WALTHER ZIMMERLI LA PALABRA DE JAHVEH EN EL SEGUNDO ISAÍAS Jahwes Wort bel Deuterojesaja, Vetus Testamentum 32 (1982) 104-124 1. Los profetas anteriores al Segundo Isaías y su relación con la palabra de Jahveh En las confesiones de Jeremías (cfr. 17, 14-18; 18, 18-23), a juzgar por las afirmaciones burlonas de sus enemigos, es claro que, tanto para ellos como para el profeta, la palabra (dabar) de Yahveh debe llegar a los hombres por medio de los profetas. Estos tienen la misión de realizar dicha palabra. Esta concentración del oficio profético en los tiempos de la profecía clásica, en dar respuesta de parte de Dios pudo tener su origen en las fórmulas empleadas por los adivinos (como Balaam) para introducir sus sentencias: "oráculo de Yahveh (ne'umyhwh)"; fórmulas que se convirtieron en usuales para concluir muchas de las palabras de los profetas "escritores". Este dar respuesta de parte de Yahveh en forma de palabra u oráculo no es privativo de los profetas "clásicos" como Jeremías. También en los libros de los profetas anteriores (Jos, Jc, S y R) aparecen en boca de profetas estas respuestas divinas, respuestas que transcienden lo anecdótico, como puede ser la información de dónde están las asnas perdidas de Quis, para centrarse en anuncios importantes, como el del futuro papel real y liberador de Saúl (1 S 9-10; cfr. 1 R 20; 22; 2 R 3, 15ss). Estas respuestas las encontramos más tarde en Isaías al rey Acar (Is 7, 1ss), en Jeremías a Sedecias (Jr 21, 17; 37, 3-10) y a los jefes judíos nos más tarde en Isaías al rey Acaz 1ss). Son respuestas concretas de Yahveh que con frecuencia se hacen esperar. Es verdad que en los profetas "clásicos" aparecen reflexiones y advertencias personales, consideraciones sobre la historia. Pero esto no puede encubrir que la misión profética está ligada a la palabra histórica de Dios. Y esto vale tanto para nuestros profetas como para aquellos llamados de "salvación", como Jananías en ir 28, 2-4. 2. El Segundo Isaías y la palabra de Yahveh También en el II Isaías la "palabra de Yahveh" parece jugar un papel decisivo en este caminar juntos Yahveh y su pueblo; en realidad el conjunto Is 40-55 aparece enmarcado por continuas alusiones a la palabra de Dios. Ya la vocación del profeta anónimo, en Is 40, 1-8, aparece unida a la respuesta que se da a su pregunta sobre qué debe anunciar. Lo que debe anunciar es que "la palabra de Dios permanece", frente a la inconsistencia de "toda carne". Y la conclusión también habla de "la palabra de Dios que permanece". Pero, ¿en qué sentido se usa esta expresión? Ana licemos los 3 fragmentos que forman dicha conclusión. En el primero (Is 55, 1-5) aparece una invitación a la mesa, a la manera de las invitaciones de la sabiduría (cfr. Pr 9, lss), y una promesa de fidelidad, cual las WALTHER ZIMMERLI hechas a David; el pueblo, pues, debe ser "testigo"" como David. Is 55, 6s es una advertencia- invitación a la conversión, a aprovechar la disposición divina de perdón. En 55, 8s se dice que el motivo de tal invitación es que el plan divino es superior al humano y que la acción de la palabra de Dios es poderosa. Acaba con una afirmación aparentemente contraria a 40, 8 sobre la eficacia de dicha palabra, eficacia que se refiere al regreso jubiloso del exilio. Todo esto quiere decir que no estamos ante una concepción estática de la palabra de Yahveh sino ante una palabra siempre nueva de Yahveh, que se mete en el mundo perecedero, que es activa; casi se podría hablar de una hipóstasis de la palabra. Dicha concepción está preparada ya por los profetas Jeremías y Ezequiel. En Jeremías aparece este carácter realista, concreto, activo de la palabra; tal que le hace formular en una de sus confesiones "se presentaban tus palabras, y yo las devoraba" (Jr 15, 16; cfr. Jr 1, 9). Y en su polémica con los falsos profetas distingue los sueños de la palabra la cual, dice, golpea como un martillo (Jr 23, 28-29). En Jr 20, 9 compara el contacto con la palabra de Yahveh a un fuego ardiente, seductor, que le hace violencia para la misión (cfr. también la visión del almendro en ir 1, 12). También en el relato de vocación de Ezequiel aparece este carácter realista de la palabra cuando dice escuchar la orden de comerse un rollo lleno de palabras por ambas partes (es indudable, por otra parte, la relación de esto con ir 15, 16). Se le ofrece, pues, el don de la palabra; don inseparable de la obligación de anunciarla. Esta obligación ya la encontrábamos en Is 40, 6-8. La palabra de Yahveh no puede mantenerse en el interior del corazón; está llamada a actuar hacia afuera, es un suceso. De ahí la fórmula tan frecuente en Jeremías y Ezequiel "y sucedió la palabra de Yahveh..." 