Rompe esquemas…

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Del Mapa Escolar al Territorio Educativo
Autor: Carlos Calvo Muñoz
Roslyn Astrid Noguera Bravo – Aurelio Chiquito Rivera – Lino Cerezo Arroyo
Rompe esquemas…
Carlos Calvo Muñoz en este
relato nos invita a realizar una
reflexión en torno a la
diferencia entre educación y
escuela, resaltando que la
defectuosa es la segunda y
por tanto requiere de una
transformación importante.
“La diversidad cultural no
se contempla en planes y
programas, pues se
aprende más de ella en la
vida real que en la
escuela”.
Nos introduce en el tema del
proceso educativo explicando
su simplicidad y complejidad,
así como las incertidumbres
que genera y los resultados
que se tienen ante la
desilusión, pérdida de fé y
entusiasmo
tanto
en
los
educandos como en los
educadores.
Explica que a pesar de las
reformas
educativas,
las
propuestas innovadoras, los
diseños y rediseños curriculares
las prácticas en las escuelas
continúan inamovibles, los
docentes se refugian en las
rutinas, para no dejar escapar
el contenido y su metodología,
que no puede ser cuestionada
y por otro lado las políticas
educativas o públicas que
poseen misiones específicas e
inflexibles:
cobertura,
asistencia,
permanencia,
aprobación,
cumplimiento
administrativo.
Calvo Muñoz nos menciona
que
dichos
planes
y
programas han sido tomados
como “MAPAS” que orientan
el hacer educativo, seguidos
estrictamente, cumplidos a
conciencia,
pero
desafortunadamente sin mirar
el territorio y todo lo que este
representa: su diversidad, sus
cambios, sus desafíos, sus
incertidumbres,
movilidad, etc.
su
Nos hemos perdido en el
“tratar de entender” las
reformas y “cumplir” con lo
que se estipula en el mapa
dejando a una lado el
contexto, el territorio, la
diversidad, la REALIDAD, y
más grave aún, hemos
dejado de ver a la
enseñanza
y
a
el
aprendizaje
como
un
proceso de INNOVACION,
por lo que hemos hecho a
un lado la búsqueda de
mejorar el cómo enseñar y
el cómo aprender.
Resalta que la diversidad
cultural no se contempla
en planes y programas,
pues se aprende más de
ella en la vida real que en
la escuela y esto lo aplica
a prácticamente toda la
currícula en nuestro país la
atención a la diversidad es
una las prioridades de la
educación, sin embargo es
algo
que
está
desapareciendo de las
prácticas docentes, las
adecuaciones curriculares
para
atender
a
la
diversidad surgieron en los
90´s inicialmente como
referenciales
a
la
integración educativa y
posteriormente
a
la
diversidad cultural, pero los
docentes no tenemos la
“cultura” de atender esa
diversidad, es más fácil
dirigirnos a los alumnos
generalizándolos.
El autor nos lleva a
reflexionar que no se
requieren
cambios
radicales, esto es, no es
posible cambiar todo, sino
retomar lo “bueno” y
resarcir en lo que no está
bien; establece que nos
amparamos
en
la
infraestructura escolar para
justificar
nuestros
resultados, cuando lo más
grave es la carencia de
“vocación” considerando
a esto como el foco rojo en
la
educación.
Nos
movemos en un círculo de
cumplimiento, pero no de
entrega, de pasión, de
comprensión, de ternura,
de dar lo mejor para
nosotros
y
nuestros
alumnos.
Los docentes “deberíamos”
ser
investigadores
de
nuestra propia práctica, el
aula es un gran laboratorio
donde
se
promueven
cosas inéditas, insólitas,
inesperadas, y en donde, si
observáramos
y
nos
apasionáramos
más,
podríamos
hacer
una
intervención más exitosa,
por ello el autor nos dice
que
debemos
desescolarizar la escuela.
Requerimos de un cambio,
que va más allá de los
planes y programas, de la
infraestructura,
es
un
cambio de actitud, un
cambio de fin: escuelas
donde se promueve el
pensamiento y la reflexión,
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ESCRIBA EL TÍTULO AQUÍ
un cambio en el “ser”
docente, un cambio en
donde el aprendizaje sea
natural considerando lo
caótico, lo inesperado, lo
cambiante.
“No es necesario diseñar
un sistema de formación
continua de maestros en
contenidos repetitivos y
Nos habla también que en
esta nueva escuela se
requiere utilizar el análisis y
la intuición, se
debe
propiciar el uso de los dos
hemisferios, y entonces
humanizar la educación,
debemos atender no sólo
el
pensamiento
y
la
reflexión, sino el amor, la
ternura y la comprensión,
para ello se requieren
personas que se maravillen
ante el misterio, que
teoricen desde su práctica
y practiquen desde la
teoría, personas que se
muevan
hacia
niveles
superiores de abstracción,
personas
con
sentido
común, alegres, inocentes
y apasionadas con la tarea
de enseñar y aprender.
lineales, es urgente
apostar, soñar con un
conjunto de docentes con
vocación, reflexivos,
amantes de su profesión,
deseosos de
redimensionar o desescolarizar la escuela.”
No es necesario diseñar un
sistema
de
formación
continua de maestros en
contenidos repetitivos y
lineales,
es
urgente
apostar, soñar con un
conjunto de docentes con
vocación,
reflexivos,
amantes de su profesión,
deseosos de redimensionar
o
“des-escolarizar”
la
escuela, suena como una
utopía, pero debemos ir
tras ella, debemos luchar
con toda nuestra fuerza
para lograr salvarnos como
especie.
