GEOGRAFÍA DEL MUNDO ROMANO En el Mediterráneo central

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GEOGRAFÍA DEL MUNDO ROMANO
En el Mediterráneo central, limitada por los mares Tirreno (al oeste), Adriático (al este) y
Jónico (al sur), se halla la península Itálica; pero el término “Italia” comprende, además, un área
septentrional que penetra en el continente, y las islas de Córcega, Cerdeña y Sicilia. Las conquistas de
los romanos, no obstante, los llevaron a dominar extensos territorios en torno al Mediterráneo (las
penínsulas Ibérica, Balcánica, Anatolia, el valle del Nilo y toda la costa septentrional de África), al que
denominaron Mare Nostrum (“Nuestro Mar”). En la época de Trajano (siglo II d.C.), su momento de
máxima expansión, el Imperio alcanzó, hacia el este, Mesopotamia; y hacia el norte, la isla de Gran
Bretaña y la frontera trazada por los ríos Rin y Danubio.
Italia Continental
En el área continental de Italia se encuentran las mayores alturas: los Alpes, con cotas
superiores a los 4.000 metros, describen un arco que constituyen una barrera natural con la Europa
central. El cartaginés Aníbal, sin embargo, los superó
al frente de su ejército en una brillante acción
militar durante la Segunda Guerra Púnica. Las aguas
procedentes del deshielo dan origen, en esta región,
a grandes lagos (Mayor, Como, Garda). Los numerosos
ríos que nacen en los Alpes vierten sus aguas en el Po
(el antiguo Padus), el más caudaloso de Italia. El
curso del Po forma un amplio valle hasta su
desembocadura en el mar Adriático.
La
Mediolanum
ciudad
(actual
principal
Milán),
de
que
esta
área
adquirió
es
gran
importancia en la época del Bajo Imperio.
Italia peninsular
La Península está atravesada de norte a sur
por
la
cordillera
de los
Apeninos
(con
picos
ligeramente inferiores a los 3.000 metros), un eje
montañoso
que
articula
el
territorio
en
dos
vertientes: la occidental, hacia el mar Tirreno, y la
oriental, hacia el Adriático.
En la parte septentrional de la península que coincide aproximadamente con los límites de la
actual Toscana, estuvieron asentados los etruscos (Turrhnoi “tirrenos”, según la denominación griega),
que desarrollaron una rica civilización. Importantes ciudades etruscas fueron Tarquinia, Cere y Veyes.
La llanura del Lacio, regada por el río Tíber, ocupa el centro de la península. En esta región se
localizaban las ciudades de Lavinio y Alba Longa, antecesoras de la Urbe por excelencia, Roma, fundada
sobre siete colinas a orillas del Tíber en el 753 a.C.
Al sur de la península, en la época arcaica, se establecieron las colonias de la Magna Grecia.
Precisamente junto a la antigua colonia griega de Neápolis se alza el volcán Vesubio (1.200 m.), cuya
famosa erupción del año 79 d. C: sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano. A causa de la
catástrofe, allí se han conservado las mejores muestras de la pintura mural romana.
Italia insular
De las tres grandes islas itálicas, Córcega, Cerdeña y Sicilia, esta última destaca sobre las
demás. Separada de la península por el estrecho de Mesina, fue, como la Magna Grecia, el objetivo de la
colonización griega. Los cartagineses estaban asentados en la parte occidental de la isla antes de la
conquista romana al término de la primera Guerra Púnica. En la zona oriental se alza el macizo del Etna
(3.295 m.), un imponente volcán que aún continúa activo.
Marco geográfico del Imperio Romano
La situación geográfica de la ciudad de Roma, a orillas del río Tíber y próxima al mar pero no en
la costa, le proporcionaba grandes ventajas respecto al comercio, ya que el río se utilizaba para
desplazamientos cómodos de personas y de mercancías hacia el interior y hacia el mar.
En poco tiempo aumentó la población de la ciudad y su poder, por lo que los romanos se vieron
tentados a conquistar el territorio de los pueblos vecinos, y más tarde el de toda Italia, la cuenca
mediterránea y otras zonas.
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La Península Itálica. La conquista de la península fue lenta en los primeros siglos: en primer
lugar, los romanos conquistaron el Lacio y los pueblos vecinos de la zona central, por ejemplo, los
etruscos; en el 272 a.C. la Magna Grecia, al sur, y poco después, la llanura del Po, al norte de la
península.
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La cuenca mediterránea. Desde la segunda Guerra Púnica (218 a.C.) hasta el final del siglo II
a.C., los romanos se adueñaron de la península Ibérica, del sur de la Galia, Macedonia y Grecia, la
zona occidental de Asia Menor y la costa norte de África.
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La cuenca mediterránea y otros territorios. A partir del final del siglo II a.C. y sobre todo en
la época imperial, el territorio romano llegó a su máxima extensión. Se sumaron a los territorios
anteriores: Egipto, Palestina, Siria, Jordania, el interior de Asia Menor, la zona sur del Danubio,
toda la Galia, la zona sur del Rin y una parte de Britania (Gran Bretaña)
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