49 EL MUNDO. JUEVES 13 DE MARZO DE 2014 CULTURA / EM2 Literatura / Novedad Danza / Estreno Amy Tan: «El primer libro es el más fácil» Flamenco e inconsciente en el Mercat Barcelona La bailaora catalana Sònia Sánchez bailará su danza más inconsciente y libre en la producción flamenca Le Ça. El Ello en el Mercat de les Flors entre este jueves y el domingo, en un trabajo que realizará junto al cantaor Miguel Ángel Soto Peña El Londro y el guitarrista David Soler. La pieza busca la «inconsciencia del movimiento», fruto de una improvisación con una conciencia adquirida. La coreógrafa explicó ayer que esta propuesta consiste en dejarse llevar por las sensaciones, imágenes y texturas sonoras que evoquen imágenes libres en el público, sin un hilo dramatúrgico conductor, más allá del baile, el cante y la música. «Los puntos de inflexión de baile, voz y guitarra trazan la dramaturgia», explicó el programador de El Mercat, Marc Olivé. «Una de las cosas que me gustó cuando descubrí la danza japonesa butoh es la distancia que te da de la premeditación, cuando tienes una dramaturgia se hace difícil a salirte de lo real», señaló Sánchez, que plantea esta producción como una retahíla de sonidos analógicos y digitales que siembren imágenes en los espectadores. Para ella, estas imágenes deben hacer meditar, pensar o sonreír a los espectadores, con propuestas muy interesantes en lo sonoro, y reta al público a «ver este espectáculo y no plantearse qué está viendo», informa Efe. ‘El valle del asombro’ vuelve a bucear en un mundo femenino, el de las cortesanas P. UNAMUNO / Madrid Además de amistad, Isabel Allende y Amy Tan comparten una pasión, la de retratar a mujeres y contar sus peripecias y, a menudo, sus tragedias. La escritora estadounidense de padres chinos ha escogido el mundo de las cortesanas en el Shanghai de principios del siglo XX para ampliar su cosmografía femenina iniciada con El club de la buena estrella. El valle del asombro, el nuevo trabajo de Tan que edita Planeta, recorre tres generaciones de mujeres a través de la mirada de Violeta, que ya de niña espiaba los rituales de las cortesanas con sus clientes así como sus prácticas amatorias en la casa regida por su madre, una curiosa mezcla de mancebía, club social y centro de negocios. Cuando aquélla desaparece merced a un engaño de su amante, Violeta se verá forzada a repetir sus mismos pasos y también sufrirá con el tiempo la separación de su propia hija... Aunque las de cortesanas son his- «El éxito puede ser cínico, nadie me veía como yo era y estaba muy perdida» torias de mujeres abandonadas o vendidas por sus progenitores, Amy Tan ha tendido sobre el relato un manto de ligereza, por momentos de comicidad, que rebaja su carácter trágico. «Era una realidad terrible y las cortesanas debían desplegar un mundo de estrategias y juegos para poder vivir», reflexiona. Violeta, americana de padre chino –circunstancia que debe ocultar a toda costa–, conoce durante su vida diversos tipos de amor. «Ella busca ante todo la seguridad, la pertenencia a un lugar o a una persona, a algo que le procure estabilidad dado que ella se siente abandonada por su madre –explica la escritora–. Su parte occidental busca el amor que le permita realizarse, pero encuentra un amor real, el de alguien que no es perfecto pero le da seguridad ante las dificultades». En definitiva, «como todos los matrimonios; en dos años se ve que ninguno es perfecto», comenta. El libro exigía descripciones precisas de posturas y juegos sexuales, algo que al principio le hizo sentirse incómoda por muy poéticas que fue- ran sus denominaciones. «Menos mal que nada de todo eso es autobiográfico, sino que ha sido fruto de una larga investigación», suspira. En el origen de El valle del asombro está la curiosidad de Amy Tan por una fotografía de su abuela ataviada al modo de las cortesanas. La imagen encerraba mucho misterio, una madeja de «contradicciones y secretos que es la esencia de cualquier ficción», y la animó a investigar ese mundo de mujeres que estaban un escalón por encima de las simples prostitutas, pero varios por debajo de las concubinas y no digamos de las esposas. La novela es el relato de su familia, «sus dificultades, su tristeza», pero «desde el punto de vista emocional, no el de los hechos». Las tragedias, asegura Tan, están por todas partes. «Mi abuela se casó muy tarde para su época, a los 24 años; cuando su marido murió tuvo que irse a vivir con un hermano y acabó suicidándose». Tampoco fue fácil lo de su madre, obligada a casarse en China y que, después de tener tres hijas, emigró a EEUU con su nuevo marido. En el espacio de seis meses perdió al marido y al hijo mayor, ambos de un tumor cerebral, tras lo que buscó refugio en Suiza con Amy y su hijo pequeño, John. «Todo lo que somos tiene que ver con el dolor. La tragedia es parte importante de mi familia, que a su vez está muy obsesionada con ella. Mi madre me enseñó que, pese a todos los reveses, en EEUU yo tenía la oportunidad de elegir». Y lo que ella eligió fue el camino de la literatura. El éxito inesperado y arrollador de El club de la buena estrella le cogió con el pie cambiado. «Fue un sueño que yo no pedí, en cierto modo como el que vive Violeta. El éxito puede ser cínico, nadie me veía como yo era y estaba muy perdida. Con el tiempo aprendí a valorar todas sus buenas consecuencias», y cita aquí la seguridad, su casa y, por supuesto, a su marido, Lou DeMattei, el hombre que mientras escribía sin descanso El valle del encanto le llevaba el desayuno, la comida y la cena a su escritorio, todo para cumplir el deadline. Tres años le ha llevado poner término a la novela. Ya le dijo Don DeLillo allá por 1990, cuando preparaba La esposa del Dios del Fuego, que «escribir es cada vez más difícil. Los años no te dan ni la confianza ni la habilidad. El primero fue para mí el más fácil porque no tenía conciencia de que nadie lo fuera leer y carecía de expectativas». ¿Ves el bosque? La escritora de origen chino Amy Tan. / RICK SMOLAN «Si no te doy una idea antes del espectáculo, ¿verás el bosque?», preguntó la bailaora, quien admitió que habrá quienes se sientan solos en medio del mar, mientras que habrá quienes perciban sensaciones, y las retomen unos días más tarde. De hecho, la bailaora remarcó que cada uno tiene una memoria diferente, por ejemplo, del mar o de cualquier sensación, que ella tratará de evocar, por lo que la percepción del espectáculo será muy personal. En la puesta en escena, el punto de partida ha sido poner solamente lo necesario: «No hemos considerado necesario que haya elementos». Solamente están ella, las luces y el cantaor en el espacio, con una pequeña isla para el guitarrista. Los músicos también lucen un vestuario muy simple. Creada, dirigida e interpretada por Sánchez, Le Ça. El Ello es una coproducción del Mercat de les Flors y de Rencontres Choréographiques Internationales de Seine-Saint-Denis.