L`institut catal per la pau i el moviment social a Catalunya

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MATERIALES DE PAZ
Y DERECHOS HUMANOS
Documento de trabajo, 1
EL INSTITUTO CATALÁN
INTERNACIONAL POR LA PAZ Y
EL MOVIMIENTO SOCIAL EN
CATALUÑA
Robert Gonzàlez y Esther Vivas
Institut de Govern i Polítiques Públiques (IGOP)
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
PROYECTO DE DIAGNOSIS
INFORME FINAL
EL INSTITUTO CATALÁN
INTERNACIONAL POR LA PAZ Y
EL MOVIMIENTO SOCIAL EN
CATALUÑA
Modelos de relación
Robert Gonzàlez i Esther Vivas
Institut de Govern i Polítiques Públiques (IGOP)
Documento de trabajo, 1
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Materiales de Paz y Derechos Humanos
Documento de trabajo, 1
Barcelona, marzo de 2008
© del autor
© de la edición: Generalitat de Catalunya.
Departamento de Interior, Relaciones Institucionales y Participación
Oficina de Promoción de la Paz y los Derechos Humanos
Avda. Diagonal, 409, 2
08008 Barcelona
Tel. 93 552 60 00
Fax 93 552 60 20
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http://www.gencat.net/direp
Estudio encargado a:
Esta colección se ha editado para ser distribuida, con la intención
de que sea cuanto más utilizada, mejor.
Si se citan y reproducen algunas partes de este trabajo, hay que
hacerlo de la manera siguiente:
GONZÁLEZ, R.; VIVAS,E. L’Institut Català Internacional per la Pau
i el moviment social a Catalunya. Barcelona: Oficina de Promoción
de la Paz y de los Derechos Humanos, Generalidad de Cataluña,
2008. (Materiales de Paz y Derechos Humanos; 1).
Las opiniones expresadas en estas publicaciones no representan
necesariamente la opinión de la Oficina de Promoción de la Paz y
de los Derechos Humanos.
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
La Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos
Humanos es la estructura gubernamental de la Generalidad
de Cataluña que tiene como misión principal desarrollar
políticas públicas de fomento de la paz y de promoción de los
derechos humanos.
La colección "Materiales de Paz y Derechos Humanos"
recoge documentos de trabajo con el objetivo de proporcionar
una visión nueva y original de los dos ámbitos, a través de la
edición de investigaciones elaboradas por centros
especializados y personas expertas.
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
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2. MARCO CONCEPTUAL: LAS RELACIONES ENTRE EL MOVIMIENTO POR LA PAZ Y
LAS INSTITUCIONES
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2.1. Una definición operativa del concepto movimiento social
2.2. El proceso de creación del ICIP: ¿hacia una institucionalización
flexible del movimiento catalán por la paz?
2.3. El ICIP i las redes de acción colectiva crítica
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3. EL MOVIMIENTO CATALÁN POR LA PAZ Y EL ICIP
3.1. Una propuesta de mapa de actores
3.2. Percepciones i expectativas
3.2.1. La visión del ICIP
3.2.2. La misión del ICIP
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14
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4. MOVIMIENTO POR LA PAZ, INSTITUCIONES Y PARTIDOS POLÍTICOS
4.1. El impulso de las políticas de paz en Cataluña
4.2. El ICIP: ¿una arquitectura institucional reciente?
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28
30
5. CONCLUSIONES: ¿QUÉ MODELOS DE RELACIÓN HAY QUE ESTABLECER?
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6. BIBLIOGRAFÍA
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7. ANEXOS
7.1. Lista de personas entrevistadas
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
1. INTRODUCCIÓN
La aprobación, el 4 de julio de 2003, de la Ley de Fomento de la Paz (21/2003) por parte del
Parlamento de Cataluña supuso un paso adelante en el apoyo de las instituciones públicas al
movimiento catalán por la paz. La Ley 21/2003 estableció las bases que permitieron crear el
Consejo Catalán de Fomento de la Paz y abrió el proceso para crear el Instituto Catalán
Internacional por la Paz (ICIP).
La Ley de Fomento de la Paz supuso el reconocimiento institucional del trabajo desarrollado
por el movimiento por la paz en Cataluña, a la vez que puso de relieve la voluntad de las
instituciones catalanas de poner en marcha una tarea sostenida en el tiempo en materia de
paz.
El Anteproyecto de Ley aprobado por el Gobierno reitera de manera explícita que el ICIP nace
a raíz de una demanda social y que quiere integrarse en las distintas expresiones sociales del
movimiento por la paz que existen en Cataluña, apoyarlas y complementarlas. Este espacio
social vinculado a la actividad, la reflexión y la acción por la paz tiene una larga tradición en
Cataluña, y actualmente está representado de manera muy heterogénea por una serie muy
amplia de organizaciones y colectivos.
Así pues, el proceso de creación del ICIP merece una reflexión con cierta profundidad sobre
cuáles pueden ser las relaciones que se establezcan entre el ICIP y el movimiento social por la
paz en Cataluña. Éste es el objetivo del informe.
En primer lugar, hemos elaborado un marco conceptual para poder analizar con el máximo
rigor posible un proceso de institucionalización como el que tratamos sin caer en la visión
peyorativa de este tipo de procesos que la literatura de los movimientos sociales suele ofrecer.
La creación del ICIP conlleva retos importantes y puede abrir espacios para una gobernanza
participativa en los cuales tengan cabida las redes de acción colectiva crítica por la paz.
A continuación, hemos intentado clasificar los distintos actores de la red por la paz en
Cataluña. Hemos querido analizar el movimiento partiendo de dos dimensiones: el grado de
institucionalización y la centralidad de la cuestión de la paz en la actividad de cada
organización. En este sentido, hemos elaborado un mapa de actores que incluye ambas
dimensiones y en las que situamos los distintos actores teniendo en cuenta dichas
dimensiones. Con este mapa podemos trazar una cartografía de las posibles relaciones entre
los actores y el ICIP, incluso antes de la creación definitiva del Instituto.
Acto seguido explotamos al máximo nuestro trabajo de campo (consistente en 15 entrevistas
semidirigidas, hechas con profundidad, a expertos o participantes en el movimiento por la paz).
El análisis de las entrevistas llevadas a cabo nos permite, junto con el mapa de actores,
establecer los modelos de relación entre el ICIP y el movimiento por la paz. En este análisis
abordamos las cuestiones referentes a la percepción que tienen del ICIP los distintos actores
del movimiento por la paz, las expectativas que han puesto y cómo quieren relacionarse.
El siguiente apartado tiene una función doble: por un lado, describir el proceso de formación del
ICIP, poniendo un énfasis especial en el papel de los distintos actores colectivos que se han
implicado (partidos, ONG y movimientos), y por el otro, comparar el ICIP con dos organismos
del Gobierno catalán de características similares, como son el Consejo General de la Juventud
de Cataluña y el Instituto Catalán de las Mujeres. De la comparación, podemos extraer
prácticas óptimas y pésimas en las relaciones entre instituciones, partidos y movimientos
sociales en este tipo de procesos de institucionalización.
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
Finalmente, el último apartado pretende concluir el informe con algunas recomendaciones
sobre los modelos de relación entre el futuro Instituto y el movimiento catalán por la paz.
Queremos acabar agradeciendo la colaboración y la paciencia de todas las personas
entrevistadas, de las cuales presentamos una relación en el anexo final.
2. MARCO CONCEPTUAL: LAS RELACIONES
MOVIMIENTO POR LA PAZ I LAS INSTITUCIONES
ENTRE
EL
Para definir un modelo de relaciones entre el movimiento catalán por la paz y el futuro Instituto
Catalán Internacional por la Paz, en primer lugar habrá que delimitar el significado del término
movimiento social, que siempre resulta controvertido. Tal y como veremos más adelante,
nosotros adoptaremos una concepción muy amplia, que tiene como pilar la literatura clásica de
los movimientos sociales. Por otro lado, nos aproximaremos al fenómeno de los movimientos
sociales poniendo un énfasis especial en sus relaciones con las instituciones y sus
intervenciones en la esfera política, pero no tanto en otros aspectos, que también son
fundamentales en la actividad de los movimientos sociales (como por ejemplo la creación de
contracultura, de valores, etc.), puesto que nos desviarían del objetivo de esta investigación.
En segundo lugar, con la intención de establecer un marco conceptual para llevar a cabo el
estudio, haremos una aproximación a los debates que abren procesos de institucionalización
de movimientos como el que abordamos. Así pues, pondremos sobre la mesa, de manera muy
breve, la naturaleza de estos procesos; para hacerlo, huiremos de concepciones simplistas y
presentaremos aportaciones recientes de la ciencia política (Pruijt, 2003; Jiménez, 2005; Kriesi,
2001). Avanzamos ahora que la institucionalización es un fenómeno complejo que, per se, no
puede considerarse ni positivo ni negativo para el futuro de los movimientos sociales, sino que
presenta toda una serie de retos para los que intentaremos plantear los interrogantes y ofrecer
las respuestas adecuadas a lo largo de este informe.
Finalmente, queremos acabar la descripción del marco conceptual considerando el estudio de
la creación del ICIP y de sus futuras relaciones con el movimiento catalán por la paz desde la
óptica de las redes de acción colectiva crítica, puesto que eso supone una manera innovadora
y pragmática de analizar las relaciones entre movimientos e instituciones en el seno de la
gobernanza de sociedades complejas como la nuestra.
2.1. Una definición operativa del concepto movimiento social
Los movimientos sociales pueden ser definidos de muchas maneras. Para Pastor (2002), todo
movimiento social se caracteriza por el hecho de surgir en condiciones de conflicto y
convertirse en un desafío para las autoridades o los poderes mediante una acción colectiva, no
institucionalizada, que pretende promover cambios y en la que participa un número de
personas significativo. Ibarra, Gomà y Martí (2002) definen movimiento social como un actor
político colectivo de carácter movilizador (y, por lo tanto, un espacio de participación) que
persigue objetivos de cambio a través de acciones (generalmente no convencionales) y que,
para hacerlo, actúa con cierta continuidad, con un nivel alto de integración simbólica y con un
nivel bajo de especificación de funciones, a la vez que se nutre de formas de acción y
organización variables. Por lo tanto, un movimiento social es un agente de influencia y
persuasión que desafía las interpretaciones dominantes sobre varios aspectos de la realidad.
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
Las ideas conflicto, desafío, cambio y acción colectiva en el espacio público son básicas para
distinguir un movimiento social de una ONG o de un partido político, aunque este tipo de
organizaciones puede formar parte de un movimiento social, junto a otros tipos de colectivos.
Por ejemplo, la Plataforma Aturem la Guerra (Paremos la guerra) es una organización del
movimiento por la paz que agrupa, además de un gran número de colectivos y personas a título
individual, ONG como Sodepau y partidos políticos como ERC, ICV o EUiA.
Ahora bien, algunos autores consideran necesario diferenciar el concepto movimiento social del
de protesta política, que es más amplio. De este modo nos presentarán una definición más
delimitada, muy útil para relacionar, más adelante, movimientos sociales e instituciones
públicas. Así pues, Jiménez (2005) define protesta social como la «acción colectiva pública de
actores no estatales a favor de un interés común excluido del proceso de toma de decisiones».
