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HOLLYWOOD
O porqué el bosque de acebos
no fue el bosque sagrado.
Por Flavio Mateos
2011
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H
ay una visión en extremo reduccionista de las cosas que alimenta dos errores con respecto a
Hollywood, la llamada por algunos “Meca” del cine. La primera visión, escéptica a ultranza, encuentra todo lo que allí se ha hecho condenable, permisivo, corruptor y pestífero, sin distinguir
matices y sin ver que hubo ejemplos de films “no-hollywoodenses” salidos de las entrañas mismas de Hollywood, aunque sin apoyo masivo, y como simples derivados de una gran industria comercial
que podía permitirse tales lujos, aunque sin una negación formal y explícita de la ideas dominantes en Estados Unidos. Para estos Hollywood es –o mejor dicho fue, porque hoy sólo queda el cartelito y el supuesto
“glamour” de la palabreja- una cloaca de la que no podían salir sino excrecencias del liberalismo y el paganismo a conquistar el mundo. Es innegable que en general no se equivocan cuando vemos el curso que las
cosas han tomado a partir del orden instaurado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en la cual y
desde la cual tuvo mucho que ver la estandarización ecuménica oficiada por el cine norteamericano, a pesar
de su variedad superficial. No obstante lo cual esta visión no puede cerrarse en sí misma sin ser injusta con
muchos valores rescatables en medio de tanta producción de films. Porque además Hollywood dependía de
la demanda y recepción de un público en una sociedad norteamericana que todavía conservaba el sentido
común, donde la Iglesia católica estadounidense –que siempre fue liberal- fue muy poderosa para influir en
cuestiones de índole moral, en un pueblo nacido y marcado por el puritanismo protestante, todavía no degradado como en estos tiempos de absolutas “libertades”. La profusión de talentos e ideas y su posibilidad
de recepción en ese universo que parecían los Estados Unidos permitían la elaboración de ciertas miradas
no uniformadas o laterales respecto de la mentalidad que se terminó imponiendo a partir de mediados de
los años ‟60.
La segunda visión, de signo opuesto, también realiza una simplificación, como para oponérsele dialécticamente a la primera. Es aquella que postula una visión blanca o rosada de Hollywood, donde desde los
grandes estudios se habría sostenido una visión del mundo opuesta al “american way of life” de los WASP,
debido a que en Hollywood los que decidían eran los judíos asociados con los católicos. Esta postura afirma
que “el cine norteamericano, sobre todo en su etapa clásica, fue una cuña con respecto a la visión política,
económica, cultural y sobre todo religiosa en lo que llamamos forma de vida estadounidense. Y esta es la
paradoja: Hollywood, sobre todo en su etapa clásica, no participó del ―modo de vida americano”.1 El
mismo crítico que sustenta este punto de vista sostiene que de la misma forma que hay una leyenda negra
sobre la Conquista española de América, así también habría una “leyenda negra” respecto de “Hollywood”2.
Veremos luego la ligereza de tal aserto, fundado principalmente en un error religioso contaminado de liberalismo y en un desconocimiento acerca de la verdadera naturaleza o identidad del poder.
Lo cierto es que tanto una como la otra posición pecan de simplistas y, de algún modo, cómodas para delimitar desde ahora y para siempre un asunto que es mucho más complejo, cuanto fascinante. Como decía
Chesterton: “debemos desconfiar de la descripción de una nación cuando es una descripción fácil. Si un
pueblo puede quedar cubierto por un solo adjetivo, podemos estar seguros de que es un adjetivo equivocado”.3
Veremos que esto a nuestro entender no es ni leyenda negra ni leyenda blanca sobre Hollywood. Ni disolución romántica del poder o bajada de línea política, pero tampoco polo de poder o “contrapoder tradicional” de los productores de Hollywood, que si no fueron miopes respecto de cuestiones artísticas tampoco
fueron Príncipes mecenas del Renacimiento 4. Trataremos de entender por qué el “bosque de acebos” no fue
nunca el pretendido “Bosque sagrado”. Pero antes hagamos un poco de historia.
Ángel Faretta, Entrevista Revista Ñ de Clarín, 24-12-2005.
Sin embargo, de Hollywood salió una película que sostiene y favorece la leyenda negra antiespañola como “Capitán
de Castilla”.
3 Gilbert K. Chesterton, “Cien años después”, Vórtice, pág. 258, 2008.
4 Otro axioma de la teoría de Faretta dice que el cine es un ajuste de cuentas con el Renacimiento, “en tanto el cine
constituye como una toma de distancia con respecto al nudo de sentido, anudado en ese período, de la obra de arte
como autonomía humana, forma autárquica, especiosa o utópica del pensar y el poetizar” (“El concepto del cine”,
Ed. Djaen, 2005). Pero si el cine “ajustó las cuentas con el renacimiento”, no lo hizo a la manera del Medioevo, sino
que, entendemos, sólo ajustó parcialmente las cuentas en relación con la negación de la idea de la autonomía del arte
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Un dato a tener en cuenta es que Hollywood o la industria del cine nace antes de que naciera el cine (el
cine según lo inventó D. W. Griffith y no según la invención técnico-mecánica de Edison y los Lumière).
Hollywood como lugar del cine nació a raíz de la feroz pelea entre el poderoso cartel comandado por Edison en el Este, la Motion Pictures Patents Company (M.P.P.C.), que agrupaba a compañías como la Biograph, la Vitagraph, la Essanay entre otras norteamericanas, más las francesas Pathé y Mélies, grupo éste
monopolista, y el grupo de los productores autodenominados “independientes”, casi todos empresarios judíos que habían ascendido vertiginosamente en su poder económico en actividades ajenas al cine y que ahora
veían un nuevo negocio donde el rédito podía ser exorbitante.
Una guerra, entonces, entre protestantes norteamericanos o WASP (el Trust Edison) y hábiles judíos en
ascenso (agrupados en la Independent Motion Pictures Distributing and Sales, IMP)5 fue la que decidió la
formación de la “Meca del cine”. Para huir de estos pleitos constantes por dominar el creciente mercado del
cinematógrafo (aún cinematógrafo y no cine), un adelantado, el productor William Selig, se trasladó en
1907 a Los Ángeles para filmar exteriores y encontrar el lugar adecuado para establecerse. Otros productores lo imitaron y llegaron hasta aquel suburbio de Los Ángeles llamado Hollywood, esto es, bosque de acebos. Algunos asociaron esta movida con la anterior y legendaria conquista del lejano Oeste, especialmente
por las disputas constantes y violentas y los personajes estrafalarios que por allí circulaban.
Los primeros productores judíos se asociaron en la Independent Motion Pictures Distributing and Sales, IMP.
En 1912 se convertiría en la Universal.
Si el lector tiene presente que el cine –no como procedimiento técnico-mecánico, sino como “lenguaje”nace a partir del genio de D. W. Griffith, que realiza su primer corto en el año 1908, puede decirse entonces
que Hollywood nace antes de que el cine, tal como hoy lo conocemos, exista. Es decir, el cine nace como
fábrica e industria (con todas las precariedades del caso) antes que como lugar o taller de arte, pues éste
todavía estaba por inventarse. Fue gracias a Griffith y sus descubrimientos de las posibilidades del nuevo
medio que la industria se asentó y aprovechó tales innovaciones porque, no se olvide que Griffith, también,
como acertó a decir una vez Faretta, no sólo inventó el cine sino también al espectador de cine.
Griffith, americano de Kentucky, veterano actor partidario de la causa sudista, desarrolló el lenguaje del
cine e influyó sobre todos los que se acercaban a esta nueva expresión artística. Fue sin dudas el inventor o
por lo menos el sistematizador de todos los recursos que formaron el lenguaje del nuevo medio que, desde
entonces, se conoce como cine.
El cine americano nacerá de estos pioneros que construyeron la mayor y más influyente industria cultural del mundo, donde se albergaron los más grandes talentos en la materia y desde donde también se difundió un modo de ver la vida subordinado a la corriente de la historia dentro de la cual se movía.
(también, es cierto, con respecto a la alegorización del mundo; mas luego esa recuperación de lo simbólico sería desvirtuado en Hollywood debido a su falta de sentido trascendente). Ahora bien, el Renacimiento se edificó sobre la autonomía del hombre –progresivamente- respecto de Dios. Por lo tanto, sólo volviendo a depender de Dios –y de la
Iglesia- podía el hombre ajustar cabalmente las cuentas con el Renacimiento y su idea de la autonomía del arte y del
hombre respecto de Dios. ¿Acaso alguien quiere creer que los estudios de Hollywood eran la Iglesia y la tradición durante el siglo XX? El cine no es autónomo de los “Estudios”, pero los “Estudios” son autónomos de Dios. Esta es una
verdad tan evidente que...algunos no podrán verla.
5 Dirigida por Carl Laemmle, el logotipo de la compañía mostraba significativamente una figura de color rojo con tridente, dos cuernos y una larga cola: sí, el diablo.
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Ahora bien, es sabido por todos que el cine como industria fue obra de los judíos, ellos mismos se encargan de recordar que es obra suya6. ¿Cómo y de qué manera articularon su poder y qué clase de visión del
mundo tenían para ofrecer, si es que se plantearon este asunto a la hora de producir espectáculos para el
mundo?
Debemos recordar, antes que nada, cuál era el país en el que estos inmigrantes fueron acogidos y prosperaron, integrándose sin dificultades y gustosamente.
Los Estados Unidos son un país contradictorio desde su naturaleza. Nacido revolucionario, sus Padres
Fundadores han sido hombres de buen sentido y virtudes naturales, pero de malos principios. Protestantes
puritanos y masones que querían construir un país en base a la herejía, lo cual es ir contra todo lo que es
estable, de por sí contradictorio. El mismo Washington era un gentlemen y a la vez revolucionario; tenía
propiedades y esclavos, y realizó una revolución. Por un lado la honestidad y por el otro la rebeldía, creando
juntas una tensión que siempre persistirá en el país. Se trata de la libertad colocada antes que la verdad7.
Estados Unidos es un país donde el Presidente norteamericano debería ser llamado Rey, según Chesterton,
pues la República estadounidense era la última monarquía medieval. Y sin embargo, este “Rey” obedecía a
poderes ocultos que lo transformaban en un lacayo de aquellos que tomaban verdaderamente las decisiones. Estados Unidos es el país donde un hombre del Sur, Lincoln, comanda el país del Norte durante la guerra civil. Fue en este país, donde el liberalismo se hallaba cómodamente aposentado, ocultando aparentemente esas contradicciones, donde la nueva oleada de inmigrantes europeos hizo pie. La idea suprema de la
libertad, la confianza en el sistema democrático, la certidumbre de ser la “tierra de las oportunidades”, la
pujanza económica y el naturalismo se hallaban firmes en el ideario del norteamericano medio. El poder
económico en manos de los banqueros internacionales estaba a punto de acrecentarse al extremo de dominar por completo a la Unión (esto iba a darse en 1913 con la creación –fraudulenta- de la Federal Reserve).
La Masonería y el poder judío, los protestantes en innumerables sectas y los católicos se repartían en diferentes proporciones su grado de influencia en una sociedad dinámica y en crecimiento, en especial luego de
la Primera Guerra. Pero el problema es que el catolicismo norteamericano se había comprometido con el
mundo en aquello que hoy se conoce como “americanismo”, trasladando ―sin más trámite a la vida diaria
de los católicos el ―espíritu americano‖ secular, que a la vez deriva directamente del puritanismo y del
iluminismo inglés”.8 Era el modernismo religioso funcionando con todos sus derechos y prerrogativas en
una sociedad “tolerante”. Los judíos, por su parte, ya insertos desde su primera oleada inmigratoria, se
adaptaron como casi en ningún otro lugar (mejor incluso que en la Argentina), tal vez porque, en opinión de
Israel Shamir, encontraron en el liberalismo imperante una especie de judaísmo secularizado9.
6 Los productores que fundaron el Sistema de Estudios fueron:
Carl Laemmle (1867-1939), judío alemán, peón agrícola, empleado en una farmacia, propietario de un Nickel-Odeon
en Chicago, fundará la “Universal” (aunque la precursora que fundó en 1909 se llamaba “Yankee Film Company”, como para demostrar su afán de asimilarse).Wilhelm Fuchs (1879-1952), más conocido como William Fox, judío húngaro, tintorero, fundador de la “ Fox”. Los hermanos Warner (Harry, Jack, Albert y Sam), judíos polacos, propietarios de
un negocio de bicicletas, fundaron la “Warner Bros.” Marcus Loew (1870-1927), hijo de judíos alemanes, corredor de
pieles y sastre, creará con Samuel Goldfish (1884-1974, en realidad llamado Schmel Gelbfisz), judío polaco más conocido como Samuel Goldwyn, ex-empleado de una casa de guantes, la “Metro-Goldwyn-Mayer” (su logo muestra un
león). Harry Cohn, judío de Nueva York, presidente de la “Columbia Pictures” (la de la damisela con la antorcha cual
estatua de la libertad). Para fines de los años ‟50 había sólo dos compañías en manos de productores cristianos o no
judíos, la “20th Century Fox”, por entonces en manos del griego Spyros Skouras; y la “R.K.O.”, en manos de Howard
Hughes. Surgirían luego otras productoras en manos de judíos, como la “Selznick International Pictures”, de David
Selznick.
