parece ser su camino el
proyecto de virginidad. Ahí precisamente íbamos:
individuos que de este examen resultan derrotados,
tienen un fardo demasiado duro para nuestra singladura. • !
62
Hay que estudiar también toda otra circunstancia que haya llevado al candidato al abandono afectivo o por el contrario al consentimiento y el halago.
En el primer caso podríamos temer complicaciones
sexuales; en el segundo complicaciones egóticas,
aún más peligrosas para su futuro equilibrio. Del
" y o " hablamos en otro apartado de este libro (2).
Las preguntas obligadas son: ¿dónde vivió el
candidato hasta su ingreso? ¿con quién? y ¿cómo?
El cómo se refiere naturalmente al tema afectivo.
Las variantes pueden ser infinitas, pero todas
interesantes para un buen ojo sicológico.
Otro punto indispensable es la situación en la
lista de los hermanos, por las implicaciones afectivas que de esa situación se infieran. Pueden ser
particularmente interesantes y aclaradoras de actitudes, costumbres, mañas y reacciones del candidato.
De todo ese material podría salir la luz para
comprender tendencias del candidato, tales como
estas:
Envidias o celos; facilidad de comunicación o
tendencias al aislamiento; tendencia pegajosa a amistades "particulares" que apuntan al homo-sexualismo; tendencias claras homo-sexuales; infantilismo;
narcisismo, estancamiento síquico; fobias; obsesiones; radicalismo social inconsecuente; escrúpulos;
inseguridad; indecisión; abulia; complejo de persecución; actitud anti-jerárquica; amargura y resentimiento, endurecimiento, cerrazón, actitud defensiva.
Obsérvese que todos estos rasgos caben muy
bien en uno que los resume a todos: la actitud negativa. Pero la actitud negativa, a su vez, ¿no apunta
al rechazo afectivo original? Este rechazo es, sin
duda, el origen de toda desviación síquica posterior:
El retraimiento, la sospecha, la actitud de defensa,
la amargura secreta y omnipresente, el resentimiento torvo y ofuscante..., todo puede venir de un primer rechazo que ha colocado a un indefenso ser
humano de espaldas a la corriente de la vida, la
cual, por sí misma, es positiva, abierta, comunicati(2) Véase después TERCERA PARTE de este volumen.
63
va, confiada y espontánea. Todo depende de las primeras experiencias afectivas en el albor de la vida.
La verdadera desgracia de los seres humanos
no es haber nacido en un país capitalista o socialista, en una nación desarrollada, sino el tener que
nacer en hogares donde no reina el amor.
Busquemos jóvenes nacidos en hogares donde
haya amor. Pero ¿hay esos hogares? Este es el
problema más serio de la selección vocacional. Admitir jóvenes de hogares afectivamente traumatizados es admitir problemas en la vida consagrada.
2. INTEGRACIÓN DEL SEXO: EXIGENCIAS
SICOLÓGICAS
La palabra "integración" significa que una parte entra a conformar una totalidad, pero de tal manera que se identifiquen cuando entren en acción,
para conseguir un fin.
El sexo, cuando se ha padecido una mala educación, puede quedar aislado de la vida total de la
persona. Sucede esto cuando se lo intenta excluir
por considerarlo "malo" o cuando el individuo se
entrega a él, porque cree que el placer que procura
es "la felicidad".
De las dos maneras se lo destruye o por menospreciarlo o por absolutizarlo; en los dos casos
se hace de él un elemento disociante y, alrededor
de él, se crea una problemática de tensión que
afecta a la vida de la totalidad de ¡a persona.
En ninguno de los dos casos hay integración,
sino desintegración.
El objetivo de la educación consiste en colocar
al sexo en su puesto, aprovechando su influjo positivo en la vida de la totalidad personal.
Y el que quiere vivir "vida de virginidad" también debe aceptar el puesto que Dios ha señalado
al sexo y aprovechar su aporte a la vida tota! humana.
Exactamente. Pensar lo contrario sería ignorar
lo que es el sexo: sería creer que el sexo es sólo
el elemento fisiológico genital del mismo. Y eso
no es cierto.
El sexo es algo que impregna toda la sique
del hombre y de la mujer. Ese algo no se limita
a una sola de las zonas de la personalidad, sino
que las impregna todas. Podríamos decir esto, brevemente, afirmando que el sexo interviene en la
formación de la cosmovisión del hombre y de la
mujer.
Ser hombre es un modo de ser y de vivir y
de percibir distinto del ser mujer. Es un modo
distinto de verlo todo, pero de un modo especial
las relaciones inter-personales, los problemas humanos y la manera de resolverlos, la misma inserción del hombre en el cosmos y su destino
trascendente. Muchas de las plagas que azotan a
la actual sociedad capitalista son de origen masculino, como el culto al dinero, la violencia y el
materialismo, aunque a todo eso ha sido arrastrada
también la mujer. Suponemos, no sin fundamento,
que un mundo femenino sería distinto y tal vez
mejor.
Pero, cuando nos fijamos en los aspectos sicológicos del sexo, no menospreciamos el aspecto
fisiológico. Los dos son inseparables.
Nos proponemos ahora estudiar los aspectos
bajo los cuales debería considerar el sexo la educación que se proponga como meta la integración
del mismo.
1- No negarlo, ni pretender ignorarlo
Ni negarlo, ni pretender ignorarlo, ni avergonzarse de ser un ser sexuado. Su cometido en la
vida total es insustituible y positivo, aunque en algunos momentos atente contra nuestro equilibrio e
intente apoderarse de la totalidad de la sique.
Los testículos son la base de la virilidad y esta
es una cualidad síquica, cuyos componentes son
la energía, la decisión, la capacidad de enfrentar
los peligros y la constancia en superarlos. ¿Qué
sacerdote podría hacer algo que merezca la pena
64
65
S Sicología y vida consagrada
por el Reino de Dios sin esas cualidades, esto es,
¿si fuera un eunuco? Ni Pablo de Tarso, ni Francisco de Asís, ni Francisco Javier, ni Maximiliano
Kolbe, ni ninguno de los grandes profetas de la
Iglesia fueron cobardes, ni indecisos, ni intrigantes,
ni solapados, como lo son los eunucos. Las grandes
batallas por establecer ese reino necesitan hombres, no eunucos.
Los ovarios son, para la mujer, la base de su
feminidad y feminidad significa entrega maternal,
dedicación, calor afectivo, comprensión, aceptación,
simpatía, cariño... Y, ¿qué religiosa, sin eso, es
capaz de hacer algo por el mundo? Esas cualidades
femeninas fueron las que resplandecieron en Clara
de Asís, en Teresa de Avila, en Catalina de Siena,
en Juana Francisca Fremiot de Chantal y en innumerables hermanas que hoy mismo llenan la tierra
con sus actos de entrega por ia humanidad. Ellas,
con sus cualidades femeninas están justificando la
hermosa frase del P. Lombardi: "El grupo humano
de las monjas católicas es el más benemérito de
ia humanidad".
2< Reconocer su enorme potencialidad vital
Todo el que quiera llegar un día a controlar el
sexo debe empezar por reconocer la enorme energía síquica, que él condensa. No en vano Freud
dijo que la libido era la primera fuerza del siquismo
humano. Su discípulo Adler, se encargó de advertir
que hay otra mayor: el "yo". Pero Freud, con su
misma exageración, nos advirtió que controlar el
sexo no es empresa baladí.
En el lenguaje eclesial no era común hablar de
las realidades sexuales. Se las silenciaba neciamente. Por fin, el Concilio dijo una frase que a algunos les pareció audaz, pero que se quedó a medio
camino.
"La continencia perfecta está íntimamente relacionada con las inclinaciones más hondas de la
naturaleza humana" (PC 12).
La frase significa mucho; es profunda, pero no
66
expresiva. La energía de la libido es fuerte; a veces es brutal; en ocasiones puede ser incontrastable. Llegarán ocasiones en que veremos toda nuestra sique arrebatada por el huracán de esa energía,
aunque, como veremos, nuestra voluntad puede sobrenadar y salvarse.
¿Quién no ha oído aquella anécdota de una Santa, que desconcertada por el rugido de la tormenta,
exclamaba después al Señor, que se le apareció:
"Señor, ¿pero estabas Tú ahí, mientras me atormentaban esas abominaciones?". La respuesta del
Señor es significativa: "Y, ¿si no hubiera estado YO
ahí con mi gracia, hubieras tú podido resistir?".
Veremos que en esos casos es "la bestia" que
está agazapada en nosotros, la que actúa y se impone. Y cuenta con una energía irracional, absorbente y estremecedora. Vayamos aclarando esto; es
un punto importante:
En la formación espiritual que nos daban antaño, había algo que no se decía nunca, pero que
se dejaba entender: puede uno vivir prescindiendo
del sexo; la vida espiritual intensa, bien vivida, nos
librará de sus acometidas y viviremos tranquilos.
Para justificar eso, se leía de una manera especial la vida de los santos y santas. Eran biografías
sin luchas por la virginidad. Claro que no dejaban
de contarse nunca las famosas tentaciones de San
Antonio, o las de San Jerónimo o incluso las de
San Pedro de Alcántara, cuando salió al jardín de
la huerta en Arenas de San Pedro y se revolcó entre las espinas de una zarza, la cual se dice que desde aquel día quedó sin espinas. Pero esos hechos
se consideraban como algo aislado, solitario, único.
Lo demás se callaba y, sencillamente, se daba por
no existente. Sobre el sexo en la vida de los santos
sencillamente se callaba todo. Era la larga época
en que hablar de sexo era de mal gusto e incluso
se consideraba claramente inmoral.
Pero el sexo se vengó durante siglos de una
manera despiadada de este silencio en que se le
tuvo: por debajo, por la sombra, el sexo siguió destruyendo vidas y comunidades y congregaciones
67
enteras. La realidadd ocultada, se hace presente de
mil maneras. Es la realidad que denunciaba antes:
una fila de míseros sacerdotes arrastrando su cadena pesada en la esclavitud y salpicando a muchos
con su fango. Pero todo "tapao", por debajo, a lo
más objeto de murmuraciones y comentarios y lágrimas inútiles, porque no aportaban nada a la solución del problema.
Ha de ser otro, pues, el camino: el sexo está
ahí y no es malo. Pero es una fuerza que puede
arrastrarnos ai mal. Solamente los que estén bien
entrenados, los que sepan con los ojos bien abiertos qué clase de enemigo es, qué obstáculos les va
a poner delante y cómo se le puede controlar, podrán cantar victoria. Al enemigo hay que valorarlo,
para poderlo vencer, porque nada hay peor en una
batalla que la sorpresa.
3- Saber que se trata de una energía autónoma e
irracional
Pero esa energía vital, no sólo es fuerte, poderosa, sino que reside en una /ona de la sique
que es inaccesible a la voluntad y a la razón. No
sólo es autónoma, sino irracional (3). Ella seguirá
su camino lejos de nuestra influencia y contra todo
lo razonable. Esta cualidad de lo sexual es de una
importancia capital en el intento de controlarlo:
¡quién la ignore sucumbirá! Hasta ahora esto no se
ha valorado: con mucha frecuencia se suponía al
menos implícitamente, que esa energía era regulable a voluntad y a sus encabritamientos se les aplicaba una valoración como si fueran controlables. Ahí
se agarraba casi siempre el sentimiento de culpa".
De ahí la enorme importancia que tiene la comprobación de este hecho: las manifestaciones sexuales,
(3) Pero no es animal. El hombre "racional" puede evitar peligros, huir de
las ocasiones, llevar una vida ordenada, ejercitarse en controlarse en
las relaciones con el otro sexo. Nada de esto puede hacer un animal
y esto es ya un control que evita muchas caldas. Además, la gracia
fortalece la voluntad para este control. Pero, a pesar de esto, la energía
sexual tiene manifestaciones que no obedecen a la voluntad, como es
la experiencia universal. En este caso no hay pecado, porque no lo
hay sin voluntad.
68
en muchos casos concretos, no son plenamente controlables.
Y aquí ocurría un hecho notable: la conciencia
se formaba con una tendencia rígida, puritana en
contra de la experiencia de casi toda la humanidad.
Quiero decir: casi toda la humanidad —incluidos
casi todos los religiosos, religiosas y sacerdotes
católicos— experimentaban que eso es así; que la
excitación se verifica lejos de su voluntad en la casi
totalidad de las veces y que luego su curso se les
escapaba de las manos. Pero, el concepto moral que
luego emitían sobre ese hecho era contrario a esa
experiencia: suponían que todo eso había estado
siempre sometido a su voluntad, de ahí e! rigor en
la valoración moral y en el juicio condenatorio. Esos
moralistas emitían su juicio como si el hombre fuera
racional y libre aun en esas manifestaciones de la
vitalidad. Los horrores de sufrimiento que esto ha
traído sobre la humanidad será por siempre incognoscible. El laberinto de enredos síquicos que esto
trajo sobre la conciencia fue inextricable. Esto sólo
lo sabe ei que se ha dedicado detenidamente a desenredar esta madeja maldita (4).
Por eso interesa detenernos a demostrar este
hecho. La demostración se la debemos pedir a la
ciencia del hombre en alguna de sus partes. Empecemos por la fisiología. ¿Qué nos dice esta ciencia al respecto?
Nos dice que existe en nosotros un fondo vital que obra de una manera autónoma, esto es,
lejos del influjo de nuestra supra-estructura, lejos
de la voluntad y del entendimiento:
"Al sistema límbico, todavía no bien delimitado,
se han atribuido, en estos últimos años, funciones
(4) Existe una DECLARACIÓN ACERCA DE CIERTAS CUESTIONES DE ETICA
SEXUAL de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la fe del 29 de
diciembre de 1975; Es una DECLARACIÓN emitida con la intención de
salvaguardar la moral sexual tan atacada e Incomprendida hoy día.
Por eso ha sido también atacada e Incomprendida esta DECLARACIÓN.
A parte de esto hubiera sido de desear más precisión sicológica en la
misma declaración. Véase lo que decimos en la Pág. 105 ss. sobre la
masturbación, fenómeno somato-síquico mal comprendido y peor definido
y por eso origen de malentendidos entre moralistas y sicólogos. Allí
hago un Intento de precisar el concepto y de reconciliar las posiciones
de ambos.
69
concernientes a ¡os procesos de la motivación y
de la vida emotiva e instintiva (Mac Lean), basándose en sus relaciones con el diencéfalo, especialmente con el hipotálamo, al que compete la regulación de la vida vegetativa, así como en las experiencias sobre la intervención de este sistema en el
comportamiento desarrollado en la búsqueda del alimento, la agresión, la fuga y las actividades sexuales" (5).
La actividad sexual, pues pertenece en su raíz
a la vida vegetativa, que se fragua allá abajo, en
los planos inconscientes de la vida. ¿Qué hombre ha
intervenido conscientemente en la elaboración de
uno solo de los espermatozoides que aparecen en
sus testículos? ¿Qué mujer sabe nada sobre ei nacimiento y maduración de sus óvulos? Y, ¿cuál de
los dos, después que se hizo ese milagro, no se
siente fuertemente empujado hacia otro individuo de
sexo opuesto?
Pero no es esto solo. Es un descubrimiento
reciente de la biología que la filogénesis del hombre en los últimos 500.000 años ha habido una trágica excisión en nuestro fondo biológico originario.
En el crecimiento del cerebro de los homínidos, a
mediados del Pleistoceno, se verificó una falta de
coordinación en el crecimiento de dos de sus partes:
El Paleo-encéfalo se quedó retrasado en su evolución a la altura de los reptiles, mientras que el
Neo-encéfalo creció de una manera tan rápida que
no tiene paralelo en la historia de la evolución. De
ahí se ha originado una situación dentro del hombre que es el origen de todas sus desarmonías actuales, de sus contradicciones más visibles: el
hombre actual, mientras verifica adelantos asombrosos en algunos órdenes (los que dependen de
ese Neo-encéfalo, del sistema nervioso central), no
ha dado un paso en otros (en los que dependen del
Paleo-encéfalo, del sistema nervioso autónomo, límbico). Pero tema tan importante, tan cargado de
(5) Leonardo Ancona: Cuestiones de Sicología, Edit. Herder Barcelona 1966,
págs. 193-194).
70
consecuencias en el punto que estamos estudiando,
merece que lo trate una pluma más acostumbrada
a expresar esos temas científicos. La cita va a ser
un poco larga, pero se merece la pena:
"Por desgracia en el ser humano la afectividad
y la razón no marchan siempre de acuerdo en sus
intervenciones. El cerebro "interno" y el cerebro
"exterior", el sistema de relación y el sistema vegetativo —por decirlo de algún modo— no siempre
marchan coordinados de una manera ideal. Con lo
cual la actividad integradora del sistema nervioso
puede resentirse y originar lo que algún neuro-fisiólogo ha llamado esquizofisiología o escisión funcional de la unidad orgánica".
"Por su parte el sistema de relación es capaz
de regular, con increíble finura, los movimientos
corporales externos —presión, locomoción, habla,
etc.— en virtud de decisiones voluntarias o de hábitos que en principio son también controlables a
voluntad. La regulación, sinembargo, de la actividad
interior del organismo, esto es, la vida "vegetativa"
de las visceras, no depende directamente del sistema nervioso de relación, que rige las actividades
voluntarias; su centro rector gravita en un sistema
que se llama "autónomo", porque funciona con relativa independencia de las decisiones voluntarias
del sujeto. Este sistema se halla, además, muy influido por el sistema endocrino, que se escapa también al control directo de las decisiones voluntarias".
"Así, pues, la vida emocional del individuo, su
afectividad, sus apetitos, pasiones, ansiedades, furia o terror, sus deseos sexuales y necesidades inferiores, están regidos en gran medida por este
sistema autónomo, por el sistema endocrino y por
una parte del cerebro "antiguo" del hombre —el arquiencéfalo (o paleo-encéfalo)—, que recibe a veces
el nombre de "cerebro interno" o "cerebro emocional". En definitiva, pues, lo que ocurre es que
la vida afectiva del hombre, con sus emociones,
sentimientos y deseos, lleva hasta cierto punto una
vida independiente de las actividades cognoscitivas
71
y voluntarias, en que consiste la vida de relación
regida por el neo-cortex (o neo-encéfalo) o cerebro
"nuevo"
"El hombre no puede controlar voluntariamente
su ansiedad, pongamos por caso, del mismo modo
que tampoco puede detener voluntariamente los latidos de su corazón o su peristaltismo intestinal. La
afectividad hace un poco la guerra por su cuenta,
si bien sus vicisitudes no dejan de afectar profundamente las actividades del sistema de relación. De
hecho, el pensamiento, la capacidad de decisión y
hasta la motoricidad y la actividad perceptiva pueden, en efecto, verse sensiblemente alterados por
las actividades del sistema autónomo, que el sujeto
es incapaz de regular voluntariamente".
"Cuando esto ocurre, es decir, cuando la vida
emocional deja de funcionar coordinadamente con
la vida de relación, el sujeto humano deja de poseer
plenamente su propia acción y su comportamiento
comienza a bordear las fronteras de lo sicopatológico".
REPTILES
^\
OCX\
MAMÍFEROS
INPESUOíUS
^
MAMIFER85
&UPÉ«lORfcS
Las letras N. M. A. son las iniciales de Neocortex, Mesocortex y Arquicortex. Como puede verse
en el esquema, a partir de los mamíferos inferiores
el Neocortex experimenta una gran expansión. El
Mesocortex y el Arquicortex, en cambio, se estabi72
lizan, para replegarse luego en forma de anillos concéntricos y formar con el tronco el sistema límbico
o cerebro "antiguo", sede principal de nuestra vida
"instintiva".
"Lo grave es que, al parecer, el cerebro "nuevo", que regula nuestra vida de relación, y el cerebro "antiguo", que regula nuestra vida instintiva, no
han evolucionado sincrónicamente a lo largo de la
filogénesis. Por ello el sujeto humano, aunque sea
unitario, padece un dualismo cognoscitivo afectivo
que no garantiza la armonía de su desarrollo".
"A juzgar por lo que se deduce de los registros
fósiles hallados por los paleontólogos, el cerebro
de los homínidos no había experimentado grandes incrementos hasta los comienzos del Pleistoceno; sinembargo, desde hace aproximadamente
medio millón de años, el crecimiento del córtex de
¡os homínidos experimentó una súbita aceleración,
mientras otras estructuras inferiores permanecían relativamente estabilizadas. Consecuentemente a esta
falta de sincronía evolutiva entre las estructuras neocorticales, lanzadas desde mediados del Pleistoceno a
un crecimiento sin paralelo en la historia de la evolución, y las estructuras más primitivas del cerebro interno, estabilizadas en el mismo nivel que básicamente habían alcanzado millones de años atrás, se
produjo en el hombre una falta de coordinación entre
ambos estratos de la actividad mental. Para decirlo
con las mismas palabras del Profesor MacLean, neurólogo que mantiene, entre otros, esta teoría, a semejante falta de sincronía evolutiva se debe que nuestras funciones intelectuales sean ejercidas por los
estratos más recientes y desarrollados del cerebro,
mientras nuestra vida afectiva y nuestros apetitos
continúan siendo dominados por un sistema primitivo básicamente reptiliano. Semejante situación
—que MacLean califica de esquizofisiológica— explicaría la diferencia que a menudo existe entre lo
que nos dice la razón y lo que exige el sentimiento,
y en definitiva contribuiría a explicar esas contradicciones entre la "bestia" y el "ángel" que acompañan, como la sombra al cuerpo, la vida de todo
73
ser humano. Este cerebro inferior vendría a representar la sede del "ello" freudiano, el punto de origen de todos los impulsos libidinosos y agresivos
que mueven, desde "abajo", nuestro comportamiento, mientras que desde la capa cortical superior del
cerebro se ejercitarían las funciones superiores
propias de la persona racional y libre, cuyos designios e intereses más elevados, con frecuencia, se
oponen a la ruda agresividad de los apetitos elementales".
"Las implicaciones de esta falta de sincronía
de la evolución son obvias. Una especie, cuya capacidad intelectual ha producido el control de la
energía física en los términos termonucleares de
hoy, puede, en un momento dado, bajo los poderosos impulsos agresivos de un cerebro emocional no
coordinado con el intelectual, llegar a la destrucción
masiva de la vida sobre el planeta; es decir, puede
llegar al suicidio de la especie" (6).
Larga fue la cita, pero de un valor inmenso en
el tema que nos ocupa. Ante su lectura debemos
confesar que, en nuestros intentos para integrar lo
emotivo-afectivo-sexual a la vida "personal", partíamos de la ignorancia casi total del asunto que llevábamos entre manos.
Cuántas veces se ha aplicado la valoración moral propia de los actos que dependen del neo-encéfalo, del sistema central o de relación, que está
bajo el control de la voluntad, a los actos que dependen del paleo-encéfalo o sistema autónomo que,
como acabamos de oír hasta la saciedad, tiene una
actividad sustraída, al menos en parte, a la influencia de la voluntad. Las consecuencias para la vida
íntima de infinito número de almas han sido indescriptibles. Se comprende que esta empresa de la
integración del sexo debe acometer otros presupuestos.
4? Saber que nos hemos comprometido en
¡La "quijotada" divina de la "vida en virginidad"!
Cualquiera diría que, después de la lectura anterior, la vida en virginidad sería considerada como
imposible.
Pero la Iglesia no ha considerado así. Ella ha
partido desde otra luz, para lanzar a pobres hombres
y mujeres, sometidos a los vaivenes de la vida emocional-afectivo-sexual, a una vida en aparente o evidente contradicción con esas fuerzas irrefrenables.
Esa aventura ha sido asombrosa; ha conse- ,
guido triunfos magníficos en muchos hombres y mujeres síquicamente equilibrados; para todo hombre
consciente de los fines perseguidos por la Iglesia,
ha sido un intento "quijotesco" de la mejor especie,
para mostrar fidelidad y amor a Aquel que es toda
la razón de su ser y de su obrar. Pero ha sido un
intento que no podía por menos que fracasar en muchísimos casos concretos, sobre todo cuando por
su posición social en la elección de ese género de
vida intervinieron innumerables veces motivos de
interés y de privilegio. Y ese empeño o se hace en
nombre de la más pura motivación y después de un
conocimiento exacto del equilibrio emotivo de cada
uno, o está llamado a fracasar. De vez en cuando
un asombroso remezón como el que ha dado a la
institución "vida consagrada" el Concilio; ha demostrado cuántos y cuántas habían tomado sobre sus
hombros una carga demasiado pesada. Y la han botado de una manera muy poco elegante.
Por eso merece la pena seguir en nuestro empeño por hallar el modo de que el fondo emotivoafectivo-sexual se pueda integrar con ese otro elemento más elevado que rige el neo-encéfalo y que
es controlable desde la razón y la voluntad.
La virginidad está a la vista, cuando se ha consumado este dominio sobre las emociones y afectos.
(6) Pinillos J. L., La mente humana, Edlt. Salvat, 1970, págs. 77-80.
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75
La virginidad no puede consistir sólo en lo corporal; también es un valor espiritual, uno de los más
altos del espíritu humano (7).
Por eso hay que rechazar con indignación toda
la maraña creada por la sexualidad masculina para
conseguir gozar ellos, los primeros, de la sexualidad femenina. Sólo un mundo de una solapada hipocresía pudo crear esa burda trama: exigir virtud
en la mujer, para mayor placer sexual desordenado e irracional del hombre.
Tanto en el hombre como en la mujer la virginidad es cualidad del alma: la capacidad de la misma
para poder ver todo lo espiritual que se halla esparcido por la creación y que señala a su Creador.
Cualidad que surge precisamente de la libertad sicológica frente a lo biológico del sexo. Porque cuando ese aspecto del sexo domina a una persona, ésta
se aleja definitivamente de toda contemplación del
espíritu.
¿Es de extrañar que surja esta cualidad dondequiera que se conozca realmente a Cristo? Cristo
es la presencia total del espíritu en el mundo material. Quien se haya acercado a El una sola vez con
el estremecimiento que nace de la fe, ha conquistado para siempre la posibilidad de la contemplación
del valor de la virginidad.
Por eso la Iglesia no puede renunciar a ese valor ni ahora ni nunca, si quiere serle fiel a Cristo. >
Pero, ¿cómo en este mundo en que vivimos
puede darse esa mirada limpia que trasciende lo
material y consigue la visión de lo espiritual?
Solamente por un permanente milagro de ese
mismo Cristo. Pero, por otra parte, debe ser el objetivo de toda educación seriamente cristiana.
El día que del mundo desaparezca esa posibilidad de contemplar la limpieza de las zonas domi(7) No se identifica virginidad corporal y virginidad espiritual. Puede existir
la virginidad espiritual en una nlfia o en mujeres atropelladas, violadas.
Y muchas mujeres que conservan la virginidad corporal no son vírgenes
esplritualmente por deseos o imaginaciones voluntariamente procurados
y buscados.
nadas por ese Espíritu, la humanidad no será digna
de seguir viviendo.
5- Conocer ia energía y los enredos de la imagen
del sexo contrario
Han pensado algunos que la integración del sexo se podría hacer biológicamente: ¿No podría la
Biología controlar la evolución del paleo-córtex y hacer desaparecer de esa manera la falta de sincronía
con la evolución del neo-córtex? Buena meta para
que un ambicioso consiguiera el Premio Nobel de
Biología.
"Autores como Koestler propugnan una rectificación artificial de ese error evolutivo mediante una
eugenesia masiva controlada por la sociedad. En su
virtud se inhibirían artificialmente los genes que regulan esa actividad primaria del cerebro humano y
se facilitaría, en cambio, el desarrollo del neo-córtex
de la especie. Pero quién sabe si ese sea el camino.
Puede, también, que a la misma esencia de lo humano pertenezca ese radical conflicto entre carne y
espíritu, en que reside, al parecer, el grandioso y
terrible misterio de la libertad" (8).
Pero esa dis-cronía biológica no es todo el problema que estamos tratando. El desequilibrio interior tiene con más frecuencia origen síquico que
biológico. Y diríamos que por este lado el misterio
es más tenebroso que por el lado biológico.
En el fondo sicológico de la sique existe en cada ser humano "una imagen del sexo contrario", a
la que C. G. Jung llama "la imagen del alma".
El objeto de la educación sicológica de cada individuo es adiestrarlo para que sepa manejar esa
imagen. Cuando no se la sabe controlar y dirigir,
puede producir en la sique trastornos que pueden
acabar con su equilibrio.
En la mentalidad de Jung esa imagen es un arquetipo, que sería "el sedimento de la experiencia
total del sexo contrario" y es hereditario. La expe(8) Plnillos J. L, o.c. p. 80.
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riencia sexual es universal como la dependencia de
la madre. Son las dos experiencias más hondamente
enraizadas en el fondo vital humano. Esta imagen
del otro sexo la llevamos como individuos, pero
también como representantes de la especie.
Esa imagen, como todo lo primitivo indiferenciado, irrumpe en la sique de dos maneras.
Mediante imágenes, fantasías y sueños: un adolescente contempla en sueños la imagen ideal de
la mujer, hacia la cual tiende todo su ser. Una
adolescente siente enredada su alma en fantasías
de felicidad con "el príncipe" cuya figura la seduce.
Y cuando la hormona sexual invade la sangre, la imaginación crea plásticamente, sin que sea necesaria
experiencia previa, toda la relación sexual machohembra. Lo mismo que la imaginación de cualquier
animal. El paleo-encéfalo entra en acción simultáneamente con la vieja herencia de la especie.
El resultado de esta combinación es sumamente difícil de eludir: la humanidad entera rinde tributo a esta fuerza con la que se ve encadenada.
No importa que la experiencia posterior justifique
la afirmación que ningún hombre se casa por puro
raciocinio y que, si supiera lo que hacía, no se casaría nunca. Pero es experiencia a posteriori. Como primer paso, toda la humanidad obedece.
¿Qué ocurre, cuando un joven o una joven se
proponen el proyecto de la vida en virginidad? El
desconcierto total. "¡Está loco!". Y se lo ataca y se
lo contradice locamente. En todo esto no hay ni
pizca de razón. Aquí no le sirve la razón a la pobre humanidad: es esclava de fuerzas más influyentes en la sique.
6? El enamoramiento
Pero a veces la imagen del sexo contrario hace
una jugarreta peor. No sólo se proyecta en la sique
con sueños e imaginaciones, sino que se proyecta
fuera sobre una persona física del mundo circundante. Ese fenómeno se llama ENAMORAMIENTO.
Suponemos ya del dominio común la idea de que
"el enamoramiento" es una anormalidad síquica (9).
A veces nos quedamos boquiabiertos ante el hecho
de que un sacerdote viejo y sesudo se ha dejado enredar por una mujerzuela. No hace muchos días publicaban los diarios en primera página la noticia de una
religiosa de 63 años que se había salido del convento
para casarse con el proveedor del colegio que ella
dirigía. Es el mismo fenómeno de tantos "cocacolos", adolescentes inexpertos, que acuden al sacerdote para que los case "ya". De todos dice la gente
que "han perdido la cabeza. Y el humor popular condensó toda su experiencia de siglos en esta copla:
Cinco sentidos tenemos,
los cinco necesitamos;
pero los cinco perdemos,
cuando nos enamoramos.
Lo normal en ¡a sique humana es el amor, no
el enamoramiento.
Este, sicológicamente, es una "proyección", esto es, un fenómeno síquico por el que una imagen
que reside inconscientemente en el fondo del alma
(un arquetipo) se proyecta sobre un ser de carne y
hueso que vive en mi entorno, lo cubre y lo transfigura; ya no se ve al ser de carne y hueso, sino la
imagen ideal, que se ha posado sobre una mujer o
un hombre concretos. Eso hace que la relación personal sea imposible, mientras dura la proyección.
Para que el lector compruebe que no somos
solos en afirmar que el ENAMORAMIENTO es una
anormalidad síquica, copiamos aquí una cita un poco
larga, pero interesante de un discípulo de Jung sobre el tema que nos ocupa:
"La Sicología profunda denomina "ánima" a la
imagen referida (en el hombre) a la compañera y
"ánimus" a la imagen referida (a la mujer) en el
compañero. "Animus" y "ánima" son arquetipos del
(9) Coldbrunner, J.: Pastoral personal; Sicología profunda y cura de almas!.
Adit. Ediciones FAX. Madrid 1956. Pág. 85-87.
