«"¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Le respondieron

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REFLEXION
A la estructura oficial religiosa lo que es de ella, y a Dios lo que es de Dios
El evangelio de Mateo - el más comentado en la historia de la iglesia y a la vez el evangelio del cual,
lamentablemente, se ha hecho la interpretación más dogmática y espiritualista - es el marco de este
texto polémico en un contexto social en el que se divinizaba al Emperador.
Meditando el Evangelio
19 de Octubre
29º Domingo durante el año (Ciclo A)
«"¿De quién es esta figura y esta inscripción?".
Le respondieron: "Del César".
Jesús les dijo: “Den al César lo que es del César,
y a Dios, lo que es de Dios"».
Del Evangelio según san Mateo (Mt 22, 15-21)
Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.
Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro,
sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin
tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría
de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una
trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le
presentaron un denario. Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta
inscripción?". Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que
es del César, y a Dios, lo que es de Dios".
El evangelio de Mateo es la primera síntesis de la tradición judía y cristiana después de la
destrucción del templo de Jerusalén en la guerra de los años 66-74 d.C. El texto que hoy leemos forma
parte de una serie de controversias entre Jesús y los fariseos (y otros grupos) sobre temas como el
tributo, la resurrección de los muertos, el mandamiento principal, el hijo de David... Todas estas
controversias tienen como telón de fondo la permanente confrontación de Jesús con las autoridades
religiosas de Israel y también - aunque en menor medida - con el poder romano.
Por la cuestión del tributo, una realidad que sufría el pueblo judío y también las comunidades
cristianas (en las que se escribió el evangelio) bajo el dominio del imperio romano, Israel - que siglos
antes había soñado una sociedad como confederación de tribus, en la que el único Señor fuese Dios, el
Dios de la liberación -, vive ahora las consecuencias de una monarquía que oprime y explota al pobre
para sostener su estructura. Los más pobres son los más afectados por la política fiscal, porque
curiosamente, los impuestos más altos recaían directamente sobre los que trabajaban la tierra,
campesinos o inquilinos, y no sobre los más pudientes y bien situados.
Pero yendo un poco más allá de la cuestión del tributo, fijémonos en la figura del Emperador. Roma
cargaba sobre sí la influencia del mundo religioso de Egipto y Grecia. La relación de los romanos con
estos dioses forma parte de la estructura ordinaria y cotidiana de la vida social: se entendía al
Emperador como un dios, y por ende, Roma era una teocracia.
Las comunidades cristianas que habían optado por otra forma de entender la relación con Dios, con
el Dios de Jesús, con el Abba, no podían entender cómo el emperador podía presentarse como Dios, y
se enfrentan a la religión oficial y a la religión imperial optando por lo alternativo, que en este caso es
la propuesta de vida en pequeñas comunidades de hermanos y hermanas, sin más normas que el
servicio y la ayuda mutuas, y sin templos ni rituales.
Ante esta realidad, la comunidad cristiana rastrea en la memoria de la experiencia vivida por el
Maestro de Nazaret, y desde allí el evangelista Mateo incorpora en su texto esta frase que ha
conseguido ser aceptada como adagio popular: «al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Por tanto ya en los albores de la reflexión de la primitiva comunidad cristiana está la conciencia de que
el emperador no es Dios y nunca lo será, porque Dios es amor, justicia, compasión, igualdad,
fraternidad, servicio… valores desde luego ausentes en cualquier imperio, de cualquier época.
Con el correr del tiempo, lo que ha pasado en la Iglesia es que aquello que se planteó inicialmente
como una alternativa en disidencia con los poderes religioso y politico de turno, se fue transfromando
y mutando hasta el extremo de que el cristianismo llegó a convertirse en la religión oficial del Imperio.
Y de aquello tan lejano en el tiempo, quedan sin embargo tantos resabios, que indefetiblemente se
hace necesario reemprender el camino de la creatividad, de la renovación, de una vuelta a lo
alternativo en fidelidad al mensaje de Jesús.
En la actualidad no hay emperadores que se presenten como Dios, pero sí nos encontramos en la
Iglesia con estructuras monárquicas absolutamente verticales y jerárquicas, que lejos de reflejar la
vivencia de la comunión en un plano de igualdad entre los hermanos y hermanas según el modelo
propuesto por Jesús para hacer realidad el Reino, pretenden imponer, aunque no ya la explotación de
los pobres como era el caso del poder imperial romano, pero sí la más completa sumisión del los
“fieles” a los criterios de unos pocos privilegiados detentores de la verdad y únicos autorizados a
interpretar oficialmente la supuesta “voluntad de Dios” respecto de todas las cosas.
Por eso, al leer este texto desde el hoy, tendríamos que ser capaces de decir con voz profética: «a la
estructura oficial religiosa y a la Jerarquía de la Iglesia lo que es de ella» y «a Dios lo que es de Dios».
Lo cual significa, en definitiva, que por encima de todo es a Dios Padre a quien - de acuerdo con
nuestra propia conciencia - debemos fidelidad, y que es la Causa de su Reino (la cosntrucción de un
mundo más justo, más humano, más fraterno, más compasivo y más solidario) la tarea a la que los
cristianos tenemos que entregarnos con mayor generosidad y entusiasmo.
El evangelio de Mateo con su fuerza eclesiológica renovadora, nos impulsa a trabajar
incansablemente por una Iglesia más cercana a la propuesta de Jesús, más orientada al Reino y por eso
mismo, más preocupada por la justicia, más centrada en las personas, en las relaciones entre los
hermanos… y menos pendiente de la norma, la estructura, el culto y el rito…
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