Forense-Asesino Sadico Psiquiatria Criminologia

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Brittain RP: The sadistic murderer
. Med Sci Law. A970; :198-207.
:
EL ASESINO SÁDICO
Robert P. Brittain
Algunas veces la policía le pide al psiquiatra forense si puede describir el tipo de
persona que deben buscar cuando se ha cometido algún crimen importante. Lo que
puede hacerse en este área sigue limitado y esto debe dejarse claro desde un
principio. La cuestión se plantea frecuentemente en los casos de asesinato, y en
particular en los de asesinatos sexuales. Por lo tanto parece útil intentar trazar ese
perfil en el caso específico de los asesinos sádicos. Cuanto más precisa sea la
descripción que pueda darse, más probable será su detección precoz, y mayor la
esperanza de que finalmente se les pueda reconocer antes de que hayan asesinado.
Aunque a veces se hace, es inútil etiquetar simplemente a esas personas como
psicópatas y entonces dar una descripción de manual de la psicopatía. Ésta no
solamente es demasiado amplia como para resultar útil para la policía, por ejemplo,
sino que tampoco es adecuada. También es importante distinguir al asesino que mata
en un contexto sexual, como por ejemplo el asesinato de un compañero sexual
insatisfecho y burlón o el asesinato de una víctima de violación para que no hable, del
verdadero asesino sádico que sólo es considerado en este papel, aunque aquéllos
también puedan ser factores en su caso.
El cuadro que se presenta más abajo se ha derivado, más que de la teoría
psiquiátrica, de cerca de veinte años de experiencia en patología forense y psiquiatría
forense, de la observación de escenas de crímenes, del examen de las víctimas y,
sobre todo, del examen y estudio continuado de los propios asesinos sexuales. Dicho
cuadro se ha delineado, deliberadamente, sin volver a examinar la literatura. Aunque
es inevitable que en él se refleje el conocimiento de la literatura, no siempre estará de
acuerdo con lo que se ha escrito. Tampoco se ha intentado, deliberadamente,
cuantificar los datos empleados ni explicar en detalle las características mencionadas.
El propósito consiste en tratar de presentar una descripción basada en los hechos
para su uso práctico, no una formulación teórica.
Antes de tratar de describir cómo será ese asesino quizás sea conveniente
avisar, cosa innecesaria para el experimentado, que no debe haber preconcepciones
infundadas, como considerarlo un enorme bruto de baja inteligencia, con elementos
manifiestos y fácilmente reconocibles de agresión, rudeza, insensibilidad, vulgaridad,
exceso de necesidad de sexo, y un sensualista conocido, con un historial de
enfermedad mental y antecedentes de delitos sexuales agresivos importantes.
Algunos delincuentes sexuales sádicos tiene algunos de estos elementos, pero la
mayoría puede parecer muy similar a las demás personas.
También es verdad que nadie debe excluirse como sospechoso debido a ideas
preconcebidas, cualquiera que sean éstas, porque los actos de un asesino tal reflejan
las desviaciones de su mente y éstas las oculta lo mejor que puede de otras personas,
e incluso puede ser que sus familiares cercanos no tengan mucho conocimiento de sus
anormalidades.
No obstante se pueden reseñar las características encontradas comúnmente en
los asesinos sádicos, y éstas pueden servir como guía. Es un cuadro sorprendente, y a
veces incluso extravagante. Si se conoce pueden buscarse y valorarse
apropiadamente evidencias que de otra manera podrían pasarse por alto.
El cuadro descrito más abajo es un cuadro compuesto y por lo tanto no todos
esos asesinos se ajustarán a él, y ninguno mostrará todas las características
mencionadas. Sin embargo, la mayoría de ellos se ajustará a la descripción en algún
grado, y algunos muy estrechamente.
El asesino sádico es casi siempre un varón. Las asesinas sádicas mujeres son
infrecuentes y no se considerarán en la descripción siguiente.
Comúnmente es alguien introspectivo y bastante distante. Tiene pocos
asociados y normalmente no tiene amigos cercanos. Sus empresas son solitarias, por
ejemplo, en su tiempo de ocio lee o escucha música o va al cine solo (a menudo a ver
películas de terror), más que jugar en un equipo de fútbol o ir a beber en un grupo.
Puede parecer estudioso, pedante, tímido e incluso una personalidad inadecuada, con
una falta de impulso. Algunas veces se presenta como un pseudointelectual. Los que
lo conocen lo describen como alguien tranquilo, reservado, poco comunicativo,
retraído, distante, de buenos modales, bondadoso, agradable y, no infrecuentemente,
como alguien tímido que nunca exterioriza el enfado. No devuelve la violencia y nunca
lo hizo, ni siquiera en la escuela. En vista de esto puede ser difícil de creer que pueda
ser capaz de una violencia extrema, de motivaciones sexuales, y así es fácil que se le
descarte como sospechoso. A menudo puede mostrar embarazo, incluso en
situaciones sociales ordinarias, y se ruboriza fácilmente. Pueden manifestar rasgos
obsesionales y a veces pueden encontrarse evidencias de esto, incluso en la escena
del crimen. Por ejemplo, los zapatos de la víctima pueden haber sido colocados
cuidadosamente uno al lado de otro, quizás en un contexto de desorden general.
Puede destacarse por ser una persona particularmente ordenada, a veces meticulosa
en cuanto a vestido y apariencia, y muy limpia.
Se siente diferente de otros por lo que es diferente y está aislado, sabiendo que
no se puede relacionar bien con ellos, por lo que es inseguro.