7 Por eso finalmente la verdad iba a estar oscurecida. ¿Acaso en el cine se muestra, más allá de la unción con que se nos
da a conocer incontables veces la “Declaración de Independencia”, que 53 de los 65 firmantes de la misma eran masones, y que la Guerra de Independencia fue mayormente una guerra entre Logias?
8 R. P. Juan Carlos Iscara, “La americanización de la Iglesia Católica”, en Revista Iesus Christus Nº 114, Noviembre/Diciembre de 2007. “Piénsese, por ejemplo, en los católicos norteamericanos (...) La fe es (...) antigua, metafísica, poética, elaborada, ascética, autocrítica e intolerante. Confronta al hombre naturalmente jactancioso –tal es el
estadounidense- con miles de negaciones y amenazas. En la cosmovisión norteamericana todo está en las antípodas
de tal sistema. Sin embargo, el católico norteamericano vive completamente en paz. La impronta que deja en todo,
incluso en la religión, es graciosamente americana‖ (George Santayana, cit. en R. P. Iscara, ob. cit.) Y también: “La
religión debía desenredarse cuanto fuese posible de la historia, la autoridad y la metafísica, y debía sustentársela
honradamente en los buenos sentimientos de uno, en su indomable optimismo y confianza en la vida” (G. Santayana,
“Carácter y opinión en los Estados Unidos”).
9 Cfr. “La tiranía del liberalismo”, www.israelshamir.net. Cit. en “Patria Argentina” Nº 235, julio 2007.
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Así las cosas, si con el cine surgiría la posibilidad de un último lenguaje contradictor de los postulados y
formas de un mundo desacralizado y anti-tradicional10 que se extendía con la creciente influencia de los
medios de comunicación, el dominio financiero y, muy pronto, con las guerras, finalmente en esa lucha se
comprobó que ese mismo lenguaje nuevo podía ser refinado pero a la vez falsificado para muy sutilmente
continuar y servir de apoyatura a la guerra por otros medios. Sembrado el terreno mediante lo cultural, la
supremacía mundial sería mucho menos dificultosa. Las contradicciones que forjaron la sociedad norteamericana se harían presentes dentro del mismo Hollywood.
Hagamos un paréntesis antes de seguir. Hay algo que dice Chesterton y que, como siempre, pero aún
más en referencia a nuestro tema, es materia de reflexión: “Es habitual condenar al estadounidense como
un materialista a causa de su culto al éxito. Pero efectivamente este mismo culto, como cualquier culto,
aun el culto al diablo, prueba que, más que un materialista, es un místico”11. Esto nos lleva a entender
cómo y porqué el cine es algo que sólo pudo surgir en Estados Unidos y no en Europa. Nos referimos, en
este caso, a la herencia que asumió Griffith y los autores que lo continuaron, antes que a los industriales que
posibilitaron y explotaron sus logros. Nos referimos a ese sentido del culto ceremonioso y simbólico en la
forma de vincularse a la realidad (que Griffith como buen sureño poseía), un tipo de misticismo que, fuera
de la necesaria guía maestra de la Iglesia Católica, se terminó desviando no hacia el materialismo sino hacia
un neo-paganismo que luego sí, en nuestros tiempos, abrazaría lo aberrante y lo incomunicable, previa degradación del sentido simbólico-ritual de la vida. Mientras Europa se había estancado en una inmovilidad
propia de quienes se someten a la máquina, en Estados Unidos la máquina fue sometida por el hombre que
la tomó como objeto sobre el cual elevar su dinámico misticismo. El europeo se postró ante la máquina porque ya no se postraba ante Dios. El americano no se postraba ante la máquina porque su místico culto del
éxito le exigía movilizarse. Pero también es cierto que una reverencia residual del puritanismo y del catolicismo liberal tomó para sí esa re-utilización de la máquina para mirar el mundo como si éste fuera joven.
Por todo esto el cine norteamericano pudo re-introducir la figura del héroe y la épica, sin los cuales el cine
no hubiese sido lo que fue. Ahora bien, qué clase de héroe o arquetipo moldeó Hollywood, ese es tema de
otro capítulo de nuestro libro.
Lo cierto es que el materialista europeo agotaba su mirada en el rectángulo de la pantalla fija de Lumière
y Mélies. El místico americano, en cambio, no podía quedarse quieto sin expandir su mirada más allá hacia
el vasto horizonte. El éxito les pertenecía a estos últimos. Desde luego, no todo misticismo es bueno. El culto del comercio acechando a la poesía crearía una contradicción que muchas veces derivaría en la insatisfacción de ver estropeadas nobles cualidades adaptadas a un fórceps de felicidad final para asegurar el éxito.
Esa doble vertiente del misticismo vinculaba de una forma con la vida a través de la fantasía, y de otra a
través de la realidad. Esto es: la llamada “fábrica de los sueños” producía films y obtenía dinero. Había films
que podían llegar a vincular –con su lenguaje tributario de la tradición simbólica occidental- con la realidad, y hablamos de la realidad metafísica; mientras que el culto del puro éxito llevaba a evadir de la realidad a quienes desde los grandes estudios corrían tras el éxito y el poder, mensurable en números de taquilla
y recaudación. La fuerza que le daba el misticismo al cine y la industria norteamericanos llevaba consigo,
como el alma de Estados Unidos, una tensión que no era paradoja, sino una falta de cohesión que a la larga
debía resolverse, y hoy se ha resuelto. Pero ése es un tema posterior.
Ahora bien, que el cine norteamericano no fuera materialista no significa que no fuera liberal. Si el primer principio liberal es el de “la absoluta soberanía del individuo con entera independencia de Dios y de
su autoridad”12, la comprobación que nos presenta la amplia mayoría de los films surgidos de Hollywood –
más allá de ocasionales invocaciones a Dios- puede resumirse en unas palabras de Pío XII: “Con frecuencia
a Dios no se le niega, ni se le injuria ni se le blasfema; sólo que Él está ausente. La propaganda de una
vida terrestre sin Dios es abierta, continua. Con razón se ha observado que generalmente, aun en los films
considerados moralmente irreprensibles, los hombres viven y mueren como si no existiese Dios, ni la Redención, ni la Iglesia. No queremos ponernos a discutir las intenciones, pero no es menos verdadero que
las consecuencias de estas representaciones cinematográficas son ya extensas y profundas”13. Más aún y
más allá de esta imposibilidad, en muchísimos casos ni siquiera es dable advertir una mirada del director
donde, más allá de sus personajes, él sí pueda crear una estructura secreta que nos conduzca a comprender
un Orden en el cual el hombre no puede sustraerse a Dios (como muy bien sí lo ha mostrado Hitchcock en
Esto principalmente por su posibilidad de reinstaurar el uso del lenguaje simbólico para desde allí dar el salto hacia
lo trascendente, aunque lamentablemente muchas veces los símbolos fueron falsos o vaciados de su poder unificador
en el concepto total de muchas películas.
11 “Mi visión de Estados Unidos‖, Editorial Losada, 2010
12 Félix Sardá y Salvany, “El liberalismo es pecado”.
13 “Discurso a los predicadores de Cuaresma‖.
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sus films no explícitamente católicos; respecto de la mirada del cine sobre el misterio y lo trascendente ampliamos en otro capítulo de nuestro libro, como también en el estudio ilustrado “La mirada de Alfred
Hitchcock”).
David Wark Griffith, el genio inventor del cine.
Llevó en sí las contradicciones propias de lo que suele denominarse América.
Volvamos a esta contradicción que ha marcado desde sus comienzos al cine estadounidense. Una de las
más claras y primeras manifestaciones de este conflicto y esta rápida utilización del cine por parte del poder
se puede ver en el mismo Griffith. Hijo de un general derrotado en la Guerra de Secesión, demostró su clara
adscripción a la causa sudista con su monumental obra maestra, “El Nacimiento de una Nación” (1914). Sin
embargo, esta inocultable propuesta “dixie”, esta superproducción de un derrotado no le impidió colaborar
explícitamente con el victorioso liberalismo masónico, como puede verse en las versiones ingenuas y propagandísticas de “Corazones del mundo” (filmada por expreso pedido de Lloyd George, primer ministro
británico durante la Primera Guerra), “América”, “Abraham Lincoln” o “Huérfanas de la tempestad”14. Si
podía darse el gusto de glorificar al Sur, de un modo romántico, superficial y encantador, no podía poner en
cuestión el carácter predestinado de América ni indagar acerca de la verdad histórica, entre otras cosas del
asesinato de Lincoln. Creemos que no fue hasta “El Nacimiento de una Nación” sino cuando el poder político-económico dominante en Estados Unidos advirtió y comprendió el poder persuasivo del cine –como lo
comprendieron por ese entonces los comunistas rusos financiados por los banqueros norteamericanos 15
(por cierto, ¿qué hacía en 1916 León Bronstein, más conocido como Trotsky, participando como extra de
cine en la costa oeste?)16.
El crecimiento de los grandes estudios estuvo ligado –cosa que nunca se dice pero resulta obvia- con la
financiación de los bancos, muchos en manos de sus paisanos (el primero en financiar a estos productores
Esta película del año 1921 termina con la música que simboliza la Revolución Francesa (mucho más que ser el Himno Nacional de Francia), “La Marsellesa”, de igual modo terminaba “Casablanca”, clásico del año 1941. Como vemos la
influencia masónica era inalterable.
15 “De todas las artes, el cine es para nosotros la más importante‖, dijo Lenin en 1922.
16 “León Trotski, con pasaporte norteamericano y una gran suma de dinero (alrededor de U$S 20.000.000 en oro)
dejó Nueva York a bordo del buque SS. Kristianiafiord, el 27 de marzo de 1917 junto con 275 judíos revolucionarios.
Los canadienses los detuvieron en Halifax, Nova Scotia, porque lógicamente pensaron que Trotsky intentaba emprender una revolución en Rusia, lo que permitiría el desvío de gran número de soldados alemanes al Frente Occidental (Francia) y ello causaría la muerte de muchos soldados canadienses que se encontraban allí.(...)Después de
cinco días de detención, Trotsky y compañía recuperaron la libertad gracias a la intervención de Sir William Wiseman, un socio de la casa financiera Kuhn and Loeb, y continuaron su viaje a San Petersburgo, donde se reunieron
con Lenin en abril de 1917 en la capital rusa‖(Iwo Cyprian Pogonowski, “La momia de Lenin”, cit. en “Patria Argentina” Nº 269, agosto de 2010). El banquero Jacob Schiff “envió un telegrama de adhesión a un mitin bolchevique realizado en el Carnegie Hall, donde el orador Kennan proclamó la financiación de Schiff, para la propaganda revolucionaria” (New York Times, 10/4/1917). “La financiación de la Revolución Rusa es el hecho histórico más nítido e irrefutable de los últimos cincuenta años.”Cfr. “La finanza internacional revolucionaria” por Jorge Aníbal Rivero y Pedro
Eduardo Rivero, cit. en Suplemento Patria Argentina Nº 214, septiembre 2005).También “¿Quién financió a Lenín y la
Revolución Comunista de 1917?” por Jacques Delacroix.
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en sus primeros pasos fue el Bank of América; luego Morgan y Rockefeller; Warner fue sostenido por
Goldman, Sachs & Co.). Sin embargo, no queremos simplificar diciendo que esta condición fuera decisiva a
la hora de filmar una película, desde ya, sino que la orientación general de un gran estudio ante un hecho
importante (Guerra), educativo (Historia) o tema influyente (Religión) en la sociedad, no podía resultar
independiente de semejantes poderes que, lo repetimos, se estaban haciendo por aquellos años con el control de los resortes más importantes de la economía norteamericana. No ver esto y pretender que los magnates de los estudios no recibían ningún grado de influencia por parte de los dueños del poder económico
norteamericano resulta muy ingenuo.
Vale detenerse acá para confutar ciertas proposiciones que sobre Hollywood han sido vertidas por Ángel
Faretta, en oposición a la muy difundida opinión de que el cine de Hollywood vendría a ser “el opio de los
pueblos”, cosa que negamos, por lo menos si se vierte en términos absolutos.
En primer lugar, afirma que “Hollywood, sobre todo en su etapa clásica, no participó del ―modo de vida
americano”17, y esto debido a que “el cine norteamericano no es yanqui, es dixie. Dentro de la territorialidad histórica, imaginaria y legendaria norteamericana, el cine se nos aparece como el summun y la
síntesis de la tradición del Sur norteamericano. (...) Esta tradición trae aparejada, necesariamente, una
toma de distancia, una reacción con respecto a los imperativos de la apropiación de y por la técnica y del
estado de movilización general de la modernidad liberal”18. Se completa la afirmación en otra parte expresando que “el cine siempre se pensó desde el sur, recordemos que la película clásica tal vez más conocida
(...) ―Lo que el viento se llevó‖, está totalmente del lado del sur, como también lo están Buster Keaton, el
rock and roll, el blues, Truman Capote y Tennesee Williams. Hasta la Coca-Cola es de Atlanta, la capital
que quemaban en ―Lo que el viento se llevó””19.