El objetivo principal de la protesta es incidir sobre los actores con poder (las autoridades), de
cuya acción puede depender la inclusión de los intereses defendidos en el proceso de toma de
decisiones. El proceso de normalización y legitimación creciente de la protesta hace que, cada
1
vez más, recurran todo tipo de actores, incluso los institucionales. Para Jiménez, la
especificidad del concepto movimiento social en comparación con el concepto protesta radica
en dos calidades esenciales: por un lado, el objetivo último e inherente de un movimiento social
es cambiar un orden social (u oponerse al cambio de este orden), y por el otro, los movimientos
sociales se basan en una red amplia de relaciones entre colectivos y personas que comparten
una identidad colectiva. En este sentido, algunos analistas consideran que las movilizaciones
contra la guerra de Iraq, en su punto álgido (entre febrero y mayo de 2003), eran más un
fenómeno de protesta que no un movimiento social (Bonet y Ubasart, 2004). Aun así, no se
puede negar que el movimiento por la paz tenía mucho que ver con aquellas protestas.
Jiménez (2005:20) define, pues, los movimientos sociales como una red informal de
interacciones entre una pluralidad de grupos (más o menos formalizados) y de individuos que,
sobre la base de una identidad colectiva común, tienen como objetivo la consecución del
cambio social (por ejemplo, la paz mundial y el final de los ejércitos en el caso del movimiento
por la paz). Por lo tanto, también nos quedamos con las ideas de red e identidad como
elementos capitales para abordar el estudio de los movimientos sociales. En el último epígrafe
de este apartado recuperaremos la idea de red, aplicada, en este caso, a las relaciones entre
movimientos e instituciones.
La importancia de la interacción con las instituciones políticas es evidente, y esta relación, una
vez superada la fase inicial del conflicto, puede evolucionar hacia escenarios de negociación.
Pero, ¿qué pasa con este aspecto cuando se abordan procesos de institucionalización?
1 Desde esta óptica, podríamos mencionar las movilizaciones de la derecha española (en torno al PP) contra los
matrimonios homosexuales, a favor del trasvase del Ebro o a favor de la obligatoriedad de la religión en las escuelas
durante esta legislatura (2004-2008). Por otra parte, todas las movilizaciones antiterroristas promovidas por los
gobiernos políticos (independientemente de su talante) tienen un carácter marcadamente institucional. En este sentido,
nos parece interesante mencionar la distinción que establece Adell (2003) entre manifestaciones de adhesión y
manifestaciones de contestación. Finalmente, estas movilizaciones también encajarían en el concepto de
contramovimiento de Tilly (2002), concebido como respuesta de las clases dominantes ante los movimientos que
amenazan a sus intereses.
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
2.2. El proceso de creación del ICIP: ¿hacia una institucionalización flexible
del movimiento catalán por la paz?
A menudo, cuando se dice que un movimiento se está institucionalizando, se suele hacer
referencia, de manera inmediata, al hecho de que da mucha importancia a aspectos como la
interlocución con las instituciones públicas, en detrimento de las acciones que tienen más
tendencia a la confrontación. Lo que permite hablar de movimiento social es el mantenimiento
de la acción colectiva por parte de los actores que lo conforman y de los desafíos ante los
opositores. Cuando estos desafíos no se mantienen, lo que suele pasar es que perduran
formas de resistencia más aisladas con las cuales no acaba de haber lo suficiente para crear
un movimiento social. Y cuando el desafío se mantiene en el tiempo, se acaba debatiendo
entre conseguir objetivos concretos para el movimiento o bien adoptar posiciones de
enfrentamiento. En definitiva, se trata de moverse en la tesitura entre mantener relaciones con
las instituciones y entrar en procesos de negociación y decisión con los opositores (con riesgo
de debilitar posiciones de desafío y permanencia), o bien no hacerlo y correr el riesgo de caer
en el aislamiento y el sectarismo que también amenaza a estos movimientos (Tarrow,
2004:289).
Desde una perspectiva teórica distinta y desde el conocimiento directo de la militancia y la
institucionalización progresiva de algunos movimientos de la década de los setenta en los
Países Bajos, Hans Pruijt (2003) considera que las relaciones entre el Estado y los
movimientos sociales pueden ser de represión o de integración. Respecto a estas últimas,
podemos encontrar dos variantes: la institucionalización y la cooptación. Intentaremos
definirlas, porque a veces se confunden y eso da lugar a muchos equívocos en este tema.
a) Cooptación. Para López, Echat et al. (2006), la cooptación consiste, en definitiva, en la
incorporación y la normalización de algunas de las demandas del movimiento, lo cual
implica, al mismo tiempo, la pérdida de la fuerza reivindicativa inicial del movimiento en
cuestión.
La cooptación tiene efectos ambivalentes, es decir, por un lado, se produce una cierta
desmovilización (por dos motivos: algunos dirigentes del movimiento se ven atraídos por
nuevas oportunidades, mientras que los sectores más radicales son reprimidos con más
dureza), y por el otro, se crean nuevas oportunidades políticas para la movilización social de
determinados sectores de la población, puesto que el conjunto de la ciudadanía puede ver que
el Estado resuelve problemas haciendo concesiones a un movimiento antagonista. Éste sería
el caso, según algunos autores (Ricard Martínez, 2004), del movimiento vecinal de las décadas
de los setenta y los ochenta en Cataluña. De todos modos, sólo asumiendo las alternativas
principales expresadas por las movilizaciones en las calles de Barcelona, Sabadell, Gerona y
tantas otras ciudades (democracia, derechos laborales, infraestructuras para los barrios, etc.),
podía garantizarse la supervivencia política y económica de las principales élites del país,
aunque eso significara la transformación absoluta del régimen político franquista y la entrada a
las instituciones municipales de algunos líderes del movimiento vecinal (Xavier Domènech,
2004).
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
b) Institucionalización. Podemos definirla como la canalización del movimiento en un patrón
estable basado en normas y leyes formalizadas. La institucionalización implica pérdida de
identidad (Castillos, 2001) y cambio del repertorio de acción (Kriesi, Koopmans e. al., 1995).
La institucionalización puede surgir por iniciativa del Estado o del propio movimiento. En el
primer caso, la institucionalización pretende o bien integrar un movimiento que goza de
bastante aceptación social o bien abaratar los costes políticos de una represión como
fórmula para eliminar el movimiento (Platt, 1980).
Otro tipo de institucionalización es la que nace de la voluntad del movimiento social. En este
caso, hay tres clases de motivaciones que empujan a los movimientos hacia la
institucionalización:
1. Las necesidades económicas (Cherki, 1973) respecto a los movimientos que se
mueven en el eje de la redistribución, como por ejemplo el movimiento vecinal de la
década de los setenta.
2. La dureza de la represión o la debilidad del movimiento. Un contexto de sensación de
derrota como el que imperaba a mediados de la década de los ochenta en el Estado
español, puede empujar a los movimientos a iniciar procesos de institucionalización
que los hagan más efectivos a la hora de satisfacer algunas de sus demandas.
3. La moderación ideológica del movimiento. Según Lowe (1986), algunos movimientos
cambian sus planteamientos iniciales de transformación social y ruptura por otros que
tienden más a la reforma y la consecución paciente de objetivos. Éste ha sido el caso,
por ejemplo, del movimiento de cooperación al desarrollo.
La teoría de los movimientos sociales ha tendido a ver la institucionalización como un proceso
negativo. La mayoría de los estudios nos alertan de los peligros que suponen estos procesos
para algo tan necesario como es la autonomía de los movimientos. Pero, ¿todos los procesos
de institucionalización tienen los mismos resultados?
Según Kriesi et al. (1995), la institucionalización puede entenderse, dentro de la teoría de los
ciclos de movilización, como la fase intermedia entre la protesta y la reforma. Castells (2001)
sitúa la institucionalización en el declive del movimiento social. Otros autores, en cambio,
afirman que, en los procesos de institucionalización, suele quedar un ala radical del movimiento
que continúa haciendo uso de la disrupción y que se complementa con el ala institucionalizada
(Tarrow, 1997). Para abordar esta disyuntiva, nos parece absolutamente acertada la distinción
que establece Pruijt (2003) entre institucionalización terminal e institucionalización flexible.
Podemos definir la institucionalización terminal como un proceso a través del cual un
movimiento determinado se modera ideológicamente, pierde sus signos de identidad y se
integra en la esfera institucional para lograr sus objetivos.
La institucionalización flexible, en cambio, prevé la institucionalización del ala moderada del
movimiento (por cualquiera de los tres motivos que hemos expuesto antes) y el mantenimiento
de un ala radical y disruptiva. Entre estas dos alas se produce una relación de
complementariedad, de modo que el movimiento puede continuar avanzando en sus objetivos y
mantener la tensión movilizadora al mismo tiempo que recoge recursos legales, económicos y
de legitimidad de parte de las administraciones.
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
2.3. El ICIP i las redes de acción colectiva crítica
Para acabar este breve marco conceptual, que orientará nuestro análisis, querríamos introducir
un concepto que ya es un clásico en los análisis del equipo de movimientos sociales del
Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP): el de redes de acción colectiva crítica (en lo
sucesivo redes críticas). Peláez (2006:6) define red crítica como:
«el entramado de relaciones entre actores políticos y sociales que, con la inclusión
de varios grados de radicalidad ideológica y formalización organizativa, crea
espacios de movilización amplios, introduce nuevos discursos y diversifica las
estrategias participativas, incidiendo, inevitablemente, en las políticas públicas».
Según esta aproximación, hay cuatro elementos que ayudan a caracterizar el concepto de red
crítica: en primer lugar, el potencial que tiene la red para incidir en el ámbito de las políticas
públicas, entendidas desde el punto de vista de la gobernanza (lo quieran o no, estas redes
son espacios de movilización que acaban creando canales de incidencia e impactos reales); en
segundo lugar, la capacidad de las redes para abrir temas nuevos y enfoques renovados
dentro del espacio social y político; en tercer lugar, la morfología de las redes, más compleja
que la de los actores políticos tradicionales (las redes incluyen los movimientos sociales) y,
para acabar, el recurso del espacio simbólico como elemento clave en la capacidad de
incidencia de las redes.
La propuesta analítica que relaciona este concepto con los objetivos de este estudio consiste
en considerar el proceso de creación del ICIP como una de las plasmaciones más claras de
una red crítica. Las redes críticas serian, según este punto de vista, el espacio de interacción
de los movimientos sociales con otros actores en el ámbito de la gobernanza en las sociedades
postindustriales. Los conceptos movimiento social y red crítica son distintos, pero no
excluyentes entre sí. De hecho, uno y otro corresponden a momentos y miradas también
distintas de los fenómenos de acción colectiva. Así pues, el ICIP sería un momento –que tiende
a estabilizarse– de relación máxima entre el movimiento catalán por la paz y las instituciones
políticas. El estudio de las futuras acciones del ICIP y su impacto en la sociedad catalana, así
como el estudio de las interacciones entre instituciones y movimientos que se generen en el
seno del Instituto, se tendrán que abordar también desde esta perspectiva de red. No hay que
perder de vista que la creación del ICIP ha sido posible gracias a la complicidad entre ciertas
entidades y personas del movimiento por la paz y actores del ámbito institucional. O, por decirlo
con palabras de Sabatier y Jenkins (1993), «la existencia de una coalición promotora entre
sectores del movimiento y de las instituciones ha generado la posibilidad de crear este
Instituto». Desde esta perspectiva de red, mantener esta dinámica es una de las condiciones
que garantizarán el impacto político y social del ICIP una vez se ponga en marcha.