No es infrecuente que ni beba ni fume, y es probable que el alcohol juegue un
papel mucho menor en los asesinatos de esas personas que en la mayoría de las
demás categorías de homicidios. Algunas veces ha experimentado con drogas,
aunque, según mi experiencia, no es adicto a ellas.
Puede sentirse inferior excepto en lo que atañe a sus delitos. La planificación o
contemplación de estos actos pueden hacerle sentir superior a otros hombres, como
alguien especial o casi como un dios. Entonces los demás se convierten para él en
criaturas inferiores, sin derechos, que puede usar de cualquier forma que desee para
su gratificación.
Es particularmente propenso a delinquir en los momentos en que ha sufrido una
pérdida de autoestima, o si piensa que algún evento ha desafiado o negado su
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masculinidad. Es probable que el sádico sea más peligroso que nunca cuando una
mujer se ha reído de él, cuando sus conocidos se han burlado de él, particularmente
en un contexto sexual, o cuando ha sido degradado o despedido de su empleo.
Puede ser remilgado, educado, incluso mojigato, evitar las palabrotas y
condenar la obscenidad, la vulgaridad o los malos modales de otras personas.
Condena las conversaciones sobre sexo y deplora los cuentos "verdes".
En muchos casos el asesino sádico es un individuo vanidoso, narcisista y
egocéntrico que, por su vanidad, puede estar convencido de poder cometer
asesinatos y escapar a las investigaciones por ser más listo que la policía. Sería
notorio antes que ignorado y, aunque su vida es bastante retirada, puede pensar en
pasar a la historia como un importante criminal y, antes de las investigaciones, puede
leer y comentar los detalles de su crimen de los periódicos. Algunas veces expresa
opiniones muy fuertes y punitivas de lo que debería hacerse con el asesino cuando lo
detuvieran. Puede mostrar una arrogancia sobre su propia persona.
Puede ser hipocondríaco y normalmente es aprensivo incluso del procedimiento
quirúrgico más simple.
Bajo su fachada distante hay una profunda agresión que normalmente no puede
expresar.
Algunas veces, pero de ninguna manera siempre, sus conocidos lo reconocen
como "extraño", "excéntrico", "retorcido", un "solitario", un "chiflado", o un
"extravagante".
Sus modales pueden considerarse afeminados, pero esto puede ser simplemente
lo que su grupo social podría denominar exceso de cortesía o refinamiento. Algunas
veces estas formas pueden llegar a un grado tal que puede sospecharse
homosexualidad, aunque normalmente no se presenta como un homosexual. No es
infrecuente que tenga un historial (aunque no normalmente una convicción) de alguna
actividad homosexual, aunque ésta puede ser de naturaleza menor y conocida
solamente por los participantes. Algunos pueden expresar una fuerte aversión por los
homosexuales. En el caso en que la víctima del asesino sádico sea un niño varón o un
hombre, el asesino puede ser abiertamente homosexual.
Normalmente es alguien que sueña despierto, con una vida de fantasía muy rica
y activa. Imagina escenas sádicas que después interpreta en sus asesinatos. Le gusta
hablar sobre atrocidades como las cometidas por los nazis y sobre otras, incluso más
extremas, de su propia invención. Los extremos de crueldad y el ingenio que puede
mostrar en esto son casi inconcebibles hasta que se ven, por ejemplo, los dibujos de
sus fantasías. Incluso de niño es probable que fuese reservado, viviendo en parte en
su propio mundo de sueños. Su vida de fantasía es de muchas maneras más
importante para él que su vida ordinaria, y en algún sentido más real, disminuyendo así
el valor que da a la vida externa y a otras personas. Es casi como si las realidades
prácticas le forzaran a salir involuntariamente de la fantasía, a la que regresa tan
pronto como puede.
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Es posible que la mayoría de los sádicos se restrinjan a la fantasías y que
solamente una minoría lleve a cabo sus imaginaciones en actos criminales y lleguen a
notarse alguna vez. Si esta opinión es correcta ello sugiere una reserva más amplia de
delincuentes potenciales de la que se sospecha normalmente.
No hay limitación por grupo social. Generalmente tiene menos de 35 años.
Normalmente tiene una alta inteligencia, necesaria probablemente para una vida de
fantasía rica y complicada. Su alta inteligencia también es importante porque le
permite planificar cuidadosamente el delito, y le ayuda a esquivar las investigaciones.
Su emocionalidad se ve aplanada por las crueldades sobre las que fantasea y
por los crímenes que comete. Si no fuera así, no podría tolerar pensar en ellas. Es
como si, exponiéndose durante mucho tiempo a sus fantasías de crueldad extrema,
hubiera llegado a ser cínica y fríamente indiferente a lo trágico y lo horrible, y
totalmente insensible a la crueldad infligida por sí mismo -aunque no necesariamente a
la infligida por otros-. Así que no tiene remordimientos por sus delitos, no importa la
crueldad implicada. No está preocupado por las implicaciones morales de sus actos y
las trata sin darles importancia. No tiene piedad con sus víctimas. Frecuentemente
expresará arrepentimiento si se le pregunta, pero no lo sentirá, o, si lo siente, ese
sentimiento sólo es transitoriamente sincero, siendo superficial e insuficiente para
evitar que asesine de nuevo. Normalmente la intención de esas expresiones de
arrepentimiento es crear lo que él espera sea la impresión correcta, pensada para
conseguir alguna ventaja para sí mismo. Puede disociarse de su asesinato, ser
consciente de él pero no implicarse emocionalmente. Sabe que es responsable de su
delito pero sólo se arrepiente de sus consecuencias legales.