78
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\ inconsciente. Constituyen allí un complejo autónomo,
que en todo tiempo puede evocar-provocar una nueva
proyección, cuando se presenta en la cercanía un
individuo, cuya impresión en nosotros irrumpe a través de la vulgaridad cotidiana, por haber en dichc
individuo algo que responde al arquetipo. Entonces
el "ánima" (o el "ánimus") se hace virulenta (o virulento), hinche con su atmósfera toda la mansión
del alma, inunda la conciencia con multitud de agradabilísimas sensaciones, penetra en todos los pensamientos, representaciones, sentidos... La vinculación con la otra persona se determina entonces por
el mecanismo de la proyección; tal vinculación es
"pre-personal". No existe libre decisión del uno para
el otro, pues ambos están a merced de un estímulo
que es mezcla de "sexo" y "eros"; los dos —hombre y mujer— no están del todo presentes a sí mismos, (esto es) su obrar no sale completamente de
sí mismos, sino que se debe al dejarse llevar por
un estímulo; en una palabra: no son "ex-sistentes".
Mientras la proyección subsista ingenuamente, no es
posible una relación personal"... "De nada aprovecha el que la razón se dé cuenta de la existencia
de la proyección. La realidad síquica, presente en
los sentidos, es tan intensa y la ficción de los
sentidos tan cautivadora, que existe mucho peligro
de que se concreticen esas relaciones proyectivas,
de que se transporten sobre algún individuo".
Con lo dicho ya estamos respondiendo a una
posible pregunta: Puede enamorarse un sacerdote,
un religioso, una religiosa? Sí; pueden enmorarse y
se han enamorado frecuentemente en esta época del
post-concilio.
¿Pero es normal que esto suceda? Vayamos precisando, para hacer alguna luz sobre este fenómeno:
Aquí no tratamos el problema del enamoramiento de un modo genérico, sino que hablamos de hombres y mujeres que en un momento de su vida hicieron "conscientemente" una opción por la virginidad. Este hecho los coloca sin más fuera del montón de seres humanos que se entregan sin oposición, ni control a los instintos que surgen del fondo
80
endotímico de su sique, sin oponerles resistencia
alguna. Los sacerdotes, religiosos y religiosas son
seres humanos "prevenidos" contra lo instintivo y
enseñados a dirigirlo y controlarlo, sin negarlo. Han
sido formados para prevenirse del zarpazo de ia fiera,
de que hemos hablado en páginas anteriores. Por
eso mismo han sido alertados de la existencia del
enamoramiento como una posibilidad peligrosa en
su vida.
Llegados a este punto, suponemos que ese estado de alerta puede tener eficacia en el control síquico de la imagen del sexo contrario. Esto en el
supuesto de una buena educación sexual y de una
cierta normalidad síquica previa.
Acudamos a otro hecho psíquico para intentar
hallar luz: En el fenómeno de la "hipnosis" el hipnotizado queda a merced de la mente del hipnotizador.
Pero no de una manera absoluta: siempre queda en
el alma del hipnotizado una esfera síquica inasequible a la voluntad del hipnotizador. Es la esfera de
los valores más íntimos, que resulta inalcanzable.
Si aplicamos esto al caso del enamoramiento,
podíamos sacar alguna consecuencia, creemos que
legítima:
Si existía una normalidad síquica en el candidato, si existió en la adolescencia una buena formación sexual y en el noviciado una buena motivación
teológica para los votos y el religioso continúa viviendo una vida espiritual intensa, el enamoramiento
se puede evitar. Yo diría entonces que la vigilancia
activa y motivada espiritualmente ante la mujer
(o ante el hombre) es una instancia síquica tan
profunda que evita la irrupción absorbente de la
imagen del sexo contrario y su localización en una
mujer concreta, (o en un hombre concreto). No es
posible una generalización absoluta. Pero la experiencia dice que está supuesto, está demostrado por
la vida de centenares de miles de hombres y mujeres consagrados. Podría darse, repito, algún caso
contrario, del cual yo no excluiría una cierta base
de anormalidad síquica previa.
81
Sería, entonces, necesaria una mayor separación entre religiosos y religiosas? No. Pero será
siempre imprescindible la prudencia, el control síquico-espiritual (consecuencia de un acto transcendente que llamamos "profesión", realizada como
verdadero acto humano) y la vigencia de una voluntad firme y actualizada de servicio al Reino de Cristo. Si esta decae, todo lo anterior no servirá de nada, ni podrá evitar la irrupción incontenible de la
imagen del sexo contrario, que está siempre viva y
actuante en el fondo del alma. Y en el momento en
que cede el control síquico sobre ella, vuelve a ser
parte del inconsciente activo del que habló Freud con
una de sus más extraordinarias intuiciones.
Esto quiere decir que no siempre las relaciones
entre religiosos y religiosas, entre sacerdotes y mujeres, han sido relaciones de hombres consagrados,
sino de seres sexuados sin preocupaciones de vigilancia y control, o lo que es lo mismo, con un control a medias o con una entrega semiconsciente a
los impulsos instintivos, justificada ante su conciencia por "ideas postconciliares", cuyo alcance y
solvencia no se conoce demasiado. Es la actitud
precisa para el asalto de la imagen del sexo contrario! Elia no duerme, como duerme la conciencia
de algunos consagrados, adormecida por doctrinas
agradables e irresponsables.
La consecuencia ha sido lo que hemos visto.
Una desbandada de personas consagradas hacia la
vulgaridad y la desgracia. Y un llanto inútil del verdadero pueblo de Dios, que se ha visto solo y sin
los suficientes guías en su propia lucha contra los
instintos; una pérdida del concepto de fidelidad y
aun del de pecado...; el oscurecimiento en el mundo del concepto mismo de virginidad y aun de cast i d a d ! . . . Y el llanto de los que quedamos con la
sensación indefinible de una ceguera espiritual que
ensombrece todos los valores del espíritu! Triste
amargura, difícil de comunicar y penosísima para
ser devorada a solas! Cristo la oiga y la remedie!
Esto quiere decir que debemos volver a las posiciones de antes del Concilio? No. En medio de esos
82
males evidentes ha habido conquistas valiosas. Existe más espontaneidad y más libertad en la vida
consagrada; se han superado tabúes sexuales que
envilecían nuestra vida y la hacían a veces irrespirable. Se trata de evitar los excesos y las actitudes
irresponsables, no de retroceder en el camino de la
historia. La amistad entre religiosos y religiosas es
una experiencia positiva y ha dado frutos no pequeños para la Iglesia; la colaboración entre religiosos
por encima del miedo al sexo es hoy día imprescindible y enriquece la vida personal y la eclesial con
frutos hermosos de apostolado: ahí están a la vista
de todos. Sólo se necesita para conservar y aun
aumentar esas ventajas que superemos la actitud de
candidez y aun de bobería de algunos, a quienes el
descuido o la inconciencia hizo bajar la guardia y
la vigilancia y la oración profunda y la huida decidida del peligro, cuando la conciencia lo detecta. Solamente se precisa una cosa: la conciencia vígil e
iluminada constantemente por Cristo, única razón de
nuestra virginidad!
Sólo nos faltaría responder a otra pregunta interesante:
¿Se puede controlar y superar el enamoramiento?
De nuevo es imposible generalizar. Habrá casos
en que el fuego de la pasión, mezcla de "sexo" y
"eros", que ha desatado la proyección, abrase todo
el edificio y no sea posible apagarlo. Depende de
muchos factores, hereditarios unos y personales
otros; entre éstos la falta de vigilancia y de voluntad
de control. En ese caso están la mayoría de los hombres y mujeres del mundo, los cuales no sólo no
vigilan, sino que soplan sobre ese fuego, creyendo
que por ahí les vendrá la felicidad.
Pero, si existe un alto grado de vigilancia y
mucha costumbre de concientización de los fenómenos psíquicos, puede controlarse el incendio y pueden derivarse del fenómeno beneficios síquicos para
la maduración de la persona. Este punto es impor83
tante. El hombre no es un animal, esclavo de sus
instintos; siempre cabe la posibilidad de llegar a la
libertad; por eso es hombre (10).
Y no olvidemos que lo dicho hasta ahora se refiere solamente al mundo de las fuerzas síquicas.
El hombre no se limita a esas energías, sino que
cuenta con energías de origen sobrenatural. Esto es
particularmente importante y aun decisorio para hombres y mujeres que viven precisamente en el mundo del espíritu, donde esas energías sobrenaturales
deben ser de experiencia cotidiana. Si pues "el enamoramiento" es superable en el terreno síquico, lo
será con más razón contando con las energías sobrenaturales con que cuenta toda persona que ha
hecho del seguimiento de Cristo la norma de su existencia. Solamente nos permitimos advertir que no
deben despreciarse ninguna de esas dos clases de
energías. Las dos serán necesarias para vencer en
la batalla contra un enemigo tan poderoso!
7° Ei homosexualismo
Otras veces la imagen del sexo contrario no irá
a impregnar a un individuo del otro sexo, sino que
por una mitificación sumamente complicada, irá a
(10) De nuevo queremos que el lector oiga otra voz en punto tan importante y debatido: Citamos ai mismo autor: Me permito poner entre paréntesis algunas observaciones que aclaren el sentido, para las personas
no acostumbradas a este lenguaje.
"Hay que comprender el mecanismo de la proyección y guardar la "Ley
del encuentro", que evita la concretizaclón sexual. La discreción (la capacidad de discernir) que con ello se consigue, permite la plena entrada
del " á n i m a " (o del " á n l m u s " ) en la conciencia, así como su lento retroceso (como pasión ciega). La fuerza del " á n i m a " (o del " á n i m u s " ) en
los sentidos se va extinguiendo y al final del encuentro (pasada la tormenta) se reconoce con agradecimiento el servicio que el otro Individuo
nos ha mostrado (nos ha hecho). Fue portador de una proyección y nos
proporcionó la experiencia del " e r o s " , del " á n i m a " (o el " á n l m u s " ) y
de la p r o y e c c i ó n . . . " E l mantenerse firme a través de ellas (las tentaciones a entregarse a " l a aventura del amor") exige disciplina, dominio
propio, escrupulosa honradez para consigo mismo. Es a menudo una época
de doloroslsimas luchas internas, pero que son el precio que hay que
pagar para conseguir la madurez".
"La ganancia es la Impregnación espiritual y el dominio del amor sexual.
El " á n i m a " (o el "ánlmus) queda ligada a la conciencia. El yo se dilata
Internamente y flota sobre una sensación íntima que se traduce en un
vislumbrar la hondura y dilatación del alma, sus zonas claras y oscuras".
84
posarse sobre un individuo del mismo sexo. Seguimos teniendo que vérnoslas con una proyección, pero ahora mitificada, ya que no se verifica sobre su
objeto propio, sino sobre un objeto impropio. Esto
indica por sí solo que estamos ante un enredo. Por
qué mecanismo síquico un hombre proyecta su "ánima" sobre otro hombre y no sobre una mujer? En
este hecho suelen obrar fuerzas más desconocidas
y de control más difícil que en el simple "enamoramiento". La prueba de esta dificultad está en que la
verdadera ciencia es poco lo que ha progresado en
el conocimiento de las causas del "homosexualismo". La más conocida es la interpretación de Freud,
pero no es la única. Freud lo explica como una consecuencia de la fijación afectiva del niño en la madre
y de la niña en el padre: Consecuencia del complejo
de Edipo. Otros —como Francois Duyckaerts— ponen el acento en la dificultad social y personal de
la relación afectiva normal entre individuos de diverso sexo (11) Las dos causas son valederas. Y se
pueden entremezclar, el desamor de la infancia, la
soledad, el abandono, los fracasos, las amarguras de
la adolescencia, las frustraciones y decepciones pueden concretizarse en la desviación del instinto sexual
y en que la proyección del arquetipo vaya a posarse
sobre un individuo del mismo sexo.
Lo que ahora nos interesa es el tratamiento de
los casos de homosexualismo que puedan darse en
la vida consagrada. Se pueden dar y se han dado,
porque los hombres y mujeres consagrados han sido
tomados de esta sociedad afectivamente destrozada
y por ello incubadora de tendencias desviadas.
Lo primero es desechar como inservible el escándalo y aun la condenación. Las dos son estériles.
El hecho está ahí: hay que comprenderlo y tratar de
ayudar al que lo sufre. Si algo nos ha enseñado la
ciencia moderna es que se trata más de una enfermedad que de una malicia. En vez de excomulgar,
ayudemos, en cuanto nos sea posible.
(11) cfr, Duyckaerts F.: La formación
drid 1966.
del
vinculo
sexual.
Guadarrama, Ma-
85
y subyuga: ya no ven otra cosa que los medios para
llegar a la consumación del acto sexual; la pasión
obscurece todo valor espiritual, todo compromiso
sagrado, toda consideración de tipo moral. Esto prueba que se trataría de la irrupción de fuerzas inconscientes con caracteres de incontrolables, fuerzas reprimidas que en las profundidades del alma conforman un complejo autónomo, independiente del control de la voluntad. Se trataría entonces de una verdadera "neurosis compulsiva", de muy difícil manejo.
¿Cuál podría ser entonces el camino de llevar a
estos seres humanos hacia la liberación? Debería
dárseles una re-educación sexual total y profunda,
que permitiera el ingreso en la conciencia de las
pulsiones somato-síquicas sexuales como de tendencias moralmente neutras en sí mismas, puesto
que se engendran en regiones síquicas totalmente
alejadas de la voluntad. Volvemos siempre a lo expuesto en páginas anteriores (12) y que está científicamente comprobado: Las tendencias sexuales,
hétero u homo-sexuales, están regidas por el sistema límbico, autónomo, independiente de la voluntad. Esto permitirá la entrada en la conciencia por
la puerta grande de la moralidad, a las pulsiones consideradas hasta ahora como deshonrosas y humillantes. Esto supone una re-creación o reestructuración
de la persona en relación con algo tan profundo como
es la sexualidad, y no sólo en relación con la genitalidad.
8? Tratamiento de los homosexuales
Si la desviación sexual se halla en el noviciado
o antes de la profesión perpetua, deben ser excluidos de la vida religiosa. Esta exige seres humanos
normales y sanos.
Si el defecto se detecta hecha ya la profesión
perpetua, se ha de tratar por todos los medios de
salvar al enfermo, Pero la empresa está llena de
obstáculos, a la vez mayores por el rechazo social
de que son objeto los homosexuales que por la enfermedad misma. El rechazo social, que se materializa en un cierto horror y en una repugnancia preracionales hacia los enfermos, introduce un elemento
síquico que dificulta extraordinariamente la terapia:
el desprecio de sí mismo. El paciente lo introyecta
convertido en sentimiento de culpa e infravaloración
propia. De suerte que, si la enfermedad tiene origen
en problemas síquicos, la terapia está dificultada
por otros factores síquicos: la sensación imprecisa
de ser "seres malditos", condenados al ostracismo
social, alejados de la relación sana y normal con
los demás hombres y mujeres. Estos sentimientos
inducidos en el alma del paciente dificultan la curación tanto o más que las fuerzas que produjeron la
enfermedad.
Debemos advertir que esta actitud hacia los
homosexuales no es ni humana ni cristiana. No es
humana, porque nadie es capaz de saber el grado de
culpabilidad de estos enfermos. No es cristiana, porque Gristo no exceptuó a los homosexuales del precepto de la caridad. Al revés; lo necesitan más que
otros. Si de culpabilidad se trata, muchas veces cultivamos la amistad de seres injustos, opresores, inmorales en el terreno heterosexual, hipócritas etc.
etc. y hacia estos no sentimos aversión alguna...
De esto deduciríamos algunas ideas que podrían
aproximarnos a una solución del problema:
a) Parece ser que en los homosexuales, al menos en algunos, se da el hecho de la "compulsión
sexual", esto es, el hecho de que una vez que la
pulsión se hace presente en su mente, los domina
86
Además, para la curación total sería necesario
desmontar el mecanismo inconsciente que sostiene
la pulsión homo-sexual neurótica, esto es, encontrar
la verdadera causa del conflicto síquico y llevarlo
a la conciencia, para liberarla y descargarla. El sicoterapeuta debería mantenerse con una abertura total, sin moralización alguna, a la amplia gama de posibilidades para encontrar el origen del mal. Como
se comprende, la tarea es difícil. Pero es posible.
b) La tarea más importante sería reconciliar a
esos seres humanos consigo mismos: habría que
(12) Cfr. antes Pág. 64 y ss.
87
i
hacerles sentir que no son monstruos; habría que
descubrirles que el hecho de que se consideren a
sí mismos como tales, es consecuencia de la atmósfera social en que se han creado: han asimilado el
rechazo social y se han creído culpables. Es preciso
plantearse la moralidad de su estado sobre bases
nuevas, las indicadas arriba; es preciso colocar en
su conciencia con toda claridad que el origen de su
estado no está en una maldad propia, sino en una
situación confusa, cuya moralidad es muy dudosa.
Con mucha frecuencia se puede llegar a la conclusión de que fue ajena a su voluntad y libertad. Si el
enredo, en su origen no fue culpable, probablemente
lo fue menos después, cuando influyeron factores
múltiples y fuera del alcance propio. Esto es fundamental para crear una base de inocencia propia y
por ahí de seguridad propia, que los puede arrancar
de la maldición social irracional y absurda.
c) Habría que conseguir después que los seres
humanos con quienes tratasen los acojan, no los
rechacen acríticamente. Es triste decir que una religiosidad acrítica, ajena al verdadero cristianismo,
ha contribuido al ostracismo social en que han vivido estos seres. La fe cristiana afirma con claridad
que no se debe condenar a nadie sin conocer su culpabilidad y también que no puede existir culpabilidad sin libetad síquica interior. Y quién sería capaz
de precisar la culpabilidad de esas tendencias que
surgen del fondo vital y previenen la voluntad presionando en una dirección concreta: el acto sexual? No
caería en la trampa de la condenación ningún sicólogo que haya pasado horas oyendo a personas concretas y sus verdaderos problemas sin prejuicios ni
precondenas.
d) Es necesario acoger siempre. Acoger no es
aprobar, ni justificar. Es no condenar, porque se carece de los elementos de juicio para ello. Con esto
estamos en la línea de conducta de Cristo mismo:
El no rechazó a nadie, fuera justo o pecador según
el criterio social; El demostró que ese criterio no es
verdadero. El se llegó a cada ser humano y lo acogió
88
y lo escuchó y luego... lo perdonó y liberó! Acercarse a El era llegar a la libertad...
e) Sobre todo hay que tener fe en la posibilidad
de llegar a la salud y la liberación. Se llegará si el
afectado consigue aceptarse como él es, con todas
sus deficiencias o llagas, y si los que le rodean superan toda condenación prefabricada y se llegan hasta él con verdadero espíritu "cristiano", con el alma
abierta y acogedora.
Si además fuera posible contar con un sicólogo
competente, con mayor fe en la sicoterapia que en
las drogas, con vocación de terapeuta, no de profesional, se podría llegar antes a la libertad. Pero hay
que confesar con inmenso dolor que esos sico-terapeutas son "rara avis" en nuestra sociedad. El interés lo ha invadido todo, hasta la medicina y la sicoterapia!
9- Acometer la concientización de ia imagen del sexo
contrario
La multiplicidad de las formas con que se manifiesta "la imagen del sexo contrario" es casi inagotable, tanto en el arte, como en la vida de cada
individuo.
Imaginemos una escena que no ha ocurrido nunca de esta forma, pero que está ocurriendo en muchas partes, en infinitas formas.
Una religiosa ya formada (?) tiene a su cargo
el dirigir a una joven en los pasos de la vida consagrada. Se trata de una joven inmadura. La forma de
su inmadurez, se manifiesta en "la excesiva dependencia de la formadora". Esta cae en la trampa y a
toda hora se las ve juntas y a veces la conversación
se hace en lugares no accesibles y se prolonga
hasta altas horas de la noche.
Pero sigamos imaginando (pura suposición) que
en la misma comunidad hay otra religiosa que advierte esto. De una manera casi obsesiva está pendiente de los lugares donde se reúnen, cuándo se
retiran a descansar y de muchos detalles femeni89
nos de sus encuentros. No puede evitar el constituirse en espía de las dos.
A la par empieza en su alma una dura lucha:
la imaginación se le marcha y se imagina más de
lo que ve; además empieza a reprenderse de que
las está juzgando y aun condenando y esto lo prohibe el Señor. Empieza a ser víctima de un sentimiento de culpa que le impide hacer oración y la
turba en sus relaciones con Cristo mismo: se cree
culpable y se pregunta continuamente: ¿Pero a mí
qué me va en eso? Que ellas sigan su camino. Yo
seguiré el mío. Pero es inútil el forcejeo. La idea
se le va volviendo obsesiva y va invadiendo toda
su alma y no la deja en paz en ninguna parte. La
turbación es tan grande, que llega a perder el apetito y de pronto surge en su mente si su vida será
la que está viviendo o se habrá equivocado de camino. . .
¿Qué es realmente lo que le está pasando a esta
religiosa? Un fenómeno síquico sumamente peligroso: Ella misma no lo advierte, pero se trata de la
imagen del sexo contrario, que de pronto ha surgido del fondo inconsciente y se le manifiesta en
forma de celos. Poco a poco va invadiendo toda
su sique y va perturbando todos los procesos normales de su vida de relación interpersonal y de sus
relaciones con Dios. Una señal clara de su presencia es la obsesión de la mente: se convierte en
pensamiento único. Otra señal es el sentimiento de
culpa. Para ella, aun el sexo, está teñido de "maldad" y su imaginación la asusta, marchándose más
lejos de lo que le dicen los ojos. Es el fondo inconsciente, cargado de esa "imagen", que se proyecta
sobre su mente y la turba y la domina. No puede
desenredarse de e,u seducción. Un monstruo ha salido de allá abajo y ha tomado posesión de la parte
consciente del alma y la está desequilibrando.
¿Cuál sería el remedio? El que propone Jung:
la concientización de esa imagen. El darse cuenta
de qué se trata. Señalar con el dedo esa imagen
del sexo contrario que se ha soltado y está enre-
dando toda la parte consciente del alma. Y luego ir
controlándola poco a poco. Ese fondo inconsciente
proyectado en la mente no cede tan fácilmente. Hay
que conocer que recoger sus fantasías es trayecto largo: hay que ir retirando la proyección lentamente y con trabajo, hasta que vayamos siendo
dueños de las manifestaciones de ese monstruo. Y
poco a poco vuelve la paz a la sique. Además, habremos dado un gran paso en el control de esa
imagen del sexo contrario. El primer síntoma que
hay que atacar es el sentimiento de culpa: esa
persona ha caído en la trampa de colorear moralmente procesos que están lejos de la voluntad y por
lo tanto son moralmente neutros. Hay que permitir
que todos esos procesos entren con paz en la parte
consciente y por este medio los vayamos controlando y domesticando, pero sin ninguna valoración
moral. Y, entonces, la imagen se hace inocua, la
imaginación pierde vuelo, y la libertad aparece sencillamente: ahora sí puedo no solo decir, sino vivir
esto: deja que cada uno siga su camino. Yo sigo el
mío, ya liberado íntimamente de esa misteriosa atadura que me unía a los actos de esas otras dos personas. He llegado a ser libre.
Jung describe así este proceso y este procedimiento terapéutico:
"El hombre europeo (el de la cultura occidental) debe proceder a la concientización de esa imagen (del sexo contrario), puesto que esa imagen
existe en la propia sique; pero se halla tan profundamente sumida en el inconsciente que desempeña
un papel decisivo y, a veces, funesto. De ello es
culpable en gran parte nuestra civilización, orientada hacia el patriarcado. Por eso se supone que
es una virtud en el hombre reprimir los rasgos y
las inclinaciones femeninas, los cuales, así rechazados, se acumulan en el inconsciente. La mujer
igualmente reprime la imagen y los rasgos masculinos" (13).
(13) Jacobi Jolanda, Sicología de Jung, Espasa, Calpe, Madrid 1963, Pág.
171-172.
90
91
Todo lo que iremos diciendo después no ser$.
sino pasos para conseguir esa concientización cj '
la imagen del sexo contrario.
10? Aprender el manejo de la imagen-pulsión
Partimos ahora del momento en que la pulsi*
sexual, surgida involuntariamente del fondo vit^j*
se presenta a la conciencia. El empujón hacia . •
otro sexo está en marcha y aparece a la imagi'nJ
ción con suficiente claridad el objetivo final: ^
apareamiento sexual de la especie. Esa pulsión ^ '
esencialmente teleológica".
^
En este momento, cuando es posible la ¡nt§
vención de la voluntad, se presenta el problerr,N
principal:
^
¿Qué va a intentar la voluntad? ¿Erradicarla¿Ignorarlo? ¿Asustarse? ¿Entregarse?
Lo que intente, dependerá de la educación |cibida. Los que fuimos educados en la idea maniqu 6 "
de que el sexo es malo, intentábamos rechazar ta.*^
to la imagen como la pulsión. Y ahí empezaba | "
tragedia, porque empezaba un empeño imposible ^
a la par destructor. La pulsión, nacida en lo m ^
hondo de nuestra sique, no cede, el campo así cof^
así.
Estudiemos este grave problema: ¿qué hac 6| .
ante la pulsión? Se presentan tres posibilidades.
—Consentirla
—Reprimirla
—Aceptarla... suprimirla.
Consentirla
Consentir es admitir en la voluntad, esto es
en la instancia superior, lo que nació en el fondo
vital; es poner a la voluntad a servir al instinto; es
invertir al ser humano, porque en una lógica de | a
dinámica humana, debe ser el instinto el que se
someta a la voluntad; hacerlo al revés es invertir
la figura y poner al hombre a caminar con la cabeza.
92
Ese es e¡ camino que sigue aún la mayor parte
de la humanidad: aún está lejos el día de la libertad.
Muy lejos. La inmensa mayoría de los seres humanos siguen la dirección del instinto y creen que en
seguirle está su felicidad, porque confunden felicidad con placer sensible. Eso hacen los incultos
y los cultos; los pobres y los mismos ricos.
Es el camino de la esclavitud, porque el sexo,
así entendido, es aún el gran tirano de la humanidad: él es el responsable de un tanto por ciento
muy grande de las lágrimas que derraman los ojos
humanos y de la mayoría de las bajezas que deshonran a este pobre ser que llamamos hombre. La
vida sexual, siempre oculta en la sombra, forma
el fangal más maloliente de cuantos existen. Lo
asombroso es que cuando un pantano de esos se
descubre, todo el mundo se rasga las vestiduras,
como si todo el mundo no estuviera sucio hasta las
orejas. ¿Qué otra cosa puede ser una humanidad
que no vive sino para fomentar la parte bestial de
ese instinto —el puro goce carnal— y olvida todos
los aspectos positivos del mismo?
En muchos medios semi-científicos o seudocientíficos se invoca a Freud como el justificador
de esta actitud de entrega al sexo. Como la fama
del genio es grande, todos se creen bendecidos
por él en la cobarde entrega al sexo. Pero Freud
con su bendición —yo estoy convencido que Freud
nunca justificó esa actitud— no los podrá librar de
la esclavitud en la que gemirán el resto de sus días.
Reprimirla
La represión es el intento de querer apartar de
la conciencia toda pulsión o representación sexual.
Se trata de una actividad síquica de rechazo y de
disgusto, realizada violentamente. Es el choque entre el instinto, nacido en las profundidades del ser
y la conciencia mal formada.
El punto central de esa mala formación de la
conciencia es la creencia de que lo sexual —pulsión e imágenes acompañantes— es malo.
93
La ¡dea de malo superpuesta a lo sexual es
gravísima: el resultado es el intento de arrancarlo
del alma y la pretensión de llegar no sentirlo más.
En este supuesto mientras un individuo lo siga sintiendo, seguirá creyendo que él es malo. Esta introyección del concepto de malo es destructiva y
origen de todo el daño que esa creencia causa al
alma: miedo, remordimiento, sentimiento de culpa
y por ella, horror a Dios, a quien se considera
sólo como Juez. Esto se instala en el inconsciente
y desde allá empieza a ser activo. Su actividad consiste en destruir el alma y afectar a las relaciones
con Dios y con quienes viven a su derredor. Ella
crea la ambivalencia, esto es, el sentirse arrastrada
el alma en dos direcciones: hacia Dios y contra
Dios; (al que cree ofender) hacia sí misma y contra
sí misma (la idea de que es mala); hacia el otro y
CONSCIENTE
INCONSCIENTE
(1)
(1) Núcleo vital, colocado en la zona inconsciente del alma.
De él surge la pulsión sexual hacia la zona consciente.
(2) Núcleo de la conciencia, que se le opone, cuando está
mal formada. Trata de sepultar de nuevo en el inconsciente la pulsión que surgió de allá y las imágenes eróticas
que la acompañan. Pero de nuevo, desde el núcleo primero, volverá a surgir la pulsión, para correr la misma suerte. Es una lucha Inútil, pero desgarrante, esto es, neurógena. Esa lucha escinde —rasga— el alma y la enferma
contra el otro, por creerse hipócrita, simuladora, miserable, asquerosa, sucia.
La represión es creada por la idea de maldad
superpuesta a la de sexo; está sostenida por el
sentimiento de culpa y es un mecanismo inútil y
patógeno. Se apoya en un concepto del sexo que
no es cristiano. El remedio contra la "represión"
es una educación positiva sobre el sexo.
Aceptarla...
y
suprimirla
Hemos visto hasta ahora que consentir y reprimir son actitudes falsas frente al sexo. Entonces,
¿qué hacer?
Algo que resulta de una combinación de suprimir la imagen, rechazarla, p e r o . . . sin el susto
que trae consigo el concepto de malo. Lo cual
supone, en cierta manera, el aceptar esa imagen
sin miedo. Aceptar quiere decir no intentar oponerse a lo que irrumpe en la sique de una manera irreprimible. Pero al mismo tiempo se hace lo posible,
con paz, para alejarla, sin turbación, porque ahora
junto a esas imágenes eróticas hemos colocado la
connotación de buenas.
Esta actitud permite una comunicación dinámica entre el consciente y el inconsciente. La salida del
material instintivo, cargado de potencialidad destructora no está reprimida ni obstacularizada. La
imagen del sexo contrario no alimenta el sentimiento de culpa, sino que se la maneja con abertura, puesto que es imposible impedir que nazca y
se derrame en la fantasía. Pero no se le permite la
seducción que ejercería desde el inconsciente reprimido. Hay un trato con ella que, lejos de esclavizar, libera, pues se le ha quitado su potencial destructivo, al arrancarle la connotación de mala.
Si un religioso quiere entregar todo el potencial de su alma al servicio del Reino de Cristo, nada impide que admita totalmente en su mente y
en su fantasía que naturalmente él estaba llamado
a la paternidad. Si una religiosa, igualmente, desea
libertad para servir al prójimo, nada impide que
acepte y sienta en cierta manera que su ser todo
está hecho para la maternidad. Ello aumentará en
los dos el gozo de la conciencia de su sacrificio
voluntario. Y los prepara para comprender a sus
hermanos y aceptar todas las situaciones de peligro y de destrozo a que ese instinto los pueda llevar, lo mismo que la felicidad de aquellos que por
la entrega mutua corporal han engendrado hijos
para la Iglesia y han hallado su felicidad temporal.
94
95
Ellos se sienten hermanos de todos los hombres,
cualquiera sea su situación en relación con la energía erótica.
El que suprime sin antes aceptar con naturalidad lo que surge del fondo vital como dato para la
conciencia, se expone a otro peligro: la curiosidad
sexual neurótica. La pulsión como elan vital,
exige reconocimiento, aceptación de su realidad, anterior a cualquier valoración; si se la acepta y además se la valora cristianamente, se consigue la
integración, lo que también llamamos educación
sexual que consta de dos elementos: el hecho dado
de la pulsión y la valoración positiva natural-cristiana. En cambio, si se la rechaza (reprime), se enquista en el inconsciente y desde allí sigue presionando la conciencia: el individuo está siempre
pendiente del sexo; aprovecha cualquier circunstancia para satisfacer el deseo de saber lo que es el
sexo contrario; pero lo hace compulsivamente, sin
prudencia y en los casos extremos, sin libertad.
Son los mirones (los "Voieurs"); se trata de una
neurosis, lo cual se comprueba en que ya no se calma con la mera instrucción sexual, ni siquiera con la
vista de los órganos sexuales. Un señor me confesó, llorando, que él tenía que volver a mirar los
órganos sexuales de la prostituta con quien acababa de estar en la cama. El sexo mal tratado se
venga duramente haciendo esclavos que gimen por
la libertad.
11? Pasos de la concientización de la imagen del sexo
contrario
Ahora podemos precisar algo más entre el modo de realizar el programa de aceptar y suprimir.
El ir haciendo familiar y por ello domesticable
esa imagen con el fin de llegar a la integración,
supondría estos pasos:
Una buena instrucción sexual
Lo acabamos de decir: la anatomía de los órganos sexuales del sexo contrario debe ser familiar
96
a todo individuo desde la infancia; este conocimiento debe comunicarse con la naturalidad con que se
explica la anatomía del oído. Pero, como hemos dicho también, debe completarse con una educación
positiva sobre todo lo relacionado con el misterio
de la vida humana: que realmente para todo adolescente esa región del cuerpo sea la región sacra.