Digamos en primer lugar que los ejemplos dados (Coca-Cola, rock and roll) más bien nos darían a pensar que el Sur triunfó en la guerra, ya que la gaseosa que salió del sur se ha convertido en un símbolo del
poderío imperial norteamericano, o, si quieren, del capitalismo yanqui. Por no hablar del rock and roll. ¿En
qué se opondrían la “Coca” y el “rock” a la modernidad liberal? ¿Se pretende ver en ello el espíritu del sur, o
solamente la inconveniencia de utilizar el calificativo yanqui para todo lo norteamericano? Ahora bien,
¿puede decirse así sin más que el cine norteamericano es dixie, o en realidad sólo una parte del cine norteamericano es dixie? ¿Y dixie o sureño en qué sentido? Ya hemos visto que lo de Griffith era una cosa más
bien mezclada, porque en algunos de sus films era servicial con el poder liberal. ¿Y el resto de los muchos
ejemplos que se pueden encontrar?
Convengamos que la del Sur con la del Norte fue una oposición o una “interna diferencial” entre protestantes. Y hay que decir también que hubo sí un ideal de vida y una tradición en el sur de Estados Unidos
opuestos al modernismo liberal del norte, las diferencias eran innegables. Como escribió Richard Weaver:
―En Estados Unidos, la nueva y la vieja Europa entraron en conflicto en 1861. El sur estadounidense no
sólo había acariciado aquel ideal (caballeresco), sino que le había insuflado renovadas fuerzas, en parte
gracias a su organización social, pero sobre todo mediante una educación basada en la retórica y las leyes. La tradición pedagógica del sur se correspondía con la de la sabiduría y la elocuencia caras a Cicerón. Esta circunstancia permite comprender por qué las más influyentes y creativas figuras políticas
del país, de Jefferson a Lincoln y hasta Wilson, tuvieran su origen en ese ámbito. Pero la Guerra Civil supuso la derrota del humanismo ciceroniano y, desde esa fecha, la adopción por el Sur del comercio y la
tecnología en su vida económica y de la dialéctica de Nueva Inglaterra y Alemania en sus afanes pedagógicos. El caballero pasó a ser un personaje tan improductivo como excéntrico, arropado por una difusa
sentimentalidad que era ya incapaz de comprender”20 Sin embargo, durante la guerra civil, ya los estados
del Sur, tal vez precisamente por esa “sentimentalidad difusa” que carecía de la perspectiva universal que
sólo el Catolicismo podía dar, habían sido cooptados por la Masonería que servía a los intereses de la Banca
Internacional. Las graves diferencias entre el Norte y el Sur fueron azuzadas por los agentes de los Rothschild para quienes esta guerra y la división de los Estados Unidos resultaban muy convenientes para someterlo. No puede de ningún modo compararse aquella situación con la división más tajante y definitiva que se
dio entre nosotros entre unitarios y federales, como algunos pudieran sugerir. Téngase en cuenta que cuando ocurrió la secesión, Judah P. Benjamin, principal agente de los Rothschild, se convirtió en Secretario de
Guerra y de Estado de la Confederación del Sur. Los Rothschild, a través de sus banqueros dependientes Er
“El cine llegó a su fin”, Revista Ñ, 24.12.2005.
“El concepto del cine”, Editorial Djaen, 2005.
19 “El cine llegó a su fin”, Revista Ñ.
20 Richard M. Weaver, “Las ideas tienen consecuencias”, pág. 73, Ciudadela, Madrid, 2008.
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7
Langer en el Sur y Belmont (Schonberg) en el Norte, financiaban a las dos partes.21 En las “Declaraciones de
Bismarck”, del año 1876 realizadas ante Conrad Siem, el canciller alemán “explicaba que los Rothschild,
que controlan Europa, temían que EE.UU. no dependiera de ellos si continuaban existiendo como una sola
nación. Previeron un enorme botín si lograban reemplazar a esta vigorosa república -segura de sí misma
y capaz de autoabastecerse- por dos débiles democracias endeudadas con los financieros judíos. A tal fin,
enviaron a sus emisarios para que explotaran el tema de la esclavitud y de esa forma excavaran un abismo entre ambas partes de la república‖. 22 Además, Abraham Lincoln23, glorificado incontables veces en el
cine norteamericano de manera folklórica o por el tema de la esclavitud, nunca porque en realidad lo que
quería era evitar el sometimiento de su país a la oculta esclavitud financiera de la Banca Internacional, el
presidente Lincoln “realmente inauguró una política monetaria que convirtió a los Estados Unidos en
independiente de la Banca Internacional. Por eso, y bajo el impulso del estadista Disraeli, Gran Bretaña y
Francia estuvieron a punto de intervenir militarmente en apoyo del Sur. A los ingleses se les prometía
retomar y someter la parte septentrional de los Estados Unidos, mientras que a Francia, que estaba viviendo la aventura mejicana con Maximiliano de Habsburgo, se le ofrecía Lousiana y Texas. Los Estados
Unidos fueron salvados por la providencial intervención del Zar Alejandro II, que notificó a Francia y a
Inglaterra de que consideraría una eventual ayuda militar al Sur como una declaración de guerra a Rusia; para reforzar la nota, envió inmediatamente dos escuadras navales rusas: una a Nueva York y la
otra a San Francisco, poniéndolas a las órdenes de Lincoln”24. Cosas éstas que el cine muy convenientemente siempre se ha encargado de ocultar mediante mascaradas patrióticas inofensivas o semblanzas pueriles e inocentes, como –insistimos- las de Abraham Lincoln, de quien siempre se dice que lo asesinó un
actor, cierto, John Wilkes Booth, pero nunca ni que éste era un masón (pertenecía a la misma logia que el
presidente de la Confederación Jefferson Davis, los “Caballeros del Círculo Dorado”. Booth era además
íntimo amigo de Simon Wolf, más tarde fundador de la Liga Antidifamación –ADL- de la logia masónica
exclusiva de los judíos B‟nai B‟rith) 25, ni tampoco el verdadero motivo: “La Unión se salvó, pero el presidente Lincoln, que había liberado al país de la esclavitud financiera y de la división, fue asesinado por
emisarios de las potencias bancarias y ocultas. Así fue como en 1865, los Estados Unidos -perdiendo su
soberanía monetaria y política- entró a operar en la historia como un instrumento para alcanzar el Gobierno Mundial”.26
Hugo Di Nicola, “El movimiento mundialista en la historia contemporánea”, Suplemento de “Patria Argentina” Nº
241, 15 de enero de 2007, tomado de “I Quaderni de L‟alternativa” Nº 2, Roma, marzo de 1976.
22 Henry Makow, “Por qué los banqueros aman a la izquierda”, en “Patria Argentina” Nº 194, Enero de 2004. Makow
cita entre otras obras el libro “The Secret World Government” del Conde Cherep-Spiridovitch.
23 Son sus textuales palabras: “Tengo dos grandes enemigos, el ejército sureño a mi frente y las instituciones financieras en la retaguardia. De los dos, el que está en la retaguardia es el enemigo más grande‖, cit. por Eustace Mullins,
de la obra “This Difficult Individual” de Ezra Pound, Patria Arg, Nº 194.
24 H. Di Nicola, ob. cit.
25 Otro masón muy influyente fue Albert Pike, que encabezó hasta su muerte en 1891 el Rito escocés de los Estados
Unidos. Además de haber sido general confederado, participó en Memphis de la fundación del Ku Klux Klan, organización terrorista y racista exaltada en la película “El Nacimiento de una Nación”. Pike ya le había declarado la guerra a
Cristo y la Iglesia Católica con su libro “La moral y el dogma” en 1871. También fue cofundador junto con Giuseppe
Mazzini del Rito Reformado del Nuevo Palladium, adorador de Lucifer. Cfr. “La guerra de León XIII contra la masonería” por Anita Gallagher, Revista Benengeli Nº 1, 1993.
26 H. Di Nicola, ob. cit.
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El Lincoln cinematográfico (aquí según Griffith), del cual siempre se ha omitido su faceta más importante, aquella por la que fue
asesinado.
Así las cosas, si el cine como dixie y por lo tanto como opuesto a los postulados del liberalismo y el “american way of life”, al recrear en sus fábulas el Sur y la Guerra de Secesión, si ese cine dixie, oculta todas estas cosas, ¿es en realidad un factor de oposición al Sistema de Dominación, o más bien este Sistema deja
que se levante la leyenda negra sobre el Sur, y se recurra a un tema histórico y polémico pero de manera
superficial, dejando que lo sentimental, lo gestual, lo vestimentario y lo pintoresco evite las verdades que
podrían hacer reflexionar al público norteamericano? ¿Cuáles son los valores que transmite “Lo que el viento se llevó” y que a un norteamericano le permitirían oponerse al liberalismo democrático imperante? Precisamente esos valores se los llevó el viento y, en todo caso, recuperando el ejemplo completo de alguien
como Lincoln, pero decimos completo y no parcial porque esos valores aristocráticos o caballerescos que se
pretenden rescatar explican su acción fundamental y su final, sólo así podrían tal vez los norteamericanos
comenzar a comprender de qué manera fueron y siguen engañados. Pero esto no se lo ha dado ni se lo dará
el cine. Tal vez una de las claves para entender todo este asunto, nos la ofrezca la película de 1975 “Obsesión”, de Brian de Palma. Es un italiano católico (a la manera norteamericana, es cierto) quien indirectamente pone las cosas en su lugar en el cine. La historia del film transcurre entre los años 1950 y 1970,
aproximadamente. Allí el protagonista, Michael Courtland (Cliff Robertson) un sureño rico, caballeresco y
ceremonioso, que reside en Nueva Orléans, es estafado y engañado por su amigo y socio en los negocios,
gracias a ese sentimentalismo que domina al dixie. El sureño Courtland, no contaminado por la loca ambición de dinero de su socio, es sin embargo un tipo que vive fuera de la realidad, anclado en el pasado,
nostálgico y romántico, pero lo es porque vive sólo de las formalidades y no de la vida del espíritu y el estudio que le permitan comprender la realidad. Son los buenos ideales anegados de nostalgia. Por eso no reconoce a su enemigo, a quien tiene a su lado. Lo mismo de algún modo ocurrió con Griffith y con los que han
sostenido esa mirada hacia el pasado anclada sobre todo en los sentimientos. El pobre Griffith, genio creador del cine, maestro consumado, exuberante y sentimental, fue dejado de lado en su anquilosada visión del
pasado para, finalmente, a su muerte en 1948, recibir las exequias en el templo masónico de Hollywood.
Como para que queden claras unas cuantas cosas.
Otro axioma o postulado a considerar del concepto del cine farettiano, es el que dice que los grandes estudios se forjaron por una doble diáspora judía y católica de origen austrohúngara, que desplazaron a Griffith pero “incorporando el elemento dixie raigal y constitutivo”27 . Algo así como un pacto o acuerdo de
judíos y católicos para representar en sus producciones cinematográficas una continuidad del Imperio Austrohúngaro (disuelto como resultado de la Primera Guerra) y de esa manera oponerse a los postulados del
modernismo liberal yanqui, a través de la “política del barroco”28. Si el lector ha entendido el muy sucinto
“Diálogos con Ángel Faretta”, www.angelfaretta.com.
“Fueron esos miles de judíos y de católicos los que formaron una alianza y construyeron una suerte de leviatán
industrial para –como en toda relación de poder-, primero autofortalecerse, darse ―un lugar y, una vez conseguido
esto, volcar esta fuerza polémicamente contra aquellos que necesariamente se les oponían. Eso fue hecho y sostenido
durante décadas por los Warner, los Mayer, los Zanuck, y de consuno por los Ford, Walsh, los Hitchcock y los Minnelli” (A. Faretta, “Hollywood, del ensueño al reino de las pesadillas”, Revista adn La Nación, 14/2/2009). Con res27
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esbozo que referimos anteriormente sobre la Guerra de Secesión y sus resultados, parece inadmisible al
sentido común –diríamos que muy ingenuo- creer que aquel poder capaz de dominar naciones enteras,
provocar guerras, asesinar presidentes y tener en sus manos los grandes bancos internacionales, la prensa y
la educación (a través de las fundaciones libres de impuestos), haya sido tan estúpido e inoperante como
para dejar que se le escapase la mayor y más influyente industria del espectáculo y propaganda de todo el
mundo, como el cine norteamericano. He aquí una clara confesión de uno de sus agentes circunstanciales:
“La cultura popular puede ser con frecuencia una fuente importante de poder ―blando‖. Simples artículos
como los pantalones vaqueros, la Coca-Cola o las películas de Hollywood contribuyeron a la obtención de
resultados favorables respecto de al menos dos de los más importantes objetivos americanos después de
1945. Uno de ellos fue la reconstrucción democrática de Europa después de la Segunda Guerra mundial y
el otro fue la victoria en la Guerra Fría. El plan Marshall y la OTAN fueron instrumentos decisivos pero
las ideas transmitidas por la cultura popular americana reforzó su efecto”.29 Y por si no queda claro, Elmer Davis, director de la agencia de propaganda estadounidense durante la Segunda Guerra, Office of War
Information (OWI), declaró: ―La manera más fácil de inyectar una idea de propaganda en las mentes de
más gentes es hacérsela entrar por medio de un filme de entretenimiento cuando no se dan cuenta de que
están siendo objeto de la propaganda”30
“Why We Fight”, serie de filmes documentales de propaganda dirigidos por el gran director Frank Capra y escritos por los
hermanos Julius y Philip Epstein, los mismos guionistas de los films propagandísticos de ficción “Casablanca” y “Mr. Skeffington”.