Es corriente que se comporte normalmente después de su crimen, regresando a
su casa a comer y a dormir bien. El hecho de que, en su pensamiento y a su juicio, no
sienta remordimientos profundos puede ser una protección en el caso de que se
sospeche de él, y su calma puede hacer más difícil que otros crean que pueda ser
culpable. Al preguntarle por el crimen no se excita o agita emocionalmente, como se
podría esperar, sino que permanece imperturbable. Intelectualmente él sabe que
asesinar es malo, pero emocionalmente no siente que ello se aplique en su caso. Es
indiferente a los sentimientos de los demás, pero muestra mucho interés en los
asuntos relacionados consigo mismo, y en particular con su bienestar o su seguridad.
Físicamente puede ser pequeño o tener un físico pobre, pero de ninguna manera
es siempre así. A menudo se considera infradotado en cuanto a sus órganos sexuales,
incluso cuando éstos son normales, como normalmente, aunque no invariablemente,
es el caso. Este sentimiento de inferioridad sexual en comparación con otros hombres
puede explicar en parte por qué muchas de esas personas encuentran difícil orinar o
desvestirse en presencia de otros, y así se ganan una reputación de exceso de recato.
A menudo es sexualmente débil, de poca potencia, y es su preocupación por
este hecho la que tiene una importancia primaria, más que el defecto de potencia en
sí. En pocas palabras, no es viril en ningún sentido. Normalmente no está casado, ha
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mostrado poco o ningún interés por las novias, y encuentra difícil hacer progresos con
las mujeres. Tiene miedo a los contactos adultos, tanto sociales como sexuales, y
algunos incluso han tenido poca o ninguna experiencia de intercurso sexual normal.
Las semillas de sus anormalidades parecerán haberse implantado a una edad
muy temprana, y un historial cuidadoso a menudo mostrará evidencias claras de
algunas manifestaciones de sus perversiones, incluso antes de la pubertad.
Aunque parezca sorprendente, sus fantasías, intereses y prácticas no siempre
hacen que la religión sea inaceptable para él, y algunas veces no sólo hay un interés
declarado por ella, sino que puede incluso frecuentar la iglesia. También puede ser un
beato y citar con frecuencia las escrituras. El espiritismo parece atraer particularmente
a algunos de estos hombres.
Puede describir fuerzas opuestas en guerra con él, refiriéndose a ellas como
buenas y malas, o Dios y el diablo. Puede hablar de oír dos voces, una que le dice que
haga cosas perversas, y la otra que no las haga. Al interrogar en profundidad sobre
ellas, estas voces parecen ser pseudoalucinaciones. Algunas veces habla de estar
poseído, "algo dentro de mí, distinto a mí, que ejerce una influencia sobre mí".
A menudo no tiene antecedentes criminales, pero algunas veces sí y entonces
normalmente son de delitos sexuales. Éstos pueden ser de carácter no violento y sin
relación obvia con el asesinato sádico -delitos tales como robo de ropa interior
femenina de tendederos, actividades voyeuristas, llamadas telefónicas obscenas, etc-.
(Esto no significa que todos los que cometan esos actos sean asesinos sexuales
potenciales, muchos pueden ser simplemente latosos sociales; no obstante todo ello
significa que hay que examinar más cuidadosamente a esos delincuentes, ya que una
proporción, aunque pequeña, son potencialmente muy peligrosos). Algunos tienen
historiales incendiarios.
De nuevo es normal que no haya historial personal, y a menudo ni siquiera
familiar, de enfermedades mentales. Este sujeto no busca normalmente consejo
psiquiátrico ya que no duda de su propia cordura, no siempre reconoce el grado o
significación de su anormalidad, probablemente teme encontrar falta de comprensión o
incluso condena, y también puede temer que el tratamiento le quite su fuente de
gratificación sin sustituirla por una fuente de placer igualmente potente. Si ha llegado
a ver a algún psiquiatra es probablemente como resultado de un delito sexual previo
como los ya mencionados. Mentalmente es una persona muy anormal, como se hará
incluso más claro cuando se vayan bosquejando mejor sus características, pero su
anormalidad no será necesariamente obvia en ninguna entrevista ordinaria, y puede
hablar y comportarse de manera perfectamente normal. Si se conocen las
características del grupo, y así se hacen las preguntas apropiadas, la situación puede
quedar más clara.
Creo que es la activa vida de fantasía, el aplanamiento emocional (aunque aquí
está localizado) y la introversión lo que hace que algunas veces los médicos lo
consideren esquizofrénico o en trance de serlo. Conocí uno de esos casos que tuvo un
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breve episodio esquizofrénico y otros dos que tenían un hermano del que se informaba
que había sufrido esquizofrenia. Creo que la mayoría de los asesinos sádicos no son
esquizofrénicos ni se vuelven esquizofrénicos. Algunas veces hablan de oír voces,
quizás la de algún familiar muerto. Éstas normalmente no se relacionan directamente
con sus delitos y no parecen ser alucinaciones verdaderas. No son psicóticos
manifiestos, ni insanos según las Reglas de McNaughton, ya que conocen la
naturaleza y calidad de sus actos y saben que son malos. No cometerían el asesinato,
no sólo si hubiera un policía cerca, sino tampoco si en ese momento pensaran que hay
alguna posibilidad de ser cogidos. No obstante ocasionalmente se ve algún caso que
parece cercano a la psicosis o a un tipo esquizofrénico, pero éstos parecen darse
entre los que muestran la sintomatología general del síndrome pero no han llevado a
cabo sus fantasías en el asesinato.
Algunas veces las personas con el síndrome que se está describiendo se
presentan como pacientes con estados de ansiedad, y también he visto tres que
sufrían enfermedades depresivas, pero ninguno de éstos habían cometido asesinatos.