3. EL MOVIMIENTO CATALÁN POR LA PAZ Y EL ICIP
3.1. Una propuesta de mapa de actores
Es a partir de la década de los ochenta, cuando podemos empezar a hablar de movimiento
pacifista catalán. Este movimiento está propiciado por un contexto internacional de guerra fría,
el rechazo de la entrada del Estado español a la OTAN, la influencia de los movimientos
pacifistas europeos y la existencia de una conciencia pacifista creciente entre la población
catalana, junto a la confluencia de personas y organizaciones concretas en el movimiento por
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
la paz en Cataluña, movimiento que tiene los orígenes en los grupos cristianos de base por la
paz que aparecieron en plena época franquista, como por ejemplo Pax Christi, Amigos del Arpa
y los primeros objetores de conciencia (Prat, 2006). Desde entonces, el movimiento ha
experimentado una evolución creciente: durante la década de los ochenta, espoleado en buena
medida por las movilizaciones por el no al referéndum de la OTAN; en el transcurso de la
década de los noventa, por las protestas contra la guerra de los Balcanes y el movimiento
insumiso, y hoy en día, por las importantes movilizaciones contra la guerra de Iraq (en los años
2003 y 2004) en un contexto de globalización neoliberal y de guerra global contra el terrorismo.
Desde sus orígenes, el movimiento catalán por la paz se ha caracterizado por integrar un
amplio abanico de actores de varias tradiciones políticas e ideológicas, que han optado por
modelos organizativos distintos y han evolucionado hacia un grado más o menos elevado de
institucionalización. Por otro lado, hay que decir que los límites del movimiento catalán por la
paz han sido más bien difundidos respecto a las organizaciones que lo integran: ¿dónde
empieza y dónde acaba el movimiento por la paz? ¿Hay una sola consideración política e
ideológica del término paz? ¿Movimiento por la paz es igual a movimiento pacifista? ¿Las
organizaciones para el desarrollo son organizaciones de paz? ¿En qué medida tiene que
dedicarse a las cuestiones de paz una organización por el hecho de ser considerada integrante
del movimiento por la paz? Evidentemente, en este estudio no pretendemos abordar todos
estos interrogantes, pero sí que queremos ponerlos de relieve para mostrar la dificultad de
establecer unos límites claros a la hora de definir cuáles son los actores que integran el
movimiento por la paz en Cataluña.
Como punto de partida, en este informe hemos considerado como actores del movimiento
catalán por la paz a todos los que son miembros de la Federación Catalana de ONG por la Paz
y también de otras que, pese a que no forman parte de ella, han tenido un papel destacado en
las movilizaciones a favor de la paz en Cataluña en el transcurso de su historia. Obviamente,
se trata de una selección con unas limitaciones claras y que deja de lado a colectivos que, con
más o menos intensidad, han estado involucrados en procesos de paz tanto en el ámbito
regional como global, a la vez que integra otras cuya actividad a favor de la paz es muy
tangencial. De todos modos, consideramos que estos límites tienen que ver con el carácter
difundido del movimiento en sí y con la dificultad de establecer una frontera clara entre los
colectivos que lo integran y los que no.
A partir de la clasificación establecida, hemos querido analizar el movimiento por la paz en
Cataluña desde dos dimensiones: el grado de institucionalización del colectivo y la centralidad
del tema de la paz en la actividad que lleva a cabo cada organización. En este sentido, hemos
elaborado un mapa de actores que incluye ambas dimensiones, que nos sirven para situar a
los actores. Desde luego, el mapa tiene ciertas limitaciones: los grupos que surgen fruto de
esta clasificación no son homogéneos y presentan diferencias que también pondremos de
relieve en este estudio, pero, pese a eso, creemos que se trata de una buena manera de
aproximarnos a los actores que integran el movimiento por la paz en Cataluña y, de hecho, nos
facilita el estudio a la hora de definir qué percepción tienen del ICIP, qué expectativas han
puesto en el Instituto y cómo se quieren relacionar.
El mapa de actores ha sido elaborado a partir de entrevistas semidirigidas a personas de
referencia del movimiento catalán por la paz y a personas que han tenido un papel destacado
en el proceso de definición del ICIP. Aparte, se ha hecho un análisis documental de textos,
materiales y documentos de las organizaciones que integran el mapa para establecer la
ubicación.
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
A partir del análisis de los datos que nos ofrece el mapa de actores, podemos considerar que el
movimiento catalán por la paz está integrado por tres grupos de referencia:
1. El primer grupo está formado por organizaciones que tienen un grado alto o medio de
institucionalización y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades
llevadas a cabo es alta.
2. El segundo grupo está formado por organizaciones que tienen un grado alto o medio de
institucionalización y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades
llevadas a cabo es media.
3. El tercer grupo está formado por organizaciones que tienen un grado medio o bajo de
institucionalización y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades
llevadas a cabo es alta.
Hay que decir que en el seno de cada grupo, especialmente en el primero y el tercero, hay
diferencias considerables respecto al grado de institucionalización de las organizaciones que
los integran. En el grupo 1, el grado de institucionalización de algunas organizaciones es muy
elevado en comparación con el de otras; por otro lado, en el grupo 3 hay algunas
organizaciones con un grado de institucionalización prácticamente nulo, mientras que hay otras
que tienen un grado de institucionalización medio. Así pues, consideramos que es importante
tener en cuenta estos aspectos a la hora de interpretar el mapa y tener bien presente la no
homogeneidad de los colectivos que se incluyen en cada grupo.
A partir de ahí, si hacemos un análisis más detallado de los grupos, podremos observar que
todas las entidades que forman parte del grupo 1 son miembros de la Federación Catalana de
ONG por la Paz, a excepción de la Escuela Cultura de Paz y de la Fundación Cultura de Paz
de Federico Mayor Zaragoza, creada recientemente. En este grupo, encontramos las
organizaciones que se han implicado más en el proceso de definición del ICIP, como por
ejemplo la Fundación por la Paz y Justicia y Paz, por mencionar las más destacadas. Por lo
tanto, todos los actores que forman parte de ella conocen el proyecto del ICIP porque han sido
partícipes de su lanzamiento, aunque sólo sea por el hecho de ser miembros de la Federación
Catalana de ONG por la Paz. De todos modos, hay que subrayar las diferencias en el grado de
institucionalización de los distintos actores que forman parte de este grupo. Así pues, mientras
que tenemos actores con una clara vinculación a las instituciones internacionales, como es el
caso del Centro Unesco de Cataluña, ANUE (Asociación de las Naciones Unidas en España) o
la Escuela Cultura de Paz (vinculada a la Universidad Autónoma de Barcelona), también
encontramos otros actores con un grado de institucionalización medio, como por ejemplo
Justicia y Paz, Fundación por la Paz, Universidad Internacional por la Paz o la propia
Federación Catalana de ONG por la Paz.
En el grupo 2 encontramos organizaciones que tienen un grado de institucionalización medio y
alto y en las que la centralidad del tema de la paz en las actividades llevadas a cabo es media.
Todas las organizaciones de este grupo forman parte de la Federación Catalana de ONG por la
Paz, a excepción del CEDRE (de la Coordinadora de ONG de las Comarcas Gerundenses y el
Alt Maresme), y tienen un conocimiento medio de la creación del ICIP. En este grupo, la
mayoría de los actores han seguido el proceso de definición del Instituto como miembros de la
Federación Catalana de ONG por la Paz, si bien el tema de la paz no es el eje central de sus
actividades.
Para acabar, la mayoría de las organizaciones que forman parte del grupo 3 no pertenecen a la
Federación Catalana de ONG por la Paz y, si pertenecen, es a título de observadores (a
excepción del Servicio de Información de la Objeción Fiscal, que es miembro de pleno
18
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
derecho). Dentro de este grupo, hay que destacar las diferencias que hay entre las
organizaciones con un grado de institucionalización medio (que reciben subvenciones y tienen
un contacto regular con las instituciones) y las que tienen un grado de institucionalización bajo
(con un contacto escaso o nulo con las instituciones públicas y, en algún caso, incluso con un
discurso contrario a las instituciones). Este grupo se caracteriza por el hecho de haber tenido
una participación baja (o, incluso, por el hecho de no haber participado en absoluto) en el
proceso de definición del ICIP. Así pues, mientras que las organizaciones con un grado de
institucionalización medio (Dones x Dones —Mujeres x Mujeres—, Fuerzas de Paz no
Violentas, etc.) conocen el proyecto del ICIP y han participado en algunas reuniones de
definición del Instituto, otros actores (como por ejemplo la Plataforma Aturem la Guerra —
Paremos la Guerra—, la Red de Enlace con Palestina, etc.) tienen un conocimiento escaso de
la propuesta o la desconocen totalmente.
Precisamente a partir de esta clasificación, en el próximo apartado abordaremos las cuestiones
referentes a la percepción que tienen estos actores del ICIP, las expectativas que han puesto y
cómo se quieren relacionar. Al mismo tiempo, este análisis nos permitirá elaborar propuestas
de modelos de relación que el Instituto deberá tener en cuenta.
3.2. Percepciones i expectativas
La percepción que tienen del ICIP los actores que integran el movimiento por la paz en
Cataluña y las expectativas que han puesto vienen determinadas, principalmente, por dos
variables: el grado de institucionalización de estos actores y la centralidad del tema de la paz
en las actividades que llevan a cabo. El grado de institucionalización, como indicábamos en el
punto 2, nos permite analizar la importancia que atribuyen los actores a la interlocución con las
instituciones públicas, al grado de relación con estas instituciones y al trabajo conjunto. La
centralidad del tema de la paz nos permite observar la vinculación de las entidades al
movimiento de la paz estrictamente.
Cuanto más alto es el grado de institucionalización (como sería el caso de los colectivos
incluidos en los grupos 1 y 2 identificados en el mapa de actores), más alta debería ser la
vinculación con una institución como el ICIP, y cuanta más importancia tiene el tema de la paz
(como es el caso de los colectivos de los grupos 2 y 3), más intensa debería ser la relación que
se tendría que establecer con el Instituto, puesto que éste es un ente que se dedica
íntegramente al tema de la paz. Pero estos supuestos no se llegan a cumplir si no tenemos en
cuenta la relación dialéctica entre las dos variables: ciertamente, las organizaciones más
institucionalizadas y en las que el tema de la paz tiene una centralidad más alta se han
integrado en el grupo 1; estas organizaciones son las que tienen una vinculación más
importante con el proyecto del ICIP, las que han participado en el proceso de elaboración de la
propuesta y las que tienen un buen conocimiento de las tareas que puede llevar a cabo el
Instituto partiendo de los principios aprobados en sus estatus. En cambio, las organizaciones
que integran los grupos 2 y 3, pese al elevado grado de institucionalización en el primer caso y
la centralidad del tema de la paz en el segundo, se sitúan a una mayor distancia del ICIP por el
hecho de que no hay una relación directa entre las dos variables.