Esa instrucción tenderá a terminar con todos
los "tabúes" sexuales, esto es, apartar la idea de
malo de casi todos los fenómenos sexuales, a los
que se había adherido:
La menstruación y la eyaculación involuntaria;
el acto sexual; el placer sexual, el embarazo, el
parto y aun el noviazgo. Todos estos procesos hay
que volverlos a colocar a la luz de la fe, como procesos esenciales del origen de la vida humana y,
por consiguiente, queridos por Dios en sí mismos.
Hay que aplicar aquí la máxima evangélica:
"La lámpara de tu cuerpo es el ojo. Sí, tu ojo
estuviere sano, todo tu cuerpo será luminoso; pero,
sí tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo estará
tenebroso" (Mt 6, 22-23).
La educación sexual debe terminar definitivamente con el maniqueísmo que ha envenenado la
tranquila aceptación del sexo: terminar con los
términos partes bajas, partes feas, partes malas
y con los conceptos que las inspiraron. El día en
que la humanidad hable sin malicia de todo lo relativo al sexo, el día que ocupe un puesto de honor
en la mente de todos los nombres, la humanidad
habrá dado un salto muy importante hacia su madurez. Y la moral volverá a colocar los problemas
del sexo detrás de los del "yo", cosa en ninguna
manera baladí, pues mientras los sacerdotes dedicaban sus energías pastorales a luchar de mala
manera contra el sexo, "el yo" fue elaborando toda
esa maraña endiablada que llamamos el Capitalismo y, más de media humanidad resultó esclava
de la otra mitad. Las batallas de la humanidad deben darse en el terreno del " y o " , no en el del sexo,
97
7 Sicología y vida consagrada
aunque en modo alguno debe despreciarse su importancia, como venimos diciendo.
Trato normal con el sexo contrario
Este trato empieza normalmente en la familia,
lugar de convivencia natural y sana de los dos sexos. Si la primera educación ha sido dirigida por
una idea cristiana de libertad santa, sin puritanismos esclavizantes, realiza otra fase de la integración: el conocimiento natural de la fisiología diversa
de los dos sexos. Hecho con la inocencia de un
alma cristiana, realiza una parte insustituible de la
integración.
Hecho en una convivencia a nivel puramente
animal (como es tan común en nuestro medio) crea
traumas sexuales que impiden el normal desarrollo
de la evolución síquica y son siembra de grandes
problemas para la vida futura, tanto matrimonial como consagrada.
Después se ha de seguir el trato normal de individuos de ambos sexos, aun para los que han de
vivir una vida consagrada. La antigua separación de
los seminarios y noviciados femeninos dio resultados negativos, suficientemente deplorados.
Pero la convivencia y el trato normal no quiere
decir la libertad sexual que hoy nos asfixia. La antigua separación y este libertinaje son los dos extremos entre los cuales debe ir el trato lleno de
respeto de quien, como el cristiano, sabe que todo
ser humano es un misterio, digno de veneración.
Pero este trato da la medida a los que desean
realizar un plan de vida en virginidad para conocer
si son capaces de controlar las imágenes del sexo
contrario y las emociones que las acompañan. Este
ejercicio en manejar y controlar, en suprimir y . . .
aceptar la imagen del sexo contrario es otro ejercicio
de integración, que debe llevar a que esa imagen
pierda la peligrosidad de lo reprimido y arrojado
violentamente al inconsciente.
Pero este trato con la imagen del sexo contrario está muy lejos de ese loco entregarse a una
98
relación corporal, como e! baile, que suele terminar
en catástrofe. Esa fue una reacción imprudente contra la antigua separación. Pero los testimonios de
los que sucumbieron en la imprudencia han hecho
volver sobre los pasos y reconsiderar esta práctica.
Sólo la más completa ignorancia de la peligrosidad
de esa "imagen" cuando es excitada, pudo hacer
que muchos avanzaran a un punto del cual les fue
imposible la retirada. Se habían quemado: la imagen del sexo contrario no fue integrada, sino que
se impuso y absorbió toda la vida síquica.
La amistad
La amistad es ser - para - el - otro, como diría
Lersch. Es una de las tendencias esencialmente
salvadora, pues nos libera del aislamiento propio
del animal.
Pero es una tendencia del espíritu, sin referencía alguna a la carne. En la amistad son dos almas
las que se completan, porque misteriosamente se
entienden. Es la manera más normal en que el
adolescente sale de su egocentrismo y hace contacto con otro ser humano que lo enriquece y le
comunica energías síquicas para su crecimiento
como persona. Por eso una adolescencia sin amistad es una adolescencia frustrada.
La amistad se da preferentemente (no exclusivamente) entre dos individuos del mismo sexo. Pero sin intervenir el sexo. Es tendencia del espíritu,
tendencia transitiva, que genera emociones también
transitivas, pero limpias y amplias: la amistad es
un sentimiento abierto, amplio, libre, puro, y energético, que da sentido a la vida, porque apunta a
un valor que salva al individuo de su aislamiento
de muerte.
Pero no contiene referencia alguna al sexo. Por
eso se da entre adolescentes afectivamente normales; aquellos cuya alma ha recibido en la familia
suficiente afecto como para calmar la necesidad del
mismo. Entonces el individuo, sin sentirse constreñido a buscar desatinadamente el afecto que le fal-
99
ta, se puede entregar a buscar su complementación
en el orden del espíritu o de la persona.
Pero, cuando no existe la madurez afectiva, se
corre el gran peligro de que !a tendencia a la amistad, se corrompa y se invierta en la búsqueda ciega
de afecto, que degenera después en homosexualismo".
Pero desde el principio esa amistad reúne
caracteres que la denuncian como tendencia altamente sexual: es la referencia al sexo, abierta o
solapadamente. Entre niños (adolescentes) aparece
pronto esa referencia al sexo; entre las niñas adolescentes suele aparecer más encubierta: estar
juntas acariciándose las manos; luego besándose;
después abrazándose, después sobándose y por último realizando actos específicamente sexuales.
Apareció el homosexualismo. Pero a veces el camino hasta llegar al sexo abiertamente se torna
largo, disimulado, sinuoso. Sobre todo en aquellas
personas que han recibido una instrucción sexual
rígida y puritana. Pero esa marcha es progresiva,
segura y siempre consigue su objetivo. Digo siempre y quiero decir siempre que esa tendencia obra
en la semi-oscuridad de lo inconsciente. La formación puritana va impidiendo que ese final buscado
y perseguido, no aparezca abiertamente en la conciencia, aunque lo sabe la misma conciencia, si quiere ser sincera: la que empuja y la que se deja empujar, saben oscuramente donde van. Casos he conocido yo de profesoras con chicas y de religiosas entre sí, que en ese lento pero seguro caminar, han
empleado años, varios años. Pero han llegado inexorablemente... Al menos que ocurra el milagro de
una concientización de los enredos del inconsciente,
llevada a cabo por una persona experta, que consiga
evitar que el instinto llegue adonde se propuso.
Son las amistades particulares, que sí existen,
pero que deben ser cuidadosamente separadas de
la amistad. Nada ofende tanto a una persona como
que educadores o directores confundan su amistad
con la tendencia inconsciente hacia la homosexua-
lidad. ¡Son cosas tan distintas! Y se distinguen tan
fácilmente, cuando se estudian con cuidado.
Hay que cuidar los ambientes familiares y educativos para no confundir esas cosas: el ambiente
debe ser ampliamente favorable a la amistad. Jóvenes sin amistad, son jóvenes sicológicamente
incompletos. Pero el ambiente debe ser abiertamente contrario a las amistades particulares, estas son
cerradas, ocultas, carnales, celosas. Son dos "yos"
inmaduros afectivamente que se cierran sobre sí
mismos. En realidad tienen los caracteres del enamoramiento; la exclusividad y la ceguera que produce una proyección síquica.
Cuidado, pues, con no confundir la amistad, con
las amistades particulares.
La vergüenza de sí mismo
Una terrible consecuencia de la idea maniquea del mal, aplicada al sexo, es la vergüenza
de sí mismo. Su ser quedó dividido; en él hay
partes buenas y partes malas, feas, bajas, repugnantes. ¿Cabe mayor desgracia que un ser des-integrado?
El origen de la tensión suele radicar en que la
pulsión sexual se localiza, por decirlo así, en los
órganos sexuales, los cuales son más sensibles a
la excitación que otras partes del cuerpo. Pero eso
sólo no bastaría para justificar la tensión síquica, si
no existiera la idea del mal, superpuesta a la pulsión sexual. Esta es teleológica y moralmente neutra, pero la mala formación ha hecho que millones,
muchos millones de veces, los confesores hayamos
oído esta confesión. "Padre, he tenido tentaciones
contra la castidad". Esta confesión es absurda desde el punto de vista sicológico. En ello no hay maldad
alguna, sino ha habido más. Pero, si la pulsión ya
es perturbadora por efecto de una mala educación,
entonces se explican esas confesiones y la turbación ante la realidad anatómica del propio cuerpo.
El sentimiento de culpa se agarrará a esa realidad
y la vida toda de esa persona quedará traumatizada
100
101
y destrozada. No serán una excepción las relaciones
con Dios. A Dios se le temerá hasta la huida de El,
porque "los ojos de Dios no pueden mirar nada feo"'
En contra de esta concepción absurda, se debe
dejar caer en los oídos del niño, desde temprano
la idea cristiana de que el mal reside en el alma, en
la voluntad, no en el cuerpo. Si un hombre (o una
mujer) es malo, todo su ser es malo, lo mismo los
ojos y el cerebro que el pene o la vagina. Si un
hombre es bueno, todo su ser es bueno. Pero hay
que avanzar más: no es malo el que siente la pulsión
sexual.
No es malo quien siente la pulsión sexual
La vieja idea maniquea de la maldad de los órganos sexuales tiene tal vez su máxima expresión
en la creencia muy generalizada de que la pulsión
sexual, sobre todo si es fuerte, significa que el que
la siente es malo.
En realidad es exactamente lo contrario: el individuo que siente fuertes pulsiones hetero-sexuales sólo demuestra con ello que es un individuo
sexualmente normal y que está sano. Si esto le
ocurre a un religioso, tiene escrito en su misma naturaleza la mejor demostración de que no es un
invertido, como cree la gente ignorante y muchos
sabios con prejuicios. Y, además, con ello y con su
vida de templanza demuestra que él es libre, mientras la mayor parte de la humanidad gime en la
esclavitud; su voluntad no sucumbió ante la pasión.
Y, aquí es el momento de hacer una afirmación
que para muchos de los educados de tiempos antiguos es la menos chocante, pero que es verdadera desde los nuevos pre-supuestos de la educación:
Los malos pensamientos de que están llenos
los oídos de todo confesor hasta estallar, ni son
pensamientos, ni son malos. No son pensamientos, porque son imágenes eróticas. El instinto sexual
llena la imaginación de todo ser sexuado de las imágenes que conducen al apareamiento de la especie.
102
Ese esquema del apareamiento es lo que invade la
fantasía en cuanto la hormona sexual empieza a discurrir por el torrente sanguíneo. Y esas imágenes son
teleológicas. Si alguien consiguiera suprimirlas del
todo, quedaría suprimida la pulsión. Pero mientras la
hormona circule por la sangre, esa supresión total es
imposible. Solamente cabe lo que hemos dicho arriba; suprimirla... aceptándola, por que en sí no es
mala. Y es la imagen del acto más humano de cuantos puede realizar un ser humano: el acto que realiza
la unión y ha sido tomado por el mismo Dios en la
Escritura para indicar su unión con el alma. La Escritura ciertamente no es maniquea.
Ni Cristo tampoco. Uno no comprende cómo,
leyendo el Evangelio, se pudo extender tanto en la
Iglesia ese maniqueísmo sexual. Una muestra bien
lamentable de que la Iglesia se compone de hombres, de los hombres y mujeres "que se usan" en
cada momento histórico y de que a veces los prejuicios sociales de diverso origen, son tan fuertes
que ni la luz del Evangelio puede disiparlos.
A veces es imposible impedir que
la pulsión sexual llegue al orgasmo
Es preciso afirmarlo, porque corren ideas que
lo niegan, con peligro para lo que perseguimos en
este estudio: La integración sexual.
Lo que aquí decimos es una consecuencia de
lo afirmado antes sobre la existencia en nosotros
de una auténtica bestia, regida por el paleocórtex.
En un ser humano normal existe una polarización sexual hacia un individuo del sexo contrario,
acompañada de ordinario de la excitación de los órganos sexuales. Ouien se escandalice de esto, no
se conoce y es un inmaduro.
Pero no es eso sólo. Dada esa polarización, no
será posible en determinadas circunstancias evitar
que la exitación siga su curso autónomo, hasta
culminar en el orgasmo. Hay ocasiones no culpables, sino naturales, en que esto es inevitable. Decimos que hay ocasiones no culpables, para que
103
nadie crea que nos referimos a ocasiones buscadas
y procuradas, como serían, por ejemplo, el trato
libre con una persona de otro sexo, espectáculos
inmorales de cualquier clase buscados por quien
quiere y busca esa excitación. No. Me refiero a circunstancias externas inevitables y normales en la
vida humana de relación, sobre todo circunstancias
internas de la vida en sí misma; un hombre normal
de 30 años, lleno de salud, que tiene que dedicarse
al apostolado con mujeres, ocasional u ordinariamente; una joven religiosa en las mismas circunstancias
que tiene que dedicar su actividad a los hombres.
Por más que ese religioso o esa religiosa lleven una vida espiritual intensa, por más que estén
llenos del espíritu de su misión pastoral, no podrán
evitar que en alguna ocasión la excitación surgida
contra su voluntad, siga su curso y culmine en el
orgasmo, porque la voluntad es impotente para detener esa tendencia teleológica que se apodera de
todo el organismo.
Es necesario hacer otra consideración: este fenómeno síquico-físiológico depende también grandemente del carácter. Podría ser entonces que ciertos individuos con su carácter templado y no emotivo, puedan controlar ese proceso o quizás no se
hayan visto nunca envueltos en esa energía tendencial absorbente. También he conocido en mi ministerio como sacerdote y como sicólogo, casos de
mujeres y hombres que a los 40 años no habían
sentido nunca la menor pulsión sexual. Pero estos
casos son estadísticamente anormales. Se da uno
entre muchos millares.
No afirmo, pues, que es necesidad síquico-fisiológica para todos los hombres o mujeres. Pero sí
afirmo que se da en un cierto número y para ese
cierto número escribo esto. Aquí, como en tantas
otras cosas, aparece la singularidad de cada individuo de la especie humana.
Pero hay que insistir en esto, porque la idea,
capaz de causar muchos trastornos síquicos, de que
la eyaculación masculina se debe dar únicamente
en el sueño, para que haya normalidad síquico-se104
xual. Lo mismo se piensa del orgasmo femenino.
De esta doctrina se saca una consecuencia grave:
toda eyaculación o todo orgasmo en estado de vigilia es masturbación. Si esto le ocurre a un religioso de treinta años, tendría razón para alarmarse,
pues que él habría oído muchas veces que la masturbación es un fenómeno de la adolescencia; tenerlo en la edad adulta sería señal de anormalidad.
De ahí podrían originarse —y se han originado muchas veces— ansiedades de conciencia, sentimientos de culpa y aun una desadaptación y pérdida de
la identidad sacerdotal o religiosa.
Ese fenómeno no sería masturbación, sino un
proceso normal en la vida de un macho o una
hembra de la especie humana. No debería, pues,
significar trauma alguno para el que tenga un conocimiento real del ser humano.
La masturbación
Esto nos lleva a decir dos palabras sobre la
masturbación, que tal vez puedan orientar a alguien.
Entiendo yo por masturbación un fenómeno fisiológico de eyaculación (o de orgasmo procurado
en la mujer) sostenido por un mecanismo sicológico compensador. Es decir, yo no entiendo por
masturbación el solo proceso fisiológico sino que,
para serlo, debe estar producido por el mecanismo
sicológico. Y ¿cuál es ese mecanismo?
El alma humana está hecha para gozar en el
buen sentido de esta expresión, esto es, para disfrutar del placer de vivir, de evolucionar, de abrirse,
de crecer, de triunfar, de realizarse.
Si le falta esto, se recoge sobre sí misma y se
encierra sobre su fracaso y su tristeza, pero esa
vida se le hace invivible. Instintivamente o inconscientemente busca entonces compensación y la encuentra en el placer sexual, cuya fuente se halla en
su mismo cuerpo.
De ahí el carácter compulsivo que tiene la
verdadera masturbación. Decir compulsivo es decir
involuntario e irreprimible y por tanto irresponsable.
105
Entonces llegamos a esta conclusión: la auténtica masturbación no es pecado, porque en ella no
toma parte la voluntad.
Pero hay que insistir en esta palabra "auténtica", porque bajo el nombre de masturbación se
puede cobijar una excitación procurada más o menos voluntariamente y entonces no se podría decir
que es compulsiva, ni irrefrenable. Por lo tanto
sería pecado, más o menos grave.
Por eso no deja de ser al menos imprudencia
afirmar sin ninguna explicación que la masturbación
no es pecado. Eso se ha hecho muchas veces, con
evidente imprudencia, porque aunque el que lo afirma entendiera lo que hemos dicho antes, los que
lo oyen no lo entienden así, de ordinario.
La experiencia confirma lo que decimos sobre
la naturaleza de la masturbación: si se examina la
vida total de cualquier adolescente que se acusa de
masturbación, se hallará en ella muchos elementos
negativos: rechazo afectivo, rechazo del grupo, fracaso en los estudios, problemas serios familiares,
frustración en un intento de realizar algo, etc., etc.
Las circunstancias que encierran el alma en sí misma le produce amargura, tristeza, soledad (14).
(14) Para precisar más el concepto de masturbación ser/a preciso distinguirla
de eyaculación u orgasmo en la mujer. No toda eyaculaclón, u orgasmo
en la mujer, es masturbación, sino solamente la eyaculaclón u orgasmo
compulsivos e involuntarios causados por motivaciones sicológicas
inconscientes, como se explica en el texto. Esta clase de eyaculaciones
u orgasmos de carácter compulsivo, involuntario y por consiguiente
incoercible y amoral está definitivamente establecido en la Sicología
actual. Y están comprobados por el ejercicio pastoral de cualquier
sacerdote que dirija un movimiento juvenil cristiano. La manera única
de liberar a un joven o a una joven de la masturbación es liberarlos
de los problemas síquicos que la sostienen. Hecho esto —[siempre
que sea posible!— desaparece el fenómeno blológlco-síquico de la
masturbación; si por el contrario, se le da sentido moral y se acude
a la voluntad y a la ascesis únicamente, el problema se torna incurable, perturbador y a veces destructivo. En efecto, el joven, viendo
la ineficacia de ese método y de esos consejos, se lanza al desenfreno moral y se aleja de Dios, porque en ese ambiente exclusivo
de moral y religión no ha encontrado más que tormentos de conciencia. Yo mismo he encontrado casos enconados y purulentos, causados por sacerdotes exclusivamente moralistas. Cuando acudí a "la
sana Sicología", juntamente con la Moral y la Fe, los casos se resolvieron satisfactoriamente.
Teniendo en cuenta esta distinción, puede verse ahora el No. 9 de la
DECLARACIÓN sobre la moral sexual de la Sagrada Congregación para
la Doctrina de la fe, citada en la Pág. 69 y se entenderá mejor su
contenido y su intención.
Y, ¿puede darse la masturbación en un religioso de 30 años? Sí, a condición de que se den esas
circunstancias frustrantes. Y se pueden dar: fracaso profesional, pérdida del sentido de su vida
consagrada, pérdida de la identidad sacerdotal, tensiones en su vida comunitaria, etc. etc. .. .
Entonces estamos ante un fenómeno distinto
del proceso normal de la sexualidad adulta. Hay un
elemento síquico perturbador. Sólo eliminándolo, se
podrá volver a la normalidad.
El placer sexual no es malo "en sí"
Nada de lo creado por Dios es malo. Ni menos
puede serlo el placer que acompaña el origen de
la vida humana, cuando el acto que lo produce es
un acto rectamente ordenado, esto es, conforme a
las exigencias superiores de la naturaleza humana:
la razón y la fe.
El placer sexual es, pues, moralmente sano en
el matrimonio y también cuando el orgasmo se produce involuntariamente como exigencia irreprimible
de la pulsión sexual.
Esta connotación de pecado superpuesta al
placer sexual en sí mismo no sólo era común entre
los religiosos, sino también entre personas casadas.
Símbolo de esa ideología era aquella mujer casada
que se acusaba de sus relaciones normales con el
marido. Advertida por el confesor, respondió, como
justificación: "Sí, pero después de tanto placer".
Entre religiosas esa idea ha causado destrozos
síquicos sin número ni medida. Al intentar integrar
lo sexual en la conciencia, se encuentra uno siempre con la misma respuesta: "Sí, pero ese placer".
Lo mismo que la mujer casada.
Arrancar ese sentimiento de culpa de almas
de conciencia estrecha y mal educadas es imposible. Y el destrozo seguirá acentuando la desintegración del alma.
106
107
La voluntad humana y la voluntad de la carne
Todo lo dicho anteriormente nos lleva como por
la mano a esta conclusión: no es lo mismo la voluntad humana, don de Dios al hombre en cuanto
ser espiritual, que la voluntad de la carne, en
cuanto pulsión radicada en la carne como deseo de
participar en el banquete de la vida, esto es, en la
generación carnal de la vida.
Es verdad que la voluntad de la carne arrastra con frecuencia la voluntad. Pero pueden coexistir separadas; la voluntad es de suyo inaccesible, cuando está bien educada, a la influencia de la
pulsión carnal.
Esto es objeto de la experiencia de innumerables personas bien formadas; tiene su base en la
sicología de los estratos:
La personalidad está compuesta de estratos diferentes, independientes entre sí, aunque mutuamente influenciados.
Por ejemplo: si un religioso hace su voto de
castidad, no erradica con él la pulsión sexual; pero
el voto conserva su vigencia a pesar de la acuidad
del instinto. El espíritu y la carne marchan en direcciones distintas, pero se influyen. ¿Es lo mismo la
sexualidad de un religioso consciente que la de un
libertino?
Yo he conocido a una religiosa que pensaba
continuamente en un hombre, pero sin la menor referencia al sexo (esto es común entre los que de veras aman); estas experiencias demuestran que la
imagen del sexo contrario, elemento de naturaleza síquico-sexual, puede separarse del amor, el
elemento más espiritual del hombre. El "enamoramiento" es una enfermedad del alma; el amor es la
consumación en la vida personal del espíritu.
Jung afirma esta diversidad y separación entre
el enamoramiento {la entrega a la imagen del sexo
contrario proyectada en una persona) y el amor,
la más serena posesión de sí misma que existe
en la sique:
108
"Si se ha comprendido y hecho consciente la
imagen del sexo contrario, entonces es cuando uno
dispone de sí mismo y de sus emociones y afectos.
Esto significa principalmente independencia real,
aunque también significa al mismo tiempo soledad,
la soledad de! hombre interiormente liberado, al
cual ya no inquieta el otro sexo, a causa de que ha
conocido sus rasgos esenciales en la profundidad
de la propia alma. Un hombre así ya casi no puede
tampoco enamorarse, pues es incapaz de perderse en el otro; pero sí será capaz de un amor más
profundo en el sentido de una entrega consciente
al " t ú " , porque su soledad no lo aleja del mundo,
tan sólo crea la distancia exacta de él (15).
Este disponer uno de sus emociones y afectos
es lo que buscamos, porque entonces aparece claro
que la voluntad es libre y ha sacudido el yugo de
"la voluntad de la carne". Esta libertad sicológica
frente a la pulsión sexual es la que ha de llegar a
conquistar toda persona consagrada, para vivir su
vida con perfección. Y lo mismo todo cristiano por
la misma razón.
La tarea es difícil y larga y supone dos cosas
que parecen contrarias: un alejarse consciente del
sexo, para no caer en sus redes (alejamiento serio
y constante en manifestaciones afectivas con el
otro sexo) y, al mismo tiempo, un acercarse reflexivo a la imagen del sexo contrario para conocerla, desenmascarar sus enredos síquicos (imágenes,
fantasías, vivencias emotivas) y sus proyecciones
(el enamoramiento). A la vez, y muy realmente, hay
que tenerle miedo al sexo y no tenerle miedo. Conocerle, pero sin dejarse envolver. Entonces es
cuando uno dispone de las emociones y afectos
propios y los hace concurrir a su propia libertad.
Gloriosa tarea a la cual llegan pocos.
¿No es esta oposición entre la "voluntad espiritual" y "la voluntad de la carne" lo que indica
San Pablo de una manera impresionante en los capítulos 7 y 8 de la Carta a los Romanos?
(15) Jacobl J.. o. c , p. 184.
109
No hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero. Pero, si hago lo que no quiero, ya no soy
yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí"
(Rm 7, 18-19. Léase todo ese texto: Cap. 7, 14-25
y Cap. 8, 1-13).
El sentimiento de culpa es una enfermedad
El sentimiento de culpa es una enfermedad
síquica, consecuencia del sentimiento de inferioridad y que no tiene nada que ver con la conciencia de pecado.
Esa vaga sensación de culpabilidad es una
debilidad del alma que invade todo el ser y es
alimentada por toda situación de fracaso o inferioridad y con frecuencia se arrima a la pulsión sexual,
cuya satisfacción solitaria produce una profunda insatisfacción. Si a todo esto, que es natural, se añade una mala educación sexual, con los caracteres
de que hemos hablado arriba, esa idea difusa de
culpabilidad se agarra particularmente al sexo y sus
manifestaciones.
Freud y los sico-analistas, sus discípulos, han
sido particularmente confusos y dañinos en su explicación de este sentimiento de culpabilidad: le
han colgado esos efectos a la idea de pecado.
Pero el pecado procede de otra fuente: es la conciencia clara de haber atropellado un "valor" espiritual superior. Por ejemplo: si yo arrebato a un trabajador su salario, aparece en mi conciencia la convicción de que he atropellado "la Justicia". También
puede darse naturalmente en el terreno sexual: si un
hombre se junta a otros en una parranda y terminan
en un prostíbulo, su conciencia le acusará de haberse entregado a un instinto "animal".
El pecado, pues, es hijo de la conciencia que se
coloca frente a un valor transcendental y se cree
responsable ante él: la verdad, la justicia, el amor,
Dios. Esa conciencia indica madurez espiritual y es
indicio de perfección humana. El hombre que se
desentiende de la verdad, de la justicia, del amor,
110
de Dios no es hombre más que en los rasgos de la
cara. Espiritualmente no es hombre.
No es, pues, la moral cristiana, ni la fe cristiana, la responsable dei sentimiento de culpa, sino la
miseria de la condición humana. Hay hombres que
misteriosamente en su mundo inconsciente se acusan a sí mismos continuamente de haber cometido
faltas imaginarias. Y llegan hasta buscar la expiación por medios neuróticos, porque sienten una especie de hambre de expiación. Pero la fuente de
donde nace ese sentimiento es totalmente ajena a
la idea cristiana de pecado. Es una debilidad enfermiza que, en lo posible, hay que eliminar.
Si estas personas padecen una educación puritana en cualquier orden, también en el sexual, se
verán enredadas en una situación de conciencia
inextricable. Jamás sabrán si un acto suyo es culpable o no; les acompañará, como una maldición,
la sensación de culpabilidad.
Es, pues, evidente que el sentimiento de culpa es una enfermedad síquica que hay que luchar
por eliminar. En cambio la conciencia de pecado es
una madurez hacia la cual hay que ir llevando a todos los hombres. Porque pecar es de hombres, pero
tener conciencia de todo ello y acusarse humildemente sólo es de hombres maduros. Pero el hombre maduro que se arrepiente de su pecado y sufre
con responsabilidad las consecuencias del mismo,
queda moralmente tranquilo y en paz (163.
En el terreno sexual todo ser humano debe estar en condiciones de emitir él mismo un juicio
sereno sobre su responsabilidad en cualquier fenómeno sexual que le ocurra. Mientras no llegue a
eso, debe considerarse como inmaduro y aún como
neurótico.
(16) Cfr. Sta. Teresa, Obras Completas, BAC, Madrid 1976, p. 39, n. 3 del
Códice de Valladolld.
111
El sexo no debe ser un problema para el hombre o
la mujer consagrados
En nuestra formación hemos sacado al sexo de
su lugar y le hemos atribuido demasiada importancia. La importancia la tiene la formación de la personalidad completa, no de uno de sus elementos.
Cuando el sexo y sus problemas llega a ocupar el
primer puesto en la atención de una persona, algo
va mal en ella. Prestarle demasiada atención es
dis-locarle y a la vez inflarle. En esas condiciones no se puede ni siquiera intentar curarlo, porque
la primera condición para esto debe ser darle sólo
la importancia que tiene, no más.
Querer curar los problemas del sexo, atendiendo sólo a esos problemas, es desconocer la naturaleza unitaria del hombre. O sería intentar la curación de una infección en un dedo atendiendo sólo
al dedo. Esa era la táctica antigua. Hoy día un buen
médico sabe que el dedo no está aislado y que su
infección influye en todo el organismo. Empieza,
pues, por estudiar la situación del todo y por ahí
llega a la salud de la parte.
Del mismo modo, cuando un religioso está obsesionado por el problema sexual, algo va mal en
toda su vida de consagrado. Si esta fuera intensa,
si él se encontrara centrado, realizado, y entregado
al apostolado, ese problema o no se hubiera presentado o estaría en vías de solución.
Sería una excepción de esta norma el hecho
de que ese problema lo viene arrastrando desde la
infancia, en la que se vio envuelto en traumas de
tipo sexual, cuando él no podía librarse personalmente. En ese caso es indispensable ayudarlo a
desenredarse, porque su enredo fue anterior al desarrollo de su personalidad. Sin la ayuda externa,
seguiría liado toda la vida.
Pero, cuando el enredo es posterior a sus votos, es que ha habido complicidad en su interior:
es un problema de la persona, antes que un problema del sexo solamente:
No ve claro su papel o su identidad como
religioso, no le encuentra sentido a su vida, ha empezado a envidiar la felicidad del hombre casado,
se ha dejado enredar por el materialismo ambiental
de la sociedad de consumo. Total: falla de su personalidad.
En ese caso aparece con energía el problema
del sexo. Y es probable que no tenga solución, porque la solución está en otra parte. Si esa otra parte
—su personalidad total— no se pone en la dirección
en que la virginidad tiene sentido, todo intento estará condenado al fracaso.
Lo cual nos demuestra que es un contrasentido
colocar los problemas del sexo en primer plano. En
sicología, supuesta una mínima salud desde la infancia, los grandes problemas son los que tienen relación con el fin y el objetivo de la vida consagrada.
Todo hombre lanzado con energía en la consecución
de una meta —la redención del pobre, la justicia, el
auténtico conocimiento de Cristo, la influencia salvadora de la Iglesia— sentirá cómo todas sus energías
síquicas se aunan, se totalizan y su vida tendrá una
eficacia que despertará el interés ajeno.
En cambio, toda vida rutinaria, gris, sin entusiasmo por un ideal, conformista, instalada, ritualista y apagada en la dirección en que la virginidad
tiene sentido, se verá pronto envuelta en problemas
sexuales claros u ocultos.
La integración del sexo sólo puede verificarse
cuando una fuerza superior lo asuma y lo enrole
en su marcha triunfante hacia adelante. Y entonces
el sexo dejará de ser problema. A lo más, en alguna
ocasión, será un aprieto que exigirá atención. Pero
pronto volverá a marcar el paso en la dirección en
que marcha hacia adelante toda la vida.
El verdadero sentido del celibato-virginidad
La virginidad es libertad frente a la carne. La
carne no es mala, cuando está vivificada por el espíritu; pero es muerte, cuando el espíritu está au-
112
113
8 Sicología y vida consagrada
senté. A nuestro derredor la humanidad hiede por
su podredumbre carnal.
La virginidad auténtica, en cambio, es el buen
olor de Cristo que nunca ha faltado en su Iglesia.
La virginidad irá siempre unida a nombres que no
podrán olvidarse jamá3 de la iglesia: La Virgen-Madre, honor de nuestra raza, y Juan el discípulo, a
quien la encomendó Cristo en la cruz; Pablo de
Tarso, el gigante por el amor de Cristo, Inés y Cecilia y Catalina de Sena y Teresa de Jesús; Clara y
Escolástica, Bernardiía de Lourdes y María Goretti,
Benito de Nursia, Bernardo de Claraval, Francisco
de Asís y Domingo de Guzmán, seguidos de todos
los Fundadores de las familias religiosas. Ignacio
de Loyola, José de Calasanz, Vicente de Paúl, Juan
Vianney, Francisco de Sales y Antonio Claret; Pedro
Claver y Martín de Porres. Nada ha producido la
humanidad que se les pueda comparar! Y es imposible no ver un lazo directo entre su grandeza en
el espíritu y su virginidad consagrada al amor de
Cristo y la humanidad.
repetir la doctrina constante de la Iglesia. Lo ha
hecho en otras muchas ocasiones. Nuestros Obispos reunidos en Puebla lo han repetido, al hablar
del Ministerio Jerárquico (nn. 659-720) y de los Religiosos (nn. 721-776).
