AVICULTURA Y APICULTURA I.-La cría de avestruces La cría del avestruz es muy fácil y es un negocio que deja mucha ganancia. En los últimos años, el número de las «haciendas de avestruces» está aumentando rápidamente, no solamente en Africa sino también en California. Se supone, generalmente, que solamente en un clima tropical o subtropical una empresa de esta clase podría dar buenos resultados, pero la experiencia ha probado lo contrario: resisten perfectamente en los países de la Europa central, y las plumas producidas allí son superiores a las que vienen de Africa; pasa en esto lo mismo como con las pieles de los mamíferos: las que provienen de las regiones boreales tienen mucho más valor que las de los individuos de la misma especie, que vienen de los países de la zona templada. Las plumas más valiosas provienen de Alemania, donde Hagenbeck, cerca de Hamburgo, tiene un rebaño de 70o avestruces en su parque zoológico; estos animales no los tiene como los elefantes, tigres, leones, girafas, etc., que se encuentran allí por decenas, para surtir los jardines zoológicos de todo el mundo, sino por el negocio de las plumas. El avestruz es un «pamfago» sin igual: todo es comida para él, hasta los botones que él pueda quitarle de la ropa a un pasante y los tiquetes de entrada, en cartón, qie los descuidados visitantes de los jardines zoológicos llevan en la mano. Un régimen conveniente para esta ave consiste en raíces forrajeras, como la papa, la batata, etc. y en legumbres baratas, como las cucurbitáceas. En la Estación de Agricultura del Gobierno Francés, en Argelia, los alimentan principalmente con chayotes y, cuando éstos escasean, con pencas de tuna. Hay que advertir que solamente las plumas de la especie africana (Struthio) sirven. En Sur América hay 3 especies de avestruces, perteneciendo al género Rhea: Rh. americana, la especie más común y la más grande del continente, aunque es muy inferior en tamaño a la africana; habita la parte oriental de la América meridional tropi- BOLETIN DE FOMENTO 271 cal. Las otras especies son muy pequeñas : Rh. macrorllyncha y Rh. Darvi;u; esta última habita la Patagonia. El día que se introduzcan avestruces , se habrá hecho una adquisición muy valiosa; en toda la vertiente seca del Pacífico prosperarían perfectamente bien , lo mismo como en el Guanacaste y aún en la meseta central. C. AV. II.-En un colmenar rico las abejas son inofensivas La generalidad de las personas juzgan a la abeja como un insecto temible, que hay que procurar no aproximarse a él, para preservarse de sus picaduras y existen algunas que por este temor no se dedican a cultivarla. La abeja en general, no es ni malévola ni agresiva; más parece ser asaz caprichosa. Manifiesta antipatías invencibles contra determinadas personas; tiene días de enervamiento a la proximidad de una tormenta por ejemplo, en los que se muestra en extremo irritable. Tiene un olfato muy sutil y muy susceptible y no tolera ningún perfume, abominando sobre todo el olor del sudor humano y del alcohol. No se domestica en la verdadera acepción de la palabra; más, en tanto que las colmenas no son visitadas jamás, son ariscas y desconfiadas, aquellas a las que se les rodea de cuidados continuos habitúanse facilmente a la presencia discreta y prudente del hombre. Existe, en suma, para menejar a las abejas, casi impunemente, un determinado número de pequeños expedientes variables según las circunstancias, que sólo la práctica podría enseñar. Más es tiempo de revelar el gran secreto de sus cóleras. La abeja en el fondo tan pacífica, tan buena, que no pica jamás cuando se aproxima entre las flores, a menos que se le enoje; una vez que penetra en su casa, en el reino de sus monumentos de cera, conserva su carácter benigno y tolerante, o se torna violenta y mortalmente peligrosa, según su ciudad materna sea opulenta o pobre: Aquí, nuevamente como sucede a menudo estudiando las costumbres de este pequeño pueblo ardiente y misterioso las previsiones de la lógica humana quedan por completo derrotadas.