NEURONAS ESPEJO Y TRANSFERENCIA.

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NEURONAS ESPEJO Y TRANSFERENCIA.
Carmen Dolores Sosa Pérez; Lourdes López Pérez.
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
RESUMEN:
En 1998 Rizolatti y Arbid localizan un grupo de neuronas en la corteza promotora F5 del mono y en
área PF parietal, denominadas neuronas espejo por su capacidad de descargar impulsos tanto
cuando el sujeto observa a otro realizar un movimiento como cuando el sujeto mismo es quien la
ejecuta, teniendo a su vez la propiedad de ser activadas de manera directa y simultanea no sólo
cuando ve el estímulo sino cuando lo oye o siente. Trabajos posteriores han comprobado la
existencia de sistemas neuronales similares en humanos. Se ha supuesto que parte de sus
funciones consiste en representar acciones para después imitarlas y comprenderlas,
proporcionando un vínculo comunicativo: reconocer una acción ejecutada por otro, diferenciarla de
otras y utilizar esta información para actuar de manera apropiada. (Pines 2002). Hipotetizamos que
las neuronas espejo se activan mediante la observación de acciones significativas. A través del
descubrimiento de las neuronas espejo, comprobamos que la evolución parece haber asegurado
las bases biológicas para favorecer los procesos de identificación (Rizzolatti y Arbib 1998).
Entendemos entonces que la lectura que alguien hace de las intenciones del otro es, en gran
medida, una atribución desde las propias intenciones, con lo cual el mecanismo de proyección es
estructural en la intersubjetividad y no un mero proceso defensivo. Por ende, la lectura acertada de
la intencionalidad de otros sujetos es crucial para el desarrollo de la empatía. Todos estos procesos
en los que se involucran las neuronas espejo son procesos a través de los cuales se crea un
vínculo especial entre paciente y terapeuta, por lo que hipotetizamos que estas neuronas puedan
estar involucradas en los procesos de transferencia.
El propósito de esta comunicación no es otro que el querer expresar una serie de ideas surgidas de
la búsqueda de una correlación entre los datos obtenidos en las investigaciones de neurociencias,
más concretamente en el campo de la neurofisiología y las teorías psicoanalíticas.
Ya el propio Freud (1) buscaba una base orgánica de sus teorías o postulados, intentando con ello
no desligar lo biológico y lo psicológico. Independientemente de que debido a los pocos
conocimientos neurofisiológicos que se tenían en la época así como por la falta de tecnología
apropiada que permitiera avances en estos conocimientos, Freud (1) se viera obligado a usar un
lenguaje ajeno a los procesos neurofisiológicos.
Pero este afán ha sido retomado por otros autores. Pines (2), Bleichmar (3,4), Velasco (5), Kandel
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(6,7), Romero (8), Gabari (9), Anderson (10), entre otros muchos, han retomado los deseos de
buscar una reconciliación entre las neurociencias y el psicoanálisis.
En los últimos tiempos los avances tecnológicos aplicados al campo de la neurociencia han
permitido observar el funcionamiento del sistema nervioso central, mientras un individuo sano está
realizando cualquier tipo de actividad física o mental. Esto nos ha permitido correlacionar la
actividad mental con los procesos psíquicos (11). Y si tenemos en cuenta lo que dice Kandel (7) de
que el psicoanálisis es la teoría más completa de la psique, sería la que más fácilmente explicaría
las relaciones entre la actividad física y los procesos psíquicos.
Dentro de estos avances nos encontramos con el descubrimiento realizado por Rizolatti and Arbid
en 1998 (12) de un grupo de neuronas identificadas en el mono, mediante el uso de electrodos, en
la corteza premotora F5 y en el área PF parietal, justo delante de la corteza motora, región
homóloga al área de Broca en humanos. A este subconjunto de neuronas las denominaron
neuronas espejo (mirror neurons) por su capacidad de descargar impulsos tanto cuando el sujeto
observa a otro realizar un movimiento como cuando el sujeto mismo lo ejecuta, teniendo además la
capacidad de ser actividades de manera directa y simultánea por diferentes modalidades
sensoriales, auditivas, visuales y somatognósicas. (13,14). Existen trabajos como el de Grezes y
colaboradores que han comprobado la existencia de sistemas de neuronas espejo en humanos
(14).
Rizolatti y colaboradores (13) plantean que estas neuronas junto a las neuronas canónicas
(canonical neurons) que responden tanto a la observación de objetos tridimensionales como
cuando el sujeto agarra dicho objeto, son capaces de generar una copia interna de las posibles
acciones motoras de la mano. En el caso de las neuronas canónicas nos encontramos con una
copia que describe la manera de asir el objeto y en el de las neuronas espejo la copia describe la
acción realizada por otro sujeto. Como los individuos son conocedores de las consecuencias de
sus acciones, ellos proponen que las copias interna de naturaleza motora que reflejan las acciones
realizadas por otros sujetos representan las bases neuronales para la comprensión del significado
de las acciones realizadas por otros. Aunque esta teoría tiene de todas formas detractores (15),
que mantienen que es un error inferir el comportamiento ajeno dejando a un lado las emociones.
