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EL PAÍS, miércoles 5 de agosto de 2009
vida&artes
sociedad
Condenado porque
era el único
sospechoso negro
Muchos presos para
tan pocos delitos
España tiene la tasa de encarcelamiento más alta de Europa y una de
las más bajas de criminalidad P Crecen las voces que abogan por
suavizar el Código Penal y favorecer la redención de las penas
PERE RÍOS
La población reclusa española
El extendido tópico de que en
España los presos entran por
una puerta y salen por otra ni es
cierto ni se sustenta en ninguna
cifra oficial. Es el país de la UE
con la tasa de encarcelamiento
más alta y, por el contrario, de
los que tiene menor índice de
criminalidad: veinte puntos por
debajo de la media.
Varias razones explican esta
paradoja: la dureza de las penas
para los delitos habituales —robo y tráfico de drogas—; el continuo endurecimiento del Código
Penal y la incorporación de nuevos delitos; la imposibilidad de
redimir condena y la cicatería
del Estado para conceder la libertad condicional.
“Las prisiones españolas están llenas de pobres, enfermos y
drogadictos. Suman más del
70%. La cárcel se está convirtiendo en el único recurso asistencial y ésa no es su función”. Mercedes Gallizo, secretaria general
de Instituciones Penitenciarias
lleva años recordando la función
resocializadora que debería tener la cárcel, pero admite que
ese principio constitucional está
cada día más lejano.
El Código Penal de 1995 provocó un aumento de la población penitenciaria que llena a un
ritmo acelerado las nuevas cárceles. Hace tres años había
63.800 presos. Ahora son 76.485.
La tasa de encarcelamiento se
sitúa en España en 166 reclusos
por 100.000 habitantes, por delante de Gran Bretaña (153)
—que siempre había encabezado
la lista— Portugal (104), Francia
(96) e Italia (92). Sin embargo, la
tasa de criminalidad (infracciones penales por cada mil habitantes), es una de las más bajas
de los Quince. La relación del
año 2008 la encabeza Suecia
(120,4), seguida de Reino Unido
(101,6). En España es de 47,6,
por delante sólo de Grecia (41,2),
Portugal (37,2) e Irlanda (25,2).
“Hace ya muchos años que se
constata que la tasa de encarcelamiento no guarda relación con
la criminalidad, sino con la política penal. Lo que ocurre en España no es que los jueces metan a
más gente en la cárcel, sino que
pasan mucho tiempo”, dice José
Luis Díez Ripollés, catedrático
de Derecho Penal de la Universidad de Málaga y director del Instituto Andaluz de Criminología.
El delito principal que han co-
DISTRIBUCIÓN DE PRESOS POR COMUNIDADES AUTÓNOMAS
1.498
(17-7-2009)
802
5.244
Preventivos Penados
1.590
País
Cantabria Vasco
Andalucía
3.249
14.309
Asturias
Aragón
260
2.287
280
Galicia
Asturias
236
1.354
10.481
Navarra
Baleares
448
1.581
416
7.240
2.547
Cataluña
Ceuta y Melilla
183
388
La Rioja
Castilla
Canarias
1.282
2.141
2.029
y León
Aragón
Cantabria
69
733
10.127
Castilla - La Mancha
528
1.782
Baleares
Madrid
Castilla y León
912
6.328
7.973
2.310
1.416
Cataluña
2.229
8.252
C. Valenciana
C. Valenciana
1.504
6.469
Extremadura
Castilla Extremadura
259
1.157
La Mancha
980
Galicia
738
4.506
La Rioja
87
329
17.558
Murcia
Madrid
3.526
6.601
Total general
Murcia
427
427
Andalucía
3.423
Navarra
84
196
76.485
304
16.325
País Vasco
Total
1.194
60.160
571
Canarias
Ceuta
y Melilla
TIPOLOGÍA DELICTIVA DE LA POBLACIÓN RECLUSA PENADA, SEGÚN EL DELITO MÁS GRAVE (mayo 2009)
22.416
Contra el
patrimonio
y el orden
socioeconómico
15.868
Contra
la salud
pública
3.432 2.859 2.799 2.371
1.535 1.442
Contra
la libertad
sexual
Lesiones
Homicidio
y sus formas
1.201
816
691
685
542 155
64
Resto
de delitos
El País
Fuente: Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.
Gallizo: “La cárcel se
está convirtiendo en
recurso asistencial
y no es su función”
No se mete en
prisión a más gente
que en otros países;
pasan más tiempo
metido más del 40% de los penados (22.416 reclusos) fue contra
el patrimonio y el orden socioeconómico, según los define
el Código Penal. En lenguaje
más inteligible: robos, tirones y
atracos.
