Una reflexión desprevenida desde una primera impresión1

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SAN JOSE DE CALASANZ 1
Una reflexión desprevenida desde una primera impresión
SAN JOSE DE CALASANZ
Una reflexión desprevenida desde una primera impresión 1
“La abundancia o escasez de las cosas no se mide por el número, sino por la necesidad y utilidad.
Así lo inútil aunque escasee siempre sobra y; lo útil, aunque abunde, siempre falta”
San José de Calasanz
Palabras Clave: Calasanz, santo, santidad, místico, educación, ciencia, fe.
Por: Juan Manuel Castro Uribe2
Siempre había tenido claro cuando me hablaban de Calasanz que me estaban hablando
de un Colegio de primaria y secundaria de mi ciudad natal. Sólo que, poco a poco, me fui
enterando que existían otros colegios con el mismo nombre en otras ciudades del mundo.
Entonces pensé: esto no es precisamente una franquicia…, pero mi curiosidad no fue más allá.
Luego, en otra etapa de mi vida en otro país y, por grato antojo del Señor, he conocido a los
“padres escolapios”, al enterarme que su fundador era un santo español llamado José de
Calasanz, dije: “ese nombre me suena familiar”. Entonces, todo encajaba; pero, ¿por qué nunca
le había conocido?
Un viejo adagio popular nos dice que “no hay una segunda oportunidad para una
primera impresión”. Quizás tenga algo de sentido en tanto que me he dado a la tarea de poner a
prueba esta sentencia al encontrarme con San José de Calasanz. Ha sido una primera impresión
cautivante. Los relatos que dan cuenta de su vida nos invitan a indagar más en su vocación a la
santidad que, acompañada por una visión grandemente transformadora, una misión
pacientemente sufrida y cumplida, y un carácter profundamente místico; nos conduce
gradualmente a la compresión de lo que, en la práctica, significa ser santo.
Y es que hablar de santidad hoy día puede parecer un escándalo. Se nos vende como
una idea que el secularismo juzga anacrónica; como la antítesis de todos los valores dominantes
y el aparente refugio ante las recurrentes frustraciones derivadas del “esplendido y variopinto”
ofrecimiento del espíritu del mundo. Por otro lado, llegan a nuestra mente fantásticos relatos
que nos hablan de un San Francisco de Asís, un San Ignacio de Loyola, un San Juan de la Cruz,
y muchos más. Todas estas, almas maravillosas que gozaron de la excelsa gracia de Dios, de su
Agradecimientos especiales al P. Jesús María Lecea Sch P. por su orientación y oportunas observaciones. De igual manera, al Señor
Humberto Prieto por su motivación constante y su profundo amor al santo y a la Orden.
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Profesor de la Casa de Formación Calasanz. Miami, FL. USA.
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favor y, con el pasar de los años, de un merecido estilo de divulgación que patentó el concepto
de santidad como algo aparentemente utópico, imposible e inalcanzable.
Descubriendo
Una primera impresión solo basta para informar. Se requiere una segunda para conocer y,
una tercera, para saber. Ahora bien, este pequeño artículo tan solo navega en la fase informativa
descubriendo, en forma precoz, algunos componentes que nos invitan a pensar que en la
divulgación del santo no se le ha hecho la suficiente justicia.
En el marco de nuestra Fe Católica es claro que por el bautismo todos somos llamados a
la santidad.3 La santidad es la presencia de Dios reinando en el corazón del creyente. “Pues así
está escrito: seréis santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16). En efecto, la cuestión es seria y como
tal hay que asumirla. En esa línea, San José de Calasanz con su testimonio de vida nos ha dejado
un legado con tinte de bitácora; algo como un manual. Calasanz nos enseña que la Santidad esta
en el día a día, en la simpleza de la cotidianidad, en la lucha constante, en el servicio, en la
perseverancia, en la paciencia, en la confianza, en el corazón valiente conocedor del Dios del
Amor como razón de la existencia y, por decirlo en los términos más amigables, en la sabia
decisión de saber que al final de cuentas la cuestión no es de esfuerzos, sino de disposición.
Es sorprendente saber que San José de Calasanz no solo ha fundado las Escuelas Pías.
