El bosque protector Arrui: historia de un emigrante Sierra Espuña, enclavada en la cordillera Bética, en pleno corazón de la región de Murcia, es un islote verde en medio de un territorio árido y deforestado. Gracias a las repoblaciones de principios del siglo XX, un magnífico bosque cubre hoy las laderas de la sierra. Es un rico ecosistema que alberga especies como águila real, azor, lagarto ocelado o jabalí. De entre todas ellas, existe una que posee una historia muy peculiar, se trata del arrui. La introducción del arrui en Sierra Espuña, ha estado y está llena de controversia. Mientras que para unos es una especie cinegética de primer nivel para otros representa una amenaza para esta sierra. En este capítulo mostramos cómo llego hasta aquí, cómo ha evolucionado y cómo se gestiona para que su población sea un recurso cinegético compatible con los ecosistemas de la zona. Oriundo del continente africano, este ungulado se encuentra presente en lugares escarpados y rocosos del Magreb, Mali, Níger, Chad y Sudán. Fuera de sus lugares de origen, sólo está presente allí donde ha sido llevado por el hombre. En Estados Unidos fue introducido en el primer tercio del siglo XX en Nuevo México, California, Colorado y Oklahoma. En Europa sólo se encuentra en libertad en España. Sus mayores poblaciones son las de Andalucía Oriental, Murcia y la isla de La Palma.To d o s l o s individuos descienden de un grupo inicial de unos treinta ejemplares traídos a © El bosque protector © El bosque protector la península en 1970, procedentes de los zoológicos de Casablanca y Frankfurt. La introducción fue recomendada por José Antonio Valverde con la intención de dotar de valor económico al territorio y de este modo favorecer su conservación. Tras un periodo de aclimatación, los animales fueron liberados entre las peñas de Sierra Espuña. En 1972, se repitió el proceso en la Caldera de Taburiente, en la isla de La Palma. Para proteger a la especie, en 1973 se crea la Reserva Regional de Caza de Sierra Espuña, que comprende los municipios de Alhama de Murcia, Totana y Mula, alcanzando una superficie total de 14.183 ha. La pequeña población originaria se incrementó muy rápidamente hasta el punto de que en 1977 ya contaba con 300 individuos. Precisamente, ese mismo año se concedieron las primeras licencias de caza. En 1991, la población de arrui alcanzaba aproximadamente los dos mil ejemplares y aunque sufrió una dura epidemia de sarna, su número se ha recuperado con cierta facilidad. Factores como biológicos como ecológicos, contribuyen a explicar la vigorosa demografía de la especie. Aunque las crías de arrui pueden ser apresadas por diferentes predadores como grandes aves de presa, las jaurías de perros asilvestrados y el hombre son los únicos enemigos de los adultos. Su alto interés como especie para la caza ha motivado que algunos dueños de cotos de caza compren y suelten ejemplares en sus propiedades. La falta de control sobre los liberados en fincas privadas, ha permitido a este caprino introducirse en territorios que en principio habría sido muy difícil que alcanzase por sus propios medios. En algunos ecosistemas el arrui se ha convertido en una especie invasora. El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente es un delicado ecosistema que está sufriendo de manera especial la llegada del arrui. Ante la falta de pastos, los animales se alimentan de las plantas leñosas, algunas de ellas especies únicas de gran valor ecológico. Los problemas generados por la especie han provocado un intenso debate que ha desembocado en su inclusión en el Catálogo Español de especies invasoras. Capaz de resistir largos periodos de sequía y duras condiciones, el arrui es un buen colonizador que se ha adaptado perfectamente al ecosistema de Sierra Espuña. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en la Caldera de Taburiente, en Murcia, el arrui contribuye a la rege- Arrui: historia de un emigrante 2 © El bosque protector neración de los pastos y a la diversificación de la flora entre otras aportaciones al ecosistema. Para paliar las posibles alteraciones ecológicas derivadas de su presencia, es necesario seguir diversos métodos de manejo. La estacionalidad de los pastos, con picos de producción en primavera y otoño, puede llevar a los animales a sobre explotar las plantas leñosas. Para evitarlo, se recurre al establecimiento de puntos de alimentación suplementaria, evitando de este modo que los rebaños dañen la vegetación más sensible en épocas de carestía. Con esta misma intención se procede a la siembra de otros recursos como la alfalfa. Es muy importante asegurar que los rebaños se distribuyan de la manera más equitativa posible, por ello se ha establecido una red de bebederos artificiales que evitan un densidad excesiva alrededor de los puntos de agua naturales. Para controlar el uso de los mismos, se instalan incluso cámaras en las