Puede ser que la ansiedad o la depresión sean resultados de la resistencia a los
impulsos asesinos.
Los antecedentes laborales de esos hombres pueden ser pobres y sus
ocupaciones pueden variar mucho. Algunas veces muestran sus inclinaciones
empleándose donde pueden expresar su deseo de poder y control sobre personas o
animales, o donde pueden llevar a cabo sus deseos de violencia, aunque sus
personalidades pueden restringir las posibilidades abiertas a ellos. Un sorprendente
número de ellos han trabajado como carniceros, y si tuvieran que escoger entre
trabajar en un matadero y hacerlo en una oficina no hay duda de qué preferirían. Uno
de ellos dijo que le hubiera gustado ser diseñador de ropa, pero éstos han estado
solamente entre los que muestran la sintomatología general del grupo, y todavía no he
observado esto entre los que han cometido asesinatos. Por lo tanto será útil conseguir
los antecedentes laborales de los sospechosos. También se pueden sugerir otras
ocupaciones que podrían atraer al asesino sádico potencial o, al menos, que no fuera
sorprendente que hubiera elegido dicho asesino.
No es infrecuente que tenga un desmesurado interés por las armas, pistolas,
cuchillos, etc., y puede tener una gran colección de ellas, pero siente una atracción
por ellas que va más allá de la que siente un coleccionista ordinario, puede "amarlas",
manipularlas y, en el caso de las armas de fuego, desarmarlas y pasarse mucho tiempo
limpiándolas. Tiene fuertes sentimientos para con ellas y puede tener favoritas
especiales a las que puede poner nombres de "mascota". Algunos llevan armas
cargadas y explican que esto les da un sentimiento de placer, o de seguridad, o de
poder, y pueden sentirse infelices sin ellas. Pueden explicar que con ellas puede
mantener a distancia a la gente de una forma que sería imposible con un cuchillo.
Ese hombre tiene frecuentemente una relación fuerte y ambivalente con su
madre, a la que ama y odia. A menudo se le conoce como un hijo particularmente
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devoto, muy unido emocionalmente con su madre, a la que suele hacer regalos en un
grado superior al ordinario. Es un "niño de su madre" incluso cuando es adulto.
También hay un profundo odio hacia ella, que no es obvio superficialmente y no
siempre reconocido, incluso por el sujeto mismo. Algunas veces mata a su madre y
todos los matricidas varones deben ser examinados teniendo en cuenta esta
psicopatología. A menudo cuenta que de niño vio a su madre sin ropa.
Las madres son interesantes por sí mismas. Pueden parecer personas
agradables, muy maternales y amables, que sufren por el asesinato que han cometido
sus hijos pero siguen queriéndolos mucho. Algunas veces más tarde se encuentra que
cuando van a visitarlos les llevan libros o revistas y cuando se examinan éstos se
encuentra que tratan temas de naturaleza sádica, criminal o pornográfica.
En algunos casos se sabe que el padre ha sido muy autoritario y punitivo, y
puede tener, o haber tenido, empleo en la vida civil o un cargo en las fuerzas armadas
consonante con esto.
Al menos en Escocia, estos hombres tienen ocasionalmente una figura
importante en una abuela. Su muerte les causa un dolor agudo y éstos sujetos pueden
hablar de oír su voz o ver su fantasma poco después de su muerte, también han
informado de haberse sentado al lado de su tumba durante largos períodos.
Estos hombres no sufren una sola perversión sexual, sino varias. A menudo
éstas tienen que ejecutarse en privado; por lo que puede saberse que se encierran en
una habitación durante horas, o que tienen un cobertizo o algún sitio privado en el que
no permiten la entrada a nadie. Si existe ese lugar, es probable encontrar allí los
materiales requeridos para sus perversiones. A medida que se discutan sus
desviaciones más comunes se mencionará cuáles son esos materiales.
Muchos visten ropas de mujer a veces. Ese travestismo no significa
necesariamente que sean homosexuales. (Éste es otro error en el que cae el
inexperto ya que sólo aproximadamente uno de cada tres travestís es homosexual en
la práctica, y algunos están casados y pueden tener niños). A diferencia de otros
travestís, éstos normalmente no desean ser vistos por otros cuando están vestidos de
mujer, y puede ser que nadie sepa que hagan esto. Cuando empiezan la práctica lo
más normal es que empiecen usando ropas que pertenecen a sus madres o algunas
veces a sus hermanas. Posteriormente pueden robar la ropa de tendederos o
pidiéndolas por correo. Se puede encontrar cualquier clase de ropa femenina exterior
o interior, así como pelucas, pechos falsos, compresas, etc. Puede haber un gran
espejo donde se pueden mirar travestidos mientras desarrollan diversas fantasías
sexuales, incluso pueden besar su propio reflejo. Un hombre que mostró la mayoría de
las características del síndrome fue un adulto homosexual pederasta. Éste admitió
haber interactuado sexualmente con niños pequeños y sentir deseos de matarlos,
pero no lo había hecho. Cuando se le preguntó si se travestía lo negó, pero admitió
haber robado alguna vez ropa -ropa de niño- y habérsela puesto.
Algunas veces se sabe que están interesados en la fotografía y al menos unos
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pocos se fotografían a sí mismos travestidos. Algunos toman fotografías pornográficas
de otros.