3. Terminología: uso deuteroisaiano de la expresión "palabra de Yahveh" y sinónimos Tras lo dicho, llama la atención que el Segundo Isaías no use dicha fórmula de suceso de la palabra. Pero clarifiquemos su terminología respecto a la palabra de Yahveh. La expresión "palabra (dabar) de Yahveh" apenas la encontramos en el II Isaías. Y cuando de algún modo la encontramos, como en 51, 16 ("Yo he puesto mis palabras en tu boca..."), en 45, 23 (se trata de una palabra irrevocable sobre las naciones), en 44, 26 (en que se habla de la palabra del profeta), en 50, 4 (Dios "provoca" la palabra en su siervo), en 42, 16 (no se refiere a palabras sino a hechos) etc.; en todos estos casos, si se examina con detención, no parece que esta expresión sea típica del II Isaías. Respecto a la raíz verbal "dbr" se usa en varias ocasiones con Yahveh como sujeto para indicar la incondicional validez del mandato divino, del anuncio de salvación (cfr. Is 40, 5; 45, 19a; 48, 16; 45, 19b; 46, 11; 48, 15; 52, 6). Se dan otros verbos para afirmar que Yahveh habla, sinónimos de dbr: el hifil de ngd (Is 45, lgb); el hifil de shmc; de modo especial la raíz gr' (llamar, gritar) tan unida a los relatos de vocación de los profetas (cfr. Jr 1, 7. 17; Ez 3, 4; Is 40, 3.8). WALTHER ZIMMERLI Fijémonos en esta última raíz tan frecuente y relacionada con la formación de los astros (Is 40, 26), de las generaciones humanas (Is 41, 4), con la vocación de Abraham (Is 51, 2), de Israel (Is 41, 9; 42, 1), de Ciro (Is 45, 3; 48, 14s). Algo parecido se puede decir del verbo 'mr, que en el profetismo aparece en las fórmulas introductorias del mensajero. Llama la atención que en el II Isaías se amplíe su uso en contextos de anuncio de Yahveh como creador, salvador, rey, santo de Israel; no ocurre lo mismo con la fórmula ne'umyhwh (oráculo de Yahveh) que queda más restringida a introducir o concluir el parlamento del mensajero sin mayor ampliación. Caso especial merece la primera palabra a Ciro en Is 44, 2428. Se da una fórmula introductoria de mensajero, una autoproclamación gloriosa de Yahveh, unas estrofas hímnicas que describen el actuar de Yahveh que se confunde con su hablar poderoso y dominador respecto al caos, una palabra a Jerusalén y, para finalizar, a Ciro. Así pues, aquí, como ya veíamos al hablar de la raíz gr', palabra dada de Yahveh es sinónimo de acción creadora y de acto histórico. Esto es nuevo en el mundo de los profetas, pero recuerda a los salmos hímnicos tan relacionados también con la palabra creadora de Gn 1. Esto aparece con claridad en el Sal 33, 9 donde se afirma que todos los pueblos temen a Yahveh pues su palabra se realiza y sus proyectos tienen éxito; no así los proyectos de las naciones. Dicha cercanía del II Isaías y la poesía sálmica ha sido observada por muchos autores (Begrich, Westermann). Algunos han llegado a afirmar que es una cercanía estructural y de contenido y que es tan fuerte (cfr. el Sal 103, 15s e Is 40, 6-8, donde se contrapone la falibilidad de toda "carne" comparada con la siempre permanente palabra de Dios) que surge la pregunta de si el II Isaías no muestra ya una cierta descomposición de lo profético en favor de lo sálmico. 4. La palabra de Yahveh en el II Isaías y su posible relación con la historia concreta Esta impresión sin embargo cae cuando vemos en el II Isaías tanto las fórmulas introductorias del mensajero del oráculo divino como las afirmaciones claramente relacionadas con la historia. Este sentido histórico es claro en muchas afirmaciones: las que se refieren a Ciro como libertador del pueblo en el exilio, las que hablan del poder neobabilonio a punto de caer, las que anuncian (cfr. desde Is 40, 1-8 a 55, 12s) el regreso de los deportados -regreso ya preparado en Ez 20, 32ss y relacionado con el primer éxodo de Egipto-. Pero este regreso anunciado nace de la libre voluntad de Yahveh que no se rige por los méritos de la conversión de Israel sino por su propia iniciativa amorosa de salvación; y en esto, el II Isaías sigue la línea de la profecía preexílica (cfr. Is 42, 18; 43, 8): es Yahveh quien vuelve a Israel y provoca así una llamada a la "conversión" de los ídolos (cfr. Is 44, 21s y 55, 6s). Todo esto nos hace concluir que, a pesar del cambio de formulaciones lingüísticas de Is 40-55 respecto a la profecía