En conclusión, los actores más institucionalizados no son siempre los más involucrados en el
proyecto, ni todos los actores para los cuales el tema de la paz es el eje central de la actividad
tienen el mismo grado de conocimiento de la iniciativa. La dialéctica entre institucionalización y
centralidad del tema de la paz es lo que determina el grado de conocimiento del ICIP y la
vinculación con el proyecto.
19
El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
3.2.1. La visión del ICIP
En general, la percepción y la visión que tienen del ICIP los actores que integran el movimiento
por la paz en Cataluña es positiva. Pese a que hay posiciones más favorables y otras más
escépticas, podríamos decir que no hay ninguna organización que considere que la existencia
del ICIP será negativa para el movimiento.
Así pues, las organizaciones que se muestran más favorables a la existencia del ICIP, las que
forman parte de los grupos 1 y 2, tienden a señalar que la constitución de un instituto de estas
características permitirá fortalecer el movimiento, puesto que a partir de ahora habrá una
institución que se hará eco de su discurso, sus acciones, sus demandas, etc., y que podrá
acceder más fácilmente a los medios de comunicación y a las instituciones públicas. Se
considera que el ICIP tendrá una envergadura, tanto en el ámbito financiero como en el de
recursos humanos, que le permitirá llevar a cabo una actividad con un impacto social, político y
mediático más importante que el que puedan tener las organizaciones sociales:
«El hecho de que haya una institución importante, con credibilidad, con un cierto
peso y con una cierta proyección que se dedica a la paz refuerza automáticamente
a todos los que trabajan por la paz y les da mayor credibilidad», Jordi Armadans,
director de la Fundación por la Paz.
«Yo creo que puede favorecerlo [haciendo referencia al movimiento por la paz],
porque le dará herramientas de trabajo, le dará esa información que no siempre ha
tenido y que debe servir para hacer campañas concretas», Arcadi Oliveres,
presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz.
Además, se considera que el ICIP podrá servir de paraguas para los distintos actores del
movimiento por la paz, puesto que se convertirá en un punto de encuentro que permitirá el
debate y el intercambio de ideas:
«El Instituto debe ser como un paraguas que ayude a los centros [...] [y debe]
poder ser una alternativa de apoyo económico», Vicenç Fisas, director de la
Escuela Cultura de Paz.
«Como modelo, en lugar de crear un elefante de la nada, más bien se tiene la idea
del paraguas: una institución que, teniendo en cuenta lo que hay y teniendo en
cuenta lo que se hace, obviamente, haga las cosas que no se están haciendo y les
dé más impulso, pero que no sea autista respecto a la realidad que lo rodea»,
Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz.
Las actitudes más escépticas respecto a la creación del ICIP las encontramos entre las
organizaciones que configuran el grupo 3, puesto que se trata de actores con un grado de
institucionalización medio o bajo y, por lo tanto, con una relación poco importante, o incluso
nula, con las instituciones públicas. Es en este grupo que hemos encontrado las posiciones
más reticentes respecto a la creación del Instituto; son ejemplos de ello la actitud de la
Coordinadora Tarragona Patrimonio por la Paz o, en algunos aspectos, la de las Brigadas
Internacionales por la Paz. Aun así, es interesante observar que, pese a la poca información
sobre el ICIP que tienen algunas de las organizaciones del grupo 3, la mayoría muestran una
buena predisposición hacia una propuesta de estas características:
20
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
«–Y por qué no habéis participado? [pregunta de la entrevistadora]
»–No porque no nos parezca muy interesante, porque nos lo parece (porque
creemos que puede tocar muy directamente aquello que estamos haciendo), sino
porque nadie nos lo ha comentado», Marc Jamal, de la Red de Enlace con
Palestina.
«Yo, la idea, la veo interesante; lo que pasa es que estoy en un momento personal
y político en el que tomo muchas precauciones respecto a determinadas cosas
institucionales», Pilar Massana, de PASI (Plataforma Aixequem les Sancions a
l’Iraq —Levantemos las Sanciones en Iraq—) y la Plataforma Aturem la Guerra.
«Nuestra relación con el ICIP ha sido una relación desde fuera. Más que nada,
porque es una cosa que se está haciendo y que puede cambiar. Los
posicionamientos no son ni claros ni definitivos por parte del ICIP [...]. Una vez se
presenta el proyecto y se abre la oficina para la creación del ICIP, se ponen en
contacto con nosotros por el tema de las jornadas, y a mí me parecía una idea
interesante», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la Paz.
Pero la percepción positiva que tienen del ICIP la mayoría de los actores que integran el
movimiento catalán por la paz no esconde temores sobre cómo puede evolucionar la iniciativa
y cómo puede afectar el movimiento. De hecho, tanto las organizaciones integrantes del grupo
1 como las de los grupos 2 y 3 expresan algún tipo de inquietud; podríamos decir que hay tres
clases de temores: el temor de que el grado de institucionalización del movimiento aumente, el
temor de que las prácticas del movimiento sean absorbidas o sustituidas y el temor de que el
proyecto pueda ser utilizado de manera partidista.
Respecto al temor de que el grado de institucionalización aumente, algunos de los
entrevistados consideran que el hecho de que el Instituto disponga de recursos económicos y
humanos importantes puede cooptar a determinados sectores del movimiento por la paz y, en
consecuencia, acabar debilitando el propio movimiento. En la mayoría de los casos, se trata de
análisis que expresan un cierto recelo hacia las instituciones públicas y su capacidad de incidir
en el movimiento y debilitar la acción y el discurso:
«Evidentemente, cuando una cosa se institucionaliza y tiene más recursos y
mucha fuerza, hay el peligro de que tenga más capacidad y más resonancia que el
propio movimiento por la paz, y eso nos ha pasado con todas las instituciones”,
Montserrat Cervera, de Dones x Dones.
«Me da miedo que, si desde los diversos gobiernos vamos haciendo tanto eso de
“yo me lo quedo todo y lo pongo todo dentro del sistema”, eso perderá
espontaneidad [...]. Yo no estoy de acuerdo con tanta tutela», Àngels Mataró,
directora de ANUE.
«En principio, no nos consideramos vinculados al proyecto; vamos siguiendo el
tema con cierto escepticismo y cierto temor por lo que puede suponer de
institucionalización del movimiento y, por qué no, de posible manipulación», Josep
Maria Yago, de la Coordinadora Tarragona Patrimonio de la Paz.
«Es una buena iniciativa y, en todo caso, hay que mirar que no quede engullida,
institucionalizada –en el peor sentido de la palabra– en poco tiempo», Pilar
Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem
la Guerra.
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
Algunos entrevistados expresan cierto recelo hacia la posibilidad de que el ICIP acabe llevando
a cabo tareas que ya desarrollan otros actores del movimiento catalán por la paz. Los
entrevistados ponen un énfasis especial en el hecho de que el Instituto debe recoger lo que ya
se está haciendo en Cataluña en el tema de la paz y potenciarlo y que, en ningún caso, debe
repetir ni copiar las prácticas que ya se están aplicando:
«Cuando se crea una iniciativa de este tipo, que tiene ambición, que tiene
posibilidades de obtener recursos de la Administración, lo que no puede hacer es
ahogar trabajos o iniciativas que ya existen o encabalgarse. Es decir, lo que debe
hacer –teniendo en cuenta lo que ya hay– es intentar evaluar la calidad de las
cosas que se hacen y, si hay cosas que se están haciendo bien, no pisarlas. En
segundo lugar, la creación del Instituto no debe significar, para usar términos
económicos, opas hostiles hacia otros centros [...] como el nuestro», Vicenç Fisas,
director de la Escuela Cultura de Paz.
«A mí, lo que más me preocupa de todo es la relación entre lo que hará el ICIP y
lo que ya están haciendo las organizaciones actuales [...]. Entonces, ¿de qué
manera evitaremos duplicidades? ¿De qué manera uno no se comerá el terreno
del otro? Es, quizá, la parte que será más difícil de mantener; más por una
cuestión de no duplicar trabajos que no por una contradicción en la manera de
hacer», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz.
«Una cosa que no han hecho los otros institutos, pero que éste podría hacer –no
creo que lo haga, pero en estos inicios podría ser que lo hiciera–, es que acabara
sustituyendo algunas de las cosas que hacen los movimientos sociales», Tica
Font, vicepresidenta de Justicia y Paz.
Finalmente, otro temor manifestado por algunos de los entrevistados es la posible utilización
partidista de la iniciativa una vez ésta empiece a funcionar. Como indicaremos más adelante,
uno de los elementos más bien valorados por los actores del movimiento catalán por la paz es
la independencia de un instituto como el ICIP de los partidos políticos. Ahora bien, la
posibilidad de que este punto fuerte pueda acabar torciéndose es otro de los miedos que ponen
encima de la mesa los entrevistados:
«Depende de quienes pongan al frente, eso irá hacia un lugar o hacia otro», Tica
Font, vicepresidenta de Justicia y Paz.
«A veces, estas cosas se politizan de manera partidista, se utilizan como moneda
de cambio, para hacerse favores y, entonces, me da respeto [...]. Pero son sólo
temores; no he visto nada que pueda indicar esto [...]. La partidización sería el
peligro», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la
Plataforma Aturem la Guerra.
«Lo que puede ser es que, sin querer, con el tiempo, se pase a una actuación más
dirigida. Yo creo que el Instituto debe ser muy transparente, que no se vea que
hay un partido detrás», Àngels Mataró, directora de ANUE.
«Según cómo vaya la cosa; también dependerá mucho de la correlación de
fuerzas gubernamentales en Cataluña en cada momento. Lo que sería interesante
es que el Instituto tuviera la suficiente autonomía respecto a los gobiernos de
turno», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la Paz.
22
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
Uno de los elementos más bien valorados del ICIP por parte del movimiento catalán por la paz
es la autonomía del Instituto respecto a los partidos políticos. Los entrevistados creen que ésta
es una novedad importante respecto a otras iniciativas de este tipo, y a la vez la consideran un
triunfo del movimiento:
«Nosotros estábamos convencidos de que el aspecto central del ICIP –es decir,
que el Gobierno asumiera el control no gubernamental de la institución– caería
segurísimo y, de hecho, en las primeras conversaciones que tuvimos con Saura y
su equipo, había un problema serio de comprensión de todo el tema. Ellos, en el
fondo, entendían más una dirección general que tocara temas de paz que no una
institución de este tipo, pero, con el trabajo que hicimos, o se convencieron o se
dejaron convencer, porque las angustias fuertes que tenían respecto a este tema
se desactivaron, hasta el punto de que, ahora, el diseño institucional que se ha
definido está muy bien, porque hay una oficina que es gubernamental, que dará
subvenciones y hará actividades, pero se asume que el ICIP, una vez se cree,
desaparecerá del Gobierno», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz.
«A mí, lo que me parece más interesante de este Instituto es que tiene la vocación
de no ser una cosa institucional, de no ser un órgano dependiente de las
instituciones, sino de ser autónomo, pese a la gran vinculación que tiene con el
Parlamento [...]. Y no creo que el Instituto pretenda, ni pueda, suplir nada de las
relaciones que hay en el movimiento por la paz, desde el punto de vista de cada
movimiento. Yo creo que el hecho de que haya una institución que sea autónoma
en algún sentido, aunque esté muy implicada en el Parlamento y el Gobierno de
Cataluña y éstos le den mucho apoyo, puede ser una cosa útil», Montserrat
Cervera, de Dones x Dones.