Pero la virginidad es un "don" del Espíritu: Nadie puede lanzarse a la divina aventura de su cumplimiento, si no ha recibido ese don. Pero los que
lo hemos recibido debemos custodiarlo sin bajar la
guardia un momento: llevamos el tesoro en vasos
de barro. Bien lo sabemos! No hay que tentar al
Espíritu, sino serle constantemente dóciles y agradecidos! Seamos el honor, no la vergüenza de la
Santa iglesia.
Esa es la raíz misma de nuestra virginidad: es
una flor brotada de la fe en el Hijo de Dios, fruto de
¡a fior que surgió de la raíz del viejo José.
La virginidad es ininteligible para el mundo.
Pero ha sido, es y será una intuición de los corazones cristianos iluminados por el Espíritu. Dondequiera que reine Cristo y viva el Espíritu surgirá
necesariamente la virginidad. La historia lo confirma
y nuestro tiempo y nuestros pueblos no pueden ser
una excepción. Así lo creemos.
Por eso, para cultivarla, es preciso beber continuamente de las fuentes que alimentan el Espíritu.
El Concilio Vaticano II reafirmó su vigencia en
la Iglesia en el Documento Perfectae Charitatis n. 12
y en el Presbyterorum Ordinls n. 16. Los Papas no
han dejado nunca de afirmar la voluntad de la Iglesia Católica Occidental de conservar el celibato-virginidad como distintivo de los sacerdotes. Juan Pablo II dirigió una carta a los Obispos y sacerdotes
el día de Jueves Santo de 1979, en que vuelve a
i
114
115
TEBCERA PARTE
1. CONTROL DEL "YO
Justificación del tema
Ya dijimos en la introducción que el problema
del " y o " es más hondo que el del sexo. Acabamos
de ver la transcendencia del problema del sexo. Decir ahora que el del " y o " es más ^rave, hará pensar
a más de cuatro si es esto posible.
Hay una razón que nos convence fácilmente de
esto: El sexo es la expresión del llamado instinto de
reproducción; pero el " y o " lo es del instinto de conservación. Ahora bien, lo primero es ser y luego reproducirse. De ahí que, cuando la vida está en peligro, el instinto sexual se inhibe. Sólo vuelve a
aparecer cuando la vida está asegurada. Durante el
proceso de una enfermedad grave desaparece toda
pulsión sexual; cuando vuelve a aparecer, es señal
de que el peligro de vida ha desaparecido.
Los problemas del sexo suelen ser más aparatosos, más escandalosos, pero no más graves.
Es más llamativo y gacetillesco enterarse de las
bajezas de un sacerdote homosexual y celoso, entregado a los más bajos instintos, llegando hasta
protagonizar una batalla campal con un amante traidor, quedando los dos hechos nada a bofetadas mutuas. .. que comprobar por propia confesión el conjunto de zancadillas, engaños, bajezas y audacias por
las que otro sacerdote llegó a los altos puestos de
la jerarquía, empleando después su puesto para fines inconfesables y miserables. Aquello es más vergonzoso y feo; esto es en cambio más abyecto y
despreciable, a la par que nos demuestra que el " y o "
(en este caso el orgullo) destruye lo más sagrado
del alma y es capaz de comprender a hombres real117
mente notables por sus talentos, de derribar los
altos cedros del Líbano y hasta de apagar las luces
de los brillantes luceros del firmamento.
Mi experiencia sicoterapéutica me ha convencido de la increíble potencia destructora de esa
fuerza síquica que llamo el "yo".
En esta segunda edición he rehecho casi totalmente el estudio sobre el mismo. Cada día se ahonda mi experiencia en este punto; la que nace del
conocimiento propio y del de los demás.
Al estudiar el origen del "yo", no sigo totalmente a los sicólogos, ciertamente beneméritos, que lo
atribuyen exclusivamente al entorno en que crece el
niño; doy cabida en mi estudio a aquellos otros sicólogos, que siendo más filósofos y teólogos que los
anteriores, son también más esencialistas. Me explico: Hay sicólogos que abominan de la Filosofía y
Teología. Creo que su posición es peligrosa, porque
esas ciencias son ciencias del hombre y aportan mucha luz sobre el mismo. Sin su contribución no es
posible comprender al hombre. Diría yo más: ciertos sicólogos existencialistas que atribuyen al ambiente todas las energías que mueven al alma, son
incapaces de explicar la resultante de muchas situaciones humanas. Es un hecho admitido por todos
que dos niños que han recibido la misma influencia
ambiental familiar (dos mellizos, por ejemplo) siguen
después en la vida direcciones morales distintas y
aun antagónicas. Lo cual quiere decir que un ser humano existe, "es", antes de recibir influencias ambientales o de influir él a su vez. Esto no tiene otra
explicación que admitir que esas dos siques son distintas independientemente del ambiente en que discurre su existir. El misterio del ser, de esa realidad
que significo cuando digo "YO pienso", "YO hablo",
es el asiento y raíz de todo obrar sicológico y la
última explicación de toda conducta moral responsable. Por eso en esta edición hablo de las tendencias del YO, después de haber hablado de las in118
fluencias sobre el bebé, que son el origen del
" y o " (1).
Con esto admito la luz de la fe sobre el misterio
de la vida y sobre el misterio sicológico: la existencia del bien y el mal y su explicación no entra en el
ámbito de la Sicología. Confieso, poniendo todo el
énfasis que sea preciso, que he podido llevar a la
salud síquica a muchas personas, porque ellas y yo
éramos creyentes. Digo en alguna parte de la obra
que la fe es el primer agente de salud síquica: Dios
es la salud del alma. Cuando Cristo dijo en casa de
Zaqueo: "Hoy ha venido la salud a esta casa" (2),
de qué hablaba, ¿de salud o de salvación? (3). Cristo
llevó a Zaqueo las dos cosas, porque ¿acaso son distintas? La salud es el camino para la salvación. Yo
creo estar en condiciones de afirmar que, si el mundo viviera las Bienaventuranzas evangélicas y todos
los hombres dijeran " s í " cuando es " s í " y dijeran
"no" cuando es "no", desaparecerían las neurosis
del mundo. El ambiente de mentira en que vivimos
es la causa de todos los enredos que llamamos problemas humanos y estos problemas son el origen
de todas las neurosis. La neurosis empieza, como
vamos a ver, cuando empieza el bebé a torcer el
camino de su expansión vital recta y pura; pero el
niño nunca emprendería el camino torcido, si los mayores no le hubieran torcido antes que él, es decir,
el " y o " del niño es un eco del " y o " de los mayores.
Con esto estamos diciendo que el " y o " es el padre
de todas las desviaciones existenciales que engendran las neurosis. Difícilmente es atacable esta afirmación, que parecerá a muchos atrevida. Pero les
parecerá atrevida a quienes no se han puesto en
serio a curar deformaciones síquicas. Si alguno lo
ha intentado en serio, tendrá derecho a opinar, pero
no admitimos el testimonio de quienes han ejercido
la sicoterapia como profesión, al menos que demues(1) Véase después Pág. 121 la explicación sobre la distinción entre YO y
" y o " . El " y o " es el mismo YO contagiado y desviado.
(2) Lucas 19,9.
(3) " H o d i e salus hule domul facta e s t " dice el texto latino. La palabra
" s a l u s " significa tanto salud como salvación.
119
tren que no la han ejercido con ánimo de lucro. El
interés y el lucro harían nulo su testimonio. Si desaparece del horizonte todo género de lucro, empieza
uno a comprender que el mal del alma que más enferma, es el mal de la humanidad que volvió la espalda a Dios y a su precepto del amor y de la verdad. En esta afirmación va encerrada toda mi experiencia como sicoterapeuta: que me crean o no depende del " y o " del que me lea.
Pasemos, pues a ver qué es el "yo", cómo nace,
cómo crece y cómo obra.
2. ¿QUE ES EL "YO"?
1? ¿Qué queremos significar con la palabra "yo"?
En esta parte del libro vamos a emplear muchas
veces la palabra "yo". Esta palabra es seguramente
la palabra que más usamos todos. Pero en Filosofía
y en Sicología se usa con significados muy diversos,
de suerte que es natural que nosotros precisemos
en qué sentido la usamos. ¿Qué quiero decir, cuando digo que para ser maduro es preciso destruir el
"Yo"? La frase es ambigua y puede entenderse de
muy diversas maneras. Es absolutamente necesario,
pues, que precisemos el sentido de esta palabra,
que es la clave de cuanto queremos decir en esta
Tercera Parte del libro.
a)
La palabra "yo" significa el resto síquico animal
en el hombre. El aislamiento
Cuando hablamos de la integración del sexo dijimos que el paleoencéfalo es el "resto fisiológico
animal en el hombre (4). Bajo el mismo aspecto decimos ahora que el " y o " es el resto síquico animal en
el hombre. En la evolución el hombre, éste ha heredado mucho de los animales de los que procede; ha
heredado elementos fisiológicos y elementos sico
lógicos. El " y o " es el elemento síquico heredado de
(4) Véase Pág. 57 y ss.
120
los animales. Decimos esto, porque el animal vive
en un absoluto aislamiento en relación a sus congéneres. Tal vez la expresión sea excesiva. A cualquier observador atento aparece claro que el juego
de los gatos o los perros, por ejemplo, supone una
cierta comunicación síquica. Pero a pesar de ello
esos mismos animales carecen de solidaridad, por
ejemplo, en la enfermedad. Los animales sólo se relacionan en la agresión, en el apareamiento sexual
y en el gregarismo. La misteriosa colaboración de
las hormigas, por ejemplo, no rompe este aislamiento síquico de que venimos hablando. La vida animal
carece de puentes entre los individuos.
La podemos representar por un círculo abierto
únicamente por la agresión, el apareamiento y el
gregarismo:
Agresión < - [
; > • * > « e * n l « * > «««•«
Gregarismo
La falta de lenguaje manifiesta más que ninguna otra cosa el aislamiento de la vida síquica animal. El aislamiento es, pues, el estado normal síquico de los animales.
Cuando un ser humano vive en el aislamiento,
no ha superado el estadio evolutivo animal. A este
aislamiento lo llamamos el "yo", el cual nos priva
de la comunicación síquica, elemento necesario para la madurez humana.
b)
La palabra "yo" significa el "ego-centrismo", su
símbolo es el bebé
El bebé es un ser absolutamente ego-centrista
y en cuanto tal cerrado. Desde el nacimiento emprende un viaje hacia la comunicación, que lo hará
121
maduro, partiendo del aislamiento animal, aunque
existe una misteriosa comunicación síquica con la
mamá, de la que carecen los animales. Del bebé
podríamos incluso decir que es un ser brutalmente
egocentrista. Por ejemplo: si un bebé se encontrara
en la alternativa de no mamar para respetar la vida
de la mamá o de mamar matándola, no dudaría en
matar a la mamá. Su egocentrismo no tiene aún el
contrapeso de la "responsabilidad", entidad síquica
que no aparecerá hasta mucho tiempo después.
El bebé exige servicio sin devolver ayuda a nadie. Su relación con la mamá o con cualquier otro
ser, es una relación egocéntrica.
El bebé aún no es hombre, pero la relación con
la mamá, a la que suponemos madura, le va a introducir en la vida síquica humana.
El bebé es inmaduro, por que aún vive aislado
y re-concentrado. Su imagen podría ser ésta:
Todo ser humano que se cierre sobre sí mismo
y cifre su vida en exigir sin dar, es un bebé sicológicamente.
Conociendo la vida, es imposible dejar de llegar a esta triste consecuencia: son más los hombres y mujeres "bebés", que los maduros!
Si miramos la vida humana por el extremo síquico opuesto al del bebé, por el de la mamá, veremos
que la madurez consiste en servir, en entregarse,
en darse, en salir del aislamiento y comunicarse
entregándose. La madurez es la entrega: su símbolo
es la "mamá".
122
El bebé y la mamá (ideal) ocupan los dos extremos de la evolución humana. Lo podemos representar así:
J_Bet£
Y la madurez de la mamá, que se entrega a su
bebé, que pasa las noches sin dormir y los días sin
comer olvidada de sí misma y entregada a buscar
la salud del bebé la podríamos representar así:
Tú=Bebé
La mamá da sin exigir; su relación con el bebé
es una relación "vectorial". Esta es la relación humana madura, o sencillamente "humana". A esta
relación perfecta se llega solamente en el amor.
Por eso el amor es el estado síquico humano perfecto, total. No se puede ir más allá.
Pero a este final, que debería ser el final de
la evolución de todo ser humano, no llegan sino
muy pocos individuos de la especie humana. La
evolución síquica del ego-centrismo del bebé al
alo-centrismo de la mamá ideal, se malogra la
mayoría de las veces. Los hombres ocupan una escala casi cromática entre la inmadurez del bebé y
la madurez de la mamá ideal, amontonándose los
mortales abultadamente en la región del "bebé-ismo"
y escaseando pobremente en la región de la adultez
síquica o de la madurez.
123
De la animalidad a la humanidad el paso es
lento, difícil: lo impide el "yo". De la carne al espíritu la evolución es paulatina y exige esfuerzos y
sacrificios. Como en la civilización técnica-materialista en que vivimos se vive para lo fácil y para el
placer sensible, la evolución síquica se malogra en
la casi totalidad de los seres: mientras amontonamos riquezas, nos empobrecemos síquica y espiritualmente y la "humanidad" camina rápidamente
hacia la animalidad; estamos en un estado de regresión, el camino opuesto al natural.
La educación consiste en llevar a cada individuo
del ego-centrismo del bebé al alo-centrismo de la
mamá ideal.
Si tuviéramos que representar gráficamente el
proceso educativo auténtico, radicalmente distinto
de almacenar conocimientos (lo que Freiré llamó
enseñanza bancaria) lo representaríamos así:
Principio / V T X
de la
t í
^*%\
educación: l L Y o J 1
EL BEBE \ ^ « ^ /
^*¥^
xl¿"
•Tú
fft¡^\
A ( J¡/\ \ Final de la
\ V J | 1 / / educac!ón:
> o / LA PERSONA
Toda educación que no consiga esta abertura
hacia el " t ú " , es nula. Toda educación que la consiga, aunque la mente carezca de muchos datos
científicos, será un triunfo de la humanidad sobre
la animalidad subyacente en toda sique humana.
Pero el problema educativo consiste en el cómo
lograr esta liberación, o mejor, esta muerte del " y o " ,
porque el " y o " que se encierra y exige se entroniza
como " y o " auténtico; el " y o " que se abre, que se
lanza hacia el otro y se entrega, muere como " y o "
y resucita como "persona". Por eso hablaremos luego de dos líneas de conducta: la línea del " y o " y
la línea de la "persona". Con esto ya tenemos los
datos para definir luego el "yo" y la "persona". La
palabra " y o " significa, pues, egocentrismo.
124
c)
La palabra "yo" significa también la "indigencia
nativa y el "miedo" constitutivos de! ser humano
Podemos intentar otra manera de comprender
lo que es el " y o " , no menos fecunda que la anterior. Hasta ahora hemos considerado el " y o " como
aislamiento y como ego-centrismo.
Pero el ser humano, si por una parte arranca
del aislamiento animal, por otra surge como algo
incomprensible —si queda aún en los hombres la
capacidad de admirarse y pensar— del misterio de
la nada. Lo más humano es la indigencia original con
que viene al mundo. Por eso, decía un autor, que
algo horrible está ocurriendo en el mundo desde
que se ha perdido la posibilidad de caer de rodillas ante una cuna. El origen de cada ser humano
es un misterio sobre el cual la humanidad se empecina en no meditar. De ahí el extravío de los
hombres.
El ser humano llega al mundo en la más absoluta impotencia para valerse a sí mismo. La ciencia
dice que nace un año antes de su madurez fisiológica. Es un año de extero-gestación. Pues bien, esa
impotencia original crea en él, en todo su ser, una
sensación inconsciente de miedo, de angustia. Freud
habló el primero del trauma del nacimiento. Es el
mayor trauma de la vida y el que deja en la sique
una huella indeleble. No importa que esa sensación
se recubra después con una seguridad en sí mismo,
nacida de experiencias positivas; pero en las situaciones-límite el hombre vuelve en cualquier edad
a sentir la misma impotencia y el mismo miedo.
En esto es la sicología la que tiene la palabra, porque sólo ella ha conseguido entrar, aunque tímidamente, en esa región llamada inconsciente, donde
permanece agazapado ese miedo constitutivo.
Decía un sicólogo que los mayores enemigos de
la humanidad son el miedo, el sentimiento de culpa,
el de inferioridad y la desconfianza. Basta reflexionar un poco para percatarse de que en realidad
esos enemigos no son más que uno: el miedo.
125
No son ningún argumento contra lo dicho ni la
arrogancia paranoica de Hitler, ni la crueldad animal de Stalin, ni la apariencia de perdona-vidas de
ese millonario que sale del carro con arrogancia,
ni la sonrisa exaltada de esa joven a quien se le acaba de comunicar que ha sido elegida reina de la
Belleza, ni el orgullo de ese seudo-sabio, a quien
basta con oír hablar para aplicar el adjetivo de
creído.
Todas esas reacciones síquicas son "poses"
que han sido inventadas por el inconsciente para
mal disimular el miedo que se agazapa allá en lo
hondo del alma. Stalin murió de miedo a Beria. Hitler se suicidó cobardemente, pues no se atrevió a
mirar cara a cara su responsabilidad ante el tribunal
de sus vencedores.
La filosofía existencial moderna y la imagen
del hombre que ella construyó, como "ser-para-lamuerte", es una constatación de que el miedo es
un elemento constitutivo del hombre.
El miedo es la raíz de la desconfianza. Superar
el miedo y la desconfianza en una sique son tareas
de guapos. Sólo quien lo haya intentado lo sabe,
idealmente hay dos medios: suprimir el "ego" que
aisla y encontrar un punto seguro de apoyo, infalible
y confiable: Dios. Sin el " y o " se llegaría a la comunión regenerativa; con Dios tendríamos la seguridad absoluta más allá de la misma muerte. Dios
es la mejor fuente de salud síquica.
Veamos una implicación síquica de la indigencia
constitutiva del bebé y del miedo consiguiente:
d)
La palabra "yo" significa la actitud negativa
Llamamos actitud a la reacción de un individuo frente a algo que se le opone y de lo cual
puede temer algo o esperar algo "para-sí". La actitud
nace de la indigencia.
Como vemos, la actitud tiene que ver, nada
menos que con el llamado instinto de conservación, que no es otra cosa que una intuición rapidísima de lo que puede atentar contra la vida. Su
126
objeto es conservar la vida y ese instinto es más
seguro y más rápido que la misma inteligencia. En
momentos de peligro desaparece la supra-estructura —esto es, la inteligencia— y aparece el instinto
que ve más claro y obra más rápido. El instinto de
conservación es más profundo que el de reproducción; esto es, el " y o " , expresión síquica del instinto
de conservación, es una instancia síquica más profunda que el "sexo", expresión del instinto de reproducción.
Cuando el " y o " se encuentra frente a personas
o cosas, siempre atiende en primer lugar, aunque
sea inconscientemente, a lo que le puede favorecer y
ayudar a lo que le puede dañar y aun destruir. En
el fondo de esta reacción (que llamamos "actitud")
está el miedo al daño o ¡a esperanza de la ayuda.
Por eso la motivación más universal de la conducta humana es la necesidad, de suerte que saber
lo que necesita un hombre es saber el resorte secreto de su conducta. Pero otro resorte tan frecuente de la conducta de un individuo es saber lo que
teme. La vida humana está dividida entre la esperanza y el miedo. La esperanza es energética y dinámica; el miedo es restrictivo y destructivo. Los dos son
síntomas de su indigencia constitutiva ontológica.
El miedo crea la inseguridad y esta la indecisión; el miedo, la inseguridad y la indecisión crean
el sentimiento de inferioridad, que puede generar
el complejo de inferioridad, el enredo más peligroso de la sique y la enfermedad de más difícil
curación.
Y todas estas actitudes negativas, como ríos
negros que surcan la sique, van almacenando sus
aguas en un mar amarguísimo que llamamos angustia. La angustia es la sensación de la nada sobre
la que se asienta la vida humana. Y al mismo tiempo la sensación de no poder huir de ella, de no
poder escapar de sus aguas. Si alguien pudiera
arrojar en ese mar algún punto de apoyo sobre el
cual poder crear un anhelo de vida, esto es, la esperanza de conseguir algo, de llegar a alguna meta,
habría vencido a la angustia. Habría sustituido la
127
inseguridad con ¡a seguridad, la indecisión por la
decisión, el miedo por la ilusión, y habría acabado
con el sentimiento de inferioridad: habría redimido
a la humanidad.
Decía C. G. Jung que los dos arquetipos más
profundos de la sique, los dos focos de herencia
humana más antiguos, son el de madre —el ser
que nos lo ha dado todo— y el de enemigo —el
ser del que lo tememos todo—.
Por eso el gesto más rápido en momento de
peligro es el de defensa de la cabeza y el grito
más espontáneo el de "madre mía". Son las dos
expresiones más hondas, la de pedir ayuda y la de
expresar temor.
El origen de las actitudes está en la infancia:
lo que en el hogar se nos presentó como favorable,
amigo, bueno, ventajoso, interesante, seguiremos
mirándolo así durante toda la vida. Lo que en la infancia nos presentaron como malo, perjudicial, adverso, peligroso, dañino, enemigo, contrario, seguiremos mirándolo así durante toda la vida, al menos
que una concientización posterior haga ver la realidad bajo otra luz.
2?
Constantes o "vectores de conducta" de la línea
del "yo" (5)
a) Tendencia a "gozar": Conducta hedonística,
libidinosa, afeminada; incapaz de soportar el dolor,
el sacrificio, las dificultades, la renuncia.
b) Tendencia a "dominar": Conducta impositiva, tiránica, despótica, arrogante, presuntuosa, obstinada, terca, intransigente, rígida, fanática, dogmática, susceptible y polemizadora. Y, si no lo consigue,
conducta amargada, resentida.
c) Tendencia a "brillar": Conducta vanidosa,
orgullosa, creída, engreída, que busca consciente o
inconscientemente gloria, aprecio, estimación, posición, prestigio, notoriedad, apariencia, oropel, aplau(5) Inspirado en las Tendencias del "yo",
según Lersch, o. c. Págs. 116-137.
so, alabanza, estimación, brillo, respeto. Conducta
descortés, grosera, desconsiderada, arbitraria, astuta, hipócrita, incapaz de entrega, de servicio, de entusiasmo por un ideal o por una persona o por una
empresa generosa. Incapaz de colaboración, de participación o de comunión. Conducta tímida, aislada,
insegura, indecisa, retraída, penosa, huidiza; propia
del que se cree inútil, indigno, malo, despreciable,
pecador.
d) Tendencia a tener más: Conducta egoísta,
interesada, ávida, codiciosa, rapaz, acaparadora, ventajosa, insaciable, tacaña, envidiosa, utilitaria, de rivalidad.
e) Tendencia a exigir de los demás: Conducta aprovechada, exigente, arrogante, inmodesta, inspirada por la aspiración a brillar, a dominar, a
poseer, a subir, a pasarlo bien.
f) Tendencia a vengarse: Conducta violenta,
brutal, insidiosa, astuta, inspirada en el "odio" y
dirigida a eliminar al contrario o rival.
¿Habrá alguien capaz de comprender lo que
esa lista macabra de adjetivos supone para la vida
humana? cada uno de ellos señala una herida en
nuestra naturaleza y todos juntos demuestran que
el hombre es un "leproso". Otra imagen nos demuestra la gravedad de la enfermedad del " y o " . Lo
podemos comparar al cáncer. Lo que para el cuerpo son esos dos flagelos inmisericordes, la lepra y
el cáncer, es para el alma el egoísmo o el orgullo.
Como el cáncer se ramifica por todo el cuerpo sin
que el enfermo lo note y cuando lo advierte se ha
apoderado del organismo, así las tendencias del " y o "
van invadiendo la sique insensiblemente, incluso
suavemente —como ocurre con las alabanzas, la adulación, los triunfos.. .—, inconscientemente y cuando aparece en la superficie, son incurables. ¿Quién
intentaría curar a un Hitler de su megalomanía?
¿Qué pasó a Juan el Bautista, cuando intentó curar
a Herodías? ¿Qué le pasó a Cristo cuando intentó
salvar a Anas o Caifas? ¿Qué le respondió Pilatos
cuando, por debajo de su orgullo, quiso Cristo esta-
128
129
9 Sicología y vida consagrada
blecer con él un contacto humano? "¿No sabes que
tengo poder para soltarte o para condenarte?". Pero
Cristo le descubrió la falsedad de su poder: "No
tendrías poder alguno, si no se te hubiera dado de
arriba".
Esas tendencias son una amenaza constante
para la Iglesia como obra de Dios en el mundo:
¿Cómo habrá sido posible que la Iglesia haya sobrevivido 20 siglos estando compuesta por seres
orgullosos, vanidosos, hipócritas, perversos, degenerados, vengativos, obscenos, brutales...? Y así
somos.
Se comprende que la Iglesia esté en continua
necesidad de reforma en la cabeza y en los miembros, como decían después del Concilio Tridentino.
Pero esas tendencias le impiden ejercer con
eficacia su misión, en especial algunos aspectos de
esa misión. Por ejemplo:
Vemos ahora, después del Vaticano II, que la
Iglesia tiene una clara e insoslayable misión profética. Pero, ¿cómo ejercerla, teniendo que encarnarse
"el profeta" en seres minados por ese cáncer del
"yo"? ¿Quién se atraverá a levantar su voz contra
todo lo que en el mundo significan esos adjetivos
reseñados arriba, estando él mismo infectado? Pero
el espectáculo más triste es el de aquellos que
pretenden ejercerlo desde su amargura, su resentimiento, su orgullo o su sibaritismo. Y ha sido frecuente este espectáculo. Profetas sólo pueden ser
los que hayan arrancado heroicamente de sí mismos el cáncer del " y o " : Juan el Bautista, Pablo, Jerónimo, Agustín, Benito, Bernardo, Francisco, Ignacio,
Vicente de Paúl, José de Calasanz, Juan Vianney,
Maximiliano Kolbe, o Elias, Amos, Jeremías, Isaías.
Ese virus es particularmente pernicioso para
otra imprescindible misión actual de la Iglesia:
crear "comunidades donde se viva auténticamente
el cristianismo". Repásese la macabra lista anterior
de adjetivos y se comprenderá que la pretensión es
una locura, si la Iglesia no contara con la luz y la
fuerza de Cristo.
130
La consecuencia se impone ella sola: el " y o "
es el enemigo. El enemigo de cada hombre y el enemigo de las sociedades, sean las que sean.
3? Constantes o vectores de conducta de la línea
de la persona
a) Tendencia a la "libertad", a la "independencia", a la "autonomía". Conducta responsable.
La libertad, la independencia y la autonomía
son manifestaciones de la persona. Pero, cuando
son verdaderas. Y, ¿qué hace que la libertad, la
independencia y la autonomía puedan ser "falsas"?
Hay una respuesta que, al menos, hace pensar: el
hecho de que las tres pueden ser puestas al servicio de la pequenez, ceguera y aislamiento del " y o " .
La libertad entonces se queda en libertinaje; la
independencia en rebelión y la autonomía en sublevación contra lo normativo que da sentido a la vida.
Cuando un individuo de la especie humana aduce
su autonomía, por ejemplo, para independizarse de
la verdad, ella se convierte en suicidio. Pero ese individuo lo hace para constituirse él en "verdad". Ha
hecho aparición el " y o " enroscado sobre sí mismo.
Pero son muy pocos los hombres que sepan
excluir su " y o " del ejercicio de su libertad, de independencia y de su autonomía. La humanidad está
lejos de saber usar su "libertad", aunque todos la
reclaman y con derecho.
Lo cual quiere decir que en el ejercicio de la libertad son más los hombres que siguen la línea
del yo que la línea de la persona, aunque la libertad,
la independencia y la autonomía son hijas de la
persona y no del yo.
131
b) Tendencia a la "convivencia, la comunicación, la asociación, la colaboración, la imitación, la adaptación. Actitud de estar-conel-otro.
Conducta social. A c t i t u d de "estar-con-el-otro".
Esta tendencia se aleja más del aislamiento y
del miedo propios del " y o " . Seguirla es salvarse,
porque el hombre se construye en la comunicación
"con-el-otro".
Pero existe en la sique humana una tendencia
al aislamiento múltiple y misterioso. Un gran número de seres humanos son incapaces de la comunicación intei-personal por múltiples motivos.
Esta tendencia ¿es congéniía o adquirida? Puede considerarse en algunas ocasiones como congénita, puesto que dijimos que el retraimiento es un
resto síquico que nos quedó de nuestro origen
animal. El mismo C. G. Jung dice que la introversión es caracterológica en muchos seres humanos. Pero en otros el aislamiento es fruto de la
experiencia y por eso sería una tendencia adquirida.
Si las primeras experiencias de la vida transcurrieron al lado de seres egoístas, desconsiderados y
aun brutales, se inicia una tendencia al aislamiento
y ai miedo. En el extremo de esta línea de movimiento síquico está la soledad y la soledad es la
muerte síquica. Ella sola tiene llenos los hospitales
mentales y muchos de los seres con quienes nos
rozamos en la calle llevan el alma muerta por los
zarpazos de este mal implacable.
En cambio la comunión entre dos seres humanos es la felicidad en la que sueñan todos los que
se casan aunque luego el " y o " los aleje inmisericordemente de ese hermoso ideal. La comunión con
Dios es la meta de toda vida " r e l i g i o s a " , viva en
el estado en que viva; también esta sublime meta
es imposible de alcanzar para los que no han conseguido pasar de la línea del "yo" a la de la "persona", aunque luego sea preciso el elemento sobrenatural.
c) Tendencia a la benevolencia, a la bondad,
a la ayuda y al amor. Conducta de comunión con el otro; actitud de ser-para-el-otro.
Vamos avanzando hacia " e l o t r o " como salvación del- aislamiento y el miedo, productos del " y o " .
Ahora se va desplazando el centro de interés del
individuo: ya no está en el " y o " ("yoísmo"'), sino
en " e l o t r o " ; del ego-centrismo pasamos al alocentrismo.
En el término de este movimiento hacia el otro
está el amor. Pero el amor es un misterio, misterio
que consiste en que no se le ve término a ese movimiento que se aleja del " y o " : aun en el amor humano existe un horizonte infinito por delante. En
el amor al otro " s e le busca y se le percibe como
un i d e a l . . . " . "Toda idea representa un valor de
s e n t i d o " . " N o s parece como un valor que deriva su
validez de su posición en la esfera que excede a
la corriente de la temporalidad humana y a la inquietud por el cuidado de la existencia, perteneciendo al orden y plenitud supratemporal del mund o " (6).
El amor es la ventana más amplia por la que
el ser humano tiene acceso a lo trascendente.
Este es también el origen de los prejuicios, de
los aprecios y desprecios, de discriminaciones e instrumentalizaciones, de partidismos y sectarismos, de
nacionalismo y racismos, de límites y obstrucciones
síquicas que impiden a los hombres relacionarse
abiertamente, colaborar, comunicarse, comprenderse
y amarse. Todo esto es obra del " y o " estrecho, porque está lleno de miedos absurdos y de esperanzas
quiméricas.
El individuo egótico es como el erizo, rodeado
de espinas y púas, viviendo siempre a la defensiva,
cerrado sobre sí mismo y enemigo de todos. Toda
la educación consiste en cambiar ese erizo por un
confiado colibrí que va de flor en flor libando la miel
de cada una de ellas.
(6) Lersch Ph., o. c. Pág. 152-153.
132
133
4' Definición del "yo".
Resumiendo lo dicho, la palabra " y o " significa
en nuestro estudio:
—
—
—
—
el aislamiento de origen animal
el egocentrismo propio de la infancia
el miedo ontológico que ve peligros para la
existencia
la actitud negativa, nacida del miedo.
Esos elementos síquicos se concentran en una
unidad síquica a la que llamamos "yo".