Su sadismo es manifiesto de diversas maneras. Se excitan con la crueldad sea
de libros o de películas, de hecho o en la fantasía. Algunas veces hay un historial de
crueldad extrema con los animales. Paradójicamente también pueden ser muy
amantes de ellos. Esa crueldad es particularmente significativa cuando se relaciona
con gatos, perros, pájaros y animales de granja, aunque también puede dirigirse hacia
formas inferiores de vida animal, y el único animal que parece estar seguro es el que
pertenece al mismo sádico. Las puñaladas y el ahorcamiento son quizás las
expresiones más comunes de esa crueldad, pero ésta puede ir incluso más allá. En su
infancia pueden haber evidencias claras de ello, incluso antes de la pubertad.
Para estos hombres la crueldad puede no ser atractiva excepto en relación con
sus perversiones, pudiendo ser bastante tiernos de otras forma y condenar
apasionadamente la crueldad de otros sin ver aparentemente ninguna incongruencia
en esto. Al menos para algunos la crueldad puede ser no tanto el fin que buscan como
el medio por el que excitan una emoción sexual extrema en sí mismos, siendo su
verdadero fin el alivio de las tensiones sexuales.
Algunos son devotos de las "cámaras de los horrores" de museos de cera,
haciendo frecuentes visitas a tales sitios.
Una característica encontrada muy frecuentemente en los asesinos sádicos es
un apasionado interés por el nazismo y, en particular, por los campos de
concentración nazis. Algunos de ellos tienen fantasías de trabajar en campos de
concentración y describirán las torturas que usarían. Pueden expresar fuertes
sentimientos antisemitas y prejuicios en contra de la gente de color. Algunos
coleccionan insignias, puñales, uniformes o medallas, particularmente aquéllas
relacionadas con el nazismo, y pueden vestirse de nazis. Una observación menos
usual, pero no infrecuente, es un desproporcionado interés por la magia negra,
llegando a practicarla. Pueden haber clavado alfileres en fotografías de personas a las
que quieren herir, o incluso han tratado invocar espíritus malignos. Estos intereses en
el nazismo y en la magia negra parecen surgir debido a que tienen la mezcla deseada
de crueldad, sexo y poder sobre otros. Estos sujetos piensan que el nazismo y la
magia negra les garantizan una autoridad personal para cometer actos prohibidos de
extrema crueldad y absolverlos de la culpa y la responsabilidad.
Otra observación extravagante, aunque de ninguna manera infrecuente, es un
interés por los monstruos. Éstos pueden ser monstruos prehistóricos, tales como
dinosaurios, ficticios, del tipo de King Kong, o del folklore, tales como el hombre lobo y
el vampiro. El hombre con este síndrome puede llegar a decir que le gustaría ser uno
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de ellos. Finalmente pueden ser puramente imaginarios, criaturas medio humanas
medio animales, o parodias horroríficas, deformadas, pervertidas de la forma humana,
grotescas, horribles, feas y malignas. Pueden hacer dibujos o modelos de estas
criaturas, o tener cuadros de ellas.
Unos pocos escriben poesía que refleja sus anormalidades.
Estas personas leen, estudian y coleccionan libros que se relacionan de alguna
forma con su perversión, y sería fácil dar una lista de los encontrados comúnmente.
Algunos son de ficción y otros no. Sin embargo es suficiente decir que normalmente se
relacionan con algunos de los siguientes temas: De Sade y sus obras, sadismo,
tortura, crueldad, nazismo, Hitler, Goering, Eichmann y otros líderes nazis, campos de
concentración, campos de prisioneros de guerra, atrocidades, brutalidades, magia
negra, perversiones sexuales, obscenidades, eróticos en general -occidentales y
orientales-, pistolas u otras armas, o uniformes. Menos frecuentemente se encuentran
libros sobre guerra, crímenes y criminales, asesinos y asesinatos, psicología,
psiquiatría, medicina forense, toxicología, "escapología" o arte de los nudos. Hasta
ahora no parecen haber descubierto los escritos de Maquiavelo o Nietzsche (aunque
se dice que Leopold, del caso de Leopold y Loeb en América, había sido un estudioso
de los escritos de Nietzsche, pero no sería sorprendente encontrarlos en ese caso.
Puede haber evidencias de un gran interés por la pornografía, particularmente la
heterosexual, por la pornografía sádica como la de ciertas revistas (la mayoría de
origen americano). En algunas de éstas parece haber una fórmula casi invariable,
incluso en cuanto a las cubiertas a color con soldados en uniforme, normalmente
alemanes; esvásticas; una escena de violencia, armas de fuego, mujeres jóvenes con
escasa ropa en peligro o en desgracia; palabras tales como pecado, lujuria, sexo,
desnudo, muerte, viril, vicio, Satán, diablo, etc. El hombre sádico puede haber hecho
añadiduras a las fotos, por ejemplo, pueden dibujar esposas en las muñecas. Pueden
encontrarse fotografías pornográficas. Algunas veces el mismo sujeto dibuja escenas
sádicas, y no es infrecuente que en ellas haya mujeres muy masculinas. Aunque esos
dibujos son de mujeres, con un estilo de pelo femenino y con faldas, parte de sus
vestidos son a menudo uniformes, quizás corbatas, charreteras, correajes de oficial y,
algunas veces, insignias nazis. Pueden dibujar escenas de violencia y emplear tinta
roja, e incluso sangre, para hacerlo.
El sadismo y el masoquismo se asocian comúnmente, y puede haber evidencias
de prácticas masoquistas. Pueden haber cuerdas para atarse o ahorcarse a sí mismos,
correas, cadenas o esposas (que pueden ser hechas por ellos mismos). También
pueden encontrarse látigos u otros instrumentos de castigo o tortura. Algunas veces
la víctima de asesinato está atada con algo.