«La parte positiva de los estatutos es que no sea gubernamental. Eso es un
elemento importante», Tica Font, vicepresidenta de Justicia y Paz.
Respecto a la percepción que tienen de la creación del ICIP los actores entrevistados, todos
coinciden en señalar la vinculación directa entre el lanzamiento del ICIP y el auge del
movimiento por la paz en el último ciclo de movilizaciones. Según la opinión de los
entrevistados, pese a que el proyecto de creación del ICIP se remonta a un periodo anterior a
las grandes movilizaciones contra la guerra de los años 2003 y 2004, estas movilizaciones
supusieron, sin duda, un impulso indispensable para el proyecto, sin el cual quizá hoy no se
hablaría de la existencia del Instituto:
«Eso de las movilizaciones, lo veo clarísimo. Hay un antes y un después en
muchísimas cosas, pero en ésta se ve claro. Y, para mí, es una de aquellas cosas
sobre si los movimientos sociales tienen capacidad o no de incidir en las políticas,
claramente. Otra cosa es que la incidencia no la controles al cien por cien o no sea
la que te esperas o la que querías inicialmente, pero lo que queda claro es que,
sin aquellas movilizaciones contra la guerra de Iraq tan masivas, probablemente
hoy en día no estaríamos hablando de eso», Jordi Armadans, director de la
Fundación por la Paz.
«Si miramos fechas, veremos que las manifestaciones de Iraq se produjeron en
febrero de 2003 y la Ley de Fomento de la Paz fecha de octubre o noviembre de
2003. Por lo tanto, quien mire las fechas verá que hay cierta coincidencia, que
seguramente propició que el Parlamento –que, por otro lado, era un Parlamento
en el que la mayoría era de Convergència, porque todavía estábamos en la
23
El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
legislatura de Jordi Pujol– aprobara una ley de fomento de la paz», Arcadi
Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de la Paz.
«Entonces hubo un hecho desagradable, pero que fue positivo, que fue la Guerra
de Iraq. Puesto que la gente salió a la calle [...], eso supuso un cambio de actitud y
puede decirse que se aprobó la Ley por unanimidad; fue en el último pleno de la
legislatura, en el último que yo estaba. Digo eso porque creo que tiene su
importancia, puesto que tanto el ICIP como el Consejo Catalán dependen y salen
de dicha Ley», Joan Surroca, de Justicia y Paz de Gerona.
En conclusión, la percepción que tienen del ICIP los actores que integran el movimiento catalán
por la paz, en general, es positiva, pese a que se expresan algunos temores respecto a la
evolución que puede tener el proyecto (como por ejemplo la posible institucionalización del
movimiento, la absorción de las actividades de las organizaciones por la paz o la partidización
del Instituto). De todos modos, los entrevistados expresan afinidad con el proyecto y valoran la
independencia partidista del Instituto como uno de los elementos más positivos, a la vez que
vinculan el nacimiento de la propuesta al último ciclo de movilizaciones contra la guerra de Iraq.
3.2.2. La misión del ICIP
Este informe tiene mucho de ejercicio augural, en el sentido de que pretendemos establecer las
relaciones entre un instituto que todavía no existe y un movimiento que, por definición, será
cambiante, vivo e imprevisible. Pero no podemos confiar en antiguas artes adivinatorias, y por
eso hemos considerado que era adecuado sistematizar las respuestas que nos han dado en
las entrevistas distintas personas del movimiento catalán por la paz sobre las expectativas que
han puesto en la creación del ICIP. Se trata de impresiones sobre lo que las personas
entrevistadas creen que debería hacer el Instituto, sobre cómo creen que debería funcionar y
sobre qué tareas consideran que debería llevar a cabo.
Pese a que los documentos anteriores a este informe ya abordan el tema de la definición
2
estratégica del futuro Instituto, creemos que vale la pena contribuir con más opiniones,
especialmente con las de los actores que han tenido menos presencia en el proceso de
creación del ICIP, que corresponden a lo que hemos definido como grupo 3 en nuestro mapa
de actores (organizaciones con un grado de institucionalización bajo en las que el tema de la
paz tiene una centralidad alta en las actividades llevadas a cabo).
Si en el apartado 3.2.1 abordábamos lo que en los informes anteriores se denomina la visión
del ICIP, en este apartado queremos mostrar y organizar la diversidad de posiciones alrededor
de la misión del ICIP. Así pues, intentaremos ver qué ventajas comparativas puede aportar el
ICIP, según opinión de las personas entrevistadas, y también, obviamente, qué es lo que estas
personas creen que no debería hacer el ICIP. En definitiva, se trata de una clase de carta a los
Reyes de las personas entrevistadas sobre lo que debería ser un instituto por la paz que puede
orientar los modelos de relación entre los movimientos, las ONG y el propio Instituto.
2 Véase, aparte del Anteproyecto de ley del ICIP, los informes de la comisión de expertos del día 29 de julio de 2005
(informe inicial) y del día 23 febrero de 2006 (informe final).
24
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
Organizaremos las opiniones recibidas en seis bloques de deseos respecto al ICIP (los bloques
se refieren tanto a las tareas como a la composición). Las opiniones no han sido siempre
coincidentes, por lo cual también se expresarán las divergencias constatadas en algunos
aspectos.
1. Autonomía e independencia política. Relación partidos-movimientos
Todas las personas entrevistadas coinciden en pedir que el Instituto sea autónomo e
independiente del Gobierno, el Parlamento de Cataluña y los partidos políticos. Es una opinión
que comparten las personas entrevistadas de todas las organizaciones, independientemente
de que formen parte del grupo 1, 2 o 3 de nuestro mapa de actores. En pos de estos deseos de
autonomía para un instituto que –como nos recuerda Tica Font– surge por iniciativa del
movimiento por la paz, se esconde el debate sobre las relaciones entre partidos y movimientos
sociales:
«Otra cosa, diría, es que este Instituto ha nacido con el apoyo de los movimientos
sociales, porque los movimientos hemos puesto esperanzas en este Instituto, cosa
que no ha pasado con otros institutos de carácter público», Tica Font,
vicepresidenta de Justicia y Paz.
Algunas citas ya se han analizado en el apartado anterior, por lo cual nos ahorraremos hablar
más detalladamente de este punto, en el cual el consenso es total. En todo caso, presentamos
las intervenciones más significativas:
«Nosotros, en el modelo que planteamos y que la Ley recoge de alguna manera,
vemos que hay tres sectores, principalmente, que, por motivación o por obligación,
tienen el tema de la paz como una cuestión de fondo: [en primer lugar,]
obviamente, la sociedad civil, los movimientos y las ONG; [en segundo lugar,] los
gobiernos, con su responsabilidad sobre el tema, [y en tercer lugar,] las
universidades, por su actividad de docencia, de investigación, etc. Nosotros, lo que
planteábamos es que, en la junta de gobierno, hubiera estas tres patas
representadas, teniendo en cuenta, además, un carácter catalán e internacional»,
Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz.
«Lo que me parece es que el Instituto debería tener capacidad de análisis
independiente sobre lo que se mueve, lo que se cuece..., y las organizaciones y
los movimientos podrían darle orientaciones, por decirlo de alguna manera», Íñigo
Prieto, de las Brigadas Internacionales por la Paz.
«Yo creo que lo que sería útil [...] es que fuera un puente entre las asociaciones
que trabajamos por la paz y los partidos políticos representados en los
parlamentos, tanto para hacer preguntas como para recibir información sobre
todas las políticas que se están llevando a cabo en relación, en este caso, con
Palestina», Marc Jamal, de la Red de Enlace con Palestina.
2. Responsabilidad, transparencia y control de la gestión
Que el ICIP sea una institución dinámica, transparente, responsable de sus actos y que pueda
ser fiscalizada de alguna manera por el conjunto del movimiento por la paz es un deseo
compartido pero difícil de llevar a cabo. El hecho de que el futuro Instituto pueda dar fe de su
actividad ante la sociedad civil y de que disponga de mecanismos de transparencia en la
gestión ha sido tema de debate con las personas entrevistadas. Y las opiniones no han sido
25
El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
siempre coincidentes. En todo caso, casi todos los entrevistados insisten en que es la sociedad
civil, y no el Gobierno o el Parlamento, la que tiene que evaluar la gestión del ICIP:
«[...] eso no es trabajo del ICIP; eso es trabajo del Consejo de la Paz. Quien ha de
intervenir asesorando al Gobierno en determinadas cosas es el Consejo de la Paz,
[...] porque es aquí donde hay representación paritaria entre la sociedad catalana y
la política catalana», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento
de la Paz.
«Lo que es importante es que todo el mundo esté convocado y que todo el mundo
tenga toda la información, que el Instituto sea conocido y que tenga control social,
control por parte de los movimientos por la paz», Fermín Rodrigo Lázaro, de las
Brigadas Internacionales por la Paz.
«Desde el punto de vista de nuestro grupo, es importante el hecho de que tenga
conectado todo el movimiento por la paz. El tipo de investigaciones que hay que
llevar a cabo, las iniciativas que hay que adoptar, el hecho de que sean
consensuadas con todo el movimiento por la paz, etc., eso es una ventaja [...].
Puede contribuir a que el tema de la investigación por la paz, la educación por la
paz y algunas iniciativas adquieran más importancia y sean una clase de recurso
más consensuado y más de todo el mundo, sin que se tenga que eliminar nada de
lo que está haciendo cada uno autónomamente», Montserrat Cervera, de Dones x
Dones.
3. Complementariedad y principio de subsidiariedad
El peligro de que la actividad del Instituto pueda sustituir la que ya llevan a cabo las ONG, el
movimiento por la paz o las universidades, o que pueda competir, también ha sido tema de
debate. El Anteproyecto de ley deja muy claro que el principio de subsidiariedad guiará la
actividad del ICIP y que, por lo tanto, no hay intención de sustituir ni repetir ninguna de las
actuaciones que ya lleva a cabo la sociedad civil catalana en el tema de la paz:
«[Otro tema es el de] la subsidiariedad y el hecho de no hacer nada que puedan
hacer los otras [...], de no hacer lo que deben hacer los movimientos [...]. Todos
los que tenemos cultura de los movimientos sociales somos conscientes de [...]
hasta qué punto fue malo para los movimientos sociales que los dirigentes del
movimiento vecinal fueran todos a las listas a las primeras elecciones municipales;
el movimiento vecinal quedó desmantelado y nunca ha vuelto a ser lo que había
sido, porque quedó decapitado sin que hubiera los líderes naturales de repuesto, y
eso no hay ningún movimiento social que lo aguante [...]. Yo creo que eso lo han
entendido con la creación de la Oficina de la Paz, que es una cosa pequeña, etc.»,
Rafael Grasa, presidente de la comisión de expertos.
