La obediencia y el sacrificio

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Escuela Dominical, Unidad 2: Génesis 3–22; Moisés 4–8; Abraham 1–2
La obediencia y el sacrificio
El propósito de la Escuela Dominical es inspirar a los miembros de la clase a aprender, enseñar y vivir el
evangelio de Jesucristo cada día.
A medida que los miembros de la clase estudien los relatos de obediencia y sacrificio de las Escrituras,
aprenderán que recibimos bendiciones cuando obedecemos los mandamientos de Dios, incluso cuando no
comprendemos todos los motivos de los mandamientos.
Prepárese
A medida que estudie Génesis 4; 22; Moisés 5:1–11, 16–26, considere preguntarse a sí mismo:
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¿Qué sacrificios he hecho para guardar los mandamientos del Señor? ¿Qué bendiciones he
recibido como resultado de ello?
¿Qué podrían hacer los miembros de la clase para descubrir lo que enseñan las Escrituras acerca
de la obediencia y el sacrificio? ¿Cómo podrían ayudarse unos a otros a aprender sobre la
obediencia y el sacrificio?
¿Qué sacrificios están haciendo los miembros de la clase para obedecer los mandamientos de
Dios? ¿Cómo pueden apoyarse y alentarse unos a otros en estos esfuerzos?
¿Cómo voy a inspirar a los miembros de la clase a aprender, enseñar y vivir esta doctrina?
Incentive el estudio personal y familiar
Cada semana usted tiene la oportunidad de invitar a los miembros de su clase a estudiar
diligente las Escrituras, de forma individual y en familia. Por ejemplo, podría hacer algo de
lo siguiente:
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Invite a uno o varios miembros de la clase a hablar de la forma en que enseñan
el Evangelio a su familia. Como parte del análisis de las diferentes maneras de
enseñar el Evangelio en casa, podría dedicar unos minutos para mostrar los
videos, las imágenes y los archivos de audio que se encuentran en la Biblioteca
multimedia de LDS.org.
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Invite a los miembros de la clase a compartir experiencias en las que hayan
actuado según las impresiones que hayan recibido durante una clase anterior o
al estudiar las Escrituras de forma individual.
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Pida a los miembros de la clase que compartan o expliquen los versículos de
Génesis 4; 22; Moisés 5:1–11, 16–26, que les resulten especialmente
significativos. Esta actividad podría ocupar la mayoría del tiempo de la clase.
Aprendan juntos e invítelos a actuar
Siga la guía de Espíritu al seleccionar una o más de esas actividades o elabore su propia actividad
adaptada a las necesidades de su clase.
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¿Por qué es importante obedecer los mandamientos de Dios incluso cuando no conocemos
todos sus motivos?
Algunos miembros de la clase podrían interpretar el papel de un joven que le pide a su padre o
madre que le explique los motivos de un mandamiento (como el diezmo, el ayuno o guardar el día
de reposo). Podrían hablar del hecho de que la mejor manera en que este joven podría obtener la
comprensión del mandamiento es obedeciéndolo. Después los miembros de la clase podrían leer
Moisés 5:1–11, y encontrar el mandamiento que se dio a Adán y Eva y el motivo por el cual se les
dio. Los miembros de la clase podrían compartir lo que hayan aprendido de las experiencias en las
que obedecieron un mandamiento sin comprenderlo plenamente al principio.
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¿Cómo podemos hacer ofrendas que sean aceptables para el Señor?
Los miembros de la clase podrían escribir en la pizarra una lista de bendiciones temporales y
espirituales que les gustaría recibir. ¿Qué podríamos tener que abandonar o sacrificar para recibir
esas bendiciones? ¿Cómo podemos asegurarnos de hacer sacrificios justos y dignos? Como parte
de esta conversación, podrían leer Doctrina y Convenios 130:20–21. Un miembro de la clase
podría resumir el relato de Moisés 5:16–26 (usted podría pedirle que se preparara con antelación
Escuela Dominical, Unidad 2: Génesis 3–22; Moisés 4–8; Abraham 1–2
para ello). ¿Por qué aceptó el Señor el sacrificio de Abel pero rechazó la ofrenda de Caín? ¿Por
qué es importante hacer sacrificios en la manera en que lo manda el Señor? (Véase la declaración
del élder Robert D. Hales en “Recursos adicionales para el aprendizaje” más abajo).
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¿Qué aprendemos de Abraham en cuanto a la obediencia y al sacrificio?
Podría mostrarles el video “Akedah (La atadura)” y que los miembros de la clase utilicen sus
ejemplares de las Escrituras para seguir la lectura en Génesis 22 y marquen los versículos que les
llamen la atención. Tras el video, los miembros de la clase podrían compartir lo que piensen sobre
este acontecimiento y cualquier versículo de Génesis 22 que les resulte especialmente
significativo. ¿Qué enseñan esos versículos? ¿Qué aprendemos en cuanto a la obediencia y al
sacrificio por medio de la experiencia de Abraham? Invite a los miembros de la clase a anotar las
impresiones que hayan recibido durante la clase. Como parte de esta conversación, podría
compartir el relato del presidente Thomas S. Monson en cuanto a Abraham e Isaac o la
declaración del élder Neil L. Andersen que se encuentra en “Recursos adicionales para el
aprendizaje”, más abajo.
Aprender y vivir el Evangelio cada día
Aliente a los miembros de la clase a pensar en lo que hayan aprendido y sentido hoy. ¿Qué se sienten inspirados
a hacer? Por ejemplo, podrían:
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Compartir con su familia una parte de la conversación de hoy.
Seguir estudiando esta doctrina y actuar según lo que aprendan.