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También pueden encontrarse evidencias de fetichismo, materiales de goma o
plástico, o cuadros de objetos fetichistas.
El asesinato en sí puede haberse planificado cuidadosamente de antemano, y se
pueden estar haciendo preparativos con días o semanas de antelación. Por ejemplo, el
sujeto puede llevar ligaduras para emplearlas con una víctima aún no elegida, o seguir
a su víctima elegida durante un período considerable. Puede pensarlo todo muy
claramente y esperar hasta encontrar un momento, un lugar y un sujeto adecuados, y
manipular las circunstancias para conseguir esto. Esos minuciosos planes realizados
por un hombre inteligente y en un contexto en el que hay muy poco que relacione a la
víctima con el asesino, ya que la víctima se elige al azar o por alguna razón no
aparente a otros, puede hacer particularmente difícil la detección del asesino. Esta
dificultad puede aumentar por el hecho de que normalmente el asesino es un
mentiroso plausible y presenta una cara semejante a una máscara, o una de inocencia
herida, que es difícil de romper. Incluso en el caso menos común de que el asesino
sádico sea de baja inteligencia, éste puede mostrar un sorprendente grado de astucia.
En el momento del crimen en sí se excita mucho, y normalmente emplea más
fuerza de la necesaria simplemente para matar, aunque esto se cumple también en el
caso de otros muchos asesinos. En ese momento se ha transformado en una persona
muy diferente al individuo tímido y distante que a menudo parece a sus conocidos. Su
razón se embota y su impulso sexual y su deseo de poder asume el control de sus
acciones.
La vista del sufrimiento pueden excitarlo más y el desvalimiento y miedo de su
víctima puede aumentar su brutalidad. Durante el acto el éxtasis que experimenta
parece llevarlo a un frenesí y hacerlo insensible a cualquier otra cosa, aunque si
sucede algo que amenace su seguridad puede llevar a cabo las acciones apropiadas.
La excitación parece llegar al máximo durante el proceso de asesinato y la muerte en
sí puede ser anti-clímax.
El método de asesinato, excepto cuando se emplea una violencia extrema y
múltiple o cuchilladas múltiples -las formas menos comunes- es casi siempre asfixia, y
ocasionalmente se puede emplear una mordaza. Esto puede explicarse porque las
posturas del asesino y de su víctima en un ataque sexual hacen que el
estrangulamiento manual, o algunas veces el estrangulamiento con alguna ligadura,
sea una forma fácil y conveniente. También podría explicarse porque así se evita que la
víctima grite. No hay duda de que ambas explicaciones tienen algo de verdad, pero
ésta no es la historia completa. Esos hombres explicarán algunas veces que los
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disparos de armas de fuego, por ejemplo, es una forma demasiado repentina de matar
a la víctima, de tal forma que su placer terminaría demasiado rápido. Explicarán que en
la asfixia, aumentando o disminuyendo la presión, tienen en su poder dar o quitar la
vida a sus víctimas. Pueden sentir esto como un poder de dios, y pueden jugar con sus
víctimas como un gato con un ratón.
Su deseo de tener poder sobre otros es una parte esencial de su anormalidad y
si la víctima se resiste se vuelven más determinados y brutales. Si la sumisión de la
víctima a su poder es más importante para ellos que infligir dolor, esto puede
ayudarnos a entender por qué no se sienten crueles, ya que pueden ser conscientes
de que la crueldad no es el objetivo primario, sino sólo el medio por el que obtienen su
objetivo.
Otras heridas, estén o no asociadas con la asfixia, se encuentran más
comúnmente en los pechos, en los genitales, o en el recto. Si hay violencia mutilante
extrema es probable que también afecte al abdomen, o pueden encontrarse muchas
heridas de cuchilladas. También pueden observarse mordeduras, más comúnmente en
los pechos o en el cuello de la víctima, aunque no se restringen a estos sitios. Pueden
variar desde mordeduras pequeñas a muy severas. Pueden ocurrir en asesinos
sádicos tanto homosexuales como heterosexuales.
Aunque esencialmente estos son crímenes motivados sexualmente, no siempre hay
intercurso sexual o siquiera orgasmo. Algunas veces el asesino se masturba al lado de
su víctima. Algunas veces también se usa un sustituto del falo, pudiendo insertarse un
trozo de madera, una linterna eléctrica cilíndrica u otro objeto similar -y esto puede
hacerse con mucha fuerza- en la vagina o en el recto de la víctima.
La víctima se encuentra comúnmente en la posición en la que tuvo lugar el
asalto criminal, sin ningún intento, por ejemplo, de colocar las extremidades, más bien
se dejan de esa forma como una degradación final. Es como si hubiera un intento
deliberado de ofender el pudor.
Después de completar el crimen el asesino puede, tal y como él lo describe, sentirse
relajado y experimentar un gran alivio de la tensión. Algunas veces hay un sentimiento
de decepción, ya que puede encontrarse con que no ha conseguido el grado de
placer, excitación y emoción que había anticipado, ni tampoco una solución a sus
problemas. Por lo tanto puede asesinar de nuevo en un intento de obtener alivio de
una tensión que es esencialmente sexual y recurrente. Si comete más crímenes, como
es probable si no es aprehendido, tiende a ser razonablemente fiel a los métodos que
ha empleado.
Ante los tribunales puede mostrarse dueño de sí, calmado e imperturbable,
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escuchando las evidencias de sus acciones con indiferencia y, de hecho, algunas
veces casi con aburrimiento.
Parece posible que a menudo, y al entenderse tan poco las motivaciones y
acciones de esas personas -en particular por aquéllos implicados en los
procedimientos legales-, el acusado esté agradecido porque la mayoría de sus
anormalidades no se sacan a la luz en los tribunales y no se exponen a consideración.