“Depende de cómo sea el tirón se puede castigar hasta con
cinco años. ¿Debe ir a la cárcel
esa persona si ha delinquido por
primera vez?”, se pregunta
Eduardo Navarro, magistrado
de la Sección Sexta de la Audiencia de Barcelona, con 20 años de
experiencia, 17 de ellos en juzgados de instrucción. “La sociedad
13
Contra la
Contra
Falsedades
Por
Contra la
el honor
faltas
Administración seguridad
del tráfico
de Justicia
No
Contra la
Contra
Contra
consta Administración
las relaciones
la libertad
delito
Pública
familiares
Contra el
orden público
España tiene una tasa
de 166 reclusos por cada
100.000 habitantes, por
delante de Portugal (104),
Francia (96), Italia (92), e
incluso Reino Unido (153),
país que tradicionalmente
encabezaba la lista en
Europa. / gorka lejarcegi
no entiende que no sea así. Los
incidentes que he tenido como
juez han sido por no enviar a
alguien a la cárcel”, afirma.
Díez Ripollés ratifica que algunas penas son desproporcionadas. “No es razonable que un
delito urbanístico se castigue
con un máximo de dos años de
cárcel, lo mismo que un hurto
agravado, porque al final siempre acaban en la cárcel los mismos”. Es el inicio de una tela de
araña en la que queda atrapado
el preso y que él ayuda a tejer en
muchas ocasiones, pues los índices de reincidencia se sitúan entre el 40% y el 70%.
El perfil del recluso español
apenas ha variado con los años.
Es un hombre, de 30 a 40 años y
condenado por robo o tráfico de
drogas. Las reclusas suponen el
8% del total de la población. La
mayoría están condenadas por
tráfico de drogas (48,4%).
El llamado Código Penal de la
democracia de 1995 que impulsó
el ex ministro de Justicia Juan
Alberto Belloch eliminó la redención de pena por trabajo o estudio y estableció el cumplimiento
íntegro. Eso significa que la ma-
Con Belloch llegó
el cumplimiento
íntegro de
la condena
“El Código Penal es
duro con el débil
y débil con el duro”,
dice un experto
yoría de las condenas se pagan
“a pulso”, en lenguaje carcelario,
y que se aplica en muy pocas ocasiones la secuencia lógica en la
vida penitenciaria: prisión preventiva, segundo grado, permisos, tercer grado, libertad condicional y libertad definitiva.
Siete de cada diez penados están en segundo grado, y así pasan la mayor parte de su estancia entre rejas, sin lograr permisos. Sólo el 15,1% cumple condena en régimen abierto, y los que
logran la libertad condicional suponen el 11%. “Es totalmente innecesario estar tanto tiempo en
la cárcel. El cumplimiento íntegro no es bueno desde ningún
punto de vista porque aumenta
la reincidencia”, sostiene José
Cid, profesor de Derecho Penal
de la Universidad de Barcelona,
que ha analizado el fenómeno
en el libro El incremento de la
población reclusa en España entre 1996 y 2006.
El abogado madrileño José
Luis Galán lleva en la profesión
más de 35 años y sigue en el turno de oficio. Tiene claro que la
situación se hace cada más vez
insostenible y que urge un cambio legislativo en sentido contrario al incremento punitivo de los
últimos años. “Lo que no se puede hacer es buscar el aplauso fácil. No siempre se legisla para
sacar votos, porque, si no, no habría impuestos. Hay que cambiar las normas que se aplican
para que la cárcel sea el último
recurso, no el primero y único”,
asegura. A renglón seguido reprocha al PSOE la aplicación de
una política punitiva que, de manera sustancial, coincide con la
del PP. “La izquierda se ha abonado a la chita callando a esa
política represora. Cuando no se
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EL PAÍS, miércoles 5 de agosto de 2009
sociedad
deportes
revista de verano
Las mujeres bajan
la guardia ante
el maltratador
El Real Madrid
cierra el fichaje
de Xabi Alonso
Rory Stewart,
de viajero
a gobernador
La droga y ‘los BBC’
ha puesto al frente de la procesión, ha ido detrás con el capirote y gran mansedumbre”.
Galán también cuestiona que
algunas conductas estén tipificadas como delito. “Diga lo que diga el Tribunal Constitucional, es
disparatado que las amenazas
del marido a la esposa sean delito. Y con la última reforma sobre
seguridad del tráfico se han pasado”. Ahora hay en España 3.721
presos penados cuyo delito principal es de violencia doméstica,
desde un asesinato —una minoría—, a lesiones o amenazas.