proximidades. Además de los problemas derivados de su relación con el medio, el importante valor de la especie como pieza de caza mayor hace que la gestión cinegética sea otro aspecto fundamental en su manejo. En 2009, la Región de Murcia recibió más de 5000 solicitudes nacionales e internacionales para la caza del ani- © El bosque protector Arrui: historia de un emigrante 3 mal, lo que ha aportado importantes beneficios a los ayuntamientos y además ha dinamizado el sector hostelero. La dirección del parque ha apostado por maximizar el potencial cinegético de la especie haciéndolo compatible con el equilibrio ecológico. El número de animales de interés cinegético que se pueden mantener depende de lo que se conoce con el nombre de carga admisible, que no es otra cosa que la cantidad de ejemplares que puede sustentar el ecosistema sin sufrir daños a largo plazo. La renta cinegética, es decir, el número de animales que se han de extraer anualmente, debe oscilar alrededor de un 20 a un 25% de la población. Los gestores no determinan únicamente el número de ejemplares que debe morir y vivir cada año sino también las características de la población que se desea obtener. El objetivo es poseer un mayor control sobre la evolución demográfica y a la vez provocar la optimización de los trofeos, que alcanzan su mayor valor en los machos de 8 a los10 años de edad, que suponen aproximadamente el 5% de la población. Para ello, es fundamental realizar un minucioso censo y controlar su evolución. Los arruis observan a las figuras que avanzan por las peñas. Los agrestes rincones de la sierra son recorridos por los agentes de protección de la naturaleza que realizan de manera precisa el conteo de los ejemplares. Registran toda la información relevante para poder determinar el número y características de los animales cazados. También se controla el estado de salud de los rebaños, factor especialmente importante ante la amenaza de una nueva epidemia de sarna. Los animales enfermos o mortalmente heridos son retirados por los propios celadores. Sus restos se llevan al laboratorio para que se les realice un análisis veterinario exhaustivo. En ocasiones, para el marcaje de los animales o para realizar exámenes sobre su salud, es necesario proceder a su captura. Para ello, se recurre a los capturaderos. Se trata de cercados abiertos © El bosque protector Arrui: historia de un emigrante 4 durante todo el año a los que se atrae a los animales con comida y que se convierten en trampas cuando la ocasión lo requiere. En función del estudio de la población, se determina cuántos ejemplares se deben extraer cada año. Normalmente se conceden mediante sorteo entre 40 y 50 licencias de caza, unas 30 para la selectiva y las restantes para la modalidad de trofeo. La caza selectiva se dirige a animales que el plan de gestión ha decidido que deben de ser retirados por alguna característica, ya sea por ser excedentes de un grupo de edad o sexo, o por presentar alguna característica negativa que no se desea que se transmita. La modalidad de caza permitida para el arrui es el rececho, éste supone que el cazador se acerque al animal sin ser detectado antes de poder abatirlo. Las cacerías siempre se realizan en compañía de un celador de caza, el cual se encarga de velar por la correcta actuación del cazador. Una vez localizado el ejemplar, el tirador se acerca con el viento en contra para evitar que su olor pueda ser detectado por el animal. Cuando tiene el ejemplar a tiro, a pesar de la adrenalina, el cazador apunta y dispara. En esta ocasión el tiro es certero y el animal cae abatido. Se toman muestras del animal para su posterior análisis. Además de la licencia, el cazador debe pagar el precio correspondiente al valor en puntos de la pieza, que se calcula según las medidas de la cornamenta del espécimen. Este dinero posteriormente se repartirá entre los municipios que participan del territorio del arrui. El trofeo es extraído in situ y los despojos abandonados para ser devorados por los carroñeros. El resto del rebaño prosigue con su tranquila existencia, moviéndose con paso firme por el abrupto relieve de Sierra Espuña. Perfectamente adaptados a este hábitat su número se recuperará con facilidad. Al año próximo otros serán abatidos, hecho que paradójicamente asegura la permanencia del inquilino involuntario de esta bella sierra murciana. La llegada del arrui a los ecosistemas españoles es un buen ejemplo de los conflictos que puede provocar la introducción de especies foráneas. Aunque su introducción no se considere actualmente como una idea acertada, parece lógico que la forma más sensata de resolver los problemas derivados de su presencia, sea gestionar sus poblaciones de manera adecuada y de este modo poder sacar el máximo partido ecológico, social y económico de este ungulado del norte de África. © El bosque protector Arrui: historia de un emigrante 5