anterior, también aquí se está hablando de una nueva actuación histórica y libre de Yahveh; actuación anunciada por el mensajero de buenas noticias que, como ya en Ez 43, consiste en un retorno de Yahveh a Sión por su propia voluntad para ser proclamado allí como rey (Is 52, 7-10). Y esto sin que se presuponga la conversión de Israel. WALTHER ZIMMERLI 5. Los salmos hímnicos y su relación con el II Isaías. La palabra de Yahveh ¿no tiene que ver con la historia? Volvamos ahora de nuevo a considerar la singularidad del significado deuteroisaiano de la "palabra de Yahveh" a partir de su cercanía respecto a los salmos hímnicos, como el 33, 6.9 ya mencionado antes, y respecto a Gn 1. Israel ya anteriormente a su asentamiento canaanítico presenta manifestaciones hímnicas de júbilo por la victoria (cfr. el canto de Miriam en Ex 15). Pero éstas se han desarrollado sobre todo tras su estabilización en Canaán, mostrando fuerte cercanía respecto a las formulaciones hímnicas mesopotamias, egipcias y cananeas; esta cercanía, con todo, ha sido evitada con la adición polémica de la expresión "Yahveh, su nombre" que encontramos en Is 48, 2; 51, 15; 54, 5. Los himnos de Israel nacen, pues, en el horizonte universal del amor de Dios, sea éste Amón, Atón, Shamash, Sin, Marduk, Nebo o cualquier otro. Este horizonte universal presenta tara.. bién la "palabra" de Dios que habla en la naturaleza, como central (cfr. la teología menfita sobre Ptah y los himnos acadios donde la voz de Dios resuena en la naturaleza, tal como resuena también en el Sal 29). Este hablar de dios en la naturaleza y en el crecimiento está acentuado en el II Isaías. Y aquí estriba el poderío de la palabra de Yahveh que permanece actuando en la historia concreta. Cercanía, pues, a las concepciones orientales hímnicas de los pueblos circundantes de Israel. Pero al mismo tiempo, polémica. El poder creador de Yahveh es afirmado en el II Isaías en un estilo de disputa. Esto es claro en el largo fragmento de Is 40, 12ss donde encontramos la partícula interrogativa "quién" para afirmar con claridad que sólo Yahveh tiene poder creador. Aunque en el mundo circundante a Israel aparece también esta partícula referida a diversos dioses, es indudable que en ningún lugar goza de la misma seriedad exclusivista que en Israel: sólo Yahveh puede ser alabado realmente, ningún otro. En el II Isaías encontramos además de esta forma de disputa la forma de discurso forense: es decir, Yahveh disputa con los otros dioses pero además les lleva a juicio. De un modo menos dramático en el deuteroisaiano Sal 82 se les llama a juicio precisamente porque no han atendido a los pobres y débiles, es decir, se les desafía a tener una palabra que realmente actúe ;en la historia, como Yahveh. En los dos grandes oráculos de juicio del II Isaías (41, 1-5 y 41, 21-29), en cambio, si aparece el carácter dramático de este juicio. Se desafía en 41, 21ss a los dioses a decir una palabra sobre la historia y sobre el futuro. Ante su silencio, Yahveh afirma el anuncio sobre su actuar propio, salvífico, por medio de Ciro. Y continúa con la pregunta provocadora "quién" referida aquí más que a los hechos de la creación a su actuación histórica, actuación que ha provocado la huida de los dioses, pues no pueden decir palabra ni hacer escuchar su anuncio de salvación. Resulta análogo Is 41, 1-5. -La única diferencia está en que aquí entran en juego todo el mundo de las naciones con todas sus divinidades. Se usa además un vocabulario algo diferente; se habla de la llamada de Yahveh a la existencia a todas las naciones y también de la palabra salvadora en la historia concreta. WALTHER ZIMMERLI La explicitación de lo anterior la encontramos en Is 44, 24-28 aunque con otra forma literaria, la de una solemne autoglorificación de Yahveh anunciado como redentor y creador, como el que hace eficaz su proyecto proclamado por seis mensajeros. Analizando el texto, descubrimos aquí una fuerte unión entre palabra omnipotente, vencedora del caos y creadora del cosmos, y palabra salvadora por medio de Ciro y reconstructora de Jerusalén: es una única palabra; que manifiesta una nueva prueba del poder creador del único Dios que es salvador. 