Según la teoría de la simulación (16, 17, 18) el observador usa el contenido de su mente para
entender lo que ocurre en la otra persona y esta hipótesis la respaldan sus seguidoras usando
como apoyo las funciones de las neuronas espejo y canónicas. No obstante, es necesario
puntualizar que al sistema especular se la ha otorgado la capacidad de ofrecer cierta luz no sólo
sobre las representaciones neuronales de acciones simples, sino también de emociones básicas
tales como el miedo o el desagrado (19). Parece que la observación de una cara expresando
emociones activa las áreas somatosensoriales que corresponden al observador en esas emociones
(3).
Esto, por tanto, podría estar relacionado con los fenómenos emocionales relacionados con la
empatía, es decir, la percepción y representación de ciertos estados emocionales del otro que
hacen resonar estados equivalentes en el sujeto y provocan una mímica similar.
En este proceso de empatía se incluyen tanto fenómenos de confirmación como de
reconocimiento, motores y emocionales, que se movilizan en el sujeto desde las etapas más
tempranas en las que se funciona exclusivamente desde la relación especular. A través de una
relación especular sana el bebé llega a darse cuenta que aunque la representación de la expresión
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emocional que le llega pertenece a su cuidador, a su vez se corresponde con su estado afectivo.
Así, de adulto, este reconocimiento que le ha llevado a desarrollar su capacidad empática le hace
posible poner en funcionamiento esta capacidad con los sentimientos de otros y anticiparse al
comportamiento ajeno, teniendo en cuenta tanto las acciones o gestos como su implicación
emocional.(3, 20).
Este sistema de neuronas espejo también se pueden encontrar relacionadas con los procesos de
identificación, que se desarrollan en sus comienzos en la relación emocional bebé-madre, en esta
relación vincular donde mamá reconoce al bebé y este que un principio la ve como una extensión
de él, luego como otro simétrico y ya después como otro independiente y diferente a él. En este
proceso donde primero reconozco al objeto para luego poder identificarme con él, es la existencia
de otro que es como yo que me comprende y reconoce (2), que metaboliza mis emociones y me
las devuelve de manera adecuada.
De alguna manera en este proceso se produce una identificación con el otro creando un sistema de
percepción-ejecución que posibilita entender las intenciones del otro realizando atribuciones (18).
Se podría decir que en la formación de la dupla acción-intención actúan las neuronas espejo
provocando en el cerebro del observador la acción equivalente a la que él realizó en su momento y
a la que asoció una intención. Debemos tener en cuenta que estas neuronas espejos así como las
canónicas se sitúan en regiones anatómicas relacionadas de alguna manera con procesos
emocionales.
Podríamos decir que de alguna manera esa intención va también relacionada con una emoción y el
observador la atribuye según su dupla acción-intención, es decir, que puede ser una lectura
acertada o una proyección del mundo interno del propio sujeto. De esta forma el mecanismo de
proyección sería no sólo un mecanismo de defensa sino un mecanismo estructural, al igual que la
transferencia puede ser defensiva, pero tiene un componente estructural.
De alguna manera cuando el paciente realiza una transferencia sobre el terapeuta es eso lo que
hace proyectar su mundo interno sobre él. Es más es lo que se produce en cualquier relación, no
habría que olvidar que las transferencias se realizan de manera normal, otra cosa es cómo
actuemos sobre estas.
En la transferencia se identifica un aspecto del presente con otro del pasado y que está en este
caso referido al analista en la actualidad. La transferencia consistiría a su vez en equiparar al
analista (objeto externo) con el objeto interno o con aspectos del self, siendo la identificación
proyectiva el mecanismo responsable de este movimiento. El analista puede representar a una
parte del paciente, y a una parte cualquiera de sus objetos internalizados (21).
Hipotetizamos que al igual que en el proceso de identificación se considera la posible implicación
de las neuronas espejo, también estarían implicadas en los procesos de identificación proyectiva
donde me reconozco en el otro, una parte de mí o de mi mundo interno, es la dupla de
acción-intención.
La transferencia hace experimentar cosas en el analista que a veces le hace actuar y que pueden ir
más allá de la palabra y que sólo las captamos desde el análisis de la contratransferencia. Por
tanto la transferencia-contratransferencia es una relación viva que puede producir modificaciones
(21). Lo cual hace pensar que la transferencia puede ser interpretada pero otras veces
simplemente revivida de otra manera, sería el caso que plantea Pines (2) de un paciente que revive
una experiencia traumática en el marco de la psicoterapia con un terapeuta que se mantiene
tranquilo, empático, compasivo y que es capaz de contener la respuesta emocional del paciente,
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supone una experiencia emocional correctiva para dicho paciente. Es lo mismo que conseguimos
con la interpretación transferencial, lograr que la repetición se transforme en modificación.
Las neuronas espejo parecen estar implicadas en los procesos transferenciales tanto del paciente
como del terapeuta, y eso hace posible vincular este sistema biológico con acontecimientos que
sucedan en la psicoterapia. No hay que olvidar que parece que este sistema de neuronas parece
almacenar y codificar esquemas de conducta no reflexivos, inconscientes y que responden
posteriormente desde la memoria procesal, este proceso equivaldría al proceso primario, de esta
misma manera quedarían codificadas las respuestas a un trauma, formando así acciones
defensivas de tipo inconsciente.
Por tanto podríamos decir que este sistema neuronal abre nuevas relaciones entre el campo
biológico y el psicoanálisis.
Bibliografía
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5) Velasco J.M. Aportaciones desde la teoría de los sistemas complejos y la neurobiología en
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