Otras personas entrevistadas insisten en el hecho de que la actividad del ICIP debe tener en
cuenta necesariamente la tarea que desde hace muchos años llevan a cabo otros sectores de
la red crítica pacifista, como la universidad, y sobre todo el propio movimiento por la paz:
«En segundo lugar, la creación del Instituto no debe suponer, para usar términos
económicos, opas hostiles hacia otros centros [...] como el nuestro. Ya hace unos
cuantos años que nuestra entidad está en funcionamiento; empezamos desde
cero, pero hemos hecho una inversión muy grande en las personas, y no sería
congruente, pues, que la creación del Instituto pudiera llevarse personas de otros
centros que funcionan relativamente bien [...]. Y un cuarto aspecto es que el
26
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
Instituto, lo que sí debería hacer es cubrir los agujeros, las ausencias, las cosas
que no se están haciendo [...]. Por ejemplo, en estos momentos no hay nadie que
dé becas para la investigación», Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de
Paz.
«Justamente ahora que está naciendo, hay que manifestar la voluntad explícita de
no cooptar nada, porque si no nos equivocaríamos y, entonces, ya vale más que el
Instituto no exista, porque anularíamos iniciativas ciudadanas. Hay cosas que se
pueden hacer desde la sociedad, que no se pueden hacer desde la institución [...].
Si lo que quiere la institución es sustituir la sociedad civil o competir, entonces nos
equivocamos», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y
la Plataforma Aturem la Guerra.
4. Fuente de recursos e institución tipo paraguas
El ICIP se ve como una buena oportunidad respecto a la generación de recursos para la red
crítica por la paz en Cataluña. Los recursos que puede aportar el ICIP son de varios tipos:
económicos, de conocimiento, de legitimación y de apoyo político.
Otra idea que casi todas las personas entrevistadas han subrayado es que el Instituto debe ser
una clase de paraguas que dé cobijo a las distintas actividades de la red crítica por la paz en
Cataluña:
«Pero no esta idea de duplicarlo todo [...], sino la idea algo anglosajona de
paraguas en el que se puedan cobijar cosas muy distintas», Rafael Grasa,
presidente de la comisión de expertos.
«Pero, básicamente, lo que debería hacer el Instituto es conocer, potenciar,
respetar y animar lo que surja de la sociedad civil [...]. Puede servir para dar algo
de cuerpo y apoyo económico, técnico, político y de nombre; puede servir como
paraguas; hay muchas maneras de apoyar», Pilar Massana, de la Plataforma
Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra.
5. Investigación y acción: traducción de conocimientos
Muchas intervenciones reclaman que el ICIP vaya mucho más allá que un instituto de
investigación y se implique directamente en la acción política de fomento de la paz, defensa de
los derechos humanos y acompañamiento de procesos de paz. Muchas de las personas
entrevistadas quieren que el ICIP ofrezca datos al movimiento por la paz para que pueda
utilizarlas en su tarea de sensibilización y acción. No obstante, no se quiere que sea un espacio
esencialmente académico, sino una fuente de información rigurosa que, con la colaboración de
la universidad, produzca conocimientos que puedan convertirse en acción social
transformadora:
«Lo que también necesitamos es que haya gente que trabaje con rigor, pero es
necesario que este trabajo pueda trasvasarse para que nosotros podamos
utilizarla de la manera que consideremos, como queramos, sin el rigor de los
académicos, puesto que nosotros somos los que podemos traducirla a la lengua
de la calle. Y es en este sentido en el que necesitamos este Instituto y que puede
ser una herramienta útil […]. Para mí, el reto de un instituto como éste es si
podemos hacer posible este trasvase [en el sentido de pasar la información al
movimiento por la paz]. Si eso, al final, queda como otro CIDOB, en el que [...] el
27
El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
sector en el cual se quiere incidir como instituto son los altos cargos, o sea, la alta
política, pues no lo sé...», Tica Font, vicepresidenta de Justicia y Paz.
«Sí [ es cierto] que el ICIP debe ser crítico con la política [...] y el ICIP que
coordina las ONG debería remover las conciencias, ir mucho más allá que lo
académico con lo que todos estamos de acuerdo», Joan Surroca, de Justicia y
Paz de Gerona.
«El intercambio que podría haber con sociedades muy avanzadas en este extremo
si se hacen convenios con el SIPRI, con los centros de estudios que tienen más
experiencia que nosotros en el tema del desarme y la paz, si se hace con los
Países Bajos, con el Centro de Investigación por la Paz, etc., eso sí, te abre
oportunidades, y unas oportunidades económicas que a nosotros no nos llegaban
[...]. Aquí habrá aportaciones en los presupuestos para poder desarrollar
actividades y para poder realizar una buena investigación», Àngels Mataró,
directora de ANUE.
«Hablando con Enric Prat, por ejemplo, parece que podría ser interesante todo lo
que hace referencia a la recopilación de datos sobre el movimiento», Josep Maria
Yago, de la Coordinadora Tarragona Patrimonio de la Paz.
«Nosotros siempre hemos dicho [...] que el movimiento por la paz, para poder
trabajar, debe tener una base informativa adecuada [...] que tiene que ver con los
bloques militares, con el gasto, con el comercio de armas, con la OTAN [...],
porque, a veces, al movimiento por la paz le ha faltado este trasfondo de reflexión
[...]. Ha habido un activismo severo [...], pero que debía tener una reflexión detrás,
y eso lo hace el ICIP. Bien, no sólo el ICIP: Vicenç Fisas hace 20 o 30 años que
está haciendo esta reflexión», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de
Fomento de la Paz.
«[...] la actitud, el peso del Instituto, la consistencia informativa, de apoyo, incluso
técnico [...]; hay muchas cosas que pueden hacerse y, desde luego, como instituto,
puede constituir un observatorio de guerras, de luchas, de nuevos actores, de la
influencia cada vez mayor del tema de las violaciones de los derechos humanos
por parte del estado nacional, de la influencia de la globalización en todo esto [...],
de las resistencias, de las nuevas herramientas [...]. No sé, depende de la gente
que lo lleve [...], que no se convierta en una lucha política por el espacio. Eso se
tiene que evitar», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales por la
Paz.
6. Representatividad y máxima amplitud política en la composición del Instituto
Finalmente, queremos presentar toda una serie de consideraciones sobre el deseo de que el
ICIP sea tan variado como sea posible respecto a la composición política. Consideramos que
eso sería la garantía de la no partidización y que, al mismo tiempo, supondría una buena
contribución para conseguir una institucionalización flexible como la que hemos explicado en el
segundo apartado de este trabajo. Por otra parte, en este epígrafe, queremos constatar,
además, la necesidad de un relieve generacional en el movimiento catalán por la paz, cosa que
también han manifestado las personas entrevistadas. Algunos de los actores de la red crítica
por la paz que han participado en el proceso de una manera más tangencial, o que no han sido
ni convocados, ahora tienen la palabra:
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
«Lo que me daría más miedo es que fuera demasiado cerrado o que fueran siempre los
mismos, que eso muchas veces ha sido un problema. Que no es una ruptura, pero, claro está,
Cataluña es un país pequeñito y, entonces, en el mundo de las ONG [...], bien, a ver, qué
sombrero llevo hoy: hoy estoy a favor de la paz, a favor de los derechos humanos y, como
somos egocéntricos, etc., bien, hay un momento en el que veo que todo se está ligando con los
mismos de siempre (que son gente fantástica: Arcadi, Grasa, Armadans, etc.). Es que son los
que han trabajado siempre este tema», Àngels Mataró, directora de ANUE.
«Para mí es complicado. Porque, si algo se vio en las jornadas, es que somos un movimiento
por la paz bastante plural, aquí en Cataluña. Recoger todas estas sensibilidades, pues, no sé,
a ver qué pasa, ¿no? Yo creo que no es un momento de grandes movilizaciones [...]. Siempre
será una dialéctica entre más institucionalización o más autonomía, independencia y
representatividad –participación—», Fermín Rodrigo Lázaro, de las Brigadas Internacionales
por la Paz.
«Y la clave es que esta junta directiva sea representativa del movimiento, porque, si no, sí
puede haber el problema de que sólo represente una parte del movimiento... [...] la Federación
de ONG por la Paz –que la propia palabra lo dice: son ONG, son un sector [...], y después
habría todo otro sector que estaría encabezado por la Plataforma Aturem la Guerra y todas las
asociaciones que provienen del movimiento insumiso, de los movimientos juveniles o de
movimientos más locales que no están representados dentro de la Federación de ONG por la
Paz, pero que deberán tener su peso en la junta directiva del ICIP», Marc Jamal, de la Red de
Enlace con Palestina.
4. MOVIMIENTO POR LA PAZ, INSTITUCIONES Y PARTIDOS
POLÍTICOS
En este apartado hemos querido ver la relación entre los movimientos sociales, los partidos
políticos y las instituciones en el proceso de creación del ICIP y de definición de cómo debería
ser el Instituto en el futuro para garantizar el buen funcionamiento y la consecución de los
objetivos que se han planteado.
Hemos dividido este análisis en dos partes muy diferenciadas. La primera explica las dinámicas
políticas que han operado en la creación del ICIP y el papel de los actores políticos colectivos,
tanto de los partidos políticos como de los movimientos sociales, y pone un énfasis especial en
la influencia del último ciclo de movilizaciones contra la globalización y la guerra. En la segunda
parte hemos intentado hacer una clase de política comparada para extraer enseñanzas para el
funcionamiento futuro del ICIP a partir de experiencias de otros organismos que, a priori,
presentan similitudes con el ICIP.
4.1. El impulso de las políticas de paz en Cataluña
La aprobación, el 4 de julio de 2003, de la Ley de Fomento de la Paz (21/2003) por parte del
Parlamento de Cataluña supuso un paso adelante en el apoyo de las instituciones públicas al
movimiento catalán por la paz. La aprobación de esta Ley fue el resultado de una tarea larga e
intensa en el Parlamento de Cataluña y del impulso del ciclo de movilizaciones iniciado a
principios del año 2000:
29
El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
«Ahora, vista la dinámica de cómo aparece el ICIP, de cómo aparece ante la Ley de
Fomento de la Paz, yo pienso que eso, aunque sí, que el caldo de cultivo, el
background, era propicio (por el tema de Iraq), lo que también es cierto es que la
Ley se la trabajaron tres o cuatro diputados [...], que entonces la promovieron con la
colaboración de todos [...]. Finalmente, la Ley se aprueba, curiosamente, por
unanimidad, creo», Arcadi Oliveres, presidente del Consejo Catalán de Fomento de
la Paz.
«Después llegó todo el lío de la guerra en Iraq y muchas de las cosas que se habían
dicho tuvieron mucha fuerza. El hecho de que Cataluña había apostado por la paz,
que la sociedad civil se encontraba un paso más adelante que el Gobierno y que,
por lo tanto, quizá el Gobierno se tenía que mover [...]. Y en este caso no creemos
que ni los partidos ni los gobiernos se hubieran comprometido con eso sin todo lo
que supuso la movilización por Iraq», Jordi Armadans, director de la Fundación por
la Paz.
La Ley 21/2003 estableció las bases que permitieron la creación del Consejo Catalán de
Fomento de la Paz, que se puso en funcionamiento en julio de 2005 y abrió el proceso para la
creación del ICIP a través del Programa para el Instituto Internacional por la Paz. Un conjunto
de representantes del movimiento se ocupó de la actividad de asesoramiento mediante una
comisión de expertos.