El autor nos invita a romper
la barrera el
“docente
alienado”
que
por
consiguiente
“alinea
alumnos”
y
eso
desencadena sociedades
lineales,
irreflexivas,
carentes
de
conocimientos,
seres
descontextualizados.
Explica que la planeación
es y debe ser una guía,
pero en la actualidad la
asumimos
como
un
decreto, y no permitimos
asomarnos a los cambios, a
las
diferencias
entre
nuestros alumnos, a las
casualidades,
a
las
incertidumbres,
a
los
desaciertos,
a
la
curiosidad, a las preguntas
no
estipuladas
en
el
programa.
Nos explica que en la
escuela ideal debe existir:
El trabajo interdisciplinario
escolar.
El trabajo grupal como
estrategia de aprendizaje
colectivo.
La experiencia personal en
el proceso de enseñanzaaprendizaje
El trabajo escolar como
formador de la conciencia
cívica, artística o moral.
La secuencialización de las
etapas del proceso de
enseñanza-aprendizaje
como correspondientes a
la evolución natural de los
procesos educativos.
Al profesor como un guía –
amigo y jamás arbitrario.
También el autor establece
que
des-escolarizar
la
escuela significa:
Entender a la educación
como el proceso de
creación de relaciones
posibles .
Valorar
el
carácter
eutópico de la educación.
Reconocer
que
los
procesos educativos se
dan en un tiempo y
espacio históricos .
Aceptar que los procesos
educativos son holísticos y
sinérgicos
Reconocer que la pregunta
es lo primordial y no la
respuesta.
Convertir a la escuela en el
lugar
y
tiempo
para
equivocarse, antes que un
espacio y tiempo para
aprender conceptos.
Trabajar
con
ambos
hemisferios cerebrales
Reconocer
que
el
aprendizaje informal es
polifacético.
Calvo Muñoz resalta que se
requiere un educador para
el nuevo mundo, y nos
postula una
serie de
requisitos o condiciones
que al leerlas nos llevan a
disoñar lo que deseamos,
sin
embargo
no
son
situaciones imposibles, lo
que se requiere es el
ímpetu de querer hacerlo.
Establece que el principal
motivo
para
que
el
profesor cambie tiene que
ver con la recuperación de
su rol educativo y que más
allá
de
un
perfeccionamiento
en
contenidos, metodologías,
estrategias, reformas, etc.;
el cambio tiene que verse
como algo cualitativo, en
donde asuma que cada
persona es diferente en
sentimientos
y
pensamientos.
Nos presenta al proceso
educativo como un acto
que consiste en crear
diversas relaciones que
pudiesen
parecer
antagónicas, pero no lo
son, y se requiere que lo
distinto sea acogido en su
diferencia,
antes
que
excluido por su oposición,
establece
que
la
ignorancia no debe ser
concebida
como
un
estigma vergonzoso sino
como una expresión de
inquietudes.
Así, plantea que maestros y
alumnos deben ir a la
escuela a equivocarse,
antes
que
a
buscar
respuestas estereotipadas y
seguras, pero rara vez
comprendidas.
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Y esa, aunque dolorosa, es nuestra realidad, los niños,
jóvenes y adultos aprendemos en la escuela, no cabe
duda, pero muy pocos comprenden y ese es el gran
reto que le queda a la escuela. No requerimos de
rehacer y replantear los contenidos y las estrategias, lo
que necesitamos es cambiar en esencia nuestro ser
docente.
El autor resume que la certidumbre amenaza al
trabajo educativo puede disminuirse gracias a la
inocencia, la cual permite sorprenderse ante el misterio
que nos rodea y a cooperar con personas distintas, así
como a aceptar a los otros con sus diferencias
particulares. Cita que un riesgo es la ingenuidad que
define como la ilusión de creer que las personas y el
mundo son como uno los imagina.
Calvo Muñoz en su texto nos invita reflexionar sobre la
tarea del educador como generador de un proceso
de relaciones posibles y que su rol consiste en ayudar a
crearlas más no a imponerlas. Y que la creación de
dichas relaciones implica causalidad, sincronicidad,
simultaneidad y contradicción entre las distintas
relaciones; también establece que el proceso
educativo nunca es exclusivamente causal y tampoco
está exento de confusiones, angustias, alegrías y
tensiones.
Para finalizar nos plantea que debemos reinventar la
evaluación, recrearla, ya que las preguntas que
solemos hacer son en búsqueda de respuestas
correctas, de conocimientos memorísticos e inertes y
nos deja el reto de realizar preguntas que nos permitan
evaluar los procesos, que no supongan respuestas
correctas sino que propicie la generación de nuevas
preguntas dando continuidad a un proceso sin
término.
En resumen el autor nos muestra una perspectiva
educativa en donde se puede disoñar y soñar, desescolarizar para educar, equivocarnos para conocer y
comprender, ser inocentes para ser buscadores de
verdades. En educación hay una gran tarea por
realizar, más allá de actualizar docentes hay que
profesionalizar al educador, hay que retomar el
liderazgo, lleno de convicción, amor, pasión y entrega
a su labor, esto vencerá todos los obstáculos y creará
practicas innovadoras alejadas del régimen de
completar un programa y seguir un mapa fuera de su
verdadero territorio.
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