Manuel López de Tejada escribe sobre El devorador anónimo rápido, me las quiero sacar de encima y escribo finales desesperados, que después cambio por completo. 1- ¿Cómo surge la idea de El devorador anónimo? (¿Y cómo fue con las otras novelas?) Hasta la tercera novela, los borradores sólo se los di a leer a mi mujer, que es profesora de letras, pero hace poco le di un texto a una lectora entrenada: Nora Dottori, y me resultó de mucha utilidad. 1. El devorador anónimo surgió cuando encontré la frase: Soy un fantasma gordo. Esta definición me mostró una parte del personaje y me indujo a develar la otra. Después me pregunté por su identidad, por su entorno, lo seguí por distintos escenarios y lo nutrí con recuerdos de obesos reales, conocidos por mí o por otros, y con episodios inventados o que les sucedieron a distintas personas. (La anécdota del chocolate humeante la protagonizó mi viejo, que no era gordo, pero pasó una colimba de pesadilla con un año de recargo). Con las otras novelas utilicé el mismo método. Ninguna surgió de un plan previo, sino de una confianza en la memoria, en la intuición y en las imágenes. 2- ¿Por qué elegiste un narrador gordo y fantasma? 2. No lo sé con exactitud. La gordura y los excesos también aparecían en mi primera novela: La Mamama. Allí, un chico era cebado por la cocinera de la casa y la comida se presentaba como un símbolo de dominación. En cambio, en el caso del devorador hay una rebeldía marginal, una forma de asumirse como se es, incluso en la destrucción. Ahora, por las dudas, les aclaro que soy bastante flaco, peso 71 kilos, pero mi relación histórica con los alimentos no ha sido muy moderada. 4- ¿Qué autores o textos contemporáneos leíste y podrías recomendar? 4. Me gustaría recomendar los textos siguientes: Beloved, de Toni Morrison; Desgracia, de Coetzee; La velocidad de la luz, de Javier Cercas; Kafka en la orilla, de Murakami, El derrumbe, de Guebel, y Era el cielo, de Bizzio. También me gustaría decir que siempre tengo muy presentes las llamadas novelas serias de Simenon, los libros de Joseph Roth, en especial Confesión de un asesino; La conciencia de Zeno, de Svevo, y El buen soldado, de Ford Maddox Ford. 5- ¿Alguna otra cosa que te gustaría contar? 5. Sí, que me parece muy positivo el trabajo de taller. Yo, desde los catorce a los veintisiete años, no le mostré mi producción a nadie entendido. Pero cuando lo hice, me di cuenta que debía haber concurrido muchos años antes. La persona a la que le mostré mis trabajos, cuyo nombre es Inés Santa Cruz, me hizo creer en mis condiciones, me conectó con un montón de lecturas y me ayudó en varios aspectos técnicos. 3- ¿Tenés métodos o hábitos de trabajo? (¿Escribís todos los días? ¿Sos de corregir mucho? ¿Das a leer borradores a alguien? ¿Cuándo das por terminado un texto?) 3. Trato de escribir todos los días, la mayor parte del tiempo, que siempre es variable. Corrijo mucho. Para mí, una obra crece con la suma de las miradas del autor y procuro que el ritmo de la prosa sea tenso, ágil y dinámico. Mi problema está en la conclusión. Las historias empiezan a pesarme bastante Mail de Manuel López de Tejada recibido el 28 de octubre de 2008.