Aquella tesis del contrapoder judío-católico parece fundamentarse solamente en una teoría que no se
demuestra en la práctica, no en las obras mismas del cine ni en los hechos, donde tal cosa es imposible de
pecto a la “política del barroco”, digamos que el barroco fue la política de la Contrarreforma católica, no la política de
los productores judíos de Hollywood. El barroco como política fue un agere contra, que define además la imperfección
del hombre y, por lo tanto, su necesidad de la Gracia de Dios. Fue “ese arte de puro movimiento y de expresiones a
veces patéticas [que] es un grito de triunfo de la Redención, un canto de victoria del catolicismo sobre el pesimismo
de un protestantismo frío y desesperado‖ (en palabras de Mons. Lefebvre).Un movimiento contra la autosuficiencia
del hombre y por lo tanto una contundente declaración artística de su dependencia de Dios, cosa que el cine de Hollywood jamás demostró. Respecto de “lo barroco” –cosa distinta de la “política del barroco”- ampliamos en nuestro capítulo “El cine y el misterio”.
29 Joseph S. Nye, ex -subsecretario de defensa de EE.UU. “Más Hollywood, jeans y cultura americana que gestas guerreras”, diario Clarín, 5 de setiembre de 2004.
30 “Las películas en la cultura americana: el control del entretenimiento en América, 1930-1968”, Gregory D. Black,
Universidad de Missouri, Kansas City. “La OWI quería infundir propaganda a las películas, y escribió un manual
para los realizadores que llevó a los estudios a producir filmes que enfatizaban la guerra como una ―guerra del pueblo‖, una batalla entre ideologías en conflicto (fascismo vs. democracia), no una guerra entre diferentes razas. La
OWI preguntó a cada realizador: ―¿Ayudará esta película a ganar la guerra?‖. Idem. Asimismo Roosevelt ordenó
crear una Sección de Cine del War Department, al frente de la cual estuvo Frank Capra, que movilizó en principio a
Anatole Litvak y Joris Ivens para la serie de documentales de propaganda “Why We Fight”. En realidad no sabían por
qué peleaban.
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comprobar. Lo cual no quiere decir que algunos films puedan oponerse a la corriente moderna liberal, pero
no como decisión premeditada de un gran estudio que en definitiva depende de tal sistema para sobrevivir.
Porque si se habla de un supuesto pacto o acuerdo entre judíos y católicos, la pregunta es ¿judíos y católicos
en qué sentido? Sólo cabe hacer tal mención en el terreno de lo religioso, no otra cosa define el ser judío y el
ser católico. Porque, en el caso de que no exista tal práctica o visión del mundo influida por la religión, entonces se tratará de dos personas agnósticas o ateas que se sientan a hablar, por lo cual su condición religiosa no estaría definiendo su denominación. Pero si se habla de judíos y católicos se habla de la religión judía
y la religión católica, las cuales son como el agua y el aceite. Si quienes se dicen judíos y católicos llegan a un
acuerdo, lo harán dejando de lado su condición de judíos y católicos, entonces hablar de “judíos y católicos”
será desacertado. Si el agua y el aceite se mezclan es porque, o el agua no es tan agua o el aceite no es tan
aceite. Y como en el postulado que analizamos se refiere una determinada visión del mundo coincidente,
esa visión del mundo estará exenta de la mirada religiosa o una de las dos visiones acerca de lo religioso
habrá defeccionado en el camino, para llegar a tal acuerdo. Siendo los judíos los dueños exclusivos de todos
los grandes estudios, ¿quién cree el lector que habría cedido en su posición? Eso en el caso de existir el determinado acuerdo o connubio entre católicos y judíos. Si el lector recuerda, por ejemplo, de qué manera el
cine abordó los temas religiosos católicos, y los temas bíblicos y evangélicos (recuerde por ejemplo las dos
versiones de “Rey de Reyes”), comprenderá quién tiene la última palabra y qué clase de influencia tienen los
católicos en Hollywood en ese punto. Piense también, de paso, que el único director católico no resabiado
de liberalismo o no del todo asimilable para el Sistema, sino en los réditos económicos de sus películas, Alfred Hitchcock, nunca recibió el archifamoso premio Oscar31, y más bien fue tratado no como un gran artista, sino como simple “entretenedor”, papel al que hubo de confinarse para poder mantener su relativa independencia de criterio 32.
Cecil B. de Mille debió modificar su versión de “Rey de Reyes” (1927) por presión de la Logia B‟nai B‟rith, ofreciendo una
versión light e infiel a la historia de la Pasión de Cristo. La versión de 1961 sería más falsa aún.
Especie de canonización profana con la que Hollywood se ensalza a sí mismo.
Ya en sus últimos años le dieron de consuelo el premio honorario denominado “Irving G. Thalberg”, que suele entregarse a directores o artistas ya casi jubilados o que se desea enterrar, y que Hitchcock recibió con desdén. “Hollywood
nunca supo el gran artista que era –dijo uno de sus colaboradores Samuel Taylor- Bajo las circunstancias adecuadas,
hubiera debido ser nominado para todos los premios de la Asociación de Directores y todos los Oscars. La hipocresía
básica de Hollywood es que no creen realmente que el cine sea un arte. Hitch sabía todo eso, estaba metido muy dentro de él. El y Alma lo sabían. Lo doloroso que debió ser para ellos el estar donde estaban y no ser totalmente apreciados, especialmente después de que abandonaran Inglaterra por esa misma razón, esperando que América les
proporcionara lo que no había hecho Londres. Pero Hollywood solamente les convirtió en los payasos de la casa”
(cit. en “Alfred Hitchcock. El lado oscuro del genio”, por Donald Spoto). Ni Hollywood ni su biógrafo citado le dieron
el respeto que merecía, y ni siquiera la Iglesia supo prestar la atención debida a sus obras. Hasta fue despreciado explícitamente por algunos críticos que llegaron hasta acusarlo de hacer un cine aburrido (sic) y arrastrar a la juventud
hacia una cultura neonazi (sic) (estos ataques provocaron la sana reacción de críticos como Chabrol y Rohmer a fines
de los años ‟50). Un periodista llamado Román Gubern, uno de esos españoles de izquierdas que se creen muy avanzados por seguir la corriente del mundo, tipos como éstos que son los que lanzan una “leyenda negra” contra Hollywood
a la vez que sacan beneficios de un mundo que Hollywood se negó a combatir, escribió que no había que tomar a
Hitchcock muy en serio. Ni reconocimiento a un lado, ni del otro ni de arriba. De allí el triste final del genio católico
del cine.
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Pero la referida tesis se asienta fundamentalmente en el llamado elemento austrohúngaro, y eso se debe
a que algunos de los productores, directores, guionistas, y técnicos judíos procedían originalmente de allí33.
Sin embargo, no fueron tantos como parece. Sí varios (no todos) de los productores judíos que no habían
asimilado la religión imperante del Imperio (católica), como sí asimilaron la nueva religión del liberalismo
“made in USA”. Si hacemos un recuento de los directores, de un total de 70 de los más activos realizadores
que trabajaron en la etapa clásica de Hollywood, contamos 42 nacidos en Estados Unidos y 28 en el extranjero. De estos últimos, nacidos bajo el Imperio Austrohúngaro, se cuentan: Billy Wilder y Otto Preminger
(directores muy talentosos pero corrosivos y bien liberales -que incluso tuvieron problemas con la Iglesia
Católica)34; Michael Curtiz (húngaro, director de la propagandista “Casablanca”)35; André De Toth (mediano director, húngaro); Edgar G. Ulmer (talentoso realizador de films clase “B”, pero no “gran autor”); Fritz
Lang (seguramente el mejor de todos, autor pesimista que debió en algún momento acomodar las cosas
forzado por el sistema liberal, volvió a Alemania después de 1945); Charles Vidor (mediocre autor de la tan
publicitada “Gilda”); Josef von Sternberg (otro gran director); Erich von Stroheim, (inasimilable por ninguna cinematografía); y finalmente el más sobrevalorado y premiado de todos, Fred Zinemann (autor de
bazofias como “A la hora señalada” o ―De aquí a la eternidad”36, entre otras). Había alemanes como William Dieterle (realizador de “La vida de Emilio Zola”, oscarizada); Henry Koster (el de “El manto sagrado”37); Ernst Lubitsch (consumado y disolvente comediante, el del “toque” Lubitsch); Curtis Bernhardt
(muy buen director); Douglas Sirk (maestro del melodrama, últimamente muy sobrevalorado) y Robert
Siodmak (uno de los mejores directores, no suficientemente estimado); los dos últimos regresaron a Alemania tras el final de la Segunda Guerra. También había ingleses como Alfred Hitchcock (católico, el mejor
de todos los directores para nosotros, y el más ajeno al sentir hollywoodense, único que no realizó ni westerns ni musicales, géneros los más representativos del cine norteamericano), Edmund Goulding (alternó
“El elemento austrohúngaro es una forma de continuidad territorial del cine que apareció organizada desde el
comienzo de aquél. Esta territorialidad es asimilable o entendible debido tanto a la cantidad de autores de films de
ese origen, a las diégesis acuñadas, como también a determinado punto de vista histórico o formal.” A. Faretta, “El
concepto del cine”, Ed. Djaen, 2005.
34 Tal vez la gran influencia que sí pudieron haber tenido estos dos directores la hayan recibido de Arthur Schnitzler,
que no necesitó poner un pie en los Estados Unidos para extender hasta allí su sombra. Ophuls también lo llevaría
hasta Hollywood. De todas formas todos estos artistas no tenían más de diez años de edad cuando el Imperio tocó a su
fin. Preminger, cuyo padre había sido el único judío Fiscal General del Imperio, tenía un resentimiento contra el catolicismo, y se infiere por sus comentarios que los judíos no se sentían del todo cómodos en el Imperio, pese al cargo
obtenido por su padre. Wilder, por su parte, admirador de Estados Unidos desde niño, retrata así a su padre: “Mi padre era un soñador y un aventurero que durante toda su vida estuvo buscando algo, sin saber exactamente qué era.
Soñaba con hacerse rico, y por eso cambiaba de negocios a salto de mata‖ (Billy Wilder, “Nadie es perfecto”, Ed. Grijalbo 1992). ¿Acaso a ese ideal crematístico puede llamársele mentalidad austrohúngara?
35 Curtiz (Mihaly Kertest) parece haber sido el que mejor se adaptó al liberalismo yanqui, por eso dirigió una enorme
cantidad de películas todas muy diferentes entre sí pero todas complacientes al sistema. Por ejemplo, el musical “Navidades blancas”, basado en Irving Berlin. Como escribió Jones: “Dios le dio a Moisés los diez mandamientos, y a Berlin le dio ―Desfile pascual‖ y ―Navidades blancas‖. Las dos fiestas celebran la divinidad de Cristo –la divinidad que es
la verdadera causa del rechazo judío al cristianismo- ¿y qué es lo que hace Irving Berlin tan brillantemente? Las
descristianiza. A la Pascua la transforma en un show de moda y a la Navidad en un feriado con nieve...este es el
cristianismo purificado de odio a los judíos‖ (E. M. Jones, ob. cit.)
36 ―La peor herejía de nuestros tiempos es la supresión –supuesta- del pecado. Ahí tienen una obra célebre en nuestros tiempos, la novela de ochocientos páginas “De aquí a la eternidad‖ de James Jones, que escandalizó a Norteamérica, y de la cual hicieron una cinta. Es un gran fresco muy verídico y minucioso del ejército norteamericano en
tiempos de paz, en Hawai, antes del desastre de Pearl-Harbor:‖our brave boys‖. Un montón de hombres sometidos a
una disciplina rígida: bravos, sufridos, altivos, estoicos: una sociedad pagana. Allí se ha suprimido el pecado contra
Dios: se peca contra el Reglamento o contra el Camarada o contra el Superior, o contra la Patria. Se ha echado fuera el pecado cristiano; y por tanto, todo el Cristianismo. El Pecado retorna en forma de inhumanidad, angustia,
crueldad, desesperación. Es un verdadero horror, que sobrecarga el alma: hizo bien el intendente de Buenos Aires al
prohibir hace poco su traducción. No se puede dar una idea sin leer el enorme libro de lo que es eso‖. P. Leonardo
Castellani, “El Evangelio de Jesucristo, Ed. Dictio, pág. 347.