Su vida y obra también inspiró la misión y la visión de almas como la de San Juan Bosco
(fundador de la Comunidad Salesiana) y sirvió de referente capital a obras como la de San Juan
Bautista de la Salle (fundador del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
conocidos como Lasallistas). Se dice además que San Alfonso María de Ligorio, Obispo y Doctor
de la Iglesia; cuando estaba fundando la congregación de los Padres Redentoristas, y encontraba
dificultades y oposiciones, leía la vida de San José de Calasanz para animarse y seguir luchando
hasta conseguir la aprobación definitiva.4
Existen muchos pasajes en la vida de José de Calasanz que nos cuentan cosas
maravillosas; pero vale la pena destacar dos experiencias considerablemente relevantes: la
primera tiene un carácter intelectual y está relacionada con la fraterna y, en aquellas
circunstancias, riesgosa amistad que nuestro santo trabó con Galileo Galilei. Amistad que, por
cierto, le pasa factura al tenor de grandes hostigamientos por parte del tribunal de la Santa
Inquisición. Y una segunda experiencia, de orden espiritual, que lo conduce hacia varios
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http://www.corazones.org/diccionario/diccionario_2012/santidad.htm
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Anécdota presente en los relatos más representativos sobre el santo.
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encuentros místicos con San Francisco de Asís, el santo más conocido y querido, más allá de la
cristiandad.
Las experiencias destacadas son importantes porque ponen en contexto la esencia de
Calasanz, un hombre de fe y asertivo observador de la realidad del mundo que lo rodeaba. Esto
es, un hombre que fundando sus expectativas en un Dios Uno y Trino hacedor y dueño de todo,
no dejó nunca de trabajar incansablemente por cambiar lo que estaba mal y que sabía, debía ser
mejorado. Es por ello que con las luces de la ciencia, la literatura y, en general, el trabajo
intelectual adecuado,5 fue el creador de novedosos modelos pedagógicos que aún, tanto la
educación religiosa como laica, conservan.
Calasanz fue pionero en la enseñanza de la Matemática y la Física, por citar algunas.
Desde aquellos momentos de la historia, la amistad entre Calasanz y Galilei le envía un claro
mensaje a la humanidad: que ciencia y fe no son antagónicas y que la construcción del Reino de
Dios, en ocasiones cuando es menester, también atraviesa por contemplar los límites, las
fronteras y los umbrales del conocimiento y del saber.
El segundo Job
El libro de Job constituye la obra maestra literaria del movimiento sapiencial en Israel.
Job era un hombre rico y feliz siervo de Dios quien ha permitido a Satán que lo probara para ver
si seguía siendo fiel a pesar de su infortunio. Todos conocemos la historia de crueles
padecimientos y el hermoso final que nos ha heredado inconmensurables enseñanzas. Pues
bien, San José de Calasanz también fue terriblemente violentado en su honra, dignidad y
fidelidad civil y cristiana. Finalmente, gracias a Dios, todas las tramas y ardides en su contra
fueron descubiertas reinando la verdad y la bondad que siempre acompañó al santo. Ahora
comprendemos porque un cardenal que después fue Sumo Pontífice le bautizaría como “El Job
del Nuevo Testamento” o mejor “El Segundo Job”.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que San José de Calasanz era un hombre
pacientemente creativo que sabía leer el dictado de Dios en medio de la adversidad, las
dificultades y acontecimientos cotidianos encontrando respuestas y soluciones no
convencionales para la época. Todo ello lo lograba con la firme convicción de estar trabajando
para la “Gloria de Dios y utilidad del prójimo”. Su principal arma era la oración puesto que era
su camino predilecto para superar los obstáculos porque, más que obstáculos, eran trampas.
Hoy día el trabajo intelectual ha perdido sus dimensiones en tanto que ha otorgado a la razón atributos superiores a los que
verdaderamente tiene, deificándola.
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“Calasanz era un creyente vigoroso y valiente portador de una esperanza
inquebrantable, con una humildad profunda y práctica y, con una rigurosa vida de pobreza, por
opción”.6 Esta reflexión del Padre Jesús María Lecea, nos advierte de Calasanz a un verdadero
hombre de Dios cuyo espíritu natural exhibe, sin quererlo y por añadidura, una eficacia
concreta.