Esa entidad es la más profunda de la sique y
es inconsciente casi siempre; existe en todos los
hombres. Freud fue superficial cuando dijo que la
instancia síquica más profunda era el sexo y Marx
lo fue igualmente cuando afirmó que lo era el factor económico. Esos dos factores motivacionales
son fuertes y universales ciertamente, pero no lo
más profundo de la sique. El " y o " es la expresión
del instinto de conservación, que es antes que el
de reproducción —el sexo—; el motivo económico
deriva su poder de una de las tendencias más fuertes del "yo", el egoísmo, el cual a su vez, es expresión del miedo ontológico de este ser que salió de
la nada y teme volver a ella.
Por eso el "yo es el enemigo fundamental en
todos los géneros de vida común: en el matrimonio
lo mismo que en ía vida religiosa y que en toda asociación humana; es la principal fuerza disociadora.
Veamos ahora su origen, su tipología, sus tendencias, su manera de actuar... (7).
(7) El " y o " es Inspirador de lo negativo de todas las culturas. En nuestra
cultura occidental inspira aquello que la tiene en decadencia tanto en
el mundo llamado capitalista como en el llamado socialista o comunista. El nuestro está carcomido por el afán de lucro y por el ansia
de placer carnal; el afán de poseer y de dominar por medio de lo
que se posee; por el individualismo más feroz y por la lucha de
todos contra t o d o s . . . Es imposible no ver en todo ello la acción
oculta del " y o " . Por eso la Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, ha
propuesto en Puebla la solución al mal mediante una acción pastoral
que va directamente contra el individualismo del " y o " : mediante la
comunión y la participación. (Véase Puebla Tercera Parte. Comunión y
participación, nn. 563-1.127).
134
3.
TIPOLOGÍA Y TENDENCIAS DEL "YO"
1? El miedo constitutivo del ser humano
El origen del "yo", entidad síquica definida antes, está en el miedo constitutivo, inherente a la
indigencia nativa, del hombre.
El niño nace en una absoluta indigencia y siente
con todo su ser peligros que le amenazan por todas
partes. El se siente pobre e indefenso.
No en vano siente miedo: su vida o su muerte
están en las manos de los seres que lo rodean. De
entre esos seres hay dos particularmente influyentes: Mamá y papá. Un poco más lejos están los
hermanos, y más alejados, abuelos, tíos, primos, etc.
Está el mundo con sus ruidos, su misterio, su influencia temible.
El niño, pues, nace y muere en relación. Primero
existe la relación niño-mamá y luego la relación niño-entorno (8).
Niño y mamá forman al principio UNA UNIDAD:
EL NOSOTROS CONSTITUTIVO u originario. Si el niño
siente que la mamá le acoge con todo su ser, se
afirma esta unidad; se siente seguro y tiene confianza: dos principios esenciales de todo crecimiento
síquico.
Pero la mamá es ella misma un ser inmaduro,
egoísta, y, como consecuencia de ello, duro, a veces
c r u e l . . . Eso hace que se rompa esa unidad primera, básica... Empiezan los problemas y empieza a
funcionar el " y o " se afianza el aislamiento, el egocentrismo y el miedo, empieza a estar en peligro lo
esencial en ese momento: la confianza del niño hacia la mamá. Por eso puede suceder un cambio esencial en el crecimiento síquico del niño: En vez de
dejar confiadamente que la vida se desarrolle bus-
(8) Hay otros autores que consideran más importante la relación niño-papá.
Por ejemplo, Erlc Berne en su Análisis transaccional o conciliatorio.
Claro que bajo el nombre de PADRE entiende él toda influencia que se
ha ejercido sobre el niño, imponiéndole leyes, preceptos, n o r m a s . . . Pero
por algo denominó a esa instancia síquica PADRE.
135
cando nuevas metas, el niño se coloca inconscientemente a la defensiva; las energías que deberían
emplearse en crecer confiadamente, se emplean en
defenderse... Ha empezado el camino de las neurosis, de los complejos, de los transtornos sico-somáticos, el camino de la muerte síquica tal vez!.. .
El " y o " ha empezado su carrera de muerte. La sique
se va intoxicando; la vida futura será difícil, problemática.
2? Del "yo" a la comunidad
De suerte que el niño ha pasado ya por dos fases: la primera de unión y confianza con la mamá y
la segunda de "yo-ismo", de desconfianza y ruptura.
Si no superara esta segunda fase, volviendo a
encontrar la primera de confianza y unión (aunque
la nueva unión sea ya distinta de la primaria), se
habría consumado el primer desastre sicológico, causa de todos los restantes desastres venideros. Veamos esto en un esquema: en él queremos sensibilizar los pasos sicológicos esenciales del ser humano
desde la imperfección de la infancia a la perfección
de la edad madura.
1 Posición
(nosística)
i 2 Posición
(yo-ística)
NOSOTROS
"YO"
(bebé + mamá) i (solo; a la
I defensiva)
3 Posición
(comunitaria)
JLA COMUNIDAD
i (|a p r o p ¡ a p e r .
j s o n a + el otro)
La 1* posición es originaria: El niño se siente
unido a la mamá y confía en ella. Si esta relación se
desarrollara sin tropiezos, no nacería el "yo". La
evolución síquica del niño sería sicológicamente normal.
Pero hay casos en que no existe ni esta primera
posición de confianza niño-mamá: Son los casos de
abortos frustrados o de intentos de asesinato en el
momento mismo del nacimiento.
136
La 2* posición: es la posición casi universal, en
que el niño siente el egoísmo de su mamá o de su papá o de los hermanos, rompiéndose así la confianza
hacia su entorno humano. Es casi imposible que la
educación familiar sea tan perfecta que el niño no
siente de alguna manera el rechazo afectivo y con
ello la herida y con ella la desconfianza: con la desconfianza hace su aparición el "yo". Y porque esta
experiencia es casi universal, todos somos, "yo-istas"
o egocentristas o egoístas" (9).
Y como el " y o " nace en una edad en que no ha
hecho aún su aparición la inteligencia y la reflexión,
el " y o " y sus reacciones, sus tendencias y sus complejos son inconscientes: las formas larvadas, sinuosas y complicadas en que opera son manifestaciones
de un instinto, el de conservación, y no necesitan
del concurso de la inteligencia, para conseguir sus
fines. Pero por haber estado ausentes la inteligencia y la fe cristiana en el origen mismo de esas formas larvadas y sinuosas, resultan con frecuencia
dañinas para el niño, aunque él las considere como
útiles y provechosas.
Esto último es importante: la mayoría de las
formas con que el " y o " cree defenderse son formas
de autodestrucción —el aislamiento, la desconfianza. Esta es la tragedia humana más honda, porque
esas formas se perpetúan y se convierten en mecanismos síquicos que nos tiranizan toda la vida. Los
casos concretos están ahí a la vista de todos; todos
hemos comentado alguno. La mayoría son formas
de placer corporal —comida, bebida, sexo, drogas
—y formas de orgullo o egoísmo— negativismo, obstinación, resentimiento, rivalidad...
(9) Obsérvese que el " y o " es el YO contaminado. Me explico: el YO es
esa realidad síquica-espiritual que señalo cuando digo " Y O pienso;
YO q u i e r o " . Si ese YO hubiera sido siempre amado, acogido, aceptado,
no existiría el " y o " . Es, pues, el " y o " la contaminación del YO, nacida del des-amor o el des-precio. Pero esto no siempre es verdad,
porque esta teoría supone que el YO es siempre sano y recto. Pero
aquí radica uno de los misterios del ser humano: Aunque ese YO hubiera sido amado siempre y jamás traicionado, habría hombres sicológicamente torcidos o tarados, porque falta considerar otro factor: la
herencia o el misterio que la Iglesia denomina " e l pecado o r i g i n a l " : el
misterio del bien y del mal.
137
Casi todas las formas de sicoterapia no tienen
otro finalidad que arrancar al hombre de las garras
de esos mecanismos inconscientes, que son su ruina con apariencia de satisfacción o de triunfo.
Por eso la 3- posición, la de la COMUNIDAD, es
difícil de alcanzar. Supone la superación de todos
los engaños del " y o " y la aparición de "la persona"
en su lugar. Esta meta la consiguen pocos en el
mundo. Los únicos que la han conseguido han sido
los "santos", iluminados por Dios y redimidos de
las miserias del " y o " por la fuerza del Espíritu. Algunos hombres, auténticos filósofos y sicólogos, han
conseguido por las fuerzas naturales, por ejercicios
síquicos, alcanzar metas muy hermosas en el desenmascaramiento de todos los enredos del " y o " (10).
Sin haber llegado a la hermosura de un Francisco de
Asís, de un Ignacio de Loyola o de un José de Calasanz, han conseguido triunfos muy notables. Y esos
triunfos son una magnífica preparación para la acción del Espíritu en la sique y para el triunfo de la
caridad de Cristo! De ninguna manera debemos despreciarlos. Y si somos prudentes, debemos emplear
los dos medios para desenmascarar al " y o " : la acción del Espíritu, y la concientización sicológica.
Nuestra vida comunitaria exige como condición
esencial una cierta maduración síquica. Sin ella es
imposible. Un solo individuo inmaduro, pueril, egótico, resentido o celoso, por ejemplo, destruye una
comunidad, si ésta no consigue eliminarle o convertirle. Esto último es difícil.
Una comunidad es una empresa acometida por
"personas", no de simples individuos humanos. La
(10) El modelo de todos ellos es Sócrates, pintado pe- Platón r n .«u-> Diálogos. Otro modelo universal de los mismos es Gandhi, el libertador de
la India. En otros hombres "grandes" el " y o " ha hecho destrozos. Por
ejemplo, en nuestro Bolívar. Su " y o " fue el causante de su desgracia
final. Su lucha con Santander, hija de su " y o " , fue fatal para él y
para Colombia. (Véase TORRES, Mauro. Bolívar, Perspectivas Slcoanalitica. Cultural Colombiana. Bogotá, 1968).
138
persona nace únicamente, cuando ha muerto "el yo".
No pueden convivir. Una persona es un ser humano
liberado del " y o " y sumisa a los valores transcendentes y obediente a la voz del Espíritu (11). Una
comunidad no es un simple grupo; no es una turba,
no una montonera de gente guiada por los instintos
primarios. Una comunidad es la realidad síquica más
perfecta de la convivencia humana: La comunión de
personas en un ideal común. Si se trata de cristianos, es la comunión de personas inspiradas por el
Espíritu, unidas para salvar al mundo desde Cristo.
3? Tipologías del " y o "
La sicología estuvo algún tiempo, por influencia
de Freud, obsesionada por el sexo. A partir de Adler,
su discípulo, lo está del " y o " . Y con razón. Esta dirección es mucho más promisoria.
Todos los sicólogos que han seguido a Adler no
han hecho otra cosa que estudiar el " y o " y la manera de desintoxicarnos de sus perversiones y su
ceguera. Y nos han enriquecido con puntos de vista
muy interesantes para llegar a conseguirlos. Han
creado tipologías —tipos de hombres— en las que
han descubierto algunas de las infinitas formas de
contaminación de la sique por la acción del "yo". Todas son diversas formas de "yo-ismo", es decir, diversas formas de ceguera del sujeto, consecuencia
de la mala confrontación del niño (o infante, púber,
adolescente o joven) con su entorno humano.
a)
Tipología de Künkel
Künkel (12) estudia la formación del " y o " como
efecto del enfrentamiento niño-mamá. Para ello se
fija solamente en una cualidad de los dos, la este-
(11) Véase después Pág. 158 una mayor explanación de la diferencia entre
" y o " y "persona", según nuestra interpretación.
(12) Frltz Künkel sigue la escuela de Adler. La obra suya que citamos aquí
nosotros se titula La formación del carácter, Editorial Paidos. Buenos
Aires, 1956. Entre sus obras es particularmente útil la titulada "Sicoterapia del carácter". Edit. Marfil. Alcoy (España) 1963.
139
nía (energía) y la astenia (debilidad). Esto simplifica
mucho la cuestión, pero nos da una visión útil de
ciertas leyes que dirigen la conducta humana. Pero
conviene que no olvidemos que se trata de una excesiva simplificación.
1.
Niño esténico (enérgico):
a) Mamá esténica: Si un niño esténico, se relaciona con una mamá egótica que también es esténica, el resultado es un choque duro entre los dos.
Pero en este choque siempre sale ganando el niño,
porque su energía es una fuerza irracional y la mamá tiene que ceder. Triunfa, pues, el niño y el resultado es un tipo NERÓN.
Los hombres tipo NERÓN son enérgicos, decididos, avasalladores, impositivos, tiránicos, brutales,
paranoicos; el hombre tipo Nerón no soporta estar
debajo; odia el segundo puesto e intenta conseguir
el primero, o conservarlo, aunque tenga que usar los
métodos de Stalín o Hitler. Son los hombres que
buscan el poder por el poder, a los que corrompe el
poder (13). Es tendencia de hombres, pero también
la padecen las mujeres, las cuales tienen medios para dominar al hombre, por el sexo o por la astucia.
Manifestaciones de este tipo pueden darse y se
han dado entre sacerdotes, religiosos y religiosas:
Algunas comunidades de éstas cometen aún el disparate sicológico de no apear nunca a la religiosa
que hicieron superiora una v e z ! . . . Yo he conocido
casos sumamente penosos!
b) La mamá asténica: Si un niño esténico tiene
que enfrentarse con una mamá asténica, alcanza el
triunfo con facilidad y resulta un niño tipo estrella,
porque la facilidad de su triunfo le ha engreído.
El tipo estrella es de mujeres más que de hombres, pero se da también en los varones. La persona
tipo estrella busca figurar en primer puesto, brillar,
aparecer, ser vista, triunfar, imponerse por la apariencia corporal principalmente, pero también por el
(13) El poder corrompe y el poder absoluto corrompe
140
ingenio, la agudeza, los chistes, buscan la gloria, el
triunfo, la admiración, la adoración inclusive. Son
seres orgullosos, vanidosos, presumidos, creídos.
Las mujeres anhelan ser reinas de Belleza corporal;
son huecas, exigentes, presumidas, viven en perpetua pose; pueden llegar a ser tiránicas, exigiendo la
admiración o vengativas, si no la consiguen. Por
brillar y aparecer lo revuelven todo, lo enredan todo,
lo envenenan todo.
En los hombres el tipo estrella puede llamarse
epííánico; seres a quienes el triunfo los emborracha
y llegan hasta el desmayo, como se cuenta de Bolívar
más de una vez. Todos piensan lo que dijo César, al
pasar junto a una aldea de las Galias: "Prefiero ser
el primero aquí que el segundo en Roma". Buscan el
primer puesto porque temen, como a la misma muerte, el puesto segundo.
La gioria, el triunfo y el éxito son un veneno
para la sique, Son muy raros, aun entre los religiosos, los que son inmunes a ese veneno; les resulta
luego poco menos que imposible retirarse y permanecer ocultos conservando el equilibrio síquico. También he conocido casos extremados en este punto
en hombres y en mujeres consagrados. Muchas de
las caídas ruidosas de estos personajes no han tenido otra causa que el desequilibrio síquico producido por el triunfo y el éxito, aspirados con fruición,
sin sospechar el amargo fruto que dejarían en el alma. En este punto el ser humano es extremadamente
vulnerable.
2.
Niño asténico (débil)
a) Mamá esténica. Si un niño asténico se enfrenta a una mamá egótica y además esténica no
tiene otra alternativa que retirarse y ceder. En cuanto intenta de nuevo salir con la suya, se encuentra
con la poderosa repulsa de mamá: le ocurre lo que
a una tortuga, que saca su cabecita y la retira medrosa ante el peligro de un ataque.
absolutamente.
141
Puede ocurrir que el niño aspire a brillar y a
subir, pero pronto aprenderá que no lo puede conseguir de frente, abiertamente; no le queda otro
camino que el indirecto, el de la astucia, el de las
sombras.
Por eso el tipo tortuga es el más peligroso; a
los Nerones y a los Estrellas se les ve venir; al
Tortuga no. La necesidad de ocultarse para triunfar
engendra hombres hipócritas, solapados, embusteros, oscuros, calculadores, fríos, astutos; resentidos
y amargados! La amargura y el resentimiento son el
peor virus que inocula el " y o " en la sique humana,
el más difícil de curar, el que penetra más hondo;
forma al subalterno astuto que ejerce su perverso
poder en la antesala de los poderosos; él se sirve
de otro para conseguir lo que desea y quedar oculto; tira la piedra y oculta la mano; es el burlón sarcástico que saborea a solas su triunfo sobre la ruina
del rival, cuya destrucción y aun cuya muerte le hace
feliz.
No es raro encontrar religiosos y religiosas resentidos y amargados! El resentimiento suele acompañar al fracaso no aceptado; por eso, como diremos
después (14) la prueba es el momento en que se
escribe el destino de todo hombre, también del religioso. Y Dios libre al religioso de caer en el abismo
sin fondo del resentimiento: le será muy difícil salir
de ese abismo, a pesar de oraciones, sacramentos y
votos! Todo lo "santo" resbalará sobre la piel de un
alma amargada!
b) Mamá también asténica. Si el niño es asténico y la mamá también, su tónica vital será la debilidad; no encontrará energía ni en sí mismo, ni en
su mamá. Crecerá lánguidamente a la sombra de
otro ser desganado. Más que vivir vegetará. El niño
enredadera tiene necesidad de crecer apoyado; será
(14) Véase después Pág. 178
142
incapaz de mantenerse en pie y de decidir por sí
mismo o de hacer frente a cualquier dificultad (15).
El tipo enredadera produce hombres o mujeres
indecisos, abúlicos, irresponsables; incapaces de salir con algo o responder por algo; fracasan en cuanto
emprenden. No saben vivir a la intemperie.
Esa suele ser la suerte de los super-protegidos;
vivieron en un invernadero demasiado prolongado y
el viento frío de la vida los enerva y anula. Si alguna
vez surge en su interior algún anhelo de poder o de
brillar, se recomen en su interior impotentes y a la
vez incapaces de reconocer su impotencia! Sería la
peor suerte de un ser humano: Impotente y resentido.
Este sondeo de la sique hecho por Künkel es
ciertamente interesante; explica de alguna manera
lo que se resiste a una explicación total; con ello
nos puede ayudar a concienciar el mal y a controlarlo.
Pero repetimos que tiene un grave defecto: no
tiene en cuenta más que uno de los factores que
inciden en la conducta humana; tal vez nos ayude
más a la descripción de tipos humanos reales que a
conocer la razón última de esa conducta: le falta el
dato de cómo " e s " el hombre en el misterio indescifrable de su alma.
b)
Tipología de Eric Berne
Eric Berne no usa en su estudio la palabra tipología: habla más bien de "posiciones existenciales"
del individuo. Ello tiene la ventaja de que reconoce
que su pretensión es puramente existencial, muy
acorde con las tendencias actuales de la Sicología,
que renuncia voluntariamente a bucear en lo esencial, demasiado complicado.
(15) Hubo un momento después del Concilio en que los Superiores Provinciales no encontraban quien quisiera aceptar la responsabilidad del
superior local, y en que éstos (o éstas) no encontraban quienes aceptaran un cargo subalterno de responsabilidad: Prefecto de un colegio,
ecónomo, director... Qué pueda esperar el Reino de Cristo de sujetos
así?
143
Pero Berne, dentro de su limitación, es más
profundo que Künkel, pues además de las influencias que se ejercen existencialmente sobre el niño
(a las cuales él llama el padre, entidad síquica que
existe en todos los hombres, cuyos componentes
son los preceptos, las prohibiciones y las imposiciones que recibe el niño) supone que el niño mismo
" e s " algo: espontaneidad, alegría, libertad, abertura
y energía vital. A esa entidad síquica la llama él el
niño, que también existe en todo hombre. Pero hay
más: siguiendo en la misma línea afirma que en todo
hombre hay otra entidad síquica que se compone en
principio de todos los elementos que configuran al
hombre maduro: libertad, responsabilidad, inteligencia crítica y reflexiva, capacidad de amor y de ent r e g a . . . A esta entidad síquica la ha llamado el
adulto. Diríamos, pues, que el niño y el adulto son
lo que el ser humano " e s " en su esencia (16). Es
curioso que esta instancia síquica que lleva al ser
hasta su madurez, si fuerzas extrañas no lo tuercen,
es admitida por todos ¡os grandes sicólogos modernos. Rogers admite que el sicoterapeuta no tiene
otra misión que ayudar a esa fuerza positiva y sana
a desarrollarse, quitando obstáculos; es el mismo
"elan" vital de Berson y la tendencia a la individuación de Jung. El alma sale sana de las manos de
Dios, pero se tuerce. ¿Cómo? ¿Por qué? He ahí el
intrigante problema síquico filosófico-teológico!
Esas posiciones existenciales de Berne constituyen de facto una tipología del "yo" o del "yoismo": proviene de la confrontación niño-padre, tomando estas palabras en el sentido que les da el
análisis transaccional. El niño es el ser humano,
recto, limpio, sano que se convierte en " y o " ante
la acción torcida del padre impositivo y leguleyo.
Según Berne la posición primitiva, espontánea
del bebé al nacer en su estado de impotencia, de
abandono y de mal trato, es sentirse mal; para él los
felices, los que se encuentran bien, son los mayores. Esta posición primitiva la expresamos por esta
frase:
YO ESTOY MAL, TU ESTAS BIEN
El "yo estoy mal" es el origen del "yo".
Desde ese momento el bebé-niño pensará y hará
sus planes inconscientes, pero reales, para llegar a
poder decir "yo estoy bien"; pero como esos planes
son del instinto y aún no de la razón, se enreda, se
desorienta y tuerce el camino. No sabe aún en qué
está su bien (17). De esta posición de desazón y
búsqueda a ciegas nace la envidia, la emulación y
las pretensiones y aspiraciones locas como intento
de llegar a la felicidad que se supone en los otros,
en el " t ú " . Esta posición existencial del bebé-niño
tiene su semejante en el tipo tortuga de que hemos
hablado antes.
Puede suceder que desde su posición "yo estoy
mal" saque el niño una consecuencia fatal. Si estoy
mal, es porque soy malo y, si soy malo, viviré como
malo. A esta conclusión llega el niño que ha aceptado la acusación de los mayores —su entorno humano— que le echan en cara que es malo. Si se hace
creer al niño que es malo, obrará como malo (18).
Esta consecuencia puede ser fatal para toda su vida.
Para evitar esa fatalidad será preciso que alguien
realice después una labor sicoterapéutica delicada
para cambiar esa posición existencial y llevarlo a
tener un mejor concepto de sí mismo. Habrá que
(17) La mayoría de los hombres no llegan nunca a averiguarlo, aun usando
su razón, porque las pasiones y la ignorancia humana se lo impiden.
De ahí el papel de "luz" de Cristo y su revelación!
(16) Es claro que Berne no escribiría esta palabra por nada del mundo.
Pero lo que él dice de esos dos personajes síquicos viene a ssr lo que
el ser humano es desde su fondo v i t a l : Esa energía recta, que se tuerce por la Influencia del padre es el equivalente de la esencia del alma.
Yo creo en la esencia del ser; sin esta esencia (lo que " e s ' ' ) no se
entiende nada de lo que hace y menos aún su responsabilidad.
(18) Uno de los grandes hallazgos de la moderna Sicología de consecuencias incalculables es éste: Todo hombre obra en consecuencia con la
idea que tiene de sí mismo. El que se cree bueno lucha por ser
consecuente con su idea y se esfuerza por ser bueno. Pero también
ocurre lo contrario: El que se cree malo obra por ser consecuente
con su maldad.
144
145
10 Sicología y vida consagrada
expulsar de su sique la idea "soy malo" y sustituirla
por otra que diga "soy bueno". Esta tarea no siempre es fácil, pero es fundamental.
Esto tiene una vigencia mayor de ¡o que se cree
en nuestra vida de consagrados. Nadie puede medir
el daño espiritual que ha producido en el mundo el
puritanismo rígido sexual, por ejemplo! Muchas almas han tenido una oposición inconsciente hacia
Dios porque se creían malas! Y esta en un grado
que sólo se comprende al intentar arrancar esa idea
de almas que toda la vida han sido cumplidoras, exactas en el deber, pero ensuciadas ante su conciencia
por la rigidez inhumana del puritanismo. Se las hizo
creer que su justicia dependía de sus obras externas solamente. Se las educó en el fariseísmo, so
pretexto del cumplimiento del deber. El fariseísmo
espiritual es una especie de masoquismo síquico incapaz de alzarse más allá de la miseria humana! Sólo el amor de Dios nos puede redimir de ella. No
obstante muchos confían en sus fuerzas para ser
santos!...
Pero el niño puede tener otra experiencia:
YO estoy mal, pero tú también estás mal.
Estás mal, porque me tratas mal y, si me tratas
mal, es porque eres malo.
Estas dos consecuencias del niño desde su experiencia son fatales. El niño puede llegar a esta
consecuencia: si me tratas mal, tengo que defenderme. Para ello el niño toma decisiones falsas: o se
aisla o regresa hacia la infancia (hacia el vago recuerdo de su felicidad en el seno materno) o se enfrenta con los mayores, para vencerlos de frente o
por la espalda [Tipos Nerón o Tortuga).
Puede suceder que se quede con la idea de la
maldad de todos de un modo definitivo e irreversible. En ese momento habría nacido el antisocial en
146
sus diversos grados, desde el atracador hasta el
asesino o el sádico, el amoral o el sicópata [19).
También puede ocurrir que el bebé-niño en un
momento dado y en determinadas circunstancias se
sienta bien, aunque sea tratado mal. Podría sacar
esta consecuencia:
Si tú estás mal, porque eres malo, no tengo
otra manera de sentirme bien que alejándome de tí.
Esta posición existencial podría expresarse así:
Estando solo estoy bien; contigo estoy mal.
Yo estoy bien, tú estás mal.
El niño maltratado tiene que huir de sus semejantes para sobrevivir, posición existencial de gravísimas consecuencias: el retraimiento será lo menos malo que pueda hacer un niño tratado de esta
manera. Pero puede llegar a esta consecuencia extrema: tú eres siempre malo, hagas lo que hagas,
lo mismo si me tratas bien que si me tratas mal.
Esto supone el rompimiento de toda relación humana normal y el brinco hacia la mentalidad de destrucción de todo lo humano. Un hombre con esos pensamientos no piensa más que en destrucción, aunque
él se vea envuelto en ella. El criminal o el suicida
están en germen en la sique de un niño que dice:
YO estoy bien; tú estás mal.
El " y o " peligroso para la convivencia humana
nace siempre en experiencias negativas, deprimentes, sicológicamente destructivas: en ellas la persona humana no ha sido tratada con la dignidad que
se merece.
Por fin estudia Berne la posición existencial en
que el YO se desenvuelve normalmente, sin degenerar en el " y o " ; esta posición la expresa así:
(19) Estas consecuencias las saca siempre el bebé-niño desde lo que él es,
porque cada niño reacciona diferentemente a los mismos estímulos.
De una situación de humillación y desprecio puede salir un hombre
amoral o un santo: ejemplos hay de los dos. Esto no lo explica ni la
sicología de KQnkel ni la de Berne.
147
YO ESTOY BIEN; TU ESTAS BIEN.
Esta posición es la única que no es yo-ista; pero por desgracia no se da en la vida real, sino rarísimas veces. Es imposible, en efecto que iodos los
seres que rodean a un niño sean perfectos, y aunque así sucediera, el mismo niño no es realmente el
ser recto y puro que supone Berne: la herencia y el
misterio de cada ser, la existencia del bien y del
mal, de la vida y de la muerte no caben en fórmulas sicológicas, ni filosóficas, Aquí es donde ia Sicología tiene que entregar sus armas en manos de
la Teología o perderse. No obstante estos intentos
de Künkel, de Eric Berne o de otros sicólogos son
fogonazos que iluminan en parte el misterio del ser
humano y nos sirven para ayudarlo a progresar por
la vida (20).
interesa insistir en que esas posiciones existenciales son inconscientea, porque se originaron en
la infancia, lo cual las hace peligrosas y amenazantes. Es preciso que las concienticemos para superarlas, de lo contrario nos harán problemática nuestra vida de consagrados y de servidores del Reino
de Cristo. Este Reino y nuestra unión con Cristo nos
procuran un elemento síquico energético de primer
orden: Un objetivo a nuestra vida, que puede tener
en ella una eficacia insospechada de liberación, imponiéndose a las taras que arrastramos desde atrás.
Nuestra liberación del pasado será tanto más fácil
cuanto más poderosa sea la fuerza del objetivo que
perseguimos: El triunfo del Reino para la salvación
del mundo.
4? La imagen directriz
Esta fuerza inconsciente, el "yo", nos está empujando continuamente a obrar. Es una fuerza que
(20) Erlc Berne ha tenido el mérito de acabar con el determinlsmo de Freud.
Ha demostrado que se pueden curar las consecuencias de una educación
defectuosa. Todo su Análisis transaccional ha sido pensado contra
Freud (Véase Harrls. Th. Yo estoy bien, tú estés bien. Pág. 13 y ss).
148
nunca duerme; está metida en lo más íntimo de la
sique; dirige todos nuestros a c t o s . . . Ese "yo", convertido en inspirador de nuestra conducta, es a lo
que Künkel ha llamado con una frase feliz "la imagen
directriz", esto es, una idea inconsciente que inspira
nuestra conducta y que está siempre ante nuestros
ojos como una imagen seductora y que nos maneja
y nos domina y hace de nosotros lo que quiere. Es
nuestro "diablo" tentador. Veamos algo que nos
puede ayudar en la lucha contra esta imagen directriz.
En primer lugar la tenemos todos, porque es la
concreción de nuestro " y o " en una "imagen", un
propósito o un proyecto concreto, pero inconsciente.
Siempre que obramos perseguimos algo, pero con
frecuencia perseguimos algo y simulamos perseguir
otra cosa distinta. Yo puedo aparecer como un apóstol, pero lo que de veras busco es mi propia gloria,
no la de Cristo. Puedo aparecer un santo y ser un
hipócrita: ese es el peligro más grave de cuantos,
hombres o mujeres, decimos que servimos a Dios!
Los "puros" socialmente (los "fariseos") somos los
que corremos ese peligro, porque es difícil, muy difícil ser puro, perfecto, como exige nuestra profesión o nuestro hábito. Que cada uno se dé media
vuelta y vea si lo es o no lo es. Mejor, que lo digan
los otros, porque nosotros no lo vemos y por eso
no lo sabemos!
En segundo lugar todo "consagrado" o "consagrada" tiene que precisar el contenido de su imagen
directriz. ¿Qué es lo que yo realmente estoy buscando a ocultas? Si un solo cura o una sola monja
deje de examinar esto muy en serio será un hipócrita. Y se llevará un terrible chasco el día en que
vea lo que fue en realidad. ¿Qué busco yo realmente?
¿Mi gloria, mi tranquilidad, el aparecer y brillar, el
subir y figurar; acabar con este o con aquel; humillarlo, desacreditarlo; sacudirme de encima a esta
persona o a aquella? Que cada uno repase los contenidos de los tipos de Künkel... o de las posiciones existenciales de Eric Berne.
149
a) Imagen directriz e ideal
Es preciso insistir, porque nos va mucho en ello,
como diría Santa Teresa. Es un hecho que yo (cualquier cura, religioso o religiosa) concebí un ideal
cuando Cristo me llamó y en los años en que me
eduqué para servirle. Ese "ideal" no puede ser otro
que seguir a Cristo.
Pero sería muy candido el que creyera que con
haber pensado muchas veces en el ideal, ya está
hecho todo. El ideal puede quedar en la mente y
desligarse de la vida. Esta tragedia le ha pasado a
centenares de miles de "consagrados" (21). Estos
perdieron la vida, y la perdieron porque ese ideal no
se hizo carne en su vida. Y también porque no advirtieron a tiempo que contra ese "ideal" de la mente, etaba trabajando incansable "la imagen directriz",
el objetivo inconsciente de su yo, enraizado en la
sique desde las experiencias de la infancia. Ese
ideal inconsciente no es mental, sino experiencial. Y
ha formado mecanismos síquicos que obran siempre
y en todas circunstancias. Si esa imagen directriz es
"sobresaldré", "brillaré", la estaremos persiguiendo
aún cuando hablamos de Cristo. Dice la tradición que
San Juan de Avila predicaba una vez y lo hizo bien.
A! bajar del pulpito sintió con vehemencia el suave
hálito de la vanidad. Al llegar a la sacristía se le
acercó un señor que le dijo sin más: "Padre, ha
predicado usted maravillosamente", y el santo le contestó: eso es mentira, porque eso mismo me susurraba al oído el demonio cuando bajaba del pulpito...
Juan de Avila, santo, conocía su imagen directriz que
decía "brillaré por la predicación". ..
Después de una escena violenta con un hermano, puede surgir en la mente de un religioso la vieja
imagen: "me vengaré"; nada importa que sea sacer(21) No es misterio para nadie que se dan' estos hechos desgraciados.