37 “En la Argentina se ha visto mucho una película ―holliwoodense‖ llamada EL MANTO SAGRADO, en la cual el
proceso de Cristo y sus promotores está escamoteado; y la idea que saca el vulgo es que a Cristo lo mataron los romanos; es decir, ¡los fascistas!; y que Cristo murió por la ―democracia‖. Han aplicado a la teología la técnica de los
dibujos animados: el manto (no la túnica, que es lo que los soldados echaron a suertes) obra brujerías; pero no se
sabe si Cristo es Dios, o qué. La ―cinta‖ está inspirada por ese neomahometismo culto que parece ser la teología de
una gran parte del pueblo yanqui; conforme a lo que predijo hace más de un siglo y medio el conde Joseph de Maistre: ‖El protestantismo vuelto sociniano –negada la divinidad de Cristo- no se diferencia ya esencialmente del mahometismo”. P. L. Castellani, nota en “El Evangelio de Jesucristo”, Dictio, pág. 199.
33
12
melodramas muy buenos con pavadas acerca de la espiritualidad hindú como “El filo de la navaja”), Charles Chaplin (liberal de izquierda) y James Whale (autor de las inolvidables Frankenstein y otras de terror,
luego decayó). Había nacidos en Rusia como Anatole Litvak (director interesante pero nada destacado) y
Lewis Milestone (asimilado). Y rumanos como Jean Negulesco (hizo cosas valiosas pero no muy personales), o italianos como Frank Capra (gran director pero católico liberal que llevó su contradicción a cuestas).
Y los nacidos en Francia Jacques Tourneur (talentoso hacedor de films fantásticos memorables pero nada
“esotéricos”, como se quiere ver por allí, además de films de aventuras) y William Wyler (uno de los mejores
de todos, autor de obras maestras pero también de films muy liberales durante la guerra). Y nacidos en Canadá como Mark Robson y en Australia como John Farrow (interesantes pero siempre al servicio de lo que
el estudio demandase). Por no decir que había hijos de inmigrantes como Joseph Mankiewicz, George Cukor o Vincente Minnelli (tres maestros que habían heredado una impronta tradicional de la vieja cultura
europea, pero en algún momento se mostraron complacientes a las ideas liberales). Hasta aquí lo dicho, del
conglomerado estrictamente austrohúngaro, es decir, de aquellos que nacieron y se criaron en su niñez allí,
y que habrían trasladado la mentalidad del Imperio a Hollywood, resultan un total de tan sólo diez realizadores que no tuvieron una influencia decisiva en el cine norteamericano, o, en todo caso, algunos de ellos la
tuvieron en forma negativa (de los buenos films católicos –no decimos únicamente de fábula confesional,
sino de sentido católico- que se hicieron en Hollywood, y por lo tanto contrarios al “modo de vida americano”, ninguno salió de sus manos; se mencionará “Un hombre de dos reinos”, pero es un film muy mediocre
probablemente premiado por razones políticas, al que incluso su director Fred Zinemann contradijo en muchos otros de sus films liberales). El personal técnico devenido de aquellas tierras, consumados artistas,
músicos y actores, debieron adaptarse a esa gran industria regida con mucha inteligencia y talento por los
productores. ¿Fueron éstos los que le dieron el contenido austrohúngaro, o en realidad el tono general se
ajusta a una gran variedad de influencias europeas todas asimiladas al liberalismo de América? Tal vez los
restantes ensayos de este libro ayuden a completar el panorama de una pugna entre una forma de ver el
mundo tradicional y simbólica y un naturalismo y paganismo que se imponen y se utilizan como forma de
dominio cultural. Pero nunca hay que dejar de tener en cuenta que Hollywood ha sido un reflejo de la sociedad norteamericana, profundamente contradictoria, capaz de ofrecer lo mejor y lo peor del ser humano.
Decir que “tampoco deberíamos olvidar que el cine clásico norteamericano es obra de descendientes de
italianos como Minnelli, de ingleses católicos como Hitchcock y alemanes como Lang‖ 38 nos parece una
simplificación. El cine norteamericano clásico es mucho más que eso, lamentablemente.
La Navidad hollywoodense: descristianizada.
Quizás la mejor tradición del Imperio disuelto en 1918 se haya quedado desperdigada por Europa, en las
obras de escritores como Hugo von Hoffmannsthal, Karl Kraus, Robert Musil, Hermann Broch, Franz Wer38
A. Faretta, “El cine llegó a su fin”, Revista Ñ Clarín, 24-12-2005.
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fel y Joseph Roth39. Esa realidad perdida que entonces se añora y se piensa saben no podrán ya encontrarla
ni recrearla sino en sus obras. Un Imperio que era sacro pero también mundano, y cuya unidad de diferentes etnias y religiones sólo pudo mantenerse en la cohesión católica que, cuando empezó a defeccionar influida por sus enemigos y por los nuevos tiempos modernos, terminó de preparar al Imperio para su final.
Porque no se olvide que de la Viena de la efervescencia cultural también salió Freud, y allí nació también el
movimiento sionista de Theodor Herzl. Contradicciones inasimilables en un cuerpo que resultaba extraño
para los nuevos tiempos que la sinarquía mundial planeaba. Los autores mencionados comprendieron que
ese “alegre apocalipsis”, como lo llamó Kraus, no podría ser superado, porque ya no había una tierra de
promisión sin su Emperador40.
Tal vez lo que se quiera afirmar en la tesis que confrontamos sea que lo que se vio continuado en el cine
de Hollywood ha sido el “espíritu austro-judío”, expresión usada por Paul Engelmann para describir el ambiente del cual participó Ludwig Wittgenstein. Lo cual sería distinto, pero también algo difícil de evaluar.
En todo caso, si “el imperio demostró entonces que se podían tener todos los beneficios de la era industrial,
técnica y científica pero sin aceptar los parámetros liberales que supuestamente hacían posible tal estado
de cosas”41, no parecieron entenderlo así los productores y directores refugiados en Hollywood, que en gran
medida con su aporte a la campaña bélica y “democratizadora” de las dos guerras mundiales –en especial de
la Segunda- contribuyeron a extender los parámetros liberales a la vieja Europa y el resto del mundo, como
cualquiera puede observar a través de los films de guerra norteamericanos, por no hablar de otros géneros
interesados en la movilización total.
Debe decirse entonces que había una larga tradición artística, una manera de hacer las cosas heredada
que encontró en Hollywood su “paraíso” donde poder desplegar ese talento. Pero luego esa tradición no fue
abonada o nutrida por una forma de pensamiento que necesariamente debía asentarse en lo católico, ya que
aquellos autores habían crecido en los restos finales de una sociedad edificada por el Cristianismo. Muchos
de esos artistas ya habían empezado a pensar como liberales en los estertores finales del Imperio. Por lo
cual parece que fue en Estados Unidos, la tierra del Liberalismo, donde su pensamiento –especialmente el
de los artistas judíos- se terminó de secularizar, lo cual no les quitó, por supuesto, el talento.
Pero sin dudas el espíritu del Sacro Imperio se quedó refugiado con Carlos I, su último monarca, que murió desterrado en la isla de Madeira, Portugal, en 1922. Hoy es Beato de la Iglesia Católica.
40 Otro hijo del Imperio Austro-Húngaro que se quedó en Europa fue el talentoso director Ladislao Vajda, que filmó
mayormente en la España católica de Franco, pero también en Portugal, Italia, Alemania y Suiza.
41 A. Faretta, “Espíritu de simetría”. Creemos también que es simplificar demasiado decir, unas líneas más abajo, que
“para acabar con esa ―mancha‖, con ese baldón, con ese testigo peligroso y constante de que podía haber modernidad sin liberalismo, se inventó toda una guerra; y mundial”. Es cierto que el Imperio Austrohúngaro era un inconveniente para la masonería y los planes mundialistas. Pero acabar con él no fue la única ni principal razón para inventar la primera guerra. La estrategia de Gran Bretaña (y la élite mundialista) para el control del oro, las materias primas, los mares y el petróleo tenía un gran enemigo y ése era Alemania. El avance por parte de este país en la construcción del ferrocarril Bagdad-Berlín le permitiría el acceso rápido y directo a los campos de petróleo de Medio Oriente,
además de acceder a un lugar de suma importancia geo-política. Anteriormente el Imperio Británico había impedido la
extensión del ferrocarril al Golfo Pérsico, asentando en Kuwait un “protectorado británico”. La última conexión ferroviaria en Europa se encontraba en Serbia. Poco antes de concretar este enlace fue asesinado el heredero del trono
austríaco por un asesino serbio, por lo cual Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia. Así ingresaron en la misma
por diferentes tratados previos Alemania, Francia, Rusia e Inglaterra. La finanza internacional a través de la Masonería, que excitaba estas diferencias y provocó el crimen desencadenante, también hizo entrar en la guerra a los Estados
Unidos, mediante la sucia maniobra del “Lusitania”. Una forma de dominar aún más a aquel país y utilizarlo para sus
fines, además de cambiar la mentalidad de su pueblo. Como resultado se destruyó el Imperio Austro-Húngaro, último
imperio católico; se arruinó a Alemania; se entregó Rusia al Comunismo; Inglaterra y Francia se repartieron Medio
Oriente; y los británicos –a través del sionismo- obtuvieron el “protectorado” sobre Palestina, en lo que luego se iba a
transformar, tras la segunda contienda mundial, el Israel judío. El nacionalismo desenfrenado de cada nación tuvo su
castigo, y el interés de formar un gobierno mundial, a través de la “Liga de Naciones” fracasó. Pero el empeño continuó. Se formó el “Instituto Real de Asuntos Internacionales” (RIIA) para coordinar las acciones imperialistas angloamericanas, y su filial norteamericana “Council on Foreign Relations” (CFR), financiada por el banquero J. P. Morgan,
que continúa funcionando hasta nuestros días. Cfr. Alan B. Jones, “Cómo funciona realmente el mundo”, Editorial
Segunda Independencia, 2000.
39
14
Hollywood ofreció sus mejores recursos para que maestros como Alfred Hitchcock desarrollaran su potencial artístico, pero al
costo de tener que volverse un entertainer y casi un clown para poder soportar la independencia de criterio en una industria que
nunca le reconoció su talento.
No está muy lejos de la verdad, aunque resulte una generalización, la afirmación de los mismos interesados de que “podemos concluir que el cine fue un paso gigantesco hacia la sociedad de consumo de finales
del siglo XX. Por lo tanto, hay quien afirma que fueron judíos de Hollywood los que refinaron, pulieron y
popularizaron el concepto del modo americano de vida, al convertirse en la herramienta capaz de mostrar a los trabajadores comunes la visión de una existencia mejor”42. Esta visión exclusivamente terrena se
ha unido a la vocación “salvacionista” del “destino manifiesto” norteamericano: “La vocación de América
no es la que Virgilio expresara a propósito de Roma: ―Tu regere...‖, sino la de salvar a la humanidad de
los oscurantismos, de las guerras, de las revoluciones, de la miseria de la condición humana. En una palabra: la salvación por la buena fórmula cuyo principio y cuyo final están inscritos en la Constitución y en
las leyes americanas. El American way of life es su traducción fiel, invariable para todos los pueblos.
Tarde o temprano, y con ayuda de la pedagogía americana, la humanidad entera la adoptará”.43 La vocación “salvadora” se ha dado a través de una de las más notorias contribuciones de los artistas judíos al
“american way of life”, nos referimos a la creación de los Superhéroes, que de la historieta pasaron luego al
cine y el serial con gran éxito. “Superman, Batman y el Capitán América fueron creaciones de autores judíos que hasta hicieron luchar a algunas de sus criaturas contra los nazis‖, nos informa una nota de la Revista Viva de Clarín (a raíz de una exposición en París de tal temática llamada “De Superman al gato del
rabino”) que lleva este significativo título: “Superjudíos”. También lo fue “El hombre araña”. Pero es el
gran superhéroe norteamericano el que muestra de qué manera se asimiló a América: ―El psicólogo y profesor de la Escuela Integral Hebreo Uruguaya, Yehudá Ribco, en su página serjudío.com, señala una serie
de características —algunas explícitas, otras no tanto— de Superman en su etapa más conocida de defensor de la justicia, las cuales, a su parecer, podrían estar vinculadas con el Judaísmo. ―Para empezar, Superman nació de la mente de un adolescente judío en 1933 y su meta era proteger a los indefensos, precisamente en la era del comienzo del auge de Hitler y su imperio del mal‖, apunta Yehudá Ribco, lo cual
podría explicar detalles como los nombres de los personajes y del planeta natal de Superman, así como su
salvación en un arca ―espacial‖, que parece una referencia bíblica a la salvación de Moisés, aunque también podría referirse a los Kindertransports que salvaron a miles de niños judíos de la amenaza nazi,
llevándolos a Gran Bretaña. Ribco también señala que Superman es un individuo que vive en el exilio, la
Diáspora, ya que su patria fue destruida en un inmenso cataclismo. Al igual que muchos judíos, ama su
patria de adopción, pero no desdeña su origen. El personaje de Superman es un extranjero que, cuando
oculta su identidad, se muestra débil y apocado, pero cuando actúa de acuerdo a su esencia auténtica es
increíblemente poderoso. En particular, el hecho de que este héroe de capa roja y mallas azules tenga un
alter ego puede guardar relación con la historia del Pueblo Judío, que ha sido víctima de asedio y cuyos
miembros incluso han tenido que cambiar sus nombres para evitar ser reconocidos, pasar desapercibidos
y salvarse de sus persecutores. ―Superman trabajó la tierra, pero escogió un oficio que lo vincula con las
letras, tal como el Pueblo Judío, que era campestre pero siempre unido al Libro‖, afirmó Ribco y asegura
42
43
Jaime Broner, “El cine como entretenimiento de masas”, “Nuevo Mundo Israelita”, Venezuela.