También hay 816 reclusos por
delitos al frente del volante.
“La delincuencia patrimonial
de escasa importancia no es razonable que se castigue con penas que comportan la entrada
en prisión”, dice Díez Ripollés.
Con tres matices: que sean delitos graves, que los cometan reincidentes o altos sectores de la
sociedad. “A esos sólo se les puede intimidar con la cárcel”, afirma el jurista. Y es que los delincuentes de cuello blanco que acaban entre rejas son una excepción. Casi nadie discute el efecto
ejemplarizante que eso provoca
en la sociedad, aunque tarden
en entrar porque pagan mejores
abogados y agotan todos los re-
cursos, muchas veces con el beneplácito de los tribunales.
“El Código Penal es duro con
el débil y débil con el duro”, asegura Díez Ripollés. “Los tribunales tienden a ser más comprensivos con determinados delitos
porque la ley es interpretable”,
opina la abogada barcelonesa Lidia Lajara, con 16 años de experiencia como penalista. “Hay muchos tipos de jueces y sería injusto no reconocer que muchos
creen en la rehabilitación y
apuestan por ella”, dice José Cid.
Lo que ocurre es que las administraciones no les ofrecen la posibilidad de imponer medidas al-
Un grupo de presos que cumplía condena en Madrid por tráfico de drogas fue conocido durante muchos años como los
BBC: procedían de Bogotá, habían aterrizado en Barajas y
acabaron en la cárcel de Carabanchel. En las prisiones españolas hay ahora 15.868 penados con el vigente Código Penal
por delitos contra la salud pública, que representan el 27,8%
del total. Quedan otros 200 con
el código derogado hace 13
años, lo que da idea de la dureza de las penas por esos delitos.
“No puede ser que se condene igual a quien se le pilla con
800 gramos de cocaína que al
que se le coge con varios kilos.
Y, además, éste saldrá antes
porque tiene mejores abogados”, advierte el juez Eduardo
Navarro. “Por esos 800 gramos
de cocaína le pueden caer de 9
a 13 años y medio, seguramente más que por un homicidio,
que se castiga de 10 a 15 años”.
Mercedes Gallizo también
constata que “el pequeño traficante casi siempre acaba cumpliendo una pena muy alta”.
¿Debería cambiarse el Código
Penal? “No me gusta pronunciarme sobre eso. Es el legislador el que debe analizarlo. Lo
que hay que tener claro es que
la droga lleva a la cárcel y que
las penas son muy altas”, dice.
“Cuando impones una pena así,
duele, porque ves que ese mulero se ha jugado una condena
muy alta por 3.000 euros, pero
la ley dice lo que dice”, añade
Navarro. “Con el tráfico de drogas existe muy poca consideración de los jueces. Y no sólo para condenar, sino para que se
aplique un atenuante de drogadicción”, razona la abogada Lidia Lajara. “No se tienen en
cuenta las circunstancias personales y sociales del que llega
con una bola en el estómago
jugándose la vida. Es verdad
que la ley no permite considerarlo como estado de necesidad, pero tampoco se puede ser
ajeno a los motivos que le han
llevado a delinquir”, añade.
Hay otros casos. “Está muy
bien que cerremos los psiquiátricos, pero no los hemos sustituido por nada”, dice Gallizo. Y
eso que el 25% de la población
reclusa padece algún tipo de
trastorno mental.
Y después están los extranjeros, que son el 37% de los presos. Como no tienen domicilio
conocido es más fácil que acaben en prisión preventiva y
más difícil que logren un permiso. Muchos son expulsados
cuando salen de la cárcel y por
haber delinquido una sola vez.
ternativas. “Hay que decir que
los jueces de Cataluña somos
unos afortunados y que sí podemos imponer penas al margen
de la cárcel de las que en otras
comunidades no han oído ni hablar”, dice el juez Navarro.
“Otra política criminal es posible”, afirma el catedrático Díez
Ripollés, y las penas alternativas
para delitos menores son un
ejemplo. Ayudarían a descongestionar las prisiones y reducirían
el gasto público. Una medida así
cuesta 3,05 euros diarios, y el
coste de un preso es de 78,29 euros al día, según un estudio de la
Generalitat catalana, la única co-
munidad con competencias en
prisiones.
“No se puede dejar de castigar al delincuente, pero sin tanta dureza y aplicando las políticas que ya han dado resultados
en otros países”, dice Díez Ripollés. Como en Finlandia, recuerda, que a principio de los ochenta tenía una de las tasas de encarcelamiento más altas de Europa
y ahora está a la cola.
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