Inclusive entre consagrados. Es una consecuencia de la ligereza con
la cual se admite gente no idónea a la profesión religiosa o al sacerdocio. También es fruto de la debilidad humana, la cual si no asume
con seriedad la vocación y no toma los medios de gracia llega a eso
y a cosas peores.
150
dote. Ese mecanismo opera en él desde n i ñ o . . . Si
a una superiora le hace sombra una "hermana", surgirá del fondo del alma la vieja imagen: "la anularé".
No importa que sea monja. Esa imagen es vieja,
opera antes de que ella conociera a Cristo y esa
imagen no duerme. Es eficaz. Impedir que sea eficaz no es cosa fácil. Si esa imagen dice: "Yo soy el
primero y no tolero a nadie junto a mi que me haga
sombra", sucederá que todo mi cristianismo, mi humildad, mi mansedumbre, mi amor al prójimo, pensados y meditados constantemente, no servirán para otra cosa sino para medios con que conseguir
el primer puesto, que es mi objetivo inconsciente y
eficaz. Y solamente una situación dura, una prueba
hiriente, pondrá a ese religioso (a esa monja) ante
la alternativa de renunciar a su cristianismo, su humildad y su caridad, o de hacerlas efectivas negándose a sí mismo permitiendo que otro suba y que
él (o ella) baje y desaparezca. Eso lo hizo San Juan
el Evangelista. Y algotro santo. No abundan los curas, religiosos y religiosas capaces de esa hazaña.
Por algo el humorista español Cortés redactó un
escrito que dice: "Parece mentira que siendo dos
predicadores se lleven tan b i e n " . . . Se podría decir,
"parece mentira que siendo dos monjas de la misma comunidad se lleven tan b i e n " . . . Sí, porque su
ideal es amarse en Cristo, pero su imagen directriz
es "viviré sola, porque nadie me ama"; "todas son
egoístas y ninguna me atiende"; me toca siempre
ser la cenicienta de la comunidad"... Y esas imágenes inconscientes pueden anular todo su ideal
de caridad. Al menos que esa monja, ese religioso
y ese cura lleven a la conciencia con absoluta claridad esa imagen directriz, que los trastorna y los hace traidores de su ideal.
b)
La imagen directriz es tiránica
La mayoría de los curas, religiosos y religiosas
somos esclavos de nuestra imagen directriz egótica.
Y aún los obispos. Y no digo nada contra los "obis151
pos", sino contra la imagen directriz que es capaz
de exclavizar aun a los obispos y cardenales. En
cada caso concreto, en cada obispo, cura o monja,
hay que demostrar lo contrario, porque la presunción
está por el triunfo de la imagen directriz.
Por eso quien conoce la imagen directriz de una
persona, sabe lo que hará durante toda su vida. Es
lo que se suele llamar "el carácter". Muchas veces
se identifican carácter e imagen directriz; cuando
hago un test, en vez de encontrar el carácter encuentro la imagen directriz, esto es, la manera constante de obrar de una persona, esclava de su imagen
directriz. Está siempre de la misma manera en las
mismas circunstancias. A ella se debe ¡o fijo, esto
es, lo muerto de una persona, lo que responde a un
patrón, a un objetivo inconsciente, pero siempre el
mismo. Por eso tantos curas, tantos religiosos y
tantas monjas siguen siempre siendo "los mismos",
a pesar de tanta oración, de tanto rezo y de tantos
ejercicios. No consiguieron concientizar su imagen
directriz inconsciente y ésta los tiranizó, los hizo
siempre iguales a sí mismos, pero a lo petrificado
dentro de sí mismos. No pueden resucitar; tienen
la losa del sepulcro encima. No pueden convertirse,
porque siempre caminan en la misma dirección y
convertirse es volverse, es cambiar, es crear novedad, la eterna novedad en Cristo. Esa novedad no
la vivirá el esclavo de su imagen directriz egótica,
universal también entre el clero y entre consagrados de todas las congregaciones. En esto todas son
iguales.
¿Que exageré? Creo que no. Conscientemente
he escrito lo que he escrito: es el resumen de mi
experiencia de viejo y de MI PROPIA EXPERIENCIA
DE ESCLAVO. Al menos por eso merezco que me
crean! Pero, a pesar de todo, sigo creyendo que,
Cristo puede renovarme, librándome de mi "yo", a
condición de que colabore!
c) La imagen directriz modela hasta el cuerpo
Y ahora voy a citar a Künkel, porque tal vez le
crean más a él que a mí:
"Podemos afirmar que todo está al servicio de
la imagen directriz: las funciones síquicas: percibir,
pensar, sentir, querer, recordar; las funciones fisiológicas renovación de tejidos, crecimiento, secreción glandular; los estados que interesan a la vez
al cuerpo y al alma: sueño, cansancio, apetito, vivacidad, humor, sexualidad". "Quien conoce la imagen directriz de un hombre sabe con qué ojos ve el
mundo, cuáles son sus sentimientos y cuál el curso
de sus pensamientos. Admitido el caso de que fuera
posible cambiar la imagen directriz de un hombre,
toda su persona cambiaría: sus pensamientos, sus
sentimientos, su voluntad, sus fenómenos físicos y
hasta sus necesidades, sus costumbres y sus actitudes" (22).
Si fuera posible convertir el ideal de todos los
religiosos y sacerdotes en su imagen directriz, los
cambiaríamos en otros Pablos, suponiendo que su
ideal fuera el del Apóstol: "Vivo yo, pero no soy yo
quien vive, sino Cristo". Pero para conseguirlo, habría que vaciarlos antes de su " y o " y de las imágenes directrices que inspira en cada uno de ellos. Tarea difícil, si es que hay alguna tarea difícil en el
mundo.
Lo eficaz, pues, es la imagen directriz, no el
ideal. O digamos que el ideal irá siendo eficaz en la
medida en que vaya siendo dominada la imagen directriz y consigamos llevar a la conciencia y concentrar en el ideal la energía que concentra en sí
la imagen directriz.
Si no vamos realizando esta hazaña lentamente
corremos el riesgo de ser hombres y mujeres de doble personalidad. Una dirigida exterior y socialmente por el ideal y otra inspirada desde el inconsciente, con la eficacia que caracteriza a lo inconsciente.
(22) Cfr. Frltz
Pág. 34.
152
Künkel: Sicoterapia del
Carácter".
Edit.
M a r f i l . Alcoy
1963,
153
Hombres de Dios socialmente y hombres carnales
(egóticos) y vitalmente. Dios nos libre.
5? Formas en que el "yo" inspira la conducta
Hay sicólogos que estudian el " y o " desde otro
punto de vista. Se fijan más en lo que " e s " el individuo, con cierta independencia de la situación. Es
un estudio más filosófico, más esencialista, pero
menos verdadero que el anterior.
Supuesto que todo ser humano es esencialmente un ser indigente y necesitado, tendrá unas tendencias que surgirán de su mismo ser, que tengan como
fin la conservación de la vida (23).
—Tendencia egoísta: tener, para poder, por miedo a perecer por falta de sustento del ser.
—Tendencia a imponerse, a dominar sobre los
otros en la lucha por la existencia.
—Tendencia a brillar, a ser visto, a aparecer, a
deslumbrar.
—Tendencia a exigir de los demás lo que quiero
o creo ser: Aspiraciones.
—Tendencias a vengarme del que me impide
tener, o dominar o aspirar.
Con sólo el enunciado vemos abrirse ante nosotros abismos de miserias síquicas humanas.
De la tendencia, a veces manía, de poseer ha
nacido todo el sistema social que padecemos y en
vano queremos quitarnos de encima: el Capitalismo
con sus infinitas formas de dominio y tiranía económica. Toda la vida humana en que vivimos inmersos
está dominada por este loco afán de poseer, tener y
tener siempre más. Es una fiebre, una hidropesía
insaciable.
Y muy difícil de vencer! Todas las violencias,
indecibles, que ha cometido el capitalismo a lo largo y ancho del mundo tiene como telón de fondo
la manía de unos seres humanos de poseer sin me-
dida, negando el derecho elemental de otros seres
humanos a tener lo necesario...
En los conventos mismos no operan las multinacionales, pero el ansia de poseer impide vivir la
pobreza, que es el remedio de Cristo a esa ansia
siempre viva de tener. Individual y colectivamente
tendemos a tener y resultamos o ricos o burgueses,
cada día más alejados de los pobres, si no vigilamos constantemente esta tendencia constante,
nuestra vida común nos da medios y nos hace burgueses. Pero nos negamos a reconocerlo. Mientras
no lleguemos a la sinceridad de creernos lo que somos, burgueses, no daremos un paso hacia los pobres. Estaremos muy bien entre los ricos.
Ahí está el origen de la competencia en el tener como medio de poder. Quien tiene puede. Ahí
se abre el abismo de las rivalidades entre los poderosos, que han ensangrentado toda la tierra en que
vivimos desde los orígenes. Cristo vino a remediar
esto. Pero cómo eonseguirlo? Cómo liberar a la humanidad de ese cáncer que le carcome las entrañas
y le incita siempre y en todas partes a tener para
poder?
Cristo reveló al mundo algo inaudito: Se puede
ser sin tener. Hay un poder desde el no tener; es el
poder de Dios! Es el poder de Cristo desde la cruz:
El, desnudo, domina el mundo con una nueva, eternamente nueva manera de poder! Esa manera de
poder nos resulta a los hombres ininteligible y nos
parece inviable. Los hombres pensamos de distinta
manera que Dios (24). La vida religiosa, no obstante,
se ha creado para llevar a los hombres a pensar como Dios y vivir en conformidad con el pensar Divino. Eso es el reto.
Y contra la manía de tener siempre más y como
sea, tiene que levantarse nuestra voz "profética".
Puebla ha convocado a la Iglesia para que levante
su voz profética contra la tiranía del tener y del
poder.
Pero es tan enredado y difícil que existen obis-
(23) Cfr. LERSCH, Ph. "Estructura de la personalidad". Scientia, Barcelona
1958. Pág. 130, Tomo I.
154
(24) Cfr. Marcos 8, 31-33.
155
Hombres de Dios socialmente y hombres carnales
(egóticos) y vitalmente. Dios nos libre.
5? Formas en que el "yo" inspira la conducta
Hay sicólogos que estudian el " y o " desde otro
punto de vista. Se fijan más en lo que " e s " el individuo, con cierta independencia de la situación. Es
un estudio más filosófico, más esencialista, pero
menos verdadero que el anterior.
Supuesto que todo ser humano es esencialmente un ser indigente y necesitado, tendrá unas tendencias que surgirán de su mismo ser, que tengan como
fin la conservación de la vida (23).
—Tendencia egoísta: tener, para poder, por miedo a perecer por falta de sustento del ser.
—Tendencia a imponerse, a dominar sobre los
otros en la lucha por la existencia.
—Tendencia a brillar, a ser visto, a aparecer, a
deslumhrar.
—Tendencia a exigir de los demás lo que quiero
o creo ser: Aspiraciones.
—Tendencias a vengarme del que me impide
tener, o dominar o aspirar.
Con sólo el enunciado vemos abrirse ante nosotros abismos de miserias síquicas humanas.
De la tendencia, a veces manía, de poseer ha
nacido todo el sistema social que padecemos y en
vano queremos quitarnos de encima: el Capitalismo
con sus infinitas formas de dominio y tiranía económica. Toda la vida humana en que vivimos inmersos
está dominada por este loco afán de poseer, tener y
tener siempre más. Es una fiebre, una hidropesía
insaciable.
Y muy difícil de vencer! Todas las violencias,
indecibles, que ha cometido el capitalismo a lo largo y ancho del mundo tiene como telón de fondo
la manía de unos seres humanos de poseer sin me-
dida, negando el derecho elemental de otros seres
humanos a tener lo necesario...
En los conventos mismos no operan las multinacionales, pero el ansia de poseer impide vivir la
pobreza, que es el remedio de Cristo a esa ansia
siempre viva de tener. Individual y colectivamente
tendemos a tener y resultamos o ricos o burgueses,
cada día más alejados de los pobres, si no vigilamos constantemente esta tendencia constante,
nuestra vida común nos da medios y nos hace burgueses. Pero nos negamos a reconocerlo. Mientras
no lleguemos a la sinceridad de creernos lo que somos, burgueses, no daremos un paso hacia los pobres. Estaremos muy bien entre los ricos.
Ahí está el origen de la competencia en el tener como medio de poder. Quien tiene puede. Ahí
se abre el abismo de las rivalidades entre los poderosos, que han ensangrentado toda la tierra en que
vivimos desde los orígenes. Cristo vino a remediar
esto. Pero cómo eonseguirlo? Cómo liberar a la humanidad de ese cáncer que le carcome las entrañas
y le incita siempre y en todas partes a tener para
poder?
Cristo reveló al mundo algo inaudito: Se puede
ser sin tener. Hay un poder desde el no tener; es el
poder de Dios! Es el poder de Cristo desde la cruz:
El, desnudo, domina el mundo con una nueva, eternamente nueva manera de poder! Esa manera de
poder nos resulta a los hombres ininteligible y nos
parece ¡nviable. Los hombres pensamos de distinta
manera que Dios (24). La vida religiosa, no obstante,
se ha creado para llevar a los hombres a pensar como Dios y vivir en conformidad con el pensar Divino. Eso es el reto.
Y contra la manía de tener siempre más y como
sea, tiene que levantarse nuestra voz "profética".
Puebla ha convocado a la Iglesia para que levante
su voz profética contra la tiranía del tener y del
poder.
Pero es tan enredado y difícil que existen obis-
(23) Cfr. LERSCH, Ph. "Estructura de la personalidad". Scientia, Barcelona
1958. Pág. 130, Tomo I.
154
(24) Cfr. Marcos 8, 31-33.
155
pos que firmaron el documento de Puebla, que siguen permitiendo ser instrumentalizados por ¡os que
tienen y pueden e imponen inmisericordemente su
poder. El problema es tan endiabladamente difícil
que ni los elegidos advierten el enredo y siguen en
aparente y escandalosa solidaridad con los que
pueden porque tienen, siendo ocasión de que muchos crean que la Iglesia busca poder arrimándose
a los que tienen!
Y la suerte de los profetas que se levantaron
contra ese tener para poder, es hoy la que ha sido
siempre, !a cruz. Como símbolo de todos ha querido
Dios que se levante hoy la figura ejemplar de Mons.
Romero, el glorioso arzobispo del infeliz pueblo de
El Salvador, víctima todo él de esta infernal tendencia al tener para poder. Dios salve a su Iglesia y con
ella al mundo. Nosotros, los religiosos, hemos sido
llamados a la primera línea de esta empresa de
salvación. Pero la venganza de los poderosos está
ardiendo contra nosotros. Ya no somos bien vistos
en América, ya somos sospechosos a los poderosos!
Esa es buena señal de que empezamos a parecemos
a nuestro Maestro! Empezamos a vivir la enseñanza
de Puebla! (25).
Pero existe otra tendencia enraizada profundamente en nuestro ser: consiste en la tendencia a
briiiar. Esta tendencia es un misterio.
Ese ser esencialmente indigente que es el
hombre, tan profundamente indigente que de su indigencia nace toda su sicología, como hemos visto,
siente en si mismo un ansia insaciable, un hambre
inestinguible de que le vean, de subir, de brillar, de
ser como Dios! Nadie como el profeta Isaías ha cantado esta hambre-cancerosa del hombre por subir:
describe poéticamente la caída de Babilonia, la poderosa, y dice:
"Cómo caíste del cielo, lucero brillante, hijo de
la aurora, echado por tierra el dominador de las naciones? Y tú decías en tu corazón: Subiré a los cielos; en lo alto, sobre las estrellas del cielo elevaré
(25) Cfr. Puebla nn. 27-50.
156
mi t r o n o . . . ; subiré sobre las cumbres de las nubes
y seré igual al Altísimo (26].
Dios ha puesto en su criatura algunos valores
y esa criatura aspira a que los demás contemplen
esos valores, como si fueran suyos. Se vuelve contra Dios usando ¡os bienes que El mismo le ha dado;
rompe su unión esencial con El y considera suyo lo
que recibió en don. Este es e! pecado esencial del
hombre. Y este pecado envuelve nuestra alma desde
sus raíces. Dominarlo, desarraigarlo y restablecer el
orden de Dios dentro de nosotros y en todos los
seres, es el problema religioso más hondo. Este pecado nos separó de Dios y nos sigue separando. Y
para unir la ruptura esencial que este pecado supone, vino Cristo al mundo.
Desde los reinados de belleza, degradación suprema de "la mujer", hasta los discursos de Fidel en
ia Plaza de la Revolución de La Habana, pasando por
Hitler y Stalin, y sumando las neurosis que sufren
pobres monjitas en la soledad de su convento, porque "nadie las atiende", "nadie se fija en e l l a s " . . .
un río inmenso de miseria síquica y un mar inmenso de pecados horrendos, son el amargo fruto de
esta "tendencia a subir, a brillar, a aparecer, a deslumhrar, a hacerse adorar"... Las rivalidades entre
predicadores y monjitas que traban juntas, la ruina
de tantas obras apostólicas que se vienen abajo, la
lentitud desconcertante del avance del Reino de Dios
en el mundo y del triunfo de la verdad, no tiene otra
causa que este pecado esencial del ser humano: la
tendencia de los "enviados" a triunfar ellos y olvidarse del triunfo de Dios. Este pecado nos ciega y
nos envenena y nos ata y nos esclaviza y nos tiene
postrados religiosamente.
El remedio no es, como bobaliconamente han
soñado tantos curas, religiosos y religiosas, el triunfo
de un partido político sobre los demás, sino la destrucción del " y o " dentro del corazón del hombre,
porque de ese " y o " ha surgido "el pecado" y con él
la ceguera y la ruina de la humanidad.
(26) Isaías cap. 14, 12-14.
157
4. " Y O " Y "PERSONA"
Distinción
Frente al " y o " que hemos estudiado, origen de
todas las enfermedades síquicas, de tantos problemas humanos, de todos los sistemas filosóficos que
se han alejado de la verdad, de todas las guerras, de
todos los enfrentamientos sociales, se halla "la persona", sostén de todos los valores.
Entonces podemos intentar sensibilizar con un
sencillo esquema la diferencia entre el " y o " y la
"persona".
Recordamos que llamamos YO a ese principio
vital en que pensamos, cuando decimos "YO pienso" YO quiero"; llamamos " y o " a ese mismo YO,
contaminado por el aislamiento, el egoísmo, el miedo y la actitud negativa. El YO que salió de la mano
de Dios con un impulso recto hacia la madurez es
a lo que llamamos persona.
••"•
I
I
Línea del " y o " en forma de orgullo, engreimiento, vanidad, sobre-estimación (origen de
neurosis).
Línea de "la persona": de la libertad, resEL YO^ponsabilidad, equilibrio, madurez, auto-estimación (sin neurosis).
"•••
Línea del " y o " en forma de temor, aislamiento, egocentrismo, minus-valoración o
infra-estimación (neurosis).
En el esquema la persona está representada por
la línea recta, la que seguiría el bebé sin el pecado
original y sin ¡as influencias deformantes del am158
biente familiar o social. Es el principio que han encontrado todos los sicólogos, llamándole con nombres distintos; "principio vital (Lersch), elan vital
(Berson), tendencia a la actualización (Rogers), tendencia a la individuación (Jung)... Toda la acción
de Cristo en el orden sobrenatural es conservarnos
en esa línea; intentamos ayudar su acción en el
orden sicológico mediante la sicoterapia y la higiene mental...
El " y o " viene representado por dos líneas divergentes: la primera la del orgullo, la del desequilibrio, de los enredos síquicos y por ellos de la neurosis y aún de la locura... Es la de la mentira esencial que nos arranca de nuestro destino auténtico y
nos enreda en una red complicadísima que pervierte
toda la vida hasta sus íntimas raíces. Sólo Dios
puede redimirla hasta esa profundidad; los sicólogos arañamos algo en la superficie con el mismo
intento.
A esa misma línea de perdición, de oscuridad
y de mentira nos lleva también el " y o " por el camino contrario, por el del sentimiento de inferioridad,
del menosprecio propio, de la infravaloración propia,
y del retorno al aislamiento animal originario, a la
soledad y a la muerte. La mayor parte de la humanidad está agarrada por este sentimiento deprimente
y destructor de energías síquicas. Todos los sectores marginados de nuestra sociedad están en manos del sentimiento de inferioridad, por el cual son
incapaces de levantar los ojos delante de los poderosos, de sublevarse (en el buen sentido de esta
palabra) ante sus abusos, de reclamar lo que les
pertenece, de pedir cuenta a sus tiranos.
Y aquí se nos presenta a los religiosos el serio
problema del origen social de las vocaciones! Se nos
dice, que no debemos tener en cuenta ese origen
humilde de nuestros candidatos. Pero aquí hay un
equívoco. Se cree que todo niño o niña de ese origen llega a nuestros noviciados libre de este sentimiento depresivo; se le cree en las mismas circunstancias de las vocaciones que proceden de la clase
media o de la alta. Y eso no es verdad. Nadie niega
159
que ante Dios, en su esencia de seres humanos,
sean iguales. Pero en la realidad social no están en
¡as mismas circunstancias. Y los educadores de
nuestras casas de formación fracasarán, como he
fracasado yo en grado muy grande, si no tienen en
cuenta esta realidad, que no va contra ningún dogma humano ni divino. Es una constatación de tipo
social, capaz de anular infinitos esfuerzos de los
formadores.
Pero no es eso todo: se anula también la eficacia de los agentes de comunión y participación
(27) si no se arranca de su alma este sentimiento
inhibidor de energías apostólicas: ¿cómo se va a pedir que sean profetas frente a los poderosos a los
hijos de quienes no tienen conciencia de su dignidad de personas y se dejan pisar y aun aplastar por
los injustos? Ellos mismos no verán la injusticia o
se callarán miedosos o se unirán interesados a los
que les ofrezcan ventajas de tipo material. Y luego
nos extraña que ia Iglesia haya vivido así adherida
a ios poderosos y a los dueños de este mundo. La
Iglesia no ejercerá su misión profética mientras ella
misma no tenga como punta de lanza a unos apóstoles que sigan con naturalidad (no con exabruptos,
gritos y violencias) la línea que llamamos de la "persona", de la madurez, del equilibrio, de la valentía,
de la audacia, si fuera preciso.
5. EL "YO" SEGÚN EL CONCILIO Y PUEBLA
Dijimos que todo YO está contaminado por las
experiencias negativas de la infancia y por las tendencias del " y o " heredadas y ontogénicas. Por eso
todos tenemos nuestro "yo".
Cuando ese " y o " se coloca frente a otro " y o "
en relación interpersonal, entran a funcionar los mecanismos inconscientes que se formaron como consecuencia de la contaminación. Es la relación interpersonal la que los pone en marcha, porque fue ella
la que los creó.
Pero no todas las energías de la sique están
contaminadas; quedan en ella fuerzas positivas capaces de llevar al individuo a la madurez, si son estimuladas y si, a la vez, son reprimidas las negativas.
Para ambos efectos es necesaria la educación:
la familiar, la escolar, la social, la religiosa. Si la educación consiguiera sus objetivos plenamente, la posterior educación para la vida religiosa sería fácil;
(27) Puebla Parts Tercera. Cap. 11,2.
160
161
11 Sicología y vida consagrada
pero por desgracia los agentes de la educación no
siempre están a la altura de su misión.
En ese caso los educadores para la vida religiosa se encuentran en una misión nada fácil: concientizar los mecanismos inconscientes del " y o " y llevar
con suavidad, tacto y paciencia a los novicios a su
desmonte. El mecanismo que los lleva a dominar, a
brillar, a poseer en exclusiva a exigir, a vengarse o a
destruir al rival; el mecanismo de la arrogancia del
desprecio, de! fanatismo o de la presunción; el mecanismo de la grosería, de la descortesía, de la arbitrariedad, de la hipocresía o de la astucia ...Sólo
así podrán llevarlos a lo que el Concilio ha llamado
"la plena madurez de la persona humana (28).
1? El "yo" y el Concilio Vaticano II
Por primera vez en la historia de los Documentos eclesiales el Concilio Vaticano II pidió ayuda a
la Sicología para alcanzar los fines de la educación
religiosa. El Decreto P. C. lo hizo hablando de la castidad y de la obediencia.
Hablando de la castidad dice una frase que justifica plenamente lo que hemos dicho en la segunda
Parte de nuestro libro: Integrar el mundo del sexo
y del afecto en el dinamismo total de la persona
humana. Dice el Concilio:
"La observancia de la continencia perfecta está
íntimamente relacionada con las inclinaciones más
hondas de la naturaleza humana".
"Los candidatos no serán admitidos a la profesión de la castidad sino después de una prueba verdaderamente suficiente y con la debida madurez
sicológica y afectiva" (29).
(28) Cfr. P. C. n. 14.
(29) P. C. n. 12. La frase está redactada equívocamente, porque la madurez
afectiva es sicológica también, aunque la madurez sicológica tiene más
contenido que la madurez afectiva; por ejemplo, la madurez "egótlca"
de la que venimos hablando.
No Insistimos ahora sobre este aspecto de la castidad, porque ya
lo hicimos en la Segunda Parte del libro.
—Hablando de la obediencia vuelve el Concilio
al terreno sicológico con afirmaciones muy profundas, pero poco matizadas y sin el desarrollo que
exigirían, dejándolas como en el aire. Dice así:
"La obediencia religiosa, lejos de aminorar la
dignidad de la persona humana, la lleva a la plena
madurez con la amplia libertad de los hijos de
Dios (30).
Esta grave afirmación hubiera quedado perfecta
si hubiera sido redactada así: La obediencia religiosa no debería aminorar la dignidad de la persona
humana y debería llevarla a la madurez propia de
los hijos de D i o s . . . Pero como está redactada quedó desmentida miles de veces por la realidad en el
período histórico que va del Concilio de Trento al
Vaticano II. La obediencia, mal practicada, impidió
con mucha frecuencia la madurez de la persona humana; creó dependencia, infantilismo, hirió de muerte a la iniciativa individual, como si fuera contraria
a la humildad o a la obediencia, impidió la creatividad y descuidó la responsabilidad.
Y fue mal practicada por los superiores y por
los subditos, pero con más frecuencia por los superiores que por los subditos, porque el Concilio de
Trento ante la necesidad de apuntalar la autoridad
de la Iglesia, atacada rudamente por los protestantes,
abrió la puerta en la vida religiosa a dos tendencias
fatales del " y o " : el ansia de poder y la de brillar
y figurar. Nació de ellas el autoritarismo, la imposición de la propia voluntad como si fuera voluntad de
Dios, la fanfarronería, la lucha por el poder, la compra de dignidades... El resultado fue fatal para
nuestra vida.
Esta triste historia es la que quiso cancelar el
Concilio Vaticano II con el tercer aparte del n. 14
del Decreto P. C. Dice así:
—"Ejerzan (los superiores) la autoridad con espíritu de servicio"
(30) Cfr. Ibldem n. 14.
162
163
—"dirijan sus subditos con respeto a la dignidad de la persona humana"
—"déjenles la debida libertad"
—"hagan que los subditos cooperen con la obediencia activa y responsable".
—"escuchen gustosos a los subditos y promuevan sus anhelos comunes".
Estas palabras solas hubieran justificado la celebración del Concilio! Ellas iniciaron una nueva época en la vida religiosa; ellas crearon una peligrosa
crisis, la cual demostró que el desmonte del autoritarismo y de la oculta vanidad de ¡os superiores era
absolutamente necesario. Sin este cambio de método, la vida religiosa se hubiera acabado en la Iglesia, porque el hombre y más aún la mujer de hoy no
hubieran tolerado el anterior. Este viraje, desmontando el andamiaje que había construido el "yo",
volvió a ponernos en la ruta auténticamente evangélica: la del servicio. El Superior debe servir a los
religiosos, no dominarlos, porque "entre vosotros
no será así: el que sea el mayor entre vosotros sea
como el menor" (31).
Pero no vayamos a creer que, con haber hecho
esto, todo está hecho. El " y o " no duerme y a pesar
de las normas del Concilio seguirá trabajando desde
el inconsciente, agarrándose a insospechados asideros.
Con el " y o " es imposible vivir el voto de obediencia. Ahora comprendemos que lo deben vivir lo
mismo el subdito que el superior, aun que de diversos ángulos de vista. Pero en el Superior se da una
mixtificación peligrosa:
En él está Cristo: "El que a vosotros oye, a mí
me oye" (Le. 10, 16), al mismo tiempo en él opera
también el " y o " ; vanidad, intereses, rechazos, recelos. Entonces se presenta el problema de discernir
cuándo obra en nombre de Cristo y cuándo lo hace
(31) Lucas 22, 26. Lo cual ciertamente no es negar la autoridad, ni el carisma del superior que es el de la unidad y capitalidad, derivado del
carlsma de Pedro. Ni es afirmar que antes del Concillo no hubo
superiores santos.
164
en nombre de su "yo". No fue raro que superiores
impusieran sus puntos de vista, cuando no sus caprichos, como voluntad de Dios. La Iglesia desea
ahora que se busque la voluntad de Dios con más
seriedad mediante el discernimiento. Con ese medio terminarían los dos obedeciendo la voluntad de
Cristo, el cual está en el Superior con el carisma
de la capitalidad y la unidad y en el subdito con
la fe en su presencia en el Superior. Pero discernimiento y " y o " son incompatibles.
El peligro de contaminación de la conducta por
influencia del " y o " lo corre tanto el subdito como
el superior, mas sin excluir ese peligro jamás se llegará al término que busca el Concilio:
"La obediencia religiosa, lejos de aminorar la
dignidad de la persona humana, la lleva a su plenitud (PC 14).
—En el Decreto Optatam Totius vuelve a introducir el Concilio el tema de la madurez sicológica.
Dice así:
"Por medio de una educación sabiamente ordenada hay que cultivar también en los alumnos (habla del Seminario) la madurez humana, la cual se
comprueba.
—en la estabilidad de ánimo
—en la facultad de tomar decisiones ponderadas
—en el recto juzgar de los acontecimientos
(OT 11).
Aquí se habla de estabilidad, de ponderación en
las decisiones y de rectitud de juicios y nosotros
diremos (32) que el " y o " produce desequilibrio, indecisión (miedo) y subjetivismo (falta de objetividad).
Va resultando evidente que por dondequiera que se
mire la madurez síquica exige la ausencia de los
mecanismos inconscientes del "yo". O " y o " o madurez humana. Eso dicen el Concilio y la Sicología.
(32) Cfr. Pág. 173.
165
2? El "yo" y la comunidad en el Documento de Puebla
Pero hoy en la Iglesia se pretende algo más que
la madurez individual. Ya el P. Lombardi, de santa
memoria, decía hace décadas que la Iglesia necesita
ahora no hombres o mujeres santos, sino comunidades santas, La suya fue una voz auténticamente profética, porque hoy se impone saber vivir en comunidad.
La Tercera Parte del Documento de Puebla está
totalmente dedicada a la Comunión y Participación,
tema totalmente comunitario. En esta parte encuentra su puesto la vida religiosa, como agente de evangelización, pero en particular como agente de Comunión y Participación.
Puebla empieza el tema tratando de las tendencias o líneas de avance de la vida religiosa en América y dice lo siguiente:
"Se busca poner énfasis en las relaciones fraternas interpersonales, en que se valora la amistad,
la sinceridad, la madurez como base humana indispensable para la convivencia, con dimensión de fe,
pues es e! Señor quien llama, con un estilo de vida
más sencillo y acogedor, con diálogo y participación" (Puebla n. 730).
Aquí tenemos introducido por Puebla un tema
que no trató el Concilio: La madurez humana de la
comunidad. Confiesa que se basa en la de cada uno
de sus miembros, lo cual es apenas natural. Pero lo
que ahora nos interesa es resaltar de nuevo que
esa madurez comunitaria, lo mismo que la individual,
se base en el control de los instintos "yoistas", porque el yo es insociable, individualista, egoísta, hosco,
envidioso, impositivo, incluso tiránico... Imposible
construir comunidad, si él está invitado. Con él es
imposible el diálogo, el discernimiento, la comunión
y la participación.
Los Obispos de Puebla sabían, como sabíamos
todos, el gran número de experiencias de pequeñas
comunidades que se habían hecho, para acercarse
más al pueblo, y constataban con tristeza que mu166
chas habían fracasado. Y los Obispos estudiaron la
causa. En un párrafo del Documento nos las dejaron
ordenadas, para salvar la ¡dea, hermosa en sí.
"La experiencia demuestra que estas pequeñas
comunidades deben asegurar ciertas condiciones
para tener éxito: motivación evangélica, comunicación personal, oración comunitaria, trabajo apostólico, evaluaciones, integración en el Instituto y la
Diócesis a través del servicio indispensable de la
autoridad" (n. 731).