La Ley de Fomento de la Paz supuso el reconocimiento institucional del trabajo hecho por el
movimiento por la paz en Cataluña, a la vez que puso de relieve la voluntad de las instituciones
catalanas de iniciar una actividad en materia de paz sostenida en el tiempo. Tal y como
indicábamos anteriormente, las movilizaciones contra la guerra de Iraq fueron un elemento
determinante para la aprobación de esta Ley y para el impulso de políticas de paz en Cataluña
por parte de las instituciones públicas.
Respecto al organigrama, el Consejo Catalán de Fomento de la Paz, según la Ley aprobada,
pasó a depender del Departamento de Relaciones Internacionales de la Generalidad de
Cataluña, a manos de ERC (durante la legislatura 2003-2006). Partiendo de esta estructura, la
Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo, que depende del propio Departamento,
asumió el impulso. De este modo, el Plan director de cooperación 2003-2006 incluyó la
construcción de paz como uno de los ejes de la cooperación catalana –una línea de trabajo que
hasta entonces no había tenido una estrategia explícita–, a la vez que se abrió una
convocatoria específica de subvenciones para la construcción de paz.
Por otra parte, el Departamento de Relaciones Institucionales y Participación, a manos de ICVEUiA (legislatura 2003-2006), asumió el compromiso de impulsar el ICIP a través del Programa
para el Instituto Internacional por la Paz y, por lo tanto, de abrir una línea de fomento de la paz
en el ámbito institucional a través de la cual se apoyara a las organizaciones sociales que se
dedican a esta materia. Además, también creó una convocatoria específica de subvenciones
para la realización de actividades de fomento de la paz y de cultura de la paz.
En este sentido, podemos afirmar que, durante la primera legislatura del tripartito, hubo cierta
dualidad en el impulso de las políticas de paz en Cataluña: tanto desde el Departamento de
Relaciones Internacionales, a manos de ERC, como desde el Departamento de Relaciones
Institucionales y Participación, a manos de ICV-EUiA. Esta situación se puede explicar por el
contexto de las importantes movilizaciones contra la guerra y a favor de la paz que hubo
durante los años 2003 y 2004, movilizaciones que ambas formaciones políticas quisieron
capitalizar:
30
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
«Si hiciéramos un análisis de partidos, podríamos decir que había como dos
carreras para ver quién se llevaba el tema y que eso, probablemente, fue fruto de
una mala negociación política del acuerdo de gobierno. A la larga, la cuestión se
ha ido racionalizando», Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz.
Esta dualidad inicial se ha ido reconduciendo y, mientras que la Agencia Catalana de
Cooperación al Desarrollo ha acabado impulsando un eje de construcción de paz centrado en
la realidad sur, la Oficina de Paz y Derechos Humanos del Departamento de Interior (en el
contexto de la legislatura 2006-2010) ha asumido el apoyo a las entidades que llevan a cabo
proyectos de sensibilización y campañas de fomento de la paz en Cataluña:
«Obviamente, esto todavía está algo mezclado, pero, si las cosas van bien, dentro
de tres o cuatro años, dentro de los proyectos de cooperación de la Agencia, del
mismo modo que hay aspectos que hay que tener en cuenta en temas de género
o de medio ambiente, también habrá cosas para tener en cuenta en temas de paz;
pero, fundamentalmente, el impulso de políticas de fomento de la paz o la relación
preferencial con entidades que quieran hacer proyectos de paz irá con cargo a
esta Oficina. Finalmente, ha habido un cierto orden y, respecto al discurso, todos
estos temas pueden empezar a abordarse por una parte y acabar por la otra»,
Jordi Armadans, director de la Fundación por la Paz.
4.2. El ICIP: ¿una arquitectura institucional reciente?
Ahora que ya hemos dibujado el panorama actual del movimiento por la paz en Cataluña, y
teniendo en cuenta la naturaleza del ICIP, queremos pasar a estudiar varios modelos de
relación entre organismos parainstitucionales y movimientos sociales de otros ámbitos y
sectores en Cataluña.
No se trata de un análisis comparativo profundo sobre modelos de relación entre organismos
parainstitucionales ya existentes y redes sociales referentes. Simplemente, hemos intentado
analizar dos organismos con modelos de relación muy distintas para poder extraer, en cada
caso, las buenas y las malas prácticas que pueden observarse en los modelos de relación. Por
otra parte, los materiales utilizados han sido los propios conocimientos de las personas
entrevistadas (que, como activistas sociales o expertos en temas de movimientos, han
conocido o conocen de primera mano estos organismos que, por sus características legales o
relacionales, podemos comparar con el ICIP).
En estas entrevistas, al formulárseles preguntas abiertas o semidirigidas, los entrevistados han
indicado, sobre todo, dos instituciones que podríamos comparar de alguna manera con el ICIP:
el Consejo Nacional de la Juventud y el Instituto Catalán de las Mujeres.
Así pues, pasamos a describir estos organismos y sus relaciones con el tejido asociativo. Acto
seguido, veremos qué opinan nuestros entrevistados y elaboraremos un cuadro comparativo a
partir de dos conjuntos de variables: por un lado, la definición legal del organismo y su relación
con las instituciones de gobierno y los partidos políticos institucionales y, por el otro, la
naturaleza de sus relaciones con la red social de referencia.
El Consejo Nacional de la Juventud de Cataluña (CNJC) es, sin la menor de duda, el
organismo que, a priori, presenta más similitudes con el futuro ICIP. El CNJC fue creado en
1979 mediante una ley del Parlamento de Cataluña, y es una «plataforma independiente,
crítica, plural y democrática» (www.cnjc.cat) que agrupa más de 70 entidades juveniles del
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El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
Principado. Las entidades que forman parte son de los ámbitos de la educación (especialmente
esplais y escoltas, pero también hay entidades de carácter religioso), el sindicalismo estudiantil
y los trabajadores, las juventudes de los partidos políticos institucionales y las organizaciones
culturales en el sentido más amplio de la palabra (desde agrupaciones excursionistas hasta
asociaciones de jóvenes inmigrantes).
La relación del CNJC con las instituciones es sobre todo económica, pero la estructura del
organismo es totalmente independiente del Parlamento y el Gobierno de Cataluña. El
presidente y la junta directiva se eligen en una asamblea general de las entidades que forman
parte de él. Ahora bien, el fuerte peso que tienen las juventudes de los partidos políticos en
esta asamblea es muy evidente y, por lo tanto, la autonomía política del CNJC en cuanto que
paraguas institucional del movimiento juvenil se relativiza.
De hecho, algunas de las personas entrevistadas que consideran el CNJC como el modelo
más semejante al futuro ICIP ya alertan de este peligro de politización partidista, aunque creen
que en el movimiento por la paz, en el que el peso de los partidos institucionales es mucho
menos importante, no es tan probable que eso pase:
«Yo creo que es un modelo muy nuevo en tres dimensiones: [en primer lugar] la
de los objetivos y las finalidades; [también] es nuevo por la fórmula, porque
aparentemente se asemeja al CNJC, pero no es eso, porque aquello se puede
politizar mucho más fácilmente, en el sentido partidario, y no debe ser esto –
queremos evitarlo–: es la única organización que crea el Parlamento y después la
deja de lado, por lo tanto, [es nuevo] por el modelo de organización, y también lo
es por esta idea de que sea un lugar de encuentro habitual, de búsqueda de
complicidades, sin evitar los problemas», Rafael Grasa, presidente de la comisión
de expertos.
«En el caso del Consejo, hay un aspecto que en el ICIP incluso se puede mejorar,
y es que en el Consejo las juventudes de los partidos políticos u organizaciones
afines a los partidos políticos se encuentran dentro del Consejo [...], pero eso, en
el caso del ICIP, es más difícil que pueda pasar [...]. Sobre el papel no son tan
diferentes; lo que pasa es que en el ICIP la representación gubernamental que
pueda haber en la junta siempre será minoritaria y, por lo tanto, su capacidad de
condicionar será muy poco importante», Jordi Armadans, director de la Fundación
por la Paz.
El Instituto Catalán de las Mujeres (ICD) es otro organismo de características similares al ICIP
por el hecho de estar vinculado a un movimiento social, en este caso, al feminismo. La creación
del ICD en 1985 fue uno de los hitos más importantes en la institucionalización de gran parte
del feminismo de la década de los setenta. El ICD forma parte de la estructura del Gobierno:
organismo vinculado históricamente al Departamento de la Presidencia, en esta legislatura
(2006-2010) se adscribe al Departamento de Acción Social y Ciudadanía. Por lo tanto, su
relación con las instituciones es directamente de pertenencia. El ICD es el organismo del
Gobierno que diseña, impulsa, coordina y evalúa las políticas de mujeres y para las mujeres
que desarrolla la Administración de la Generalidad. Al mismo tiempo, el ICD también tiene una
línea de investigación respecto a temas de género y ofrece formación continua mediante una
serie de estudios distintos.
Respecto al funcionamiento, el ICD se define como «organismo autónomo administrativo»
(http://www.gencat.net/icdona/opcio3.htm). Su junta de gobierno está formada por una
presidenta, una directora y 12 vocales. Estas vocales son las representantes del resto de los
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
departamentos que forman el Gobierno en la Comisión Interdepartamental para la Igualdad de
Oportunidades para las Mujeres.
Como órganos de participación, el ICD tiene un consejo de mujeres que se reúne dos veces al
año y una comisión permanente que se reúne cada dos meses. En estos órganos, pueden
participar mujeres de cualquiera de las asociaciones de mujeres legalizadas en Cataluña.
La fuerte vinculación del ICD con el Gobierno de la Generalidad hace que puedan diferenciarse
muy claramente dos etapas respecto a la línea política del organismo: la primera coincide con
la larga etapa de CIU en el poder, y la segunda, con la etapa del tripartito o gobierno de
entendida entre los partidos progresistas. Este hecho genera diversidad de opiniones entre las
personas entrevistadas, pero, en todo caso, evidencia el fuerte peso de los partidos políticos
institucionales en el futuro del ICD:
«Claro, en el Instituto de la Mujer hay dos etapas: la anterior y la actual, que no
tienen nada que ver. Para mí, la de ahora, la del tripartito o la entendida, que es lo
mismo, es mucho mejor. En primer lugar, la dirección del Instituto ha sido ocupada
por mujeres procedentes del movimiento feminista a propuesta de varios grupos
del movimiento que pedían: “No partidicéis el Instituto, poned mujeres que
provengan del movimiento con las que todas podamos identificarnos, seamos del
partido que seamos y del grupo que seamos”. Eso, el Gobierno lo aceptó, y aquí
hay un primer gesto de complicidad [...]. En la etapa anterior, en cambio, “la
presidenta” del ICD era Jordi Pujol... Eso suponía, también, una lectura
determinada. Yo creo que en esta etapa actual se ha hecho un esfuerzo muy
grande por incorporar a todos los grupos y dialogar», Pilar Massana, de la
Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma Aturem la Guerra.