Thomas Mollnar, “La influencia de América en Europa”.
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que el personaje está para servir al prójimo sin pedir nada a cambio: ―La justicia y el servicio son sus objetivos, los villanos lo odian de corazón y no descansan en su afán de exterminarlo‖. Además observa que
cuando Superman está cerca de ciertos elementos impuros —la criptonita—, pierde los poderes que lo
hacen especial.44 Pero no se vaya a creer que estos superhéroes tan impolutos y democráticos eran unos
santos. Porque podían combinar las hazañas contra los malvados que atacaban la Libertad con el sadomasoquismo, “mujeres desnudas con látigos y tortura exótica”, como nos informa otro artículo de Clarín titulado “Superman y el sexo con látigos”, donde se muestra un ejemplar de la historieta de Joe Shuster llamado “Secret Identity: The Fetish Art of Superman‟s Co-Creator Joe Shuster”, con su correspondiente portada
“erótica”.
Superman, superhéroe judío salvando al mundo, y luego disfrutando de placeres que su moral le permite sin ninguna culpa. Los
dibujos animados y luego el cine de actores rescataron su figura hasta el día de hoy.
Podríamos hacernos muchas preguntas acerca del lado oscuro de Hollywood que no se quiere ver, o
arrimar datos, como por ejemplo:
¿Por qué convirtieron en leyenda al productor Irving Thalberg, muerto en 1936, velado en la sede de la
logia masónica B‟nai B‟rith45?
“Superhéroes con raíces judías”, Andrea Hernández. “Nuevo Mundo Israelita”, Venezuela. Desde luego, Superman
es una evidente burla hacia el único Hombre-Dios, Jesucristo, e inclusive en las historietas se ha podido ver una explícita parodia de la imagen de La Pietá. Digamos también como dato curioso pero significativo, que pocos días antes de
que el Presidente de EE.UU. anunciara que habían matado a Osama Bin Laden, en la revista de Superman éste había
renunciado a su ciudadanía estadounidense, principalmente debido a que esa condición le ocasionaba problemas de
impopularidad. Ahora, como ciudadano global, podrá impartir justicia por todo el planeta, y nos atrevemos a suponer
que nadie osará criticarlo desde los medios de comunicación, en su oculta condición de judío, como suele ocurrir habitualmente.
45 Su nombre completo es “The Independent Order of B‟nai B‟rith” (La Orden Independiente de los Hijos de la Alianza). Uno de los antiguos presidentes de la Orden ha escrito: ―Los miembros de la B’nai B’rith están destinados a preservar nuestra preciosa herencia judía (...) el refuerzo de nuestros rangos a través del mundo dará más peso a nuestra voz”. Los “Hijos de la Alianza” quieren ser, a la vez, la punta de lanza del pueblo judío y los poderosos jefes de
sección de las obediencias masónicas en la lucha contra la religión católica y en la creación y organización de diversos grupos que operen para la desaparición de las naciones y de los pueblos para llegar a instaurar un poder supremo mundial que se remita, finalmente, a sus manos. Su influencia es considerable: “Su influencia es tal que incita
a los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos de América a presentarse delante de ellos antes de cada elección (...) Los B’nai B’rith están representados en el seno de la mayoría de las organizaciones internacionales tales
como las Naciones Unidas y la UNESCO, y en cuanta organización no gubernamental haya (...) La Orden hasta
tiene sus entradas en el Vaticano”(publicado en “Tribuna judía” del 23 de diciembre de 1985). Los banqueros Warburg, Jacob Schiff y Gugenheim, que aportaron los fondos necesarios para el éxito de la revolución bolchevique,
pertenecían a esta organización.” “Hacia el gobierno mundial y su religión universal. La acción de la B‟nai B‟rith”,
Revista Iesus Christus Nº 47, septiembre/octubre de 1996. Otro que pertenecía a la logia era Sigmund Freud. El premio honorífico que otorga la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, en la ceremonia del Oscar lleva el nombre “Irving G. Thalberg”. Dice Ricardo de la Cierva en su libro “Los signos del Anticristo”, siguiendo a Emmanuel
Ratier en su obra “Mystéres et secrets du B’nai B’rith”, que “el B’nai B’rith se instaló en medio de ese mundo (del cine)
44
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¿Por qué Hollywood (la Metro con Thalberg a la cabeza) contrató a Buñuel en su etapa surrealista, luego
de escandalizar con su anarquismo anticlerical en “La Edad de oro”, y por qué durante la Guerra civil española los republicanos lo enviaron a Hollywood, donde iban a hacerse con los años varias películas favorables a la causa comunista? Entre ellas “The angel wore red” (Nunnally Johnson, 1960), “Por quién doblan
las campanas” (Sam Wood, 1943) y “Behold a pale horse” (Fred Zinemann, 1963). La causa roja no fue
apoyada abiertamente por el gobierno debido a la presión de los católicos norteamericanos, pero tanto el
presidente Roosevelt como la industria del cine apoyaron la realización de este cine (el que Buñuel se haya
ido casi enseguida de Hollywood se debió a su autenticidad española y una independencia de criterio que lo
hacía irreductible: encontró hipocresía en la corrosión hollywoodense).
El carácter propagandístico de las películas norteamericanas se explicita indudablemente: “A principios
de 1939, Will Hays, presidente de la ―Asociación de Productores y Distribuidores de América‖, celebró una
reunión de representantes de las principales instituciones educativas, grupos civiles y religiosos, clubs de
mujeres, organizaciones juveniles y algunos miembros de la Comisión de Relaciones Públicas del MPPDA.
Hablaron de las películas como si fueran parte de los archivos de la nación, símbolos de su poder, armas
muy eficaces. Los asistentes pidieron ―la continuación y aumento...de esos tratamientos que han hecho
que el cine norteamericano sea un verdadero producto de la democracia, al poner de relieve en espectáculos populares la larga lucha por la libertad, y las esperanzas y aspiraciones de los hombres libres en todos
los lugares del mundo”46.
¿Por qué el presidente masón Roosevelt puso a su hijo James a trabajar como vice-presidente de la compañía de Samuel Goldwyn, en 1939? El hijo del presidente comentaría años después, sin aclarar demasiado:
“En realidad, Hollywood era potencialmente importante para mi padre”47.
¿Por qué afirma A. Scott Berg en su libro sobre Goldwyn que “Ahora que por primera vez Estados Unidos y los judíos tenían un enemigo común (2GM) Hollywood empezó a encontrar su verdadera religión”?
¿Cuál era esa religión?
Uno de los íconos de la cultura norteamericana, el famoso arquitecto Frank Lloyd Wright, afirma en uno
de sus libros que la nueva religión es la democracia, por lo tanto la Iglesia debe ser “enterrada”: “La democracia es inherente al alma, y no un recurso práctico (...) Las tradicionales formas religiosas, como tantas
tradiciones, hoy, deben extinguirse en todas sus formas menores para que las formas superiores de la
Tradición puedan vivir. Comprender esta verdad equivale a comprender el cambiante desarrollo que ya
debemos a la idea de democracia, y abrir paso al retorno del culto en la vida del ciudadano así como a la
elevación y a la integridad que la nación exige para sobrevivir (...) La auténtica religión jamás muere,
porque lo mismo que el trabajo, es indispensable para la vida del hombre. Pero desde la última gran guerra, la Iglesia –según la vimos entonces- debe ser enterrada. Y muy hondo” 48. Este personaje fue glorificado por Hollywood en un film basado en su vida, llamado “The Fountainhead” (dirigido por King Vidor y
protagonizado por Gary Cooper; aunque no refleja la faceta mencionada, sí una soberbia individualista que
prescinde de toda consideración trascendente o sobrenatural; allí el hombre es como un dios).
El presidente Roosevelt le pidió a Goldwyn que hiciera una película a favor de la Unión Soviética. El ministro de asuntos exteriores de Stalin, Molotov, aprobó la idea. No se sabe por qué, dicen que por una cuestión de dinero, pero no se asegura, el director estipulado para realizarla, William Wyler, se negó a viajar a
Moscú para filmarla. Finalmente Michael Curtiz dirigió una película favorable a los soviéticos llamada
“Mission to Moscow” (1943)49.
y creó una serie de logias profesionales entre los judíos que se sentían atraídos por el cine, entre los que no pocos se
pueden considerar como los creadores de Hollywood (...) El presidente de la orden, Alfred M. Cohen, consiguió del
gran director Cecil B. de Mille la modificación de algunas escenas de su famosa película ―Rey de Reyes‖ para que no
recayese sobre los judíos las culpas de la pasión de Cristo. En 1927 la orden judía firma un acuerdo con el organismo
más importante de Hollywood para la producción y distribución de películas con el fin de evitar tratos antisemitas
en ellas. Desde entonces la influencia judía en el mundo del cine ha alcanzado una gran amplitud y profundidad, a
partir del dominio judío en las productoras Paramount y Warner. La orden judía creó una Logia especial para el
cine que en los años cuarenta llegó a contar mil seiscientos afiliados.”
46 A. Scott Berg, “Goldwyn”, Ed. Planeta.
47 A. Scott. Berg, ob. cit.
48 “La ciudad viviente”.
49 Esta película “se adentraba en un tema tan espinoso como las purgas de Stalin en el período 1937-1938. Durante
esos años, la dictadura soviética acusó de alta traición a numerosos intelectuales y políticos, acusándoles de deslealtad con el régimen, de colaboración con el nazismo (hecho curioso, cuando poco después Stalin pactaba con Hitler) y
de trotskysmo. Testigo de esos procesos (farsa de procesos) fue el entonces embajador americano en la URSS, Joseph
Davies (interpretado en la película por Walter Huston). El embajador escribió un libro sobre su experiencia justificando a Stalin, y la película recoge todos estos procesos presentando al stalinismo como el bueno de la función (...)El
estreno de esta película pseudo histórica (...) fue polémico a causa de la abierta propaganda soviética que contenía
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Fue tan evidente la infiltración comunista50 en el cine tras la guerra que –probablemente provocada por
el mismo establishment para no ser descubiertos y lograr el efecto adverso al pretendido- se formó una comisión llamada “Alianza Cinematográfica para la Defensa de los Ideales Americanos”, liderada por John
Wayne, Gary Cooper y Walt Disney entre otros, una extraña mezcla. A conveniencia de la Guerra Fría se
suscitaba una impostada reacción del liberalismo contra el comunismo (aunque por parte de muchos de sus
participantes había una sincera preocupación ante el avance comunista en todos los grupos decisorios e
influyentes), en verdad favorable para la causa marxista, que dejó se expurgaran sus eslabones más débiles
e insignificantes, dejando intactas las altas esferas del poder. No faltó el rabino Edgard Magnin que afirmara: “Yo no tenía ninguna duda de que el comité iba a la caza de judíos”, sugiriendo tal vez involuntariamente una ligazón íntima entre el comunismo y el judaísmo. Dejamos al lector perspicaz e informado que
saque sus conclusiones.
Uno de los géneros que con más brillantez sirvió para promover conductas permisivas o destilar simpáticamente ideas liberales sobre moral fue el de las comedias de enredos matrimoniales, que en los últimos
años –sin la calidad de aquellas- se viene entregando profusamente desde el cine y la televisión norteamericanos. El tema del divorcio como motivo recurrente nos hace comprender que aquel cine superprofesional,
elegante y simpático no dejaba de ser un cine revolucionario. Para ampliar el tema, nadie mejor que Castellani: ―No podríamos decir, porque no sería exacto, que las luchas sociales de nuestros tiempos han nacido
directamente de la ruptura de la ley de los matrimonios sacros, como en Roma; pero sí se puede decir que
las dos cosas aparecen juntas, y tienen una causa común, que es la filosofía antitradicional llamada liberalismo; nacido en el seno del empirismo inglés, que a su vez recibe la impulsión de la filosofía antitradicional de Descartes. El primer proyecto de divorcio surgió durante la Revolución Francesa, en la Asamblea Legislativa; pero le tocó a la Tercera República implantar el divorcio en Francia, con la ley Naquet.