Muchas de esas experiencias fueron hechas por
religiosos individualistas, mal avenidos con la comunidad y tal vez para evitar esa misma vida comunit a r i a . . . Por eso los Obispos inculcan que la solución consiste precisamente en acentuar lo comunitario, no en huirlo. Y eso a pesar de la dificultad
externa que conlleva. El hermano tiene aristas, pero
son esas aristas las que me tienen que pulir, para
resultar apto para ser piedra viva de la nueva Iglesia. Por eso dice e¡ Documento:
"Se experimenta hoy especiales dificultades, por
la cercanía de las personas y la diversidad de mentalidades, cuando disminuye el sentido de la fe, cuando no se respeta el debido pluralismo" (n. 732).
Una de las aristas que más hieren en el hermano es precisamente sus pensamientos divergentes
de los míos; el pluralismo tan difícil de aceptar por
el que se cree depositario de la verdad, un rasgo
típico del "yoismo". Nos resulta difícil unirnos por
el afecto y el amor, cuando disentimos en el pensamiento!!! Es terrible la tentación de creernos cada uno el ombligo del mundo!, inspirados por el
"yo"!
Es el " y o " el que crea, sostiene y agudiza las
tensiones, "tensiones, dice Puebla, a veces dentro
de las comunidades, a veces entre éstas y los
Obispos" (n. 737).
Esto de las tensiones entre los religiosos y los
Obispos es un tema serio, porque es real. Estuvo
candente en la preparación de Puebla; parece que ha
disminuido. Ha sido objeto de un Documento de la
167
Iglesia: "Criterios pastorales sobre relaciones entre
los Obispos y religiosos en la Iglesia (33).
La existencia misma de este documento indica
que existe la tensión. Pero la tensión, como la crisis, no es mala, si falta el "yo", el subjetivismo, el
engreimiento, la presunción...
Es más: la tensión se crea por el hecho mismo
de la existencia de los Institutos religiosos, si se
mantienen fieles a su inspiración. El mismo documento confirma este pensamiento, que pudiera parecer extraño.
"Todo carisma auténtico lleva consigo una cierta carga de genuina novedad en la vida espiritual de
la Iglesia, así como de peculiar efectividad, que puede resultar tal vez incómoda e incluso crear situaciones difíciles, dado que no siempre es fácil e inmediato el reconocimiento de su proveniencia del
Espíritu" (34).
Este párrafo es de un gran realismo. "El Espíritu
sopla donde quiere" (Jn 3, 8). Y ha soplado en el alma de todos los Fundadores, los cuales conforme
dice este párrafo, en su tiempo fueron considerados
como peligrosos reformadores, casi revolucionarios.
Si ahora sus hijos se mantienen fieles a ese mismo Espíritu, serán considerados como peligrosos.
Lo están siendo en casi toda América. Y es ese el
mejor signo de renovación dentro de la vida consagrada.
Eso conlleva a unas cuantas características propias del carisma o del sólo espíritu y que enumera el mismo documento, con el mismo realismo:
"La caracterización carismática propia de cada
Instituto requiere tanto de parte del Fundaddor, como por parte de sus discípulos, el verificar constantemente la propia fidelidad al Señor y la docilidad
al Espíritu, la atención a las circunstancias y la visión cauta de los signos de los tiempos, la voluntad
de inserción en la Iglesia, la conciencia de la propia
(33) De la Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares 1978.
(34) Cfr. ¡bldem n. 11.
168
subordinación a la Sagrada Jerarquía, la audacia en
las iniciativas, la constancia en la entrega, la humildad en sobrellevar los contratiempos. . .(35).
Esta es la parte del "Espíritu" que sopla en las
almas fieles; pero luego está la parte del mismo Espíritu que en los Jerarcas aconseja prudencia, control, fidelidad al genuino Espíritu... Eso empieza
en el n. 13 del Documento, pero ya en este párrafo
pone una de cal y otra de arena: junto "a la propia
subordinación a la Sagrada Jerarquía, "la audacia
en las iniciativas"... No siempre es fácil ser audaz
(que se nos aconseja) y al mismo tiempo sumiso a
una autoridad tradicional, conservadora, política, como es a veces y tal vez tenga que ser la de la Jerarquía!. . . Ahí nace la tensión y ahí, en ese punto
preciso, todo depende de que en esa relación esté
presente o no el " y o " disgregador, subjetivista, engreído. .. Ser audaz y no ser creído y engreído es
de santos. Y los santos son pocos. .. A veces ni lo
es el religioso, ni el Obispo. Los dos pueden fallar.
Yo diría, por ejemplo, en el caso más conocido de
toda América, el del sacerdote Camilo Torres, ni
él, ni los jerarcas estuvieron a la altura de las circunstancias. No es una novedad que lo diga yo
ahora. Esto se ha dicho miles de veces; pero al
decirlo yo ahora, no es mi intención condenar a
ninguna de las dos partes. Que juzgue y condene
Dios! Ojalá que no condene, sino que tenga presente nuestra miseria!
Es muy difícil eso de "atención a las circunstancias y visión cauta de los signos de los tiempos".
Sólo los profetas pueden hacerlo. Pero hay profetas
que ven los signos de los tiempos y no son dóciles
al Espíritu, porque el ver esos signos es una cualidad sicológica. No podemos dudar ahora, cuando los
Papas han reconocido el pecado de la Iglesia que
Lutero fuera un profeta, lo cual no justifica todos
sus pasos y sus actitudes. El ver por dónde camina
la historia es una cualidad sicológica, repito. El salir
(35) Ibldem n. 12.
169
a los retos religiosos que esos signos crean es propio de los profetas de Dios! Salir con sumisión
y a la vez con energía es propio de hombres maduros; así lo hicieron los santos.
En todo caso conciliar el carisma de la autoridad, con el carisma de fidelidad a esos signos de los
tiempos es cosa difícil y además del todo imposible cuando en el alma del jerarca o del religioso se
insinúa o domina el "yoismo". Dios nos libre de
esos encuentros entre jerarca y profeta en esas circunstancias sicológicas!
En todo caso el n. 13 de este Documento pone
los puntos sobre las íes en cuanto a los derechos
de la autoridad; el 14 vuelve sobre los fueros del
Espíritu que sopla... La única solución es la "santidad" de ambos, como lo insinúa el Capítulo I del
mismo documento Mutuae Relationes.
Terminamos copiando un párrafo en que Puebla
asigna a los religiosos una gloriosa misión hoy en
América, pero misión difícil y elevada. Leamos sus
palabras, que son el más alto reto para nuestra vida:
"Son llamados a vivir en comunión intensa con
el Padre, quien los llena de su Espíritu, urgiéndolos
a constituir la comunión siempre renovada entre
los hombres. La vida consagrada es así una afirmación profética del valor supremo de la comunión con
Dios entre los hombres (cf ET 53) y un "eximio testimonio de que el mundo no puede ser transfigurado
ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las Bienaventuranzas" (n. 744).
Ahí está el reto, enhiesto y difícil de escalar
como nuestro Aconcagua; es empresa de guapos.
Para escalar ese pico es preciso la suprema ascesis
del espíritu: terminar con el encogimiento, el miedo
y el engreimiento del "yo".
170
6. EL "YO" EN ACCIÓN
PUNTOS CLAVE EN LA VIDA COMUNITARIA
1 ? Sicología de la confrontación
Hemos hablado varias veces de la confrontación
de dos "yos". Veamos gráficamente las posibilidades
de la confrontación y los efectos síquicos egóticos
que producen las situaciones resultantes:
Juan
Antonia Juan
Pedro
Pable
Juan
4
1 ' Posición
2* Posición
3< Posición
Estas figuras, en su simplicidad ingenua, insinúan muchas cosas. Cualquiera advertirá a la vista
de las figuras que Juan no se "sentirá" igual en la
primera posición que en la segunda. Ante Pedro se
sentirá superior; ante Antonio se sentirá inferior y
ante Pablo se sentirá rival.
La superioridad engendra "orgullo"; la inferioridad "humillación"; la rivalidad "agresión". En las
situaciones, surge la tensión y aun el desequilibrio
síquicos y a través de ellos puede aparecer la enfermedad somática.
En ninguna de esas posiciones hay "comunión"
con el otro, sino "desprecio" en la primera, "amargura" en la segunda y "odio" en la tercera.
171
La corriente limpia de la vida síquica primigenia se ha enturbiado y envenenado.
La actitud de superioridad", la actitud de inferioridad" y la de "rivalidad" llenan toda la vida
humana en todas las profesiones y en todos los estados de vida. No se libra la vida consagrada, ni la
de los grupos carismáticos, ni el matrimonio, ni la
milicia, ni la política. Esas actitudes son el gran
obstáculo para llegar a la madurez. Ese camino está
lleno de baches y de piedras, puestos allí por el
" y o " individual.
Es digno de meditarse que en ninguna de estas
tres posiciones le será fácil a Juan conocerse cómo
él es. El orgullo, e! sentimiento de inferioridad y la
rivalidad son nieblas espesas que ocultan al individuo la visión de su propia alma. El engreimiento, el
sentimiento de inferioridad y la rivalidad llenan nuestra vida comunitaria, como llenan la vida de todos
los hombres en confrontación.
Pero insistamos en que en esas tres posiciones el
individuo pierde de vista su propia dimensión ontológica, porque su atención está fija solamente en la
comparación con el otro; esto lo lanza al desequilibrio y la inestabilidad síquica, que surgen siempre
que falta la aceptación de las propias dimensiones,
y de las propias limitaciones, que es el camino hacia la propia identidad. Ese camino hacia la madurez
lo impide el " y o " con la envidia, la rivalidad, la
amargura (sentimiento de inferioridad o de culpa) o
de engreimiento (sentimiento de superioridad).
Imaginemos dos religiosas amigas. A una la hacen superiora. La otra llega a una situación difícil
en su vida, recuerda a la amiga y pide que la lleven
con ella. Pero resulta que es dinámica y hábil; con
ello triunfa, atrae sobre ella la simpatía de los demás y se convierte en líder natural. Su amiga, la
superiora, se encuentra en una posición nueva ante
la triunfadora. Antes era la amiga, ahora es la rival,
la que le hace sombra... Su alma se revuelve en
sus bajos fondos y. . . empieza un enfrentamiento
serio entre las que antes eran amigas!... Es una
situación nueva, de difícil manejo, mientras las dos
172
no se concienticen muy claramente de su respectivo
" y o " . . . Este hecho se ha repetido muchas veces
en la historia de predicadores, religiosos apóstoles,
monjitas muy "humildes" en el porte exterior, pero
todos ellos envenenados por su "yo". Los hechos lo
demuestran. Se vienen abajo obras magníficas, promisoras, y la gloria de Dios se desvanece!
El maduro y el santo no se dejan enredar en el
juego del "yo": Siguen afincados en "lo que son";
n¡ se elevan, ni se hunden; siguen siempre iguales a
sí mismos:
S. José de Calasanz fue ¡levado a la cárcel por
denuncia falsa de uno de sus religiosos. Llegado a
la antesala de un cardenal, después de haber sufrido
la rechifla de la plebe de Roma al pasar entre soldados de la Santa Inquisición, y ante la demora del
Cardenal en salir se durmió!!! Caro lector, moléstate
en ponerte en su caso. Te habrías dormido tú? ¿Qué
pensamientos habrían cruzado por tu mente, todos
hijos de tu "yo" v i v o ? . . . Calasanz se durmió! Tenía dominado su " y o " . El enfrentamiento no le hundió; le dejó donde estaba!
2° El "yo" y el desequilibrio
El ser humano es cambiante, oscilante, sube y
baja en actividad, humor, entusiasmo. . . Permanecer
siempre "en el mismo ser" es —mejor, sería— la
madurez o equilibrio. El agente más des-equilibrante
es el "yo". Enunciemos algunas "leyes" del desequilibrio:
1? El des-equilibrio es directamente proporcioEgotismo
50
Des-equilibrio
Z.—0—A
173
nal al "egoísmo" o "yo-ismo". Lo podemos expresar
mediante una gráfica.
Esta ley nos induce a formular ciertas proposiciones, cuya verdad estudiará cada uno en su propia
vida:
a) El grado de mi des-equilibrio mide el de mi
orgullo o egoísmo.
b) La causa de mi des-equilibrio está en mí
mismo y muy probablemente en mi "yo".
c) El peor enemigo mío soy yo mismo; no debo perder el tiempo buscando enemigos fuera. De
ordinario soy yo quien me cavo mi propia tumba,
sin necesidad de enterradores.
d) El equilibrio desconcertante de Cristo en la
Pasión es la prueba de su increíble perfección humana.
2? El egotismo y la resistencia a la frustración
están en razón inversa.
También podemos expresar en frases concisas
lo que esto significa:
a) Si la frustración me turba y me hace perder
la cabeza es que soy egótico: el grado de frustración mide mi egotismo.
b) La razón por la que los santos no fueron seres
frustrados estaba en que no fueron egóticos.
c) El frustrado que deja caer los brazos demuestra que era egótico.
Estas frases son duras. Ante ellas nos sublevamos. Pero que cada uno mida en sí su verdad y
que solamente hable después de una auténtica evaluación. No negamos que junto al egotismo pueden
operar otras causas que deben estudiarse; pero enfatizamos ¡a presencia del "yo". En todo caso admitimos cualquier demostración seria que pueda atribuir el desequilibrio a otro agente síquico. Pero que
sea prueba.
3? La personalidad surge solamente con la muerte del egotismo.
Entendemos por "personalidad" lo que hemos
dicho antes: una manera de conducta responsable,
174
libre, independiente, reflexiva, equilibrada y de servicio.
a) Si quiero llegar a la madurez (personalidad),
debo trabajar por desarraigar el orgullo, la vanidad,
el ansia de sobresalir, e¡ ansia de poder, influencia,
dominio, el instinto de venganza y las vanas aspiraciones a subir y tener. (Tendencias del "yo").
b) La personalidad supone entrega al servicio
del prójimo, cosa que nunca hará el egótico.
c) Es personalidad saber superar la injuria y
la calumnia con calma; trabajar sin esperar recompensa o alabanza; vivir en la obscuridad y la sencillez. Todo eso lo hará fácilmente el que no sea egótico.
¥ La objetividad es inversamente proporcional
al egotismo o "yo-ismo".
Llamamos "objetividad" a la capacidad de observar la realidad tal como ella es; de no ver enemigos por todas partes; de saber apreciar las cualidades ajenas; de medirse a sí mismo en su justa
t a l l a . . . Veamos esta ley mediante una gráfica:
Egotismo
A75
/50\
Objetividad
i*00/
I
0
\
S"*^
Si el egotismo fuera infinito la objetividad sería
nula; si el egotismo fuera cero la objetividad sería
perfecta, infinita.
En la objetividad pueden entrar otros factores:
el carácter, por ejemplo. El egotismo produce falta
de objetividad, el carácter puede compensar al yoismo.
a) Si te acusan de falta de objetividad, estudia
a qué se debe. Si por otros datos sabes que eres
175
egótico, mira si no será ese egotismo la causa de
tus fallos de observación de la realidad.
b] El egótico no se conocerá, mientras sea
egótico: se creerá humillado, despreciado, minusvalorado. La razón es que él se plus-valora, se eleva,
se hincha y se convierte en un globo lleno de viento.
El que se cree siempre perseguido y no comprendido, tiene indicios de ser egótico y de desconocerse a sí mismo.
5? El egotismo obra desde el inconsciente, pero existen indicios para descubrirlo.
a) El temor a someterse es señal de orgullo,
porque el temor a la esclavitud es una de las formas
de ansia de superioridad.
b) El temor a la oscuridad es señal de vanidad.
El que no es egótico, en todos los puestos en que
pueda trabajar se encuentra bien. Si temes la oscuridad eres egótico.
c) La huida de ia responsabilidad se debe al
temor de fracasar y este al deseo de triunfar. Y todo al egotismo. Si huyes de las complicaciones que
lleva consigo la vida y el servicio a los demás, es
porque en el fondo eres vanidoso. Muchos son cobardes porque son egóticos.
d) Si nunca quieres obrar sin sentirte apoyado
en otro, es que huyes de la iniciativa. Pero en el
fondo es que temes fracasar. Es que eres egótico.
6? En caso de frustración, el grado de hundimiento síquico en que te sumerges es directamente proporcional al ansia de subir y brillar, o sea al
grado de tu egotismo.
100
Vanidad
75
50
»
.Equilibrio
Hun-
25
SO
miento
Vanidad, orgullo, ansia de ser visto, depresión,
hundimiento, tristeza, abatimiento.
Si caigo de una altura de orgullo de cien grados, me precipito en una sima de depresión de cien
grados; si caigo de un orgullo de cincuenta grados,
me precipito en una sima de cincuenta grados; si
sólo caigo de una altura de veinticinco grados de
vanidad, sólo me precipitaré en una sima de veinticinco grados de depresión. Si mi orgullo fuera nulo, nadie me podría derribar sicológicamente!
Si eres capaz de echar una mirada retrospectiva a tu vida, podrás deducir por esta ley tu grado
de egotismo. Tus desequilibrios, tus alti-bajos, tus
bajones en el entusiasmo apostólico te dirán mucho
a este respecto. Es preciso tener valor para sacar
las consecuencias. El que teme a la verdad nunca
será libre de ese monstruo que llamamos el " y o " .
7? La sensibilidad hacia el prójimo es inversamente proporcional al yo-ismo: a más yo-ismo menos caridad.
8? La irritabilidad es directamente proporcional
al yo-ismo: a más yoismo más irritabilidad. Esta no
es otra cosa que la reacción del " y o " contrariado,
frustrado, rechazado. El " y o " frustrado, crea la amargura, el resentimiento. Estas actitudes crean la irritación, y ésta, a su vez, crea el deseo de venganza
y destrucción.
El humilde —el hombre sin " y o " — vive en paz
y armonía con todos.
3? La actitud positiva y la actitud negativa
Ya hemos hablado del origen egótico de la actitud (36). Veamos los efectos de la actitud negativa,
de naturaleza yoista y, como contraste, los de la
actitud positiva, la del hombre que venció al "yo".
El hombre que vive en actitud negativa será:
—pesimista, triste, cerrado, obstinado.
75
100
(36) Véase Pág. 121 ss.
176
177
12 Sicología y vida consagrada
—derrotista.
—indeciso, irresoluto, inactivo.
—amargado, resentido, envidioso, murmurador,
rencoroso, criticón.
—agresivo, hiriente, mordaz, humillante, peleador, siempre "en contra".
—desconfiado, receloso.
—dominado por el odio, gozoso del mal, pronto
a realizarlo.
S. Pablo llamó a todas estas posturas sicológicas frutos y obras de la carne. Las llamó:
"odios, discordias, celos, iras, rencillas, disensiones,
divisiones (Gal 5, 20).
En cambio el hombre que vive en actitud positiva será:
—optimista, alegre, abierto, entusiasta.
—entregado, ¡enzado, comprometido.
—decidido, lleno de iniciativas, constructivo, emprendedor, activo.
—amante, generoso, sin rencor, sin resentimiento, olvidado del pasado, servicial, colaborador.
—amante del bien, de la belleza, del orden, de
la verdad, del sol, de la luz, de Dios, que es
todo eso.
—confiado, sin sospechas, descubridor del bien
en los otros, fomentador de todo lo bueno,
alentador de toda iniciativa buena.
—sincero, abierto, claro, valiente, pacífico.
S. Pablo llama a todas estas posturas sicológicas frutos u obras del Espíritu. Las llamó:
"caridad, gozo, paz, longanimidad o generosidad,
afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza"
(Gal 5,22).
Las resumió a todas en la caridad, de la que dijo:
"La caridad es generosa, benigna, no envidiosa,
no jactanciosa, no hinchada, no descortés, no interesada, no irritable, no mal pensada, alegre con la jus178
ticia, lo excusa todo, llena de fe, de esperanza, de
tolerancia" (1 Cor 13, 4-7).
Cada religioso que vive en actitud negativa es
un obstáculo para el Reino de Cristo. Por culpa
suya, no de los enemigos de Dios, el Reino no ha
llegado ya al confín de la tierra. La actitud negativa
es un virus que corroe el espíritu apostólico. El objetivo de la educación de estos religiosos sería hacerles cambiar de actitud; pero es empresa erizada
de obstáculos síquicos. Lo más temible de esa actitud es el cerrarse también a Dios. El "yo", en efecto,
es el único obstáculo que encuentra Dios en el corazón humano para invadirle y purificarle. S. Juan llama en su Evangelio "los judíos" a aquellos hombres
que se cerraron a Cristo e hicieron fracasar sus planes de salvación para su pueblo judío: "Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los
que te son enviados! Cuántas veces quise cobijar a
tus hijos como la gallina cobija a sus polluelos bajo
sus alas y no quisiste. He aquí que tu casa quedará
desierta (Mt 23, 37-38). Es imposible expresar de un
modo más gráfico el trágico poder del " y o " contra
el mismo Dios.
La actitud positiva es la que lleva a la vida, ya
temporal, ya eterna, porque nos coloca en el camino de nuestra evolución normal hacia la plenitud,
esto es, hacia la madurez o perfección.
La actitud negativa lleva a la enfermedad y a
la muerte, porque nos coloca en el camino de los
obstáculos que nos impiden esa normal evolución
y en el de la autodestrucción. Las tensiones síquicas que esta actitud engendra son el camino hacia
todas las enfermedades: somáticas, síquicas y espirituales, esto es, dolencias corporales, neurosis y
pecados.
La actitud positiva consiste en no herir y en
no dejarse herir. No basta con "no herir", es necesario también "no dejarse herir", lo cual es más difícil, porque ahí suele empezar el enredo síquico.
Hay muchas personas que no hieren, pero no saben
sobreponerse a las heridas que reciben de los otros
179
y ahí empieza su mal y su perdición; ahí empieza el
enredo, esto es, la neurosis, porque la neurosis es
un enredo emocional, del que uno no ha sabido o no
ha podido desenredarse.
Digámoslo de otra manera: la actitud positiva
consiste en no herir el " y o " del otro y en no dejarse herir el propio. Si deliberada o indeliberadamente
hiero el orgullo ajeno —su " y o " siempre sensible—,
despierto una fiera que duerme en él. Si, por el
contrario, es "el otro", e! que lanza una flecha envenenada contra mi " y o " y no estoy sobre aviso,
esa fiera surge en mi pecho y puede comenzar el
enredo que destroce mi vida.
Toda la ciencia, hoy tan llevada y traída, de las
relaciones humanas consiste en no herir el orgullo
ajeno y en saber dominar el propio.
Quien sepa hacer esto es dueño del mundo.
Pero el que sea guapo que empiece a hacerlo vida.
En la realización de esa hazaña sabrá lo que es esa
realidad síquica que llamamos orgullo y que tome
nota del día en que empieza y del que termina...
La actitud positiva ha creado los héroes y los
santos y todos los hombres grandes que han hecho
bien al mundo. Todo lo bueno que se ha hecho en
él ha nacido de la actitud positiva, esto es, abierta
confiada, constructiva.
La actitud negativa, por el contrario, es la raíz
de cuanto malo y torcido se realiza en el mundo y
de la mayor parte del dolor y de las lágrimas que
lo ensombrecen; de todo lo que hay en las relaciones
humanas de hiriente, mordaz, perturbador, humillante.
La actitud negativa ha creado los hospitales
mentales, las clínicas de salud, los manicomios en
un tanto por ciento muy elevado. Esos pozos de indecibles sufrimientos humanos quedarían vacíos, si
en ei mundo desapareciera la actitud negativa.
180
4° La prueba decide qué hombre vivirá en actitud
positiva y quién en actitud negativa
A todo hombre le llega un momento de crisis
—la prueba— en el cual aparece si está en actitud
positiva o negativa ante la vida.
Esta ambigüedad de la vida humana es el rasgo
que la distingue de la vida animal. La vida animal
está hecha desde el principio: por eso no tiene cualidad moral. La vida humana ha de decidirse libremente; por eso es imprevisible, precisamente porque tiene momentos en que la voluntad puede y debe decidir si va hacia la derecha o hacia la izquierda.
Por eso la "actitud positiva" es una conquista:
se llega a ella mediante un esfuerzo y se mantiene
en ella por la lucha. El " y o " nos está empujando
hacia la "actitud negativa" y nos esclaviza hasta el
punto de intentar impedirnos salir de ella.
En esta lucha entre las dos actitudes se define
la libertad de cada hombre: la actitud positiva consagra la libertad y con ella abre el camino hacia
la madurez síquica. La actitud negativa compromete
la libertad y su persistencia nos la hace perder; su
pérdida nos cierra el camino hacia la madurez síquica y atenta contra la dignidad de la persona humana.
Cristo obró siempre positivamente: nadie le pudo arrancar de esa línea de acción.
Las tentaciones con que se abre su apostolado
tienen el sentido de esta crisis en su vida. En aquella lucha optó por la actitud positiva, que El vio expresada por la voluntad de Dios. Al final de su vida
volvió el mal a la carga de una manera impresionantemente fuerte, como no se ha manifestado nunca,
ni volverá a manifestarse. Pero Cristo había ya elegido: en Getsemaní, de rodillas, con el rostro en
tierra, aplastado y triturado hasta derramar sangre,
elige la voluntad del Padre: "no se haga mi voluntad
sino la tuya" (Le 22, 42).
Si se lee la Pasión desde esta perspectiva, adquiere una impresionante significación ejemplar. Ni
Anas, ni Caifas, ni Pilato, ni Herodes, ni la solda181
desea, ni el populacho lo tuercen del sendero que
sigue con una energía y una paz totalmente impresionantes.
El clima está en el momento de la crucifixión:
cuando sus enemigos celebran ruidosamente su triunfo, se oye la voz humana más santa que haya resonado en el mundo: "Padre, perdónalos, que no saben
lo que hacen". (Le 23, 34) Cristo allí eligió definitivamente la actitud positiva... El mundo estaba salvado, porque el mal fue derrotado definitivamente.
Todo hombre es un Cristo en miniatura. Y tendrá
su momento de crucifixión. Pero es infinitamente
triste contemplar la cobardía humana. Las defecciones son infinitas. . . El mal triunfa, la actitud negativa se ha apoderado del mundo. Al intentar resolver
el problema de la distribución de las riquezas del
mundo, los hombres han adoptado las dos actitudes
negativas más extremas: la opresión capitalista y
el odio marxista. Actitudes primarias de hombres
aún animaloides.
San Pablo dijo una frase que nos podía servir
de programa de acción en el empeño de asumir
decidida, consciente y definitivamente la actitud
positiva. Dijo:
"No te dejes vencer por el mal, vence el mal
obrando el bien". (Rom 12, 21). El precepto es claro;
su necesidad imperiosa es evidente: quien no lo haga quedará preso en las garras del mal, en la actitud
negativa.
Pero el problema es cómo hacerlo, porque no
es fácil. El zarpazo del mal es siempre temible,
porque desequilibra, a veces desorienta, apasiona,
ciega, destruye algo de nosotros. Superarlo supone
energía, clarividencia y decisión y también ayuda.
El ser humano, pobre, enredado en sus negaciones,
en sus limitaciones, ve a veces la salida del enredo
pero se siente impotente, si alguien no le echa una
mano.
Cuando Cristo exige el perdón del enemigo, lo
que intenta es que el odio no nos coloque en actitud
negativa. El odio es el síntoma más claro de esta
actitud. Cristo nos manda amar, porque el amor es
182
el síntoma más claro de la actitud positiva y por lo
mismo de la madurez y dignidad humana. Por algo el
momento cumbre de la vida de los santos es siempre un acto en que perdonan y aman a sus enemigos: lo mismo que Cristo en la cruz, supremo modelo de hombre perfecto!
5? El "yo" y la autoridad
La tendencia más oscura y peligrosa del " y o "
es el endiosamiento, término de la tendencia a brillar y a dominar (37).
Esa tendencia lo ciega, porque le quita la conciencia de su límite, —ser que empezó y que morirá— y le empuja hacia la suprema locura: la de
absolutizarse, la de no depender de nadie, la de no
querer someterse a nadie, la de no admitir nada superior a él mismo o la de negar todo lo que su razón no comprenda o querer acabar con todo lo que
no le adore o le admire o le alabe...
Ante esta tendencia aparece la "autoridad" como representante del Absoluto verdadero, Dios. Toda autoridad es un reflejo de Dios, ser Absoluto, el
único que tiene derecho a mandar porque siempre
manda con justicia y con verdad. Ante Dios la postura natural de todo hombre es la sumisión, la adoración. Para un cristiano todo esto es claro. Cristo
mismo no se consideraba, como hombre, absolutamente independiente: siempre habló de cumplir la
voluntad del Padre...
En contraste con la conducta de Cristo, hoy se
ha extendido en el mundo una ola de absolutización
del hombre. Bajo la capa de libertad, de independencia, la igualdad, de dignidad humana y de derechos
humanos, ha sido el " y o " el que ha ido robusteciendo su imperio. Por esto nos hallamos en una encrucijada muy seria en la evolución de la humanidad.
Esa encrucijada consiste en distinguir cuándo está
(37) Véase Pág. 140 ss.
183
en juego la libertad, la independencia, la dignidad y
los derechos humanos —realidades todas dignas de
atención y de respeto— y cuándo lo está el orgullo,
la vanidad, el ansia de brillar y de poder, realidades
que no merecen ningún respeto.
No es fácil esta distinción. No es fácil ni para
un observador desapasionado, cuanto más para el
individuo implicado en la defensa de su dignidad o
de su yo.
A quién defiende la Hermana Justa cuando protesta contra 8l modo con que la trata su Superiora,
a su dignidad humana o a su " y o " herido? A quién
defiende e! P. Justo cuando se resiste a una obediencia que le aleja de su familia y aun de su Patria,
a su "yo", que se ve arrancado de su "cama" hecha,
de su comodidad, de sus relaciones sociales, de los
suaves lazos de su familia, o a sus derechos legítimos de persona humana, atropellados?
Y colocándonos en casos extremos: a quién defiende un religioso cuando ante una obediencia opone "su conciencia"? A esta misma conciencia, digna
de todo respeto, o a sus intereses inconfesados, sus
compromisos o sus ataduras sensibles y aun afectivas, o simplemente a su " y o " herido? Hay individuos
con una habilidad endiablada para defender su " y o "
con apariencias honorables y aún santas. Esos casos
serán siempre la cruz de los superiores, que realmente no saben si esa opción del subdito merece
respeto, porque se trata en efecto de su conciencia,
o si están ante un enmascaramiento del astuto y polifacial "yo".
¿Por qué se han tornado problemáticas las relaciones de algunos teólogos y obispos con el Vaticano? ¿Por qué las relaciones de algunas iglesias con
el Vaticano han sido conflictivas? Son difíciles porque todos intuimos que en esa problemática puede
estar involucrado un " y o " que se resiste a someterse, apoyado en su esencia o en su prestigio. Puede
ser que no. De ahí el problema. Y cada uno que responde, lo hace también desde su "yo", más o menos
contaminado, desde su actitud ante ¡a autoridad...
184
Es un problema, es un grave problema... Por qué
el Vaticano proyecta sobre tanta gente una imagen
de tiranía? Por los abusos de la autoridad, que los
hay, o por la autoridad misma? ¿Por qué dentro de la
Iglesia se reclama contra el autoritarismo —vicio del
"yo"— valiéndose de la "contestación tumultuaria"
o de la "protesta ruidosa" y aun escandalosa —otro
vicio del "yo"—? A la autoridad sólo se le teme desde el subjetivismo. Y hemos escrito otras palabras
importantes desde el punto de vista del estudio del
"yo": el subjetivismo. Por qué condenamos el subjetivismo y no obstante todos somos subjetivos? No
será porque todos comprendemos que en el fondo
mismo del subjetivismo está el " y o " en los demás
y no lo vemos en nosotros mismos? El "yo", en
efecto, está demasiado cerca del YO para que lo
pueda ver este. Me resulta tan agradable defender
"mis" puntos de vista! Y me ofenden tanto los de
los demás! No será porque "mi yo" es lo más caro
para mí y el " y o " de los demás lo más odioso? Qué
enredos, Dios mió!
De veras que podemos exclamar con S. Pablo,
cuando habla en la carta a los Romanos de la potencia maligna de la "carne".
"Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo
de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo nuestro
Señor... Así, pues, yo mismo, que con la mente sirvo a la ley de Dios, sirvo en la carne a la ley del
pecado" (Rom 7, 24-25).
El " y o " pertenece al concepto paulino de "carne". Podemos entender esta exclamación legítimamente con la angustia de sentirse esclavo del " y o "
y de la íntima contradicción que supone servir a
Dios con la conciencia y al pecado desde el inconsciente! Sólo Cristo con su luz puede esclarecer este
mundo de tinieblas de la sique!
185
6° El diálogo, ia revisión de vida, la evaluación, el discernimiento, el pluralismo y el "yo".