Así pueden aceptar las evidencias presentadas más fácilmente y sin cuestionarlas.
Cuando admite su crimen, o habla de él después de ser encontrado culpable,
cualquier expresión de arrepentimiento de lo que ha hecho tiene poca convicción.
Unos pocos no hablarán nunca de su crimen en ningún momento, y pueden parecer
desinteresados, despreciativos o evasivos, pero muchos hablarán detalladamente y
sin ningún embarazo o sentimiento de culpa por sus víctimas, y a menudo lo harán con
afable desinterés. Pueden recordar las circunstancias y, si lo hacen, pueden
relacionarlas claramente con multitud de detalles. A menudo hacen un relato honesto y
no parecen ser muy sugestionable.
Esos hombres parecen disfrutar hablando de lo que han hecho y conseguir con
ello una satisfacción de tipo exhibicionista, a menudo dirán que se sienten mejor
después de hablar así libremente. Unos pocos sentirán placer escribiendo un relato
detallado de lo que han hecho, si se les pide que lo hagan. Normalmente se molestan
si se duda de alguna parte de su historia y se irritan, fuera de toda proporción, si se
entiende mal alguna parte menor y relativamente sin importancia de su narración.
Parecen exasperados por la estupidez del que les interroga. Se burlarán de algún
atenuante trivial y se indignarán si piensan que se les está haciendo alguna injusticia,
no importa lo pequeña que sea, no viendo incongruencia alguna en esto cuando, casi
en el mismo momento, están relatando algunas de sus acciones particularmente
monstruosas. Incluso pueden parecer farisaicos.
En la cárcel o en el hospital no sólo no son agradables para otros prisioneros o
pacientes que conocen sus delitos, sino que pueden estar en peligro por ello, y el
hecho añadido de que tiendan a ser distantes en sus relaciones con los demás
implicará que se mezclarán poco con la población de la institución. La mayoría se porta
bien, ya sea en la cárcel o en el hospital. Esto supone otra trampa, ya que años de esa
buena conducta, como preso o paciente "modelo", pueden hacer que, posteriormente,
el incauto emplee esto como criterio principal al decidir la transferencia a una
institución menos segura, o incluso el alta. Se requiere una evidencia mucho más
sólida de un cambio fundamental que la buena conducta, incluso durante un largo
período, en un entorno donde ni hay tentación ni oportunidad de cometer la clase de
actos que los llevó originalmente a la institución.
Ocasionalmente ese hombre puede ser muy violento y peligroso dentro de la
institución donde está retenido.
La continuación de sus anormalidades puede manifestarse a través de un deseo
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de aprender alemán, de conseguir libros o revistas de la misma clase que leía o
coleccionaba anteriormente -sobre nazismo, sadismo o perversiones sexuales-, o por
los dibujos que hace -no infrecuentemente escenas bélicas en las que los barcos, los
tanques y los aviones llevan la cruz gamada-.
Algunos se dan cuenta de que siguen siendo peligrosos y de hecho se sienten
aliviados de encontrarse en una institución segura donde están protegidos de sus
propios impulsos y están dispuestos, casi voluntariamente, a permanecer allí
indefinidamente. Sin embargo sería imprudente confiar en esto al estimar su
peligrosidad social. Cuando tenga la oportunidad es probable que el asesino sádico
mate de nuevo, y él sabe esto.
Es probable que reconozca a otros de su entorno que tengan las mismas
desviaciones que él, pero no es normal que trabe una amistad estrecha o continuada
con ellos. Algunas veces, si hay algún rumor de transferencia o de alta de la institución
de otra persona como él, expresará su desaprobación si considera que hacerlo es
seguro para él.
Hasta ahora la descripción dada se ha basado esencialmente en el conocimiento
personal de asesinatos y asesinos sádicos. La teoría derivada de ese conocimiento
sugeriría que hay otros varios elementos que también podrían estar presentes. Las
profecías son un asunto peligroso, mejor evitarlo, pero puede valer la pena correr el
riesgo de establecer ciertos elementos que parece posible que puedan encontrarse en
esos casos. La justificación de esto es que si no se mencionaran, su significación, en el
caso de que ocurrieran, podría no apreciarse totalmente, o podrían parecer
características particularmente enigmáticas. Lo más que se puede decir, quizás, es
que no deben ser motivo de sorpresa si se encuentra alguno de ellos en un caso
particular.
En un lugar privado de él podría haber una capucha, posiblemente del tipo del
Ku Klux Klan, o una máscara, ropa de tipo oriental, una muñeca de niño, un modelo de
tamaño natural de una mujer, una escafandra de goma, una bufanda o una toalla, un
pañuelo impregnado de semen, un objeto cilíndrico de alguna clase, anestésicos,
tetracloruro de carbono, petróleo, pegamento u otras sustancias volátiles, un somier o
alguna construcción similar o, finalmente, el propio sitio podría estar preparado para
representar una cámara de ejecuciones.
Podría haber un historial de interés desproporcionado por el buceo o por la
práctica de ver cuánto tiempo puede mantener la respiración debajo del agua el
sospechoso, o de correr por campos desiertos vistiendo solamente un impermeable, o
de ofensas en la iglesia, o de profanación de tumbas o panteones. También podría
haber un deseo de emplear explosivos para volar, por ejemplo, edificios públicos,
polvorines o instituciones penales.
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Todos estos elementos se dan en ciertos desviados sexuales, y hay razones
para pensar que aquéllos en los que se observan tienen similaridades con el asesino
sádico. A pesar de lo extravagantes que pueden ser algunos de ellos, el elemento
teórico no es si se dan, sino sólo si van a encontrarse en los casos considerados.