El Protestantismo dio el mal ejemplo del divorcio con Enrique VIII y la aprobación de Lutero a la bigamia
del Príncipe de Hesse; pero no lo convirtió en ley; lo mismo que Napoleón I que lo usó para sí mismo, pero
no dejó aprovecharlo por los otros. Había una ley de divorcio legada por la Revolución Francesa, pero
Napoleón no la reglamentó ni la usó: hizo declarar nulo su matrimonio con Josefina por cinco Cardenales
venales. Cuando el divorcio apareció, el capitalismo estaba fuertemente formado en Inglaterra, estaba
formado el proletariado y la lucha social estalló. Al capitalismo le conviene el divorcio; está dentro de su
filosofía. Carlos Marx por otra parte, en el Manifiesto Comunista es el testigo de la ley de Vico, porque
hace valer, como argumento a favor suyo, la disolución del matrimonio sacro entre los burgueses. ―¿Vosotros nos acusáis a los comunistas de propiciar el amor libre?‖, dice. ―Vosotros vivís en un hervidero de
adulterios, legalizados o no legalizados. Vosotros vivís de hecho en el amor libre‖. Estas rupturas sociales,
en parte fruto de las pasiones, están apoyadas y cobran consistencia por la ruptura de la tradición en
filosofía, por una filosofía antitradicionalista”51 . La liviandad con que en tales comedias se trataba el divorcio52 (que es un desorden con el que se quiere reparar un orden alterado, o la apelación sentimental de
que el fin justifica los medios), algo comúnmente aceptado en la sociedad norteamericana, se unía también
a las comedias donde la mujer pasaba a ocupar el rol masculino y tomaba la iniciativa, todavía como anomalía, pero ya como rol protagónico erotizante del hombre por parte de la mujer, que, ahora emancipada en
cuestiones de amor, ocupaba un nuevo puesto en la llamada por Jünger “movilización total”. Se trata de las
llamadas screwball-comedy, que tanto podían servir para mejor conocer la relación de pareja como para
simplemente animarse a buscar la aventura que sólo se obtiene fuera del hogar. Esto es lo que Castellani
llamaba el ―amor libre o matrimonio de Hollywood.‖53
(aparte de su escasa calidad artística). Pero el poderoso Jack Warner la defendió a ultranza acusando de fascistas a
los que osaban atacarla”. (Fernando Alonso Barahona, “McCarthy o la historia ignorada del cine”, Criterio, 2001).
Lamentablemente, el autor de este libro, desde un punto de vista conservador de derecha, no alcanza a ver el fondo de
la cuestión, siendo involuntariamente parte de la estudiada dialéctica derecha vs. izquierda. Otras películas prosoviéticas made in Hollywood fueron: “Days of glory” (Jacques Tourneur, 1944); “Song of Russia” (Gregory Ratoff,
1943); “The north star” (Lewis Milestone, 1944).
50 Para entender mejor la infiltración comunista o más bien stalinista en Hollywood en los años ‟20 conviene remitirse
a la obra de Stephen Koch “El fin de la inocencia. Willy Münzenberg y la seducción de los intelectuales”, Editorial
Tusquets, 1997.
51 “San Agustín y Nosotros”, pág. 194, Ed. Jauja, 2000.
52 Una comedia musical se titula “La alegre divorciada”. Su afiche vergonzante muestra una serie de bataclanas contoneándose y revoleando sus piernas, etc.
53 Billy Wilder llega al extremo, en 1959, de poner en el papel de la mujer a un hombre travestido, en su famoso film
“Una Eva y dos adanes” (Some Like it Hot), al que el director de la Legion of Decency, Padre Thomas Littel calificó
como “absolutamente obsceno” y censuró su tema por “travestismo con una clara implicación de homosexualidad y
lesbianismo” (Gregory D. Black,”Las películas en la cultura americana: El control del entretenimiento en América,
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“La alegre divorciada” o la comedia musical como forma de traficar el “amor libre o matrimonio de Hollywood‖.
A pesar de que Hollywood era capaz de meterse con todos los temas, todos los tiempos y todos los lugares, desde un simple drama rural a un negro policial urbano, desde una historia de los egipcios hasta la vida
de Napoleón, desde una historia de gauchos hasta el futuro en el espacio sideral, desde los hombres primitivos hasta la mitología griega, desde la guerra de los Boers hasta los caballeros del Rey Arturo, sin embargo,
hubo temas que resultaron tabú, lo que indica claramente que la supuesta oposición del poder hollywoodense con respecto al poder político norteamericano no era tal. Por ejemplo, la Pasión de Jesucristo. Sí,
porque aunque se realizó muchísimas veces, jamás de acuerdo a los Evangelios y los datos históricos, sino
siempre de una manera lavada, enjuagada y planchada, cosa de no hacer enojar a los judíos fariseos de
nuestro tiempo. Tampoco se mostraron los horrores del comunismo, sus matanzas, su esclavitud. Apenas se
esbozó una aparente oposición durante la guerra fría, para reforzar la tramposa dialéctica de “capitalismo
vs. comunismo”, con películas que no daban al espectador una verdadera noción de lo que aquello representaba. Otros temas prohibidos fueron el genocidio armenio, las bombas atómicas arrojadas en Japón, las
matanzas a civiles tras la Segunda Guerra Mundial por parte de los aliados, la destrucción de Monte Casino,
el martirio de los católicos en los países orientales, el islamismo54, etc.
1930-1968. Univ. de Missouri). Pero la Legión al final fue complaciente con la película, ya que estaba hecha con mucha
gracia: estábamos en tiempos cercanos al Concilio Vaticano II y no había que oponerse al mundo.
54 “El mundo moderno, hoy descristianizado, no difiere en nada esencial del mahometismo, a no ser por su atavismo
cristiano, y por la resistencia desesperada de los fortines católicos aún en pie.
(...) Tomando por ejemplo los libros que documentan fidedignamente la mentalidad común de Yanquilandia, en lo
que concierne la moral y la religión (como el ―Babbit‖ y el ―Elmer Gantry‖, de Sinclair Lewis, la veintena de novelas
policiales difundidísimas de Erle Stanley Gardner o la ingeniosa obra maestra de Kenneth Fearing, ―The big clock‖),
uno comprueba en forma contundente que ese pueblo vivaz, poderosísimo y temible no es amoral ni inmoral como lo
tachan los resentidos de Sudamérica, sino que tiene realmente una moral y una religión, quizá más acremente afirmada que la golpeada moral católica de South America; pero que esa moral y esa religión corresponden rasgo a
rasgo y punto por punto al mensaje de Mahoma y no al de Cristo. La misma comprobación se podría hacer con la
literatura de los demás países protestantes; lo cual omito, por no incurrir en prolijo. La profecía de De Maistre se ha
cumplido tanto en la Moral como en la Dogmática.
A saber: creencia en un solo Dios inaccesible; supresión o falsificación de la mística; negación de la Encarnación y,
en general, del misterio; naturalismo, antisacramentalismo, apelo a la emoción y la acción, socialización de lo religioso...Todo esto en lo dogmático; mas en lo moral: poligamia, esclavitud, guerra santa, culto a la riqueza, energía
bárbara de struggleforlifer...me remito a todos los que conocen a Norteamérica. La mentalidad actual del protestantismo degenerado es mahometismo cultural y religioso. Su cosmovisión o su mensaje actual no difieren esencialmente del Islam”. R. P. Castellani, “Cristo ¿vuelve o no vuelve?‖, Dictio, 1976.
Interesante comprobar cómo esa mentalidad permite el avance y la mayor aceptación del islamismo. El diario del 30
de agosto de 2010 (La Nación) trae dos noticias aparentemente menores. Por un lado, el Presidente de EE.UU. Obama
apoya la construcción de una mezquita en Manhattan, a sólo dos cuadras de donde estuvieron emplazadas la Torres
Gemelas, sustentado en la “libertad religiosa”, siendo que en el islam no se permitiría la construcción de una iglesia
católica o de cualquier otra religión que no fuere la mahometana. Por el otro, en Europa, y esto es más grave, el presidente libio Kadhaffi realizó un “meeting” para adoctrinar a mujeres jóvenes en el islamismo, diciendo sin problemas
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En un documental exhibido hace pocos años en un festival de Buenos Aires, llamado “Hollywoodism,
Jewish, Movies and the American Dream”, dirigido por Simcha Jacobovici55 y escrito por Stuart Samuels,
se dice que “La gran ironía de Hollywood es que los americanos llegaron a definirse a sí mismos por la
fantasía de América creada por judíos venidos de Europa que inicialmente no fueron admitidos en los
lugares de poder de la América real‖. Creemos ver allí un intento de reivindicación, a partir de una verdad
que hoy se concreta, de los valores artísticos que se dieron en Hollywood como obra absoluta y exclusiva de
los judíos. Hoy son posibles tales actitudes porque los judíos sí tienen el poder absoluto en la industria del
cine, la comunicación y los entretenimientos56. Pero está claro que si gran parte de verdad es la afirmada,
también es cierto que por entonces Hollywood entregaba también los mejores films del mundo, los clásicos
más perdurables, y los valores morales que hoy se ignoran. Y, aunque Hollywood fue una creación judía, sin
embargo, como dice E. M. Jones, “desde 1934 a 1965, los judíos de Hollywood fueron forzados a reprimir
su ―actitud permisiva‖ en las películas que producían 57. La era dorada de Hollywood no fue un esfuerzo
conjunto; fueron los católicos salvando a los judíos de sus peores instintos. Los católicos perdieron, con
terribles consecuencias para la nación. El tipo de judío representado por el rabino Dresner declinó, mientras que el tipo representado por Woody Allen se elevó hasta convertirse en icono cultural. Los católicos
perdieron la guerra cultural porque aceptaron valores judíos sobre sexualidad representados por Woody
Allen, de la misma manera que habían aceptado valores WASP sobre anticoncepción”58 . Por supuesto,
Jones señala que los mencionados pecados sexuales no se aplican a todos los judíos o a toda la cultura judía,
por eso resalta al rabino Samuel Dresner en su larga oposición a la cultura degenerada, hoy dominante, y
que encarna Woody Allen. Pero esto es algo que -según relata Jones- ya en 1970 el Time lo señalaba: “Estaba en la vanguardia anunciando el copamiento de la cultura norteamericana por parte de los judíos. ―Los
EE.UU., afirmaba Time, ―se están volviendo más judíos...Entre los intelectuales norteamericanos el judío
se había vuelto un héroe cultural‖. El artículo en el Time fue precedido por un artículo más revelador aun
en la revista Look, que se publicó ―el 25 de enero de 1966 explicando ―cómo los judíos cambiaron la enseñanza católica‖. Esto fue retomado por Leo Pfeffer en un discurso en octubre de 1976 sobre ―El triunfo del
humanismo secular‖, donde ―declaraba la victoria en la guerra cultural y anunciaba que los judíos habían
derrotado a los católicos luego de 40 años de guerra por la cultura norteamericana. Los términos de la
paz cartaginesa impuestos a los derrotados católicos norteamericanos incluían aborto, pornografía, la
pérdida del control de las universidades católicas, la redefinición de la perversión, y la transformación
que “El islam debería convertirse en la religión de toda Europa.” Y anticipando que con el ingreso de Turquía a la
Unión Europea esto será una realidad. En China, por su parte, se anuncia la construcción de la ciudad “Mundo del
Islam”, en la región de Ningxia, la cual estará lista para el 2012. “Expondrá las costumbres y tradiciones de los musulmanes de todo el mundo‖ (AIN, “Valores religiosos, Clarín”). Y en Bélgica, aunque no se lo crea, un templo católico,
cedido por su párroco, se convierte en mezquita los viernes, donde “el suelo se cubre con alfombras, se tapan las imágenes cristianas y se llama a la oración desde el campanario” (Rel, “Valores religiosos, Clarín”). En Estados Unidos,
año 2010, los musulmanes y judíos “son los que más contentos están con la gestión del mandatario de los Estados
Unidos. Los protestantes, mayoría en el país, les siguen en optimismo”. (Prensa latina, “Valores religiosos, Clarín”).
Finalmente, recordemos que a Hollywood siempre se lo llamó “La Meca” del cine.
55 Éste es el mismo que produjo el falso documental de James Cameron sobre “El sepulcro perdido de Jesús”.
56 Están en sus manos: AOL Time Warner (HBO, TNT, TBS, CNN, TCM, Warner Brothers, Time Inc.); Walt Disney
Company (ABC, ESPN, A&E, Lifetime, Miramax Films, Caravan Pictures, Touchstone Pictures); Viacom Inc. (CBS,
Paramount, MTV, Nickelodeon, Showtime, Country Music Television, Nashville Network Cable, Infinity Broadcasting
(radio), Pocket Books, Free Press, Schribner, Simon & Schuster); Vivendi Universal (Universal Studios, USA Networks, Houghton Mifflin Publishers); Murdoch‟s News Corporation (Fox Television Network, 20 th. Century Fox Films,
Fox 2000, New York Post, TV Guide); New World Entertainment; DreamWorks SKG. Cfr. “El sionismo y los medios”,
zionismexplained.org, cit. en “Patria Argentina” Nº 27 octubre 2006.