Dice Puebla que entre las tendencias actuales
de la vida religiosa están "las relaciones fraternas
¡nterpersonales... Un estilo de vida más sencillo y
acogedor, un diálogo y participación" (Puebla 730).
Poco más abajo habla de "comunicación personal,
oración comunitaria... Evaluaciones de integración
en el Instituto" (Cfr. Puebla 731). Y a continuación
habla de "la cercanía personal, diversas mentalidades. . . pluralismo" (Puebla 732).
He ahí el nuevo estilo de la vida comunitaria:
Diálogo, revisión de vida, evaluación, discernimiento y pluralismo. Llevar este estilo de vida hasta las
últimas consecuencias supone el controlar el " y o "
mortificarlo y acabarlo a la mayor gloria de Dios.
Pero la carne se resiste en grado tal que vivir esa
vida y triunfar tiene el mérito del martirio, no del
cuerpo, sino del espíritu. Por eso oímos hoy tantas
quejas de la vida de comunidad; par esa tantas defecciones, tantos desalientos, tantos fracasos de jóvenes que la empiezan y la dejan. La vida de comudad es hoy para guapos y para "humildes".
Y en la última frase hemos pronunciado la
palabra clave para vivir la vida de comunidad: la humildad.
¿Qué es la humildad? La palabra misma está
desprestigiada y ello es un síntoma grave. La responsabilidad recae sobre los 'doctores' que tergiversaron el concepto y nos dieron gato por liebre. Llamaron humildad al apocamiento, al sentido de culpa, a
la inseguridad, a la duda, a la mojigatería... Pero
lo cierto es que la humildad es la realidad síquica
más difícil: Es el estado de una sique librada del
"yo", esto es, libre del aislamiento, el egoísmo, el
miedo y la actitud negativa. Esa libertad es algo tan
grande que sólo los grandes la han alcanzado. Sólo
ellos han sido humildes de verdad. Ellos han sido los
que de veras no se han buscado a sí mismos, sino
la gloria de Dios y por eso no se han amilanado
cuando han sido despreciados, calumniados, perse-
guidos, insultados, vilipendiados o torturados... Los
únicos a quienes no han frustrado los fracasos, las
traiciones... y los únicos que han sido capaces de
oír hacer la crítica de su vida a veces despiadada;
los que se han sometido a la legítima autoridad, los
que no han protestado nunca tumultuariamente, los
que han convivido con gentes que pensaban de diversa manera que ellos; los que han sometido su actuación a revisiones y evaluaciones de superiores o
subditos... Ellos han sido "humildes"! Nada más
que humildes, pero nada menos que humildes! La
humildad, cuando es pura, es algo tan hermoso que
la podríamos considerar como la revelación de lo que
es un alma sin "yo". Veamos algún ejemplo:
S. José de Calasanz vivió una época histórica
muy turbulenta —la de la guerra religiosa de los
treinta años entre católicos y protestantes—. Las pasiones egóticas estaban exacerbadas, las actitudes
duras e intransigentes eran muy comunes: el autoritarismo era norma de conducta de muchos magnates eclesiásticos. Uno de ellos fue el cardenal Antonio Barberini, hermano del Papa Urbano VIII.
En una ocasión, por un malentendido, llamó a
Calasanz a su presencia. Esperaba el santo en la
antesala; salió el cardenal y la emprendió con él:
"Le dirigió palabras tales que ya no eran mortificación religiosa, sino más bien verdaderas i n j u r i a s . . . "
Al oír aquel torrente de injurias el viejo educador se
puso de rodillas y aguantó el chaparrón sin decir palabra. Cuando el imprudente y autoritario cardenal
terminó, "pidióle el P. José que se dignara oírle en
particular. Con toda sumisión desengañó allí al cardenal, diciéndole en particular que cuanto había hecho en aquel asunto lo había hecho de acuerdo y
orden precisamente de su sobrino, el cardenal Francisco Barberini"... "Con ello el cardenal quedó no
sólo desengañado, sino edificado de la paciencia y
humildad de nuestro Venerable P. Fundador" (38).
(38) Palabras de P. Vicente Borro, discípulo de S. José de Calasanz, citadas por el P. C Bau en su "Biografía Crítica de S. José de Calasanz".
Edit Bibliográfica Española. Madrid. 1949. Pág. 726.
186
187
Humildad, paciencia, prudencia, caridad... y un
dominio de sí mismo que indica la ausencia de todo
yoismo.
Hace poco beatificó el Papa Juan Pablo II al H.
Pedro de Betancourt, el S. Francisco de Guatemala.
Su vida estaba en las lenguas de todos en la ciudad.
"Sucedió (esto) en casa de doña María Ramírez,
que el Hermano (Pedro) frecuentaba en busca de
limosnas para sus pobres. Entró en una hora en que
departía allí familiarmente el P. Francisco Guevara,
Prior del convento dominicano de Guatemala, que
sólo de oídas y por fama conocía al Hermano Pedro.
—Esta es mi ocasión —pensó el padre prior—
ahora veré hasta donde sube la virtud de este famoso personaje.
—Venga acá el hipócrita, haragán. No fuera mejor que fuera a trabajar y ganar de comer, pues
tiene esos cuartos para ellos y no quitar la limosna
a los pobres, hecho holgazán? No ha habido hasta
ahora quien le diga lo mal que obra y lo desengañe
de sus trapazas y poltronerías?
Pedro, bajó los ojos, escuchaba y callaba.
—Responda el hipócrita embustero, si tiene
qué...
—Dice muy bien, mi Padre y Señor, que soy un
haragán engañamundo!... Oh qué bien dice, mi Padre; y cómo me ha conocido!... (39).
Estos casos nos enseñan mejor que muchas definiciones qué es !a humildad y cómo excluye todo
yoismo! Nos dice claramente cuál es la condición
para participar positivamente en los actos "colectivos o comunitarios" que hemos enunciado arriba:
Diálogos, revisiones de vida, evaluaciones, discernimientos y también para poder vivir en grupos integrados por hombres que piensan de diversa manera en las cosas opinables dentro de la Iglesia. Eso
es vivir en el pluralismo.
Dirá alguno que pido demasiado para ello: la
santidad S. J. de Calasanz y el Bto. Pedro Betancourt
eran santos. Precisemos: la santidad en el grado de
esos héroes no la podría exigir yo a todos; pero la
santidad incoada, esto es, empezada con decisión
y empezada por el principio, el control del "yo", si
la exigiría a todos decididamente. El control absoluto, como en los dos ejemplos aducidos, no es de
todos, pero un cierto control, que consistiera al menos en saber pedir perdón sinceramente, en reconocer su culpa y en ei empezar siempre de nuevo, sin
jamás cansarse, es absolutamente indispensable. Eso
lleva consigo una conciencia clara de " m i " yoismo
real y concreto. Y por ello el convencimiento preciso de que en los choques, roces, malentendidos,
murmuraciones, y otros enredos comunitarios, soy
yo el que tiene culpa. No digo "la culpa". Es suficiente que reconozca que he tenido parte de la culpa, para que me sienta responsable y no piense en
atribuir "la culpa" al otro, abismo en que naufragan cuantos sin preparación sicológica intentan la vida en común. Junto a esto se necesita también el
deseo de participar en esos encuentros para sacar
de ellos el propio conocimiento —el que me comunicarán mis hermanos, enfrentándome a mis defectos— sin lo cual es ilusorio todo intento de santidad.
Por eso cuando a esos encuentros —diálogos,
revisiones, evaluaciones, discernimientos— van individuos yoistas, con ansias de brillar, de sobresalir,
de imponer sus puntos de vista, de conseguir distinciones, honores, de llevar el agua al molino y de
aplicar el ascua a su sardina, de humillar, de herir,
de vengarse, de sacarse la espina, de desahogarse,
de poner una bomba (egótico-afectiva), de medirse
con el otro, de demostrar su fuerza, (su influencia en
el grupo), de salir nombrado, de enredar el ambiente
para conseguir sus intentos, de procurar sus intereses y. .. de otras diez mil cosas que se propone
el "yo", todas esas reuniones fracasan y no sólo
fracasan, sino que siembran la confusión, paralizan
los mejores intentos de los buenos, crean una fuerza regresiva y paralizan el avance del Reino de
Cristo, al cual dicen esos individuos servir!
(39) Cfr. MESA, Carlos de. "Pedro de Betancourt. el hombre que fue carid a d " . Ed. L. Vieco e Hijas. Medellín. 1980. Págs. 181.
188
189
De nuevo aparece el " y o " como el enemigo
único! Por eso se impone como consecuencia inevitable el dilema: o muere el " y o " o nos destruye como apóstoles. El " y o " y la gloria de Dios son incompatibles. Esa es la consecuencia que sacaron los
místicos desde su experiencia de Dios, y la sicología desde el estudio sistemático del ser humano.
Con ello tiene doble fuerza.
Una última reflexión: la crisis actual de la vida
religiosa se ha debido a que ésta, forzada por la evolución de la humanidad, ha tenido que pasar de una
dinámica individual, muy influenciada por el "yo",
(individualismo en los subditos y autoritarismos en
los superiores) a una dinámica comunitaria, ya apuntada en el Concilio, y ampliada después por Puebla.
El objetivo de la evangelización propuesta por Puebla es la comunión y participación, objetivos esencialmente comunitarios. El abandonar un estilo de
vida individualista (yoista) y amoldarse a otro comunitario (anti-yoista) ha producido como efecto primario la desorientación, la desubicación y aun la
falta de identidad de muchos sacerdotes, religiosos
y religiosas, lo cual los ha llevado al desequilibrio
de sus vidas... Hemos llegado ya a la meta, una
vida común, en la que de veras se dé la comunión
y la comunicación?...
T Comunicación
La última palabra del apartado anterior nos lleva a tratar de un tema comunitario de sumo interés
para nuestra vida: la comunicación. El estudio y las
técnicas de comunicación nos han sido extrañas en
nuestra vida.
Si llamamos comunicación a todo el sistema de
que dispone el hombre para ponerse en contacto
síquico-espiritual con sus semejantes, la palabra
es el medio privilegiado de comunicación, pero no
es el único; hay otros: la presencia, la mirada, los
gestos... Hoy existe toda una ciencia que estudia
el fenómeno de la comunicación, con el objeto de
190
favorecerla y estimularla. Esa ciencia se llama la
Cibernética Social.
La vida comunitaria se funda sobre la comunicación síquico-espiritual entre sus miembros; sin ella
es imposible. Pero en el sistema antiguo de vida
de comunidad esa comunicación era muy restringida. Estaba regulada por la autoridad externa y era
también principalmente externa. Favorecía esto la
existencia de macro-comunidades. Yo he vivido en
comunidades de 35 religiosos; hoy vivo en una de
seis y algunos la creen muy grande. De ahí que se
tienda en estas comunidades pequeñas "a las relaciones fraternas interpersonales, en que se valora la
amistad, la sinceridad, la madurez como base humana, indispensable para la subsistencia" (Puebla 730).
Como se comprende, no podemos entrar a fondo en tema tan sugestivo y amplio. Solamente afirmar que los religiosos deberían conocer esa ciencia
que tiene una relación tan directa con la forma de
su vida.
Ahora me propongo solamente una cosa: tomando algunos elementos de esa ciencia, hacer ver que
el " y o " es el enemigo principal de la comunicación
entre las personas, porque su esencia, como vimos,
es el aislamiento, el egocentrismo y el miedo. Estamos en los antípodas de la comunicación: la vida
de una comunidad, de un grupo humano, depende
del grado de comunicación síquica entre sus miembros. Por eso copio de un libro dedicado a la Cibernética Social "las barreras para la comunicación y la
comunión" (40).
—Desconocimiento de las técnicas de reunión,
de entrevista, de comunicación de masas.
—Resistencias a técnicas de comunicación (espontaneismo).
—Falta de negociación o cabeza fría (competición).
—falta de método participativo
(40) Cfr. GREGORI. Waldemar de. ,'La 5» Amerindia: teoría de la Cibernética Social". Mimeografiado.
191
—falta de juego abierto
—subgrupos cerrados (implícitos, radicales)
—comunicación según el oficialismo o el oposicionismo excluyentes.
Leyendo lo anterior aparece claro que, excepto
en las dos primeras barreras, en las demás entra el
" y o " en forma de competiciones, superioridad, aislamiento, radicalismo, autoritarismo etc. e t c . . El
" y o " teme como a la muerte alternar, hablar o dejar
hablar; se encastilla en la autoridad o en la oposición
con la pretendida posesión de la verdad!
En el mismo libro, al hablar de los obstáculos
para la dinámica de grupo, pone las siguientes barreras:
—dependencia grupal
—falta de comunión (relacionamiento precario]
—falta de tratarse de igual a igual (dominar
o dejarse dominar)
—compra del otro (trucos para usar del otro)
—venta de sí (entregar la autonomía a cambio de
cualquier cosa)
—no participación (ser parásito del grupo o apagado o individualista)
—Oficialismo (pautarse solamente por el grupo
oficial)
—Oposicionismo (pautarse solamente por el grupo de oposición).
En esta lista de barreras impresiona la falta de
personalidad: el aislamiento, el egoísmo, los intereses inconfesados, el negativismo, el oportunismo.
Todo eso no es más que trucos del " y o " que tiene
miedo de abrirse a la verdad, entregándose a lo
grande y abdicando lo pequeño.
Estos son los mismos enemigos de la vida social: en el orden político o en el económico, en el
cultural o en el religioso, siempre nos encontramos
con el mismo enemigo agazapado, oculto, pero grandemente operante. En el mismo libro se describen
así ¡os enemigos de la dinámica social.
—Protesta (limítase a reclamar, denunciar, acusar, sin emprender nada)
—víctima-aliada-del-noófago (persona inconsciente que es explotada y que defiende al explotador, sin
saberlo)
—sociomanía (ver solamente el aspecto social
(de la vida): estructuras, lucha de clases, desarrollo).
—sociofobia (lo contrario: no ver el poder de la
estructura, negar la oposición de clases...)
Si estos enemigos impiden la dinámica social
impiden de la misma manera la dinámica de la vida
comunitaria de los religiosos.
Es verdad que el lazo auténtico que nos une
es Cristo: mejor, Cristo es ia única motivación de
nuestra unión. Pero una vez que nos hemos unido
en Cristo, necesitamos ejercitarnos en la comunicación social, como nos ejercitamos en adquirir conocimientos o en desarrollar aptitudes. Pero los ejercicios de comunicación no formaron parte de nuestra
formación básica. Unos siguen siendo extraños. Practicábamos un espiritualismo descarnado que fracasaba con mucha frecuencia, al encontrarse sin la
base precisa en los mecanismos sicológicos de toda
vida humana. Poniéndole esa base, nos preparamos
para esa misión transcendente, que define nuestra
vida y la dignifica.
192
193
13 Sicología y vida consagrada
Concluimos con un cuadro en que se visuali
cuanto hemos dicho:
Apéndice
CUESTIONARIOS EXPLORATORIOS DE LAS
TENDENCIAS DEL YO
CUESTIONARIO No. 1
AilUMisttro
COMUNICACIÓN DOMINADA POi? EL "YO "
cuando no existe el " y o " , existe una auténtica
comunicación, porque existe abertura, confianza,
espontaneidad, afecto y amor;
—cuando existe el " y o " , no puede existir la verdadera comunicación, porque la impiden la agresividad, el miedo, la sospecha, la amargura, la antipatía, el rencor, el odio, hijos todos del "yo".
La primera es la comunicación de personas; la
segunda es posición de gente inmadura, es la soledad de dos en compañía, la de infinitos matrimonios
y de muchas comunidades.
194
1. ¿Me cuesta mucho renunciar a cualquier cosa
que yo crea útil o agradable?
2. ¿Siento en mí cierta incapacidad de sacrificarme por una causa por más santa que sea?
3. ¿Soy cauteloso en el trato, no me fío fácilmente?
4. ¿Siento muy poco entusiasmo por ningún ideal?
5. ¿En mis obras apostólicas con mucha frecuencia me estoy buscando a mí mismo?
6. ¿La desconfianza está en el fondo de mis relaciones humanas, en particular en las relaciones
con los Superiores?
7. ¿No acabo de entregarme sin condiciones a
mi vocación? ¿Soy muy poco generoso en la
dedicación?
8. ¿Soy bastante arbitrario en mis determinaciones y órdenes?
9. ¿Soy receloso: cualquier síntoma me retrae del
trato abierto con una persona?
10. ¿Con frecuencia irrespeto a los demás y los
trato con poca consideración?
11. ¿Incluso alguna vez desciendo a verdaderas
groserías?
12. ¿Con frecuencia disimulo mis intenciones con
una conducta hipócrita?
195
13. ¿A veces procedo con violencia y aún con brutalidad, en reacciones incontroladas?
14. ¿Soy caprichoso y trato de imponer mis caprichos?
15. ¿Me valgo de una piedad fingida para conseguir mis fines?
16. ¿Siento la desazón de la envidia y de los celos?
17. ¿No me importa el camino del servilismo y la
adulación para ocultar mis propósitos y conseguir mis fines?
CUESTIONARIO No. 2
1. ¿Siento una gran satisfacción interior, cuando
ocupo el centro de una reunión social?
2. ¿En las reuniones, casi sin advertirlo, cuando
me doy cuenta estoy acaparando la atención
de los demás?
3. ¿Considero como natural que los demás me consideren y me agasajen?
4. ¿Siento disgusto y despecho por falta de atenciones o consideraciones?
5. ¿Tengo una excesiva sensibilidad ante cualquier
desprecio o desconsideración?
6. ¿Exijo que los demás tengan conmigo atenciones y consideraciones?
7. ¿En las conversaciones me sorprendo usando
continuamente la palabra "yo"?
8. ¿De ordinario en mis conversaciones hablo de
mis cosas, de mis planes, de mis triunfos?
9. ¿Soy desmedido en mis pretensiones: me considero en puestos inferiores a mis méritos?
10. ¿Siento una cierta imposibilidad de sufrir solo?
¿necesito comunicar mis penas?
11. ¿No puedo vivir sin el aprecio de mis compañe>
ros y superiores?
196
12. ¿No puedo evitar el deseo secreto de puestos
y cargos?
13. ¿Me cuesta mucho soportar una injuria, un desprecio, una humillación?
14. ¿Sufro mucho, si me siento desechado por los
que forman mi ambiente?
15. ¿En los cargos que ocupo busco más el honor
que la carga que conllevan?
16. ¿Mi orgullo interior me mantiene en un peligroso aislamiento de los demás?
17. ¿Me siento superior, incomprendido o tratado
injustamente?
18. ¿Me falta la objetividad al calcular mis aptitudes, mis cualidades y méritos?
19. ¿Lo que me aleja de los demás (aún de los
superiores) es el sentirme despreciado, mal
comprendido, olvidado, humillado?
20. ¿Me siento en gran soledad afectiva: siento
que nadie me quiere?
21. ¿Mis aspiraciones son irreales: he fracasado
en puestos ambicionados, por falta de aptitudes y cualidades apropiadas?
22. ¿Yo por mi parte no siento cariño hacia nadie
o hacia muy pocos?
23. ¿Soy caprichoso, antojadizo?
24. ¿Me he sentido decepcionado por haber vivido
en las nubes, creyéndome lo que no era?
25. ¿Exijo que los demás se sometan a mis deseos
y aun a mis caprichos?
26. ¿Las alabanzas me envanecen y aun me emborrachan: necesito de ellas para estar contento?
2.7. ¿He chocado con superiores, colegas y con
la gente por exigencias, pretensiones y aspiraciones irreales?
28. ¿Donde no me siento aplaudido, halagado, me
aburro, me marcho?
29. ¿Quién me adula consigue de mí cuanto quiere.
Me gana la voluntad?
30. ¿Generalmente creo que los superiores no me
tratan como merezco?
197
CUESTIONARIO No. 3
1. ¿Soy imperativo y tajante en mis órdenes?
2. ¿Soy muy exigente con mis subditos (con los
que de algún modo dependen de mí)?
3. ¿Me veo envuelto en rivalidades casi sin darme cuenta?
4. ¿Me gusta mandar y sentirme obedecido?
5. ¿Me impongo fácilmente a los demás: los demás realizan lo que les indico sin necesidad
de mandarlo?
6. ¿Siento que los demás conspiran contra mis
planes y justas aspiraciones?
7. ¿Soy un pedante: quiero simular lo que no soy?
8. ¿Mi petulancia es proporcionada a mi falta de
cualidades?
9. ¿Siento rencor y aun odio contra los que se
oponen a mis aspiraciones?
10. ¿Me irrito ante cualquier contrariedad u oposición?
11. ¿Las negaciones u obstáculos me hacen montar
en cólera mal reprimida?
12. ¿A veces me siento movido por sentimientos
de venganza?
13. ¿Siento gran dificultad en superar las frustraciones, como que se advierte en mi mala cara,
ante las negaciones, las esperas, la falta de
cumplimiento de las promesas, ante una simple llamada por teléfono cuando este está ocupado?
14. ¿Mi compasión no es más que una máscara de
mi sentimiento de superioridad?
15. ¿Siento placer cuando puedo causar un daño
a quien se opone a mis proyectos?
16. ¿Soy un resentido cuando veo a otros conseguir aquello por lo que yo luché en vano?
17. ¿El ejercicio de mi autoridad me hace sentir
el placer de imponer mi voluntad a los demás?
18. ¿Me valgo, a veces, de mis enfermedades y
dolencias para imponer a los demás mis caprichos y mi propia voluntad?
198
19. ¿Mis fracasos, no superados, me han convertido en un amargado?
20. ¿Siento en mí la tendencia a rebajar el valor y
los méritos de los demás?
21. ¿Siento un placer especial, cuando puedo imponer mi voluntad, aunque sea haciendo daño
y causando perjuicios y trastornos?
22. ¿Gozo pudiendo demostrar lo poco que valen
los demás?
23. ¿Cuando no puedo salirme con la mía, desearía
destruirlo todo, víctima de una rabia satánica?
24. ¿La sumisión es en mis manos, con frecuencia,
un arma con que intento imponer mi voluntad,
cuando no puedo por otros medios?
25. ¿Me dejo llevar de la crítica mordaz y despiadada?
26. ¿Soy implacable con los que han herido mi orgullo?
CUESTIONARIO No. 4
1. ¿Siento miedo ante cualquier dificultad u oposición?
2. ¿Soy receloso: veo ataques a mi persona, donde probablemente no los hay?
3. ¿Soy un irresoluto: antes de tomar una determinación, le doy infinitas vueltas y no concluyo nada?
4. ¿Soy suspicaz: veo enemigos y malas intenciones por todas partes?
5. ¿No siento confianza hacia nadie: no tengo ninguna persona en la que pueda confiar?
6. ¿Me carcome la indecisión: al ir a tomar una
determinación me siento sin energía de la voluntad?
7. ¿Juzgo mal con facilidad: después advierto que
me equivoqué?
199
8. ¿Soy fácil en admitir delaciones y malos informes de las personas?
9. ¿Nunca tengo una iniciativa propia: necesito
depender siempre de una determinación ajena?
10. ¿Oigo con más placer lo malo que lo bueno de
las personas?
11. ¿Si me lanzo a una empresa, me falta luego el
coraje necesario para finalizarla?
12. ¿Soy muy influenciable por el parecer ajeno:
no tengo ideas propias?
13. ¿Me siento aislado, solo, sin amigos?
14. ¿Me molestan las reuniones sociales, porque
en ellas me siento aislado, despreciado?
15. ¿Soy muy manejable: soy del último que me
aconseja y me hable?
16. ¿Me siento desechado y aún perseguido: me
imagino que los demás hablan mal de mí?
17. ¿Me siento rodeado de enemigos y siento la
mala voluntad de los demás?
18. ¿Necesito que me estén empujando para hacer
algo?
19. ¿El peligro me acobarda y me retiro?
20. ¿Tengo horror a las complicaciones, luchas, enfrentamientos, oposiciones: prefiero dejar las
cosas como están?
21. ¿Soy incapaz de imponer mi voluntad a los demás?
22. ¿Me gusta la intriga, la zancadilla, el ir socavando el terreno a otro?
23. ¿Soy solapado: no me gusta atacar de frente,
sino indirectamente?
24. ¿Me siento un eterno apéndice de otro que sea
enérgico y decidido?
25. ¿Gozo cuando puedo morder la fama de los demás con la murmuración o la crítica?
26. ¿Para conseguir mis fines soy obsequioso, alagador, adulador?
27. ¿Si me dejan solo en una empresa, me caigo,
me descorazono?
200
CLAVE DEL CUESTIONARIO
EXPLORATORIO DE LAS TENDENCIAS DEL YO
CUESTIONARIO No. 1
IMAGEN DIRECTRIZ "EGOTICA"
(Dominada por la temática de "Tener-más-para-sí")
Los números: 1, 2, 4, 5, 7, 8, 10, 11, 13, 14, 16, . . .
Indican: EGOLATRÍA.
Los números: 3, 6, 9, 12, 15, 17
Indican:
Inquietud por la seguridad y bienestar del "YO".
CUESTIONARIO No. 2
IMAGEN DIRECTRIZ DE "EXALTACIÓN DEL YO"
A) TIPO ESTRELLA
(Dominado por la idea de "Exaltación del YO", "Necesidad de estimación" y "alto nivel de aspiraciones").
Los números: 1, 2, 4, 5, 7, 8, 10, 11, 14 .. Indican:
ansia de estimación.
Los números: 16, 17, 19, 20, 22 . . . Indican: aislamiento, hijo del orgullo.
Los números: 23, 25, 26, 28, 29 . . . Indican: señales
de consentimiento de la infancia.
Los números: 2, 6, 9, 12,15, 18, 21, 24, 27, 30.
Indican: alto nivel de aspiraciones.
201
CUESTIONARIO No. 3
B) TIPO ENREDADERA
IMAGEN DIRECTRIZ DE "EXALTACIÓN DEi
L
%
YQ.
B) TIPO NERÓN
(Dominado por la idea del PODER)
Los números: 1, 2, 4, 5 . . . Indican: deseo de p 0 c j 6
Los números: 7, 8 . . . Indican: líder sin cualidad» ^
Los números: 10, 11, 13 . . . Indican: ira, señal d
e
egoísmo impositivo.
Los números: 14, 17, 18, 21, 23, 24 . . . Indican.- formas íarvadas de deseo de poder.
Lo números: 3, 6, 9, 12, 15, 16, 19, 20, 22, 25, 26
. . . Indican: afán vindicativo.
CUESTIONARIO No. 4
IMAGEN DIRECTRIZ DE "DEFENSA DEL YO'
A) TIPO TORTUGA
(Dominado por la temática de "cobardía", "desconfianza", "aislamiento").
Lo indican los números: 1, 4, 5, 7, 8, 10, 13, 14, 16,
17,19,20,22,23,25,26.
202
(Dominado por la temática de "INSEGURIDAD,
IRRESPONSABILIDAD, DESANIMO").
Lo indican los números: 3, 6, 9, 11, 12, 15, 18, 21,
24, 27.
MANERAS DE UTILIZAR LOS CUESTIONARIOS
En realidad son cuatro CUESTIONARIOS. Pueden utilizarse convenientemente de la siguiente
manera:
Deben leerse en días distintos y en horas en
que esté uno tranquilo y descansado corporal y
mentalmente. Primero se lee todo el cuestionario.
Después, en una segunda lectura, se coloca una
cruz (con lápiz suave) ante las frases que expresen
mi manera de reaccionar síquicamente. En una tercera lectura se atiende sólo a las frases que lo
expresan mejor. Se podría poner otra cruz ante la
frase (o frases) que me retratan "de cuerpo entero".
Se hace lo mismo con los otros Cuestionarios.
Una vez terminado lo anterior, se comprueba si
existen contradicciones entre las respuestas de los
distintos cuestionarios. Esto indicaría falta de sinceridad. Si hay absoluta conciencia, ello sería prueba
de la sinceridad y profundidad del examen, lo que le
daría fiabilidad.
Este examen se debe hacer en algunas circunstancias de la vida en que deseamos un sincero conocimiento de nosotros mismos y en que estamos
en condiciones externas e internas de poderlo hacer
seriamente. Estos días suelen ser los de Ejercicios
o retiros
Hemos dicho que se marquen las cruces con
lápiz suave, con el fin de poderlo borrar y repetir
el examen, pasado algún tiempo, al menos un año.
Así podemos comprobar nuestros avances en el
203
ÍNDICE
control del " y o " . Las inclinaciones o tendencias serán las mismas, pero el control debe mejorar (1).
Yo (que respondo al cuestionario) puedo ser
cualquiera de estos tipos. No importa mi hábito, ni
mi profesión, ni mis sueños de ser " santo"! Por
debajo puedo convivir con un monstruo síquico.
Presentación a la primera edición
Presentación a la segunda edición
Introducción: Sicología y vida sobrenatural
Aunque sea un(a) Provincial o un Obispo. "El yo"
no respeta hábito, ni dignidad, ni posición. Al revés,
se sirve de ellas. ¡Cuidado!
He de ser sincero o no sacaré nada en limpio.
En cada corazón se esconde algo muy hermoso, pero también algo muy feo. No llegaré a ser todo lo
hermoso que debo ser, si no desenmascaro todo
lo feo que soy. ¡Sin piedad! Quien tiene miedo a sí
mismo nunca será libre. Si es preciso, hay que cortar y resgar. Todo, menos quedar agarrotado por mi
" y o " toda la vida. Donde esté "el yo" no puede entrar Dios. Si me libero de él, llegará Cristo a ocupar su lugar y seré libre!
5
7
9
PRIMERA PARTE
1.
APORTE DE LA SICOLOGÍA A LA VIDA
SOBRENATURAL
a) Justificación del trabajo del sicoterapeuta
b) Diferencia entre el trabajo del sicólogo y del
director espiritual
c) Sicología problemática y madurez de la vida
religiosa
Conclusión
2.
21
23
24
34
APORTE DE LA SICOLOGÍA A LA VIDA
COMUNITARIA
a) El individualismo y la comunión y participación,
según Puebla
38
b) De la sumisión despersonalizante a la responsabilidad en Cristo
41
c) El diálogo, la revisión de vida y el discernimiento
43
d) La infección síquica en las comunidades, favorecida por el sexo y el "yo"
45
SUPERIORES Y SUPERIORAS ANTE LA
ENFERMEDAD SÍQUICA
(1) Véase en la Pág. la descripción de la tipología de Kiinkel.
204
a) Comprensión y acogida
b) Normas de conducta
c) El tratamiento síquico es largo
46
50
54
3? Constantes o vectores de conducta de la línea
de la persona
131
4? Definición del " y o "
134
SEGUNDA PARTE
1.
EL SEXO EN LA VIDA CONSAGRADA
a) Justificación del tama sexual
b) Selección de candidatos
57
60
3.
1? El miedo constitutivo del ser humano
2? Del " y o " a la comunidad
3? Tipología del " y o "
4? La imagen directriz
5? Formas en que el " y o " inspira la conducta
INTEGRACIÓN DEL SEXO:
EXIGENCIAS SICOLÓGICAS
1? No negarlo, ni pretender ignorarlo
2? Reconocer su enorme potencialidad vital
3? Saber que se trata de una energía autónoma
e irracional
4? Saber que nos hemos comprometido con la
virginidad
5? Conocer la energía y los enredos del sexo
contrario
6? El enamoramiento
7? El homosexualismo
8? Tratamiento de los homosexuales
9? Acometer la concientización de la imagen del
sexo contrario
10? Aprender el manejo de la imagen-pulsión
11? Pasos de la concientización de la imagen del
sexo contrario
65
66
68
2.
"YO" Y "PERSONA"
Distinción
77
78
84
86
5.
89
92
6.
96
CONTROL DEL YO
Justificación del tema
4.
135
136
139
148
154
158
75
TERCERA PARTE
1.
TIPOLOGÍA Y TENDENCIAS DEL " Y O "
117
¿QUE ES EL "YO"
1? ¿Qué queremos significar con la palabra "yo"? 120
2? Constantes o "vectores de conducta" de la
línea del " y o "
128
EL "YO" SEGÚN EL CONCILIO Y PUEBLA
1? El " y o " y el Concilio Vaticano II
162
2? El " y o " y la comunidad en el Doc. de Puebla 166
EL " Y O " EN ACCIÓN: PUNTOS CLAVES
EN LA VIDA COMUNITARIA
1? Sicología de la confrontación
2? El " y o " y el desequilibrio
3? La actitud positiva y la actitud negativa
4? La prueba decide la actitud positiva o negativa
5? El " y o " y la autoridad
6? El diálogo, la revisión de vida, la evaluación
7? Comunicación
Apéndice
Cuestionarios exploratorios
Claves del cuestionario
171
173
177
181
183
186
190
195
201
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