6. El II Isaías y su concepción de Israel como testigo de la palabra de Yahveh Vayamos ahora con el tercer discurso forense, el de Is 43, 8-13. Se invita a salir a un pueblo ciego y sordo, no purificado, todavía no nuevo. Resuena así la frase de Is 6,9s; Jr 5, 12 y Ez 12, 2. Y a continuación se escuchan de nuevo las preguntas provocativas "quién", referidas aquí a la posibilidad de anunciar la acción salvífica, de traer testigos de dicho anuncio. Lo sorprendente es que los testigos presentados por Yahveh en su favor son el pueblo ciego y sordo. Es su conversión a Yahveh a pesar de su ceguera y su sordera el máximo testimonio del poder salvífico de Yahveh. Este personaje del testigo de Yahveh aparece también en Is 44, 6-8. Aquí el orden es el siguiente: fórmula introductoria que habla de Yahveh como redentor y rey de Israel, autoglorificación (muy parecida a la de Is 41, 4), pregunta sobre quién es como El y quién puede anunciar la salvación, finalmente nominación del pueblo como testigo. Vale la pena preguntarse por el sentido que pueden tener en un proceso judicial un testigo ciego y sordo. Israel es testigo de Yahveh en cuanto manifiesta, con su obediencia pecadora, el juicio sobre él y su nuevo despertar a la vida, obra de Yahveh; y esto en pleno exilio. Da testimonio de que la palabra de Yahveh, anunciada por su mensajero, es una palabra para la propia historia, una palabra que se manifiesta en la existencia histórica de todo el pueblo, una palabra que sobrepasa el anuncio de un mensajero. El pueblo se convierte así todo él en mensajero y testigo de Yahveh ante el foro de las naciones. Se sobrepasa claramente así el marco de los oráculos procesuales como el del Sal 82 del que hablábamos antes. Este concepto bíblico de "testigo" tan significativo después del II Isaías, aparece aquí, en este contexto, por primera vez. La ceguera y la sordera vuelven a aparecer en la difícil unidad Is 48, 1-11. Aquí la palabra de Yahveh argumenta contra Israel mismo haciéndole ver que los anuncios hechos tenían como fin el mantenerle fiel, a pesar de su obstinación, Afirma luego anuncios nuevos, desconocidos por Israel, para que no se envanezca y se rebele como continuamente hace. Acaba con el regreso de Yahveh a Israel, con la constatación de la paciencia, la espera, la prueba porque Yahveh no quiere que Israel se pierda. Tal como tenemos esta unidad, se discute si no es posterior, si no es reelaboración de elementos de Ezequiel, si no se trata de un pleito de Yahveh ya no contra los demás pueblos sino contra Israel mismo. No aparecería, pues, la idea de Israel como testigo frente a las naciones, a pesar de ser ciego y sordo, sino, en todo caso, como testigo contra sí mismo. WALTHER ZIMMERLI 7. La palabra de Yahveh en el II Isaías llama a todas las naciones, es una palabra de salvación universal Debemos dar un último paso en esta reflexión sobre la palabra de Yahveh. Va muy unido a la llamada de Israel como testigo de Yahveh. La actuación salvífica de Yahveh con Israel/Sión, realizada por la palabra profética, hace que el mundo de las naciones, por el testimonio de Israel, se mueva hacia Yahveh. Este movimiento aparece de modos diversos. En Is 45, 14 se habla de pueblos vencidos y encadenados que reconocen a Yahveh como único señor. Y en Is 45, 18-25, que viene a continuación de la afirmación de que Israel no quedará defraudado, encontramos una autoglorificación de Yahveh, introducida por el mensajero, a la que sigue una manifestación del carácter revelatorio de la palabra de Dios ("no he hablado en oculto") y una llamada a todos los supervivientes de las naciones a la salvación de Yahveh. Para recordar el poder de Yahveh vuelven a aparecer las famosas preguntas provocativas "quién", que ya nos son familiares, con la respuesta clara de que sólo Yahveh habla y por tanto salva. Acaba con la impresionante afirmación de que sólo Yahveh triunfará y salvará. Aparece, pues, condensado todo lo dicho anteriormente: la palabra de Yahveh, publicada, anuncia, como palabra del creador del mundo que es, el cumplimiento de la historia salvífica, una historia salvífica que abarca a todas las naciones que son llamadas a confesar al único señor y doblar la rodilla ante él. No se puede dejar de mencionar el primitivo himno cristiano, tomado por Pablo en Flp 2, 5-11, en el que se hablará con las mismas palabras de la realización mundial del suceso salvífico en Cristo. También conviene mencionar la prefiguración, en las afirmaciones del II Isaías sobre la palabra creadora e histórico-salvífica de Yahveh, de lo que en los primeros versos del prólogo del 4.° evangelio se dice sobre la palabra (logos) que estaba con Dios, era Dios, a través de la cual todo ha sido hecho, y que se hizo carne y con esto hizo visible su gloria. Tradujo y extractó: RAFAEL DE SIVATTE