Como conclusión debe decirse que escribir de ese material en el actual estado
de conocimiento, excepto en el caso de aquéllos legítimamente interesados y en una
revista médica, legal o criminológica, sería hacer un flaco servicio a la sociedad. Sería
tan irresponsable como extraer conclusiones fáciles pero totalmente falsas a partir de
lo que se ha escrito. Sería fácil, pero erróneo, por ejemplo, deducir que los carniceros o
los buceadores son particularmente propensos a cometer asesinatos. Ello también
desalentaría a los hombres con este síndrome a buscar ayuda médica, y haría los
intentos de tratarlos más difíciles todavía.
Parece importante describir este síndrome de tal forma que puedan conocerlo
aquéllos que puedan estar interesados profesionalmente en él.
En estos casos las cuestiones de prevención y tratamiento son difíciles, pero
incluso el intento es imposible a menos que se reconozcan por lo que son. En la
actualidad no se reconocen ordinariamente ya que nunca han sido delineadas
adecuadamente. Regularmente, y apropiadamente, esos hombres van a hospitales
especiales después de cometer asesinatos, a pesar de que gran parte de su
psicopatología no ha sido reconocida. Sin embargo algunas veces van a la cárcel
porque no han sido totalmente entendidos. Entonces existe el riesgo de que puedan
ser liberados cuando aún sean peligrosos.
Los asesinos sádicos muestran características similares a las descritas. Otros,
que no han delinquido, también las muestran. Por lo tanto está el problema de tratar
de predecir cuáles de estos últimos son verdaderamente peligrosos, ya que no todos
los que muestran la sintomatología van a delinquir necesariamente. El público debe ser
protegido de hombres peligrosos, y éstos deben protegerse de ellos mismos, aunque
también debe salvaguardarse la libertad del sujeto.
Normalmente y bajo la actual legislación sería, en todo caso, imposible detener
obligatoriamente en un hospital psiquiátrico, y menos aún en un hospital especial, a
todas las personas con este síndrome que no hayan, al menos por el momento,
cometido un delito. El psiquiatra que deba asumir la responsabilidad de ellos en un
régimen de pacientes externos no estará en ninguna posición envidiable.
Generalmente no podemos tratar, excepto empíricamente, lo que no
entendemos, y no podemos evitar, excepto fortuitamente, lo que no comprendemos.
Por lo tanto es de vital importancia un estudio de causación. Material de casos para
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ello no falta. Saber del síndrome, y discutirlo con los colegas, es tener referencias de
casos, ya que la condición no es infrecuente. Debido a nuestra falta de conocimiento la
gente es cruelmente asesinada, sus familiares sufren, y los asesinos se convierte en
una carga para la sociedad y para ellos mismos.
Este artículo solamente pretende presentar una descripción clínica del asesino
sádico empleando hechos extraídos de una gran cantidad de material acumulado
durante muchos años. Actualmente es posible cuantificar los resultados, describir y
discutir más detalladas cada uno de los elementos, hacer deducciones lógicas a partir
de los hechos y elaborar una hipótesis comprensiva que ofrezca una explicación del
cuadro extraordinariamente extravagante encontrado. Su formulación es cuestión de
tiempo. Entonces puede ser que los resultados arrojen alguna luz sobre otras áreas de
importancia forense y también sobre ciertos aspectos de psiquiatría general. Creo que
esto es así. También creo que en el campo de la psiquiatría forense hay muchos otros
problemas olvidados de inmediata importancia que, cuando se entiendan, harán
contribuciones significativas a la disciplina más amplia.
Espero que la descripción del asesino sádico presentada aquí pueda tener valor
práctico para aquéllos que tengan que ver con esos casos, a pesar de que dicho valor
esté limitado, ya que hay casos que pueden ser particularmente difíciles de solucionar
en los que cualquier guía es bienvenida. En cualquier caso el tema se entiende tan
poco, y en la literatura hay tan poco material fiable, que parecía valer la pena hacer un
ensayo. La psiquiatría forense aún necesita investigaciones descriptivas, y
especialmente en lo que atañe a los delitos mayores menos comunes. Después de
poner por escrito el producto de mi propia experiencia profesional, también pareció
adecuado acudir a otros especialmente entendidos en el campo y preguntarles si sus
experiencias eran comparables. Hice esto mostrándoles un borrador provisional e
incompleto de este artículo, y les estoy enormemente agradecido por sus comentarios
y sus críticas. Aunque gran parte de lo que es válido se debe a ellos, cualquier defecto
-debido quizás al rechazo de algunas de sus críticas (normalmente no porque yo
dudara de su validez, sino solamente porque no pude confirmarlas totalmente a partir
de mi propia experiencia), o a mis propias añadiduras subsecuentes al artículo- está
bajo mi entera responsabilidad.
Si otros pueden ampliar o modificar la descripción dada aquí a partir de sus
propias experiencias -todos los que tengan que tratar con estos casos, sea como
psiquiatras forenses o como oficiales de policía-, estaré en deuda con ellos. Éste no es
un problema académico.
RESUMEN
Se intenta dar una descripción del asesino sádico. Esta descripción se ha basado en el
examen de muchos hombres de esta clase, realizado al poco tiempo del crimen, y en
observaciones prolongadas de ellos durante períodos de años. También se basa en los
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exámenes de las víctimas y de las escenas de esos crímenes. Además se han tenido
en cuenta otros que muestran las características del síndrome y que fantasean sobre
asesinatos similares aunque no los hayan llevado a cabo.
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