Pero ¿por qué un santo como José de Calasanz no se ubica con la suficiente visibilidad
en los radares que resguardan tan celosamente los épicos relatos de la historia de nuestra
Iglesia? La respuesta podría comenzar en el carácter mismo de su personalidad de la cual
emanaba una particular, elegante y fina disposición hacia la práctica de la humildad como valor
supremo del cristiano. Tal atributo lo llevó a precisar con vehemencia, muy por encima de su
entrañable amistad con el científico Galilei; que: “no quisiera para mis profesores una formación
exageradamente científica, puesto que seguimos las enseñanzas de Jesús y no las de Galileo”.7
Las Escuelas Pías y los Escolapios
En el año de 1597 se funda la primera “Escuela Pía” en la parroquia de Santa Dorotea
situada en el barrio romano de Trastevere. En ella se abre la primera Escuela Popular gratuita de
Europa (por ende, del mundo), episodio que, en efecto, está en los anaqueles de la historia pero en
la realidad concreta ha pasado desapercibido por más de cuatro siglos puesto que, tan noble y
admirable emprendimiento, no sólo comportaba un atrevimiento para la época, sino que
representó para el hombre, en cuanto tal, un avance de invaluables alcances sociales e incluso
políticos, de los cuales, el secularismo más radical siempre ha querido apropiarse.
El prestigio de las Escuelas Pías se extendió y atravesó fronteras convirtiéndose, con el
pasar del tiempo y hasta nuestros días, en estandarte de la formación y la educación para las
nuevas generaciones. Así, una exitosa experiencia educativa y la piadosa entrega que, desde el
corazón, San José de Calasanz le otorga a la sociedad de su tiempo, da lugar a la creación de la
Orden de los Clérigos Regulares pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, que tras un
complejo tramite de reconocimiento, fue aprobada por la Iglesia en el año de 1622.
Los Clérigos Regulares pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, comúnmente
conocidos como escolapios son una Orden Religiosa de “Derecho Pontificio”; es decir, que por
encima de la Orden misma la única instancia superior es Su Santidad, El Papa. Para Calasanz,
P. Jesús María Lecea Sch P. Superior General de la Orden de los Escolapios (2003-2009). Actual Rector de la Casa Calasanz. Profesor del
South East Pastoral Institute. SEPI, Miami, FL. USA. Entrevista ocasional. Diciembre de 2015.
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Respuesta de San José de Calasanz a las propuestas de formación jesuítica para sus colaboradores. López, Salvador. San José de
Calasanz. Un Educador Místico. Ediciones Paulinas (1988). Bogotá, Colombia.
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en contraposición de Congregación o Asociación, la condición de “Orden”, le otorga a la obra
una configuración canónica más vinculante y de perpetuidad.
Dicho lo anterior, es válido mirar hacia la Orden para hacernos a una idea de su
espiritualidad y su carisma. Entendidas, la primera como el Ser de la Comunidad y, la segunda,
como el Hacer. Mi pequeña reflexión desprevenida me dice que Calasanz, quizás no solo era
santo, sino igualmente genio; porque expresó y delimitó con gran sabiduría esa difícil frontera
en una sola frase: “piedad y letras”. El Escolapio es un hombre Piadoso e Ilustrado.
Podemos aceptar, de alguna manera, que el trabajo educativo de los escolapios es
reconocido aunque, tal reconocimiento, dista mucho del indicador merecidamente deseable.
Pero, por otro lado, la espiritualidad calasancia podría hacernos sentir en un lugar inexplorado;
de allí que hablar de la piedad en Calasanz es una generosa oportunidad. La piedad8 en Calasanz
no se limita a la disciplina devocional y religiosa, sino que se extiende al Espíritu de Dios
operante en los actos de los hombres que, consecuentemente, se hace visible como obras de
amor en las cuales se da a conocer La Palabra; es decir, a la persona de Jesús.
La apreciación anterior da lugar para emprender una nueva reflexión; ya que este escrito
es tan solo una “primera impresión”. Por lo tanto, nos encomendaremos juiciosamente a
conocer más sobre un santo muy grande quien, en medio de atribulados momentos, le ha
abierto a la humanidad y a la cristiandad las puertas a la inclusión, la intelectualidad, la ciencia,
la bondad y el amor de Dios; todos ellos, de forma concreta.
La Piedad que Calasanz concibe supone un verdadero sentido de filiación. De allí que sus esfuerzos se concentran en educar al niño
dignificando su condición forjando así buenos ciudadanos y buenos hijos de Dios.
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