57 Las ligas puritanas, las asociaciones católicas y la Iglesia fueron las que, viendo la creciente corrupción moral que el
cine derramaba en la sociedad, empujaron hasta lograr el hoy tan denostado código de censura (Production Code o
Código Hays) que se creó en 1930 y entró a regir en 1934. Ya en 1933 se había creado por parte de los católicos la National Legion of Catholic Decency (los católicos representaban el veinte por ciento de la población estadounidense).
Las siete grandes productoras que controlaban el negocio del cine debieron aceptarlo so pena de perder taquilla en un
negocio que estaba en crisis tras el crack del „29. La sociedad todavía no estaba preparada para lo que se muestra hoy
sin ningún tipo de censura. El gran error de aquella censura fue fijarse en pormenores de escotes o besos antes que en
ideas y comportamientos corrosivos e inmorales, por eso muchas veces el código se tornó inútil ante las ideas liberales
que, desde luego, tenían que ser más sutiles. Además al tratarse de un país con “libertad religiosa”, toda clase de errores en la materia eran propalados sin que la censura lo pudiera impedir. De todos modos el mejor cine se hizo bajo la
censura. Ya casi en desuso, el código fue abolido en 1967.
58 E. Michael Jones, “El judío revolucionario”, revisión realizada por Robert Sungenis, Ph. D. En “Patria Argentina” Nº
263, Enero 2010.
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del discurso”59 . Las evidencias de esto que se dice están a la vista en el cine, la televisión, la publicidad y los
espectáculos de hoy, donde rige, como afirmó James Hirsen en su libro “Tales from the left coast”, “una
agenda anti-cristiana”,60 y más aún, satánica. Pero es bueno aclarar que las cosas no funcionaban así durante el período clásico, por la razón ya asentada. Así que puede decirse que tanto los católicos que defeccionaron como los judíos de entonces que no estarían de acuerdo con este estado actual de las cosas fueron al
menos permisivos o miraron para otro lado. Ahora se quieren apoderar de todas las cosas buenas que se
hicieron entonces, olvidando el aporte sustancial que los católicos y los judíos no pervertidos por el liberalismo hicieron para que Hollywood no se convirtiera en lo que es hoy61.
Hellboy, ejemplar de la nueva agenda hollywoodense: anticristiana y satánica
(nótese el rosario colgado al cinto y la cruz en el pecho de la “novia” del “héroe”).
¿Cómo entender el cambio que se operó en el cine de Hollywood a partir de mediados de los años ‟60?
¿Por qué si durante su época clásica, de alguna forma “la industria del entretenimiento encontró la forma
de dramatizar la decencia y hacer fascinante el heroísmo”62, durante las últimas décadas “Estados Unidos
ha estado exportando una imagen extremadamente negativa de sí mismo”63? Como dice el citado autor,
“el cambio se produjo en parte debido a un cambio en las personas que dirigían los grandes estudios y
cadenas de televisión”. Los grandes y talentosos productores ya no están, es cierto. Esto es lo que afirma
también Ángel Faretta en un artículo64. Pero hasta ahí llegan, sin dar la respuesta a por qué se produjo ese
E. Michael Jones, Ob. cit.
―El periodista sostiene que en ―Tales from the left coast‖ reveló cómo el mismo Hollywood que se presenta a sí
mismo como un lugar de tolerancia e inclusión, es hostil con los compañeros que quieren ser conservadores, republicanos o cristianos”. El caso que más destaca es el de Mel Gibson y su película “La Pasión de Cristo”. (“Libro sobre
Hollywood defiende La Pasión de Mel Gibson y se convierte en best seller”. ACI).
61 Para dar de rebote enseguida a la viciosa tendencia a considerar “antisemita” a todo aquel que se propone profundizar el estudio de asuntos que involucran a personas judías, nos adherimos a lo que decía hace mucho el Padre Castellani: ―Yo rezo todos los días por la conversión de los judíos; es muy buena devoción. Y es devoción segura, porque es
seguro que se convertirán un día. Esa devoción para en seco el antisemitismo, que es una tentación del pueblo cristiano, y es un grave error”. (Domingueras prédicas II, pág. 20.) Por otra parte, evidenciadas verdades indiscutibles,
“no debe la cuestión judía servir de derivativo al descontento y decepciones de la hora presente, de suerte que ―EL
JUDIO‖ aparezca en una especie de mitología simplista como la única causa de los males que sufrimos. Trátese de
ideas, de hombres o de instituciones, hay otros culpables, y en especial nos sería realmente muy cómodo golpear
nuestra ―mea culpa‖ en el lomo de los judíos, cuando las faltas e infidelidades de los cristianos tienen el primer rango
entre las causas del desorden universal”. (L. Castellani, “Las ideas de mi Tío el Cura”, Editorial Excalibur, pág. 58.)
También debe decirse que, “los antisemitas que hoy día odian ciegamente al judío, por despecho, envidia o superstición, son en realidad cristianos judaizados. No israelitas, no ciertamente; ni tampoco católicos” (Castellani, “Las
parábolas de Cristo”).
62 “Hollywood y el antiamericanismo”, Michael Medved. Neoliberalismo.com.
63 Idem ant.
64 “Hollywood, del ensueño al reino de las pesadillas”, Revista adn La Nación, 14/2/2009.
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cambio que no fue sólo de personas. El problema es que antes había cambiado la sociedad norteamericana y
la agenda mundialista respecto de los EE.UU., que ahora eran arrastrados a toda clase de guerras que no
debían ser ganadas. Una nueva oleada de derrotismo y sometimiento al pueblo norteamericano (como se
dio hacia la Guerra de Secesión) se había instalado, de la mano de la televisión, las drogas y el rock‟n‟roll. El
cine también debía aportar lo suyo. Estados Unidos, de dar la imagen del campeón de la libertad pasó a ser
el malo de la película, hasta el punto de que hoy pareciera que se quisiera “desmitificar” todo el cine realizado en su etapa clásica. Lo que ocurre es que aquellos primeros productores judíos llegaron a América con el
deseo de asimilarse, y se hicieron más norteamericanos que los mismos norteamericanos, en cuanto liberales. En cambio, estos productores y directores judíos de hoy –que son en realidad gerentes o empleados de
grandes corporaciones multimediáticas- obedecen a la agenda sionista del lobby israelí. Su lealtad ha cambiado de lugar y no hay fuerza católica que se los impida65. De allí que aparezcan films como “Bastardos sin
gloria”, aberrante película que celebra y glorifica el terrorismo judío contra los alemanes, incluyendo la
tortura y los asesinatos “selectivos” (como dijo alguien, en una reactualización de las ideas criminales de
Erenburg, el carnicero soviético)66, o el triunfo de la sexualidad depravada en comedias tributarias del modelo Woody Allen. Por todo esto, “aunque los productos populistas de la época de oro de Hollywood ciertamente alentaron un afecto mundial por Estados Unidos, la actual producción degradante y nihilista
pudiera provocar el efecto contrario, ayudando a aislar a este país visto como símbolo de una morbosa
decadencia”67. Y, sin haberlo previsto, los grandes estudios que pelearon y ayudaron a ganar la Segunda
Guerra Mundial con su cine de propaganda han contribuido indirectamente a llegar a esto68.
A tal punto llega la dominación de este lobby sobre los EE.UU. –al que algunos llaman el “Imperio Conquistado”que hasta el entonces Primer Ministro israelí Ariel Sharon lo confesó, el 3 de octubre de 2001:”Cada vez que hacemos
algo, se nos dice que los EE.UU. van a responder así o asá…yo quiero aclarar, que no deben inquietarse por las presiones americanas sobre Israel. Nosotros, el pueblo judío, controlamos a América y los americanos lo saben” (Emmanuel Ratier, “Una camarilla sionista detrás de la política norteamericana en Medio Oriente”, Patria Argentina, junio
de 2002).
66 Es interesante destacar que por una escena similar de tortura, pero menos violenta, el establishment políticamente
correcto calificó de “fascista” la película –muy buena, por otra parte- “Dirty Harry” (1971), pero donde su director,
judío por cierto, Don Siegel, remarcaba en una excelente resolución formal, la gravedad y conflictividad del hecho.
Hoy el establishment aplaude esta deplorable muestra de odio en un bodrio que recibió las mejores críticas y nominaciones al Oscar en todos los rubros principales, a la vez que las obras maestras de Mel Gibson eran reprobadas e ignoradas en todas las nominaciones.
67 M. Medved. “Hollywood vs. América”, Idem.
68 Tal vez la imagen más contundente sobre lo que significó el nuevo orden instaurado por el triunfo yanquicomunista-sionista en la Segunda Guerra, lo dé, indirectamente, la película “Hellboy”, absolutamente satánica. Allí, al
comienzo, cerca del final de la guerra, un asesor paranormal “católico” del presidente Roosevelt conduce a unas tropas
hasta Escocia, donde un grupo de ocultistas nazis, ayudados por Rasputín, planean desatar las fuerzas demoníacas que
servirán a Hitler para su reinado del mal en todo el mundo. Pero los yanquis lo impiden, no pudiendo evitar que del
gran agujero abierto hacia la oscuridad haya caído a la tierra un pequeño demonio. Este demonio es adoptado por los
norteamericanos y por este sabio “católico”, quienes posan felices para una foto. El demonio será hecho bueno por
aquellos, transformándose en un superhéroe que combate a las fuerzas del mal nazis que están de vuelta. En definitiva: la reivindicación del diablo desde el lado democrático-católico, con claras ofensas a la Religión católica. A esta película (producida por “Revolution Productions”) se llegó gracias a ese triunfo sobre un enemigo real que habían contribuido a erigir ellos mismos para ubicarse en el lugar del “Bien”. Pero parece que en Hollywood la idea de “redimir al
diablo” estaba desde hace mucho tiempo, pues aunque con sentido metafórico, había una película del año 1924 llamada “El diablo santificado” (A sainted devil), con Rodolfo Valentino. Recordemos finalmente que el logo de la primera
asociación de productores formada por los judíos, como ya lo asentamos, tenía la imagen del diablo.
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“The Searchers” (1958), de John Ford. El gran cine que nos dejó el viejo Hollywood.
Hoy los héroes del cine son monstruos o “avatares”, cuando no humanos bestializados como los de “Bastardos sin gloria”.
Aunque podría decirse mucho más sobre aquello que se llamó “Hollywood”, y se podrían enfatizar valores artísticos o ejemplos de nociva divulgación (el cine que amamos y el cine que odiamos ha salido de allí),
hemos querido ceñirnos a aclarar aquellas aseveraciones polémicas que nos parecían inexactas y simplificadoras. Volvemos al comienzo para afirmar que no basta lanzar una “leyenda”, trátese del color que se trate,
sino que es mejor recuperar la verdad, distinguir para además poder entender el porqué de este hoy. Porque
las cosas vienen desde el ayer, y se hace necesario entender cómo y por qué, a través de qué medios el mundo de hoy es como es, y cómo se ha descristianizado Occidente y se ha destruido una tradición. “Las ideas
tienen consecuencias”, se llama un libro que hemos citado, y las ideas se despliegan y se difunden a través
de la cultura en que viven los hombres, a través de sus comportamientos, costumbres, modas, a través de
los medios masivos de comunicación y, sin dudas, a través del cine. La formación de Hollywood tuvo que
ver necesariamente con el liberalismo que lo acunó, y una gran parte de su cine (pero no todo) refleja estas
ideas. Si hubo directores de talento o incluso genios que se beneficiaron de sus estructuras, y productores
creativos con quienes debemos estar agradecidos, ello fue posible porque la sociedad norteamericana todavía conservaba entonces sus focos de resistencia y de tradición cultural, religiosa y patriótica, cuya influencia
en lo cultural era sostenible. Pero no hay que quedarse con las excepciones que no nos permiten entender la
regla, como tampoco por un árbol creamos conocer lo profundo del bosque y encima hacer de éste algo sagrado. Hoy los mercaderes han llegado a usurpar el templo, con sus pompas y sus fastos brillantes de alcantarilla. Parece que las cosas se mostraran mucho más claras que antes, y sin embargo son cada vez más los
que se niegan a ver. Como decía Castellani: “Dime quién te divierte y te diré quién te domina; a los argentinos antes nos divertía Cervantes, ahora nos divierte el Cine Yanqui”69. Que también puede ser “dixie”, lo
mismo da. El cine que a nosotros nos interesa es en verdad universal, que no es lo mismo que decir ecumenista liberal. Universal porque se sostiene en la verdad, que es objetiva, anterior a nosotros y está por encima de nosotros, como el sol que nos ilumina y nos permite ver. Eso si no cerramos los ojos o nos ponemos
anteojos para ver las cosas del color que más nos guste. Un cine universal que salió algunas veces de Hollywood, pero muchas otras no.
Buenos Aires, 2011.
www.statveritas.com.ar
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Leonardo Castellani, “Las ideas...” pág. 137.
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