Examinar su vida y determinar, con la guía del Espíritu, los sacrificios que deben hacer para ser más
obedientes a los mandamientos de Dios.
Durante la próxima semana, podría enviar a los miembros de la clase sugerencias para el estudio en casa
basadas en los recursos adicionales para el aprendizaje que se encuentran al final de la siguiente reseña que
seleccione. Invítelos a utilizar una de las ideas que se encuentran en “Métodos básicos para estudiar las
Escrituras“ o en “Ideas para estudiar en familia” cuando revisen esos recursos.
Recursos adicionales para el aprendizaje
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Hebreos 11:4, 17; Jacob 4:5; D. y C. 97:8; 132:50.
Presidente Thomas S. Monson, “La obediencia trae bendiciones”, Liahona, mayo de 2013, págs. 89–
92.
Élder Dallin H. Oaks, “El sacrificio”, Liahona, mayo de 2012, págs. 19–22.
Élder Bruce D. Porter, “Un corazón quebrantado y un espíritu contrito”, Liahona, noviembre de 2007,
págs. 31–32.
El élder Neil L. Andersen enseñó: “Muchos sacrificios se efectúan discretamente: ex misioneros que no
aplazan la responsabilidad de buscar a su compañera eterna; mujeres rectas que desean hijos y que
dedican su vida a criarlos con amor y en la verdad; familias que con prudencia limitan las influencias de
los medios de comunicación y de internet, los cuales pueden empañar su espíritu; cónyuges que logran
darse tiempo para estar juntos en el templo” (“Es verdadero, ¿no es así? Entonces, ¿qué importa lo
demás?”, Liahona, mayo de 2007, pág. 75).
El élder Robert D. Hales compartió esta experiencia del presidente George Albert Smith, la cual ilustra
la importancia de obedecer a la manera del Señor:
“El presidente George Albert Smith enseñó una lección muy importante sobre la manera de manejar los
diezmos. Contó que había invitado a un amigo de su niñez, a quien no había visto desde hacía algún
tiempo, a que lo acompañara a una conferencia de estaca. Ese amigo había alcanzado el éxito en el
mundo financiero. Mientras regresaban a casa en un vehículo después de la conferencia, le contó al
presidente Smith su método de pagar los diezmos. Le dijo que si ganaba diez mil dólares, ingresaba
mil en el banco para el diezmo. Entonces, decía, cuando alguien necesitaba dinero para una causa
noble, él le extendía un cheque. „Poco a poco voy agotando los mil dólares‟, decía él, „y cada uno de
esos dólares se ha destinado a un lugar donde sé que ha hecho mucho bien‟. Entonces le preguntó al
presidente Smith lo que pensaba sobre ese plan.
“El presidente Smith contestó: „Me parece que eres muy generoso con lo que no te pertenece. No has
pagado ningún diezmo. Me has dicho lo que has hecho con el dinero del Señor, sin ninguna indicación
Escuela Dominical, Unidad 2: Génesis 3–22; Moisés 4–8; Abraham 1–2
de que hayas dado ni un solo centavo tuyo. Él es el mejor socio que tienes en el mundo; Él te da todo
lo que posees, aun el aire que respiras. Él ha dicho que debes dar la décima parte de lo que percibes a
la Iglesia según lo estipula el Señor. Eso no es lo que has hecho; has tomado el dinero de tu mejor
socio para regalárselo a los demás‟.
“Más o menos un mes más tarde, los dos se encontraron en la calle, y al presidente Smith le alegró
saber que su amigo estaba pagando su diezmo como lo había estipulado el Señor (véase Improvement
Era, junio de 1947, pág. 357)” (véase “La ley divina del diezmo”, Liahona, diciembre de 1986).
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Video: “Akedah (La atadura)” (12:57)
El Antiguo Testamento, Manual para el alumno de instituto: Génesis – 2 Reyes, 2003
Perspectivas adicionales
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¿Por qué aceptó el Señor el sacrificio de Abel y rechazó la ofrenda de Caín?
A Adán y a su familia se les mandó que ofrecieran sacrificios a “semejanza del sacrificio del Unigénito
del Padre” (Moisés 5:7). El profeta José Smith enseñó: “Por la fe en esta Expiación o plan de
redención, Abel ofreció a Dios un sacrificio aceptable de las primicias del rebaño. Caín ofreció del fruto
de la tierra, y no fue aceptado, porque no pudo hacerlo con fe; no podía tener fe ni podía ejercer una fe
que se opusiera al plan celestial. Para expiar por el hombre, era necesario el derramamiento de la
sangre del Unigénito, porque así lo disponía el plan de redención; y sin el derramamiento de sangre no
había remisión; y en vista de que se instituyó el sacrificio como símbolo mediante el cual el hombre
habría de discernir el gran Sacrificio que Dios había preparado, no se podría ejercer la fe al ofrecer un
sacrificio contrario, porque la redención no se pagó de esa manera, ni se instituyó el poder de la
Expiación según ese orden. Por consiguiente, Caín no pudo haber tenido fe, y, lo que no se hace por la
fe, es pecado. Pero Abel ofreció un sacrificio aceptable mediante el cual recibió testimonio de que era
justo, y Dios mismo le testificó de sus dones [véase Hebreos 11:4]” (Enseñanzas de los Presidentes de
la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 50).
Enseñar a la manera del Salvador
El Salvador enseñó a las personas a amar y a servir al amarlas y servirlas. Les enseñó a orar orando con ellas y por ellas. A Sus
discípulos les dijo: “Ven, sígueme” (Lucas 18:22). Enseñó a los nefitas a ser “aun como yo soy” (3 Nefi 27:27). Su ejemplo fue Su método
más poderoso de enseñanza. ¿Qué puede hacer usted para enseñar mediante el ejemplo?
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