«Ellas lo han abierto muchísimo, antes sólo podían ir las que tenían no sé cuántos
socios [...]; han hecho un esfuerzo muy grande para que sea territorial, y tienen
muchas comisiones de trabajo sobre temas concretos: sobre el tema de la salud,
sobre el tema de la violencia [...]. El Gobierno de Cataluña crea un Instituto
Catalán de las Mujeres y, según quienes haya, pueden hacerse más cosas o
menos [...]. Por ejemplo, en toda la época de Convergència no notamos ni que
estaban, en el mal sentido de la palabra. Iba bien porque queríamos hacer cosas
en contra y era una cosa muy ligada a Convergència [...]. Con el cambio de
Gobierno ha habido más relación [...]. Yo creo que una de las cosas nuevas más
importantes y directas que ha aportado el Instituto Catalán de las Mujeres es
asumir e integrar el movimiento feminista [...], y eso es positivo porque es el
discurso feminista trasladado desde el Gobierno a toda Cataluña [...]. La
contradicción se crea cuando todo el mundo empieza a decir las mismas palabras;
entonces se confunde mucho qué es movimiento y qué es gobierno [...]»,
Montserrat Cervera, de Dones x Dones.
«Espero que sea diferente, porque, si tenemos que ir a parar a los parámetros
del ICD..., no me hagas hablar, porque te diré barbaridades [...]. Éste es el gran
peligro: este Instituto tiene un concepto distinto según quién se pone al frente. Yo,
que lo conozco desde la Fundación, [puedo decir que] ha habido cambios según la
persona que lo dirigía, según el gobierno que ganaba, que gobernaba en aquellos
momentos», Àngels Mataró, presidenta de ANUE.
33
El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
Sea como sea, parece que, en el caso del movimiento por la paz, algunos de los peligros de la
institucionalización que quedan tan bien ejemplificados en estas citas no es tan probable que
se presenten, al menos en una primera etapa:
«El Instituto por la Paz es algo muy sencillo, porque, grupos de mujeres, hay muchos y muy
diversos, muy institucionalizados, que dependen mucho de una subvención [...] y que llevan a
cabo las actividades que marcan las subvenciones. Y en el movimiento por la paz no todo es
así: hay mucha gente que no está vinculada a una subvención, y [...] en este sentido lo veo
más sencillo», Pilar Massana, de la Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq y la Plataforma
Aturem la Guerra.
Por lo tanto, a partir del análisis de las experiencias del CNJC y el ICD y con la información
extraída de las entrevistas, podemos decir que habría que evitar que el ICIP se convierta en la
única fuente de recursos económicos del movimiento por la paz y que la presencia de partidos
políticos institucionales en el seno del Instituto perjudique su autonomía e independencia. En el
cuadro comparativo que reproducimos a continuación, vemos resumido lo que hemos querido
explicar en este apartado. Obviamente, las relaciones que establecerá el ICIP se han
proyectado a partir de documentos anteriores a la creación del Instituto (todavía no son una
realidad), por lo cual son más una aproximación normativa que una descripción.
Cuadro 1. Naturaleza de las relaciones entre el ICIP (y organismos similares) y las instituciones
de gobierno, los partidos y la red social de referencia.
Naturaleza de las relaciones principales con:
Organismo
Las instituciones de
gobierno
Los partidos
políticos
La red social de
referencia
CNJC
Independencia
formal, rendición de
cuentas
Dirección
Económica
(financiación),
cooptación
ICD
Pertenencia a Acción
Social,
interdepartamentales
Influencia
Económica
(financiación),
institucionalización
ICIP
Autonomia i
independencia
Respeto a la
autonomía i
participación
Paraguas,
colaboración,
institucionalización
flexible
Fuente: elaboración propia
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
5. CONCLUSIONES: ¿QUE MODELOS DE RELACIÓN HAY QUE
ESTABLECER?
Tal y como hemos puesto de relieve en el transcurso de este informe, la mayor parte de los
actores que integran el movimiento catalán por la paz tienen una visión positiva del ICIP y,
pese a los temores que pueda haber e incluso algunas críticas a determinados aspectos de la
iniciativa, no hay ningún actor con una actitud de oposición frontal o de boicot hacia el Instituto.
Eso nos permite afirmar que el proyecto del ICIP empieza con buen pie sus relaciones con el
movimiento catalán por la paz; por un lado, porque es una propuesta que surge de los propios
movimientos y, por el otro, porque se define con un carácter autónomo respecto a los partidos
políticos y las instituciones. Esta buena predisposición ya se evidenció en las jornadas «El
movimiento por la paz en Cataluña», organizadas por el Programa para el Instituto
Internacional por la Paz del Departamento de Relaciones Institucionales y Participación de la
Generalidad de Cataluña, que se celebraron del 10 al 12 de febrero de 2006 y en las que
participaron todos los actores del movimiento catalán por la paz, tanto los más entusiastas con
la iniciativa como los más reticentes.
De hecho, hemos analizado el intríngulis institucional catalán y no hemos encontrado ninguna
institución pública con un carácter similar al del ICIP, a excepción del Consejo Catalán de la
Juventud. Aun así, en este último, en comparación con el Instituto, el peso de los partidos
políticos, a través de sus juventudes, es más importante (lo veíamos en el análisis del punto
anterior). Así pues, podemos afirmar que el ICIP es una propuesta institucional innovadora y
que su desarrollo en los próximos años nos permitirá descubrir los retos y las dificultades que
habrá que afrontar.
Si partimos de la clasificación establecida en el mapa de actores, podemos afirmar que las
organizaciones que hemos incluido en los grupos 1 y 2 están muy bien predispuestas a trabajar
con el Instituto, gracias al hecho de tener un grado más alto de institucionalización. Esta actitud
favorable se ha evidenciado en las entrevistas hechas al conjunto de actores del movimiento
catalán por la paz y, especialmente, a los representantes de las organizaciones que integran
estos grupos.
Por otra parte, entre los colectivos que integran el grupo 3 constatamos una situación más
heterogénea respecto a las percepciones hacia el Instituto. En este grupo encontramos desde
actores que, aunque no participan activamente en el proyecto, han hecho un seguimiento más
o menos regular de la iniciativa y conocen los aspectos más destacados (Dones x Dones,
Plataforma Aixequem les Sancions a l’Iraq, Plataforma Aturem la Guerra) hasta actores que
prácticamente no conocen la propuesta pero tienen una buena predisposición hacia la cuestión
(Red de Enlace con Palestina), pasando por actores que, a pesar de conocerla, se muestran
bastante críticos con la iniciativa (Tarragona Patrimonio por la Paz, Brigadas Internacionales
por la Paz).
Es en este grupo 3, donde consideramos importante prestar algo de atención, principalmente,
respecto a los actores que muestran una buena predisposición hacia la iniciativa pero que
hasta ahora no han sido incluidos, como es el caso de la Red de Enlace con Palestina.
Respecto a los actores con una actitud más desconfiada hacia el ICIP, es importante
establecer puentes de diálogo (como entendemos que ya se ha estado haciendo hasta ahora
invitando a estos colectivos a participar en las jornadas «El movimiento por la paz en Cataluña»
o en el seminario que se ha celebrado en el primer semestre de 2007).
Respecto a la buena predisposición general del movimiento hacia el ICIP, aunque la valoramos
muy positivamente, consideramos que eso no nos tiene que impedir ver los temores que,
35
El Instituto Catalán Internacional por la Paz y el movimiento social en Cataluña
igualmente, expresan los representantes de las organizaciones integrantes del movimiento
catalán por la paz respecto a una iniciativa de estas características y prestar atención. En este
sentido, como ya hemos indicado, observamos tres tipos de temores: temor a que aumente el
grado de institucionalización del movimiento, temor a que se absorban o sustituyan las
prácticas y temor a que el proyecto pueda politizarse de manera partidista. El ICIP deberá tener
en cuenta estos toques de atención que ha expresado el movimiento y trabajar para que los
miedos no se materialicen.
Aparte de eso, también es importante que los promotores del ICIP recojan las expectativas que
han expresado los actores del movimiento por la paz en relación con el Instituto. Tal y como
refleja este informe, los representantes de las organizaciones entrevistadas han puesto de
relieve seis propuestas sobre cómo querrían que fuera el ICIP. En concreto, han afirmado que
quieren un instituto autónomo y con independencia política y partidista, un instituto dinámico
con responsabilidad y transparencia, un instituto que lleve a cabo una actividad
complementaria a lo que ya se está haciendo (cumpliendo con el principio de subsidiariedad),
un instituto que sea una fuente de recursos (económicos, de conocimiento, de legitimación y de
apoyo político) y que sirva como paraguas de las actividades de la red crítica por la paz en
Cataluña, un instituto que no sólo desarrolle la investigación sino que también sea fuente de
acción política de fomento de la paz y un instituto que sea tan amplio como sea posible
respecto a composición política.
En los términos que hemos definido en nuestro marco teórico y alejando el miedo clásico que
tienen los movimientos sociales de las relaciones fluidas entre la política institucional y la
acción transformadora de base, podemos decir que el ICIP abre las puertas a una
institucionalización flexible del movimiento catalán por la paz. Este modelo de
institucionalización garantiza la autonomía del movimiento, aunque las políticas públicas de
fomento de la paz adquieren la relevancia que se merecen. Por otro lado, habría que concebir
el propio ICIP como un actor de la red crítica por la paz tan permeable como sea posible, un
actor cuyos rasgos característicos –pese a la existencia de un marco normativo claro que lo
regula– sean la flexibilidad, la apertura y la independencia del Gobierno.
En definitiva, el movimiento catalán por la paz muestra una predisposición muy buena para
trabajar y colaborar con el futuro Instituto Catalán Internacional por la Paz, pese a que expresa
determinadas inquietudes y pone de relieve ciertas percepciones y expectativas que los
responsables del Instituto tendrán que tener en cuenta.
36
Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
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Materiales de Paz y Derechos Humanos, 1
Oficina de Promoción de la Paz y de los Derechos Humanos
7. ANEXOS
7.1. Lista de personas entrevistadas
Nombre
Cargo
Organización
Fecha de la
entrevista
Lugar de la
entrevista
Jordi Armadans
Director
Fundación por la Paz
14/3/2007
Barcelona
Xavier Badia
Director
Oficina de Promoción
de la Paz y los
Derechos Humanos
24/1/2007
Barcelona
Montserrat
Cervera
Miembro
Dones x Dones
26/3/2007
Barcelona
Vicenç Fisas
Director
Escuela Cultural de
Paz
5/2/2007
UAB
Tica Font
Vicepresidenta
Justicia i Paz
7/3/2007
Barcelona
Rafael Grasa
Experto
UAB
20/2/2007
UAB
Marc Jamal
Miembro
Red de enlace con
Palestina
6/4/2007
Barcelona
Pilar Massana
Miembro
Plataforma Aturem la
Guerra / Plataforma
Aixequem les Sancions
a l’Iraq
13/3/2007
Barcelona
Àngels Mataró
Directora
ANUE
7/5/2007
Barcelona
Arcadi Oliveres
Presidente
Consejo Catalán de
Fomento de la Paz
16/3/2007
Barcelona
Enric Prat
Experto
Historiador especialista
en el movimiento por la
paz
20/12/2006
Barcelona
Íñigo Prieto
Miembro
16/5/2007
Barcelona
Fermín Rodrigo
Miembro
16/5/2007
Barcelona
Joan Surroca
Miembro
Justicia i Paz (Gerona)
24/3/2007
Barcelona
Josep Maria Yago
Miembro
Coordinadora
Tarragona Patrimonio
por la Paz
25/3/2007
Por correo
electrónico
Brigadas
Internacionales por la
Paz
Brigadas
Internacionales per la
Paz
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